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ANGEL DUARTE, LA PROPORCION COMO ESENCIA DE LA REALIDAD

El Día 23 de junio, Angel Duarte recibe la Medalla al Mérito de las Bellas Artes,
en su categoría de Oro, en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. Este galardón
dado al Equipo 57 es un reconocimiento a todo el esfuerzo artístico, sostenido durante
años y reconocido el pasado otoño en la exposición celebrada en el Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía. Animo que se ha ido sobreponiendo a las dificultades e
incertidumbres que se han sucedido a lo largo de esta mitad del siglo XX.

La figura de Angel Duarte, miembro fundador del Equipo 57, nacido en 1930 en
Aldeanueva del Camino, ha de circunscribirse, desde una posición netamente
historiográfica, en la más relevante tradición conceptual sobre las formas geométricas,
cuyos orígenes pueden establecerse en el Timeo de Platón al afirmar que a la
multiplicidad le corresponde una idea única, su esencia. Este planteamiento fue
recogido por Alberti y por el iluminismo ilustrado de la Francia revolucionaria,
desembocando en la visión artística de nuestra modernidad, donde la verdad, regida por
el orden y el número, está más allá de cualquier realismo.

La trayectoria de Angel Duarte viene definida por toda esa una sucesión
histórica que ha ido tamizado el pensamiento occidental y ha analizado la visión del
mundo desde dos perspectivas diferentes, resultado de esa fragmentación a la que
estamos hoy sometidos: una se incluye en la noción general sobre la naturaleza y otra
concierne a aquella totalidad del universo expresada desde el princio de nuestra
civilización. Ello ha comportado una forma de entender cómo pueden relacionarse la
realidad objetiva y la conciencia del escultor. Angel Duarte, partícipe de los avances de
la ciencia, se ha esforzado por definir la figura del artista no como un individuo aislado,
sino como un sujeto que actua sobre el colectivo y sobre sí mismo. Así, sus obras
deben ser entendidas no sólo desde un plano formal, lógico o matemático, sino desde la
perspectiva de la propia imagen y su seriación. El proceso creativo, anónimo y
colectivo, fue la clave que facilitó el entendimiento de esa realidad, sobre todo si se
tiene en cuenta que la sociedad de la década de los años 50 o estaba desinformada o
asumía los cambios sin poner ningún reparo. Hoy, con suficiente perspectiva histórica,
Duarte y el Equipo 57 brindaron al espectador la oportunidad de organizar la obra
según su propia mirada, integrándose en su significado y dando lugar a una estética
profundamente ligada a nuestro tiempo.

Frente al panorama heterogéneo, centrado en posiciones individuales, los años


50 y el principio de la siguiente década fueron proclives a la proliferación en Europa de
grupos con una conciencia colectiva que puso de manifiesto su compromiso sociológico,
buscando referencias concretas en las ideas vanguardistas. En España estas
orientaciones circularon antes de la contienda civil de 1936, revitalizándose a finales de
los años 40, aunque no hay que olvidar ni la situación política en la postguerra ni la
adscripción de los artistas a corrientes internacionales, tal como demostraron desde
1947 los componentes del Grupo Pórtico, de la Escuela de Altamira, de Dau al Set, de
El Paso o del propio Equipo 57.

Tanto el expresionismo abstracto como el informalismo habían optado más por


el sentimiento que por la razón. Sin embargo, la razón encontró su salida al recurrir a
metodologías cercanas a Mondrian, Malevitch, a los hermanos Gabo y Pevner y a los
viejos postulados de la Bauhaus. El binomio de espacio y tiempo comenzó a adquirir el
protagonismo que hasta el momento no habían tenido, sobre todo en la escultura. Se
concibió el espacio como un componente capaz de transcribir y el tiempo como un
elemento virtual dentro del hecho artístico. Ello conllevó perfilar obras que se
caracterizaron por un dinamismo que vino dado por los efectos de traslación, a los que
Vasarely dedicó gran parte de su investigación, en la que tuvo siempre presente la
importancia capital de la corriente gestáltica y los efectos visuales que se desprenden.

Dentro de este esquema general, frente a un régimen político que se debatía


entre un arte oficial interior y otro proyectado al exterior y cosmopolita, el Equipo 57,
mediante el Manifiesto del café Rond-Point, intentó que sus obras fuesen el motivo de
transformación, incidiendo, como lo hicieron en su día los constructivistas, en la
comunicación, el anonimato y la creatividad para quebrar el concepto clásico de la obra
plástica: el rechazo a los fundamentos del orden burgués, con su esquema de valores, la
búsqueda de la esencia en la propia materia y la interactividad , planteamiento artístico
sobre la continuidad dinámica del espacio, conforman, en cierto sentido, un mensaje
utópico, ese deseo revolucionario del que habla Deleuze, para enfrentarse a los
formalismos de la época. Paradójicamente, en este serio intento de sobreponerse a
cualquier apariencia, la idea sagrada de la proporción parece que vuelve a enlazar el
arte con la mitología. A través de un proceso cuya base se sustenta en la racionalidad,
Angel Duarte, bajo una autoría colectiva que contrasta con el radicalismo individual de
los años 90, incidió en una investigación interdisciplinar y una experimentación que se
desarrollaron en un terreno puramente analítico.

Con la disolución del Grupo, a finales de 1961, con una última manifestación en
1966 en la Galería Aktuel de Berna, las divergencias conceptuales de sus miembros les
condujo a posiciones individuales, que en el caso de Angel Duarte provocó su traslado
a Suiza, donde fundaría en 1963 la Asociatión Valaisanne des Artistes, siguiendo su
carrera en solitario y proyectando sus inquietudes sobre una base matemática, que le
acercaría a Max Bill y Vantongerloo. En 1967 crea, junto a Ficher y Tanner, el Grupo
Y, donde se reflejan de manera clara los postulados defendidos por Angel Duarte y el
Equipo 57, a los que hay que añadir los contactos previos con los grupos como
Nouvelle Tendence y el Grupo T de Milán, con sus aspectos cinéticos, o el Grupo N de
Padua y su interés por las aplicaciones lumínicas. Todo un enriquecimiento basado en
indagaciones científicas sobre fenómenos físicos, como la luz y el movimiento, y su
integración en la estructura artística.

El método y el proceso, aprehendido durante estos años se verán compendiados


en sus creaciones personales. El espacio como vacío, el rigor constructivo, la aplicación
de las nuevas tecnologías y la ausencia de cualquier indicio subjetivo le han llevado a
desarrollar su trabajo dentro del campo estrictamente geométrico, con una aportación
fundamental como es el paraboloide hiperbólico, lugar que fija cúal es el punto exacto
en el que se une un espacio y otro, dando continuidad y unidad y ahondando en la
reflexión sobre la idea de la interactividad.
Angel Duarte, pieza clave en el desarrollo del arte occidental, es uno de los
artistas más comprometidos con el análisis pormenorizado sobre el lenguaje plástico y
su proyección social. El valor no-referencial, tomado como soporte y como estímulo de
la propia existencia, se identifica cada vez más con el mundo de la abstracción. Esto no
implica que el cientifismo, en el que muchas veces se ven envueltas las obras de arte, no
cuestione en ningún momento su uso social, como sigue defendiendo en sus
exposiciones y sus escritos teóricos recientes.

JAVIER CANO.

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