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Vincent, biografía teatral

Aymará de Llano
Vincent 37años luz
Dramaturgia y dirección: Freddy Virgolini
Intérpretes: Diego Almeida, Rosie Álvarez, Alicia Bruno, Nora Colares, Norberto García,
Mariana Hansen, Daniel Rivas, Denise Segura, Freddy Virgolini
Duración: 90 minutos
Clasificación: Teatro adultos
Cuatro elementos Espacio Teatral. Mar del Plata, temporada 2020.

Vincent 37años luz es un drama que recorre la vida del pintor neerlandés Vincent Van
Gogh (1853-1890), quien sólo vivió 37 años. Ya desde el título se hace alusión a una vida breve
que, durante la obra, aparecerá como tortuosa, de frustración y máxima soledad. Sin embargo la
búsqueda de una luz que abra caminos guía la pasión por la pintura en la que también busca la
luz. Está presente y es tangible un juego constante de luces y sombras en el sentido físico del
manejo de la dramaturgia y simbólico, en cuanto a lo existencial del personaje.
La obra comienza con un diálogo entre Vincent y el tío Mauve, quien mira las pinturas y
las desestima, lo humilla diciéndole que no logra definir las líneas y que nunca logra una copia
decente. Vincent argumenta en contra de lo canónico y a favor de la expresión de su pasión. En
los diálogos está implícita la lucha entre el arte representativo realista y un arte más centrado en
la pasión del pintor y no en la mímesis. La biografía de Van Gogh aparece con el tiempo
cronológico quebrado.
Las escenas con su padre son crueles; éste con su experiencia de una vida basada en el
prestigio que da el dinero insiste en su fracaso como pintor y marchand. El padre lo ve como un
hombre malogrado que a los 30 años, edad avanzada de adultez para su época, no tiene un
camino armado en su vida. El contraste es evidente: a Vincent le interesa el arte y a su
progenitor, no. La madre lo sostiene, lo comprende, entiende su apasionamiento por expresar
sentimientos a través de la pintura pero es una figura que secunda al padre. Theo, su hermano,
atribuye el estado de ánimo de Vincent al rechazo de su prima Kee de quien está enamorado sin
ser correspondido. Los encuentros con Kee, en especial en el que le dice que no se casará, lo
dejan destruido psíquicamente. No encuentra una mujer que se enamore y lo acompañe. El
hermano le propone ser su marchand. Pinta sin descanso, apasionadamente en tanto su cuerpo se
resiente porque no se alimenta. Theo, su hermano, se preocupa aunque el psiquiatra cree que está
mejor. La dificultad para vender sus cuadros se basa en que los clientes reclaman escenas
realistas o naturalezas muertas, todos piden que la pintura represente un tema. A Vincent le
interesa transmitir sus sensaciones, su interioridad. Su hermano lo acompaña mucho, se ocupa
pero al nacer el hijo no lo visita tan seguido, un abandono más en su vida.
Vincent tiene ideas inapropiadas porque no sabe qué hacer de su vida. Piensa en irse a la
guerra, momento cuando su madre lo frena. En otra oportunidad decide predicar en las minas de
El Borinage en un intento por seguir los pasos de su padre que era pastor. Mientras estaba
trabajando como minero presencia un derrumbe con cincuenta y siete víctimas que quedan
sepultadas. Comienza su etapa de concientización entre los obreros de las minas, en eso consiste
su prédica; por esas actitudes es criticado tanto por los religiosos como por el empresario ya que
ningún sector quiere ceder.
En otras escenas, Theo le habla de los problemas económicos, de la guerra como para
contextualizar la causa por la cual no se venden sus cuadros. Sin embargo, al observar los
cuadros detenidamente, ve grandes avances y considera que ya está preparado para ir a París. Ya
en la ciudad luz alterna con todos los pintores de la competencia: Pierre-Auguste Renoir, Claude
Monet, Paul Gauguin, Théophile de Bock, Edgar Degas. Todos en plena conquista de la ciudad
de París, con objetivos muy precisos, luchando entre realistas, impresionistas y simbolistas. En
esa época pinta desenfrenadamente, sin parar. Gauguin tiene acceso a la serie de “Los girasoles”
de Van Gogh y le aconseja usar la imaginación y no pintar la naturaleza. Ambos pintores
comparten charlas y pintan juntos. El hermano se va, antes le dice que se empezaron a vender sus
cuadros. Su vida es un desquicio, enloquece, padece esquizofrenia y se corta la oreja; ingresa en
un hospicio, en donde quiere seguir pintando. Se lo ve perturbado, con alucinaciones e iracundo.
Finalmente, muere.
La puesta en escena revaloriza el texto porque pone en juego múltiples técnicas de
representación que operan a favor de la reconstrucción de la vida del pintor por parte del público.
De modo tal que resulta muy adecuado el aprovechamiento del espacio escénico porque logra
quebrar los límites del escenario tradicional, la cuarta pared, proyectándolo hacia el frente en el
medio de las butacas que fueron levantadas para estos efectos. Estas técnicas que dinamizan la
restricción física del escenario producen movilidad, cuestión muy atendible para una obra que
tiene muchos flashbacks o analepsis, así es como se contribuye a resolver los múltiples
fragmentos del pasado de la vida de Vincent Van Gogh. Lo que podría llegar a ser un riesgo al
quebrar la linealidad cronológica de la biografía se resuelve con mucha maestría ya que, cada vez
que Theo refiere los acontecimientos relevantes en el pasado de su hermano, aparecen esos
hechos escenificados. Hay butacas para el público en los laterales del escenario a izquierda y
derecha; al principio ofician como cabezas de yeso que sirven de modelos para los dibujos de
Vincent. En ciertas partes de la obra, el público allí sentado es invitado a participar en el
escenario y se cruzan paseando hacia ambos lados acompañados por los actores. Todas estas
técnicas rompen con estructuras tradicionales, mientras que el orden cronológico de la vida del
pintor también es fragmentario y el público debe ir construyendo la cronología aunque no es
indispensable. Esos fragmentos biográficos son suficientemente relevantes como para captar lo
esencial de esa historia de vida.
El uso de la iluminación funciona acompañando a la acción dramática, creando climas,
además, contribuye a recortar las escenas del pasado, los diálogos con la madre y con la
prostituta, por ejemplo. Hay una concordancia entre la obsesión por la búsqueda de la luz en la
pintura y la puesta en escena que es muy pictórica. Los lienzos, las telas, los cuadros están
presentes físicamente y acompañan los intereses del pintor. En cuanto a la actuación, el
protagonista se destaca por la presencia continua y las transformaciones anímicas por las que va
pasando a lo largo de su vida. Los cuadros escénicos son convincentes, el clima es dramático, se
percibe la sensibilidad del actor principal que pone toda su existencia al servicio del papel que
actúa.

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