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Belleza, en Lo Profundo
Belleza, en Lo Profundo
Las altas temperaturas revelan quiénes somos: Una escena similar se cuenta en la
Biblia cuando los Israelitas pasan por las altas temperaturas del desierto, Moisés se despide
luego de una travesía de cuarenta años diciendo: «recordarás el desierto por el que Dios te
llevó, para probarte y para saber qué es lo que había en tu corazón, para revelar tu carácter
y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos».
El dolor revela nuestro carácter, de qué estamos hechos, pone las cartas en la
mesa, nos lleva a un viaje al profundo de nosotros, mostrándonos nuestra humanidad.
Revisar nuestro «adentro» nos obliga a actuar a decidir de qué nos vamos a llenar:
si nos vamos a llenar de buenos recuerdos o de rencor, de buenos deseos o deseos de
ajuste de cuentas, nos preocuparemos solo por nosotros o también otros egoísmo,
buscaremos la alegría o nos quedaremos estancados en la amargura.
El desierto, el calor, la prueba nos obliga a actuar rápido, que no nos da tiempo a
«disimular» nuestros errores, o «simular» algo que no somos.
Joni cuenta que su discapacidad le reveló todo tipo de cosas que necesitaba
cambiar en su vida, y dice: «No me gusta cuando eso ocurre, pero necesito conocer de que
aquellas cosas no tan lindas de las que estoy hecha para cambiarlas».
El dolor no crea la belleza revela, lo que hay en lo profundo. El dolor nos enfrenta
con nuestra humanidad y nos acerca al Creador. Para reconocer quienes somos y cambiar
lo que tenemos dentro. Cambiando los sabores amargos por su dulzura Crear la belleza,
en lo profundo. Teñirnos como el agua de un té con su corazón, su amor, sus gestos, su
justicia y su carácter. Y cuando el capullo se abra, todos puedan ver la belleza de Dios en
nosotros aroma y su sabor.