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Expediente: 37.772
Radicación: 050012331000200703117-01
Demandante: Rosalía de Jesús Patiño Flórez y otros
Demandado: I.S.S. y E.S.E. Rafael Uribe Uribe-En liquidación-
Naturaleza: Acción de reparación directa
A las 15.45 horas del 16 de enero de 2006, el señor Onofre de Jesús López
Betancur acudió al servicio de urgencias de la unidad hospitalaria León XIII de la
Empresa Social del Estado Rafael Uribe Uribe, en Medellín, por presentar dolor
opresivo en el pecho o “precordialgia”, presión arterial de 110/60 y frecuencia
cardíaca de 60”. Al momento del ingreso se clasificó su atención o “triage” como
prioridad II. A las 21.45 horas, mientras esperaba recibir atención sufrió un
“episodio sincopal súbito”. Fue ingresado a la sala de atención de urgencias, en
estado de inconsciencia. Se le iniciaron maniobras de reanimación, pero el
paciente falleció pocos minutos después.
ANTECEDENTES
1. Mediante escrito presentado el 16 de octubre de 2007, por intermedio de
apoderado judicial y en ejercicio de la acción de reparación directa establecida
en el artículo 86 del Código Contencioso Administrativo, los señores Rosalía de
Jesús Patiño Flórez; Jaime Ignacio López Arboleda, quien actúa en nombre
propio y en representación de sus hijos menores de edad David Esteban, Julieth
Andrea y Natalia López Madrid, y la señora Mónica María López Arboleda
interpusieron demanda de reparación directa en contra del Instituto de Seguros
Sociales y la Empresa Social del Estado Rafael Uribe Uribe (f. 39-57 c-1), con el
fin de que se hicieran las siguientes declaraciones y condenas:
-A las 15.45 horas del 16 de enero de 2006, el señor Onofre de Jesús López
Betancur acudió al servicio de urgencias de la unidad hospitalaria León XIII de la
Empresa Social del Estado Rafael Uribe Uribe, de Antioquia, acompañado de su
hijo Jaime Ignacio López Arboleda, por presentar dolor opresivo en el pecho o
“precordialgia”, presión arterial de 110/60 y frecuencia cardíaca de 60”.
-A las 21.45 horas presentó “episodio sincopal súbito” y solo en ese momento fue
ingresado a la sala de atención de urgencias, en estado de inconsciencia. Se le
iniciaron maniobras de reanimación básica, se le proporcionó soporte ventilatorio
a presión positiva, con tubo endotraqueal, se le practicó electrocardiograma
monitor que evidenció “Supra ST en DII”. Después de 3.5 minutos de
reanimación, el paciente falleció.
Afirma la parte demandante que la muerte del señor Onofre de Jesús López
Betancur se produjo como consecuencia de la inasistencia médica.
2.1. La Empresa Social del Estado Rafael Uribe Uribe-En Liquidación-1 se opuso
a las pretensiones de la demanda (f. 65-70 c-1), y formuló las excepciones que
tituló como inexistencia de la obligación; diligencia y cuidado debidos;
inexistencia de nexo causal entre los hechos y el daño; causa idiosincrática del
paciente; tasación excesiva y no cierta de perjuicios; caducidad de la “acción de
nulidad y restablecimiento del derecho” (sic); prescripción y la genérica, las
cuales fundamentó con los siguientes argumentos: (i) la entidad prestadora de
salud actuó con diligencia y cuidado, brindándole al paciente la atención
especializada que requirió, de acuerdo con sus posibilidades; (ii) de conformidad
con la historia clínica del paciente, fueron las complicaciones postoperatorias las
que le causaron la muerte; (iii) el daño que se alega no es cierto ni directo; (iv) la
4.1. La Empresa Social del Estado Rafael Uribe Uribe –en liquidación- solicita
que se revoque el fallo proferido por el a quo (f. 204-206). Manifestó que la parte
demandante no logró demostrar la inasistencia médica que relaciona en la
demanda. El señor Onofre de Jesús sufría problemas cardíacos difíciles de
tratar. Inclusive, es muy posible que aún en el evento de que en el servicio de
urgencias no hubiera habido congestión el día en el que falleció el paciente, ese
hecho de todas maneras se hubiera producido.
CONSIDERACIONES
2
El 16 de octubre de 2007, fecha en que se presentó la demanda, se encontraba vigente la Ley
954 de 2005, que establecía que la cuantía para que un proceso iniciado en ejercicio de la
acción de reparación directa fuera conocido en segunda instancia por esta Corporación la
pretensión mayor debía superar los 500 s.m.l.m.v -artículos 129 y 132 del C.C.A. subrogados
por el Decreto 597 de 1988-, aspecto que se mantuvo al momento de interponer el recurso de
apelación, y la mayor de las pretensiones de la demanda fue estimada en 1.000 salarios
mínimos legales mensuales, por concepto de perjuicios morales a favor de cada uno de los
demandantes, suma que para el momento de presentación de la demanda superaba la cuantía
para que esta Corporación conozca en segunda instancia.
de 2006, en la clínica León XIII de la ciudad de Medellín, la cual pertenecía a la
E.S.E. Rafael Uribe Uribe.
Dado que la demanda se presentó el 16 de octubre de 2007 y los hechos por los
cuales se reclama la reparación ocurrieron el 16 de enero de 2006, se concluye
que aquella se presentó oportunamente, esto es, dentro de los dos años
previstos en el numeral 10 del artículo 136 del Código Contencioso
Administrativo, tal como fue modificado por el artículo 44 de la Ley 446 de 1998.
2. El problema jurídico
En los términos de la demanda, los actores pretenden que se les resarzan los
perjuicios que sufrieron, tanto el señor Onofre de Jesús López Betancur -los
cuales reclaman en su condición de herederos-, como ellos mismos, en tanto
damnificados, como consecuencia de la inasistencia y la posterior muerte del
primero, causada por las fallas en las que incurrieron las entidades obligadas a
brindarle el servicio médico hospitalario. En el recurso de apelación solicitan que
se concedan las indemnizaciones a favor de todos los que integraron la parte
demandante, en las cuantías en las que fueron solicitadas.
3. Análisis de la Sala
3.1. En relación con el daño que adujeron haber sufrido los demandantes, como
consecuencia de la muerte del señor Onofre de Jesús López Betancur, se cuenta
en el expediente con las siguientes pruebas:
3.1.1. Está demostrado que el señor Onofre de Jesús López Betancur falleció el
16 de enero de 2006, en la clínica León XIII de la ciudad de Medellín 3, como
consecuencia de un shock cardiogénico, secundario a infarto de miocardio,
según se consignó en el certificado y en el registro civil de la defunción (f. 10 y
15).
3Para el momento de los hechos, la clínica León XIII de Medellín era de propiedad de la ESE
Rafael Uribe Uribe, según consta en el Decreto 1750 de 2003.
3.1.2. También está probada la relación de parentesco que los señores Jaime
Ignacio López Arboleda y Mónica María López Arboleda adujeron tener con el
señor Onofre de Jesús López Betancur. En efecto, estos demandantes
demostraron ser hijos del fallecido, porque así consta en las copias de las actas
del registro civil de su nacimiento (f. 4-5).
3.1.3. De igual manera, en relación con los señores David Esteban López
Madrid, Julieth Andrea López Madrid y Natalia López Madrid, quienes aún eran
menores de edad y acudieron al proceso representados por su padre, el señor
Jaime Ignacio López, considera la Sala que resulta suficiente la prueba
documental aportada al proceso para acreditar su filiación con el fallecido.
En efecto, tanto el acta del registro civil como la certificación que expida el
notario sobre los datos consignados en dicha acta tienen mérito probatorio para
demostrar el parentesco. Así lo ha considerado la Sala:
Es cierto que el solo hecho de que una pareja no comparta el mismo techo en un
momento dado no desvirtúa la existencia de la relación marital; sin embargo,
para hacer valer la condición de compañero permanente que le permita al juez
inferir la existencia de los daños alegados, debe estar demostrado en el
expediente que la relación subsiste y que esa falta de convivencia es meramente
temporal o circunstancial. Sin embargo, en este caso, no está demostrada esa
situación, porque la testigo lo único que afirmó es que la demandante y el
fallecido se siguieron hablando.
6
Al respecto véase, por ejemplo, la sentencia proferida por esta Subsección el 26 de julio de
2012, exp. 1999-00858 (ACU), C.P. Danilo Rojas Betancourth.
improcedentes, superfluas o por insinuar la respuesta-, ni tampoco
contrainterrogarlo.
7 Cabe señalar que con anterioridad a la expedición de la Ley 1395 de 2010, sólo era
procedente aportar la declaración extrajuicio como prueba anticipada únicamente cuando el
deponente estaba gravemente enfermo.
8
“Son documentos los escritos, impresos, planos, dibujos, cuadros, fotografías, cintas
cinematográficas, discos, grabaciones magnetofónicas, radiografías, talones, contraseñas,
cupones, etiquetas, sellos y, en general, todo objeto mueble que tenga carácter representativo o
declarativo, y las inscripciones en lápidas, monumentos, edificios o similares (…)”.
9
Devis Echandía, Hernando, “Compendio de Derecho Procesal”, Tomo II, “Pruebas Judiciales”,
octava edición, Ed. ABC Bogotá, 1984, p. 387.
7. Por ello, tras verificar su autenticidad -circunstancia que normalmente
podrá determinarse con facilidad, siempre que la declaración se haya
rendido ante notario- y después de haber sido decretada como prueba, debe
correrse traslado de la declaración por un periodo de cinco días, durante el
cual podrá ser tachada de falsa. En dicha oportunidad la parte contraria
también podrá solicitar su ratificación, teniendo en cuenta que si no realiza
tal petición, la prueba podrá ser valorada sin ninguna consideración
adicional, como lo disponen el numeral segundo del artículo 277 del Código
de Procedimiento Civil10 y el numeral segundo del artículo 10 de la Ley 446
de 199811.
10
“Documentos emanados de terceros. Salvo disposición en contrario los documentos privados
de terceros sólo se estimarán por el juez: (…) 2. Los documentos privados de contenido
declarativo, se apreciarán por el juez sin necesidad de ratificar su contenido, salvo que la parte
contraria solicite ratificación”.
11
“Para la solicitud, aportación y práctica de pruebas, además de las disposiciones generales
contenidas en el Código de Procedimiento Civil y demás disposiciones se dará aplicación a las
siguientes reglas: (…) 2. Los documentos privados de contenido declarativo emanados de
terceros, se apreciarán por el juez sin necesidad de ratificar su contenido, salvo que la parte
contraria solicite su ratificación”.
12 Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección B, sentencia de 29 de septiembre de 2015,
exp. 37.939, C.P. Danilo Rojas Betancourth. El Ponente de esta sentencia advierte que se
aparta del criterio adoptado por la Subsección, por considerar que las declaraciones extrajuicio
carecen de valor probatorio porque no cumplen con los requisitos de ley, dado que no fueron
ratificadas, tal como lo exigen los artículos 229, 298, 299 del Código de Procedimiento Civil. Por
haber sido tomadas esas declaraciones por fuera del proceso, sin audiencia de la parte
demandada y no haber sido ratificadas, carecen de eficacia probatoria. El hecho de constar en
actas no muta la naturaleza de la prueba testimonial en prueba documental.
MARÍA y JAIME IGNACIO LÓPEZ ARBOLEDA, ambos mayores de edad.
Por lo que dejamos constancia que su esposa e hijos son los únicos
beneficiarios del inscrito ONOFRE DE JESÚS.
3.2. Se afirma en la demanda que la muerte del señor Onofre de Jesús López
Betancur, y los consecuentes daños sufridos por los demandantes por ese
hecho, son imputables a la ESE Rafael Uribe Uribe, por cuanto aquél se produjo
como consecuencia de la falta de atención que requería el paciente cuando
acudió a la clínica León XIII.
3.2.1. Está probado que al momento del fallecimiento, el señor Onofre de Jesús
López Betancur se hallaba en la unidad hospitalaria León XIII, a donde había
acudido desde las 3:44 p.m. del mismo 16 de enero de 2006, por presentar “dolor
precordial –ICC. Cefalea”, habiendo sido clasificada su solicitud de atención de
urgencia, como prioridad “II”, según consta en la hoja de clasificación, que
aparece firmada por la médica cirujana Leonor E. Prieto, del hospital Rafael
Uribe Uribe (f. 12).
La atención médica requerida por el paciente le fue brindada a las 21:25 p.m.,
esto es, casi seis horas después de haber demandado la atención de urgencias,
tal como constan en la historia clínica (f. 13), en la cual se relacionó lo ocurrido al
paciente y se resumen las maniobras de reanimación en los siguientes términos:
La señora Rosa Elpidia Posada Ossa manifestó ante el a quo (f. 136-138), que el
mismo 16 de enero de 2006 acudió con su madre al servicio de urgencias de la
clínica León XIII de Medellín; que allí conoció al señor Jaime López, quien llegó
con su padre, un poco después de las 3:00 p.m. Ambos estaban muy
angustiados pidiendo que se atendieran a sus respectivos padres. Aseguró haber
observado al señor Onofre de Jesús López Betancur sudando, mientras
manifestaba que se encontraba muy mal. Aclaró que había mucha gente en la
clínica y que estaban atendiendo muy lentamente a las personas y solo
agilizaron el servicio después de las 6.00 p.m.
Agregó que aunque en ese momento, el señor Onofre de Jesús “se veía muy
bien, pero sí se veía cansado, sudando y quejándose mucho, pero era un señor
macizo, grandote, físicamente yo diría que estaba bien. Le pregunté qué le
pasaba y me dijo que sufría de la tensión, que era hipertenso y por esa razón
estaba allá”. Aseguró que los médicos no alcanzaron a atender al paciente.
Cuando este se mareó, lo cogieron entre cuatro personas y lo ingresaron al
consultorio y al momento dijeron que había fallecido.
Las fallas que se presentan en el servicio médico que pueden dar lugar a derivar
la responsabilidad patrimonial de las entidades obligadas a prestarlo, son todas
aquellas que se constituyen en la causa del resultado adverso por el cual se
solicita reparación y las que son producto de la falta de previsión de los efectos
secundarios de un tratamiento; pero también lo son las omisiones o retardo de
las entidades médicas de utilizar los medios diagnósticos o terapéuticos
aconsejados por la ciencia y los protocolos correspondientes, o por no hacer el
seguimiento que corresponde a la evolución de la enfermedad, bien para
modificar el diagnóstico o el tratamiento y, en fin, de todas aquellas actuaciones
que demuestren que el servicio fue prestado de manera diferente a como lo
aconsejaba la lex artis ad hoc.
médico al examen físico. //El médico en el triage no diagnostica sino que establece la prioridad
en la atención. // Para qué sirve el triage: -Para identificar la gravedad de la urgencia de los
usuarios (riesgo vital) -Para determinar el tiempo máximo de espera para ser atendido en la
institución (nivel de clasificación: Rojo-amarillo-verde-blanco). -Para informar a los pacientes y
sus familias. Para disminuir la congestión del servicio”.
En: http://www.metrosalud.gov.co/inter/joomla/index.php/usuarios/triage
Dado que con la prestación del servicio médico se busca interrumpir el proceso
causal, que por causas naturales o externas, produce o amenaza con producir el
deterioro o la pérdida de la integridad corporal de una persona, con el fin de
lograr la curación, mejoramiento o, al menos, la sobrevivencia del paciente en
condiciones de dignidad humana, dicho servicio debe prestarse de manera
diligente y oportuna, de acuerdo con el estado del arte en la materia. Sin
embargo, no es posible calificar la actuación médica como indebida a partir,
simplemente, de los resultados obtenidos, hecha la salvedad de aquellos casos
en los cuales el resultado en sí mismo es demostrativo de la falla o del nexo
causal entre la intervención y el daño14, porque hay enfermedades incurables, o
que, al menos no pueden ser superadas con los conocimientos científicos
alcanzados, y hay tratamientos con efectos adversos inevitables, los cuales, sin
embargo, deben ser ponderados por el médico en el balance riesgo-beneficio y
advertidos al paciente con el fin de que éste decida libremente si se somete o no
a ellos.
La intervención médica es causa del daño cuando las condiciones de salud del
paciente se desmejoran o su muerte se acelera como consecuencia del
suministro de drogas que les producen una reacción alérgica, o cuando durante
una intervención quirúrgica se lesionan otros tejidos, por ejemplo. Pero, hay
eventos en los que la imputación de daños que se hace a las entidades
prestadoras de tales servicios tiene su fundamento en la omisión o tardanza en la
atención, bien porque el procedimiento a pesar de ser conocido se postergue, o
bien porque la demora en la práctica de los exámenes impida llegar al
diagnóstico cierto de la lesión o enfermedad y, brindarle en consecuencia el
tratamiento adecuado. En esos casos, los problemas probatorios resultan
relativamente simples en relación con las fallas, pero suelen ser muy complejo
14
Se ha acudido a reglas como res ipsa loquitur, desarrollada en el derecho anglosajón; o de la
culpa virtual elaborada por la doctrina francesa, o la versión alemana e italiana de la prueba
prima facie o probabilidad estadística, que tienen como referente común el deducir la relación
causal y/o la culpa en la prestación del servicio médico a partir de la verificación del daño y de la
aplicación de una regla de experiencia, conforme a la cual se considera que existe falla o nexo
causal entre un evento dañoso y una prestación médica cuando, según las reglas de la
experiencia (científica, objetiva, estadística), dicho daño, por su anormalidad o excepcionalidad,
sólo puede explicarse por la conducta negligente del médico y no cuando dicha negligencia
pueda ser una entre varias posibilidades, como la reacción orgánica frente al procedimiento
suministrado o, inclusive, el comportamiento culposo de la propia víctima.
tratándose del nexo entre esas omisiones y el resultado final, por cuanto no
puede perderse de vista que el paciente ingresa al servicio médico hospitalario
estatal con una enfermedad o lesión de base, que es la que finalmente explica el
resultado, consistiendo la falla en la prestación del servicio médico, generadora
de responsabilidad patrimonial, en la omisión de interrumpir ese proceso causal,
susceptible de serlo, de manera cierta o simplemente probable.
Del hecho de que paciente hubiera sobrevivido 7 horas, luego de que empezara
a sufrir el dolor precordial infiere la Sala que la entidad demandada pudo romper
el proceso causal que culminó con la muerte del paciente, si le hubiera brindado
la atención médica adecuada y oportuna. En pocos términos: la omisión de la
entidad de brindarle la atención requerida al paciente impidió la interrupción del
infarto que hacía curso cuando aquel llegó a la ESE Rafael Uribe Uribe y, por lo
tanto, dicha entidad deberá responder por los daños sufridos por los
demandantes como consecuencia de la muerte del señor Onofre de Jesús.
Cabe señalar, finalmente, que la congestión que pudiera existir el día de los
hechos de que trata este proceso, por la gran demanda en la atención del
servicio médico en la clínica León XIII, no exonera de responsabilidad a la
entidad demandada, la cual debía contar con el personal médico, paramédico y
administrativo suficiente para atender dicha demanda.
4. Indemnización de perjuicios
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 14 de agosto de 2014, exp. 27.709, C.P.
15
Equivalencia 100 50 35 25 15
en salarios
mínimos
4.4.1. En relación con la trasmisión del derecho de acción mortis causa, para
reclamar la reparación de los derechos inmateriales, la doctrina era de la opinión
de que por tratarse de un derecho personalísimo, íntimamente ligado a la
existencia de su titular, no podía transmitirse a sus herederos y que resultaba
“inmoral” aceptar que ese derecho que deriva del dolor pudiera ser susceptible
de actos de disposición. Pero, la Sala17, en contra de esos reparos, consideró
que tal derecho sí es transmisible, en tanto no se trata de disponer del interés
jurídico protegido, sino de la consecuencia que se deriva de su vulneración, la
cual se traduce en la configuración de una obligación indemnizatoria, idéntica a
cualquiera otro crédito que tenga su origen en un daño antijurídico. Los
sucesores mortis causa, en cuanto continuadores de la personalidad del
causante, ocupan la posición jurídica que este ostentaba frente a la totalidad de
los derechos y acciones de contenido patrimonial trasmitidas por el fallecimiento.
Dijo la sentencia en cita:
Ese criterio jurisprudencial fue reiterado por la Sala, entre otras sentencias, en la
de 10 de marzo de 200518. Cabe señalar que en esa sentencia, el causante
había ejercido en tiempo la acción indemnizatoria y lo que se reclamaba
realmente era el reconocimiento de la condición de sucesores procesales. Sin
embargo, en la misma se precisó que: “si bien es cierto los perjuicios morales
dependen necesariamente del sentimiento de un individuo en particular, cuando
se solicita el reconocimiento de estos por parte de los sucesores procesales, no
es que se transmita el dolor, la angustia o la congoja causada por el daño a
quien en vida lo padeció y sufrió..., lo que se transmite es el derecho a reclamar
por tal sufrimiento de la persona que era titular del mismo y, por ende, legitimada
para demandar. En conclusión, como la señora Guzmán de Orjuela sufrió
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 10 de marzo de 2005, exp: 16.346, C.P.
18
19 Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 26 de abril de 2006, exp. 14.098, C.P.
Ruth Stella Correa Palacio. Criterio que también ha sido sostenido por la Sala en relación con
otros derechos extrapatrimoniales, como el denominado daño a la vida de relación, en relación
con el cual la Sala ha señalado que “…una vez causado, se convierte en un derecho patrimonial
que puede hacer parte del acervo hereditario…”. Consejo de Estado, Sección Tercera,
sentencia del 15 de agosto de 2002, expediente 14357, C.P. Ricardo Hoyos Duque. Reiterada
en sentencia de la Sección Tercera, Subsección B, de 27 de marzo de 2014, exp. 27.687, C.P.
Stella Conto Díaz del Castillo.
20
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección A, sentencia de 12 de marzo de 2014,
exp.28.224, C.P. Hernán Andrade Rincón.
Se trata de la acción correspondiente a la víctima transmitida por la muerte a
sus herederos para resarcir el daño por el detrimento de sus derechos,
valores e intereses jurídicamente protegidos, diferente a la personal por el
menoscabo directo, propio e individual experimentado por un sujeto a
consecuencia de la defunción del causante, respecto de cuya indemnización
tiene legítimo interés. Son acciones distintas por sus titulares, derechos
quebrantados y finalidad resarcitoria de daños diferentes; en el primer caso,
el heredero ejerce la acción iure hereditatis o transmitida por causa de
muerte, y en el segundo, la propia, iure proprio respecto de su daño, y el
detrimento recae sobre intereses de diversos titulares, cuyo contenido y
extensión, atañe al menoscabo recibido por cada cual. Así lo tiene sentado
la Sala: “[c]uando la víctima directa de un acto lesivo, fallece como
consecuencia del mismo, sus herederos están legitimados para reclamar la
indemnización del perjuicio por ella padecido, mediante el ejercicio de la
denominada acción hereditaria o acción hereditatis, transmitida por el
causante, y en la cual demandan, por cuenta de éste, la reparación del daño
que hubiere recibido. (...)Al lado de tal acción se encuentra la que
corresponde a todas aquellas personas, herederas o no de la víctima directa,
que se ven perjudicadas con su deceso, y mediante la cual pueden reclamar
la reparación de sus propios daños. Trátase de una acción en la cual actúan
jure proprio, pues piden por su propia cuenta la reparación del perjuicio que
personalmente hayan experimentado con el fallecimiento del perjudicado
inicial, (...).
Ahora bien, para que se trasmita el derecho de acción mortis causa es necesario
que el causante hubiera sobrevivido al daño, porque, de lo contrario, no se
habría logrado radicar en su haber el derecho a la reparación. Así ocurrió en los
Considera la Sala que el trato que se le dio al señor Onofre de Jesús López
Betancur el día de su fallecimiento en la clínica León XIII de la ESE Rafael Uribe
Uribe fue cruel, inhumano y degradante. Por lo tanto, en los términos señalados
en la sentencia de unificación proferida por la Sección24, se ordena como medida
de no repetición, el envío de sendas copias íntegras y auténticas de esta
providencia al Ministerio de Salud y a la Superintendencia Nacional de Salud
para que creen un link, en sus páginas web, con el fin de que se pueda acceder
22 El plazo de liquidación de la ESE Rafael Uribe Uribe fue prorrogado sucesivamente mediante
Decretos 2080 de 2007, 403, 1883 y 2349 de 2008.
23 En: http://www.fiduagraria.gov.co/wp-content/uploads/2014/12/Estfinfide-RAFAEL-
URIBE1.pdf, consultado el 20 de septiembre de 2016.
24
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 28 de agosto de 2014, exp. 32.988, C.P.
Ramiro Pazos Guerrero,
al contenido magnético de esta providencia, con acceso al público durante un
período de 6 meses, que se contarán desde la fecha en que se realice la
respectiva carga de la información en la página web de esas instituciones25.
Debe advertirse que la anterior orden deberá ser cumplida por el Ministerio de
Salud y la Superintendencia Nacional de Salud, porque la ESE Rafael Uribe
Uribe ya fue liquidada. Dicha orden tiene una finalidad exclusivamente
pedagógica, a efectos de que situación como la descrita en la sentencia no se
vuelva a repetir; por lo tanto, no implica un pronunciamiento de responsabilidad
en contra de esas entidades, las cuales no fueron parte en el proceso.
5. Costas
FALLA
25
Una orden similar se dictó en: Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección “A”,
sentencia de 12 de noviembre de 2014, exp. 38.738, C.P. Hernán Andrade Rincón.
26
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 18 de febrero de 1999, exp: 10.775, C.P.
Ricardo Hoyos Duque.
PRIMERO: DECLÁRASE patrimonialmente responsable a la EMPRESA
SOCIAL DEL ESTADO RAFAEL URIBE URIBE-EN LIQUIDACIÓN-, por la
muerte del señor ONOFRE DE JESÚS LÓPEZ BETANCUR, en hechos
ocurridos el 16 de enero de 2006, en el servicio de urgencias de la unidad
hospitalaria León XIII.