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CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES DEL

ORIENTE DE MICHOACÁN
PSICOLOGÍA AMBIENTAL
TERRITORIALIDAD
ARQ. BLANCA ELENA BRISEÑO CORREA
JAIRO GARCÍA GARCÍA
ARQUITECTURA
6 CUATRIMESTRE

11 DE JULIO DEL 2020


Territorialidad
Existen numerosas definiciones de territorialidad. En suma, las diferentes definiciones
conllevan la inclusión de otros conceptos como defensa, espacio físico, posesión,
exclusividad de uso, señales, personalización, identidad, dominación, control,
seguridad, vigilancia; por citar los más destacables. Ahora bien, existen ciertos elementos
comunes y con mayor consenso en el conjunto de definiciones de la territorialidad.
Con la intención de ofrecer una definición de territorialidad que abarque la mayoría de
aspectos, Gifford (1987) la define como: “Un patrón de conductas y actitudes sostenido por un
individuo o grupo, basado en el control percibido, intencional o real de un espacio físico
definible, objeto o idea y que puede conllevar la ocupación habitual, la defensa, la
personalización y la señalización de éste”.
Funciones de la territorialidad
Las funciones de la territorialidad tanto en humanos como en animales básicamente consisten
en la regulación de la organización social y la protección, difiriendo en su forma. En
primer lugar, la protección o más concretamente toda una serie de aspectos que se hallan
relacionados esencialmente con la supervivencia -apareamiento, refugio, distribución de la
población, alimentación, etc., - es más notoria en el caso de los animales, mientras que en
el caso de los seres humanos es más flexible.
Gifford (1987) plantea que la territorialidad funciona como un proceso central que incluye la
personalización y la señalización de los territorios, la agresión y la defensa territorial y los
aspectos de la jerarquía o dominación y el control. Pero con el objeto de ofrecer una visión más
sistemática de las funciones de la territorialidad humana, Veitch y Arkkelin (1995) mencionan
las funciones relacionadas con la organización social, la identidad personal -la señalización y la
personalización del territorio principalmente-.
Elementos
La territorialidad tiene tres elementos:
*El sentido de identidad espacial.
*El sentido de exclusividad.
*El modo de interacción humana en el espacio.
Proporciona no sólo un sentimiento de pertenencia a una porción particular de tierra sobre el
que se tienen derechos, sino que implica un modo de comportamiento en el interior de esa
entidad. Con la territorialidad se planifica el desarrollo teniendo por objetivo la adecuación
de las actividades económicas en los espacios geográficos más recomendables,
buscando el equilibrio entre la mejor calidad de vida de la población, el desarrollo de la
identidad cultural de los diversos grupos sociales y la optimización del uso sostenible de
los recursos naturales.
Interacción y organización social
Los principales aspectos relacionados con esta función se centran en la dominación y el control
del territorio, la organización de las actividades cotidianas y la regulación de la agresión.
Dominación y control. Con frecuencia la territorialidad se ha asociado con la dominación
capacidad para influir, una conducta social que implica ganancia. Esta dominación o rango
en una jerarquía suele estar asociada con el número y la calidad de los territorios que una
persona dispone, pero no siempre es así. Por este motivo, Edney (1975) sugiere que la
territorialidad humana está más vinculada con el control, un concepto más amplio que el de
dominación. El control se refiere no sólo a la influencia sobre otras personas, sino sobre
espacios, ideas y otros recursos del territorio.
El control sobre el ambiente, que representa la territorialidad, es conseguido en tres aspectos:
a) Prioridad en el acceso a un área espacial.
b) Elección de los tipos de actividad que se darán en esta área.
c) Capacidad de resistir el control de otras personas en dicha área.
Organización de actividades cotidianas. Altman, Nelson y Lett (1972) indagaron las formas
en que la territorialidad ayuda al funcionamiento de la vida diaria. En una familia todos sus
miembros tienen territorios establecidos, por ejemplo, las sillas en la mesa del comedor, las
habitaciones o los cajones para la ropa, de forma que, si no existieran, cada uno
experimentaría un pequeño caos cada vez que fuera a comer, a dormir o a vestirse. Sebba y
Churchman (1983) investigaron la territorialidad en el hogar en términos de conductas y
actividades en relación con áreas determinadas de la vivienda.
Regulación de la agresión. Otro aspecto importante, relacionado con la organización social,
es la regulación de la agresión entendida como forma de interacción social. En este
sentido, el establecimiento de señales claras de territorialidad (marcas como vallas o macetas
en una casa, por ejemplo) previenen de posibles invasiones.
Esta idea se ha demostrado en otras investigaciones que indican una menor probabilidad de
vandalismo en propiedades bien marcadas que en lugares que parecen abandonados. De
hecho, numerosas investigaciones se han centrado en la idea de que la ambigüedad en la
difusión del territorio puede acarrear un incremento en las agresiones; por el contrario, dejar
claro "lo que es nuestro y lo que es de los otros" puede reducir la hostilidad y facilitar la
armonía en las relaciones personales minimizando posibles conflictos.
Identidad personal y grupal
Como se viene apuntando, una de las funciones de la territorialidad humana es la de
comunicar y gestionar el sentido de identidad personal. Este aspecto es también atribuible
a la identidad grupal. Edney (1976) especifica que el sentido de identidad de grupo puede
surgir del hecho de que las personas comparten el mismo lugar, lo que fomenta vínculos
sociales, como han demostrado también Cortés y Aragonés (1991), Valera y Pol (1994) y
Valera (1997).
La personalización, el apego al lugar y la apropiación. La identidad, en cierto sentido,
depende de la habilidad para ocupar y señalizar un territorio como propio (por ejemplo: La
acción de decorar nuestra habitación con elementos que reflejen nuestra personalidad y doten
de significado al área como nuestra).
Más propia en territorios de cierta permanencia en la vida de la persona -primarios
principalmente, aunque también puede darse en secundarios- la personalización de los
territorios es una forma de comunicar a los demás el sentido de identidad. A través de ésta se
siente más “propio” el territorio, “nos pertenece más” y se comunica a los demás quién es
uno, es un reflejo de los propios intereses, actitudes y valores. Pero la personalización del
territorio influye tanto en la identidad personal como en la grupal.
Oxley, Haggard, Werner y Altman (1986) y Brown y Werner (1985) han expuesto como la
decoración exterior de la vivienda puede aumentar el contacto con los vecinos y profundizar el
apego al vecindario. Estas aportaciones se relacionan con otros conceptos próximos a la
personalización del territorio como la apropiación del espacio, el apego o sentimiento de
pertenencia al lugar y el sentimiento de “estar en casa”.
Altman (1975) observó en un equipo de fútbol que las ventajas de “jugar en casa” consistían
en la familiaridad, el soporte de la gente y el bienestar y la seguridad proporcionadas por este
hecho, ventajas similares a los sentimientos de relajación y control hallados por Edney (1975)
y Martindale (1971). Por otra parte, el término de apropiación del espacio implica parte de los
conceptos relacionados con la personalización citados aquí, pero va más allá. Para Korosec
(1976) la apropiación es un proceso temporal y dinámico de interacción del individuo con su
medio externo.
La señalización y el espacio defendible. La señalización, igual que la personalización,
supone una forma de distinguirse de los demás. Sin embargo, la personalización suele referirse
más a la decoración de los territorios primarios o secundarios -con una relativa permanencia o
longitud temporal-, mientras que la señalización se refiere a la defensa de nuestra afirmación
de una parte de un territorio público (por ejemplo “nuestro” asiento en un cine). El sentimiento
de “distintividad” que supone la ocupación de un territorio es también una manifestación de la
identidad personal o grupal. De esta forma esta “identidad territorial” o diferenciación del
territorio permite a la persona identificarse consigo mismo y también con las demás (Valera,
1997; Valera y Pol, 1994).
En cuanto a la señalización algunas investigaciones se han centrado en hallar el tipo de
señales utilizadas y su eficacia. Sommer (1969), en un estudio ya clásico en una biblioteca,
halló que en condiciones de baja densidad cualquier señal es eficaz para evitar una ocupación
del territorio, mientras que, en situaciones de alta densidad, lo son las señales de carácter
personal. Edney (1972) observó grandes diferencias entre propietarios de casas que utilizaban
señales claras (carteles de "no pasar") y quienes no las utilizaban.
En esta línea se halla también el desarrollo del concepto de espacio defendible (Newman,
1972, 1980) que ha permitido mostrar diferencias entre territorios en los cuales es menos
probable la invasión. Brower, Docket y Taylor (1983) sugieren que la gente interpreta la
presencia de rasgos de espacio defendible y signos territoriales como conductas y actitudes
territoriales más pronunciadas por parte de los ocupantes y como una disuasión de posibles
invasiones.
Tipos de territorio
En este punto existe bastante consenso en la aportación de Altman (Altman, 1975; Altman y
Chemers, 1980), quien utiliza los criterios del grado de centralidad o controlabilidad y de
duración temporal (Martín portugués y Canto, 1991) permitida por cada tipo, para elaborar la
siguiente clasificación:
*Territorios primarios.
*Territorios secundarios.
*Territorios públicos.
Territorios primarios
Altman los define como aquellos en que el usuario suele ser una persona o un grupo primario y
donde el control es bastante permanente y exclusivo. La importancia psicológica, para sus
ocupantes, suele ser muy elevada, además de ser centrales o importantes en la vida diaria.
Ejemplos de territorios primarios son: La propia casa, el dormitorio, la oficina o el despacho.
Sus ocupantes suelen establecer marcas claras de los límites del territorio (placas con el
nombre, vallas, etc.) y lo personalizan decorando y poniendo objetos que expresen la identidad,
las actitudes y los valores propios (Veitch y Arkkelin, 1995).
Territorios secundarios
Poseen una significación menor para sus ocupantes y el control es menos permanente y
exclusivo, por lo que es probable tener que cambiar, rotar o compartirlo con extraños (Gifford,
1987). Por ejemplo, “nuestra” silla en el aula, una mesa habitual en un bar, etc. Este tipo
de territorios están regulados por normas no explícitas e informales (Veitch y Arkkelin, 1995).
Por ejemplo, esta imagen muestra una fiesta de vecinos en una calle de un barrio de
Barcelona.
En este caso, la ocupación del espacio es menos permanente que en el caso de territorios
primarios. Sin embargo, en ese momento, la ocupación y el control del espacio es total por
parte de los vecinos y, por lo tanto, pueden considerar perfectamente que ese es "su" espacio,
su calle y defenderse ante cualquier intromisión no deseada.
Territorios públicos
Son abiertos a todo el mundo, todos los usuarios tienen el mismo derecho a ocuparlo excepto
que no estén específicamente excluidos, bien por motivos de discriminación o conductas
inaceptables (Gifford, 1987).
Ejemplos de este tipo son: Calles, playas, trenes, grandes almacenes, hoteles, etc. La
ocupación es determinada en general por el "principio" de "es del que llegó primero" (Veitch y
Arkkelin, 1995). El derecho de posesión de áreas en territorios públicos es extremadamente
limitado y temporal. La expresión "quien fue a Sevilla perdió su silla" demuestra la necesaria
presencia física para mantener la posesión de un territorio público. Al igual que en los
secundarios, existen una serie de normas y reglas no explícitas para regular el uso de este tipo
de territorios. Por ejemplo, una vez ocupado el asiento en un cine, los demás buscaran
lugares alternativos.
Esto es lo que caracteriza los territorios públicos. Sin embargo, a diferencia de los territorios
secundarios, nótese que lo distintivo no es el tipo de espacio sino el tipo de ocupación que se
pretende en él, es decir, el significado de la ocupación del territorio.
Lyman y Scott (1967) añaden otros dos tipos de territorios:
Territorios interacciónales
Que son áreas controladas temporalmente por un grupo de personas al interactuar (un partido
de fútbol en el patio del colegio, un aula, etc.).
Territorios corporales
Los cuales no deben confundirse con el espacio personal, puesto que el límite, en este caso,
es la propia piel más que la distancia próxima a ésta (espacio personal). En este sentido, el
cuerpo puede ser invadido con permiso (un cirujano) o sin él (una agresión con un cuchillo).
Los seres humanos personalizan (tatuajes, piercing), defienden y controlan el propio cuerpo.

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