A la democracia participativa se le cataloga como una expresión amplia,
refiriéndose a formas democráticas en las que los ciudadanos obtienen una participación más extensa a la hora de tomar decisiones políticas. Es una forma de democracia más aventajada que la democracia representativa porque otorga más poderes y en mejor calidad al pueblo de manera directa.
Como su nombre lo expresa, la democracia participativa permite una participación
mayor del pueblo que en la democracia representativa, pero menor que en la llamada democracia directa. Es un modelo político que facilita a la ciudadanía capacidad de asociación y organización de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. Este tipo de democracia se manifiesta en la vida política de un Estado a través de referendos o plebiscitos que los representantes elaboran como iniciativas de consulta, que luego los ciudadanos presentan a los representantes. La democracia participativa evoluciona en el proyecto fundamental de la creación de un mecanismo de deliberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, esté habilitado para manifestarse por igual con puntos de vista tanto mayoritarios como minoritarios. No obstante, este sistema no niega el principio de la mayoría que se ve presente en todo sistema democrático, sin embargo los mecanismos o instituciones de participación tienen el propósito de hacer hincapié en el pleno respeto a las minorías, sus opiniones y su amplia manifestación a través de un mecanismo participativo e institucionalizado, aprovechando así las experiencias y la capacidad de todos los participantes, promoviendo la legitimidad, permitiendo participación en los aportes y en los beneficios en la esfera pública de un Estado