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BENEMERITA UNIVERSIDAD AUTONOMA DEL ESTADO DE PUEBLA.

INSTITUTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

“ALFONSO VELÉS PLIEGO”.

MAESTRÍA EN SOCIOLOGÍA.

Seminario: Violencia, modernidad y capitalismo.

PRESENTA:

Alumno: Cristopher Mejía Rosas

Martes 10-14
Primera sección: Dr. Antonio Fuentes Díaz

Fecha de entrega:
Junio 02, 2020.
Zona gris, criminalidad y Estado.
Introducción.

La violencia es un acto racional porque se ejerce por diversas orientaciones sociales


externas a la subjetividad del individuo (Figueroa, 2001). El ejercicio racional de la
violencia corresponde con diversos intereses o fines planteados de manera individual o
colectiva en contra de cosas o personas para ejercer el poder y mantener la dominación
social. Por consiguiente, la violencia es un acto de poder que resulta de las relaciones
sociales en conflicto que no pueden sostenerse por medios no violentos porque el escenario
de la disputa por la obtención del poder supera la capacidad social de generar acuerdos.

El presente trabajo delimita la comprensión del fenómeno al contexto político de las


relaciones sociales que entran en conflicto y son insostenibles por medios no violentos
porque la violencia cumple una función política que pretende la destrucción de los
adversarios políticos para situarlos en la imposibilidad física de actuar con eficacia, por
ello, el asesinato con frecuencia tiene un objetivo psicológico indirecto y en ciertos casos
tiende a la destrucción del enemigo para doblegar la resistencia y su voluntad. (Bobbio,
Matteucci y Pasquino, 2008). Esto permite vincular el análisis teórico al contexto de
confrontación entre diversos grupos sociales que disputan el poder político para imponer
sus propios intereses en una forma de gobierno.

La emergencia del modo de producción capitalista y el impacto de la modernidad en


el ordenamiento político de la sociedad determinaron nuevas características de la violencia
que se manifestó en la industrialización y la organización burocrática del exterminio de un
grupo social1. Ante ello, el objetivo del presente trabajo pretende analizar las principales
perspectivas teóricas que estudian la integración de la criminalidad en los reajustes
económicos y políticos del modo de producción capitalista para vislumbrar las áreas
borrosas entre la legalidad e ilegalidad que forman parte del Estado. La criminalidad y la
violencia se conciben como fenómenos inmanentes al funcionamiento político del Estado
nación porque se establece una interacción constante entre los márgenes legales del Estado
1
El presente análisis no pretende ahondar sobre las comprensiones teóricas del holocausto judío que se
caracterizó por el asesinato industrial de la población judía. Sin embargo, la solución final que se caracterizó
por el despliegue de la muerte organizada y administrada es un referente para comprender la violencia
resultante de la racionalidad moderna y de los reajustes en las formas de acumulación del capital.
y la criminalidad para conformar la zona gris comprendida como el espacio social en donde
las distinciones entre actores políticos, ciudadanos y actores perpetradores de la violencia
se difuminan (Auyero, 2007). El argumento a sostener en el análisis considera la zona gris
como un elemento sustancial a la acumulación del capital.

Violencia, Crimen y Estado.

El estudio teórico de las nuevas expresiones del capitalismo contemporáneo y sus


configuraciones criminales permite distinguir las formas criminales de la acumulación del
capital que derivan de las distintas interacciones entre crimen y Estado (Estrada y Moreno,
2007). El análisis se ubica en el periodo de la implementación de reformas estructurales 2 de
reorganización económica que promovieron el libre mercado en la distribución de la
producción global y provocaron el surgimiento de nuevas formas de acumulación de capital
provenientes de los márgenes de la legalidad e ilegalidad. Por consiguiente, la distinción de
las formas criminales del capitalismo contemporáneo detecta las fronteras difusas entre las
prácticas económicas provenientes del crimen que mantienen relaciones estrechas con el
Estado.

La distinción de las fronteras difusas en las practicas económicas considera el


negocio criminal como un elemento sustancial al funcionamiento abstracto del modo de
producción capitalista, sin embargo, ello no admite que capitalismo y criminalidad son el
mismo objeto de análisis. Para prescindir de ello, la criminalidad es considerada como una
forma de la actual fase de acumulación flexible del capitalismo que impacta en el régimen
político y la forma-Estado, cuya hibridación de aspectos tradicionalmente autoritarios y
global-neoliberales ha sido provocada por el rasgo de financiarización (Estrada y Moreno,
2007). El crimen no es exterior a lo social, al Estado, ni a la acumulación del capital porque
mantiene una interacción constante con todos los aspectos mencionados y proporciona
elementos que facilitan la reorganización productiva. Esto corresponde con el
reordenamiento político de la sociedad durante los reajustes implementados en la política
económica internacional.

La crisis del Estado de Bienestar fue sustituida por las reformas estructurales de reorganización económica
que implicaron la transición de un régimen de acumulación a otro.
Cabe aclarar que el negocio criminal puede mantener similitudes con las
características productivas de una empresa legal. Sin embargo, debido a la naturaleza de las
operaciones ilegales, las prácticas criminales jamás conformarán una empresa legal porque
los acuerdos comerciales son regulados mediante el fraude, la violencia y otras opciones
informales de negociación. (Paoli, 2013). El carácter de ilegalidad en el negocio criminal
le impone ciertas restricciones para la distribución del producto y la obtención de
ganancias. No obstante, es posible discernir que aquellas regiones donde la legitimidad
institucional se debilitó, las redes de operación criminal encuentran fortalecidas sus redes
de influencia en el ámbito político.

La reorganización política de la sociedad implicó el incremento del delito


económico organizado vinculado a los grupos empresariales que se encuentran en el más
alto rango de la economía mundial. La gran influencia que alcanzaron los sectores
empresariales en los actores políticos causó la impunidad de estos delitos. Por consiguiente,
la persistencia del fenómeno en las últimas décadas muestra la función que ha cumplido en
la preservación del orden social y han dejado evidencia de encubrimientos, ocultamiento de
pruebas, de corrupción, etcétera (Pegoraro, 2015) Por consiguiente, los ajustes
institucionales y legales con la reorganización económica favorecieron la impunidad de la
corrupción política en relación con las empresas multinacionales que aprovecharon los
vínculos con los grupos en el poder para la monopolización de ciertos mercados y la
evasión de impuestos. Por consecuencia el marco legal funcionó como un instrumento de
poder en la correlación de fuerzas políticas y permitió la implementación de nuevos
negocios productivos provenientes del ámbito ilegal.

Lo anterior se hizo notar en el contexto de transición de un régimen de acumulación


a otro que implicó la reorganización productiva y destacó por las restricciones impuestas a
la intervención del Estado en la economía a través de la flexibilización legal de actividades
económicas que provocó una nueva fase de competencia del mercado en ámbitos
nacionales e internacionales. La flexibilización de la producción redujo costos, intensificó
el trabajo, diversificó los productos según las variaciones de la demanda, promovió los
flujos libres de capitales y planteó el problema del proceso por el cual se pueden llegar a
encontrar nuevos marcos para la financiarización rentable de las actividades productivas
(Estrada y Moreno, 2007). Los nuevos mecanismos de financiarización se abocaron en
actividades productivas ilegales que se regularon a través de la violencia y la coerción que
fueron medios de poder funcionales para colocar al grupo criminal más violento en el
puntero más alto con la capacidad de imponer un orden en la negociación criminal.

La flexibilización de la producción ha podido realizarse a través de la instalación de


un modelo-neo-corporativo en el que el Estado es solo un árbitro de los acuerdos políticos
entre los intereses corporativos (Pegoraro, 2015) Por consecuencia, las operaciones
delictivas han sido funcionales para la preservación de una elite en el poder porque permite
imponer nuevos mecanismos de legitimidad en la instalación de un nuevo régimen político.
Las prácticas criminales suelen permitir la legitimidad de la intervención armada del estado
en la resolución de conflictos políticos. Sin embargo, esto implica la operación de un poder
invisible que tiene distintos aliados:

Un poder invisible que actúa tanto en el campo de la legalidad como en el de


la ilegalidad, dispone no solo de importantes directores o gerentes de
empresas, sino de jueces, de funcionarios, de abogados, de políticos, de
militares, de comunicadores, de policías, y en su caso de sicarios, que
siempre pueden disponer de hombres armados, sobre todo de apoyos
institucionales, ya sean estos tanto públicos como privados, religiosos o
seculares, y aún populares o capaces de movilizar grupos de individuos,
frecuentemente pobres (Pegoraro, 2015: 320)

La articulación de las elites políticas con el crimen causó la emergencia de nuevos


escenarios de violencia en la política nacional e internacional porque la forma de
organización social en distintas regiones del mundo es intervenida por las operaciones
ilegales que han adquirido la capacidad para desempeñar funciones estatales en la gestión
de la economía y la producción. Por consiguiente, las modificaciones de la producción
capitalista se distinguieron por la hibridación de la acumulación ilegal con la producción
legal, de modo que la distinción en cada actividad productiva resulta borrosa., indiscernible.
La tendencia incorporativa de la economía capitalista pone en “crisis” el circuito legal e
ilegal de la acumulación y permite identificar una zona gris en las expresiones criminales
de la actual fase del capitalismo que posibilita las condiciones para nuevas formas de
acumulación, en apariencia legales, pero que son producto de actividades ilegales (Estrada
y Moreno, 2017: 31).

La distinción de la zona gris en las actividades productivas permite discernir la


funcionalidad de las prácticas ilegales en los reordenamientos políticos de la sociedad. El
plano de la política partidaria es un ámbito de mezcla entre las prácticas ilegales y prácticas
legales, toda vez que los partidos políticos suelen recurrir al financiamiento privado que
puede ser permitido por la ley 3, sin que el financiamiento provenga de actividades legales.
Esta formación de la zona gris permite la intervención de organizaciones criminales en la
formación de políticas estatales, según sea la elite política que arribe en el poder.

En la actual fase de acumulación, la historia pareciera reeditarse, es decir, las redes


ilícitas no sólo se hallan estrechamente interrelacionadas con el sector privado, sino que se
hallan también profundamente implicadas en el sector público y en el sistema político, lo
cual genera una poderosa influencia de las redes de tráfico en los asuntos del Estado
(Estrada y Moreno, 2017: 33). Las consecuencias de las redes ilícitas se observan en las
modificaciones de la interacción entre sociedad y Estado, toda vez que la imposición de un
orden político se realiza mediante la consolidación de un régimen a través de los grupos
que suelen operar dentro y fuera de los márgenes legales del Estado. Por consecuencia, las
manifestaciones de la violencia en la sociedad contemporánea corresponden con los
reordenamientos políticos y económicos de la sociedad.

La reorganización de la economía que se distingue por la reducción del estado en la


gestión productiva ha provocado nuevas alianzas de grupos empresariales, actores políticos
y actores criminales que mantienen disputas por el control de los mercados, por la
preservación o la obtención del poder y el control del negocio criminal. Esto ha derivado en
el despliegue continuado de la violencia en distintas regiones del mundo que adquiere
nuevas características en cuanto a la rotación de los distintos grupos que la ejercen y deriva
de las formas nuevas de acumulación del capital que se generan con las modificaciones de
la economía y el orden mundial.

3
La legislación en materia electoral para el caso mexicano se encuentra establecida en el Instituto Nacional
Electoral y en el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales que señalan el tope de financiamiento
público y privado de los partidos políticos. Sin embargo, no se hallan especificaciones, ni establecen
mecanismos que detecten la procedencia del financiamiento.
Las nuevas formas de acumulación del capital que emanaron de las prácticas
económicas ilegales impactaron en las interacciones burocráticas del estado, es decir, la
relación de funcionarios públicos con criminales es cada vez más abundante en la gestión
de la economía y la administración pública de un gobierno. Las relaciones clandestinas
entre actores políticos y actores criminales ha sido un elemento fundamental en la
reorganización de la sociedad desde la emergencia del capitalismo, sin embargo, en la
actualidad esos vínculos adquieren nuevas características ante la emergencia de nuevas
elites financiaras que disputan el control de la economía mundial y según sea el grupo
político que se encuentre en el poder estatal.

El fortalecimiento de las redes de influencia criminal en el ámbito político ha


desembocado en la resolución de conflictos políticos a través de la violencia y la extorsión,
es decir, la violencia criminal es una solución ocupada por los gobiernos para desarticular
los movimientos sociales de resistencia a la tendencia empresarial de la administración
gubernamental. En suma, las perspectivas teóricas que distinguen la zona gris en la mezcla
de las prácticas económicas legales e ilegales son pertinentes para vislumbrar las alianzas
clandestinas que reformulan constantemente los escenarios de violencia en la política
nacional e internacional. Sin embargo, el presente trabajo se delimita al análisis de la
transición de un régimen de acumulación a otro para formular una propuesta de aparato
crítico que puede ser utilizado para investigaciones posteriores.
Bibliografía.

Auyero, J. (2007). La zona gris. Violencia colectiva y política partidaria en la Argentina


contemporánea. Buenos Aires, Argentina. Siglo XXI Editores.

Bobbio, N., Matteucci, N., y Pasquino, G. (2008). Diccionario de Política. México. Siglo
XXI Editores.

Estrada Álvarez, J. (2007). “Configuraciones (Criminales) del capitalismo actual.


Tendencias de Análisis y elementos de interpretación” en Estrada Álvarez, J. Capitalismo
criminal. Ensayos críticos, Memorias Seminario "Capitalismo criminal y organización
mafiosa de la sociedad", 17 y 18 de abril de 2007, Universidad de Colombia: Bogotá. 

Fernández Steinko, A. (2013). “Blanqueo, Narcotráfico y Desregulación financiera”, en


Fernández Steinko, Armando (coord.). Delincuencia, finanzas y globalización, CIS:
Madrid.

Figueroa, C. (2001). Naturaleza y Racionalidad de la violencia” en Tischler Visquerra y


Genaro Carnero Roqué (coordinadores). Conflicto, Violencia y Teoría social. Una agenda
sociológica. Universidad Iberoamericana (Departamento de Ciencias Sociales)/ Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (Instituto de Ciencias Sociales y Humanidandes) Puebla,
2001.

Paoli, L. (2013). “Las paradojas del crimen organizado”, en Fernández Steinko, Armando
(coord.). Delincuencia, finanzas y globalización, CIS: Madrid.

Pegoraro, Juan S. (2015). Los lazos sociales del delito económico y el orden social. Buenos
Aires. Eudeba.

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