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Diego Galeano1
1Lic. en Sociología, Universidad RESUMEN Este artículo trata sobre un período de la historia argentina en el cual la
Nacional de La Plata.
Maestrando en Investigación
"mirada médica", a través de un grupo de prestigiosos intelectuales, se convirtió en una
Histórica, Universidad de San clave de interpretación de la sociedad argentina. El análisis gira en torno a la obra de uno
Andrés. Becario de la Comisión
de Investigaciones Científicas de los médicos higienistas más influyentes, José María Ramos Mejía, deteniéndose espe-
(CIC) de la Provincia de Buenos cialmente en su libro más famoso: Las multitudes argentinas (1899). La hipótesis princi-
Aires, Departamento de
Planificación y Políticas pal que recorre el texto es la siguiente: la medicalización de la sociedad, acentuada luego
Públicas, Universidad Nacional de las epidemias de cólera y fiebre amarilla de mediados del siglo XIX, ofreció a las eli-
de Lanús, Argentina.
dgaleano@unla.edu.ar tes públicas la posibilidad de construir dominios legítimos de intervención estatal.
Intromisiones del Estado en la vida privada que, además de ser algo resistidas por la
población, entraban en tensión con los principios teóricos del liberalismo que los pro-
pios miembros de la elite defendían.
PALABRAS CLAVE Higiene; Asentamientos Urbanos; Historia de la Medicina; Salud
Pública; Estado.
ABSTRACT The article analyzes the Argentinean medical view along a period when it
rose in importance and became the key for the interpretation of society. At the end of the
XIX century, an influential group of intellectuals, including José María Ramos Mejía (Las
multitudes argentinas, 1899), brought the hygienic issue to the centre of the public scene.
The main hypothesis of the present paper is that the medicalization of society, after the
Cholera and Yellow Fever epidemics, gave to the elites the opportunity to build legitimate
domains of state intervention. But the intrusion of the State into the private sphere was
not unproblematic: on the one hand, it provoked the resistance of the population; on the
other, it stood in contradiction with the theoretical logic of liberalism.
KEY WORDS Hygiene; Urban Settlements; History of Medicine; Public Health; State.
134 DIEGO GALEANO
SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 3(2): 133-146, Mayo - Agosto, 2007
Hacia 1880 las inmigraciones masivas ampliaba sus funciones y le otorgaba nuevas atri-
comenzaron a delinear una metamorfosis profun- buciones ejecutivas, pero el optimismo esparcido
da en la sociedad argentina, iniciando una época entre los médicos por esta conquista se toparía al
que José L. Romero definiera como aluvial, en año siguiente con un panorama desolador. La epi-
alusión al torrente humano que había transforma- demia de 1871, iniciada en San Telmo, se propa-
do definitivamente la fisonomía del país (1). gó rápidamente dejando un saldo de 13.725
Décadas antes, las elites intelectuales criollas muertos sobre una población total de Buenos
aglutinadas en la lucha contra la "tiranía rosista" Aires estimada en 90.000 habitantes. Además,
habían imaginado una república basada en los más de la mitad de la población se trasladó hacia
imperativos de poblar el desierto y civilizar la bar- el norte de la ciudad y otras regiones periféricas.
barie de un territorio inmenso. La inmigración Las actividades comerciales, productivas y buro-
europea se pensaba entonces como un impulso cráticas quedaron por completo suspendidas,
cultural civilizador, cuyos componentes portarían hasta la administración pública cerró sus depen-
consigo hábitos de trabajo y disciplina moral. dencias. Buenos Aires quedaba paralizada y diez-
Los primeros contingentes cambiaron mada; ya no existía un solo integrante de las elites
radicalmente ese imaginario. Atestadas las ciuda- políticas e intelectuales porteñas que no discutie-
des del mosaico racial, y exhibiendo el drama ra seriamente la cuestión de la salud pública (3).
babélico de lo recién llegado que aún no tenía El entonces presidente de la nación,
lugar, el optimismo original devino rápidamente Domingo F. Sarmiento, advirtió durante las
en preocupación por el orden público. La repúbli- sesiones del Congreso de 1871 sobre la obliga-
ca alberdiana, pensada como solución al proble- ción del Estado de intervenir en materia de salu-
ma de la mejor forma de gobierno para el territo- bridad de la población, desde la construcción de
rio argentino, fue cediendo frente a la urgencia obras de infraestructura hasta la pedagogía social
práctica de administrar la multitud urbana. de la higiene. En nombre de la "salud pública" se
Buenos Aires se convirtió en el escena- llevaron a cabo un conjunto de reformas urba-
rio privilegiado del teatro político moderno. nísticas y se instrumentó gradualmente toda una
Recientemente federalizada y declarada capital batería de intervenciones sobre la vida en los
del país, padecía además una de sus transforma- espacios íntimos.
ciones fisonómicas más espectaculares. Torcuato La epidemia había demostrado a las eli-
de Alvear, el primer intendente de la capital, tes dirigentes que para obtener un cuerpo sano,
emprendió una serie de reformas tendientes a dar libre de enfermedades, se requería un sanea-
respuesta a las nuevas exigencias, iniciando una miento de la moral y las costumbres. La premisa
modalidad de intervención urbanística que impri- mens sana in corpore sano valía tanto para los
mió características distintivas a la vida en los cuerpos orgánicos individuales como para los
espacios públicos de esta ciudad (2). cuerpos colectivos: poblaciones, multitudes, con-
Uno de los fenómenos que afectó más ventillos y –en definitiva– para la misma trama de
sensiblemente la vida de Buenos Aires fue la epi- la ciudad. Era preciso promover una higiene de
demia de fiebre amarilla de 1871. Se trataba de los cuerpos biológicos y una higiene de los espa-
una de las tantas enfermedades infectocontagio- cios urbanos. Una sociedad desprovista de hábi-
sas que se propagaban cíclicamente por las calles tos higiénicos –que sólo se adquirían mediante
de la "gran aldea", al menos, desde el siglo XVII. un proceso pedagógico– estaba destinada a la tra-
En 1867, una epidemia de cólera había provoca- gedia del contagio. Pero no solo era un problema
do pánico alcanzando una suma aproximada de de costumbres que se solucionaría con una
ocho mil muertos, lo que motivó una oleada de correcta educación para los sectores populares.
críticas formuladas desde la prensa gráfica y los Los médicos argumentaban que las clases diri-
canales de divulgación del poder médico, que gentes debían tomar conciencia de la necesidad
denunciaban la inacción del gobierno nacional y de solucionar los problemas estructurales de los
de la administración municipal en materia de espacios públicos, aquellos que afectaban los
salud pública. El Consejo de Higiene Pública fue elementos físicos que la sociedad compartía: el
reformado –en 1870– mediante una ley que agua contaminada de los ríos, los miasmas que
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esta obra, la extensión misma de sus ambiciones, dedicado íntegramente a esbozar su enfoque teóri-
revela tanto el rencor frente a la herencia revolu- co (17). Sin embargo, existe una diferencia radical
cionaria como la confianza en la capacidad expli- en las prescripciones políticas de ambos que tiene
cativa de la psicología de las multitudes. resonancia, incluso, en las valoraciones y adjetivos
Todo conjunto humano era, desde el que utilizan a la hora de referirse al papel histórico
punto de vista de Le Bon, una masa informe sus- de las multitudes en cada contexto nacional. Para
ceptible de ser manipulada por intereses destruc- Ramos Mejía, la multitud no es esencialmente
tivos y peligrosos. Reunidos en carácter de demoníaca, y su reversibilidad política abre un
muchedumbre, los hombres pierden de vista espacio para la intervención terapéutica (j).
todo marco normativo, toda muralla de conten- Hay que gobernar la multitud: tal es el
ción de sus demoledores instintos. Liberados a la mensaje de Ramos Mejía. El papel de las institu-
lógica del contagio y de la imitación de sus pares, ciones educativas era fundamental para ese obje-
los individuos son capaces de las peores atrocida- tivo, en particular la instrucción primaria, pero
des. La multitud leboniana no es política, no sólo no alcanzaba por sí solo para integrar a las multi-
derroca regímenes despóticos sino también arrui- tudes en el nuevo régimen político argentino. Era
na, a su paso, todo lo que encuentra. Se trata, preciso, además, garantizar condiciones mínimas
además, de un proceso de crecimiento incesante, de existencia de los sectores populares y allí apa-
al modo de una bola de nieve cayendo por la recía la veta asistencial del médico higienista.
montaña, que sin una rápida respuesta (represiva, Ramos Mejía era plenamente consciente de ello:
por cierto) se torna incontrolable. la construcción de nacionalidad como horizonte
Le Bon argumentaba que la categoría de de homogeneización racial podía –y debía– ope-
multitud era inseparable del estudio de los cabeci- rarse al nivel educativo, pero eso presuponía un
llas. Mientras la multitud es débil, "femenina" y entorno física y moralmente adecuado. El higie-
maleable por naturaleza, la pericia del cabecilla nismo brindaba un marco para encuadrar esa
consiste en conocer sus sentimientos y apetitos, ineludible función política de la salud pública, y
para conducirlos en la dirección deseada. El rol así lo vio Ramos Mejía cuando asumió la presi-
del buen político reside en encauzar moralmente dencia del Departamento Nacional de Higiene.
las pasiones humanas, mientras que el dirigente de Las multitudes argentinas puede interpre-
muchedumbres exacerba sus peores inclinaciones tarse entonces en el marco de la construcción de
(i). La seducción del cabecilla es lo que constituye un nuevo lenguaje acerca de la sociedad argentina
al mero agrupamiento humano en muchedumbre que se distancia de las preocupaciones alberdianas
activa; conjunción brutal cuyos efectos la historia por la soberanía política. Ahora se trataba de admi-
reciente de Francia exhibía en todo su poder nistrar las muchedumbres y en ese sentido el libro
demoledor. El miedo al fantasma de las jornadas contenía, a veces con un tono bastante optimista,
parisinas de 1848 se respira a lo largo de los textos prescripciones para los tiempos que se avecinaban.
de Le Bon, y es justamente esta nitidez en el ori- El concepto de multitud y la realidad de una masa
gen de sus ideas lo que lo hace valioso. Lo coloca, urbana que no podía aún caracterizarse como
a la par de Hobbes, entre los pensadores que no "nación" tenían cierta reversibilidad estratégica. Así
esquivan el fundamento mítico del poder estatal como podrían convertirse en un foco de perturba-
de aniquilamiento. Pues si toda multitud es consti- ciones para el orden, no se encontraban todavía en
tutivamente dañina, criminal en sí misma, corres- un estadio crítico de su evolución.
ponde al Estado, en el doble sentido de derecho y
deber, la potestad suprema de hacer morir. En la actualidad no hay hambre, no hay odios
¿En qué sentido puede decirse, entonces, engendrados por la miseria; no hay todavía obre-
que la lectura de Ramos Mejía no es exactamente ros sin trabajo y familias sin lumbre y sin calor de
fiel a la psicología de las multitudes leboniana? invierno. (...) Podrá haber algunos que vivan
Evidentemente el concepto de multitud sigue los míseramente, pero no existe aún la epidemia de
lineamientos de Le Bon, y de hecho el autor argen- la miseria, que es lo que le da su personalidad
tino lo cita oportunamente en el primer capítulo de colectiva de plaga permanente y de fenómeno
Las multitudes argentinas ("Biología de la multitud"), social ponderable. (17, p. 282)
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rudimentaria. Ya no se trataba de poblar el desier- combinaba estrategias represivas con formas más
to, sino de civilizar otro territorio: la psicología del sutiles de moralización y beneficencia (o).
inmigrante; esa tabula rasa sobre la cual el "cepi- Control de la población urbana y políti-
llo de la cultura" debía imprimir los ideales cívicos cas con objetivos sanitaristas fueron las dos caras
de nacionalidad y republicanismo (n). Sin embar- que mostró la medicina higienista, que a comien-
go, esa docilidad podía constituir tanto una venta- zos del siglo XX se convertiría en una racionali-
ja como el mayor de los peligros si –como en el dad política y un modelo de gestión institucional
caso de la multitud leboniana– quedaba supedita- para la sociedad nueva. Es preciso indicar ese
da a la dirigencia de los cabecillas. No todo el con- doble carácter, para evitar una lectura unilateral
tingente migratorio entraba en esa categoría psico- del higienismo. No se trató simplemente de la
social de "plástica mansedumbre de cerebro casi utilización de un discurso científico con el obje-
virgen". El universo urbano era bastante más com- tivo de legitimar la intervención autoritaria del
plejo y estaba a sus ojos contaminado por diversos Estado sobre los habitantes del territorio argenti-
tipos sociales desviados (cuya taxonomía Ramos no. Este encuentro entre la medicina y el Estado
Mejía reconstruye entre las figuras del guarango, el produjo, además, ciertas transformaciones en las
canalla, el compadre, el burgués). condiciones de vida que no hay que desdeñar.
El gobierno de las multitudes modernas Ramos Mejía participó activamente en
involucraba una tarea de separación de las clases un proceso de reformas institucionales que con-
trabajadoras y las clases peligrosas dentro del tenían algunos objetivos muy concretos, desde
vasto mundo de los sectores populares urbanos. transformar la arquitectura hospitalaria hasta pro-
Una diferenciación que instrumentó con la grilla mover obras de infraestructura para facilitar el
médica de lo normal y lo patológico. El orden acceso a servicios básicos. Una de las políticas
social se fue construyendo a través de vastos, más enérgicas que desarrolló desde la Asistencia
complejos y heterogéneos procesos de normali- Pública de Buenos Aires y el Departamento
zación y disciplinamiento de cuerpos, de medi- Nacional de Higiene fue la modernización de los
calización de la sociedad y de patologización de establecimientos hospitalarios.
los conflictos sociales. La arquitectura de los nosocomios res-
pondía mayoritariamente a la lógica del asilado:
se trataba de separar al enfermo del resto de la
5. LA INGENIERÍA INSTITUCIONAL sociedad y vigilarlo en un establecimiento cerra-
do. El espacio hospitalario tradicional, en la línea
arquitectónica hispanista, no distribuía a los
Violencia, vicio y revuelta, fueron así internados de acuerdo a su enfermedad. Los mez-
crecientemente tematizados como problemas claba en habitaciones comunes que desemboca-
médicos. La cultura científica que adquirió forma ban a un patio central, el cual cumplía la función
en las últimas décadas del siglo XIX reclamó la de control y vigilancia.
intervención del Estado ante la urgencia de la Los nuevos conocimientos del higienis-
cuestión social, a través de medios tan diversos mo francés, sumados a los avances de la bacterio-
como la legislación represiva (Ley de Residencia logía, estimulaban una reforma en la arquitectura
de 1902, Ley de Defensa Social de 1910) y el hospitalaria. Así, las distribuciones concéntricas
suministro de nuevos servicios públicos (vivien- cedieron lugar a las formas longitudinales, facili-
das, alcantarillados, agua corriente). Estas inter- tando la separación de individuos de acuerdo a
venciones estatales se articularon, a su vez, de su enfermedad. Además, el patio central dejó de
una forma bastante efectiva con tareas que reali- ser el lugar de circulación y contacto, reemplaza-
zaban organizaciones privadas de caridad. De do por un pasillo que conectaba los pabellones
esta manera, instituciones tan diversas como ligas (p). Esta modernización apuntaba a convertirlos
de madres de familia, establecimientos peniten- en establecimientos eficientes, no sólo para
ciarios y hospitalarios, manicomios, escuelas nor- afrontar el fantasma calamitoso de la epidemia,
males y organizaciones científicas, llegaron a sino para consolidar una institucionalización de
conformar una extensa red de normalización que la salud pública como política estatal.
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m. Véase Donzelot (22, p. 17-72). Robert Castel p. Un caso paradigmático de la arquitectura tradi-
desarrolla un argumento similar. La "cuestión cional era el Hospital San Roque, mientras el
social", dice el autor, resulta de una aporía funda- Hospital de Barracas constituye el más ambicioso
mental en la cual la sociedad experimenta el enig- de los proyectos de reforma (13, p. 87-90).
ma de su cohesión y trata de conjurar el riesgo de
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FORMA DE CITAR
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