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ARTÍCULO / ARTICLE 133

SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 3(2): 133-146, Mayo - Agosto, 2007


Mens Sana in Corpore Sano:
José M. Ramos Mejía y la Medicalización
de la Sociedad Argentina

Mens sana in corpore sano:


José M. Ramos Mejía and the Medicalization
of the Argentine Society

Diego Galeano1

1Lic. en Sociología, Universidad RESUMEN Este artículo trata sobre un período de la historia argentina en el cual la
Nacional de La Plata.
Maestrando en Investigación
"mirada médica", a través de un grupo de prestigiosos intelectuales, se convirtió en una
Histórica, Universidad de San clave de interpretación de la sociedad argentina. El análisis gira en torno a la obra de uno
Andrés. Becario de la Comisión
de Investigaciones Científicas de los médicos higienistas más influyentes, José María Ramos Mejía, deteniéndose espe-
(CIC) de la Provincia de Buenos cialmente en su libro más famoso: Las multitudes argentinas (1899). La hipótesis princi-
Aires, Departamento de
Planificación y Políticas pal que recorre el texto es la siguiente: la medicalización de la sociedad, acentuada luego
Públicas, Universidad Nacional de las epidemias de cólera y fiebre amarilla de mediados del siglo XIX, ofreció a las eli-
de Lanús, Argentina.
dgaleano@unla.edu.ar tes públicas la posibilidad de construir dominios legítimos de intervención estatal.
Intromisiones del Estado en la vida privada que, además de ser algo resistidas por la
población, entraban en tensión con los principios teóricos del liberalismo que los pro-
pios miembros de la elite defendían.
PALABRAS CLAVE Higiene; Asentamientos Urbanos; Historia de la Medicina; Salud
Pública; Estado.

ABSTRACT The article analyzes the Argentinean medical view along a period when it
rose in importance and became the key for the interpretation of society. At the end of the
XIX century, an influential group of intellectuals, including José María Ramos Mejía (Las
multitudes argentinas, 1899), brought the hygienic issue to the centre of the public scene.
The main hypothesis of the present paper is that the medicalization of society, after the
Cholera and Yellow Fever epidemics, gave to the elites the opportunity to build legitimate
domains of state intervention. But the intrusion of the State into the private sphere was
not unproblematic: on the one hand, it provoked the resistance of the population; on the
other, it stood in contradiction with the theoretical logic of liberalism.
KEY WORDS Hygiene; Urban Settlements; History of Medicine; Public Health; State.
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Hacia 1880 las inmigraciones masivas ampliaba sus funciones y le otorgaba nuevas atri-
comenzaron a delinear una metamorfosis profun- buciones ejecutivas, pero el optimismo esparcido
da en la sociedad argentina, iniciando una época entre los médicos por esta conquista se toparía al
que José L. Romero definiera como aluvial, en año siguiente con un panorama desolador. La epi-
alusión al torrente humano que había transforma- demia de 1871, iniciada en San Telmo, se propa-
do definitivamente la fisonomía del país (1). gó rápidamente dejando un saldo de 13.725
Décadas antes, las elites intelectuales criollas muertos sobre una población total de Buenos
aglutinadas en la lucha contra la "tiranía rosista" Aires estimada en 90.000 habitantes. Además,
habían imaginado una república basada en los más de la mitad de la población se trasladó hacia
imperativos de poblar el desierto y civilizar la bar- el norte de la ciudad y otras regiones periféricas.
barie de un territorio inmenso. La inmigración Las actividades comerciales, productivas y buro-
europea se pensaba entonces como un impulso cráticas quedaron por completo suspendidas,
cultural civilizador, cuyos componentes portarían hasta la administración pública cerró sus depen-
consigo hábitos de trabajo y disciplina moral. dencias. Buenos Aires quedaba paralizada y diez-
Los primeros contingentes cambiaron mada; ya no existía un solo integrante de las elites
radicalmente ese imaginario. Atestadas las ciuda- políticas e intelectuales porteñas que no discutie-
des del mosaico racial, y exhibiendo el drama ra seriamente la cuestión de la salud pública (3).
babélico de lo recién llegado que aún no tenía El entonces presidente de la nación,
lugar, el optimismo original devino rápidamente Domingo F. Sarmiento, advirtió durante las
en preocupación por el orden público. La repúbli- sesiones del Congreso de 1871 sobre la obliga-
ca alberdiana, pensada como solución al proble- ción del Estado de intervenir en materia de salu-
ma de la mejor forma de gobierno para el territo- bridad de la población, desde la construcción de
rio argentino, fue cediendo frente a la urgencia obras de infraestructura hasta la pedagogía social
práctica de administrar la multitud urbana. de la higiene. En nombre de la "salud pública" se
Buenos Aires se convirtió en el escena- llevaron a cabo un conjunto de reformas urba-
rio privilegiado del teatro político moderno. nísticas y se instrumentó gradualmente toda una
Recientemente federalizada y declarada capital batería de intervenciones sobre la vida en los
del país, padecía además una de sus transforma- espacios íntimos.
ciones fisonómicas más espectaculares. Torcuato La epidemia había demostrado a las eli-
de Alvear, el primer intendente de la capital, tes dirigentes que para obtener un cuerpo sano,
emprendió una serie de reformas tendientes a dar libre de enfermedades, se requería un sanea-
respuesta a las nuevas exigencias, iniciando una miento de la moral y las costumbres. La premisa
modalidad de intervención urbanística que impri- mens sana in corpore sano valía tanto para los
mió características distintivas a la vida en los cuerpos orgánicos individuales como para los
espacios públicos de esta ciudad (2). cuerpos colectivos: poblaciones, multitudes, con-
Uno de los fenómenos que afectó más ventillos y –en definitiva– para la misma trama de
sensiblemente la vida de Buenos Aires fue la epi- la ciudad. Era preciso promover una higiene de
demia de fiebre amarilla de 1871. Se trataba de los cuerpos biológicos y una higiene de los espa-
una de las tantas enfermedades infectocontagio- cios urbanos. Una sociedad desprovista de hábi-
sas que se propagaban cíclicamente por las calles tos higiénicos –que sólo se adquirían mediante
de la "gran aldea", al menos, desde el siglo XVII. un proceso pedagógico– estaba destinada a la tra-
En 1867, una epidemia de cólera había provoca- gedia del contagio. Pero no solo era un problema
do pánico alcanzando una suma aproximada de de costumbres que se solucionaría con una
ocho mil muertos, lo que motivó una oleada de correcta educación para los sectores populares.
críticas formuladas desde la prensa gráfica y los Los médicos argumentaban que las clases diri-
canales de divulgación del poder médico, que gentes debían tomar conciencia de la necesidad
denunciaban la inacción del gobierno nacional y de solucionar los problemas estructurales de los
de la administración municipal en materia de espacios públicos, aquellos que afectaban los
salud pública. El Consejo de Higiene Pública fue elementos físicos que la sociedad compartía: el
reformado –en 1870– mediante una ley que agua contaminada de los ríos, los miasmas que
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circulaban por el aire, etc. La influencia de la con fundamentos científicamente reconocidos
medicina higienista en las políticas urbanísticas en la época. Mientras la estadística informaba
de Buenos Aires fue in crescendo desde la déca- acerca de las condiciones de vida de la pobla-
da del setenta hasta convertirse en el principio ción, la medicina indicaba los factores sobre los
rector del ordenamiento de la ciudad. cuales había que intervenir políticamente. Las
Entonces, aunque este peculiar fenóme- recomendaciones de los higienistas no adopta-
no de la epidemia no era una novedad en Buenos ron la forma del consejero del príncipe, sino que
Aires, recién en 1871 la cultura política estuvo, promovieron la creación de instituciones especí-
como nunca antes, preparada para traducirlo en ficas que quedaban generalmente bajo su con-
términos de responsabilidad pública y de necesi- trol: en 1880 se creó el gravitante Departamento
dad de intervención estatal. A esto le llama Diego Nacional de Higiene y tres años después la
Armus "descubrimiento de la enfermedad como Asistencia Pública de Buenos Aires. Así se fue
problema social": la epidemia deja de ser pensa- institucionalizando un grupo burocrático que
da como un acontecimiento inevitable y una tra- tendría una enorme influencia en la dirección de
gedia individual, y deviene un asunto de política las políticas estatales y, en particular, sobre el
pública. Este cambio fue operado por la consoli- control de la vida en las ciudades que serían pro-
dación del higienismo, pensamiento acerca del gresivamente monitoreadas por las regulaciones
cuerpo social, de la vida urbana y del "bienestar" del "código higiénico" (4).
de la población, que articuló intervenciones más Paralelamente a este proceso de institu-
o menos coercitivas, policiales y preventivas (4). cionalización del higienismo, se avanzó en el
Las medidas implementadas tuvieron al terreno de la consolidación profesional de los
comienzo un manifiesto énfasis en la lucha antie- médicos. Una completa reorganización de la
pidémica, pero paulatinamente se trasladaron al enseñanza universitaria de la medicina fue acom-
terreno del asistencialismo: en ese tránsito, la pañada por la creación de asociaciones profesio-
cuestión urbana se convirtió gradualmente en nales, la proliferación de publicaciones especiali-
una suerte de laboratorio del reformismo social. zadas, y la construcción de nuevos canales de
Los itinerarios biográficos de médicos como articulación con el Estado. La figura del médico
Eduardo Wilde, José M. Ramos Mejía o Emilio social, que el prestigio del higienismo había gal-
Coni están atravesados por este paso de un higie- vanizado como una vocación en la esfera del
nismo centrado en la prevención de epidemias ejercicio privado de la profesión, dará lugar al rol
hacia otro más abocado a la construcción de cada vez más difundido del médico político:
redes estatales de asistencia social. desde directores de hospitales y otras institucio-
nes vinculadas con la gestión de la salud pública,
hasta intendentes, gobernadores y ministros (5).
1. LA POLICÍA MÉDICA Las epidemias posteriores volcaron las
energías políticas hacia el objetivo de sanear el
ambiente urbano, sobre todo en las ciudades-
De la década de 1870 en adelante, los puerto del litoral (desde Buenos Aires hasta
médicos incrementaron su margen de acción Rosario), por la presencia espectacular de contin-
legal sobre la vida privada de los habitantes de gentes de inmigración, y en menor medida en las
Buenos Aires, y establecieron un plexo de accio- ciudades del interior (Corrientes, Salta, Tucumán,
nes conjuntas con el Estado. Cuando el discurso Mendoza). Allí la higiene pública amplió gra-
de la higiene se convirtió en el tópico legitimador dualmente su carta de intervenciones institucio-
de programas reformistas, logró articular una nales: campañas de vacunación contra enferme-
suerte de consenso entre distintas vertientes ide- dades infectocontagiosas, construcción de siste-
ológicas. Las novedades de la bacteriología mas de agua corriente, redes cloacales y pavi-
moderna y el desarrollo disciplinar de la estadís- mentación fueron algunas de las medidas más
tica reforzaron este desembarco del higienismo generalizadas. A pesar de ser una tarea stricto
en el núcleo de la política estatal, ya que estos sensu irrealizable, el "mantenimiento de la higie-
saberes permitían activar una ingeniería social ne" justificó prácticas estatales que parecen
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haberse sustentado justamente en esa imposibili- Promover salubridad era un objetivo


dad. Desde este lugar paradojal, e intentando primario para el pensamiento político de la
escaparle a la contradicción, los higienistas época y en función de eso los médicos instru-
impulsaron un vigoroso intervencionismo que no mentaron dos tipos de regulaciones: por un lado,
se fundaba en preceptos filosóficos, sino en un aquellas tendientes a evitar el amontonamiento
discurso médico pragmático y en un estado de de los cuerpos, sean personas en los conventillos,
excepción sanitario que con el tiempo se conver- animales en los mataderos o cadáveres en los
tiría en regla (a). cementerios; y por el otro aquellas orientadas a
La inspección higiénica de la vida en las controlar la circulación de los elementos consi-
ciudades era una forma de control "policial", en derados vitales para la salud del espacio urbano,
el antiguo sentido de esta palabra (es decir, res- fundamentalmente el agua y el aire.
guardo de las buenas costumbres, de la civiliza- Así, el Estado fue ampliando las inter-
ción y del buen ordenamiento urbano). Se trata- venciones sanitarias, apoyado en el prestigio de
ba de una actividad de "gobierno" (6), de regula- una medicina higienista de corte social. Primero,
ción de las acciones posibles de los demás y de mediante una "medicalización indirecta" de la
la relación del sujeto consigo mismo. (En este sociedad por parte de las elites estatales a través
sentido la palabra higiene se fue convirtiendo en de las obras de infraestructura, la creación de ins-
el común denominador del conjunto de hábitos tituciones específicas y las campañas de vacuna-
cotidianos vinculados con el tratamiento de la ción antiepidémicas. Luego, estas intervenciones
corporalidad). De hecho, al igual que la doctrina fueron complementadas con una forma más
de la policía de los siglos XVII y XVIII, el progra- directa de asistencialismo que apuntaba al
ma higienista se ocupaba virtualmente de todo. núcleo de la pobreza urbana, y que contribuyó a
La multiplicidad de factores que podían incidir traducir una multiplicidad de relaciones sociales
en la propagación de enfermedades daba lugar a y familiares en términos médicos (d).
un control indeterminado de prácticas públicas y Las inspecciones domiciliarias estaban
privadas. No faltaron, en este punto, críticas de a la orden del día, así como lo estaban las resis-
distintos sectores políticos que veían con descon- tencias de los inspeccionados. No siempre era
fianza este avasallamiento sobre las libertades bienvenida la irrupción de la policía médica en el
individuales y la vida familiar, habilitado por el terreno familiar, porque violentaba las creencias
pánico a la muerte en cadena (b). existentes respecto de la medicina y la curación,
Lo cierto es que la prevención como o bien porque implicaba un perjuicio sobre sus
tarea antiepidémica se legitimaba en nombre del bienes materiales. Por eso los médicos reclama-
"bien común", y bajo ese espíritu se implementa- ban un marco legal que habilitara ciertas medidas
ban medidas cada vez más enérgicas de control coercitivas, en aquellos casos en que fueran
de los espacios privados. Las leyes, ordenanzas y necesarias. Era el pánico provocado por los azo-
digestos municipales revelan un avance del tes epidémicos –como ya se mencionó– el que
Estado sobre la vida privada de la población. La inclinaba la balanza hacia el intervencionismo
medicalización de la sociedad permitió ejercer estatal, y predisponía a la sanción de leyes que
una forma de control y disciplinamiento de la avalaban el accionar del médico higienista. De
población que no entraba abiertamente en con- todos modos, fue un proceso lento y conflictivo,
flicto con los principios de cierto liberalismo polí- al punto tal que las campañas de vacunación for-
tico (c). La imagen reificante de la ciudad amena- zada recién pudieron sustentarse en una ley
zada en su conjunto por miasmas infectos cedió nacional en los primeros años del siglo XX (e).
lugar al control de espacios diferenciados, a la En suma, este acercamiento del higie-
vigilancia del territorio cuadriculado y de la salud nismo al Estado y a sus estructuras administrati-
de cada uno, ponderada como una variable indi- vas se produjo a través de un doble proceso de
vidual. La producción de información estadística, institucionalización de la salud pública y de pro-
de la que se ocupó una batería de instituciones fesionalización de la medicina. La figura del
sanitarias creadas en esta época, dotó de mayor médico social, más abocado a la tarea de preven-
prestigio científico a las medidas higienistas. ción que a las prácticas de curación, adquirió un
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prestigio enorme dentro del campo intelectual y la problemática sanitaria, el énfasis en la necesi-
político. En cuanto discurso científico no se limi- dad de reformar las estructuras hospitalarias y las
tó a las opiniones acerca de la salubridad, ya sea políticas de salud pública, constituían preocupa-
individual o colectiva, sino que amplió su esfera ciones centrales de su pensamiento y su práctica
de influencia mucho más allá. Desde las memo- institucional.
rias de los médicos hasta los anales de institucio- José Ingenieros reconocía el carácter
nes sanitarias, los escritos se convirtieron en ver- reformista de la "personalidad intelectual" de
daderos tratados de historia nacional o de análi- Ramos Mejía, su maestro: reforma de la enseñan-
sis político de coyuntura. "Percibo, recorriendo za superior universitaria, específicamente en la
el largo camino andado –afirmaba Emilio Coni Facultad de Medicina, y reforma de las institucio-
en uno de esos textos– que en vez de médico de nes públicas educativas y sanitarias (12). Aunque
enfermos, lo he sido de ciudades y pueblos" (10). era un médico intensamente comprometido con
La mirada del médico higienista se había conver- los valores científicos de la época, ese impulso de
tido, a comienzos del siglo XX, en una clave de reforma salpicó gran parte de sus lecturas. Su céle-
interpretación de la sociedad argentina. bre interpretación de la Psychologie des foules de
Gustave Le Bon, por ejemplo, no fue una mera
aplicación de una teoría europea para el análisis
2. UN HIGIENISMO REFORMISTA evolutivo de la historia argentina. Al contrario, rea-
lizó una "lectura criollista" del concepto leboniano
de multitud, abriendo una vía de interpretación
Si existió una figura paradigmática del políticamente más ambivalente y más dispuesta a
higienista que utilizó la mirada de la medicina buscar estrategias políticas de gestión de la pobla-
dentro del campo del análisis histórico o socioló- ción. El positivismo era, de este modo, matizado
gico, hay que referirse sin dudas a José M. Ramos por un pragmatismo reformista (g).
Mejía, quien estuvo en las primeras filas de aquel Le Bon, quien también había sido médi-
fragmento del campo intelectual argentino que co, escribió aquel libro alrededor de 1895. La
interpretó la realidad nacional desde una matriz obra ponía en evidencia un singular temor euro-
positivista. No se trataba del simple impulso cien- peo a la irrupción de lo social: miedo a las
tífico recluido entre los muros académicos, antes muchedumbres que se manifestaban en las
bien, eran ideas de una generación reformista calles, a todo aquello que el autor designaba
que pretendía volcar los avances científicos hacia como "barbarie" de la acción colectiva, en defini-
la modernización institucional. La trayectoria de tiva, a la herencia de la Revolución Francesa y a
Ramos Mejía exhibe claramente ese doble com- sus derivaciones, contagiosas por antonomasia,
promiso, a la vez científico y político: médico durante 1848 (14). De hecho, en un ademán
doctorado en 1879 en la Universidad de Buenos equivalente al de Ramos Mejía, Le Bon escribió
Aires; escritor de influyentes obras, maestro de junto a su obra teórica sobre la psicología de las
discípulos como José Ingenieros y Lucio V. multitudes otra en la cual pretendía aplicar sus
López; periodista ocasional en diarios de Buenos principios a la historia reciente de Francia: La
Aires; fundador del Círculo Médico Argentino en Révolution Française et la Psychologie des
1873; precursor y primer director de la Asistencia Révolutions (1912). El sistema teórico leboniano
Pública de la Ciudad de Buenos Aires creada en se completaba con este libro de alcances por
1882; diputado nacional entre 1888 y 1892; pre- demás ambiciosos, organizado en tres apartados
sidente y reorganizador del Departamento analíticamente distinguidos: en primer lugar, un
Nacional de Higiene entre 1893 y 1898; presi- estudio acerca de los elementos psicológicos de
dente del Consejo Nacional de Educación desde cualquier movimiento revolucionario (político,
1908 hasta 1913. religioso, científico), en segundo término, un exa-
La voluntad de consolidación de institu- men detenido de la Revolución Francesa de
ciones públicas que manifestó Ramos Mejía 1789; y, finalmente, una evaluación de las conse-
tenía, como ha sido destacado, un marcado acen- cuencias políticas de los principios revoluciona-
to sobre la cuestión educativa (f). Junto con ello, rios a lo largo del siglo XIX (h). La magnitud de
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esta obra, la extensión misma de sus ambiciones, dedicado íntegramente a esbozar su enfoque teóri-
revela tanto el rencor frente a la herencia revolu- co (17). Sin embargo, existe una diferencia radical
cionaria como la confianza en la capacidad expli- en las prescripciones políticas de ambos que tiene
cativa de la psicología de las multitudes. resonancia, incluso, en las valoraciones y adjetivos
Todo conjunto humano era, desde el que utilizan a la hora de referirse al papel histórico
punto de vista de Le Bon, una masa informe sus- de las multitudes en cada contexto nacional. Para
ceptible de ser manipulada por intereses destruc- Ramos Mejía, la multitud no es esencialmente
tivos y peligrosos. Reunidos en carácter de demoníaca, y su reversibilidad política abre un
muchedumbre, los hombres pierden de vista espacio para la intervención terapéutica (j).
todo marco normativo, toda muralla de conten- Hay que gobernar la multitud: tal es el
ción de sus demoledores instintos. Liberados a la mensaje de Ramos Mejía. El papel de las institu-
lógica del contagio y de la imitación de sus pares, ciones educativas era fundamental para ese obje-
los individuos son capaces de las peores atrocida- tivo, en particular la instrucción primaria, pero
des. La multitud leboniana no es política, no sólo no alcanzaba por sí solo para integrar a las multi-
derroca regímenes despóticos sino también arrui- tudes en el nuevo régimen político argentino. Era
na, a su paso, todo lo que encuentra. Se trata, preciso, además, garantizar condiciones mínimas
además, de un proceso de crecimiento incesante, de existencia de los sectores populares y allí apa-
al modo de una bola de nieve cayendo por la recía la veta asistencial del médico higienista.
montaña, que sin una rápida respuesta (represiva, Ramos Mejía era plenamente consciente de ello:
por cierto) se torna incontrolable. la construcción de nacionalidad como horizonte
Le Bon argumentaba que la categoría de de homogeneización racial podía –y debía– ope-
multitud era inseparable del estudio de los cabeci- rarse al nivel educativo, pero eso presuponía un
llas. Mientras la multitud es débil, "femenina" y entorno física y moralmente adecuado. El higie-
maleable por naturaleza, la pericia del cabecilla nismo brindaba un marco para encuadrar esa
consiste en conocer sus sentimientos y apetitos, ineludible función política de la salud pública, y
para conducirlos en la dirección deseada. El rol así lo vio Ramos Mejía cuando asumió la presi-
del buen político reside en encauzar moralmente dencia del Departamento Nacional de Higiene.
las pasiones humanas, mientras que el dirigente de Las multitudes argentinas puede interpre-
muchedumbres exacerba sus peores inclinaciones tarse entonces en el marco de la construcción de
(i). La seducción del cabecilla es lo que constituye un nuevo lenguaje acerca de la sociedad argentina
al mero agrupamiento humano en muchedumbre que se distancia de las preocupaciones alberdianas
activa; conjunción brutal cuyos efectos la historia por la soberanía política. Ahora se trataba de admi-
reciente de Francia exhibía en todo su poder nistrar las muchedumbres y en ese sentido el libro
demoledor. El miedo al fantasma de las jornadas contenía, a veces con un tono bastante optimista,
parisinas de 1848 se respira a lo largo de los textos prescripciones para los tiempos que se avecinaban.
de Le Bon, y es justamente esta nitidez en el ori- El concepto de multitud y la realidad de una masa
gen de sus ideas lo que lo hace valioso. Lo coloca, urbana que no podía aún caracterizarse como
a la par de Hobbes, entre los pensadores que no "nación" tenían cierta reversibilidad estratégica. Así
esquivan el fundamento mítico del poder estatal como podrían convertirse en un foco de perturba-
de aniquilamiento. Pues si toda multitud es consti- ciones para el orden, no se encontraban todavía en
tutivamente dañina, criminal en sí misma, corres- un estadio crítico de su evolución.
ponde al Estado, en el doble sentido de derecho y
deber, la potestad suprema de hacer morir. En la actualidad no hay hambre, no hay odios
¿En qué sentido puede decirse, entonces, engendrados por la miseria; no hay todavía obre-
que la lectura de Ramos Mejía no es exactamente ros sin trabajo y familias sin lumbre y sin calor de
fiel a la psicología de las multitudes leboniana? invierno. (...) Podrá haber algunos que vivan
Evidentemente el concepto de multitud sigue los míseramente, pero no existe aún la epidemia de
lineamientos de Le Bon, y de hecho el autor argen- la miseria, que es lo que le da su personalidad
tino lo cita oportunamente en el primer capítulo de colectiva de plaga permanente y de fenómeno
Las multitudes argentinas ("Biología de la multitud"), social ponderable. (17, p. 282)
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Argentina tenía frente a sus ojos una La cuestión es que las muchedumbres
posibilidad histórica única: aprovechar las poten- de Buenos Aires, su brutalidad e irracionalidad,
cialidades productivas de la multitud, gobernán- explican para Echeverría el fundamento del
dola eficazmente, y escapando tanto del calami- poder rosista. Cuando se describen las disputas
toso fantasma europeo de 1848 como de la deri- por un trozo de carne en el matadero, lo animal
va tiránica que representaba el pasado inmediato y lo humano se confunden. Echeverría utiliza
de la federación rosista. como recurso literario la referencia a expresio-
nes animalizadas para narrar conductas huma-
nas, así como atribuye ciertos afectos humanos a
3. EL EXAMEN HISTÓRICO los animales. En el drama sanguinario del mata-
DEL ALIENISTA dero la multitud aparece animalizada y su estu-
pidez egoísta constituye el suelo en el que
hunde sus raíces la tiranía.
En Las multitudes argentinas la mirada En Ramos Mejía se repite la operación
del médico higienista se dirigía al régimen de crítica de analizar los fundamentos del rosismo
Juan Manuel de Rosas, una obsesión de los inte- en busca de una clave de interpretación de la
lectuales argentinos que se remonta a la genera- sociedad argentina. Pero el nuevo clima de
ción del ‘37, desde El Matadero de Esteban ideas, inspirado en el positivismo como matriz
Echeverría hasta los escritos políticos de Alberdi. científica y el higienismo como racionalidad,
¿Cómo gobierna a la multitud el tirano? ¿Cuáles trastoca sensiblemente el contenido y la forma
eran las bases que sustentaban el poder rosista? de argumentación. Aparece un análisis más
Estos interrogantes habían articulado algunos "científico", escrupuloso en sus valoraciones, y
tópicos fundamentales de la literatura política alejado del apasionamiento político que había
que precedía a Ramos Mejía. mostrado Echeverría. En esa tesitura, Ramos
El matadero, considerado un cuento Mejía reitera un recurso utilizado en su primer
fundacional de la literatura argentina, fue escrito libro, La neurosis de los hombres célebres en la
por Esteban Echeverría al calor de los aconteci- historia argentina (1878), y en La locura en la
mientos (se presume que lo hizo entre 1838 y historia (1895), donde aplicaba el saber alienista
1840, aunque recién fue publicado en 1871 por al análisis de las personalidades históricas.
Juan María Gutiérrez). La historia es bastante Existió, no obstante, un giro pronunciado entre
conocida: Echeverría describe el clima de un ambas obras. En la primera de ellas, escrita
matadero como una metáfora de la sociedad de mientras transcurrían sus estudios universitarios
Buenos Aires en los tiempos de la Federación de medicina, realizó un ensayo de aplicación
rosista. La escasez de carne ocupa en el cuento un directa de las leyes de la psicopatología para
lugar mítico equivalente al estado de naturaleza explicar fenómenos históricos. Cada examen
hobbesiano. Los hombres se matan por bienes pormenorizado de una etapa histórica iba acom-
escasos, en una situación de ausencia de autori- pañado por el estudio clínico de una personali-
dad política o, más precisamente, donde la auto- dad gravitante y por un "diagnóstico" sobre su
ridad no es la ley imparcial sino la arbitrariedad estructura psíquica. En el capítulo "Rosas y su
del juez de turno. La narración cruda no evade en época", la mirada desde el alienismo es definiti-
la trama ficcional referencias directas al rosismo y vamente clínica. En cambio, en Las multitudes
a sus bases políticas: "el pueblo de Buenos Aires argentinas, que según afirma el autor es una
atesora una docilidad singular para someterse a introducción a Rosas y su tiempo, el análisis clí-
toda especie de mandamiento" (19). Echeverría nico de la psicología del tirano es reemplazado
recrea en el cuento un clima premoderno, en el por una explicación sobre los fundamentos
cual, por ejemplo, hay una continuación entre los sociológicos de la tiranía. En tal sentido, el reco-
rituales religiosos de la cuaresma y el pecado de rrido histórico por las diversas apariciones de la
la carne con las autoridades de la Federación; multitud en la historia nacional tendría un afán
continuidad esencial entre los buenos federales y explicativo mucho más concreto:
los buenos católicos (k).
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Pienso que, para conocer a fondo la Tiranía, es 4. GOBERNAR LA MULTITUD


menester estudiar las muchedumbres de donde
salió, como para comprender a éstas, preciso es
también tomarlas de cuerpo entero, es decir, estu- El precepto de gobernar la multitud
diarlas desde que se delinean en la colonia y el coloca al libro de Ramos Mejía en una trama de
virreinato hasta nuestros días, que cobran un preocupaciones distintas a la de los autores fran-
nuevo aspecto. (...) La función de la plebe argenti- ceses de aquella generación romántica y conser-
na es tan importante como vaga y obscura todavía. vadora que había reaccionado contra la tradición
La hemos condenado sin oírla, mal aconsejados de los philosophes, desde las variantes más ran-
por ese antropomorfismo histórico-político, que cias de Joseph de Maistre y Louis de Bonald hasta
nos obliga a asimilar a una persona o figura histó- los estudios cientificistas del propio Gustave Le
rica exclusivamente, las fuerzas ciegas que discu- Bon o Hyppolite Taine (l). El lamento común de
rren en las entrañas de la sociedad y que cumplen estos escritores giraba en torno a la denuncia de
su destino sin odios ni cariños. (17, p. 31) los efectos desintegradores que el liberalismo, la
secularización y la mentalidad individualista
El análisis de la relación de los caudillos habían provocado recientemente en la sociedad
con sus muchedumbres manifiesta que se consi- francesa. El lazo comunitario, aquello que mante-
deraba una práctica política que precedía al régi- nía a los hombres integrados a un todo orgánico,
men rosista y lo determinaba. Todo el procedi- se habría desanudado. En los autores más retró-
miento analítico del libro se basa en un presu- grados, la sociedad feudal aparecía tematizada
puesto metodológico: para explicar la tiranía de como un orden deseado, en el cual las pasiones
Rosas es preciso antes estudiar las multitudes humanas encontraban límites certeros y estaban
argentinas. De esta manera Ramos Mejía –siendo contenidas por la fortaleza de lo que Durkheim
hijo de una familia aristocrática intensamente denominaría, más tarde, conciencia colectiva. El
antirosista– pretendía mostrar cómo una cultura contenido moral y unificante de las formas sóli-
científica afirmada en rigurosos escrutinios empí- das de la comunidad habían sido resquebrajadas
ricos predominaba en su personalidad sobre los por el ascenso del individualismo y por el poder
impulsos afectivos de odio al tirano. destructivo de las multitudes revolucionarias.
Los tiempos que corrían ameritaban ese Ramos Mejía se enfrentaba con una rea-
temperamento cientificista. Las multitudes vio- lidad que juzgaba diversa a la europea: la ciudad
lentas y apasionadas que habían sustentado al estaba siendo transfigurada, indiscutiblemente,
rosismo ya no formaban parte del paisaje político por el torrente humano proveniente del viejo
argentino. Su lugar había sido ocupado por estas mundo. Lo que tenía frente a sus ojos no era la
"multitudes modernas" cuyas características dis- comunidad resquebrajada, sino una sociedad
tintivas Ramos Mejía sintetizaba hacia el final del aluvial que había que moldear, ex nihilo, con
libro en un juego de palabras con analogías entre retazos de distinta procedencia. Esto no significa-
la sociedad urbana y el cuerpo biológico: ba que Ramos Mejía fuera absolutamente opti-
mista, ni excesivamente benévolo con la calidad
(...) en este gris acatamiento político e intelectual humana de los inmigrantes. De hecho, el clima
en que vive, con ese corte fenicio que va toman- de optimismo de la década de 1880 había decaí-
do la sociedad metropolitana, el corazón se halla do tras la crisis de 1890 (crisis que tendió cierto
oprimido por el estómago y el cerebro por los manto de sospechas sobre el proceso de moder-
intestinos: esta ciudad tiene demasiado hígado nización). La crisis reactivó una vieja sospecha de
todavía para que pueda dar cabida a un ideal; Sarmiento, cuando acuñó la idea de un "país sin
temo que el día que la plebe tenga hambre, la ciudadanos". Sarmiento estaba decepcionado por
multitud socialista que se organice sea implaca- la calidad de los inmigrantes que arribaban al
ble y los meneurs que la dirijan representen el país: los juzgaba tristemente apolíticos, preocu-
acabado ejemplar de esa canalla virulenta que lo pados únicamente por la aventura económica de
contamina todo. (17, p. 282-283) hacer la América, y apegados en demasía a sus
identidades nacionales de origen.
JOSÉ M. RAMOS MEJÍA Y LA MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ARGENTINA 141

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"Ese corte fenicio" que Ramos Mejía marcado énfasis en la irracionalidad esencial de
denunciaba en la sociedad urbana de postrimerías las pasiones humanas y en el imperativo de con-
del siglo XIX era el principal obstáculo para la tenerlas moralmente. Era preciso tomar seriamen-
construcción de una verdadera república. Las vir- te (esto quería decir, científicamente) el fenóme-
tudes cívicas que Alberdi, entre otros, había ima- no de la masa o la turba que había entrado en la
ginado acompañando el proceso inmigratorio, historia de las sociedades para instalarse en
brillaban por su ausencia; y en el hiato entre la forma definitiva.
imaginación de la generación de 1837 y este jui-
cio finisecular de una sociedad invadida por el En determinadas circunstancias, una reunión de
afán de lucro, se abrió un acalorado debate acer- hombres posee caracteres nuevos y distintos de
ca de la nacionalidad argentina. Implícitamente, los que individual y aisladamente tiene cada uno
Las multitudes argentinas instala un fuerte cues- de ellos. Por una especie de abdicación de la
tionamiento a un programa alberdiano que había personalidad conciente, que desaparece, dire-
planteado la cuestión política de la soberanía y, mos así, diluida y transformada, los sentimientos
separadamente, confiaba en la capacidad de y las ideas de todos tienden a ponerse a un
autorregulación que tenían las decisiones econó- mismo nivel y diapasón, a caminar en una
micas individuales poniendo el acento en el res- misma dirección, de tal manera que su organiza-
peto jurídico de la institución del mercado. do conjunto llega a constituir lo que se ha llama-
La experiencia europea mostraba que do el alma de la multitud. (17, p. 34).
en la intersección entre lo político y lo económi-
co se había instalado un vacío que, a raíz de los Estas multitudes, según Ramos Mejía,
levantamientos de 1848, recibió el nombre de habían desempeñado diversos papeles en la his-
"cuestión social". Jacques Donzelot argumenta toria argentina. Utiliza el concepto de "multitu-
que lo social surge como respuesta frente al per- des dinámicas" para referirse a las masas que par-
sistente déficit que se constataba en la realidad ticiparon de la emancipación y que se extendie-
social si se la confrontaba con el pensamiento ron en su lógica romántica, fanática y belicosa
igualitario de la República. La cuestión social hasta el derrocamiento de la tiranía de Rosas. La
nace en un "impasse de la soberanía", en la frac- década de 1860 fue testigo del surgimiento de las
tura fáctica entre el orden del derecho y el de la "multitudes modernas" que se fueron nutriendo
economía. Frente a la posibilidad revolucionaria, con la inmigración europea durante las décadas
ciertos intelectuales republicanos promovieron la siguientes y que manifestaban una actitud más
idea de "hacer sociedad" (faire société), para lo escéptica, desencantada, egoísta. Las nuevas
cual el Estado debía ocuparse de proveer seguri- multitudes constituían una "república del interés"
dad en cada resquicio que el mercado dejaba regida por la mera persecución del lucro indivi-
librado a la ley de la selva (m). dual. El guiño crítico hacia Alberdi se hace aún
El saber sociológico adquiría entonces más crudo cuando describe el temple del inmi-
el doble carácter de reflexión acerca de lo social grante medio:
y denuncia sobre su peligrosa ausencia. En el
territorio argentino el desafío consistía en integrar Cualquier craneota inmediato es más inteligente
–no sólo económica sino también civilmente– a que el inmigrante recién desembarcado en nues-
los inmigrantes mediante estrategias estatales de tra playa. Es algo amorfo, yo diría celular, en el
nacionalización. Para ello –evaluaba Ramos sentido de su completo alejamiento de todo lo
Mejía– el atomismo filosófico, la excesiva fe en la que es mediano progreso en la organización
capacidad de autorregulación de la agencia indi- mental. (17, p. 247).
vidual y del mercado, habían demostrado su fra-
caso. Aferrarse al credo del positivismo sociológi- Pero esta apreciación, que puede presu-
co significaba un abandono del individualismo mirse como una mera impugnación patriótica del
liberal clásico, junto con un reconocimiento de inmigrante, era inmediatamente complementada
la existencia de entidades colectivas (a las cuales por la afirmación de la potencia integradora del
se les podían atribuir variables psicológicas), un ambiente argentino sobre aquella personalidad
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rudimentaria. Ya no se trataba de poblar el desier- combinaba estrategias represivas con formas más
to, sino de civilizar otro territorio: la psicología del sutiles de moralización y beneficencia (o).
inmigrante; esa tabula rasa sobre la cual el "cepi- Control de la población urbana y políti-
llo de la cultura" debía imprimir los ideales cívicos cas con objetivos sanitaristas fueron las dos caras
de nacionalidad y republicanismo (n). Sin embar- que mostró la medicina higienista, que a comien-
go, esa docilidad podía constituir tanto una venta- zos del siglo XX se convertiría en una racionali-
ja como el mayor de los peligros si –como en el dad política y un modelo de gestión institucional
caso de la multitud leboniana– quedaba supedita- para la sociedad nueva. Es preciso indicar ese
da a la dirigencia de los cabecillas. No todo el con- doble carácter, para evitar una lectura unilateral
tingente migratorio entraba en esa categoría psico- del higienismo. No se trató simplemente de la
social de "plástica mansedumbre de cerebro casi utilización de un discurso científico con el obje-
virgen". El universo urbano era bastante más com- tivo de legitimar la intervención autoritaria del
plejo y estaba a sus ojos contaminado por diversos Estado sobre los habitantes del territorio argenti-
tipos sociales desviados (cuya taxonomía Ramos no. Este encuentro entre la medicina y el Estado
Mejía reconstruye entre las figuras del guarango, el produjo, además, ciertas transformaciones en las
canalla, el compadre, el burgués). condiciones de vida que no hay que desdeñar.
El gobierno de las multitudes modernas Ramos Mejía participó activamente en
involucraba una tarea de separación de las clases un proceso de reformas institucionales que con-
trabajadoras y las clases peligrosas dentro del tenían algunos objetivos muy concretos, desde
vasto mundo de los sectores populares urbanos. transformar la arquitectura hospitalaria hasta pro-
Una diferenciación que instrumentó con la grilla mover obras de infraestructura para facilitar el
médica de lo normal y lo patológico. El orden acceso a servicios básicos. Una de las políticas
social se fue construyendo a través de vastos, más enérgicas que desarrolló desde la Asistencia
complejos y heterogéneos procesos de normali- Pública de Buenos Aires y el Departamento
zación y disciplinamiento de cuerpos, de medi- Nacional de Higiene fue la modernización de los
calización de la sociedad y de patologización de establecimientos hospitalarios.
los conflictos sociales. La arquitectura de los nosocomios res-
pondía mayoritariamente a la lógica del asilado:
se trataba de separar al enfermo del resto de la
5. LA INGENIERÍA INSTITUCIONAL sociedad y vigilarlo en un establecimiento cerra-
do. El espacio hospitalario tradicional, en la línea
arquitectónica hispanista, no distribuía a los
Violencia, vicio y revuelta, fueron así internados de acuerdo a su enfermedad. Los mez-
crecientemente tematizados como problemas claba en habitaciones comunes que desemboca-
médicos. La cultura científica que adquirió forma ban a un patio central, el cual cumplía la función
en las últimas décadas del siglo XIX reclamó la de control y vigilancia.
intervención del Estado ante la urgencia de la Los nuevos conocimientos del higienis-
cuestión social, a través de medios tan diversos mo francés, sumados a los avances de la bacterio-
como la legislación represiva (Ley de Residencia logía, estimulaban una reforma en la arquitectura
de 1902, Ley de Defensa Social de 1910) y el hospitalaria. Así, las distribuciones concéntricas
suministro de nuevos servicios públicos (vivien- cedieron lugar a las formas longitudinales, facili-
das, alcantarillados, agua corriente). Estas inter- tando la separación de individuos de acuerdo a
venciones estatales se articularon, a su vez, de su enfermedad. Además, el patio central dejó de
una forma bastante efectiva con tareas que reali- ser el lugar de circulación y contacto, reemplaza-
zaban organizaciones privadas de caridad. De do por un pasillo que conectaba los pabellones
esta manera, instituciones tan diversas como ligas (p). Esta modernización apuntaba a convertirlos
de madres de familia, establecimientos peniten- en establecimientos eficientes, no sólo para
ciarios y hospitalarios, manicomios, escuelas nor- afrontar el fantasma calamitoso de la epidemia,
males y organizaciones científicas, llegaron a sino para consolidar una institucionalización de
conformar una extensa red de normalización que la salud pública como política estatal.
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Las reformas en los establecimientos discurso filosófico pero escasamente fiel a sus
hospitalarios, junto con las diversas medidas principios en el plano de las prácticas institucio-
sanitarias llevadas a cabo por los médicos higie- nales, la medicalización constituyó una salida
nistas, muestran en conjunto el desarrollo de una posible para la administración de la sociedad.
ingeniería institucional que redundó –entre otros Los liberales lograron un consenso hete-
efectos– en una sensible baja en los índices de rogéneo para sostener al Estado al margen de la
mortalidad de la población. Debido a estas con- cuestión social, cuando se trataba de las condi-
quistas, y al prestigio adquirido por el higienis- ciones de vida de los trabajadores urbanos, y
mo, las elites intelectuales disimularon, durante sobre todo de la condiciones de trabajo, respe-
muchos años, la ambigüedad constitutiva –aun- tando así el principio de la responsabilidad indi-
que no exclusiva– del liberalismo argentino. vidual y de la no injerencia en el mercado. El
La corriente liberal, constituida como intervencionismo de los médicos higienistas,
discurso predominante de las elites gobernantes junto con las organizaciones de beneficencia vin-
desde 1860, se fue consolidando a la par del pro- culadas a los poderes públicos, ocuparon el espa-
ceso de formación del Estado nacional. De tal cio de gobierno de lo social que el Estado dejaba
modo que la doctrina de las libertades individua- prácticamente vacío. Por eso, la mirada médica
les tuvo que convivir con mecanismos de estric- del higienismo articuló un sólido discurso, toda
to control político de la población y de intromi- una clave interpretativa de la sociedad, que irra-
sión estatal en las prácticas sociales y civiles. En dió innumerables canales de la cultura argentina.
el intersticio entre un liberalismo fuerte desde el

NOTAS FINALES el tiempo ni los recursos alcanzan para verificar


lo que manda la higiene y el desgraciado mortal
que se propusiera hacer todo lo que la higiene
a. El discurso médico logró insertar políticas de aconseja, sería el hombre más atormentado del
intervención activa del Estado sobre la sociedad mundo y la miserable víctima de sus escrupulo-
urbana, más allá del espíritu liberal imperante: "A sos cuidados. De manera que se puede decir que
pesar del laissez-faire, los higienistas desplegaron la higiene ha sido hecha expresamente para no
con éxito una agenda que encomendaba al ser obedecida en conjunto, por causa de imposi-
Estado las iniciativas más básicas de la reforma bilidad" (7).
higiénica. En materia de obras de salubridad fue
el Estado liberal el que, las más de las veces, no c. No obstante, la preocupación por las condicio-
sólo tomó la iniciativa sino también se hizo cargo nes de vida en el mundo urbano fue cambiando
de los gastos. Solo en Rosario las obras de salu- sensiblemente a la par de las distintas hipótesis
bridad fueron construidas por empresas privadas. de contagio. En un primer momento predomina-
En el resto de las ciudades importantes, de ron las creencias en el peligro externo, reunien-
Buenos Aires a Mendoza, Corrientes o Salta, el do los temores sobre el espacio portuario y la
Estado federal facilitó la concreción de la agenda figura del inmigrante. Ese fue el espíritu que
higienista" (4). había reinado durante la epidemia de fiebre ama-
rilla de 1871, y la teoría de los miasmas fortale-
b. Incluso Eduardo Wilde, promotor del espíritu ció el acento en las medidas de segregación
higienista, señalaba esos límites con cierta ironía: (control de flujos, cuarentena, exclusión y aisla-
"El hombre más rico, en el país más hermoso del miento de los cuerpos). Este modelo pensaba a la
mundo y bajo el clima más sano, comete forzo- ciudad como un organismo amenazado por ele-
samente cien mil pecados higiénicos por día. Ni mentos pútridos. Posteriormente, en particular
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desde la década de 1890, la introducción de los el disciplinamiento y normalización de la pobla-


conocimientos pasteurianos modificó el pensa- ción habría bloqueado, según la autora, la posibi-
miento bacteriológico, dando lugar a la idea de lidad de una pedagogía progresista que quedó
peligro interno. Aunque el imaginario miasmáti- desplazada por políticas basadas en el miedo
co no desapareció por completo, la higiene radical a la multitud (11, p. 122-126).
social comenzó a insistir en la necesidad de
reformar otros espacios, infraestructura y costum- g. Esta es la interpretación de Adriana Álvarez
bres de los habitantes de las ciudades. (8) sobre la versión criollista de la teoría leboniana
de la multitud. "Hay una revalorización política
d. La medicalización policial de la familia, a tra- de la multitud en Ramos Mejía, que no se
vés de las técnicas de filantropía, moralización y encuentra en Le Bon, por lo tanto no creemos
normalización social, fueron estudiadas en que haya un temor a la multitud en sí misma,
Francia por Jacques Donzelot, quien destacó la como muchas interpretaciones han visto. Hay un
centralidad política del medico higienista para el rol político que deben cumplir para no convertir-
proceso de formación de autoridad estatal. El se en una multitud socialista, que es lo que ver-
higienismo, argumenta el autor, "no trata de con- daderamente Ramos Mejía teme" (13, p. 79).
tener la demanda inflacionista del papel del
Estado, sino, al contrario, de utilizarla como ins- h. Le Bon proponía, como argumenta explícita-
trumento directo, como medio material para con- mente en la introducción del libro, una comple-
jurar el peligro de la destrucción de la sociedad ta revisión de la historia de la Revolución
por el debilitamiento físico y moral de la pobla- Francesa, y para ello consideraba imprescindible
ción…". La liberalización de la vida económica aplicar los adelantos científicos en el campo de
no debía convertirse en una liberalización de la la psicología (15).
vida social. De modo que, considerando que los
principios liberales del Estado eran incompatibles i. El exhaustivo análisis psicológico de las figuras
con una intromisión autoritaria y paternalista, la de Danton y Robespierre (15, capítulo:
medicina higienista ingresó a la esfera familiar "Psychologie des chefs de la Révolution"), que
para promover –simultáneamente– un fuerte ya había sido anticipado en Psychologie des fou-
intervencionismo estatal y un discurso que insta- les, es comparable con la extensa obra que
ba a los sujetos familiares a ser moralmente autó- Ramos Mejía dedicó a Rosas (1907), por diver-
nomos y responsables (9, p. 59-60). sos motivos que escapan a las dimensiones de
este trabajo (16).
e. Armus subraya el significado de la epidemia
como instrumento de legitimación de los disposi- j. En este punto no compartimos del todo la inter-
tivos de control: "Antes y después de aprobada la pretación de Oscar Terán, cuando afirma que "la
obligatoriedad, la compulsión a vacunarse invita- inquietud básica que acucia la escritura del
ba al Estado a irrumpir en la vivienda de los sec- sociólogo francés y que compartirá Ramos Mejía
tores populares. De una parte acercaba el servi- es el problema de la gobernabilidad en una
cio a la población y de otra generaba tensiones y sociedad atravesada por la presencia de esas mul-
violencias. En tiempos normales, quienes se resis- titudes que han llegado a la historia para no aban-
tían a la vacunación pagaban multas; en tiempos donarla" (18, p. 99). En primer lugar, la diferen-
de epidemia se llamaba a la policía, un recurso cia se expresa en la interpretación del devenir
que, según un higienista rosarino, no aparece en revolucionario. Para Gustave Le Bon la
los reglamentos pero que la Suprema Lex autori- Revolución Francesa de 1789 no constituía un
za" (4, p. 542). acontecimiento histórico necesario, en cambio,
cuando Ramos Mejía analiza la emancipación
f. Los historiadores de la educación indican a argentina argumenta claramente: "La revolución
Ramos Mejía como uno de los representantes no surge de improvisto (...) es el resultado final de
más ilustres de la nueva "pedagogía normaliza- una larga serie de esfuerzos, primero aislados,
dora" alineada con la medicina positivista. De luego en grupos, y por fin colectivos, de multitud,
hecho sugieren que el Informe Anual de 1908 que vienen desenvolviéndose en el curso de dos
del Consejo Nacional de Educación puede ser o más siglos". (17, P. 116). Aunque algunos párra-
considerado "uno de los textos fundamentales fos después aclara que así como la multitud pro-
de la normalización escolar". La principal fun- dujo la Independencia, años más tarde desata la
ción de las instituciones educativas sería la de Anarquía de 1820 o la Tiranía de Rosas, el pro-
inculcar sentimiento nacional en una población ducto histórico (la emancipación) no es un error
multirracial a través del dispositivo escolar. Así que hubiera sido evitado reprimiendo correcta-
considerado el pensamiento de Ramos Mejía arti- mente las fuerzas de las muchedumbres. La dife-
cularía una "pedagogía ordenadora cuya finali- rencia es importante, así como lo serán las rece-
dad inmediata es el control social". El énfasis en tas políticas, porque Ramos Mejía deposita
JOSÉ M. RAMOS MEJÍA Y LA MEDICALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ARGENTINA 145

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mayor fe en la capacidad de gobernarlas pacífica- su fractura. Emana de una toma de conciencia
mente. Y si existe un diagnóstico pesimista no se sobre las condiciones de vida de poblaciones
circunscribe, a diferencia de Le Bon, a las multi- que eran a la vez agentes y víctimas de la
tudes y sus cabecillas. En Ramos Mejía la denun- Revolución Industrial. Se trataba de un momen-
cia de degradación moral alcanza a los dirigentes to fundamental, cuando apareció a mediados del
que, al igual que los inmigrantes, estaban a sus siglo XIX un divorcio casi total entre un orden
ojos sumergidos en el afán de lucro que carcomía jurídico-político fundado en el reconocimiento
toda virtud republicana. de los derechos del ciudadano y un orden eco-
nómico que suponía miseria masiva. La sociedad
k. Abundan en el cuento este tipo de compara- liberal corría el riesgo de estallar debido a las
ciones. "Pero no es extraño que el diablo con la nuevas tensiones provocadas por la industriali-
carne suele meterse en el cuerpo y que la Iglesia zación salvaje. Y en este desfasaje tuvo que defi-
tiene el poder de conjurarlo: el caso es reducir al nirse por primera vez el lugar de "lo social"
hombre a una máquina cuyo móvil principal no como un espacio intermedio tendiente a salvar
sea su voluntad sino la de la Iglesia y el gobier- esa brecha (23, p. 20).
no"; y más adelante agrega: "en aquel tiempo la
Federación estaba en todas partes, hasta entre las n. Observa Ramos Mejía: "Me asombra la dócil
inmundicias del matadero, y no había fiesta sin plasticidad de ese italiano inmigrante. Llega
restaurador como no hay sermón sin San amorfo y protoplásmico a estas playas y acepta
Agustín" (19, p. 24). con profética mansedumbre todas las formas que
le imprime la necesidad y la legítima ambición"
l. La tradición romántico-conservadora francesa (17, p. 250).
tuvo una influencia clave para la formación de la
sociología como campo disciplinar. Estos pensa- o. Los estudios acerca de la "cuestión social"
dores constituyen un antecedente inmediato de la entre finales del siglo XIX y comienzos del XX
filosofía positiva de Auguste Comte. Inventor del muestran esta combinación estratégica del refor-
término sociología, Comte le imprimió a la refle- mismo liberal entre políticas de integración
xión sentimental sobre la comunidad perdida un social y políticas represivas de exclusión de gru-
carácter más cientificista, inaugurando los estu- pos sociales (el anarquismo de un modo prover-
dios positivos sobre la oposición entre comunidad bial). El Estado desarrolló paralelamente un con-
y sociedad que en Francia hallarían en Emile junto de políticas sociales y un cuerpo represivo
Durkheim a su referente indiscutido (20, 21). apoyado en una legislación endurecida (24,25).

m. Véase Donzelot (22, p. 17-72). Robert Castel p. Un caso paradigmático de la arquitectura tradi-
desarrolla un argumento similar. La "cuestión cional era el Hospital San Roque, mientras el
social", dice el autor, resulta de una aporía funda- Hospital de Barracas constituye el más ambicioso
mental en la cual la sociedad experimenta el enig- de los proyectos de reforma (13, p. 87-90).
ma de su cohesión y trata de conjurar el riesgo de

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FORMA DE CITAR
Galeano D. Mens sana in corpore sano: José M. Ramos Mejía y la medicalización de la sociedad argentina. Salud
Colectiva. 2007;3(2):133-146.

Recibido el 25 de abril de 2007


Versión final presentada el 22 de junio de 2007
Aprobado el 6 de julio de 2007

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