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El Constructivismo en la posmodernidad

Resumen:

En el presente artículo se indaga la relación existente entre el enfoque


constructivista y la llamada “era posmoderna”. Para reflexionar sobre esta
relación se llevó a cabo una revisión teórica del constructivismo. El enfoque
posterior se centró, por un lado en el corte que implicó el constructivismo con
una visión moderna del conocimiento como espejo de una realidad externa y
objetiva; y por otro en sus diferencias y similitudes con lo que se entiende como
posmodernidad. La oposición del constructivismo al realismo resulta clara, sin
embargo, aunque algunas nociones posmodernas son nucleares del constructivismo, el
relativismo, la incredulidad y ambivalencias propios de la posmodernidad, no son
corolarios necesarios de estas nociones. Se concluye que el constructivismo resulta
apropiado para satisfacer las nuevas demandas e intereses generados por el giro
posmoderno en psicología y sirve como propuesta de reflexión sobre los alcances y
límites del conocimiento científico.

Palabras claves: constructivismo, realismo, posmodernidad, psicología.

Abstract:

The connection between the constructivist approach and the so called


“postmodern age” is explored. In order to consider this connection a theoretical
revision of constructivism was elaborated. Subsequently, the approach was
focused, on one hand in the break that constructivism implicated with a
modern vision of knowledge as a mirror of an external and objective reality;
and on the other hand on their differences and similarities with what is
conceived as posmodernity. The opposition of constructivism to realism is clear,
nevertheless even though some postmodern notions are nuclear to
constructivism, the notions of relativism, incredulity and ambivalence pertinent
to postmodernism, are not necessary corollaries of constructivist notions. It is
concluded that constructivism is fitted to satisfy the new demands and interests
generated by the postmodern turn in psychology and it works as a proposal of
reflection on the limits of scientific knowledge.

Key words: constructivism, realism, posmodernity, psychology.

Dado que el constructivismo representa una importante alternativa epistémica al


positivismo, parece tentador concluir que la metateoría constructivista encarna una
visión posmoderna (Botella, 1995). Al igualarse la visión positivista del conocimiento
científico con la psicología moderna (Gergen, 1992) podría pensarse que su abandono o
superación sea llamado psicología posmoderna. Sin embargo, el uso indiscriminado
del término posmoderno puede tener consecuencias controversiales para el
constructivismo a menos que se acepte una definición más restringida del pensamiento
posmoderno.

Es por esto, y considerando que la relación entre dos términos comienza a


delimitarse a partir de la definición que les demos, que cabe plantearse dos preguntas:
¿Qué entendemos por constructivismo? ¿Qué entendemos por posmodernidad?

¿Qué entendemos por constructivismo?

El constructivismo sostiene que nuestros conocimientos no se basan en


correspondencias con algo externo, sino que son el resultado de construcciones de un
observador que se encuentra siempre imposibilitado de contactar directamente con su
entorno.

Mantiene que el individuo‚ tanto en los aspectos cognitivos y sociales del


comportamiento como en los afectivos, no es un mero producto del ambiente ni un
simple resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va
produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores. En
consecuencia, según la posición constructivista, el conocimiento no es una copia de la
realidad, sino una construcción del ser humano. (Carretero, 1997) La realidad es
producto de los significados particulares que crean los individuos al crear sus propios
modelos representativos del mundo y la mente humana es producto de la actividad
simbólica (Meichenbaum, 1997). Las psicologías constructivistas teorizan e investigan
sobre cómo los seres humanos crean sistemas para comprender significativamente su
mundo y experiencias. (Raskin, 2002)

Chiari y Nuzzo (1996- citado en Raskin, 2002) consideran que sólo debería
considerarse como constructivismo psicológico al conjunto de teorías y enfoques que
pretendan trascender la oposición entre realismo e idealismo, a partir de la postura
metateórica de que la estructura y organización del conocimiento están
inextricablemente vinculados a la estructura de quien conoce.

Al hablar de constructivismo, sin embargo, debemos recordar que este no ha


logrado evolucionar en una única y coherente orientación teórica consistente (Raskin,
2002). Si bien se ha vuelto muy popular y se ha ido afirmando en los últimos años
(Fernández Álvarez, 1992; Guidano, 1998) su interior no es demasiado homogéneo
(Guidano, 1998), ya que hay aspectos controversiales sobre cuestiones de base. Como
suele ocurrir, el incremento en su uso y difusión ha ido en detrimento de su precisión
semántica (Zagmutt, Lecannelier y Silva, 1999).

De hecho, la mayoría de los autores que se dedican a analizar el tema coinciden


en que el constructivismo no existe como epistemología o propuesta única, unitaria,
monolítica, sino que hay varios tipos de constructivismo, o quizás diferentes matices, o
significaciones distintas del mismo, que en ocasiones están en desacuerdo entre sí
(Fernández Álvarez, 1992; Neimeyer, 1998; Carretero, 1997; Guidano, 1998; Bustos-
Cobos, 2002; Raskin, 2002; Balbi, 2004). Como señala Neimeyer (1998), hablar de
“constructivismo” en singular es más retórico que realista.

Según Raskin (2002), no sólo hay muchas variedades de constructivismo, sino


que también existen diversas constelaciones en las que estas son descriptas. Afirma que
depende de cómo uno elija hacer el corte en las categorías del constructivismo,
encuentra áreas diferentes, aspectos comunes y divergentes. Los constructivistas a
menudo desacuerdan entre sí sobre las implicaciones de su posición (respecto a la
naturaleza de la realidad, el origen del significado construido y cómo llevar a cabo
investigaciones psicológicas). Señala que no hay siquiera acuerdo sobre lo deseable de
alcanzar una orientación teórica unificada reconocible, si bien los esfuerzos en pos de
esto invaden la corriente principal de la psicología, como se evidencia en la publicación
de varios volúmenes con temáticas constructivistas de la American Psychological
Association (Raskin, 2002).

Para Lyddon (1995), a medida que el constructivismo continúe influenciando el


desarrollo de la teoría psicológica, se volverá crecientemente importante distinguir
entre sus formas de expresión, sin embargo, estas distinciones no necesitan ser
divisorias, sino que deberían servir como catalíticas para desarrollar concepciones
integrativas de la naturaleza constructiva del conocimiento humano. El
constructivismo en general desafía a los psicólogos a enfocarse en los procesos de
creación de significado (Raskin, 2002).

La amplia variedad de teorías constructivistas encuentra el núcleo que las une en


su compromiso con una epistemología o teoría del conocimiento común. Su visión de
la realidad y de las condiciones de producción de conocimiento surge como oposición
al realismo directo.

Según Mahoney (1997, 1998, 2004), existen cinco principios interrelacionados de


la experiencia humana que impregnan la diversidad de teorías constructivistas
actuales:

1. los seres humanos son participantes proactivos en su propia experiencia

2. la mayoría de los procesos de ordenamiento que organizan las vidas humanas


operan a un nivel de conciencia tácito (inconciente)

3. la experiencia humana y el desarrollo psicológico personal reflejan la operación


continua de autoorganización individualizada que tiende a favorecer el
mantenimiento (por encima de la modificación) de los patrones experienciales.

4. La persona existe y crece en una red de relaciones interpersonales, por lo tanto


no puede ser comprendida fuera de su incrustamiento orgánico en los sistemas
sociales y simbólicos.

5. Finalmente, esta auto-organización activa, significativa y socialmente imbuida,


refleja un flujo continuo de desarrollo en el que orden y desorden coexisten en
la eterna búsqueda de equilibrio dinámico que nunca es completamente
logrado.

Orígenes filosóficos

Los orígenes filosóficos del constructivismo se remontan a algunos intentos de


responder a la pregunta “¿qué es la realidad?”

Según la fenomenología del conocimiento, conocer es lo que tiene lugar cuando


un sujeto (llamado “cognoscente”) aprehende un objeto (llamado “objeto de
conocimiento” o simplemente “objeto”). De acuerdo a la primacía que se dé o bien al
objeto o bien al sujeto, encontramos filosofías más realistas o más idealistas. Dado que
decir que el sujeto aprehende el objeto equivale a decir que lo representa, el objeto se
desdobla en objeto en cuanto tal y objeto en cuanto representado o representable. Un
constructivismo dinámico entiende la realidad en función del acto de su construcción
por un Yo activo. (Ferrater Mora, 1994)

La otra gran pregunta que hace a los orígenes del constructivismo, se relaciona
con la posibilidad del conocimiento. En este sentido el escepticismo responde que no es
posible. Las versiones moderadas, afirman la posibilidad del conocimiento, pero no de
modo absoluto, sino que entienden que los límites están dados por la estructura
psicológica del sujeto cognoscente, las ilusiones de los sentidos, los temperamentos, los
modos de pensar según la época, las condiciones sociales, etc. (Ferrater Mora, 1994)

¿Qué entendemos por posmodernidad?

En su análisis histórico de la cambiante naturaleza del conocimiento, Sexton


(1997) citado en Raskin (2002) divide la historia humana en tres eras distinguibles:
premoderna, moderna y posmoderna. Mientras la era premoderna enfatizaba el
dualismo, el idealismo y el racionalismo, jugando un papel importante la fe y la
religión; la era moderna acentuaba el empirismo, el positivismo lógico, la metodología
científica, la identificación de verdades objetivas y la validez. Durante la era moderna
el conocimiento científico se fortalece como fuente legítima de comprensión del
mundo, ya que se asume como un espejo de la realidad objetiva.

Ubica al constructivismo junto a la era posmoderna, señalando que acentúa la


creación más que el descubrimiento de realidades personales y sociales, la viabilidad
en oposición a la validez. En comparación con el modernismo (donde la verdad
independiente del sesgo subjetivo es revelada al científico neutral), el
posmodernismo/constructivismo resalta la participación humana en la construcción
del conocimiento. Las perspectivas del observador y del objeto de observación son
inseparables, la naturaleza del significado es relativa, los fenómenos son dependientes
del contexto y el proceso de conocimiento y comprensión es social, inductivo,
hermenéutico y cualitativo (Sexton, 1997- citado en Raskin, 2002).

Según Camejo (2006), la posmodernidad implica que los supuestos


tradicionales de la ciencia se han resquebrajado y al colapsar sus fundamentos
epistemológicos sobreviene una crisis de paradigmas. Es el estado de la cultura
después de las transformaciones que han afectado las reglas del juego de la
ciencia, que han imperado durante la modernidad. Por ende, define la post-
modernidad como una transición cultural, una condición contingente que nos
invita a pensar que el abordaje de los problemas depende exclusivamente de las
propuestas epistemológicas bajo la cual sustentemos el estado del arte de una
construcción del conocimiento contemporáneo (Camejo, 2006).
Como consecuencia de la conciencia global emergente en los tiempos actuales,
resulta difícil para cualquiera negar que hay muchas formas diferentes de ver el
mundo (Botella, 1995), ¿podríamos asegurar que la propia es la mejor? Más aún, dada
la línea borrosa entre la realidad y la ficción que nos muestran los medios de
comunicación y el gigantesco mundo virtual de acceso en Internet, parece dudoso que
nuestra visión del mundo, como la de cualquiera, se base en un acceso privilegiado a la
“realidad”.

Conclusiones

La oposición del constructivismo al realismo resulta clara, si para el realismo la


realidad es única y externa, para el constructivismo se trata de una red de múltiples
procesos, continuos e interconectados, en variados niveles de interacción que fluyen
simultáneamente (Balbi, 1994). Ciertamente para el constructivismo, no es posible para
un observador conocer la totalidad de estos múltiples niveles, en los cuales el mismo
observador está incluido introduciendo un orden. Por esto no hay ya un único orden,
sino que hay tantos mundos posibles como observadores haya (Guidano, 1990; Ruiz,
1992; Maturana & Varela, 1984). De este modo, al ser el observador parte integrante de
lo que observa, se entiende que no tenemos acceso al conocimiento de una realidad
objetiva, ya que el conocimiento, antes que una representación correspondiente a un
supuesto orden unívoco de la realidad, es un orden interno que cada organismo da,
según su propia estructura, al cúmulo de perturbaciones internas que se disparan
como resultado de sus interacciones con el ambiente (Balbi, 1997).

Sin embargo, aunque las nociones posmodernas como la conciencia de


multiplicidad y de la imposibilidad de tener un acceso directo a la realidad constituyen
una de las nociones nucleares del constructivismo, el relativismo, la incredulidad, la
ambivalencia y el descreimiento propios de la posmodernidad, no son corolarios
necesarios de estas nociones (Botella, 1995).

De hecho, el constructivismo, especialmente el aplicado al campo social


(prefiriéndose la denominación de “construccionismo social”) pone límites al “todo
vale” respecto a la relación de la realidad social y el sujeto que conoce, al remarcar los
acuerdos de significación que realizamos.

El construccionismo social, señala que las relaciones sociales son situadas,


complejas y generan la construcción de nueva realidad. Quien conoce, al generar
interpretaciones, genera acuerdos y coordina acciones para transformar la realidad. Lo
social aparece al constituirse un mundo de significados compartidos entre personas.
(Cañón Ortiz; Peláez Romero; Noreña Noreña; 2005). El conocimiento aparece como
una negociación entre personas dentro de un marco contextual y temporal dado
(Raskin, 2002).

La realidad se caracteriza por su intersubjetividad, es decir que se trata de un


mundo que es compartido (y se sabe tan real para uno como lo es para los otros),
sabemos que existe una correspondencia continua entre los propios significados y los
de los otros, compartimos un sentido común de la realidad (Berger y Luckmann,
1968/2003). En este sentido, si bien el constructivismo cree que hay numerosas
representaciones alternativas de la realidad, no niega que las personas deberían (y lo
hacen) elegir entre las representaciones y adoptar aquellas que encuentren más
convincentes, o al menos más subjetivamente válidas, incluso si es con base en la
retórica o en otras áreas pragmáticas (José & Kruglanski, 2002).

El constructivismo plantea la necesidad de un abordaje situado de la realidad, ya


que de este modo podemos hablar de una realidad que existe con independencia de
nuestros pensamientos al comprender que si tal realidad existe es porque la hemos
construido como tal, de manera colectiva, a través de un proceso histórico y humano
(Ibáñez, 1994).

Con estas consideraciones en mente, podemos decir que el constructivismo es


óptimamente apropiado para satisfacer las nuevas demandas e intereses generados por
el giro posmoderno en psicología (Botella, 1995), y sirve como propuesta de reflexión
sobre los alcances y límites del conocimiento científico (Bustos-Cobos, 2002).

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