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• Í:l Señor Presidente de la Galicana

V"en<Jo ef Ibwt a. ea, &ooLe--


. crte "Un eco de
;¡. Hahnemann. en los Andes," tta.&a.-
I jo ea, &Perrwjan,-

l::j t... 11). o;Í;a, rrutMta, 'j¡U< tw" .....tw


"-
me. oonw fa, ft&etta,d de a tan,

'\ &fe ef I1'lR!Üto de


((¡ fa, CWwUt en, ma;.}

Mojet CO!1J ef con, qfte

nuÚ,

Bogotá, julio 4 de 1863•

..
UN .ECO DE' HAHNEMANN 'EN LOS ANDES.
The position some men hold in the mc-
dicál profession, and which they h:we rea-
.<;hed af'ter years of labo'ur, doutless rnakes
:. them shrink from investigating a subject,
'theestablishment ofwhich asa truth would
fmstrate all their cherished hopes.
])1'. ¡;Jrwl'y.

r.
Entre los hechos notables debidos a los progresos científicos mo-
dernos, hai uno de grande importancia para la moral relijiQsa i para
verdad profana enjenera1: la aparicion elel Hombre sobre la haz
del globo ..
La J eolojía ha puesto en relieve la gran novedad ele la presencia
de nuestro sér en la creacion, como un hecho que acredita su superio-
ridad en el órden orgánico. Fué llreciso preparar el imperio ántes
que apareciese el monarca 'que ucbia rejirro. Por ,eso el Hombré no
vino, sino cuando el todo h-abia recibido de Dios el órdea i la al'mo-
'nía necesaH.os. El mundo primitivo no fuó sino un gran bosquejo, que
mas tarde sufrió el 'pulimento de los siglos;' 'perdiendo ersas formas
abrnptas, esos séres jigantescos, que vivieron i pasaron ,sin haber cono-
cido al Rei elo la tierm.
La metafIsica podria probar siempre que el Hombre no 'ha existi-
do de toda eternidad; pero hoi, el vasto archivo que por largas cen-
tm:ias -guardaron en silencio las entrañas de la :tierra, ha pnest@ en
evidencia la apaücion de nuestra especie, nueva en presencia de los
monstruosos esqueletos de animales acaso inc01;npatibles con la débil
existencia de nuestros primeros padres.

n.
De esta primera pareja pl'1l'a acá, todo ha sufrido un cambio ese n-
cialfsimo. · que no nacieron, vieron na "el' de sí t1. otr0s séres se-
mejantes, .frutos armonías a, que no debieron la vida .... La '
vida! ese lmpulso Jenerador elel orgamsmo, que en el oscuro seno de
mujer, empuja silenciosamente la materia hácia las formas, hasta
convertir un punto, casi imperceptible, en el bello conjunto qüe
tituye un miembro completo do la especie humana! ¿ 1 qué impbrtall
los espermatozoarios,' ni la cuestion de saber si-son verdaderos ani-
málculos, o formas elementales ele, buestro organismo? El estudi o de
la emb¡;iojellia, ¿ podrtí. dejar de ver jamas clm'amente que el desa- ,
1'1"0110 es un resultado, un verdadero fenómeno, hasta constituir en S11
plenitud toda la admirable creatura que pone término a sus p rogre-
.sos? ¿ Podrft c1et'nostl'ar que ese fenómeno es causa i efecto de sí
niismo? 'romanc1o retrospectivamente la gran cadena de la humani-
d ad, encontramQs algun Hombre quo nO debió el sér a otro de Sil
-4-
especie; que debió su sér a imJYulso que no era úrganizaciol1 hu.
mana i i ese impulso causa del primer Hombre, quedó estampado en
Adan cOlllunicado como una luz maravillosa, desde el primero
hastn el último' de sus descendientes. Este impulso es la vida humana.
¿I qué importa que eS:1 vida se manifieste en los animálculos espermá.
ticos? Esa vida es distintá de ellos; puesto que pueden no tenerla para
trasmitirla; puesto que pueden perderla: esa vida l:;¡ h:1n recibido de
un poder j ellerador superior; del que püso esa chispa iumortal en el
primer Hombre, diciéndole aquellas palabras sublimes: O?'ececl, mulo
tiplicaos i henchid lee tierm."
IIl.
Primero es el impulso éreador, que la cosa creada por e'se imllUl.
so. Por eso decimos: Vida i organizacion; como decimos causa i
efecto, faerza i movimiento.
IV.
Pero si la vida es la causa i el organismo ml fenómeno de su acti·
vidad, hai una razon de fili:1cion para afirmar que las perturbaciones
del organismo, gue se han llamado enfermedades, no son otra cosa
que conturbaciones de la accion normal de la fuerza vital.

V.
.'
El estado fisiolójico 110 es mas que el goce de la mayor plenitud
de la armonía de la aecion vital; como el estado patol6jico no ús tamo
poco otra cosa que un sufl'imie!lto hijo de la ausencia de esa armonía,
de esa plenitud dichosa que Re lia perdido i que :íntes Re habia gozado.

VI.
. Por eso, cuando Hahnemann afirma que las enfermedades no son
sino porturbaciones de la.fuerza vital, saliendo del oscuro círcp.lo del
materialismo alopático, se eleva a la rejion de la 'Verdad psicolójica;
que n9 puede elmulestar o el bienestar del HOl1lbl'e en los sim.
pIes cambios que apareceq en sus órganos, sino en la causalidad de
esos cambios, apreciada en muí distinto asiento que en los músculos o
el esqueleto. .•
VII.
La primera consecuencia desgraciada del sistern:1 jeneral de la
antigua escueb médica, es una tendencia, casi universal, en sus diseí·
pulos hácia un materialismo, que en ellos viene a ser .como una ense-
ñanza doctrinal de sus axiomas. A:. fuerza de atribuirlo todo al.orga.
nismo, sin querer ver que ese mismo organismo no es mas que
fen6meno, han hecho de toclo el Hombre una pura miquüul, negando
en él cuanto no lmede encontrarse con la punta del escalpelo. De aquí,
el fatalismo orgánico . dCc Gall i el monstruoso materialismo de Brou·
5

VID.
Sostener que las enfermedades no son sino pur:l-
mente orgánic as, i no manifes taoione s m'uánic as de las jJm·tltrb aoio-
nes vitales, es prescindir de la fuerza vital, mirándola como un cero
en los fenómenos m61'bid os; en cuyo caso, puesto que con eHa no se
cuenta para nada, se lq. cree 10 mismo en el que goza de la mus com-
pleta salud, como en el que agoniza a las puertas del sepulcro. ¿ Se
dirá acaso, que cuanclo el organismo se trastorn a es que la fuerza vital
se perturb a ? Veámoslo. La perturbacion dé un fenómeno cualquiera
¿ tiene poder para perturb ar la causa que lo produc e? Esta es la cues-
tion. La doctrina homeopática sostiene que el organismo es un fenó-
meno; i que elnoum eno ese fenómeno es la vida, es decir, &u causa.
Siendo esto indudable, lo es tambien, que el organismo, como efecto,
no es un reflejo de su orijen; que cuanto él es, lo es segun la
naturaleza de ese oríj en; que todo lo recibe de ese i qne
siendo posterior en eJ..'Í.stencia a ese oríjen, mal pudiera comuni car
a ese oríjell cosa alglllla, cuando él, todo 10 que es, i cnanto tiene en
sí, lo ha recibido de ese oríjen. El absurdo es tan evident e, como si
alguno pretendiera sostene r, que un padre habia sido infision ado por
su hijo, en el acto de el1jendrar el primero al segundo. Que un fenóme-
no, que un efecto, participe de la naturaleza de la cansa que lo pro-
duce, nada mas natmal concebible. Si viéramos lID relámpago negro,
ppr ejemplo, ¿ qué di riamos de semejante alteracÜm en un fenómeno
que siempre hemos visto cumo una pl'oduccion luminosa? ¿Di riamos
qUtl el estaba perturb ando :1 su causa produutiva; o con
un poco mas de sentido comun, que tan estraña apariencia era mas
bien la prueba inequívoca de una perturbacion anterior al fenómeno
i
I)l'opia de su causa product iva? Cuando sembram os una üuta csquisi-
ta i nos resulta ruin o insípida, ¿ no creemos siempre quo hai alguna
perturbacion en las causas de esa fruta dej en arada ; tales
como la compos icionjeo lójica del suelo, la temperatura, la humedad,
.el aire, la 'electl'icidad o la luz? '
IX.

N o hai mas que una pliacion posible: la vida, la organizacion i


1::.s: perturbaciones que llamamos Este es el órden na-
I tural en los hechos del Hombr e; 1 no hni otra j enealojí a posible ; por-
que esta es su. historia. Detras del viejo está el Hombr e maduro, el
Jóven, el niño, el feto, los animálc ulos seminale r;, la VIDA HVMANA ,

movién dolos, reunién dólos, fecundá ndolos, empujá, l1(l.olos Mcia el


Hombr e ....
... x.
Si, pues, la vida es la causa de la organizacion, i esta es un efec-
to de aquella; si en las cnfermedades lOufre la vida i sufre el organis-
mo, hai mas lójica en reconbcer que l:rs manifestaciones morbosas ele
-6-
ht ol'gauizacioll pro ceden de las perturbacion es vitales, que en pres-
cindir de la vercbc1era causa de nuestro ::mc1amío material, para lijar
DU él el asient o de dolencias.

XI.
Por eso Halm emann, yendo en busca del foco de nuestras eilfel'-
mec1ades, lo ha visto con el alma mas bien que con los ojos, contem-
})lándolo en la fuerza vital o en la vida misma; i procurando espií'i-
t1talizar lit materia por medio de sus diluciones i trituraciones, hasta
ponerla en aptitud dc rivalizar en tenuidad, con 1:1 naturaleza impon-
derable del sél' misterioso que colma toda nuestra organizacion.

XII.
¿ P ero será cierta b. Homeopatía; o es una de tantas lucubracio-
nes del jénio vagabundo del filo sofismo alem:m?
ta leí de " S imilla sirnilibus c:u?-antu?'," la ha comprobado Ha-
lmemanl1 con argumentos sacados de la historia misma de la al1tigufi
medicina. Habn emalln no ha apelado a sus ideas propias para probar
hl verdau elel principio fundamental homeopático; ha- dicho : l:.t qui-
nina mU'a i produce la fiebre intermitente; el azufre cura i produce
la sarna; el mercurio cura la sífilis, i la remeda de lID modo t errible
en los que frectlentan manipulaciones mercuriales; la viruela vacuna,
previene la viruela maligna; la nieve devuelve al hombre el uso de
los miembros próximos a gangrenarse por la accion de una eonjelacion,
&c. &c. Ninguno de estos hechos es de iuvencion de Hahnemann : él
los refiere de otros que ántes que 61100 han referido; i esos otros, son
.médicos i médicos alopáticos.
Pero no es esto solo : ha presentado, no solo esas
pruebas en ftwor de la verdad de la módica de los semejantes,
sino innumerables otras, que no son sino. el alma de la fórmula que
sigue : Atencíon!
sustancia A produce los síntomas b, e, el por illtoxiea- '
cion, segun lo afirmau varios médicos alopáticos, que Hahnemann cita
a este r especto por sus nombres, apuntando las obras en que constan
los bechos referidos.
m=La enferIDedad x tiene los mismos síntomas b, e, el que pro-
duce la sustancia A por intoxicacioll, en lOi términos que van apun-
tados; i par:1 probar que la enfermedad x tiene los mismos síntomas
b, e, d, que la iIl\toxicacion producida por la sust ancia A, Hahllemann
no OCÚl'l'e a sus ideas personales: vuelve a echar mano del repertorio
de la m edicina ltlopática, i eita por sus nombres varios autores de
esta escuela, volviendo a :1puntar las obras en que esos autores han
estampado los hechos que él refiere i que ellos establecen.
Veamos ahora la conclusiou directa e imprescindible del argu-
meuto, sacada del mismo oríjen.
sustancia A int oxicando i la enformeclad x mol estando
-7- -
la salud, tienen los síntomas idénticos i comunes b, e, d, segull los
autores alopáticos de que Ihhnem::mn hace mérito; pero 03 asi que
la. ,enfermeJad x se cura con la sustancia A, segun varios médicos
alopáticos que Hahnemalll1 vuelve a citar por sus nombres i 1 01' los
titulos i tomos de sus obras, luego la alopatía misma es quien depone
Je un lllodo práctico en favor de la verdad fundamenta! de la doc.tl'i-
n:1. homeo pática-Similia simiUbus eurantttr. ,
El opúsculo de Hahnemann, titulado" curcwiones J¿omeopátic(ts
involunta1'ias, ejecutadas PO?' médicos de la antigua es'euelct," uo es
mas que la repetician de la fórlllula que acabamos de presentar, apJi-
cable i aplicada por él a divcrsas sustancias i a diversas e¡;¡fermedades.
Miéntras ese opúsculo sea lo que es, i nadie se haya atrcvido a refu-
tarlo, que seria refutar a la alopatía, que es qui,en ha smuinistmdo los
materiales que lo constituyen, la razon científica i el sentido comun
mismo, hablarán siempre en favor de Hahnemann i de sus discípulos.
El que presenta a sus enemigos como testigos de Sil veracidad, tiene
en su apoyo las mas fuertes pruebas de su buena fe i de la esacta jus-
ticia de su causa.
XIII.
N o se crea que al escribir las líneas que preceden nos propong:l-
mos provocal; una discusion molesta: al contrario, nuestro 01jeto es
mí3nos vulgar.
Deseamos llamar la atcncioll de los profesores alopáticos Mcia el
estudio filosófico de un s;stema que ellos pueden realizar en, favor de
,la humanidad aflijida por las en"fermedn.des. ¿ N o se pasa el tiempo
Iviendo una representacion teatral, leyendo un poema o una 1l0ye}a?
¿I esto no lo hacen los médicos como. todos los demas hombres '2
Bien pues: dese a l:.t Homeopatía siquiera la importancia de una cre:1-
cion imajinaria; pero estúdiese con un espíritu despreocupado; con
ese amor a la que caracteriza al filósofo i nI hombre de bien.
Búsquese lo que puede haber de cierto en sus principio,s ; pero sin
ideas sistemáticas preconstituidas en su contra. Prescíndase del há-
bito -i de las pasiones de secta, tan contrarias al verdadero prOO'l'eso
del .espíritu humano en materias científicas . . Si c1espues de 1m eximen
serio i desapasionado, se encuentra que la Romeopatíaes una quime-
m, se habrá pasado el tiempo como cuando se lee una novela; pero
con cuánta diferencia! Se habrá 'pasado el tiempo; pero se habrá pa-
sado con el intento mas dignp del Hombre; con el de buscar la ver-
dad, i con un objeto tanJatldable como el de aliviar las dolencias del
jénero humano. De cualquier modo que se mire esta cuestion, la con-
denacion a pri01'i de una idea nueva, es un hecho ajeno de ra-
zonables .. N adie mejor que los médieos alopáticos cuenta tantas i tan
nptltudes para fecundar la verdad de la IIomeopatía. En pose-
sion de todas las ciencias -médicas fundamentales, los méclicos alopá-
ticOS pueden, abrazando la idea nucrva, hacer iamensas conquistas en
el campo ele una ciencia, que por su solo 'objeto es digna de cautivar
la mente de todo espíritu ' amante :lo la verdad i a hombre¡¡, Re-
chazar una idea nueva porque choca con lo 'que sabemos o creemos
saber, es declarar que ya no hai alguna quo POdCl' aprender; que
todo está descubierto; i que cuanto ya poseemos en las ciencias, es el
?Ion pZ¡tS ult"a de la verdad i de In. sabiduría. Con esta ocurrencia
por principio i por glLia en la vida intelectual del Hombre, nos ence,
r'raríamos en el círculo de lo aprendido hasta hoi: declar:tríamos dog-
mas nuestras adquisiciones, sin permitir reforma ni adelanto alguno
en ros ,conocimientos humanos. ¿ I cuál seria el resultado de tan ori-
jinal procedimiento? La renuncia a todo cambio favorable; la conde-
nacion de toda mejora posible; la perenidad de la humanidad en su
vida intelijente; i el encadenamiento del espíritu en la vía del pro-
greso i del bienestar social. Pero no se olvide que el mundo ha veni-
do de los mas remotos siglos, guiado por una idea distinta en el cami-
no de las adquisiciones intelectuales: la idea de examinar para
1'ar i progresar en sus conocimientos. Ni el hábito, ni la rutina, ni el
espíritu do secta, ni el interes de las pasiones, han sido bastantes pa-
ra contenerlo en su vuelo . Mcia lo desconocido; i si con esa idea él
ha podido venir de la ignorancia a la ciencia, de la barbarie a la civi-
lizacion; no hai motivo ni razonoalguna, para que esa idea saludahle
, se desconozca o se condene en ningun jénero de hechos; i ménos
cuando se trata de una doctrina, que tieno por objeto hacer, bien a
los hombres.
Que los profesores alopáticos se dejen de ese tono de desden ma-
jistral, (Te ese aire' dogmático, que solo sionta en eL trono de la vor-
dad diyina Ellos esbÍn llamados a tomar parte en los pro-
gresos do la Homeopatía: ella toca a sus puertas, el marino
jenoves a las del convento de Santa María de Rábida, i viene como él
a revelarles un Nuevo Mundo . .

XIV.
l
La esperimentacion terapéutica de la alopatía, no puede compa-
!'arse en esactitud con la esperimentacion pu?'a homeopática, or-
ganismo enfermo tiene una receptividad mui diversa 'de la del orga-
nismo sano. La alopatía misma reconoce, que un hombre enfermo,
puede soportar sin peligro d6sis de opio, de estricnina, de morfina
&. tales, que bastaria la cuarta parte, o ménoa aún, de esas mismas
d6sis para matar al mismo hombre, que estando enfermo las soporta
sin peligro; si en estado de se le administraran. Quiere decir,
que en la esperimentacion terapéutica de la alopatía, no pueden ob-
tenerse verdaderos fen6menos fisiolójicos de las sustancias quefol'-
man el cuerpo de su materia médica. La Homeopatía con su espe?'i-
mentacion pura, ensayando las sustancias que forman su materia mé-
(lica, en el hombre que se halla en estado normal, recoje los verda-
deros fen6menos que cada sustancia es capz.oz de producir en la orga-
nizacion humana. Es imposible distinguir en la esperimentacion pa-
to16jica alopática, los fen6menos que provienen del estado anormal
del enfermo, de los qlle SQO pummente el fruto de la accion de la sus-
-9-
tancia administrada, sobre los órganos humanos. Pongamos un
plo que patentice la demostracion de este hecho importante.
Si so mezcla una cantidad de índigo con un medio incoloro, el
resu,l tado será azul; i c1ÍJ:emos i con razon, que el índigo tiene 1:1 pro-
piedad de azular' j i ,qtlC esta condicion le pertenece individuaJ.mente.
Pero si mezclamos esa misma cantidad de mdigo en un medio amari-
llo, el resultado, que ya no será el azul sino el verde, no puede consi-
derarse como una condicion propia e individual del índigo; i al soJ!-
tener lo contrurio, no se h,llJ:ia otra. cosa, que engallarse a sí propio;
esponiéndose a todas las consecuencias que se derivan de la acepta-
cion de hechos falsos como principios verdaderos. Ln. Homeopatía
procede como sn el primer caso, tomn.ndo el medio incoloro por el
hombre en el estado normal; i al asegurar, como puede asegurarlo,
que los fenómenos que recoje de las sustancias que administra, son los
propios i los 'únicos que esas sustancias tienen la condicion individual
de prodncir, asienta.' una verdad evidente. La alopatía, procediendo
como en el segundo caso, tomando el medio coloreado de amarillo
lJor el hombre en estado patolójico, al asegurar que los fenómenos
que recoja de las sustancias quc son los propios o los úni-
cos que esas sustancias tienen la condicion de producir, afirma un ab-
surdo arbitrario, del cual, nada esacto puede derivar para constituir
su materia médica.
Lo dicho demuestra la esactitud de la esperimentacion homeopá-
tica, tomando el cuerpo sano para el ensayo de la accion propia e in-
dividual de lus sustancias que emplea en su terapéutica. '

xv.
La evidencia de la lei " Sirnilia similibus C'lwantur"
de la Homeopatía, conduce rigurosamente al empko de dósis ténues
en Sll tratamiento medicinal. Como dice Hahnemann mui exactamente:
ninguna sustancia es medicamento si no produce alguna perturbaeion
de la fuerza vital; pero si los medicamentos que curan no solo tienen
ese carácter, sino'que Cluan por la leí de su propiedad de producir
fenómenos semejantes a los constituyen una enfermo dad opalquie-
m, es claro i por que las d6sis de esas medicinas 1!0 pue-
den ser fuertes, SID prodUCIr un gran aumento de la enfermedad a que
se aplicaran; i ese grave aumento dd mal, no solo podria causar a los
enfermos padecimientos i en muchos casos, comprometer
su vida;. sino que aun Rondna en duda la eficacia del medicamento
empleado i el crédito' en jeneraI de toda la, misIIla doctrina curativl;l. ;
ántes que Ulla reaccion 'diñcil i tardía viniera a comprobar la eficacia.
del remedio i ht veracidad del sistema.. Si para curar la fiebre es
ciso un remedio quc la produce por su naturalez3J, la dósis de ese me-
dicamento no puede ser fuerte; porque de otro modo, se 'provocaria
una exhacerbacion insoportable, que sin ser necesaria para nada, haria
malclccÍl' de la Home@patía i ,del médico I}ue la 11Tofe,sara.
'( ,
, -10-

, ,
XVI. ' I
./

En cuanto al poder dinámico de las d6sis ténues, nada es ménas


difícil de comprender. lIabiendo una semejanza entre ' los
síntomas patojénicos del medicamento i los de la enfermedad que' va
a cl1l'arse, la simple tendencia de la medicinal, basta para
conmover enéljicamente un organismo que ya está predispuesto de
un modo J1()table en un eentido idéntico, por razon de la enfermedad
que lo aqueja.
Las diluciones n0 hacen sino pone?' en libe1·tail las moléculas de
la materia i en armonía con el imponderable que llamamos fuerza vital.
Es u'n hecho físico incuestionable, que los cuerpos tienen, en jo-
nerál, una trabazon tal en sus partes constitutivas, que estas conseJ,'-
van, de ordinario, mayor adherencia mútua entre sí, que la que pue-
den establecer con los demas. cuerpos, por un simple contacto o aún
por una pura mezcla. Este principio claro i sencillo, basta por si solo
para demostrar, por qué cuando las moléculas. de un cuerpo cualquie-
ra se encuentran separadas a distancias notables, que es lo que se
ve'rifica dil.uyendo una sustancia sucesivamente, pueden esas·moléculas
infiltrarse en el organismo en razon directa de esa separacion mole-
cular; que es precisamente ló que sucede con el empléo de las altas
diluciones en el tratamiento de las enfermedades crónicas. ¿ Se duda
un hecho tan natural, tan trivial? Bastan unas pocas palabrafl para
quitar toda duda en el partiblar; po:' ejemplo, ¿ qué penetra mas, la
punta grosera de una barra, o la finísima punta de una aguja ele coser
batista? ¿ Qué tiene un filo mas penetrante, un hacha o una navaja
de barba? Pues bien: en las i las trituraciones homeopáti-
cas, no se hace otra cosa que haCe?' punta, que sacarfilo a lct materia,
para que penetre mas fácil i profundamente los fluidos mas ténues,
los senos mas recónditos de la orgallizacion humana. ¿ Cuál es la elifi-
mutad que ofrece esta teoría, que a su estremada claridad, une la
confirmacion de la práctica? * En el prmito de negar la accion de las
dósis infinitesimales, no hai hecho alguno 'científico, ¿ cuál? sino un
puro capricho antipático i arbitrario. Suponer que ,la eneljía ele la ac-
tividad! material está en razon de la masa material, cuando no se trata
de obtener un resultado material sino -de rehabilitar la armonía vital
perdida por las dolencias, es con alguna independencia ele to
que enseñan las teorías especulativas i las esperiencias mas comunes.
Sobre toelo en medicina, una suposicion de esa naturaleza, tiene aún
un ménos aceptable; porqúe en medicina no se busca sim-
la accion puramente física o química de un medicamento:
se busca el restablecimiento de un cierto 6rden, de oierta armonía
perturbada PO?' la enfermedad j i este resultado, en nada se parece
a la provocacioll material de una sustancia cualquiera; ni hai en ma-
teria al.quna nctda parecido a la salud del Hombre, que es un esta-
do sentido i apreciado
. .
por el sér moral e intelijente. ¿ lIai en la
Véase el C!Jlé1Ulice al fi!J'
11
cacuana algo parecido a las agonías del vómito j o en la cantárida al-
go del escozor del cáustico? Fijémonos algo en esta observacion:
reconozcamos que la salud no es ma eria, i la ojeriza contra las dósis
ténuos dejará de preocuparnos.
Para-negar la accion de los infinitesimales homeopáticos sobre la
economía humana, seria preciso negar de la misma manera el poder
deletéreo de los miasmas que constituyen todas las enfermedades 'epi-
démicas j como el elel cólera, de la viruela, tifo, de la fiebre palú-
dica, de la disentel'Ía; de la escarlat ina, del sarampi on, de ,la tos feri-
na, &c. &c. &c, enferme dades que unas reinan contínu amente en
ciertas comarcas i otras por cierto tiempo; pero que siempre actlsan
un carácter miasmá tico, único que puede espliear la jenerali dad de la
acoion morbífica de ciertos ajentes misteriosos, apostados por la muer-
te mas allá d.el alcance de nuestros sentidos. En vano 'la química mo-
derna con el gran poder de los mejores microscopios ],l a preguntado a
esos miasmas por algo parecido a su cdntestura, a su existencia siquie-
ra: silencio i oscuridad han sido las respuestas que esos miasmas han
devuelto a la óbservacion mas asialta i jenerosa. Esos miasmas no se
ven sino al traves del dolor i de la muerte ;-Í no es posible negarlos,
cuando ellos cavan mil: i enlutan a tantas failliili-as. " No ha
mncho qne lluestm impoten cia fué puesta a prueba en Franoia e In-
glaterra en busca del tremen do miasma del cólera epidémi,c o: la ·quí-
mica no alcanzó a ver lo que velan los sepultureros i los gusanos . . ...
Es que I?ios burJa de la ciencia humana! ...• ' ¿ Pero qué otra cosa
son: esos mistet'iosos miasmas, sino tenuisimas, ímperceptIbles dilu-
ciones deletélieas,. preparn.das, no por la Homeopatía, sino por la natu-
raleza i aplieadas contínuall1(mte al organismo, hasta conmoverlo,
envenenarlo i desorganizarlo? ¿ Rai algo tan ténue en la mas :alta di-
lucion homeopática, como una mirada de desprecio, un jesto OfeI}si-
vo, un ademan amenazante? ¿ N o hai pa.labras mas duras que el pu-
ñal? 1 esas palabras, que no son sino .sonidos, ¿ no son aún mas'témies,
antdla materia diluida, que la,s mas altas diluciones de Jeniche n? La
Vida no es sino el Verbo del alma en el Hombr e j i la naturaleza im-
palpable de esa Vida, no es llU hecho, ménos un argumento favorab
le
al de .masas materia les pondera "
bles, enorme s , cuando se trata
de ponerse en relacion con ese ente IDlstenoso para devolverle- su ar-
monía normal, que es lo que constituye la salud. ' ." 4
Los que no ven medicin a donde no ven masas pondera bl'es, han
.
01 vidado que 1a matena no cum por'8tt mole, sino pO?" sus conaicio-
nes ca?·acterístioas. De otro modo, bastaria cualquier masa materia
l,
con tal que fuese considerable, para curar cualqui er enferme dad. Des-
de que se reconozca que es una oie1·ta materia la que cura i puedo
curar, ya se ha reconocido, que no es precisamente la pura condieion
material lo que constituye la accion curativa de los ajentes medicina-
les, sino eso algo impalpable que reside en sustancias, que no
reside en otras, i que está mui del tacto i a11ll del microscopio .

. '
XVII.

Lo que en jeneral va espuesto sobre el poder de l::ts dósis téllues


es del todo aplicable a la clinamisacíon de los medicamentos homeo-
páticos por me.dio de la sucucion o la trituracion. EstaS" operaciones
no hacen sino dividir mas i mas, separando mas i mas las lllolllculas
de la sustancia medicinal : hacer .que· ca9-a porcion del vehiculo. iner-
te, contenga. una. parte idéntica de materia De este llllodo, la
trabazon cohesiva natm'al de·la materia medican;tentosa, queda susti-
tuida por una pUlJa mezcla con moléculas -inertes, que por ser inertes
equivalen a. cero en medicina, i sirven para mantener separadas
las moléculas de ·la, sustancia activa, i en 'plena libertad para infiltrar-
se, sin·las. perturhaciones .de su cohesion primitiva, en la!3 fibl'as mas
finas, en los fluidos mas ténucs , de todo el organismQ. La Homeopa-
tia, ,con las trituraciones i las sucesivas, no hace otra cosa
que molecularizar la materia para aceroarla, en lo posible; a la' na,tu-
raleza impalpable de la fllerza vital; que es tanto como empleftl' el
ingles para los ingleses, el Íl:ances para los ,franceses i elritaliano para
los italianos: hablar con· la vida en un lenguaje idéntico a.sn na.
turaleza.
XVIII.
",
Sinembargo de «nanto va dicho, hai que no confundir lo infinite-
simal de las aplicaciones, con el homeopatismo de las sustallcias: con-
aisfe este, en ,la semejanza de las patojenesiaa .de las sustancias medi,
cinales con la sintomatolojía de las enfermedades : lo exiguo de las
aplicaciones, eS .)l1l delltorneopatismo de 10& medicamentoll;
i no 'tiene otro objeto, que evitar exhacerbaciobes molestas e innece-
sarias" cuando, por otra parte, no se trata de combatiJ; Ja infiltraeioJ¡
, antigua i profunda de alguno miasml1 jenerad0t' de alguna dolencia
cr6nica; en cuyo caso, el estremo aguzamiento de la materia, tiene en
mira el desarraigo profundo de UD elemento de perturbaciün vital que,
hundido po.!' largo tiempo en nuestra economia, parece como combi-
nado quimicamente con la sustancia que,nos cofl,stituye.
Los que suponen que la Homeopatía consistS en curar con dósis
infinitesimales i únicaménte en e,sto, sacando de ese grosero e1'1'Ol; ar-
gumeRtos descabellados, contra una llen:} de la mas l'l'ofun-
da fUüsofia, cometen el pecado de hapbr de lo que no. 'entienden, i so
hacen acreedores al desden de lüs hombres sensato.s. _
En efecto dicen-¿ c6mo es posible que una d6sis tan microsc6-
pic,a de medicamento pueda tEWer poder alguno 'para causar el .mas
leve fen6meno en el organismo humano? Propllesto así el argumen-
to, parece insoluble a pl'imeJ:a. vi.sta; i sübre si la objeciün se
propone cODJSiderando fa aplicaciün infinitesimal, de UJ1l1 sus-
tancia alopática; por ejemplo, un..a d6sis de sal Glaubel'
para purgar a un adulto. En jcneral, esta clase de objeciones parte
toda de la base, inqonducente aquí, de la medieaciün de la antigua
13 -
escuela. :r,os d iscípulos de esta doctrina que ha0Cn tan tristes argu-
mentos, ereen que la Homeopatía consiste en aplicar las drogas de
ellos en d6sis imponderabl es. Un jénero de argumentacion 'tan des-
cabelbdo', ¿ a qué puede conducir , en el campo de La verdad •
ca? . . . . Pero si. Re atiende Ct lct nafltwaleza verdaderamente homeo-
pática de las sustancias propinadas por la escuela de Halmemanll i a
l{\ armonía de identidacl sintomatolójica de esas sustancias con el es-
tado patolójleo del sujeto a quien se aplican; 'si se eonsidera que una
organizacion enferma, esti por el mismo hecho, inmensamente dis-
puesta a ser movida en el sentido en sufre, i que la sustancla
homeopática tiene, precisctmente p09'qtte es homeopática, la facultad
de producir la misma doleucia la cual se' aplica, , entónces se com-
prenderá fácilmente la incuestionable enerjia de las dósis infinitesima:
les homeop:iticas; i se compren4erá' ademas, que la objecion propues-
ta carece de todo fundamento; pues n!> puede considerarse como tal,
una duda nacida de suposiciones de h€chos fal sos bajo.todos aspectos.
En efecto, si cuando se' trata del águila' i de la tortuga, se quisiern.
negar el poder locomotor, de la reina de las aves, con argumentos sa-
cados del perezoso testáceo, ¿ qué se diria de tan estraña lójica ? . ...
¿ N o seria esto tanto como hacer en medicina argumentos de políti-
ca, o en política argumentos de jeolojía o de botánica? .

xr;K. r
\ .
Cuando la pasion antipática o el ciego espíritu de secta sirve de
guía a los hombres en sus 'discllsiones, sucede con frecuencia que ol-
vidan los derechos de la razon para traspasar los tímites de la mode-
racíon, de la decencia i aun de la buena fé, De aquí tantas conseias,
patrañas i bufonadas indecorosas lanzadas contra la doctrina de Ha-
hn'emann. Entre los oargos que, a faUa de ve1'dade'ras
1'azones, se lanzan contra la doctrina homeopática, hai uno tan injusto
como absurdo. Dícese que en Homeopatía se prescinde de los cono-
cimientos fundamentales de las ciencias médicas. N ada mas falso ni
mas gratuito. -La historia natural, la historia de la medicina, ht ana:
,, tOÍníit, la fisiolojía, la bot:inica, la química, la 1l0soO'I'afia, la clínica,
\ &c. &c. -&c. soh ciencias, no solo útlles,· sino necesarias para
un buen profesor homeop:itico; i precisamente es por eso que cree-
mos, que los médicos alopático A poseedores de estas ciencias, están en
la mayor aptitud para fecundar las ideas de la nueva doctrina médica.
Las diferencias que el de Hahnemann establecé, por su
cia, en su nosografía, su clínIca, su materia médica, su terapéutIca,
&c. &c. nf}da prueban en su contra. Cada ciencia tiene sus bases i sus
medios de accion, sin que su falta de identidad con otras de diverso
carácter, sea, ni un argumento contra la es actitud
de su naturaleza 1 procedlllllentos. De otra manero¡ la jeometrJa, ape-
Bar de su rigor científiGlo, dejaría de ser ciencia, si se la quisiera juz-
gar por los principios de la moral o dé la l'lletafisica. .
Tambien se asesta eontra la nueva idea el tiro algo zurdo, <le que
no es mas que.un clwandm'ismo; olvidaudo el antiguo adajio-cle mé-
(lico, poetCt i , loco, cada ttnO tiene Stt poco. N o hai gran ciudad, ni
aldea miserable, en que no pululen los charlatanes alopáticos, atacan-
• do la vida i el bolsillo del prójimo; i los tratados de medicZna casera,
como el pildonrje m,oderno, con los pomposos títulos de panacea uni-
?Je?'sal, son otros tantos hechos qlle deponen contra el cUlrandm'ismo
alopático. N o es esto formular un cargo contra la alopatía: es una
réplica en defensa de los amigos de Hahnemann; porque en tésis je-
neral, ni los matqs:mos son un cargo contra ninguna doctrina médica;
ni los poetastros contra la poesía, ni los rábulas contra la jurispruden-
cia. 1 para evitar terjiversaciones maléficas, ,declaramos aquí solem-
nemente i una vez por todas, que todo médico obra con 'buena fe a la
cabecera del enfermo, sea ese médico de la escuela que se quiera. Sin
embargo, si ese médico, si ese hombre siempre de buena le, profesa
tambíen de buena fé una docteina falsa o en medicina, es
mui probable que ese médico, apesa' de su buena fé, le sllceda 10
que al mejor cazador, del mundo, que no podrá hacer tiro de provecho,
si en vez de buena pólvora carga su escopeta con tierra.

xx.
Otro de los motiyos <le ojeriZa contra la Homeopatía es la in-
mensa sencillez de su método; pero nada es tan sencillo como la ver-
dad; i basta tener un poco de fifoso:f}a para comprender, que la ver-
dad, médica no ,puede ser el laberinto de la alopatía, Dios quiere que
el Homb't'e exista, puesto que lo ha creado. La conservacion, como
dicen Bálmes i Lamennais, no es mas que uua creacion contim<arla,
es decir, el poder creador sustentando su creatura. Si, pues, la con-
servacion no es mas que un:1 fórmula crónica de la creacion, es¡ claro
que estas dos ideas tiell:m una ese,ncia idéntica. Siendo la medicina'lin
medio de conservncion en armonía con el principio creador que quie-
re que el Hombre exista, es preciso que ese medio de
¡;ea lo mas sencillo posible, para que plfeda sér com-
prendido i popularmente arlininistrado ; condicion sin la cual, viene
a ser una letra muerta, i deja de tener en si Imisma aquel carácter dc
universalidad, que es el tipo de toda verdad Cl'eada por Dios para el .
jénfill'O humano; perdiendo la necesaria armonía con el principio Cloea·
dor, que queriendo que el Hombre exista, quie;re tambiell que se con-
serve. Algo de esto veía Hip6crates cuando afirm6, que-en el empleo
de los medios sencillos, es que se diferencia.n los [J?'andes médicos de
los demas.
XXI.
Demos una lijera pincelada sobre los, caractéres propios del sis-
tema homeopático.
o La Homeopatía difiere esencialmente del sistema alopático en
varios carácteres sustanciales. :
1. o En que_tiene por base uÍl principio li'\ll cierto i averiguado
- 15,-
como la lei de b atl'accion, como In. direccion de la aguja magnética
o la composicioll química del la famosa lei de "'Similia simio
libus ctt1'antttr": '
2.° En que la Ifomeopatía va en busca de los fenómiolDos :lonse-
cutívos de los medicamentos; por medio de las reacciones del oi'ga-
cismo; apoyándose en la tendencia de reparacion universal que existe
en todos los seres organizados:
3 .° En que en Homeopatía no ha.i verdaderas fórmulas farmacéu-
ticas, puesto que sus aplicaciones son siempre simples ; signo evidente
de la esactitud de sus principios fundamentales:
4.° En que su materia médica tiene por base la esperimentacioll
en estado nOTlual, . no en estado patólojico, como hace la antigua
escuela : '
I 5.' En lo exíO'uo e inocente de sus aplicaciones:
6.° En la sencillez de su réjimén:
7.° En la, economía pecuniaria de su tratamiento; en, armonía
con la economía moral 'de sufrimientos i de repl1gnancias para los
sentidos : ' ,
8.° En que sus r.emedios por lo mismo que carecen de olor, sabor
p mal aspecto, se insinuán sin obstáculo alguno en los carácteres i
temperamentos ménos sufridos o mas susceptibles; i captan la
aquiescencia moral de los enfermos:
9.° En que en el tratamiento homeopático jamas hai ni puede \
haber enfermedades derivativas; porque sus aplicaciones apénas obran
))or estímulos tan suaves como pasajeros en una reaecíon:
10. En fin, en que en no hai desco-
nocidas; porque en su nosografía no hai sino síntomas; i estos son
siempre apreciables.
XXII.
La complicacion de las fÓl'mt¡las alopáticas, está demostrando lo
incierto de la cie-?cia médica de la vieja escuela. Un argumento mui
sencillo basta para demostrarlo. Si cuando un cazador carga su es-
copeta con cierta cantidad de granos de plomo, supiera con cuáles
de esos granos habria de herir la pieza que tira, ¿ no es cierto que
haria una inmensa econo!Ilía de proyectil, i que si no lb hace, es l)or-
que ignora con cuál de esos granos de plomo ha de matar el animal
a que aspira? Esto es mui claro. Así, si un médico alopático tuviera
ciencia cierta de la natu.raleza curativa propia i eficaz de cada Ullil do
las sust:l.Ilcias que mezcla en sus fórmulas, ¿ haria esas mezclas hijas
de la inseguridad de su conciencia científica? Responda la razon con
toda la recta imparcialidad de su carácter. La polifármacia de la aló
patía, es un indicio nada favorable respecto de la certidumbre . de la
antigua medicina. Cuando de muchos caminos, unos mui buenos, mui
cortos, mui llenos de recursoS de todo jénero ; pésimos otros, erizados
I de peligros de toda especie, de incomodidades de todo linaj e, vemós

que un viandante ansioso por llegar al término de su viaje, ton;ta una


vía de las mas dilatadas i espuestas ; ¿ qué diremos de su pericia en
- 16-
la materia ? Forzoso es decirlo: nil1gun médico alopático sabe con
cuáL de las sustancias que prescribe a la vez, puede curar al
:
ignora completamente la accion propict de esas Sl1stuJ1cias en la eco-
nomb humana ; puesto, que ni siquiera se le ha (, jamas'
rimqntar esas sustancias en el 'hombre en estado fisiolójico; único
medio de adquirir un,a nocion de tan elemental importancia. Apoynrse
en la química inerte no seria admisible; porque la accion vital es un
elemento sustancialísimo en materia de análisis o ele síntesis químicos;
i las esperiencias muertas no son pruebas en los misterios de la vida.
Careciendo, pues, de tan ,imprescindibles nocidrtes respecto ele los
simples que mczcla, ménos pueele saber qué accion propict tiene esa
mezcla en lq. economw elel paciente. Por lo mismo, su queda
reducida aUlla adiviuaciol1, a un empu'ismo tan ciego como peligro-
so; tan peligroso como el del corto de vista que nos pinta cierto
fabulista ' español, en el gracioso apqlogo que dice:

Batalla el enfermo "


Si tnl vez Eacude
con lh enfermed ad: a la enfermedad,
él por no morirse, se acredita el ciego
ella por matar, de un lince sagaz;
Su rigor apuran mas si por desgracia
a cual puede mao, nI enfermo da,
8in hMc1' certeza
de quien vencerá.
el ciego noes mónoa
que 1¡ll tOllO brutnl.
Un corto de vista, ¡ Quién sabe cuál fuera
i en es/remo tal, . mns temerida d,
que apénas lo& bultos dejarlos matarse
puede divisar. o ir a meter paz?
con un palo quiere Ántes que te dejes
llOn erlos en paz. sangrar o
Garrotaz o viene, esta es- fabulilla
, garrotazo vn, mui

Basta! La pinttu'a que en esa fábul!l hace de la alopatía don To-


mas de Iriarte, nó honra a esa doctrina por el lado de la ciencia; ' i
téngase l)resente, que ese,fallo de tan ilustrado español, no ha sido el
fruto de ninguu antagonismo medical; puesto que su apólogo habla
de la medicina en jeneral, i en esa la Homeopatía dormia aun
el sueño del porvenir.
XXIII.
Esa pl'oposicion de que en ·la Homeo patía no ¡¿ai e'l1fmmeilades
desconocidas, parece una atrevida paradoja; i es una verdad de evi-
dencia. Siendo, como es evidente, el principio de Habnemann de que
una enfermedad no es mas que un síntoma o varios; i que curados
los síntomas oúran las enfermedades, es claro que eualesquiera que
sean estas i por desconocidas que se las suponga, no pueden presen-
tarse tan embozadas que no se manifiesten por alguna dolencia mas o
ménos peroeptible; i d.eade ese momento, eaas enfermedades nuevas
o desconocidas, quedan tan oonocibles para el médico homéopata, co-
mo la mas ComtUl de las que aljéner o humano.
En la alopatia las cosas pasan de diver, o modo. Cada enferme-
- 17-
tl:J.d es una 'cspcci1l Llc ser 11101':.1.1, con su nombre propio i :m fisonomia
reconocida. terapéutic..'1. alopática tiene sus dog mas i Sl1S exorcis-
mos contra cac1n clase de estos enemigo::; así vestidos i nominados.
Mas el dia que se presenta una enfermedad que no se encuentra en el
.' gran r epertorio al! sus formas i nomenclaturas, aquÍ fué Troya! no
se sabe qué hacér para combatirla; i miéntras se la da un parentesco
i se la busca un nOI:lbre lluevo o viejo para trat:J.rla por aproximacion
al pris:J.élo, 'los enfermos sucull1beñ , víctimas de una preocupacion de \
Hltina; o acontece lo que nos pinta Emilio Souvestr e en su mundo en
el año tres mil; . 'q ue miéntras dé's famosos doctores disputan acalo-
rudamellte sobre la palabra c61ico viene del hebreo o del etrusco,
cicrto niño que lo tenia entre el abc16men, se retorcía como ma cule-
bra i mezclaba en vano los acentos (le su dolor a las doctas disertacio-
nes etimolójicas de aquellos d9s H ip6crates. 1 en prueba de lo que
:1.qui dejamos aicho, sucedió al aparecimiento del cólera epidémi-
co en Europa, por los años de 1828 a 1832, los médicos, que apenas I
estaban familiariz:1.dos co11 el cólera esporádico, no hallando aquel nue-.
va m6nstrno entre sus enemigQ,s conocidos, tuvieron que plajial' a la.
Homeopatía i apelar a In. terapéutica sintomática, para no quedarse
con los brazos eternamente cruzados ante aquella gran calamidad.
¿ Se dirá qne la Homeopatía no solo atiende a los sínto'mas sino
a las CCbUsas de las enfermedades? ¿ 1 qué probaria semejante obser-
vacian contr a la exactitud ele la nueva doctrina? Pero veamos lo que
hai ell el particular. Las eausas ele las enj'e?'medacles no son e1if'e1'-
meclacles ." son focos latentes. Una enfermedad es un
síntoma o varios. La sífilis, la sícosis o la pso?"Ct por ejemplo, no S011
dolencias; por que en r esúmell, no pueden considerarse sino como abs-
tracciones patolójicas. lJu sifilítico que nada sufi:iera, estaría bien se-
guro de no usar de las aplicaciones ' mOl'curiales. La aplicacion del
aZl(ft'e a la psom, de In. thuyct a la úcosis, del a la sijilis,
de Ia belladona a. la cnajcnacion mental, a la cscarlatma o a la rabia
. &, no tiene cn mira curar las causas de esas d olencias, porque no
siendo esas causas enfcrmedades, son incapaces de euracion. Las cau-
sas de las enfermedades si1-ven pa1'a ca1'acterizar la nat'lwaleza ele los
síntomas, que seJ..11ejantes en muchos casos unos a otros, vienen a in-
dividualizal'se PO? ' el hecho que los ha provocado. Esto nds sirve para
distinguir una oftalmía sifilíticaj de una oftalmía ps6rica ; una artri-
tis traumática, de llna artrítis r eumática; una enfermedad adquirida
de uM dolencia ' hereditaria &. El sintOJllu es el síntoma: es un sus-
tantivo para el diagnóstico; pero la causa, el hecho que lo ha provo-
cado, es el que da el adjetivo, la ealificacion que viene a distinguirlo
i a hacerlo distinguir de otros semejantes; i a indicar, el verdadero
semejante potojénico medicinal, por su tipo íntimo i por el ritmo que
lo es particular. Las causas, esas abstraCCIones medicales, tienen un
valor determinado i característico que las lleva siempre a conmover
aparatos determinados i a provocar en ellos cierto órden i cierto jé-
I nero de fenómenos. sífilis, la sícosis i la psom, por ejemplo, tie-
nen su fi$onomía sinto.mática, como el mercurio, la tl¿uya i el azufre
- 18-
tienen sus patojenesias individuales.' ¿ Qué hai pues, en una cansa
mOl'bHiea? Un foco de síntomas. ¿ Qnú cosa es un medicamento?
" Un foco de síntomas. ¿ Qu6 importa pues, que 1:1 Homeopatía atien-
da a las causas o hechos que provocan las enfermedades? ¿ Por qu&
lo hace? porque 110 ve en ellas sino hechos íntimamente ligados con
la naturaleza de los síntomas; que son los qne busca; los que persi-
gu'C, j los que le importa conocer, para poderlos perseguir segura,
pronta i eficazmente. ¿ Hai en esto alguna inconsecu'encia? N o la ve-
mos. Ademas, ¿ quién podria saber en muchos casos, sin la slntesis de
los síntomas, cosa alguna sobre b causa misma ele una clolencin,?
Ouando la causa de una enfermedad no es notoria, como unalcsioll
mecánic:.\ u otra semej:::nte, la alopatia. misma, ¿ hace otra cosa que
:1divinar la causa por sus manifestaciones sintomáticas? Véase pues,
,que sin dejar de ser cierto que la Homeopatía atiende a las causas de
!::ls enfermedades, h:lce esto pO?' lo que esas canms valen como focos
sintomáticos, en lJresenci:1 de otros focos sintomáticos que ll::nu:ullos
medicamentos. Bien considerado todo, no hai mas que síntomas i na-
da mas que síntomas: latentes en las causas de lns enfer!Ucclac1c¡s, ma-
nifiestos en las enfermedades mismas: latentes en la materia médic:l,
manifiestos en la patolojía. IIabnemann opone a una G.'1usa otra;
no por si misma, sino por sus oondioiones sintomáticaR. Son Jo::¡ sín-
tomas del rem.edio lo que la Homeopatfa,necesita emplear; como son
los síntomas de los enfermos, lo que neoesit.a ignalmente avel'ignar i
cono COI'. Si la causa se ataca no es por si ll'¡,isillrr, sino por sus mani-
festaciones, por lo}' sufrimientos quo des:1rrolla; i siempre es atacada
por cada uno de los síntomas que clqja ver; porque esos síntoma¡f
son 'las enfermedades ; i sin ellos, seria dificil ver otra cosa quo el
mas completo estado fisio16jico . En efecto, ¿ cuál es la enfermedad de
una persona que goza de la mayor plenitud posible del uso normal
de todos sus órganos, de todas sus fayultades? ¿ Qné
tiene 01 qne carece de todo t>intoma morbífico? Si las enfermedades
fueran entidades independientes de los sinto}l1as, nada seria t:lD Gei}
como presentar casos de la <lxistencia de ellas sin la concurrencia de
las manifestaciones sintonllÍticas; pero ¿es esto posible,siquiera im::ljina-
l'iamente? Absurdo! Todo síntoma es enfermed:ld i toda enfermedad
es smtoma. La mas al;¡.mbicada me,tafísica es impotente para cre..1.r
dc que a la práctica o :1 la simple especul:.ttiva,
enfermedades sin síntomas o síntomas sin enfermedades. La medici-
na no puede pagarse sino de hechos rcales o siquiera l)osibles. Final-
mCl1ue: la Homeopatía se atiene a los sintomas, porqnc sin estos no
hai enfermedades, i sin enfcl'medadcs, la medicina es un absurdo inú-
til: si OCLUTe a las causas de los sfntomas, es par'u conoce?' mejo?' es-
tos j de donde se sigue naturalmente, que cuando se ha obtenido un
pleno conocimiento de la sitnacion i ritmo de Ul,l síntoma cnalquiera,
bien puede prescindil'se de la cansa que lo ha producido, que jamas es
po,,- sí,misma una enfermedad, ni en muchos casos, puede ser objeto
de la medicina. rrerJ'1:linemos con Ull ejemplo este párl'afo. Una seño-
ra contrajo una 1:Íronquítis por llabcl'se espuesto a un aguacero. Te.
,- ID-
nomos puos, que un aguacero eH aquí cal6;:Jct ele lce ¿ có-
mo so cura ese aguacero? ¿ N o es todo esto tlll abSllrdo lleno de
l'idículo?
.xXIV.
Entre los principios que sirven de base al sistema homeopático,
Hai uno que c1emnestra la alta filosofía de sus procedimientos: es la
mayor o menor receptividad de la vital que colma el organisLno,
Es nn hecho bien averiguado por la psidolojía,i aun por la mis-
ma que la repeticion de unos mismos hech,os, embota la sensi- .
'bilidad puramente intelectllal, i cncallece la ol'ganizacion física; El
rico acostumbrado a las comodidades\ de la vida, bebe los mas deli-
cados vinoS i presencia los lllas lucidos espectáculos cou la mayor in-
diferencia, El opulento banquero de Paris i el poderoso Lord inglés, -
asiston a la 6pera cOmo a un punto de l'eunion de bolsa o de política,
mas bien que COlllO a una diversion propiamente dicha; miéntras
el hombre pobre o acomodac1o, va al teatro en
buSca de impresion es inplvidables, N eron, aquel tipo de los m6nstruos
históricos, lloró al firmar la primer sentencia de muerte contra un
reo capital; i mas tarde, asesin6 a su maestro Séneca, a su ayo
Burrho, i hasta a su misma madre Agripina. Entre los antiguos grie-
gos i romanos, habia hombres que ,corrian a la par i sin fatigarse, con
un carro, tirado por caballos v,cloces, Nuestos bogas elel Magdalena,
son capaces de un ejercicio corporal tan fuerte como el de un caballo
de tiro; i las a'ntiguas armaduras ele los siglos de Ctírlomagno i de
Ricardo Corazon de Lean, estáu ahí probando desde las salas de al'-'
mas de los mllscos i parques (le las naciones modm.:nas, cuán capaz es
el hábito de producir milagros ele fuerza corporal, por medio de una
educacioll adecuada. Al principio, la seusibiljdad se de un
moclo estraordinario lt la vi'sta de un espectáculo sorprendente: el
cnerp0 so quebranta pOl' umt t::wca penosa; pero si el espectáculo se
repite i la penosa tayea se renueva convenientemente, la ol:ganizacioll
se. eucItlrece i el hombre se hace casi insensible a esfuerz9S mui supe-
1'101'eS a los qlle al principio le parecieron insuperables, Estos hechos
son de evideuaia; i a estos hechos ocurre la Homeopatía en,1a apli,
cacion de sus medicamentos" el principio ele que el Jul-
bita embota la actividac1 seuslblo, 1 que la repeticioll enjenélra los há-
bit0S humanos, el sistema home0pático, cuando combate
des crónicas inveteradas, cuyo tratami ento pide algun tiempo, mte-
l'l'llrupe la aplicacion del medicamento mejor indicado, cullndo en esas
nfccciolles crónicas, este parece easi inerte despue8 ele una adminis-
t raciOll repetüla. Entónces echa mano de los inte'l'C/Uo1'1'entes j , medi- ,
carnen'tos del mismo tipo elel que parece haber perdido su eneljía, i
que no 'tienen otro oficio, que el de reavivar la scusibilidae!: respecto
del })rirucl'o, por medio de una varin,cioll en la manera de obrar de
esos medicmnentos ausili:ll.'es,
Por cuaudo c1espllcs de habe!' sometido por algun tiem-
po a un enfermo profuuc1amelli<> sicósico al empleo dé la tkuyct, parece
- 20
que tan pOdCl'OSO ajente ha perdido, por sn misma l'epeticioll, algo de
su natural enCljía, se ocurre a la administr:teion del ácido ?út?'ico,
ajcnte del mismo tipo, i que por medio de su accion individual, de-
vuelve al. organismo su receptividad primitiva respecto de la
N ada mas trivial, ni mas esperimentado diariamente. .Un individuo
cansado ele un alimento, toma por algunos dias otros diferentes, i
cuando elespues de esta variacioll, vuelve al que lo tenia hastiado;
lo encuentra tan grato como al principio. Esto sucede con la lectura,
con los placeres de los sentidos, &c. El proscrito recuerda con epter-
necimiento, desde el suelo estranjero, los objetos que en su l)atria mi-
Taba sin ninguna emociol1 i hasta con desden; i por qné? porqne b
accion de otros ajentes ha reavivado en él las impresiones que lctj?'e-
habia embotado en el suelo natal.
Bien : ¿ no hai filosofía en todo esto? ¿ 1 todavía se dir{¡, que la
Homeopatía es un abslU'do quimérico?

xxv.
Dicen algunos medicastros alopáticos, que en la Homeopatía no
hai poder alguno curativo; que sus glóbulos i sus c1iltlCiones, no son
mas que una eng"añifa. Si tales ::matemas fueran el fruto de un exá-
men de espericl1cias bien qjecutadas i malo{p'adas,
nada habria que replicar; pero esto no sucede. sarcasmoé no
son sino arranques de preocupaciones desautorizadas; i, acaso, no
escentas de sospechas poco honorables. Mas admitiendo todos esos
denuestos, vacíos ele toda razon i llenos de toda iniquidad¡ i no pudien-
do negal' que esa engariifa cura, i cura suave, .pl'onta i radicalmenLe;
hai que sacar de semejante hecho, una consecuencia naela ventajosa
para ],a antigua medicina. En efecto, si bastau las ilusiones i las en-
gañifas para curar las dolencias humanas; si esas ilusiones i engañi-
no pueden matar a nadie, entónces la medicina alopática está de-
mas en el mundo; i aun algo ménos que demas, puesto que sí puede
matar i .mata, por desgracia, algo mas de lo que alguno se imajina.
Esta es la jeneralidad, porque hai muchas prescril?ciones de la escuela
antigua, que siendo, aunque por casualidad, como lo ha dicho i pro-
bado Hahnemann, aplicadas homeopáticamente, curan de una manera
innegable. j Pero cuántas veces no hemos visto esas funestas deriva-
ciolles del cólera al tifo i del tifo a la pneumonÍa, resultados de los fe-
nómenos consecutivos de las sustancias administradas en las enferme-
dades principales! ¿ 1 de qué provienen esas crueles derivaciones?
- N o será de la ignoraucia en que ya (le la alopatía de los ver'clader'os
fen6rnenos de las sustancias qne emplea i que jamas l)a ensayado en
el organismo sano? Sostener que bastan los conocimientos adquiridos
('E el estado patolójico, respecto de ésas sustancias, es tanto como sos-
tener, que el arte de la g uerra se debe estudiar entre el estruendo de
Una batalla; la navegacion al encontrarse en medio de las soledades
del océano; la arquitectura eu:mdo se está construyendo un eLlificio.
'. , .. , ... l;'l'oposiciones de tan tri 'Le categoría, no ftol r:.1y:m en el
-
absurdo i son la pura espresi0l1 del mas e:;Léril empirtsmq, sino que in-
dican la mas rematada incapacidad p::fl'a entrar en ningnna discusion
séria.
XXVI.
Entre las ventajas que el sistema homeppáticp tiene sobre la
médicina ordinaria, hai UDa ele un precio altamente inestimable : la
imposibilidad de equivoa,ciones funestamente ij·remediables. En
Homeopatía, el est¡'ícnos, el cwsénico, d mercurio cm'j'osivo, el ácido
hidrociánico, el ácido n'ttj'ico, el ácido 8uifúr'ico, &c. &c. tomados
por equivocación, i ann administrados a un reciennacido, apénas po-
drian causal' una indisposicion pasajera, cuando mas, semejante a la
que causan esas mismas sustancias en la espedmentacion pura. Esta
ventaja, que por si sola merece la mayor atencioll, es una consecuen-
cia de la manera como la Homeopatía ensaya las sustancias que des-
tina a constituir su materia médica. Ningtm medicamento homeo-
pático llega a ese rango, sin habel' pasc¡,do ántes pm' el c1'isol de la
esperimentacion en el hombre sano J' i como esta esperimentaeion
jamas .se hace en las dósis mas ténues; ** i sin embargo, nunca llega
a poner jti ""emotamente en peligj'o la vida humanct / es claro que
mas tarde, al hacerse 11na errónea aplicaeion de una sustancia en U\l
enfermo, cuando mas, sufriria este, los mismos fenómenos que el '
esperimentador un ajente desconocido. Pero ni aun esto es admi·
sible, porque el eSl)erimentador tiene que dejar pronunciar toda la
accion eLe la sustancia que espel'imonta, para recojer todos i cada uno
de esos fenómenos; i trn.t:índose de una equivocacion, se echaria
mano de uno de tantos antidotos comprobacusimos como cuenta eada I

medicamento homeopático; i d malestar del error, pasaria como


una sombra. Ademas ese error es mui fácil de averiguar. Cuando un
enf6rmo 'toma un medicamento homeopático, le sucede una ele estas
tres cosas: se mejora, se agrn.va o continúa sin mejorarse ni agravarse.
En caso de aO'ravacion, esta puede tener dos causas cuyos resultados
son mui diversos. Esa agravacion puede ser un fenómeno
de la accion propia i curativa del medicamellto; porque aunque los
profesores Teste i Griesselich, la de la agra-
vacion medicamentosa estableClda por Hahnemann como un cánoA
de la clínica homeopática en jeneral i sin escepcion de ninguna' clase,
es uu heoho demostrado por la. práctica' diaria que, en jeneral, los
medicamentos homeopáticos indicados, exhacM'ban pasajem-
mente las dolencias que curan; 1 en este punto, las escepoiones nada
probarian contra lu j elleralic1ad del hecho. Pero si esa agravacion
'puede ser i es realmente, de ordinario, una manif'estacion fisio16jica
del remedia Qn su accion benéfica, tambien puede suceder que no sea
sino el frllto de' un error de aplicacion; i entónces hai que distinguir
entre la e"haeerbacion benéfica i la agravacion errónea. Esta ocurren-
cia de sUlUa i acaso insoluble difienltad en el sistema de la antigua
medicina, es en Homeopatía, un contratiempo enteramente pasajero
"'" Pam c,;to se empIca ,le la 3.' a la 6." dilucion.
-
i ele lIlui f,ícil sohwion o lJn,t Vez conocida la enfermedad, objeto de
la aplicacion, por el conjunto de sns síntomas, basta observar la na-
°turn,leza ele la agravacion sus,citada, para saber si es una pura activi.
dad curativa en{Jljica, o eltesultac10 de una equivocaciollo Cuando el
remedio es verdade'r:1.mente homeop.ítico i ha sido bien escojido,' la
agravacion qne desarrolla jamas 'Va hastct sttsoitcw síntomas est¡Oalios
a los que ántes ha sufrillo el enfe1"1110,0 estrauos a los que la sllst3ncia
-alcanza a c1esan:ollar en el hombre sanoo L3 :1.gravaciou medicamen-
tosa jamas hace otra cosa que, (¿vivarOal{Junos de los síntomas oono-
cidos en la enfennedad, i casi siempre se acompaña ¡;sa · agravacion
CQn lct cttenuctoio:JÍ o la desapcwicion de <-t((junos de los síntomas que
lwn molestctdo ántes al enferomo o Cuando ha habido error de aplica-
CiOD, acontecimiento dificil para un buen dif.gDosticador, la :1.grava-
cion no solo constituye Ull empeoramiento jeneral de to a la enfer.
med3d, sino aun la aparicion , de síntomas que el enfermo ántes no
habia esperimentac1o, i que acaso 110 pertenecen a la patojenesia qel
medicamentoo Quiere dec.ir, que en la agravacion medicamentosa,
si bien -alguu{¡s sÍntomas 'se despie.rtan COIl mayor eneljía, otros se
atenú¡m o desaparecen completamente. N aela es pdes, mas ficil que
esa distillcion; i una vez hecha, todo está reducido a la administra-
cion de, un autídoto de los varios que tiene cada medicamento, i
concluido!
XXVIIo
I
Pero fijémonos aún en un cadcter altamente interesantl'l del siso
tema homeopático : en él estún todos los caractére8 de la verdad mé-
dica absoluta; i el ma's interesante,. el de no provocar por sí mismo,
como hace la alopatía, obstáculo, ni repugnancia alguna a su fácil i
sencillísima administraciono
¿ Estará la verdad médica, desti'Il:1l1a por la Providencia para la
{!onservacioJ;l de la. humanidad gne esa Providencia ha querido hacer
existir, estará esa gran vetdatl decimos, en aquella fórmula, cuyo as-
P!3ctQ, cuyo olor i cuyo sabor, empiezan por mortificar" a :un infeliz
·e nfermo? ¿ O estará mas bien en aquel sistema cuya purean i tenui-
dad quita olas repugnancias hasta al asafétida ? Esas mortificautes
fepelencias que presiden a las aplicaciones ' alopáticas, ¿ no están di-
dendo mui claro lo que hai de cierto en ese sistema? ¿ N o es jene- o
ralmente evidente, que lo que repugna a los es nocivo a la '
saLud? La fetidez de un muladar, indica lo que hai de temible en sus
' emanaciones. Esta no es mas qne la esprosion de la armonía que exis-
te entre las repugnancias materiales i la conservacion del hombre.
lJios, que en todo ha puesto el 6rden en la Cloeaci,m, le ha dado esas
repugnancias, como otros tantos aviaos de que su está aml3-
l3.lizada : por eso él huye del humo que lo asfixia, como del cadáver
que lo envenena. Pero no es esto solo; el estado moral del hombre,
por mucho en el curso de su vida entera. La molestia que sufre
un $er ya incomodado })or una doleucia, con b acllllinistracion do un
brevnje fétido o uauseabundo, no puede ménoa quc predisponer la ae-
- 23"-
cion "it31 en contra de sus buenos Temar a un niño i
estrangularlo para que trague una fnerte dósis de ricino o de l'uibar-
bo; i entrar con esa inocente criatura en una lucha cl'{.1el, apl'etán-
clole las narices para que abra la o rompiéndole casi las mandí-
bulas con una cuchara, par:1 hacerle tragar, pOol' medio de tan bárba-
ra violencia,uno do troltOS Bálsamos de .Fierabr·(,s que propina la es-
ooel:1 alopática, es 11110:.e8cena, quo n o deja de ser curiosa pUl'a el ro-
mancero i para el filósofo. j Ouántas veces hemos "isto a uuo de csos
nIDos, scmivcllcic10 por sus parientes en esa breg!'l. infernal, de vol-
verles por boca i naricC\." a 1:1 cara con sonoro estruendo, el mismo
breV:1je le habian Lecho tragar martil'iz:1nc1olo! 1 touo esto, on
medio de los llantos, de los gritos, i del mas enérjico pataleo de la víc-
tima. . .. ¿ Quién no ha "isto varias de estasfcscenas? ¿ Rai algo _p:1-
recido siqniera en el pulcro tratamionto homeopático? ,
¿ Pero por qué fijarnos solo en los niITos? Las mujeres, natural-
mente susceptiblcs en punto a "ist:1, olfato i gusto; i aun muchos
hombres de temperamento nervioso, tienen que hacer lqs mas herói-
cos esfuerzos para habérsebs con una dósis alopática de sal Glauber
o de ipecacuana. ¿ 1 no ser¡Í, una yentaja preciosísima, la eliminacion
de todd ese tren de molestias, i de molestias. causadas, cuando mas
necesita el hombre de mnabilid:1d i ue consuelos?
La ' popularidad que la aloP!ltía ba logrado hasta altora, ba sido
la popularidad del monopolio. Ull sistema tan repugnante; üm doloro-
so, tan peligroso i tan oostoso, 110 tiene carácter algu.no ele populari-
dad natnral; i este es uno de los caract6res íntimos de la verdad
destinada por Dios :1 conselTar i a a los hombres de las doleu-
cias que los aflijon. I .
Mas no son únicamente las repugnancias, lo que en medicina eli-
mina la HO.lleopatb; ni es solo' lo inocente i económico de sus apli-
caciones, lo que con este método ganan b terap(mtica i 1:.\ humanidad.
Las purgas, los vomitivos, las slmgrías, los cáusticos, las moxas, los
sedales, las fuentes, los sinapismos, &. eh'jan de molestar o de pober
en peligro la vida ·humana. Un vomitivo, una sangría inoportuna-
mente :1plicados, pueden ca.us:.1l" una muerte casi repentina. j Ouántas
veces un mal sangrador no hiere. sin saberlo la arteria radia.l i pone al
pa.ciente a una línea del sepulcro! j Cuántas veces la fuel'za del vómi-
to no causa Ull resultado semejante en in¿¡iIviduos aneurismáticos!
¿ No se deben a la misma C:1US:l bernias incurables en multitud de
personas? Sinembargo, estos apénas son riesgos casi puramente mu-
teriales. Las derivaciones del cólera al tifo, de las fiebres inflamato-
rias no las fiebres cerebrales &.¿ son otra cosa que resultados de la .
accion de medicamentos deJlWSlado escesivos, demasiado ÍDconsult:1-
mente aplicados? ¿ Se apelariÍ. a la falibili dad humana como una es-
Cllsa? Sea! pero qué diforellCla! qué distancia no laai.entre una eq1.'Ü-
que, cuando mas, causa un malestar pasajero, i otra ·que b11TI-
de en la tumba a título de pura falibilidad humana t ¿ Pero qué ne-
hai de ocnrrp' a las equivocaciones? ¿ Los c:1usticos no son
fecnndos en resultados infernales, aun en los casos en que están mejor
- 24-
indicados segun las leyes de la vieja escuela? La cautiÍl'icla o la 'can-
turidina, ¿ no huellas de fuego en el estómago, en los intestinos,
i en el aparato urinario? 1 u propúsiLÓ ele esto, esa trusminacion de
la cantáridq. de un ciÍ.'llstico, :11 traves de los tejidos i tle los músculos,
1.. no seriÍ. un argumento en filVor de la accion enéljica de las atenua-
ciones homeopáticas? ¿ Cómo es que un cáustico colocado sobre la
nuca o entre los omoplatos, ha de ir a sentirse en la vejiga, cuando
su acclon directa 11a terminado despues de muchos di as ? Sinembar-
go, el hecho es innegable; la misma alopatía lo reconoce como evi-
dente; pero para qne esto sea cierto, como lo es incuestionablemen-
te, es preciso que las atenuaciones homeopáticas, teng:¡,n un poder al-
go ménos imajinario, que el que les concede la escuela un tanto ma-
terial de la alopatía. '
xxvrn.
Por lmoto ' jeneral, el sistema homeopático no bace otra cosa,
que util;zar cierta fuerza de equilibrio reparador, que se aspma por
todas las fases de la naturaleza. Hiérase un {il'bol, un animal cual-
qtúera, un hombre; que ninguna causa adversa particular venga a
perturbar esa fuerza de restablecimiento que tiende a reponer todo
órden, todo eq),lilibrio natural; i al cabo de unos pocos dias, sirt otra
medicina que la no pel'tm'bacion ele las leyes tísicas que rijen al mun-
do, se ved la- cicatriz que en el sitio de
la herida', ha dejado el simple
trascurso del tiempo. Esta observacioJl comull i facilísima, está pro-
bando que 110 h;ú lIeeesida¿L de grandes de medicamento para
restablecer el únlcn vital pertnrbad,o por las enfermcu2cles; i que la
Homeopatía, asociando la circunspeccioll de 811 terapéutica en la re.. .,
habilitacion de la armonía perdida, a b fuerza de 1'eparacion que exis-
te por do quiera en la naturaleza, no hace otra cosa que obedecer a
una condicion divina, estampada por Dios en la el'eaeion, como una
1'e"ebcion I1niversal para la coúservacio'n de todas sus obras.

'XXIX.

Es cierto! h. Homeopatía es llO niño al lado de su antagonista;


i las ideas como los ho¡:nbres son dGbiles al nacer. Ademas, no hai in-
novacion sin lucha i sin martirio; i la Homeopatía no puede escapar
a esta leí universal del egoismo humauo. IIahnemann fué víctima hasta
de las impertinencias de 81.1 primera esposa. ¿Qué de raro? En la anti-
güedad S6Cl'ate8 i el murieron por 1:1 verdad; i mas tarde Co-
10mb se vi6 desdeñado cemo lID loco, porque anunciaba un mundo
tan nuevo COl'lfO verdadero. ¿ Quién no aonoo'e cnán indignamente
fué tratado Glúllermo Hal'vey, ilustre profesor ingles, por haber des-
cubierto el importante fen6mc:lO ele la oil'cnlacioll de la sangre? La
hunpna es una "?estia feroz que se alimenta de lauros de la
glona .. '. por eso ha dicho con tanta belleza como propIedad el gran
canci one?'o de la Francia; "JJe tmtt lawrier un po'isorl¡ est l' essen-
ce.". , " Sinembat:go, en sesenta aüos de vida que c.ucllta, 1:1. Homeo-
" - 25-
pal,ia, habl'i:t podido i debido desecharse, si en. realidad no rep'ósara
sobre bases tan ciertas como sólidas. 1 cuenta I que no estamos en un
tiempo en que se entretenga al mundo en el campo de la ciencia, con
consejas descabelladas, ni con libros de caballería' 'a ndante! Este' si-
glo, de a las patrañas, lleva su incredulidad hasta las mas
espantosas blasfemIas. 1 apesar de eso, la Homeopatía nace, crece i
se propaga con asombrosa rapidez; apesar de sus fórmulas exiguas,
que tanto repugnan a los espíritus vulgares; apesar de la grita de
los que están en posesion de la conciencia médica del orbe, como los
Césares jentiles de la conciencia relijiosa de las naciones, en los dias
en que apareció el EVANJELIO; tod? eso i apesar todo eso: l'a
Homeopatía ve 1:1 lnZ' en Alemama, se difunde por toda ella; invade
la Francia, ]a B6ljica, la Holanda i la Inglatel'l'a; se pl:{>paga por la
Espafía i por b Italia; halla ecos entre los hidos de la Rusia; salva
el océano, i viene a los Estados Unidos, a Cuba i al Brasil, sembrando
por donde quiera fecl1ndantes jérmenes; haciendo el bien casi gratuita-
mente; arrancando gratitud i i com'pletando sus bien me-
recidos hureles, con la aiHiaeicn de numerosos e ilustrados profesores
t1e ambos mundos, que habiéndola buscado con imparcial filósofía, la
han hallado COl'. adrniracion i abrazado con entusiasmo; que tal es el
cnIto que la buena fe depone en las aras de la ciencia!
Medio siglo mas, i el jánero será redimido en los tiem-
pos, como hace 1863 años que fué redllIJido en la eternidad. Medib
81g10 mas, i la alopatía quedará áfillada en la categoría que goza l:ioi
el sistema astronómico de Tolomeo,
No nO's inquietemos por el enojo de actuales de
alopatía. Hai en el hombre una apego casi instintivo a las ideas ad-
quiridas : ' por es tan dificil reformar el mundo ; por eso todo in-
novador tiene que sufrir la cólera de los, hábitos del pasado,. Siempre
le será al hombre insoportable que le prueben que ha perdido su
tiempo el engaun,rse i engaiíar a los demas; auuque se le reconozca
que ha procedido con la mayor buena fe; i jamas llevará en pacien-
cia un sacerdote judio, un imao mahometano, ni un bratnin índico,
que la razon i el sentido comun se les pongan en su presencia para
I convcncerlos dc las mas absUl'das preocupa.ciones .. . , Sin embargo,
, perseveremos! pcrseveremos con la filosofía i la por toda al'-
, ma, hasta dar a la verdad el peso los hechos, al cabo innegables .
por su número i naturaleza, añr.den SIempre a la especulativa filosofia.

xxx .
• 4U
. , ..
,
No se Cl'ca empero, qne 103 amigos de la Homeopatía por espí-
ritu tle sistem:\, pretendan que los profesores alopáticos no ' Curen ni
i:iean capaces de curar; pero no habiendo mas que una lei bien com-
probada i fundamental cn. medicina, como no hai mas que una lei úni-
ca en el 6rdcn Cl'ead9l' i conservador del universo, la tendmícia a la
'unidad, la medicina alopúÜea cura i puede curar incuestionablemen-
te, cuando por cWHíalid(¿d aplica esa lei de los que
, es a quien sin saberlo, uebe sin duda todos sus éxitos; i fhera de la
cual, no hai sino ])aliatiavos, chas'COS i derivaciones funestas. Vaya
una prueba djl lo. dicho.
. Las fomentaciones calientes, l'emedio popular en la escuela anti-
gua, cuando se aplican a.las'inflamaciones gástricaJÍ, intestinales 11 otras
del ,mismo tip.o, desarrollan: llPa reaccion pur:nnent'e homeopátic.'1. in-
dudable, corpbatiendQ .con el calor del remediob calorosa inflamacioll
de la enfermedad. Otro tanto pueile decirse de la aplieaciDn que en
los últimos tiempos La hecho la escuela alopática europea de! lÍcido
(wsenioso en el tratamiento. de las fiebres palúdicas i otras de tipo in- ,
termitente; !como desde tiempos ménos recientes, ha combatido la 8ar-
IJa con el az¡V1'e, la sífilis con el las conjelaciones con fric-
ciones de nieve o granizo, o con la injestion de agua helada al inte-
rior; varias fiebres con la qu·i nina / i la viruela con l:t vacuna. ¿Hai
otra cosa que Homeopatía en todos estos i otros muchos tratamien-
t0S ejecutadQs por los médicos de l;l antigua escuela? Sin duda. qUG
nó. La falta. de aplicaoion infinitesimal, si bien establece una diferen-
cia en él modo d!) aplioacion, 110 la constituyc. en el fondo esencial del
.homeopatismo dc los ajentes r i esa diferencia rcs-
pcto de los tratamientos indicados, de que carcciendo la alopatía dól
conocimicnto de las patojenesias de las sustancias que en casos seme-
jantes ha empleado, este empleo La, tenido. .que ser forzosamente em-
pírico; i ese empirismo, quc es el tipo de. toda su esenoia, ha tenido
que limitar a reducida esfera, el éxito que"de Otl:O modo, podi-
do jeneralizar, con grandes ventajas para la humanidad i bonor para.
la medicina.
,. La misma teoría hic1l'otcl':ipica de Priessnits no es mas, en d fon-
do, quc una fórmu!::t parcial de la doctrina que sostcnemos. El agua.
logra grandcs yenta.jas contra ciertas ::tfecciones re¡mláticas, cuyo tipo
es una imflamacion articular, muscular o nerviosa mas o ménos aguda,
o crónic::t. Los que no yen en cs.t o lllas que agua, 110 se
han detenid<,> a contemplar que en este líquido Lai un elemento jene-
rador del calórico, que es, sin duda, el que constituye la p:.-.rte activ::t
de la teoría hidroterápica: este es el oxíjeno que el agua '
contiene; i el único, aoaso, capaz de opone>l'le CDn ventajas a ciertas
dolencias o ménos gl'áv'es de carácter puramente inflamatorio.
No nos Cansaremos .de repetirlo: el prurito de gritar contr::t
tod:!. idea nueva verd::tdera es uu absurdo en cualquier órden de he-
chos; pero en medicina, i cuando.l::t alopatía, despues de ruas <le tres
mil años de todavía no sabe, en a princ'ipios funda--
mentales, mucbo mas de lo qne sabia Hipócrates, E!n materia de
pura medicina, es aún una pretension mucho mas incalificable. Re-
las-ideas nuevas solo por .que son nuevas, es olvidar que el
lUtmdo actual, en materia 9-e creencias de todo jénero, esttí hoi de
pié sQbre las ruilla¡,¡ de los que . habia adorado al tl'aves de
latgos siglos. Para crcer que en las uicncias cstá cOlJsumada l::t revO-
ln?iou ullivl1l'sal de todas las ideas, CSl)l'cciso ser un profeta, ser tUt
DlOS! .... ¿Puede la ¡nedicina asumir tan desmedida arrogancia'? Que
, - 27-
\ del inmortal Hahnemann, nos conformaramoS' con alr;ar los hom-
bros i cuando mas, bnr.ar al cielo una mirada de esperanz:i o de re-
signacion, pase! porque nada mas podia en presencia de la.
impotencia humana; pero que despues del descubrimiento de una
·doctrina cierta, bella i luminosa; de una doctrina que es la esperanza
,de la humanidad aflijida ; despues de los inul}merables prácti-
·cos que apoyan su teoría de un estremo al otro del mundo; despues
de tantas asociaciones como llenan el orbe científico, en el arte nuevo,
filcil, 'sencillo, económico i altamente popularizable de curar a los
hombres, sin repugnancias, sin dolores, sin grandes costos i sin peli-
gros, ¿ no valt1ní. todo ello la pena de consagrarle alguna reilexion,
alguna meJitacion, alguna práctica, alguna esperiencia, siquiera algu-
na curiosidad, en busca de una verdad, tan intereRante, como la que
tiene por objeto alejar siquiera por algunos dias de nuestra presencia
el adusto espectro de la mnerte? Las injurias vulgares i los sarcas-
mos groseros, ¿ son armas dignas de! campo de las ciencias? Qué!
un aSUnto ta}! s6rio, como el de la conservacion de b especie humnna,
¿ puede ser. tema de burlas necias i de patrañas mas necias aún? Los
hombres cuya vulgaridad hn llegado a estos escesos, deoerian com-
prender que no viven en sociedades compuestas de monos gorrilfas o
de arangutanes; i que al ocuparse en denigrar gon' calumnias llenas
de ruindad i de mala fe, una doctrina que comba.ten sin comprender-
la; porque en SIl pedantesca arrogancia o su .culpable pereza, no se
tomau el trabajo de estudiarla, 110 bacen otra cosa que exhibirse en
ridículo, u los ojos de todo sér culto, moral i razonabl\). Esto no es
atacar a nadie: es defender los fueros de la justici:1. i la civilizacion :
es propender porque los no se degraden. El noble decoro de
, las ciencias es incompatible con la licencia: su templo es casi un san-
tnano!
Lo que hasta. ahora hemos leiao n oiclo contra el homeo-
pático, es precisamente lo 'que mas nos ha movido a estudiarlo. Cuan-
do una idea científica por su esencia, en vez ele merecer la refutacion
fil9sófica, tan digna siempre, tan útil i tan fecunda en el campo del
verdadero progreso humauo, solo alC:1.nza como la Homeopatía de sus
, adversarios, truanerias como las de Fl'a,i Je?'undio, vulgaridades ma-
jistrales como las de MI'. Le Pileur, o las interesadas sandeces de es-
píritus incapaces de toda investigacion filosótica, hai que sospechar,
por lo ménos, que la verdad esttí. de parte de esa idea. Esta sospe-
cha viene a enrobnstecerla la historia de to'das las grandes iniciacio-
nes hUll1ituas, qne no hace sino repetir desde' los pri;UCl'os tiempos de
la;; sociedades, que no hai verdad nue,,!), sin escándalo, ni gloria sin
martirio. '

Bogotá, marzo de L'3 G3.

MANUEL MARIA MADIEDQ,

.,
A,PEND.IC,E.
CURACIONES HOMEOPATICAS EJECUTADAS
POR MANUEL MARIA MA DIE DD,
En Bogotá.-Sefior M. S.: bubones: eumcion en 5 semanas, sin una sola fiebre
i t ermin.ada por una supUraCI?n d.e estrClnada benignidad.
Id. - N. N. soldado ?el eJérclt? federal llamado Papare: orquítis, 11enorrajia,
constipacion abdominall fiebre vlOlenta, curado en 6 (¡ias en presencia del sefior
llerm6j enés Valdiri. . '
Id.-Sellora D. H. dc R: amenorrea de tiem po: cólicos, náuseas, vómi-
tos, desgano i dolores renales con estremada faz pálida, labios ellc(mdid os
i mal aliento ; curaaa en dos despues dC.lnutües aplicaciones ak>páticas h e-
c\ias en San Luis por un aeredltndo profesor .l cn la capital por uno de los, mas
notables, ámbos ., .
Id. -Doctor E. Jaranullo: ga.stralJIa, vómIto. de los alimentos dc por la
mañana, con pir6sis i .otras molesttas. Estc sUJ,eto habla. tomado ántes in6tihn entc
vnrias dl'ogns alopáticns l'ocetndas por uno de los mejores profesorcs alópatas de
BOIJotá. . .
Id.-Madama Schmit, esposa de MI'. Joyero, señorn que sufria hacia
largo tiempo una irI'itacion crónica dc} l a 1ll1ll1el'osas f'plica-
ciones alopáticas sin fruto alguno: ClU'O a la dOS18.
Id-Sefior José María Vallarino, comerCIante, pnelllDonla violcni'a: tos srea.
corta con dolor de punzada nI costado al i fiebl'e violenta : curado en 4:-; ho1'a •.
Id.-Señora Eusta ql1ia 1'rujillo dc V: dlal'l'ea tenaz con tenqsmo i otras moles-
ti¡¡¡;, tratada en vano pOI' un cntendido profesor alopático de csta capital, curó cn S
días aun violando elréjimen.
Id.-Señora D. H. de R: i odoutaljia violenta, a cOnsecuencia de
UI1 diente cariado: curada en clos dUls. .
Id.-Señorita Osuna: prosopaljia por un cariado: clll'ada en 2,1 10mB
co 11 una sola dQsls. .
Id.-Señorita Adelaicla Tórres, prosopaljia violenta cUl'ada en 48 horas.
Id.-Señorita Amalia Briceño : tos seca,>corta, incesaute, con accesos de estrema
violencia i convulsion: curó en 3 dias.
Id.-Jóven Eduardo Briceño: ataque violento ¿¡e apoplejía sanguín ea: pérdida
dc la palabm i del conocimiento: pulso pequcño, faz encendida i tri smo mandibu-
lar : curó en 2 horas!
Id.-Señol' Cecilio Garzon, sastre: sarna horrorosa en toclo el cuerpo, q no le da-
ba un monstruoso: desgano. insomtuo .. ficbrc, estre1'1lada inquietud: curado
con tres dósls .clura,nte 5 semanas. Esta CUl'aClOn me fué recomendada por el señor
doctor Januarlo 1'1'1ana.
Id.- Sellora Mariqlúta Miro do V: prosopaljía curada. con una sola dósís.
Id.-Sefior J. G. comerciunte: bubon in guinal, blenorrajia, contraccion de un
músculo de un muslo. E ste caballero, me manifestó haber estado en manos de ' uno
de los mejores .de la que me nombró, i quc 1:0 obtcnia r esultado
alguno ya con las aplicaclOnes Curó con uoa sola d6sis.
Id.-Niñita M. R: leucorrea amarIlla, densa: faz pálida, ojeras, desgano, fu er-
tes dolores a los hipocóndrios: curó con la CUarta parte de la soludon de un glóbulo
en agl)a pura.
Id.-Señor Agustin Estéves: irritacíon crónica del estómago, curada co:n una
sola d6sis.
Id.-Señora Águeda Navarro de P: dolores nerviosos tenaces a la cabeza i a
la caril : curó con una sola dósis.
Id.-'Señol·1J, C. Simo de U: diarre\,': curó a la tercera cucharada de la primem
d6sis.
Id.-Señorita Dolores Bricefio': cróniea, p eriódica en el seno i en los
bI'azos: curó a la tercera d6s1s.
Id.-Niíjita dal coronel U. . .. caida recto: curó con un solo g16'bulo .
• Id.-Lisandro N. nifio recojido por mí; tifó: dolor en todos los miembros i mui
violento a la cilbezll : estreñimiento tenaz, postracion, aliento pestilencial, Cl1l'vatu-
ra de la columua Yel'tebl'al ..caida de 111 mandihu1í! inferior, proyectados i me-
- 30-
, dio cerrados, lengua cubierta de burbuj as blancas, qu ejido continuo: curó en 8
uill's; pero me iuficcionó toda mi familia; mi señora estuvo kl horde del sepúlcro; i
un a' de mis hij iLS escapó como por un milagro, pues 1¡uvo hasta pérdidll total de la
. vista i carfolojia. ' .
Id.-El mismo nifio: prolapsus del recto: curó con un solo glóbulo Runque el
mal era cróni co. •
Id.-Tadea Martínez, tifo: cara encend itla, ojos inyectados, proyectados, mira·
<la espa ntada, dolor de cabeza,' tos violcnta, delirio i estr eñimiento tenaz con estre-
ma inq uictud: cur6 en 12 diae. '
Id-Señota Lucía Lezama : prosopaljia crónica antigua, con obtur(leion nasa]:
curó en un mes l'fldicalment e : tres dósis a intérvalos. '.
Id.- Señora G¡'egol'ia Har,) de:Y: , co;\:aljill produchla por un n110rtQ,: curó con
una sola dósis, despues de hab er tomado inútilmente varias drogas alopáticas propi-
cn vano pOlO qn r espetable profp.sor estrllnj ero.
, Id.-Sj)ñora B. L. de M : coxaljia, }>roducidll por un 'a borto mui láborioso: cu·
ró con un solo glóbulo disuelto en .5 cllchu r;¡,das de agua i tomadas' ulla ca.da 24 horas.
Id-.-Señora ,Domitilll FerlJálldez de Tav era: hepatítis ,con ,fi ebre violent.'1: cu-
ró en 4 dias.
Id.-'-Señorita Emilia M: epístasis: curó con un solo glóbulo.
Nepomuceno Toscano : epístasis en un b,1ile.: tomó ,un solo glóbu·
lo, cesó el a<lCidente en el acto i continuó bailando como 4 horas mas,sin sentir nin-
gun ,
Id.- Niflito Alfredo SÚel)z : irrit.acioll a la vejiga a consecuencia de tUl 'l\ernú·
fugo alopát,ico : curó con 5 c1ósiH ,
Id.-Niñito Horacio M: otítis aguda, con del oido esterno i dolor
en los dientes i mu elas : curó con 3 glóbul ds tomados eh 2 h oras i media,
Id.¡Señora madre política del fiuad<¡ coronel Lorenzo Esté\Tes: tos crónica,
antigua, t,euoz que la vedaba el sueño : curó'con una Ilóla, dósis.
_ Id.-Rever eudo P. Zalabarrieta : tos antigua, nocturna i mui tenaz que no le
dejaba sueño ni quietud: cu ró en 4 dósi s. ,
Id.-JÓven Pablo N, sirviente de Mr. Dundas Logau: fiebre ,intermitente, curó
con dos cucharadas de la primera dósis. .
Id.-Jov encito hijo del señor José Suntnmurítt Baraya: acceso nusiliar enorme;
,j)on fi ebre : cura do en 3 dias por una sola dósis.
Id.-Señor Juan O. comerciante: meteorismo .abdominal:' curó con la p'rimera
d6sis.
Id.-Señor José M. Yegtl, de la casa del señor Manuel Ab ello:' diarrea simple:
,curó con lB primera d6sis en 24 h oras.
Id.-Señor Mllnuel Ab ello: padecimientos ps6.ricos{!e las estr emidades,inferio-
:res: tomó la mitad de UDll dósis completa de 3 glób ulos i curó, pl'hi¡t uqa exhaccr-
bacion medicinal pl\saj era.
Id.-Trinidad N. sirvienta de la scñora viuda del finado coronel L. Estéves:
prosopllljia, curada en 24 hQl'as.' .
J eneral J osé María Gaitan: varios padedmienms: con
una sola d6s1s. I
Id.-Señoll N. carpiutero: edema dc las i pies cmado con una
d6sis. " .
Id,-'señorll Luisa N., de Sim Luis: vómito de los alimentos: curó e01111pa sola
dósis. •
Id.-'señor Maldonado: sordera, insomnio, <10101' en los hombros con
total en los brazos : curó de est,as cdn 3,dOsis.
Id.-Seflorita Cleillentina Escovar : odontaljia i prosopaljin curó con ¡:los dósis
m3diü _
, Id.-Señor 1Íirtilillno Sieard : odontaljia por un carjes de dient'e canj.n;o: curó
como J 10r encapto con un solo glóbulo. . , .
1 .-Señora Justa BustamalJte de U.: metrorrajia periód'i,ca antign,a: cn
Cllarto dia de un acceso violento, que cesó, deJas <lie;o: i media 'ge !&lañana a las
cuatro de la tarde, con una sola dósis en seco.
Id.;..-jp'tep Mllrcelino Echeverr.í.a : ,c urp con 1UUJI soJa dósis.
San Juan.-Sefiora A.urclia Sálas de Millan: j aqueca crónica per!{)di¡¡a: curó
Con ,d9if dÓsis. " _
Jirq,rdot ...Señor Luis María Sil·vestre; nefritis crónica: ,cqr6 06n tres'_d§sis en
tomadas uu \lia. · \ ', ' ' .•.
. Ámbalc,mQ'.-f3eñor Arseilio :t.eU!l3l1tiSjllÓ nervjQ!lQo:_curó Qu-dQs ¡loSiS.
.
Pw·ijicacion.-Señor't Cármen del Río: disenteria: curó COIl do. dósi8 en 3 díns.
Ji1·a,.dol.-Seiiol' Enrique Echeverl'i': fiebre sínoca: cmó con tres dósls ello
3 dias. ,
Arnbalema-J6ven Andres Sánchez: fístula lacrimal de 4 años: curó en 15 dias
liin ningun réjimeu. ' . .
Bogotá,-Doctor. Francisco de P. Canáles: IIsma de '20 afios 1 cuatro aphcBC1()-
nes hastaron pal'a r educir el mal de una mdncra' estmol'dinlll'ia. .
Id.-J6ven .J, J. Ortiz: prosopaljia del carrillo derecho: curó con dos dósis.
Id.--4:leñorito Juan David llenera: epístasis fulr\linanté: curó con una sola
dósis. •
Niños C\lrfldos de la fel'Ína en su última aparicion en Bogotá.
Al doctor José J . Ortiz, n hogado . ... .. . '.... . ............ '. . .'.. 4
Al .coronel E. 'RlIiz. ·. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1
A la seBora. María Josefa Campuzano de Calvo. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 4
Al señOI' Rieardo Ibáüez, come¡·ciante .. . .....' ....... '. . . . . . . .. 4
Al Reñor Rafael González, comerciante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 4
Al doctol' NicollLs Pardo, abogado. . . . . . . . . . •. . . . . . . . . . . . . . . .. 1
A la T. de P.i de suma gmvedad .... ' .....' . . .... : .. 1.. 1
Al doctor Nicolas Antonio Yeg!l.l médico, por su ausentÍa ..... '. . . . .. 1
.Al doctor Julian Herrera, abogado ..... . ...... , . . . .. . ........
Al scñ<,>r Francisco Angaritn, ·comercíante. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. :{'
A la viuda del doctor Igr¡acio ]lclgadillo, de suma gravedad. " 1
A la señora Luisa Nayarro de P. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1
A la señora Benita Navarro de Zamora......... . . . . . . . . . . . . .. 3
A la seílora Ag¡'ipina Armero de O.. . ................. . .. . ... , 1
Al Coro.nellgnacio Torrente ................. .. ... . " . . . . . . .. 1
A la. señora, D. Caiccdo de L . ........ . ...... '....... : . . . . . . . .. 2
,
Suman.......... . .... _. . . .. 34
P¡¡r lo ménos, lIn núm ero igual dc nbios llevados contínuamente a mi casa por'
p ersonas pobres del i principalmente tie] poblado de las Cruzes, ce¡:-cano (1¡
mi hahitacion. •
'OumcionoR hechas en Ambalema del 1.0 de ab"il al 14 del pl·osente.
Del sa1'llrupion o a consecuencia de él : •
Niños del señor Mignel Cálaas . .. o. . . • • . . .. • • • • • • • • • . • • • • • • • • • • • •• 2
Del señor t;ulu.zal' . .. " . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . 2
Del Rafn el ZOl'J'illo .. ... ................... , . . .. . . . . . . .. . .. z:
De la sefiora Eladia Rocha..................... ... ........ . ..... 1
J3d señor FraDcisco Londoño............... ......... . .......... 2
Del señor T. Gal'cía, fiebrc convulsiva i discnteria. . . .. .. .. . . .... . .. r
Del precept or 'de primeras letras ..................... -.. , ..".. " . .. 1
Delrnaest¡·o nlbani! N. Ort,jz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ........•.. 1
De la señora Emilia Ola ve, con ulceraciones en la garganta.... . .... 1
Del señor J esns Castellanos, una j.6ven ......................... " ... 1
D el señor Joaqnin Zo1'l'0, nnaj6ven....... ........... .......•....•. 1
Del sefior Félix :María Duran, un jóven ................... " .. ,. . ..• 1
Del señOI José Mal'ía Audradc..................... ........•.... ..• 1
De la señora Dominga Pardo, una jÓvl' n. . . .. . . . . • . .. . . .. . . .. . . .. . .... 1
J3árrios, jóven ..... .. ..... . .... .. ... " ......... , ....... , ., 1
Del doctor Eliodoro Ablldía, niña .................. ' ........ " 1

Suman......... . 20·
Owracione,q de oll'as e'll;fel'111Cdades en el mismo lugar i durante el mismo tiempo.
!:leñora del señor Fí'allcisco LondoHo: fiebre, curada con dos il6sis en 2 djas.
Niñito Alfredo, del ¡nismo señor Londoñot fiebre, Ctll'ndo con un solo gl61\ulo.
Jó veu Blasina de l\iOlllpC.B: escorbuto, curado cou una sala d68i<l.
Jóven Prudencia Millan, de Pnlí, fiebl'c 'bil iosa violenta, eurada con una sola
dósis.
, SeBor Teodoro Suál'ez, carpintero, fi ebre slno'ca de 4 mcses,. cm'ado con tre8 dó·
sis en 4 dias.
Jóven Emperatriz N. fi ebre pl1oqYel'al terrible: curó con dos glóIllllos e¡¡ seco'
Seiior Prudencio Castéllan os, edema de uu l)i6 i tumores frio s en lodo el cuerpo:
C1U'Ó con una sola
JÓVCll EmililJ Gurda, discl1tcri:t:· curó con <1 ¡

<-.¡
32 -
Señor Marceu uo 1,'lóI'cz, platero , fieb\'c pútrida tifQiden,; sopor, pulso Ulll:O, do-
lorcs aHiculares, cefalajia, cOllstipaeion . nbdominal, aliento pestilencial, iscurj,\:
en 6 días!. , , , .. .' . ' .
Jóven Gregol'ÍI\ Ortlz: Ji.enteria, curada eon dos glóbulos en seco: blenona·
jia. qu e'Cllró eI11l días Uuego fiebre in termitente que desapareció a los dos dias mas.
Señora Em, O , .. , antigua ulceracion en la garganta que cur6 en 4 dias COIl
una sola d6sis!
::leñor T, P .... Espermatorrea crónica: curó a la cuarta cucharada de una so-
la sustancia 1
Señora" ., L encorrea amarilla, densa, de algunos mlos : en 6 dias,
con un glóbulo a la noche i otro por .la mañana.
J6ven Mariano Bra\'o: diarre,\ viol entn, producida por me,licamentos alcpáti-
cos ferrujin osos : cu rado en a d ills. .
Cil'i aco Uoddgnez, de Ibngué, indm.:acion 01 la mejilla izqui erda, fruto de una
d ent.aria : curó en 8 por una tan como
Joven sobrin o del señor P ed ro J. Celis: fiebre mtcrrmtente: cnro con una sola dOSIS.
Seiiora Belianisa Ab¡,día, del Cal,ca, c61icó por cmó con U1la sola clósis.
Clímaco Victoria: amarilla , a consecuencia de baber se dej ado secar en el
cuerpo l os vestid os empapados por la ll uvia : cllr6 en 12 dia s.
Señora J acin ta l' anjcl: tiali smo, v6mito, diarrea, bazo hipertrofiado, fi ebr e
l enta, p ostrncion i ilaéu;'as estr emaS, con edem a de los piés, disfajia i otms mol es-
tias: cur ó en ó8 clind.
Niñita J. B.: l euconea,: curó eO)1 seis glóbt¡]os en seco en 3 diado
Niilita del Dr. Heliodoro Abadía, fiebre, ctlrada con tres glóbul os en 24 J'IQras.
Seiio l'l\ F ern nnda Pé1'ez, de Mompos, como de 60 ailos d e eda d: m etríti s con
8upmacion purulenta: cu ró en 28 dias i se volvió a Honda, d e donde la babia trai-
do a Ambal ellla, su hijo el piloio ASUDCioll Cobilla , pam que fuese cumdll.
l\iñita El11'i.ql1eta Ji!: fi ebr e sínoca: curó en dos dias,
::leilor Ma nu el Sanabria : fiebre viol enta pútritla, con endolorinll ento i picadas
en los miembros ;' articul a(\ionl's : cmó en 4, tlias.
riloto Asuncion Cobill a : hemorróides fluentes, curada s con una dósis.
:::leilo\' lL P. J'Csto de un,\ blcnorrajia mal trata la: curó Con cl a;; dbsis.
Jóven Indal ecio Cléves: manchas h erpéticas del lado izquierdo de la cara i
ol'eja del nú smo ln.do escori"do : curó a la segtmda dósis.
Norverto Aguilar, de lIfompos: gl'l\ll tumor, inter esaudo la clavícula izquierda
i el omoplato correspondiente: curó por una Sl1pm-acion tJLol rápida éomo b enigna,
a la segunda d.;.sis.
Seño\' Lúcns Amnya :. reumatismo nrliculm' de 4 Mios, acompañado de sdrdera,
cuerpo enco r vado, est rem1, flucurn, descom pu esto. i voz mui débil, con in BoDl-
lIio, dcsgo.no i molestias ; en l os bl'azos. A los 70 eli.as de
ya el enfermo apénas teni(\ tos un l '\-e r esto del mnl, que \'0. cesand o del todo 1 no
le como p:tl'a tl·:thnj'll· en su oficio de platería, lo que empez6 a
practicfl\' como a l os 40 días del 1ratamicnto,
del Rosa rio N : re¿oJ11cndacion del señol' cura d e Amba l ema: l!eun1atis-
mo articular j enero 1, cn términos de nQ poder sen irse h enferma ni o.un de sus ma-
nos pal'a comer. En dos me es. <lesapur.eci6 todo, no qnedó sin o una ' éolvusion on
l as picrnas, combatida fácilm ente, i que a Illiseparaeion de Ambalema el1 5 d el pre-
se nte, era ya cnE-i nula.
SCiior Obc1\llio Duran: . maltratos consiclembles, con algunas h eridas en la ca-
ra:' curó Je l os primero, en a dias i J e las cO'und:l s en linos d.iez.
Señor ]\fr.nucl J, Madiedo, fiebre pútrida tifoidea : ojos iny ectaJos, dol or nI
occipucio, pul so i piel 8C(':\ : nI segundo dio, sopor continuo, ningun p ul so. ,
ali ento cadavériCO, cOllstipucion abdominal, piel secai al'd\cnte, cabeza mui atonta-
oa i qesvnl\ecida. Al tercer d.ia fué cortado el mal i tiguió la r eposicion, quedando
al qul ntó dia perfectamente
ITc a,qui cmXTO TREIXTA 1 0 11"00 CURAOIOl<ES lIoMEol'ÁTrcAS quc bc
recoj.ido, en unos pocos ?/leses, de las mueho mas nllmerosa. f[Ue realmente hecho
cn eliversos lugares. I téngase cn cuenta, que he estado mui léjos de haber h echo de
!a HOn'leopatía mi ocnpaciol! ' esdn,iva. ;\ii hijo Manuel,Justino, pnede presen t:tl'
Igualmente \I)l cuadro illlportant<· ,l e curaciones homeopáticas num erosas. Si des- t
plles de h ech os que exhibe>, C:\$OS, lugares i personas, se preLeude aun
'lne c· n/la clI;7a1iUh. llnrt/onla,<fa &. cn tónccr;, haiqll e' 1?Oner en I
d uda toda realidad, empezando por O'rCQI' ']ue nuestro< ui:\'crsarios IHI silla una"
llleras H""<I t:\.juni (. 21 (1 .. l Rli3. ;\LIXt'EL ]\f.lnill\LIDLEDO.
'o. '
BOMEOPATIA.
El infrascrito ofrece sus servicios al público de esta capital
'en la aplicacion de la doctrina del iumortal Habnemam, en el
tratamiento de las enfermedades.
El que suscribe, guiado por el sincero sentimiento de bus-
car la verdad, se ha ocupado por algun tiempo en esta ciudad
i otros puntos de la Repflblica, i con éxito rmti satisj"actO?"io
en el tratamiento de varias enfermedades. Acreditalo una
de numerosns curaciones homeopáticas ejecutadas por él, ad-
junta a la publicacion que ba hecho i que está de venta en esta
imprenta a dos reales el ejemplar, cuya lectura se toma la
libertad de recomendar a todos, i mui particularmente a los
padres de familia. \
El que suscribe, posee lID método especial seguro,
para poder conocer a fondo i tratar medicalmente con bastan-
te propiedad, las enfermedades crónicas de las personas ausen-
tes. Por este mismo método, los individuos de ámbos sexos
que sllfrall enfermedades penosas par'a el pudor' per-
Mnal, pueden ser recetadas sin el sacrificio de su delicadeza,
De esta manera los hombres mas circunspectos i muchas se-
ñoras i señoritas que tal vez son víctimas de ciertas repugnan-
cias para descubrir a una persona estraña el verdadero estado
de su salud, puedeu ponerse en la mas completa relacion con
el que suscribe, sin darse a conocer de él, i tan fácil-
mente :lomo si se sometieran al mas minucioso exámen ma-

E l inti-ascrito posee todos lús medicamentos necesarios


para el tratamiento de las enfermedades, con ,todo
el esmero i pulcritud que el arte requiere. Él será r'eser'vado
i asiduo con las personas que lo ocupen; i sobre todo, Mur
RAZONABLE, en cuanto ' a la r emuúeracioll de sus servicios í
medicinas.

Bogotá, 18 c1ejnlio de 1863.

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