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Nunca lo había pensado así, enceguecido por cuanto me seduces, atraes y convences, creí que

era lógico amarte, que el razonamiento elaborado , no dejaba duda de lo bella y esencial que
eras. Pero basto solo un minuto y 17 segundos para darme cuenta, que la razón vive en el
último lugar de la lista de argumentos que tengo para mencionarte. No puedo alejar mi vista
de ti, me despierto con tu amanecer y recibo tu crepúsculo matutino, a la espera de la
oscuridad mística, donde la mayoría de tu encanto se vuelve memorable. Tu historia es la de la
humanidad y tu origen, el regalo de los dioses como instrumento perpetuo para comprender
nuestra propia pequeñez, el alcance de nuestros sueños y los fantasmas que nos acompañan.

Me causa dificultad revelar con nitidez que odio, no es por ser bondadoso en extremo, es
porque son tantas cosas, que pareciera que cada día elijo que voy a odiar más, como si fuese
un perchero donde están colgadas todas y cada una de ellas, y al despertar eligiera sin
voluntad cuales me pondré. Hoy en particular odio el celular que no le funciona un tercio del
teclado, pero también odio mi estomago porque me causa dolor y odio que sea tan poco el
tiempo en el que soy libre en el curso de escritura.

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