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jueves, 3 de noviembre de 2016

Julio Argentino Roca


Leonardo Dino CAJAL

¿Por qué Roca?

Julio Argentino Roca fue un hombre del norte de la Patria, nacido en la provincia
de Tucumán, en una Argentina pre capitalista que al no tener contacto con las
nuevas olas, conservaba la pureza del espíritu nacional que se fue apuntalando
entre tradiciones, caballos y campo. Estas características, ese sufrimiento y
penar del interior, lo hicieron diferenciarse del habitante común de la ciudad
puerto, y lo acompañará hasta casi el final de su vida política.
Fue hijo del coronel José Segundo Roca y Tejerina que integró el Ejercito del
Norte y participó del Ejercito Libertador del General San Martin en la campaña
al Perú, que luego pasará a estar a las órdenes del Mariscal Sucre; y que
también combatió contra las fuerzas Imperiales junto al General Lucio V.
Mansilla.
Segundo luchó en varias batallas intestinas hasta que, una vez estallada la
guerra del Paraguay, partió a combate junto a sus hijos Ataliva, Celedonño,
Julio Argentino, Rudencindo y Marcos.
Su madre fue Agustina Paz Mariño de Roca fue quien decidió llamarlo así, esto
lo explica en una carta dirigida a su esposo que al momento de nacer el quinto
hijo se encontraba en campaña, “Nuestro hijo se llamará Julio por nacer en
ese mes glorioso y Argentino porque confío en que sea como su padre un
fiel servidor de la Patria”
De muy joven, Julio Argentino, se vio atraído por la profesión militar, fue
entonces que durante sus estudios en el Colegio del Uruguay de Entre Ríos, se
anotó en las clases de instrucción militar y tiempo después, sin dejar sus estudios
ingresó al Ejercito de la Confederación con el cargo de alférez de artillería
recibiendo su bautismo de fuego en la batalla de Cepeda en 1859.
Con tan solo 17 años Roca participa como teniente de artillería en la batalla de
Pavón, en donde se destaca su valor por salvar cañones de la batería y es
ascendido a teniente primero.
Con la muerte de Alsina, Ministro de Guerra de Avellaneda, Roca ocupa su lugar
y comienza su tiempo. Como buen hombre de armas termina con el nudo
gordiano que representaba la frontera con el indio en el desierto. Un verdadero
problema que azotaba desde hacía tiempo las poblaciones del sur de la campaña
que sistemáticamente eran saqueadas por malones que provenían del otro lado
de la cordillera e intercambiaban ganado robado con los mercaderes ingleses de
los puertos chilenos. Una especie de ejército de desgaste constante.
Muchos “librepensadores” de la historia atribuyen a Roca el genocidio de lo los
pueblos originarios, una falacia absoluta, un error recurrente de aquellos que
confunden métodos y miden con valores actuales hechos del pasado,
desconociendo la idiosincrasia de una época y el atravesamiento ideológico en
relación tiempo y espacio. El positivismo ya se había instalado en América,
seguro que de forma diferente a Europa, acá se adentró a sangré de criollo y
pólvora. Sea ese el verdadero genocidio, pero esto ocurrió mucho tiempo antes
y no sobre poblaciones de “originarias” sino sobre el componente hispánico que
finaliza en la guerra del Paraguay.
Fueron esos “civilizadores”, Bartolomé Mitre a la cabeza, quienes comienzan con
esta infamia sobre Roca que desde las columnas del diario La Nación, órgano
de difusión del mitrismo, el 16 de noviembre de 1878 se utiliza por primera vez
en la historia el termino Lesa Humanidad para referirse a él. Una campaña
sistemática de desprestigio que se intensificará luego con un hecho que traerá
fin al enfrentamiento entre “interior” y Buenos Aires, la federalización de la
ciudad, sellada durante la batalla de Puente Alsina, en 1880, que de haber
triunfado las tropas mitristas al mando del Gral. Arias hoy estaríamos frente a
la República del Plata, dado que la segregación de la provincia de Buenos Aires
hubiera sido de carácter definitivo.
Julio Argentino Roca es una figura controversial, contradictoria y discutida, pero
innegablemente continuador de un proyecto de País que pareció desaparecer
luego de la Batalla de Pavón, cuando Buenos Aires sentenció al gaucho y al
caudillo, representantes naturales de la Patria Federal a la desaparición, y que
casi sin fuerzas intentará erguirse en figuras tales como el Chacho
Peñaloza, Felipe Varela y López Jordán; y que la Guerra de la Triple Alianza
tendrá efectos devastadores.
El mérito de Roca no fue su figura, sino y sin ninguna dudas, fue lo que
representó el roquismo; ese movimiento que supo encuadrar y ser continuador
de una generación del ´80 hija de la generación del Paraná, esa que surgió en
momentos de la separación de la Provincia de Buenos Aires y que estuvo
conformada por personajes fuera de la órbita de Entre Ríos que apoyaron a
Urquiza. Entre ellos se encontraban a los viejos guerreros de la independencia,
Alvarado, Guido, Pedernera, Iriarte, Espejo y Roca, y también a toda la columna
de pensadores nacionales de aquel entonces que nutrió a la generación del ´80,
Vicente Quesada, Carlos Guido y Spano, Lucio V. Mansilla, Nicolás A Calvo,
Benjamín Victorica, Mariano Fragueiro (quien por encargo de Urquiza y siendo
Ministro de hacienda de la Confederación Argentina, realizó la Constitución
económica y además experimentó en un proyecto ferroviario en forma de
columna vertebral que iba de norte a sur y era atravesando por múltiples trazados
de este a oeste) y el pensador más grande que ese siglo iba a dar, José
Hernández.
Todos ellos, salvo algunas excepciones, sostuvieron la figura de Roca en el
poder.
Los hermanos José y Rafael Hernández, Miguel Cané, Florentino Ameghino,
Adolfo Saldías, Eduardo Wilde, Pascasio Moreno conformaron la maquinaria
intelectual conducida por Roca que tiempo más tarde y nuevamente con este en
su segunda presidencia, continuará en la generación del ´900, Manuel Ugarte,
Del Valle Iberlucea, Alfredo Palacios, José Ingenieros, Roberto Payró, entre
otros. Una generación relacionada con el socialismo de Juan B. Justo pero que
no dudará en abandonarlo en lo inmediato por su lejanía al pueblo y proximidad
a los intereses de las elites, rasgos comunes que caracteriza hasta nuestros días
a las izquierdas autóctonas.
Muchos de pensadores de esta generación serán continuadores de un
pensamiento nacional y actuarán como el recorrido de un pincel que colorea de
americanismo al radicalismo, servirán de inspiración para FORJA y recalarán en
el final en el movimiento nacional por antonomasia del S. XX, el peronismo. Tal
es el caso de Manuel Ugarte, que inspiró la Reforma del 18 y aportó el concepto
de Patria Grande en distintas expresiones nacionales de toda Iberoamérica.
“Lo que urge es reaccionar contra las malas costumbres políticas, contra los errores endémicos, contra
la absurda organización de nuestras repúblicas, si es que hemos de llamar "organización" al dominio
de una oligarquía o de una plutocracia que nunca tuvo más visión de la patria que sus conveniencias.”
Manuel Ugarte. Manifiesto de APRA. Perú, 1930
Julio Argentino Roca fue presidente en dos oportunidades 1880-1886 y 1898-
1904 y algunos de sus logros fueron:
La ley 1420 de educación Común, creando más de 600 escuelas y elevando el
número de docentes a más de 3500, posibilitando el ingreso de casi 100 mil
alumnos; la ley 1130 de unificación de moneda, organizó los territorios
nacionales; fundó el Municipio de la Ciudad de Buenos Aires; creó los
tribunales de Justicia local, emprendió las obras de Salubridad, contrató la
construcción del Puerto Madero, creo el Registro Civil de Capital Federal y en
los Territorios Nacionales, dio el primer paso para la ley de Matrimonio Civil.
Además reinstauró la Ley de Aduanas que había sido dictada por Rosas en
1835, federalizando el puerto y con esto favoreció a las industrias locales de las
distintas regiones del país, se entiende que casi 30 años de librecambio había
aniquilado no solo a las poblaciones criollas sino al proceso pre-industrial
autóctona, con esta política proteccionista comenzó a desarrollarse una prospera
industria argentina en diversos rubros en diversos zonas del país, Mendoza, San
Juan, Tucumán, Santa Fe, Salta, tales como jabón, vino , cerveza, cigarrillos,
calzado, vestidos, maquinaria agrícola y gráfica.
Por causas relacionadas a la persecución del criollo llevadas a cabo durante la
primera parte del proceso de organización nacional, el país llega a los ´80 con
poca población, y en 6 años de gobierno roquista llegan al país casi 400 mil
extranjeros. El sueño sarmiertino de sustituir a la población “bárbara” se había
consolidado en parte, porque los inmigrantes que llegan se caracterizaron por
ser de las clases bajas, ignorantes en su mayoría, producto del descarte
capitalista por el excedente de mano de obra en una Europa.
La maquinaria estatal roquista tuvo que hacer frente a esa inmigración que marcó
a fuego las calles porteñas con el cocoliche tan particular. No solo tuvo que ser
distribuida sino, que tuvo que ser re-culturalizada con sentir nacional. Este
proceso tomará algunas décadas pero dará sus frutos y llegará a conducir los
destinos políticos de la Patria en el Primer Yrigoyenismo.
Además moderniza la ciudad de Buenos Aires, que hasta 1880 era un gran
humedal. También estableció a través del Coronel Ricchieri la ley de servicio
militar obligatorio, producto de la combinación entre la necesidad de una unidad
militar unificada y moderna, la pasión militar forjada y heredada de su padre y su
pasado urquicista con sabor a un federalismo de un país profundo que no logra
organizarse e institucionalizarse de manera concreta, pero que inmediatamente
después de ser presidente de la Nación, este, sienta las bases de una moderna
institución castrense, e instala de manera definitiva la estructura de verdadero
ejército nacional, cuyo pasado se encuentra en la Reconquista, su valentía es
tomada de las montoneras y su componente es enteramente popular.
Durante su segunda presidencia Roca, centró toda su obra de en dos grandes
cuestiones, la social y la internacional.
Como se dijo anteriormente la generación del 900 marcó con su impronta este
periodo, y Roca supo interpretar los pedidos de una sociedad que se alineaba a
las nuevas demandas sociales.
“las huelgas desatadas por aquel entonces, por un movimiento obrero de
características anarcosindicalista había puesto a la oligarquía en alerta, es así que la
intelectualidad socialista sugirió a Roca la creación de un Código de Trabajo. El
encargado fue su ministro del Interior Joaquín V.Gonzalez y fueron sus
colaboradores todo la llamada juventud dorada de la izquierda, Manuel Ugarte,
delegado del socialismo argentino en la Segunda Internacional en Bruselas, Enrique
del Valle Iberlucea, miembro del C. E del Partido Socialista, Augusto Bunge,
dirigente del mismo partido; el ingeniero Bialet Massé y Leopoldo Lugones, José
Ingenieros que apoyó el proyecto y el diputado Palacios.
A pesar de eso el partido Socialista de Justo comenzó una campaña en contra al
proyecto. Roca planteaba en el Código de 1904 la sanción de una ley que establezca:
jornadas de 8 horas, limitación de las horas de trabajo de los jóvenes obreros; la
supresión del trabajo nocturno, descanso semanal de 36 horas continuas (sábado
ingles); la prohibición de trabajar a los niños menores de 14 años, la exclusión de las
mujeres de ciertos trabajos; el salario mínimo para trabajadores del Estado, el
alojamiento higiénico de los obreros y la seguridad en el trabajo; las responsabilidad
patronal por los accidentes, el reconocimiento de las organizaciones obreras, lao
tribunales mixtos de obreros y patrones. Todo esto, ante la negativa de los socialistas
deberá esperar a una revolución que se dará 40 años después. “(Jorge Abelardo
Ramos, Del Patriciado a la Oligarquía)
La otra cuestión fue la internacional en la que la política fue signada por
la doctrina Drago que luego de los hechos sufridos en la hermana República de
Venezuela por potencias extranjeras, estableció que la deuda pública no puede
dar lugar a la intervención armada.
Esa intervención diplomática argentina terminó con la aceptación de la postura
Drago y hoy se la conoce como “Doctrina Drago” utilizada reciente por la
Argentina frente a distintos embargos en los conflictos con los fondos buitre.
Por esto, por la presencia en la Antártida, el afianzamiento territorial, la unidad
continental y por mucho más, es necesario recordar a Julio Argentino Roca,
porque si hay una figura vituperada en este último tiempo es la suya. Es el
progresismo autóctono, ese ser inacabado, que distinto al de inicios del siglo XX,
naufraga en las resmas manchadas de difusa traducción, niega su identidad
mientras vocifera ser ciudadano del mundo y al mismo tiempo desconoce la tierra
que vio nacer, se postra ante los métodos mitristas, y en su incomprensión con
los procesos de liberación, abocó a la idea de “desmonumentar” la figura de
Roca.
Sostengo que el progresismo y sus variantes son fuerzas antagónicas a los
intereses de la Patria, y hoy embanderados en Frankfurt imponen desde las
usinas del pensamiento liberal, universidades, profesorados y demás
academias, la nueva historia oficial donde la dialéctica desplaza e invisibiliza al
pueblo en su conjunto y su causa.
Y pensar que lo llaman el padre de la oligarquía y genocida de los pueblos
originarios.
By CENTRO DE ESTUDIOS HERNANDEZ ARREGUI en noviembre 03, 2016
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