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Existen, con razón, objeciones convincentes al concepto de superhombre de Nietzsche y sus

afirmaciones nihilistas acerca de la moral. Si los valores universales no existen y uno es


libre de crear los suyos propios, ¿cómo determino si actos atroces, como el asesinato, la
violación o la tortura, son justificados? Nietzsche era muy consciente de esta posibilidad e
incluso predijo que sus ideas podrían ser utilizadas como justificación de atrocidades. Tenía
razón: algunos especulan que sus ideas fueron la base e influencia de la ideología nazi, y en
1924 un par de estudiantes de clase alta de la Universidad de Chicago, quienes habían
bebido de la influencia de la teoría del superhombre de Nietzsche, asesinaron a un niño de
14 años.

Lo remarcable es que, como la mayoría de los filósofos, Nietzsche era un voraz buscador
de verdades. La objeción del párrafo anterior surge de una lectura utilitarista y
consecuencialista de la teoría de Nietzsche. Es decir, una lectura desde la perspectiva de
que sólo podremos actuar si y sólo si nuestras acciones dan como resultado el mayor
beneficio para el mayor número de personas. Pero, para Nietzsche, esta objeción era sólo
otra manera en que la humanidad intentaba imponer sus arbitrarias reglas morales en un
universo donde, objetivamente, nada existe. El interés de Nietzsche no era tanto por
elucubrar sobre los imaginarios constructos morales de que la humanidad se servía para
reducir el sufrimiento, sino por descubrir la verdad de la existencia.

Aunque esto podría parecerte una razón para creer que Nietzsche era un canalla, hay que
darle crédito por no comprometer jamás sus ideas por el mero hecho de ser impopulares.
Además, él se volvió loco intentando salvar a un caballo de ser apaleado y pasó la última
década de su vida en una condición más bien miserable. O sea, deberíamos darle una
oportunidad y reconocer que, al menos, poseía una buena parte de compasión. No es que se
deba estar de acuerdo con todos sus puntos de vista, sino con su obstinación. El solo hecho
de que el superhombre pueda resultar ser una persona horrible no descarta su teoría.

Es más, tenemos muy pocas razones para creer que el hipotético superhombre no tiene
valores compasivos; de hecho, existe un argumento para pensar que es bastante probable
que él o ella pudieran tenerlos. Es posible ver en el niño de Nietzsche a un ser juguetón en
total contacto con su naturaleza profunda, acaso similar a la de un taoísta o budista zen que
se ha realizado. Hay un dicho zen: “Nada te queda en este momento sino tener una buena
risa”; es decir, el momento en que uno ha alcanzado el satori (la iluminación) es similar al
momento en que se ha alcanzado el estado de “niñez”.

En el zen y en el taoísmo, así como en la obra de Nietzsche, cuando alguien alcanza este
estado de liberación, descubre la compasión natural por todos los seres sensibles, no como
una ley moral sino como la consecuencia natural e intuitiva de que todos los seres son
“cortados por la misma tijera”. Es agradable pensar que el verdadero superhombre
compartiría esta realización, pero Nietzsche jamás lo hace explícito. Si esto te parece una
distorsión de la teoría de Nietzsche, entonces llamémosle superhombre 2.0.

Utilidad del superhombre

El hombre frente al infinito, Rufino Tamayo.

Muchos han desestimado la teoría del superhombre por parecerles una suerte de
idealización inalcanzable. Pero desestimarla es signo de miopía. De ella podemos al menos
extraer varios axiomas de gran utilidad e importancia:
Bibliografía

https://pijamasurf.com/2016/12/la_guia_para_convertirse_en_superhombre_de_frederich_nietzs
che/

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