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Revista Semana 110120
Revista Semana 110120
Enero 11 de 2020
EDICION 1967
PORTADA
Chuzadas sin cuartel
SEMANA revela las verdaderas razones que llevaron al Gobierno a retirar al comandante
del Ejército, general Nicacio Martínez. Habría precipitado su salida el uso ilegal de
sofisticados equipos para espiar a políticos, magistrados, generales y periodistas.
El 27 de
diciembre el
presidente
Iván Duque,
junto al
ministro de
Defensa,
Carlos Holmes
Trujillo, y la
cúpula militar,
anunció el
retiro del
general
Martínez y
presentó al
general
Eduardo
Zapateiro como el nuevo comandante del Ejército (segundo de derecha a izquierda).
Aunque la noticia no tuvo mucho vuelo por las festividades navideñas, muchos colombianos
no le dieron crédito a las razones de su salida debido a que Martínez estuvo en el ojo del
huracán todo el año. Pero el país no sabía que detrás de la decisión estaba uno de los
escándalos más sensibles que podía afectar al Ejército y salpicar de paso al Gobierno
Nacional. Consciente de esta situación, el recién posesionado ministro de Defensa, Carlos
Holmes Trujillo García, encendió las alarmas y ordenó una investigación interna pocos días
antes de Navidad. ¿Cuál era el tema que tenía tan preocupados al ministro, las Fuerzas
Militares y a algunas agencias de inteligencia? ¿Cuál fue la verdadera razón de la salida del
general Nicacio Martínez? SEMANA revela la historia.
Te oigo desde la guarnición
En estos momentos el país necesita más que nunca los organismos de inteligencia para
combatir las disidencias de las Farc, las bandas criminales y las amenazas extranjeras. Sin
embargo, algunas unidades del Ejército se han dedicado en el último año a desplazar a sus
unidades móviles y utilizar sus equipos de última generación para saber en qué andan
algunos periodistas, políticos, magistrados, e incluso coroneles, generales y comandantes
de otras fuerzas. Después del escándalo de las chuzadas del DAS hace casi un década, y
la aprobación de la Ley de inteligencia, cualquiera pensaría que esas prácticas habían
quedado desterradas o al menos reducidas a su mínima expresión. Sin embargo, SEMANA
tuvo acceso a fotografías, documentos secretos, videos de seguimiento y más de una
docena de fuentes directas que demuestran que las chuzadas ilegales siguieron –al menos
el año pasado- más vivas que nunca. El primer indicio de que algo andaba mal llegó a
oídos de los organismos de inteligencia estadounidenses. Estos habían donado un par de
sofisticados equipos técnicos, pero empezaron a recibir información según la cual algunos
militares los estaban usando para fines ilegales. Y que algunos apoyos económicos para
pagar fuentes que pudieran entregar valiosa información terminaban en los bolsillos de
algunos oficiales. “Empezamos a notar que nos estaban pidiendo más dinero del habitual
con el pretexto de conseguir fuentes de mucho interés. Sin embargo, nos dimos cuenta que
estaban bajando la información de internet”, le dijo a SEMANA un integrante de inteligencia
extranjera que lleva más de dos años en Colombia.
“Cuando se comenzó a desarrollar el trabajo, nos dimos cuenta de que las comunicaciones
eran de Cristina Lombana, quien había sido oficial del Ejército, pero quien es actualmente
magistrada de la Corte Suprema de Justicia. Le preguntamos a los mandos si había un error
porque se trataba justamente de una magistrada, lo cual claramente no podemos perseguir.
Nos dieron la orden de continuar el monitoreo, los seguimientos y, lo más grave de todo,
es que nos ordenaron entregar esa información directamente a un reconocido político del
Centro Democrático”, dijo a SEMANA uno de los militares. Para probarlo mostró correos y
apartes de comunicaciones personales de WhatsApp de la magistrada. Confirman esta
versión documentos secretos de inteligencia en poder de SEMANA, en donde la propia
contrainteligencia del Ejército había detectado el flujo de la información adquirida
ilegalmente y sus protagonistas civiles y militares. La magistrada Lombana tuvo hasta
mayo de 2019 el caso de manipulación de testigos contra el expresidente Álvaro Uribe y
lleva un proceso de corrupción que involucra varios políticos que habrían repartido
supuestas prebendas en Fonade, Fomag y otras entidades del Estado.
Este uniformado, que trabaja en una de estas compañías de ciberdefensa del Ejército,
afirma que Lombana no fue la única magistrada objeto de interceptaciones y seguimientos.
Otro militar activo de la misma compañía le dijo a esta revista que, en su caso, le habían
asignado como blancos políticos de todas las tendencias, en particular tres gobernadores,
tres senadores y dos representantes. Para sustentar su denuncia mostró a SEMANA
documentos, cuadros de contactos, extractos de comunicaciones y conversaciones de
WhatsApp de algunas de las víctimas. Esta revista se abstiene de publicar otros nombres
para no poner en riesgo la identificación de las fuentes y las investigaciones.
Lápidas y sufragios: en
el carro de uno de los
periodistas de semana
apareció esta lápida.
durante varios meses
los reporteros
recibieron más de una
docena de sufragios
con amenazas a ellos y
sus familias.
Durante 2019
algunos
periodistas de
SEMANA y hasta
las instalaciones
físicas fueron objeto de constante vigilancia y seguimiento de integrantes de la inteligencia
y la contrainteligencia del Ejército. Durante el primer semestre de ese año hubo sufragios,
amenazas directas, entre otras intimidaciones, como respuesta a las denuncias que
terminaron con la destitución, procesamiento penal y disciplinario, y encarcelamiento de
varios altos oficiales, entre ellos generales. SEMANA se había abstenido de revelar
públicamente este episodio para proteger las fuentes, la propia investigación y los
elementos de juicio y pruebas suficientes para hacer la denuncia. Como consecuencia de
una nueva etapa del proceso –esta vez sobre interceptaciones ilegales publicada en esta
edición– durante el último trimestre del año las amenazas aumentaron con envío de lápidas
funerarias, entre otras formas de presión e intimidación. A esto se sumó una campaña de
espionaje y seguimientos. “Un coronel de ciberinteligencia me ofreció 50 millones de pesos
para introducir un malware (virus) en los computadores de periodistas de Semana y así
poder acceder a la información”, confirmó a esta revista una fuente.
Esta revista tuvo acceso a algunas fotografías y videos que demuestran esas actividades
ilegales. Y con varias fuentes directas del propio Ejército corroboró que efectivamente
algunos de sus integrantes desplegaron una operación no solo para intimidar y tratar de
impedir que las investigaciones salieran a la luz. También para tratar de dar con las fuentes
que valientemente decidieron denunciar graves irregularidades que van desde casos de
corrupción hasta espionaje político.
Durante varios
meses –y de
manera
intermitente–
estuvo
estacionada
una camioneta
Toyota de color
negro frente a
las instalaciones
de SEMANA. En
su interior
estaba lo que se conoce como un equipo táctico –que si está en el rango adecuado, como
en este caso,– intercepta la señal de los celulares (ver recuadro). La verificación de las placas
permitió establecer que se trata de un vehículo asignado a los militares.
El aparato clave
Este es un equipo táctico móvil conocido como StingRay. Se trata de un dispositivo que se
puede esconder en la bodega de un carro o un maletín y es capaz de interceptar llamadas
de celular al simular una antena telefónica. De esta forma, los teléfonos móviles se conectan
al equipo y la información pasa por allí primero antes de ir a la antena del operador. Durante
varios meses dos de estos equipos fueron entregados a dos coroneles, uno activo y otro
retirado. “No fueron destinados a misiones y operaciones oficiales, el solo hecho de que un
retirado maneje uno de estos equipos ya es irregular. Sabemos que fueron utilizados para
actividades ilegales. Después de tres meses los devolvieron (finales del año pasado) sin
ningún registro de lo que hicieron. Todo lo borraron”, contó a SEMANA un militar.
Las labores de reportería de los periodistas estuvieron bajo vigilancia. En repetidas
oportunidades una joven mujer apareció en diferentes lugares, como cafeterías,
restaurantes y centros comerciales, pendiente de las reuniones con las fuentes. SEMANA
logró establecer con el comando de personal que se trata de una subteniente de
inteligencia, orgánica de un batallón de comunicaciones, cuyo nombre esta revista se
abstiene de revelar por ahora.
Esta mujer no estaba sola. En otras ocasiones iba acompañada de otro agente. Este también
con frecuencias merodeaba y permanecía largas horas frente a la entrada peatonal y al
parqueadero de SEMANA.
Durante varios días esta joven realizó seguimientos a periodistas de SEMANA. Esta revista logró conseguir su hoja de vida
militar como subteniente del inteligencia. En la foto de la derecha aparece cuando realizó uno de los seguimientos en un
centro comercial. En la de la derecha con un sudadera con sus apellidos (los cuales se omiten) durante un entrenamiento.
También tuvo vigilancia permanente un café cerca de las instalaciones de esta revista en
donde con relativa frecuencia el director, Alejandro Santos, se reúne con algunas fuentes.
Como si lo anterior fuera poco, SEMANA logró establecer que no solo militares activos
participaron de esas acciones. Un coronel retirado por vínculos con narcos y paras decidió
ayudar a la cúpula militar anterior, de la cual era muy cercano. Para ello acudió al servicio
de matones de la oficina de sicarios de San Andresito quienes se alternaban con los militares
activos las labores de seguimientos y vigilancias contra los periodistas de SEMANA.
La Corte Suprema tocó fondo; autonomía judicial amenazada por falta de quórum
El alto tribunal pasa por una de sus peores crisis. El apetito burocrático y una pugna de
poder interna han llevado a una prolongada parálisis. Solo la Presidencia de la República
podría solucionar el
problema. Duro golpe a
la independencia de la
rama.
El 23 de enero, cuando
16 magistrados de la
Corte Suprema de
Justicia celebren su
primer encuentro de
2020, la crisis en este
tribunal llegará un punto
de no retorno. Ese día, el
actual presidente de la corporación, Álvaro García Restrepo, deberá dejar esta dignidad y la
escogencia de su sucesor se someterá a votación. Este asunto –que por reglamento debe
ser lo primero en el orden del día– detonará el desplome definitivo de la autonomía del
máximo tribunal.
La decadencia comenzó desde el 11 de diciembre de 2018, cuando el Consejo Superior de
la Judicatura publicó cuatro listas de aspirantes a ocupar igual número de vacantes en el
tribunal de cierre. Los meses pasaron, otros magistrados dejaron la corte, y la falta de
consensos llevó a que de los 23 magistrados reglamentarios quedaran solo 16.
Esta cifra constituye a su vez la mínima votación exigida para tomar decisiones cruciales,
como reemplazar a los siete magistrados que faltan o elegir a un fiscal general en propiedad.
Con una arista adicional: el 28 de febrero saldrá de la corte por periodo cumplido el
magistrado Ariel Salazar, lo que significa que el tribunal se quedará sin quórum y perderá
cualquier posibilidad de recuperarse solo. La única salida sería que el presidente de la
república interviniera.
La explicación al prolongado bloqueo interno de la corte es conocida. A quienes aspiran a
conseguir consensos se atraviesan los que prefieren mantener el control de las mayorías en
la corporación o van tras la torta burocrática. Por todo eso, la coyuntura de la elección del
próximo fiscal, que controla 22.000 cargos, la cosa está al rojo.
Históricamente, la corte ha sorteado la situación mediante acuerdos previos entre las salas
(Civil, Laboral y Penal) para presentar a sus candidatos de preferencia que los demás
respalden. Pero, este año, todos los intentos han sido torpedeados con votaciones en
blanco. En la Sala Penal han llegado a hablar hasta de traición, pues hay un puñado de
candidatos que alcanzan votos en Sala Plena (hasta siete) sin que nadie asuma de frente su
respaldo. Esta particularidad preocupa porque entre los nombres hay aspirantes con
pasado oscuro.
Antes del cierre del año, los magistrados quemaron las últimas cartas para superar la crisis.
Propusieron el voto público, barajaron nuevos candidatos para las salas, y el presidente
Duque aceleró el envío de la terna a pesar de su manifiesta reticencia a quemar a sus alfiles
en una elección bloqueada. Pero nada funcionó para evitar el próximo desenlace.
Costeños vs. Paisas
El actual vicepresidente de la corte, el cordobés Jorge Luis Quiroz, pujará por la presidencia
con su colega de la Sala Laboral.
Los magistrados llegarán de vacaciones este lunes y se encontrarán con una situación
devastadora. A la pelea de puestos se le sumará la elección de presidente y vicepresidente
de la corte. Por tradición, debería ocupar la presidencia Jorge Luis Quiroz, magistrado
cordobés que viene de ser vicepresidente. Pero a su aspiración le saldrá la competencia de
su compañero en la Sala Laboral, el magistrado manizaleño Gerardo Botero.
El manizaleño Gerardo Botero peleará la presidencia de la corte. Su candidatura tendría el
respaldo del llamado ‘bloque paisa’.
La división de la sala laboral viene del año pasado cuando en medio de otro letargo, Botero
retiró su aspiración a la vicepresidencia en favor de Quiroz. A esta pugna se le conoció como
‘paisas contra costeños’, y desde entonces se sabía que a futuro traería una verdadera
sinsalida pues ninguno daría su brazo a torcer ante la posibilidad de ocupar la presidencia.
En este contexto, muchos temen que se avecine un último evento fulminante. Hay quienes
rumoran que el magistrado Ariel Salazar precipitará su salida de la corte y presentará su
renuncia inmediata. Esto implicaría que el quorum quedaría deshecho en cuanto se la
acepten. SEMANA contactó a Salazar, quien no confirmó ni negó esta posibilidad.
Magistrado que se respete no quiere pisar las escalinatas del Palacio de Justicia este lunes,
porque viene un golpe al principio de separación de poderes y al sistema de pesos y
contrapesos establecido en la Constitución de 1991. A pesar de que el presidente de la
república está sujeto al control de la Corte Suprema, esta deberá acudir a él para salvar el
futuro del máximo tribunal.
El presidente Iván Duque se adelantó a sus propios planes y precipitó el envío de la terna
para elegir fiscal general, a pesar del bloqueo interno de la corte. Los abogados Camilo
Gómez, Clara María González y Francisco Barbosa no han conseguido la votación necesaria
para salir electos. Barbosa va a la cabeza con 10 de 16 votos necesarios.
Algunos creen que no necesitan la intervención del Ejecutivo y que la corte puede reformar
autónomamente su propio reglamento para modificar el quorum. Un intento en este
sentido salió muy mal en el pasado cuando eligieron a Viviane Morales como fiscal general.
En ese momento, solo había 18 despachos ocupados y ante la imposibilidad de ponerse de
acuerdo para darle 16 votos a alguno de los candidatos, acudieron a una interpretación de
la regla. Según ellos, la expresión “integrantes” se refería a los magistrados presentes y no
a la totalidad de los miembros que deben integrar la corporación. Con esta jugada,
declararon electa a Morales con 14 votos en una decisión que posteriormente tumbó el
Consejo de Estado.
El único antecedente de una corte sin quorum ocurrió luego del holocausto al Palacio de
Justicia, cuando murieron 11 magistrados de este tribunal. El presidente Belisario Betancur
tuvo que decretar el estado de conmoción interior y expedir un decreto para solucionar el
lío. Solo sobrevivieron 12 magistrados, y en consecuencia, la normativa presidencial redujo
el quorum y la mayoría para alcanzar decisión quedó en 8 votos. Algo similar tendría que
ocurrir ahora solo que ya no sería ocasionado por el peor ataque a la justicia sino por el
apetito voraz de los magistrados que van tras cargos burocráticos.
Este tribunal edificó su confianza a lo largo de muchos años, a partir de sentencias que
cambiaron el rumbo del país: sus magistrados castigaron el proceso 8.000, desmantelaron
la parapolítica y la yidispolítica. El Palacio de Justicia desapareció por las posturas
inamovibles de los magistrados frente a la extradición de capos de la mafia; en sus peores
enfrentamientos con el Gobierno, a la imponente sala plena donde sesionan le fueron
instalados micrófonos para chuzar sus deliberaciones.
Corte Constitucional podría limitar alcance del decreto que demarcó la línea negra
La Corte Constitucional está a punto de revisar un decreto de 2018 que pretende proteger
348 lugares sagrados de las comunidades indígenas del Caribe pero, para muchos,
paralizaría el desarrollo de tres departamentos. Los magistrados podrían limitar su
alcance.
Todas las visiones parecen coincidir en que las comunidades indígenas no están preparadas
ni interesadas en concurrir “libremente y de manera informada” a 100, 200, 300 consultas
previas sobre planes en los que no intervienen directamente. Por el contrario, ellas piden
fijar un protocolo de consulta previa que defina mecanismos de participación y
concertación, y que la corte establezca unos criterios claros para seleccionar los proyectos
que deban someterse a esta. Todo indica que la corte escuchará los clamores de uno y otro
lado.
Cambio de parecer
El debate en la corte comenzó hacia agosto de 2019 y se prolongó seis meses más de lo
esperado, dado el impacto de la decisión que está por tomar. El estudio del expediente le
correspondió al despacho del magistrado José Fernando Reyes Cuartas. Este desde el
comienzo apostó por proteger a las comunidades indígenas con la consulta previa, pese a
que el Ministerio del Interior ha manifestado que en algunos casos el área de afectación
está a por lo menos 10 kilómetros de distancia del lugar sagrado identificado por decreto.
El magistrado José Fernando Reyes cambió su ponencia y le propuso a sus colegas limitar el
alcance del decreto 1500 de 2018. La Sala Plena de la Corte Constitucional retomará el
tema cuando regrese de la vacancia judicial.
Esta postura no despertó mayor controversia entre los miembros de la sala plena de la
corte. En efecto, este tribunal viene construyendo una línea jurisprudencial mediante la cual
ordena realizar consulta previa aún cuando el área de impacto de un proyecto esté por
fuera de una zona espiritual o de resguardo. Esta concesión está enmarcada en que la
garantía constitucional para las comunidades étnicas cobija el territorio ancestral y no los
puntos aislados.
Pero sí despertó controversias entre sus colegas que el proyecto de fallo del magistrado
Reyes deja en firme, sin ninguna consideración adicional, un decreto que viene levantando
ampolla para algunos sectores. Y más teniendo en cuenta los aislados brotes interpretativos
que ya comenzaron a aparecer en despachos judiciales.
Pues bien, antes de salir a las vacaciones judiciales, el magistrado Reyes dejó un nuevo
borrador de sentencia para estudio de sus colegas. En el documento hace dos claridades
frente al alcance del decreto: 1) Que la garantía especial a la que se comprometió el Estado
no implica que forzosamente haya que consultar todas las actividades desarrolladas en los
territorios. Y 2) Que la consulta previa se aplicaría con el criterio de la afectación directa, el
cual debe establecerse a partir de los estándares delineados en el pasado por el alto
tribunal.
En efecto, la corte ha dicho que se debe medir la perturbación de estructuras sociales,
espirituales, culturales de las comunidades. También el impacto contra sus fuentes de
sustento y la forma de acceder a ellas; cuando la actividad obligue a que la comunidad se
reasiente en un lugar diferente o cuando una política, plan o proyecto recaiga sobre
cualquiera de los derechos de los pueblos indígenas.
En el debate que se avecina hay juristas que insistirán en cerrar aún más el cerco en la
sentencia, de modo que los lugares sagrados se sigan tratando como puntos aislados y no
como territorios integrales. No obstante, la misma Corte Constitucional estableció en el
pasado la obligatoriedad de proteger un espacio georreferencial “delimitado por un
polígono” y no “un conjunto de lugares sin conexión”. Así que volver sobre el terreno
allanado parece un debate regresivo.
En este panorama, los magistrados se disponen a retomar la discusión en las próximas
semanas. Y al parecer votarán en mayoría por una salida diseñada por el ponente Reyes que
resulta más salomónica que de choque.
Año nuevo, ¿Icetex nuevo?
En diciembre pasado, el Gobierno anunció una gran reforma a esta entidad crediticia.
¿Qué tan factible es que el cambio se materialice en 2020?
En medio de las masivas protestas de los últimos meses del año pasado, volvió a salir a flote
la inconformidad de los estudiantes universitarios con el Icetex, una entidad de crédito
estatal que se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza para ellos. Por distintas
circunstancias, miles de jóvenes han pasado a engrosar la lista de deudores morosos o,
simplemente, no cumplen los requisitos necesarios para obtener un crédito educativo.
Para atender ese reclamo de los estudiantes, el 23 de diciembre el presidente Iván Duque
hizo los primeros anuncios de lo que él denominó un revolcón al Icetex. El plan propuesto
por el Gobierno no ha estado exento de polémica. Algunos dicen que los avisos del
presidente hicieron parte de una estrategia para desactivar a uno de los sectores más
importantes del paro nacional. Sin embargo, el presidente del Icetex, Manuel Acevedo,
sostiene que esta transformación comenzó hace 18 meses.
Varios sectores de la sociedad colombiana celebraron las ocho medidas propuestas por
Duque, que buscan dar mayores incentivos a los estudiantes que piden un crédito, y
condonaciones a cerca de 120.000 beneficiarios de préstamos. Pero aún persiste la
preocupación de que estos cambios se queden en palabras o se demoren en favorecer a los
603.989 usuarios activos del Icetex.
Sobre estas dudas, Acevedo aseguró que en la última semana de enero se reunirá la junta
directiva de la entidad para aprobar las cuatro primeras medidas que dependen
exclusivamente de ella. Y que espera ponerlas en marcha antes de finalizar el primer
semestre. Esos alivios incluyen la posibilidad de cambiar por una vez el tipo de crédito,
aumentar dos giros adicionales para los estudiantes que se atrasen en los semestres o plan
de estudios, condonar intereses corrientes vencidos y de mora entre 31 y 90 días, y ampliar
los plazos. En cuanto a las otras cuatro medidas, relacionadas con las condonaciones de
capital y deuda así como las formas de pago, el panorama no es tan claro, dado que para
hacerlas realidad es necesario presentar un proyecto de ley. “Estos casos son nuestra mayor
preocupación, pues lo raro en el Congreso es que un proyecto de ley pase”, dice Daniel
Torres, representante de los usuarios del Icetex. Por su parte, Acevedo señaló que en marzo
lo radicarán. “Somos optimistas de este proceso, hemos encontrado disponibilidad en las
diferentes bancadas para sacarlo adelante”. Estas ocho medidas son solo el comienzo de
esa transformación. En efecto, el plan de alivios es el primero de los cinco ejes temáticos
contemplados en la comisión de reforma al Icetex, conformada por los actores del sector.
Aún faltan los anuncios relacionados con la transformación tecnológica, los cambios en la
gobernanza y estructura de la entidad, las mejoras en el acompañamiento al estudiante, y
el tema que causará mayor polémica y en el que será más difícil llegar a un consenso: el
portafolio de servicios y las características de la financiación.
Al respecto hay posiciones encontradas. Los estudiantes dicen que los intereses son
exagerados y cubren a la mayoría de los deudores; Acevedo sostiene que el 67 por ciento
de los beneficiarios tienen cero tasa de interés. En el caso del 33 por ciento restante, el
funcionario precisó que la mayor tasa equivale a un 14 por ciento efectivo anual, la mitad
de cualquier crédito educativo de un banco. Sin embargo, aseguró que en las negociaciones
buscarán reducir esta tasa. Sin duda, el revolcón del Icetex planteará un duro pulso entre
el Gobierno y los estudiantes. Y será una de las cartas que jugará el presidente en 2020 para
reducir el creciente inconformismo de la comunidad universitaria.
SEMANA: ¿Por qué decidió asumir un rol como funcionario público y dirigir las
comunicaciones del presidente Iván Duque?
Hassan Nassar: Es una oportunidad maravillosa de trabajar, ayudándole a un
Gobierno con el cual me identifico. Creo muchísimo en las banderas del presidente.
Él quiere trabajar por Colombia, buscando equidad y justicia social. Es un hombre de
mi generación al que le tengo admiración y respeto y, desde el punto de vista de
comunicaciones, hay una tormenta y una coyuntura difícil.
SEMANA: Seguramente el ejercicio del nuevo cargo le podrá mostrar que es mucho
más fácil criticar que gobernar…
H.N.: Una cosa es estar en el sector privado y otra entrar a lo público. Esto es una
experiencia nueva y es enriquecedora. Una de las razones por las cuales he decidido
dar el salto es precisamente para entender la dinámica desde la otra orilla. Y, por
supuesto, es más fácil criticar que hacer, eso lo tengo presente.
"Uno escribe sobre lo que está pensando en el momento. Me señalan por decir
algo en 2013 y afirmar otra cosa en 2020".
SEMANA: Hoy el país está sumido en una evidente polarización. Desde las
comunicaciones del Gobierno, ¿cómo va a trabajar para que se logren consensos?
H.N.: En la estrategia debemos tener la capacidad de escuchar y estamos
escuchando. Los grandes objetivos de la comunicación son pedagogía, cultivar el
mensaje y mostrar resultados. Incluyen, por supuesto, un mensaje unificado,
articulado, con una narrativa propia y en las regiones. La idea es que nosotros
podamos decirle a la gente, de forma permanente, cuál ha sido la ejecución de las
políticas públicas y cuáles han sido sus resultados. Los problemas del país tienen que
mostrarse en su contexto. Este Gobierno está en la responsabilidad de conectarse y
mostrar resultados.
"Si yo fuera el director del medio que publicó esa nota, le diría al periodista que
es muy mediocre haciendo su trabajo".
SEMANA: ¿El expresidente y senador Álvaro Uribe le hace bien o mal al Gobierno
Duque?
H.N.: Uribe es una figura emblemática. Es un jugador político al que el presidente
Duque le tiene aprecio, reconocimiento, cariño y agradecimiento. Y eso es más
importante que cualquier cosa en la vida.
SEMANA: Dicen que al presidente le faltan defensores en los debates. ¿Es así?
H.N.: Todos los gobiernos deben tener una artillería sólida, argumentativa, y eso no
incluye simplemente a quienes están en el Gobierno. Eso incluye a todos los
validadores que pueden estar en los sectores de opinión, en la academia, en los
tanques de pensamiento, a los ciudadanos, a los partidos, al Congreso. Hay que
defender un modelo de país, unos principios, unas ideas que trascienden el mandato
de turno. Y, claramente, en la estrategia de comunicaciones tienen que haber varios
actores involucrados, que no siempre son quienes están en el gobierno.
SEMANA: Ahora que usted dice que es un hombre más moderado, ¿sigue teniendo
la misma mirada crítica del expresidente Juan Manuel Santos?
H.N.: No tengo nada en contra de Santos como persona, ni en contra de sus hijos ni
de su esposa. Hice cuestionamientos a su Gobierno, pero le reconozco cosas muy
buenas que hizo. Se la jugó por unas banderas y las sacó adelante.
L.C.V.: Las Fuerzas Militares han estado en el lugar y dicen que no han podido verificar
esas cifras. ¿De dónde salen los cálculos de 600 paramilitares y 100 hombres del ELN?
L.P.: De los informes de Naciones Unidas, las alertas de la Defensoría, y los testimonios de
las comunidades. Nosotros lamentamos que las autoridades militares sigan minimizando el
riesgo en el que están las poblaciones. No tenemos ninguna motivación para inventarnos
cifras. Las comunidades ven los grupos por los montes. Desafortunadamente este es un
problema que en el territorio los únicos que no se dan cuenta son las Fuerzas Militares. De
resto todo el mundo lo sabe.
L.C.V.: ¿Por qué cree que las Fuerzas Militares tienen otra versión?
L.P.: Tienen que actualizar su sistema de inteligencia, eso es necesario. Y en segundo
lugar, sí nos preocupa algún nivel de convivencia, complacencia u omisión.
"Bojayá necesita una propuesta productiva.La gente allá tiene covación agrícola".
L.C.V.: ¿Esto es una lucha por territorio o por corredores de droga, como dice el Ejército?
L.P.: Para nosotros es una disputa por el territorio. En Bojayá existen muchas disputas por
el desarrollo minero-energético, pero también de infraestructura vial. Bojayá se considera
un lugar por el que pasará el canal interoceánico. Sin duda estos temas se mezclan con
fenómenos de narcotráfico pero no de forma exclusiva. Aquí confluyen muchos factores.
L.C.V.: ¿Esta situación actual es culpa de quién?, ¿del Estado por no llenar el vacío de las
Farc tras el acuerdo de paz?
L.P.: Es una realidad que tras la salida de las Farc el Estado no copó esos territorios. Hoy
insistimos en la importancia de profundizar la implementación del acuerdo de paz, una
salida negociada con el ELN, y una política de sometimiento de las AGC a la legalidad. Si el
Estado no toma en serio estas propuestas, las comunidades del pacífico estarán sometidas
a la muerte.
L.C.V.: ¿Qué papel juega ELN en el Chocó?
L.P.: Utilizan el territorio como refugio para guardar personas secuestradas, han venido
asesinando personas, hay violencia sexual y física contra las mujeres. Para nosotros, todos
los actores armados que hacen presencia en la región se han convertido en un fenómeno
de muerte. Por eso le hacemos un llamado al ELN para que dé muestras concretas de querer
la paz.
L.C.V.: ¿Qué dice de la propuesta de la que habló el presidente para que esas curules sean
a través de los partidos políticos?
L.P.: Insistimos en la importancia de la implementación integral del acuerdo de paz. Allí se
planteó que estas circunscripciones tendrían un mecanismo y una fórmula específica para
elegirse. Dejarlas a merced de los partidos tradicionales es limitar la autonomía y la libertad
de las víctimas.
L.C.V.: Además de presencia militar, ¿qué más se necesita para que las cosas cambien en
Bojayá?
L.P.: La presencia militar es importante y es una obligación de Estado. Sin embargo hoy
todavía en Bojayá no se tiene un hospital de primer nivel para atender las enfermedades,
tampoco hay médicos ni la capacidad suficiente. El 50 por ciento de las comunidades no
tiene energía eléctrica. Se necesita un proceso de interconexión para que el fluido llegue de
forma permanente. No hay infraestructura escolar y tampoco docentes. Valoramos lo
hecho, pero se requiere una intervención más honda.
Las Farc se comprometieron con unas acciones reparadoras con el municipio de Bojayá, a
partir del acto en que pidieron perdón y esperamos que esas acciones sean llevadas a cabo
adecuadamente.
L.C.V.: Esas son necesidades básicas, pero eso no soluciona el problema económico de la
región…
L.P.: Claro que no. Bojayá necesita una propuesta productiva. La gente allí tiene una
vocación agrícola porque se da mucho el plátano, los cultivos de arroz. Allí hay una serie de
iniciativas de transformación del producto. Pero los costos para los campesinos para
transportar los productos son muy elevados, entonces se requiere una forma de transporte
fluvial para que los productores puedan llevar hasta Quibdó su comercio y ganen algo.
L.C.V.: Hoy que se revive la tragedia de Bojayá, 74 muertos durante un ataque con
cilindros bomba de las Farc, ¿qué piensa al ver a sus miembros en el Congreso?
L.P.: Yo soy una persona que he promovido la posibilidad de la reconciliación. Es importante
que estén allí, no tengo ningún inconveniente con eso. Lo que sí lamento es que los
gobiernos no hayan tomado una medida seria para garantizar la posibilidad de que las
víctimas se sentaran en el Congreso para expresar nuestras preocupaciones. El escenario
del Congreso es para ampliar la democracia.
L.C.V.: Usted siempre ha dicho que luego de la masacre, las Farc se llevaron personas vivas
y nunca se supo qué pasó con ellas. ¿Ya les contaron la verdad sobre ese hecho?
L.P.: En el marco del conflicto armado en la región hay más de 35 personas desaparecidas.
En el acuerdo de paz se planteó la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas
Desaparecidas. Esperamos que nos puedan dar respuestas sobre esas 35 personas. Los
colombianos debemos entender que el acuerdo integralmente es una forma de equilibrar
la cancha que ha estado tan desbalanceada en materia de derechos humanos para la
población rural, y especialmente para el pacífico.
L.C.V.: ¿Tiene miedo por lo que le pueda pasar debido a sus denuncias?
L.P.: Por supuesto que tengo mucho miedo y temor.
Daniel Coronell
La hojita olvidada
El acucioso Pretelt, que había presentado en dos meses su ponencia a favor de los
españoles, se tomó casi 22 para redactar la decisión que la anulaba.
El papel lleva más de un año a la vista de todos y contiene –aparentemente– el paso a paso
de un soborno millonario para comprar una decisión de magistrados de la Corte
Constitucional. Es una hoja de libreta, de esas que ponen en los hoteles para que los
huéspedes tomen notas. El hotel ya no existe con ese nombre. Para la época de los apuntes
se llamaba Trump Ocean Club y funcionaba en Punta Pacífica en la ciudad de Panamá. El
autor de las notas es un ejecutivo español llamado Edmundo Rodríguez Sobrino, presidente
de Inassa, la filial latinoamericana de Canal de Isabel II, multinacional española involucrada
en varias tramas de corrupción.
La primera anotación es la fecha: 12/09/15. Me llama la atención porque seis meses antes,
el 14 de marzo de 2015 para ser exacto, publiqué una columna llamada ‘Escobar & Pretelt’.
Allí mostraba que los nombres de los exmagistrados de la Corte Constitucional Rodrigo
Escobar Gil y Jorge Pretelt Chaljub –hoy condenados por el escándalo de Fidupetrol– habían
aparecido juntos en otro proceso. Un caso que empobreció a la ciudad de Santa Marta y en
cambio le dejó más de 50.000 millones de pesos a Recaudos y Tributos (R&T S.A.) una
empresa del cuestionado grupo Inassa. La columna y los documentos anexos se pueden
encontrar en semana.com.
Lo curioso es que la hojita de hotel, escrita por el presidente de Inassa y redescubierta por
el lector y tuitero César Marulanda (@cesarusa5), muestra hechos prodigiosamente
coincidentes. Empieza diciendo:
“2012. Inicio de esta alcaldía”. En ese año Carlos Caicedo, hoy gobernador del Magdalena
se posesionó como alcalde de Santa Marta y encontró que había heredado un contrato para
que un particular R&T S.A. recaudara los impuestos de la ciudad en contra de lo establecido
por la Constitución y la ley.
El acucioso Pretelt, que había presentado en dos meses su ponencia a favor de los
españoles, se tomó casi 22 para redactar la decisión que la anulaba.
El negocio para los españoles y sus socios era fabuloso porque se quedaban con el 7 por
ciento de lo que los contribuyentes pagaban en la vigencia corriente y el 13 por ciento de lo
recaudado en la vigencia expirada. La concesión le había costado hasta ese momento casi
32.000 millones de pesos a una ciudad ahogada en deudas. Por esa razón el alcalde Caicedo
inició un procedimiento administrativo para establecer la legalidad del contrato leonino, y
tratar de revocarlo.
—La tutela va en 3ª súplica en la Corte Constitucional (el alcalde se mueve para que la
revisen) ante PRETEL”.
La hojita olvidada 2
Evidentemente el 18 de octubre de 2012 la Corte Constitucional notificó que el caso había
sido seleccionado y debía ser decidido en una sala de tres magistrados. El ponente fue Jorge
Pretelt, quien con notable celeridad, en apenas dos meses, presentó su proyecto de
decisión favoreciendo los intereses de la multinacional española.
Pretelt logró hacer mayoría con el magistrado Alexei Julio. El tercer magistrado, Luis Ernesto
Vargas, salvó su voto porque consideró que la administración de la ciudad tenía razón en
revocar el contrato.
La hojita olvidada 3
El Confidencial, de España, que fue el primer medio que publicó el documento hace 14
meses, junto con las cifras resalta que hay dos directivos de Inassa cuyos nombres coinciden
con las iniciales GS y JN: Germán Sarabia, gerente de Inassa en Barranquilla y Jacobo
Noguera, gerente de R&T S.A. El mismo artículo indentifica a “Pacheco” como Víctor
Pacheco, el abogado condenado por el caso del soborno de Fidupetrol y principal testigo
contra Jorge Pretelt.
Frente al fallo antijurídico de los magistrados Jorge Pretelt y Alexei Julio, la ciudad de Santa
Marta interpuso un incidente de nulidad. La decisión fue anulada por la Corte Constitucional
en sala plena, incluso con el voto del magistrado Jorge Pretelt. Así como votó en contra de
la tutela de Fidupetrol por la cual ya fue condenado en primera instancia por concusión, es
decir por pedir plata.
Y aquí surge otra curiosidad. El acucioso magistrado Pretelt que había presentado en dos
meses su ponencia a favor de los españoles, se tomó casi 22 meses para redactar la decisión
que la anulaba.
La demora de Pretelt le costó a Santa Marta 19.715 millones de pesos adicionales que
entraron directo a los bolsillos de la empresa manejada por el autor de la reveladora hojita.
Vicky Dávila
Monsalve, un testigo blindado
Estoy convencida de que si los abusos fueran de un testigo a favor de Uribe, habría
portada en todos los medios y el debate no habría terminado.
Juan Guillermo Monsalve, el testigo estrella contra el expresidente Alvaro Uribe, goza de un
blindaje inexplicable y peligroso para encontrar la verdad y hacer justicia. Tanto, que resulta
sospechoso para los más suspicaces. El Estado tiene la obligación de protegerlo, eso no está
en discusión. Los investigadores aseguran que quieren matarlo. Otra cosa es que pueda
hacer lo que le da la gana en su sitio de reclusión. No nos digamos mentiras: Monsalve está
blindado porque su testimonio señala a Uribe.
Si fuese contra cualquier otro expresidente, quizá sería tildado de loco o de charlatán. Pero
no entraré en esas honduras. Es la Corte la que determinará si Monsalve dice la verdad o
no, aunque algunos solo estén dispuestos a aceptar que los magistrados condenen a Uribe
con ese testimonio.
Monsalve duerme en una cómoda habitación, sin rejas, cocina sus alimentos, tiene televisor
y puede recibir visitas. Ante estos privilegios, el testigo debería cumplir con unas
obligaciones mínimas: decir la verdad, no volver a delinquir y tener un comportamiento
intachable. Pero eso no parece ser lo que está ocurriendo. En un operativo sorpresa del
Inpec en la casa fiscal de La Picota donde se encuentra detenido, le decomisaron un celular,
un computador y una impresora. En el área común fueron hallados desde videojuegos hasta
whisky. Las autoridades también tienen unas fotografías que muestran al testigo
consumiendo licor con su papá, un hermano y un amigo, aparentemente en la visita que le
hicieron el 28 de diciembre. Todas las imágenes fueron colgadas en un perfil de Facebook
que manejaría Monsalve desde la cárcel bajo el nombre de Daniel Betancur. Este fue
cerrado tras la requisa. Otras informaciones de inteligencia hablan de que Monsalve tendría
actividades ilegales desde la reclusión. Eso debería ser investigado. Pero ¿quién se atreve,
si se trata de un testigo blindado?
Esta columna conoció que Monsalve habría aceptado su falta en el proceso disciplinario que
inició la dirección de La Picota en su contra por violar el régimen carcelario. Pero el Inpec
tiene las manos amarradas y muchas presiones. Por ser Monsalve quien es (el testigo
estrella contra Uribe), no pudo ordenar su traslado inmediato como lo haría en cualquier
otro caso. La Corte, que está en tiempo de vacancia judicial, tendrá que definir cuál será la
sanción para que el detenido esté seguro, pero que no abuse.
Estoy convencida de que si los abusos fueran de un testigo a favor de Uribe, habría portada
en todos los medios y el debate no habría terminado.
No puedo evitar decirles que me causó sorpresa que en las redes sociales se alzaran voces
importantes defendiendo a Monsalve y cuestionando a la ministra de Justicia y al director
del Inpec por haber ordenado y ejecutado el operativo. Si tenían información sobre los
excesos del testigo, su obligación era actuar, no ser cómplices. No sé si pretendían que se
hicieran los locos.
Otros, incluso, cuestionaron a SEMANA por publicar la noticia. Me pregunto si los
periodistas que critican se hubieran guardado la información solo por tratarse de Monsalve.
¡Grave! Estoy convencida de que si los abusos fueran de un testigo a favor de Uribe, habría
portadas en todos los medios y el debate no habría terminado. Ninguno habría descansado
hasta ver su traslado.
Los que están preocupados por los elementos que le fueron decomisados a Monsalve
pueden estar tranquilos. La ley dice que se trata de una violación al reglamento carcelario,
no de un delito. Así que estos serán devueltos por medio de un tercero que el mismo recluso
autorice. Mientras tanto, permanecen en cadena de custodia en el Inpec y nadie puede
tocarlos. Me da pena con sus defensores, pero el país sí debería saber qué hay en el teléfono
y el computador de Monsalve, con quiénes habla, qué dicen sus correos y cuáles son sus
movimientos desde La Picota. Al fin y al cabo, el testigo no podía tener esos elementos en
la prisión.
Entiendo que el tema Monsalve es muy sensible, ad portas de la definición de la situación
jurídica de Uribe. No se trata de desprestigiar al testigo, que en todo caso no tiene prestigio
porque es un delincuente consumado, condenado a 40 años de cárcel. Siempre será un
bandido. Tampoco denunciar sus excesos puede ser visto como un distractor que busca
ocultar una verdad. Se trata de ser justos, nada más. Los magistrados que han confiado en
él deben estar muy preocupados.
Ningún recluso debería tener privilegios. Ninguno. Todos deberían pagar sus penas o
afrontar sus procesos simplemente en condiciones dignas. Sin embargo, sé que el sistema
carcelario en Colombia fracasó por la corrupción. La plata y el poder lo pueden todo. Cuando
escribí esta columna, tampoco habían sido trasladados los compañeros de prisión de
Monsalve, Leonardo Pinilla, alias Porcino, procesado por el cartel de la toga y José Elías
Melo, expresidente de Corficolombiana, preso por Odebrecht.
No soy defensora de oficio de Uribe. Pero como he dicho en otras oportunidades, el
expresidente tiene que tener todas las garantías procesales, como cualquier colombiano —
ni más ni menos— y esto incluye que un testigo como Monsalve, que declaró contra él, no
esté blindado y se haya convertido en un intocable. Así, quieran o no, su testimonio genera
desconfianza. Si la Corte encuentra que Uribe es responsable de alguna conducta penal,
debe responder; eso tampoco está en discusión.
Salud Hernández-Mora
Claudia, líbranos de Petro
El problema para Petro es que en el universo de la izquierda también sienten cercana a
Claudia, representante de la nueva manera de hacer política.
Será el mejor antídoto contra el populismo destructivo de Gustavo Petro. Si a Claudia López
le va bien, no solo Bogotá sino Colombia ganarán. Su gestión, de resultar positiva, supondrá
un paso gigante para que un candidato razonable, y no un incendiario, venza en las próximas
presidenciales.
Aunque una parte de quienes detestan y temen a Petro piensan que ambos políticos son
idénticos, la verdad es que están en polos opuestos. Comenzando porque Claudia cree en
la democracia y respeta la Constitución, mientras que el ególatra los considera medios
necesarios ahora, y prescindibles después, para coronarse caudillo perpetuo, al mejor estilo
Evo Morales.
No olvidemos que Petro practica el peligroso juego de dividir a la sociedad, azuzando el odio
de clases, denigrando la economía de mercado y generando la percepción de que los
perversos son las víctimas que reclaman justicia y no quienes empuñan las armas con
cualquier excusa falaz.
Claudia, sin embargo, que fue una candidata dura y vociferante, comprendió enseguida que
una cosa es hacer campaña y oposición, y otra ponerse al frente del timón. Detuvo la
peleadera, se quitó los guantes, bajó del ring y comenzó a estrechar manos y tejer alianzas
con rivales. La carta de Duque que leyeron en su toma de posesión refleja el espíritu abierto
de los dos y las ganas de anteponer el interés general al particular. Ojalá que ni las ansias
presidencialistas del ministro de Defensa ni la presión de los antifuribistas del entorno de
Claudia interfieran en una relación beneficiosa para Bogotá.
Si bien lo que los bogotanos esperan es una alcaldesa concentrada en su ciudad, es
imposible desligar su papel del panorama general. Y el de América Latina es preocupante.
Que a estas alturas una propaganda muy bien orquestada consiga convencer a la región de
que el milagro chileno no es real, sino una distorsión informativa, que el país
latinoamericano que más progreso ha generado para los suyos requiere una cirugía de
fondo para transformarlo en un régimen estatista emite una clara señal de alarma.
Algo similar ocurre en Colombia, donde las marchas de 2019, que seguirán este año, sacaron
a flote el hondo resentimiento que late en una sociedad muy inequitativa desde tiempo
inmemorial. En un mundo de píldoras informativas superficiales, sesgadas y con frecuencia
mentirosas, resulta más fácil vender remedios populistas, resumidos en frases de impacto,
que los realistas, que siempre exigen, además de voluntad, tiempo, sudor y lágrimas.
El problema para Petro es que en el universo de la izquierda también sienten cercana a
Claudia, representante de la nueva manera de hacer política.
De ahí que muchos jóvenes, adictos a las redes sociales, vean en Petro al político de sus
afectos, al amigo de los pobres, el comprensivo con los vándalos, el exguerrillero que
encarna a Robin Hood, el progresista, el colega, el camarada. En suma, su candidato. Y no
son los únicos.
En la Colombia rural y en buena parte de la urbana, aún escucho de boca de adultos repetir
su nombre con esperanza porque, según dicen, es quien piensa en ellos, los invisibles, los
marginados, el líder que destronará a las élites capitalistas, incluidos medios de
comunicación hostiles a su causa.
El problema para Petro es que en el universo político y social de la izquierda también sienten
cercana a Claudia, hija de clase media que escaló con propio esfuerzo y meritocracia, sin
más pasado que barrer bajo la alfombra y representante de la nueva manera de hacer
política que pide la gente. Y cuenta con la simpatía de la influyente y aburridora secta de los
políticamente correctos, a la que pertenece un gran número de líderes de opinión.
Al adivinar que será una enemiga a batir, Petro comenzó sus ataques, no porque la vaya a
enfrentar en 2022, cuando no podrá estar la alcaldesa, sino por el espacio político que le
arrebata. Es consciente de que si no lo conquista, no gana.
NOTA: Regresó alias el Paisa –Hernán Darío Velásquez– a su reino de Huila y Caquetá, y
quedaron sus socios Santrich e Iván Márquez en Venezuela, protegidos por Maduro. En
Algeciras, Huila, ya dejó su impronta sanguinaria. Van tres muertos con Mireya, que
perteneció a las Farc, según vecinos que la estimaban. Habrá más desplazamientos y
asesinatos de civiles, de exguerrilleros y disidentes que no se sometan a las nuevas Farc-EP
que presentaron en agosto pasado en sociedad.
Es el matón por excelencia, un capo vengativo y peligroso para todos y con redes bien
estructuradas en provincia y en Bogotá, donde puso la bomba de El Nogal. El Ministerio de
Defensa y la cúpula de las FF. MM. no lo metieron en el cuadro de los criminales más
buscados por matar exguerrilleros, cuando debía figurar en primer lugar. Error que seguro
corregirán. No hay que esperar a que siga asesinando. Pregunten en Miravalle.
Alfonso Cuéllar
La JEP contra el reloj
Ya es hora de que conozcamos decisiones de peso sobre comandantes guerrilleros, al fin y
al cabo deben pagar por sus delitos.
La Justicia Especial para la Paz nació coja. Es una realidad para asumirla y no esconderla. De
nada sirve tapar el sol con un dedo porque para empezar, la distorsión genera desconfianza.
A mí, personalmente, me produce mucho malestar porque dificulta la toma de decisiones
en un tema fundamental.
La decisión de crear una comisión para escoger a los magistrados de la JEP fue una
equivocación, y se alertó desde el principio. Era un riesgo innecesario que se pudo corregir
cuando se hizo la renegociación del plebiscito en 2016. La credibilidad de la JEP estaba en
juego y muy a su pesar, no se cambió. La realidad es que el Comité de Escogencia no quedó
bien conformado cuando se seleccionó hace ya tres años.
No ayudó que tres de los cinco designados fueran extranjeros con posición política
antimilitar. Es histórica la posición de la fuerza pública de desconfianza ante las ONG. Una
desconfianza que se mantiene al día de hoy.
Es una estrella escarlata que afecta a los magistrados. Ignorarlo es un error. Se ha
convertido en la bandera de batalla de quienes ganaron el plebiscito. El Centro Democrático
lo convirtió en su eslogan de acabar con la JEP. Esa actitud se mantiene.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez lo plantea continuamente y se queja de la falta de
mayorías en el Congreso que permitan reformar la JEP. El problema es que ya salió el tren:
la JEP existe. Intentaron cambiarla el año pasado y fracasaron estrambóticamente, les
dieron una paliza en las dos cámaras.
Lo que hay que cambiar es de estrategia, porque coja y todo, la JEP nació para quedarse. A
pesar de todas las críticas y reservas sobre el método para conformarla, los magistrados
han respondido. Alterar a estas alturas su trabajo es contraproducente. Es mejor trabajar
con ellos.
Evidentemente no será sin contratiempos y varios del Centro Democrático se opondrán, es
de esperar. Pero es lo que hay: una oportunidad de construir y no destruir. De adelantar y
no echar para atrás.
Ya es hora de que conozcamos decisiones de peso sobre comandantes guerrilleros, al fin y
al cabo deben pagar por sus delitos.
La JEP tiene desafíos que se pierden por el debate de su supervivencia. Al quitar las dudas
sobre su existencia, salen a relucir temas de funcionamiento. Allí tienen que mejorar. Y no
me refiero al caso de Jesús Santrich.
Ya lleva más de un año funcionando y no hay condena alguna. Parecería que les interesa
más la forma que el fondo. Muy preocupante. La paz gana adeptos con acciones. No es
difícil; los guerrilleros tiene mucho delito ya confesado. No hay que arrancar de cero.
El país espera resultados rápido y castigos ejemplares. El apoyo al acuerdo de paz no le quita
la responsabilidad a la Farc. En los últimos meses, se desvirtuaron estos victimarios. No es
factible lograr la paz si la Farc no ponen de su parte.
Allí el papel de la JEP es fundamental: es a ese tribunal al que le corresponde imponer las
penas. Tienen un amplio campo para generar precedentes. Por ejemplo, es inaceptable que
un condenado de la Farc siga en el Congreso. Va en contravía de los derechos.
Esto se logra con una JEP empoderada, no una débil. Pero la única manera de ganar puntos
es logrando hechos; hay que actuar. Y allí, francamente, la JEP va lenta.
Ya es hora de que conozcamos decisiones de peso sobre comandantes guerrilleros, al final
y al cabo deben pagar por sus delitos. Así lo acordaron en La Habana. No se puede perder
el norte; la justicia a la Farc era una piedra angular. Hay que cumplir con el deseo y
expectativa de las víctimas. Es lo mínimo.
La justicia a lo colombiano es original para el mundo. Nunca se había combinado justicia
sancionatoria con restauradora. La JEP tiene la obligación de fijar unos límites y está
corriendo el tiempo. ¿Cómo se definirá el sitio de reclusión que no es una cárcel? Nadie ha
propuesto una opción que cuente con el visto bueno de todos.
Nada fácil el tema. No hay oportunidad para los enemigos del acuerdo que quieren algo
imposible, que es ver a un guerrillero en pijama de rayas. No va pasar.
Ese es el quid del asunto: la JEP pierde con cualquier solución. Eso explica la reticencia a
proponer opciones. Sin embargo, este año es el día D para el tribunal y sus 38 magistrados.
Han sido serios: se han reunido con abogados de la Corte Penal Internacional de La Haya y
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de San José. Entienden que el apoyo de
la comunidad internacional es crítico. Que con esa bendición, pueden resistir la andanada
doméstica. Lo importante es romper el statu quo; la JEP pierde si todo sigue igual.
Antonio Caballero
Asesinatos
Hasta los nazis, que eran una pandilla de bandidos sin ley, se abstuvieron de bombardear la
casa de Churchill cuando estuvo a su alcance.
Rompe el derecho de la guerra el presidente Donald Trump al mandar matar al general
Qasem Soleimani, segundo hombre del régimen iraní. Porque a los jefes no se los mata. Es
como en el juego del ajedrez: al rey se lo amenaza y se lo acorrala, y ahí se termina la partida.
Pero no se lo come nadie: ni la torre, ni la reina, y mucho menos un peón. La persona del
rey es inviolable. Y así ha sido a lo largo de la historia, porque los reyes tienen entre sí una
solidaridad mayor que la que pueda tener cada rey con sus súbditos: con su pueblo. A los
reyes, a los jefes de Estado, a los primeros ministros o a los altos generales de un país los
pueden matar sus propios pueblos. Pero sus enemigos, no. Es por eso que el asesinato con
dron del general Soleimani, ordenado por el presidente Donald Trump, no es una simple
decisión de Estado, sino un crimen de guerra.
La tradición viene –o el derecho– de los romanos, que inventaron el derecho: “Roma no
paga traidores”, sentenció el Senado romano al rechazar el asesinato en Hispania del
rebelde lusitano contra Roma, Viriato, en el siglo segundo antes de Cristo. Y hasta en las
guerras civiles: Julio César hizo ejecutar a los asesinos que le entregaron la cabeza cortada
de su adversario Pompeyo. Pero, más allá de lo tradicional y lo jurídico, lo de no matar a los
jefes enemigos es más bien un imperativo ético, por injusto que pueda parecer: siempre se
ha considerado más respetable y legítimo exterminar a todos los soldados de un ejército
que matar a sus jefes, y se ha tenido por más limpia y respetable una guerra que un
homicidio. Será inmoral, pero es así. Y desde hace varios siglos esa prohibición está
consignada en tratados internacionales sobre las leyes de la guerra. Así los ingleses no
ejecutaron a Napoleón, y los aliados no ahorcaron al Kaiser alemán cuando terminó la
Primera Guerra, ni en la Segunda trataron de asesinar a Hitler, y hasta los propios nazis, que
eran una pandilla de bandidos sin ley, se abstuvieron de bombardear la casa de campo de
Churchill cuando estuvo a su alcance.
Hasta los nazis, que eran una pandilla de bandidos sin ley, se abstuvieron de bombardear la
casa de Churchill cuando estuvo a su alcance.
Porque por lo general ese tabú se ha respetado. Salvo, en los últimos tiempos, por parte de
dos países, que se consideran ambos elegidos de Dios, y por consiguiente por encima de las
leyes de los hombres: Israel y los Estados Unidos.
Israel ha asesinado a varios dirigentes de la resistencia palestina, a veces por teléfono, como
en el caso de Yahie Ayash, a quien le estalló el suyo en el oído. Tal vez también al propio
Yasser Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, envenenándolo en su casa
presidencial de Ramala con un compuesto radiactivo. Los Estados Unidos lo han intentado
muchas veces, y logrado unas cuantas, con bastantes dirigentes de países extranjeros que
han considerado sus enemigos. El almirante japonés Isoroku Yamamoto en 1943. Y es
curioso que los comentaristas norteamericanos que en estos días han escrito sobre
Soleimani no mencionan sino ese caso, ocurrido en plena guerra abierta, y no los varios
ejemplos de dirigentes latinoamericanos asesinados por los Estados Unidos en tiempos de
paz: el dominicano Trujillo, el panameño Torrijos, el ecuatoriano Roldós, el chileno Allende.
O el cubano Fidel Castro, objetivo superviviente de por lo menos ocho tentativas de
asesinato de la CIA. “Despreciables criaturas”como llamó en su momento a los dirigentes
colombianos el presidente Teodoro Roosevelt cuando se negaban a entregarle el canal de
Panamá. Y otros extranjeros más, también de razas consideradas por ellos inferiores: el
congolés Lumumba, el iraní Mossadegh, el iraquí Sadam Hussein, el libio Gaddafi.
Y no solo ordenaron tales crímenes presidentes norteamericanos guerreristas (como, por
lo demás, lo han sido casi todos: Kennedy, Johnson, Nixon, Reagan, los dos Bush; y de ahí
para atrás), sino incluso aparentes mansas palomas como Carter y Obama, que recibieron
sendos Premios Nobel de la Paz. Bajo Carter, la CIA organizó el asesinato del arzobispo
salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, incómodo para las operaciones del gobierno
norteamericano en América Central. Bajo Obama, el Pentágono mató en Pakistán al jefe de
Al Qaeda, Osama bin Laden, ante los gritos de gozo de la entonces secretaria de Estado,
Hillary Clinton. Y con varios jefes de la guerra civil yemení, Obama estrenó el método del
asesinato por dron teledirigido desde Washington: el mismo que Donald Trump acaba de
usar para dar muerte a Soleimani.
Para los Estados Unidos, no. Les complica la vida en el barril de pólvora del Medio Oriente.
Pero para Donald Trump, personalmente hablando, sí. Además de que distrae la atención
sobre el juicio de su impeachment, parece convertirlo en un verdadero “presidente de
guerra”, que es lo que más admiran los electores rasos norteamericanos. Y en particular los
partidarios de Trump: blancos y pobres. Los hace sentir fuertes, temidos, superiores, al
menos al principio de sus guerras. Después, cuando las empiezan a perder, el presidente de
los Estados Unidos es ya el siguiente.
Pero a Trump, por eso, lo van a reelegir. Y seguirá perdiéndolas.
–Esto es un desastre, Claudia, son un desastre: a Carlos Holmes le conseguí reunión con el
Pentágono, pero no hace nada: no tiene una agenda, no tiene una estrategia. El Pentágono
parece una ONG. Y mi Milo no está caliente.
Sin embargo, al final de la semana las aguas parecían regresar a su cauce, aunque en manos
del presidente de Estados Unidos todo resulta incierto.
La tercera guerra mundial es una oportunidad de oro para que se luzca Carlitos Holmes.
¿Habrá una tercera guerra mundial? El amago le conviene a Trump: es una cortina de humo
a la medida para distraer el juicio que prospera en su contra, y de paso asegurar su
reelección. Una estrategia que podría calcar de modo idéntico Álvaro Uribe para inventar
una guerra contra Oriente Próximo, es decir, Venezuela, desviar la atención sobre su caso
judicial y hacer elegir “al que diga Uribe” en 2022, que a mi juicio podría ser Rafael Nieto
(en caso de que durante la guerra no lo necesiten en calidad de petardo). O el propio Carlitos
Holmes, que ha hecho un trabajo soñado como ministro de Defensa. Saldría a tomarse el
mundo de la mano del general Zapateiro. Lanzarían una bomba al aeropuerto de Maiquetía.
El hongo del humo parecería un homenaje al peinado de Pachito Santos.
¿Habrá una tercera guerra mundial? Expertos aseguran que la lluvia de misiles acabaría con
nuestra especie. En ese caso, en la casa no nos hemos debido meter en la costosa
remodelación del estudio, que nada que terminan.
La tercera guerra mundial es una oportunidad de oro para que se luzca Carlitos Holmes.
–Entonces ofrezcamos la información que tenemos sobre el cartel del golfo. Y sugiramos
que sometan a forcejeos a los de Hizbulá.
En el pesebre de Duque
Podrá ofrecer al Gobierno amigo de los Estados Unidos lo mejor de nuestra inteligencia
militar. Enviar un contingente del Esmad a Oriente Medio. Embutir ayatolas en carros sin
marcas de la Policía. Enviar a Teherán a los Name idem, los Name Teherán, para que
corrompan el sistema. Pedir a la vicepresidenta que acuse, sin pruebas, la presencia de
rusos en el envío de misiles y pregunte a Alí Jamenei, durante sus rezos, a quién le está
gritando. Ofrecer asesoría al ayatola del Valle de Aburrá para exportar al Medio Oriente su
concepto de asesinatos aplazados. Y permitir que el Pentágono estudie a fondo a Alejandro
Ordóñez para averiguar cómo funciona la mente de un fundamentalista religioso.
Con semejante asesoría, Irán quedará en las ruinas. Y durará en reconstruirse lo mismo que
la eterna remodelación del estudio de mi casa.
CONFIDENCIALES
La medida de despedida de Enrique Peñalosa que le permite no tener pico y placa en Bogotá
al que pague 4 millones de pesos al año ha sido ampliamente criticada como inequitativa y
discriminatoria. Por eso, llamó la atención una columna de Luis Guillermo Vélez en la que
asegura exactamente lo contrario. Su argumento es que hasta ahora los únicos que podían
evitar el pico y placa eran los ricos con carro blindado o con dos vehículos. Gracias al nuevo
decreto, los profesionales de clase media podrían acceder a ese privilegio.
La familia Galán se encuentra en una encrucijada: cuál de los hermanos, Juan Manuel o
Carlos Fernando, debería aspirar a la presidencia en 2022. Por el millón de votos que sacó
Carlos Fernando en Bogotá contra Claudia López, se pensó que él era el primero en la fila.
No es así por ahora. Después de largos debates familiares, la cosa va en lo siguiente. Juan
Manuel iría por la presidencia en 2022 y Carlos Fernando por la Alcaldía de Bogotá en 2023.
De tener éxito, sería la primera vez en la historia del país en que los dos cargos de elección
popular más importantes quedarían en manos de dos hermanos.
Una de las primeras medidas de Claudia López como alcaldesa fue poner en práctica algunos
de los puntos de la consulta anticorrupción no aprobados. Uno de estos era difícil de
cumplir. Les pidió a sus secretarios que hicieran una relación, tanto en Colombia como en
el exterior, de sus inversiones y de las de todos sus familiares hasta el cuarto grado de
consanguinidad. Pese a las buenas intenciones, pocos colombianos conocen las finanzas de
sus primos, o incluso de sus hermanos.