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EL CAMINO DEL HOMBRE Y EL DE DIOS

(Proverbios 16:25)
INTRODUCCIÓN:
Todos los hombres tienen cierto camino en el que andan, algunos muy respetables, otros más
modesto o más desordenado, y otros realmente al azar. En el libro de los Proverbios el autor da
muchos consejos para los hombres en cualquier circunstancia, y en el presente pasaje hallamos
una advertencia muy notable.

1. Ha de ser un camino bien escogido:

Esta es la gran prerrogativa que Dios ha dado a los seres libres y es natural que cada hombre
escoja lo que mejor le parezca, pero como tiene el entendimiento distorsionado por el pecado,
muchas veces pensando escoger lo mejor escoge lo peor, y esto por varios motivos.

2. Escoge su camino sin consultar la voluntad de Dios: «Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas», dice el profeta en el gran capítulo evangélico (Is. 53:6).

a) Su camino indica una preferencia puramente personal: hay miles, por no decir millones, de
caminos que todos parecen rectos al que los ha escogido.
b) Puede ser por imitación: las ovejas se siguen las unas a las otras; así las generaciones de la
humanidad siguen las unas tras las otras, constituyendo lo que llamamos culturas o
civilizaciones.
3. Motivos por los que el camino personalmente escogido puede parecer derecho:
a) Es un camino popular: todos, en general, lo siguen. Todos hacen lo mismo, dicen en general
los jóvenes al argumentar con sus mayores acerca de alguna novedad.

b) Es el camino fácil, que nadie critica.

c) Es el camino de éxito, muchas veces no siempre; pero cuanto más torcido es, con tal que no
choque con las autoridades, es el más fácil. Los mundanos tienen un refrán que dice: «Hay que
buscar la moral en el código penal». Pero los cristiano replica: «Hay que buscar la moral en la
voluntad de Dios, expresada no sólo en los Diez Mandamientos, sino en el contenido general de
las Sagradas Escrituras».

4. Lleva a un fin desastroso:


a) La muerte física: todo llega al mismo fin: «Por tanto, todo es vanidad» (Ec. 1 y 2).

b) La segunda muerte, la condenación, que implica, según las obras de cada uno:
—Quedar destituido de la gloria de Dios (Ro. 3:23).

—Ser alejado de la presencia de Dios (Mt. 7:23).

—Las tinieblas de afuera (Mt. 8:12).

—Destrucción del cuerpo y del alma (Mt. 10:28).

—Ser echado a la Gehenna, al fuego inextinguible (Mr. 9:43; Ap. 20:15, 21:8).
CONCLUSIÓN: ninguno de estos fines es deseable para el alma verdaderamente juiciosa y
pensadora; por tanto es indispensable abandonar el camino errado, aunque a nuestro juicio lo
hayamos tenido como verdadero, o bastante recto, y dar el paso decisivo del arrepentimiento
y la fe que nos introduzca en el camino de Dios.

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