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Resumen
Desde Aristóteles, la conceptualización sobre lo que constituye la eudaimonía
y la manera como se alcanza fue enmarcada en la noción de télos. Para el
estoicismo, el télos es también la eudaimonía, mas es peculiar la manera en que
se enuncia. Los textos doxográficos presentan diferentes fórmulas adjudicadas
a los escolarcas de la Stoa, las cuales figuran como explicaciones de las fórmulas
del fundador, Zenón de Citio: la que presenta Estobeo (vivir en concordancia)
y la que presenta Diógenes Laercio (vivir en concordancia con la naturaleza).
Realizaremos un análisis de la versión que trae Estobeo a partir de las raíces
que componen el término griego homologouménōs, a saber, homós (igual) y
lógos, entendido bajo la acepción de razón, esto es, la cualidad específicamente
humana. El análisis implica, entonces, la explicación de esta noción según
algunas ideas de la psicología estoica, entre ellas su definición, sus partes y
facultades.
Palabras clave: Zenón, télos, concordancia (homologouménōs), lógos.
Abstract
From Aristotle the conceptualization about what constitutes eudaemonia
and the way it is achieved was defined by the notion telos. For the Stoicism
telos is also eudaemonia but it is peculiar the way in which it outlines. The
doxographical texts present different methods attributed to the scholars of
the Stoa, the ones that represent explications from the methods of the founder
Zeno of Citium: the one that Stobaeus presented (to live according to) and
the one Diogenes Laërtius presents (to live according to nature). We will
analyze the version from Stobaeus from the greek roots that compound the
term homologoumenós, namely, homós (equal) and logos, understood under
the sense of reason, i. e., the specifically human quality. The analysis implies,
therefore, the explanation of this notion according to some of the ideas of the
stoic’s psychology, in between them, its definition, its parts and its faculties.
Keywords: Zeno, telos, accord (homologoumenós), lógos.
REVISTA LÉGEIN N° 17 • JULIO - DICIEMBRE 2013
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Obviamente no se trata de un imperativo al estilo kantiano (una ley que dicta la razón
en sí misma desde su autonomía). Sin embargo, en su artículo “The logical basis of Stoic
ethics”, A. Long sostiene que estas fórmulas presentan una idea cercana al concepto de
deber moral, en la medida que la búsqueda del télos, enunciado de esta manera, es un
imperativo moral ordenado por la Naturaleza universal (Long 1996: 149). Para una
lectura dispar a la de Long (1984), Cfr. (Schofield 2003: 243-246).
2
El pasaje de Estobeo sobre la doctrina del télos es el más completo respecto del núme-
ro de fórmulas que cita, mencionando la de Zenón, Cleantes, Crisipo, Diógenes el babiló-
nico, Arquedemo y Antípatro. Por su parte, la versión de Diógenes Laercio menciona las
versiones de algunos de los anteriores junto a Hecatón y Posidonio. En cuanto la tercera
exposición doxográfica de la ética estoica, a saber, la de Cicerón en De finibus bonorum
et malorum III, ésta es distinta a las dos anteriores en su estructura y finalidad. Sobre
el tema, Cfr. (Schofield 2003: 236-239). Sin embargo, Cicerón cita de forma casi literal
la definición del télos según Antípatro (Fin III, 31), a la vez que menciona en repetidas
ocasiones la versión de la fórmula que, al menos desde Cleantes, fue canónica para la
Stoa: vivir según la naturaleza.
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Diógenes Laercio también adjudica la fórmula canónica del télos estoico (vivir en cohe-
rencia con la naturaleza) a Zenón, presentándola como una cita de su obra Sobre la na-
turaleza humana (D.L. VII 87). Qué tan cierto sea que Zenón haya usado expresamente la
fórmula en su versión larga no es algo que nos competa dentro del marco de la presente
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ponencia. Elijo, posiblemente de manera arbitraria, la versión corta que presenta Es-
tobeo como objeto del presente análisis.
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Piénsese en el diálogo Fedón de Platón.
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Los diccionarios griegos se dice que hay más de treinta acepciones.
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Según reporta Diógenes: “la razón ha sido dada a los «animales» racionales de acuerdo
con una dignidad más acabada (teleiotéran)” (D.L. VII 86). De este modo, el lógos eleva
al hombre por encima de la naturalidad, compartida con los animales, y lo pone en con-
tacto con la divinidad. En palabras de Séneca, “la razón no es otra cosa que una parte del
espíritu divino introducida en el cuerpo humano” (Ep. 66, 12).
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Con la pretensión de hacer evidente la raíz lógos en el adverbio homologouménōs, R.
Caballero Sánchez lo traduce con la paráfrasis “acuerdo racional”. (Cfr. Plutarco 2004:
220, n. 9 y 228).
8
(Cfr. Sedley, 1984: 387-388; Long 1984: 155). Según Galeno (SVF II, 411), Crisipo re-
tomó la doctrina de los elementos de Hipócrates y Aristóteles, aunque valora más la
posición estoica en cuanto es más cercana a la del médico.
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Nótese que esta misma división se da en el orden de los principios ontológicos: forma
y materia son, respectivamente, principio activo y principio pasivo.
10
(Cfr. D.L. VII 157).
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de todo ser animado, las llamadas partes son físicamente una misma
cosa, a saber, el pneûma, el cual varía o se dispone de maneras diversas
en relación con su ubicación en el cuerpo. La relación del alma con el
cuerpo y con diversos órganos del mismo es, entonces, lo que establece
el criterio para esta primera división en partes. Esto nos ofrece algunas
pistas respecto a la caracterización del lógos: primero, que, al igual que
otras partes del alma, éste debe ser entendido como una disposición
del pneûma; segundo, que dada la primacía del lógos en cuanto cualidad
específicamente humana, debemos ubicarlo en aquella parte que
es principal dentro de esta estructura psíquica, es decir, en la parte
directiva o hēgemonikòn.
Además de la anterior división del alma que nos informa Nemesio,
una cita que Estobeo hace del Sobre el alma de Jámblico nos presenta
otro tipo de división. El pasaje es el siguiente:
Los filósofos herederos de Crisipo y Zenón, y todos cuantos
consideran que el alma es un cuerpo, reúnen las facultades
(δυνάμεις) como cualidades de un sujeto (ὑποκειμένῳ
ποιότητας), y establecen que el alma es como una sustancia
previa a las cualidades (…). ¿Cómo entonces se dividen (sc. las
facultades)? Según los estoicos, (a) unas por la diferencia de
cuerpos que subyacen a ellas (…). (b) Otras, por la particularidad
de una cualidad respecto del mismo sujeto. En efecto, del modo
en que la manzana tiene en el mismo cuerpo el dulzor y el aroma,
la parte directora comprende en sí la representación (φαντασία),
el impulso (ὁρμή), el asentimiento (συγκατάθεσις) y la razón
(λογός) (SVF II, 826).
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Sobre la representación y su lugar en la teoría estoica del conocimiento, Cfr. (Acad.
Post. XI 40; Acad. Prim. VI 18; D.L. VII 45-54). Sobre el impulso, Cfr. (Ecl. II 86-87). Por úl-
timo, sobre el asentimiento, Cfr. (Acad. Post. VIII 24-25; Acad. Prim. XII 37-39; Ecl. II 88).
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Sobre las operaciones del pensamiento en la formación de representaciones no sen-
sibles, (Cfr. D.L. VII, 51-53).
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(Cfr. Ecl. II, 87).
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(Cfr. Dis. I, 1, 1-6; I 20, 1-11).
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Una de las tesis centrales del estoicismo imperial es la distinción entre lo que depende
y no depende del hombre, esto es, entre lo que cae en manos del hēgemonikòn y aquello
que es ajeno (Cfr. Enq. I, 1; Dis. I 1 y M.A. VI 32), tesis que F. Gagin llama dualidad meto-
dológica (Cfr. Gagin 2003: 73). Ésta se deriva de la tesis del estoicismo antiguo según
la cual sólo existe el bien, el mal y lo indiferente (Cfr. Ecl. II 57-58 y D.L. VII 101-102).
Todo lo que cabe bajo la categoría de indiferente corresponde a aquello que no depende
del hombre: riqueza-pobreza, honor-deshonor, salud-enfermedad, incluso vida-muer-
te. En contraparte, el bien y el mal corresponderían a lo que depende del hombre, a
sus propias acciones, esto es, al ejercicio o puesta en actividad de las facultades del
hēgemonikòn que hemos mencionado.
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Retornemos ahora al asunto que nos llevó a dar tan amplio recorrido
a través de la psicología estoica: ¿qué puede significar la raíz logou
dentro del término homologouménōs con que Zenón define el télos? Si
unimos las ideas anteriores con la primera significación que hemos dado
sobre dicho término, podemos decir que homologouménōs significa,
de manera extensa, aquello que es siempre según el uso del lógos, en
cuanto facultad del hēgemonikòn que determina el uso adecuado de sus
otras facultades16. A partir de esta significación se explica la pertinencia
de la proposición con que Estobeo explica la fórmula de Zenón: “vivir
según una razón única y armónica” (Ecl. II, 75). En primer lugar, es una
razón única, precisamente porque su uso se debe efectuar siempre,
extendiéndose a la duración de la vida entera; se trata de que la razón,
como sistema de representaciones, posibilite el uso correcto de las
demás facultades en todo momento, puesto que si la razón no es recta
siempre, será una facultad endeble y dubitativa, motivo suficiente para
que la representación, el asentimiento y el impulso sean igualmente
errados17. Así, la idea del correcto y permanente uso de la razón, de la
razón única, está en relación estrecha con la tesis estoica del ideal del
sabio: aquel hombre que ha alcanzado la sabiduría, que actúa siempre
de manera correcta, sin cometer equívoco alguno.
En segundo lugar, es una razón armónica (sýmphōnos). La noción de
armonía (symphōnía), que surge en el contexto musical del pitagorismo,
enuncia una cierta relación adecuada y bella entre las partes de una
cosa. En el caso estoico, enuncia una proporción en el alma. Sobre esto,
Séneca refiere que el sumo bien sobrevendrá al hombre cuando la razón
“haya organizado (disposuit) y establecido el acuerdo (consensit) entre
sus partes y, por decirlo así, haya alcanzado la armonía (concinuit)”
(Vit. Beat. 8, 5). Se trata entonces de que esta capacidad de la razón se
tome como objeto de contemplación y actividad, de modo tal que pueda
16
A. Long afirma que esta conformidad con el lógos, que implica el término
homologouménōs, es resultado de la influencia del pensamiento de Heráclito sobre el
estoicismo. De allí que la noción de un lógos, que según el de Éfeso es quien ordena el
mundo, se enlace a la noción del télos humano, en la medida que respecto del hombre el
lógos es pensamiento o discurso que ordena su vida (Cfr. Long 1984: 145-147).
17
Siglos después del fundador, Epicteto y Marco Aurelio serán insistentes en que es
particularmente en el terreno del asentimiento, que se dirige hacia nuestras represen-
taciones, en donde se juega el uso correcto de la razón y, con ello, la posibilidad de la
vida moral, es decir, de la vida coherente. (Cfr. Dis. I 1; I 11 y I 17, 20-25. Enq. I, V; XX).
También, (Cfr. M.A. III 11; V 14, XI 1; XII 18).
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(Cfr. Long 1996: 134-155).
19
(Cfr. D.L. VII 87).
20
Long explora la hipótesis de la influencia de la teoría musical griega en la ética estoica,
a partir de la terminología usada en la teoría de la virtud, en su artículo “The harmonics
of Stoic virtue”. (Cfr. Long 1996: 202-223).
21
(Cfr. Foucault 2002: 195-196).
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