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LA GUERRA DE LOS DIOSES

LOS MANDATOS BÍBLICOS


FRENTE A LA POLÍTICA MUNDIAL

Por Carlos Escudé


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Para Mónica La Madrid, mi mujer,


que nunca me cuestionó,
este libro que le llena de zozobra

Para Beatriz, colega y amiga


que siempre me aconsejo bien,
este escrito que le despierta tantas
objeciones, inquietudes y temores
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AGRADECIMIENTOS

Este libro es parte del programa de actividades del Centro de Estudios


Internacionales y de Educación para la Globalización (CEIEG) de la Universidad del CEMA.
Agradezco el apoyo permanente de esa institución y también el del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina.

Por otra parte, este escrito se inspira parcialmente en la memoria de Mossèn


Jerónimo Biosca, un religioso de la ciudad catalana de Igualada que no privaba a sus
bastardos de su apellido ni de la educación requerida para un oficio. Mi rama de los
Escudé germinó gracias a sus amores sacrílegos de principios del siglo XVI, hace ya quince
generaciones. En el encadenamiento de causalidades casuales que conforma la historia de
toda familia, él es el eslabón más antiguo del que mi linaje guarda memoria. Su
compulsión a la vez honesta y transgresora nos fue transmitida a algunos de sus
descendientes a lo largo de medio milenio. Su vida hizo posible mi existencia y esta obra
herética sobre la Biblia es el mejor homenaje para su pecado.

En este plano genealógico, agradezco el apoyo logístico de mi amigo egarense Jordi


Escudé Armengol, y también el de mis sobrinas Viky y Meche Facio, ejemplares asistentes
de investigación. Tampoco puedo olvidar al personal del Arxiu Comarcal de l’Anoia: su
directora, Marta Vives, y sus colaboradoras Mari Luz y Dolors Riva. Sin estos aportes jamás
hubiera dado con la pista del Padre Biosca, ese venerable antepasado que, con cabal
espíritu antinómico, bien merece este libro de regalo.

Finalmente, ya para la materia específica de este escrito, muchos amigos me


obsequiaron sugerencias y bibliografía, entre ellos Luis Domingo Mendiola y Marilí y
Miguel Saguier. Leonor Machinandiarena de Devoto me dedicó una lectura detallada y
generosa. Y fue invalorable la asistencia de Rita Saccal, directora de la biblioteca del
Seminario Rabínico Marshall Meyer, como también la del personal del Instituto Superior
Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET). A todos ellos, mi gratitud duradera.
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TABLA DE CONTENIDOS

EXORDIO

INTRODUCCIÓN ¿QUÉ NOS DICE DIOS DE SÍ MISMO?


ACÁPITE 1 EL DILEMA
ACÁPITE 2 NUESTRA BIBLIA
ACÁPITE 3 ACLARACIONES PRELIMINARES

PARTE I
UNA EXÉGESIS NEOMODERNISTA DE LA TORÁ O PENTATEUCO

INTROITO EL PLANTEO
ACÁPITE 1 EL GENOCIDIO COMO MANDATO BÍBLICO
ACÁPITE 2 LA CONCEPCIÓN DIVINA DE LOS DERECHOS CÍVICOS
ACÁPITE 3 OCCIDENTE FRENTE AL MANDATO BÍBLICO ANTES DEL
ADVENIMIENTO PLENO DE LA MODERNIDAD
ACÁPITE 4 UNA ALIANZA MATERIALISTA
ACÁPITE 5 UN DIOS QUE EXIGE SER SACIADO CON TUFOS SEDANTES
ACÁPITE 6 SUPERPODEROSO PERO NO OMNIPOTENTE: LOS LÍMITES DEL
PODER DE YAHVÉ
ACÁPITE 7 EL BIEN, EL MAL, EL ÁMBITO DE LO ESPIRITUAL Y LA
SERPIENTE
ACÁPITE 8 ¿ES EL GÉNESIS MONOTEÍSTA?
ACÁPITE 9 UNA LECTURA MÁS CIENTÍFICA DE LA CUESTIÓN DEL
POLITEÍSMO
ACÁPITE 10 ALGUNAS CONCLUSIONES EXEGÉTICAS Y NORMATIVAS
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PARTE II
UNA PUESTA A PRUEBA DE NUESTROS HALLAZGOS EXEGÉTICOS:
¿HUBO UN GNOSTICISMO JUDÍO?

INTRIOTO EL PLANTEO
ACÁPITE 1 PORQUÉ EL ORIGEN JUDÍO DEL GNOSTICISMO HA SIDO
CUESTIONADO
ACÁPITE 2 EL MANDEÍSMO
ACÁPITE 3 DOSITEO, SIMÓN EL MAGO Y MENANDRO: EL GNOSTICISMO
SAMARITANO
ACÁPITE 4 LAS PISTAS TALMÚDICAS
ACÁPITE 5 FILÓN DE ALEJANDRÍA Y LA SECTA DE LOS MAGHARIYYA
ACÁPITE 6 SOFÍA: LOS ORÍGENES JUDÍOS DEL PRINCIPAL MITO
GNÓSTICO

PARTE III
PARALELOS ENTRE EL OCCIDENTE DE LOS DERECHOS HUMANOS UNIVERSALES Y LA
HEREJÍA GNÓSTICA

INTROITO EL PLANTEO
ACÁPITE ÚNICO LOS GNÓSTICOS FRENTE A LA HOMOSEXUALIDAD, LA
ANDROGINIA, EL PRINCIPIO FEMENINO Y LA MUJER CARNAL

CONCLUSIONES

LA GUERRA DE LOS DIOSES


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EXORDIO

Para estandarizar nuestra notación de fechas con las de otros escritos de este tipo,
denotaremos como AEV (Anterior a la Era Vulgar) a los años anteriores a Jesucristo y EV a
los que corresponden a nuestra era.

Por otra parte, llamaremos “Biblia judeocristiana” al Antiguo Testamento, que es


compartido en su mayor parte por judíos y cristianos. El Dios Padre de la teología católica
es el Yahvé de la Biblia judeocristiana. El Nuevo Testamento canónico (NT) remite
permanentemente al Antiguo y no se sostiene sin él.

Aunque desde el desconocimiento, muchos católicos rechazan el Antiguo


Testamento (AT) y creen que su fe se ancla exclusivamente en las escrituras
neotestamentarias, esta actitud no responde a la doctrina de la Iglesia. Se asemeja más a
la del marcionismo, una herejía gnóstica cristiana antijudía. El vocablo ‘católico’,
proveniente del griego katholikos (καθολικός), fue acuñado por San Ignacio de Antioquia
precisamente para referirse a la presunta universalidad de la Iglesia, en oposición a la
parcialidad ‘marcionista’. Ésta respondía al excomulgado prelado Marción de Sínope, cuya
obra Antítesis, hoy perdida, elaboraba sobre el carácter presuntamente irreconciliable de
los dos testamentos.

Desde que quedó dirimida esa cuestión, la Biblia judeocristiana es el cimiento


sobre el que se construyen el Nuevo Testamento y la fe cristiana. En el NT hay pocos
pasajes que convocan a la guerra santa, pero hay muchos en los que se evoca la figura del
“guerrero divino”, que proviene del AT. Lo que está dicho en la primera parte de la Biblia
cristiana no necesita repetirse en la segunda. Eso no quiere decir que esté ausente. Esta
cuestión ha sido estudiada por eruditos y a sus trabajos me remito. (1)

Por otra parte, aunque en medida menor, el llamado a las armas también está
presente en forma explícita en el Nuevo Testamento. Por eso, y para que no haya
equívocos, al final del volumen presentamos un apéndice con un pequeño muestrario de
incitaciones a la violencia de origen neo testamentario.
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INTRODUCCIÓN
¿QUÉ NOS DICE DIOS DE SÍ MISMO?

Acápite 1:
El dilema

La Razón retrocede en nuestro mundo y no sólo a causa del extremismo islámico.


En un plano filosófico, tres Occidentes coexisten conflictivamente en la primera década
del siglo XXI. Por un lado están aquellos que adhieren literalmente a la Biblia
judeocristiana. Este segmento de Occidente retrocedió a lo largo de tres siglos frente al
embate de la Ilustración. Casi se extinguió, pero hoy ha renacido gracias principalmente a
fundamentalistas protestantes que (entre otras cosas) promueven con éxito el
creacionismo bíblico.

Por cierto, desde hace varias décadas asistimos a un fenómeno opuesto al de los
siglos anteriores. El Occidente liberal y secular claudica permanentemente frente a un
Occidente religioso y fundamentalista que en varios Estados norteamericanos ha
conseguido prohibir la inclusión de las teorías de Charles Darwin en la instrucción escolar.
Aunque la ciencia sigue avanzando a raudos pasos en los centros del saber y los gabinetes
de desarrollo tecnológico, una cuña se ha interpuesto entre la vanguardia de nuestra
civilización y las grandes masas, generando bizarras paradojas. Esta embestida, que desde
los valores del Occidente liberal y secular puede juzgarse oscurantista, está anclada en
contenidos bíblicos que muchas veces se interpretan literalmente.

Por su parte, el Occidente secular se subdivide en dos segmentos reñidos entre sí:
el que permanece fiel a las ideas de la Ilustración, y el posmoderno, cuyas concepciones
multiculturalistas lo alejan crecientemente del liberalismo original.

El conflicto entre estas cosmogonías seculares deviene de un dilema que Occidente


parece no querer reconocer ni mucho menos resolver. Si todos los individuos poseemos
los mismos derechos, entonces todas las culturas no son moralmente equivalentes,
porque hay culturas que no reconocen, ni siquiera en principio, la vigencia de esos
derechos universales. Si por el contrario todas las culturas son moralmente equivalentes,
entonces todos los individuos no estamos dotados de los mismos derechos humanos,
porque hay culturas que adjudican a algunos hombres más derechos que a otros hombres
y mujeres.

En Estados Unidos, Europa y el resto del “primer mundo”, los intelectuales adeptos
a la “corrección política” convencional optan por el camino fácil, afirmando
simultáneamente que todos poseemos los mismos derechos y que todas las culturas son
moralmente equivalentes. La realidad de democracias multiétnicas y multiculturales hace
de este un atajo atractivo. Suponer que la cultura occidental es superior a otras de
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comparable arraigo histórico se ha convertido en una presunción de mal gusto, que para
colmo se considera incompatible con la sofisticada ciencia social postmoderna.

Pero las dos afirmaciones (de aquí en más, Proposiciones A y B) son


contradictorias. La matriz ideológica que heredamos de la Ilustración, que es a la vez
liberal y secular, supone que existen derechos y obligaciones individuales que pertenecen
a la humanidad como tal. Si aceptáramos la validez de la afirmación opuesta, en algún
lugar, en cualquier momento, entonces esta no sería una verdad universal y los susodichos
derechos y obligaciones no pertenecerían a la humanidad como un todo.

Dicho de otro modo, si la cultura de Arabia Saudí es tan respetable como la


occidental, entonces es legítimo que en ese país se lapiden mujeres acusadas de adulterio.
En ese caso, las mujeres saudíes no poseerían los mismos derechos esenciales que las
occidentales. Si por el contrario, suponemos que las mujeres saudíes son acreedoras a los
mismos derechos humanos que las nuestras, entonces la cultura que las manda lapidar
por adulterio es éticamente inferior a la occidental. La Modernidad, hija de la Ilustración,
afirma sin ambages lo segundo. El multiculturalismo postmoderno, en cambio, rehúsa
aceptar que pueda haber unas culturas éticamente superiores a otras.

Claramente entonces, hay tres Occidentes en conflicto entre sí:

1. El que adhiere al fundamentalismo, y


2. El secular, que a su vez se subdivide en
a. Liberal, y
b. Posmoderno, que es relativista y multi culturalista

En esta brega, el fundamentalismo bíblico occidental se recupera parcialmente a


costa del Occidente liberal y secular. Pero el segmento que arrolladoramente gana
posiciones en casi todos los ámbitos es el posmoderno.

Por otra parte, aunque las dos cosmogonías seculares mencionadas están en
oposición al fundamentalismo bíblico, en términos de su lógica interna el conflicto entre el
multiculturalismo postmoderno y el segmento fundamentalista de Occidente es de mayor
envergadura que el que impera entre el verdadero liberalismo y dicho fundamentalismo.

En verdad, nada hay tan ajeno a los fundamentos judeocristianos como la creencia
de que todas las culturas son moralmente equivalentes. Tanto para el Antiguo Testamento
como para el Nuevo, la tolerancia religiosa es un gravísimo pecado. Para las escrituras
judeocristianas hay una sola verdad y todo lo que se le oponga debe ser reprimido. (2)

Por su parte, los verdaderos liberales tampoco creen que las culturas sean
éticamente equivalentes. En esto, liberales y fundamentalistas coinciden, aunque diverjan
en lo que hace superior o inferior a una cultura. En lo que toca a las relaciones entre los
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individuos y el Estado, la Ilustración nos enseña que hay una sola verdad relevante: la que
afirma que todos los hombres y mujeres poseemos los mismos derechos esenciales. Este
es el equivalente de una premisa teológica. No acepta excepciones y no se la puede
demostrar.

Por lo tanto, los verdaderos liberales rechazamos el multiculturalismo relativista en


la misma medida en que lo harían los fundamentalistas bíblicos. Las verdades pregonadas
por la Biblia y por la Ilustración son diferentes, pero ambas son la antítesis del relativismo
postmodernista. Ambas adhieren a un realismo filosófico que supone que hay verdades
objetivas que son más que meras construcciones sociales. Además, en el mundo actual las
dos retroceden frente al multiculturalismo.

Por otra parte, este avance posmodernista beneficia mucho a los enemigos de
Occidente. Paradójicamente, el multiculturalismo occidental se ha convertido en el aliado
táctico del extremismo islámico, a pesar de que en sus esencias es su enemigo estratégico.
Obsérvese que nada hay tan radicalmente igualitario como el multiculturalismo, que a
fuer de relativista a todo lo iguala. Y nada hay más absolutista que el extremismo islámico,
que pretende imponerle al mundo un orden teocrático. Sin embargo, en la actualidad se
plasma una alianza implícita entre este multiculturalismo occidental que iguala
moralmente a las culturas, y un fundamentalismo islámico que intenta implantar su
mandato presuntamente divino. Los bienpensantes de Occidente parecen creer que hay
que ser tolerantes incluso con la intolerancia, si ésta proviene de una matriz cultural
histórica. Por este motivo, el multiculturalismo priva a Occidente de las defensas
necesarias para luchar de igual a igual frente al extremismo islámico.

A la vez, la ideología posmoderna que ha cobrado hegemonía en la prensa


occidental, en las grandes universidades y en el discurso político permite vaticinar que el
auténtico liberalismo, hijo de la Ilustración, está condenado a eclipsarse por lo menos por
un tiempo. Esto es inexorable y no solamente por las limitaciones a las libertades cívicas
que suelen acompañar a las situaciones de guerra. Frente al embate simultáneo del
fundamentalismo bíblico, del multiculturalismo relativista y de un extremismo islámico
que le declaró la guerra santa a Occidente, parece haberse agotado el espacio para el ya
añejo ethos de la Modernidad. Que nuestra civilización pueda sobrevivir es en sí mismo
dudoso, pero parece imposible que la matriz ideológica de la Ilustración pueda preservar
siquiera un grado limitado de vigencia.

Por lo tanto, si hemos de contribuir a salvar a Occidente, los verdaderos liberales


debemos prepararnos para abdicar de nuestros ideales, por lo menos transitoriamente,
cediendo frente a quienes estén dispuestos a llevar a cabo una defensa a ultranza de
nuestra identidad histórica, que peligra.

La pregunta es entonces ¿quién ha de ser nuestro aliado táctico en esta nueva era
de la historia mundial? ¿Los fundamentalistas bíblicos que representan el oscurantismo
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pero que como nosotros están dispuestos a luchar por su verdad? ¿O los relativistas
multiculturalistas, más cercanos a nosotros en tanto secularizados, pero a su modo
también oscurantistas que suponen que ninguna cultura es superior a ninguna otra?

Aliarnos a los fundamentalistas bíblicos implicaría traicionar un imperativo


categórico del liberalismo: la tolerancia. Plegarnos a un multiculturalismo secularizado
que le hace el juego al extremismo islámico, equivaldría a contribuir a la destrucción de
Occidente. Permanecer solos, finalmente, significaría caer en la irrelevancia, y también
por omisión contribuir a la extinción de nuestra civilización.

Este libro se propone contribuir con información y análisis a la toma de partido de


sus lectores. El dilema es terminal. Atestiguarlo y protagonizarlo es un patético privilegio,
sin paralelos en toda la historia humana.

Acápite 2
Nuestra Biblia

El autor de este trabajo se proclama un agnóstico deísta. Quiere creer en un


principio creador pero reconoce la limitación humana para conocer a la divinidad y
descree de las presuntas revelaciones con que a lo largo de siglos y milenios las
autoridades religiosas de diversos credos han manipulado a las masas y extorsionado a los
príncipes.

No obstante, la Biblia se ha convertido otra vez (¡y van tantas!) en un texto


políticamente relevante. Por este motivo, es necesario prestarle una atención que hubiera
sido superflua hacia los años 1800 o 1900, cuando la Razón avanzaba a paso firme.

Por otra parte, desde afuera nuestra civilización enfrenta la agresión del
extremismo islamista, exportador de un terrorismo suicida hasta hace poco desconocido,
cuyo objetivo declarado es la destrucción del Estado de Israel y la recreación de un califato
que se extienda desde Pakistán hasta España. Este extremismo se ancla en una civilización
hermana de tronco abrahámico. Como recordamos en el acápite anterior, en algunos
países donde tiene vigencia una ley islámica basada en el Corán se lapida a las adúlteras y
se le corta la mano a ladrones. Y el terrorismo transnacional emergente de ese contexto
cultural se apoya también en el libro sagrado de los musulmanes, donde el concepto de
yihad, entendido como guerra santa, es un mandato para situaciones especiales que,
según algunos de sus fieles, se corresponden con las actuales. (3)

En otras palabras, tanto la crisis al interior de nuestra civilización como la guerra


contra el segmento extremista de una civilización ajena se vinculan en forma directa a
Escrituras sacralizadas y hermanadas por su raíz común. El extremismo islámico (terrorista
o no) pone en práctica la Ley Islámica (sharia) en los países donde domina. A su vez, el
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fundamentalismo protestante y católico ha comenzado a imponerle limitaciones a la


cultura liberal y secular que hasta hace poco era hegemónica en Occidente.

Obviamente, la expansión del ámbito de lo religioso sobre lo público ha llegado


mucho más lejos en los Estados musulmanes que entre nosotros. En los países dominados
por la sharia, la ley surge directamente del Corán. Irán, por su parte, es una teocracia
desembozada. Occidente, en cambio, sigue siendo una civilización esencialmente
secularizada, a pesar del aumento de la influencia política de los sectores religiosos en
Estados Unidos. No obstante, la Biblia jamás perdió su posición de libro sacratísimo entre
nosotros, ni siquiera entre quienes no profesan religión alguna. La mayoría de los
juramentos más solemnes la invocan y se sellan sobre ella. Se la puede ignorar pero
raramente se la critica.

Este dato es la punta de un ovillo sorprendente, que al desenredarse desnuda


algunas de las contradicciones más paradójicas de la civilización occidental. Como se
documentará en este escrito, nuestros principios cívicos liberales son la antítesis de los
valores de esa Biblia judeocristiana que sigue entronizada en el plano de lo simbólico y a la
que muchos consideran “palabra de Dios”. Desde el advenimiento de la democracia
republicana, los principios en que se asientan nuestros Estados violan los de nuestra Biblia
en forma directa. En cambio, en los países islamistas no se violan los valores de sus
Escrituras. Los principios proclamados por sus Estados se ajustan a los del Corán. En ellos
no hay contradicciones. Desde el punto de vista de la coherencia interna entre Escrituras,
legislación y práctica, los países islámicos regidos por una sharia son mucho más
consistentes que los nuestros.

La nuestra es una civilización cuyo dinamismo científico y cultural emergió de sus


segmentos liberales y seculares, que suscribieron los valores de la Ilustración. A la vez,
nuestros poderosos núcleos religiosos mantuvieron vigentes unas Escrituras que
contradicen esos valores. La Biblia judeocristiana ordena lapidar no sólo adúlteras sino
también homosexuales y opositores políticos o religiosos. Además, su prédica del
genocidio como mandato de Dios es mucho más extrema que cualquiera de las crueles
normativas del Corán.

Obviamente, los fundamentalistas judeocristianos no nos imponen el


cumplimiento de los mandatos bíblicos más extremos. Por ahora sólo exigen que no
enseñemos evolucionismo en los colegios públicos. Pero las Escrituras en que se apoyan
son taxativas a la hora de ordenarnos arrasar a nuestros enemigos, tal como hacen los
extremistas islámicos con los suyos. El mandato deuteronómico es claro:

20:10 Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, primero le ofrecerás la paz.
20:11 Si ella la acepta y te abre sus puertas, toda la población te pagará tributo y te
servirá.
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20:12 Pero si rehúsa el ofrecimiento de paz y te opone resistencia, deberás sitiarla.


20:13 Yahvé, tu Dios, la entregará en tus manos, y pasarás al filo de la espada a
todos sus varones.
20:14 En cuanto a las mujeres, los niños, el ganado y cualquier otra cosa que haya
en la ciudad, podrás retenerlos como botín, y disfrutar de los despojos de los
enemigos que Yahvé, tu Dios, te entrega.
20:15 Así tratarás a todas las ciudades que estén muy alejadas de ti y que no
pertenezcan a las naciones vecinas.
20:16 Pero en las ciudades de esos pueblos que Yahvé tu Dios te da como herencia,
no dejarás nada con vida.
20:17 Consagrarás al exterminio total a los hititas, a los amorreos, a los cananeos,
a los perizitas, a los jivitas y a los jebuseos, como te ha mandado Yahvé tu Dios.

La contradicción presente al interior de nuestra civilización queda claramente


documentada cuando contrastamos este mandato genocida de nuestro libro más sagrado,
con lo que mandan los Artículos II y III de la Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio. El primero establece:

“Se entiende por genocidio a cualquiera de los siguientes actos, si fueran


perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional,
étnico, racial o religioso:

a) Matanza de miembros del grupo;


b) Lesión grave a la integridad física o mental de sus miembros;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que acarreen su
destrucción física total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en su seno;
e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”

El Artículo III agrega:

“Serán castigados:
a) El genocidio;
b) La asociación para cometer genocidio;
c) La instigación directa y pública a cometer genocidio;
d) La tentativa de genocidio; e) La complicidad en el genocidio.”

Claramente, el texto presuntamente sagrado de la civilización judeocristiana se


encuadra en esta definición. Instiga la destrucción de grupos étnicos enteros. Si fuéramos
fieles al mandato bíblico tendríamos que abrogar tratados como este... y cumplir con la
Ley Divina. Si por el contrario, nos ciñéramos a los valores representados por tales leyes y
tratados, deberíamos suprimir el texto bíblico, que es claramente violatorio de la ley. Su
mera difusión debería estar penada.
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La Divinidad que presuntamente inspiró el texto sagrado fue precursora de


Hiroshima y no sólo aprueba sino que manda que se proceda de ese modo, so pena de
pecar contra Él y perder los beneficios de su Alianza. Los occidentales no están
conscientes de este mandato porque muy pocos leen la Biblia y casi nadie lo hace en
forma independiente. Intermediarios humanos nos ayudan a interpretar la palabra
supuestamente divina, siempre desde la premisa de que Dios es bueno. Todo lo que suene
malo o perverso se reinterpreta desde este axioma extra-bíblico, que es palabra del
hombre. Por cierto, como se verá en este estudio, Yahvé no presume de ser bueno. Hasta
1945, Occidente tampoco, y ese fue quizás uno de los secretos de su éxito.

En los hechos, desde Hiroshima nuestra civilización promulgó una moral laica que
condena el genocidio. En términos éticos superó con creces el mandato de su Dios. Pero
no ha podido ni querido suprimir su tradición bíblica. Por este motivo, Occidente es
mucho más contradictorio que la cultura de los islamistas que imponen su sharia. Esa
contradicción es el producto de una superioridad: la de haber superado moralmente a
nuestras Escrituras, que son por lo menos tan sanguinarios como los de ellos. Occidente
no solamente no ha podido sacarse la Biblia de encima sino que desde hace algunos años
la influencia de ésta avanza otra vez, cuestionando evoluciones del pasado en temas que
se inscriben en el ámbito del saber científico.

Mientras tanto, el islamismo radical sigue el mandato yihadista del Corán a pie
juntillas. Occidente se debate en sus contradicciones, mientras su enemigo no se impone
ningún límite en su guerra santa. Obsérvese que una de las singularidades de la era actual
consiste en que, por primera vez en toda la historia humana registrada, desde los ataques
nucleares contra Hiroshima y Nagasaki las grandes potencias se han abstenido de usar sus
armas de máximo poder destructivo. Esto ha equiparado el poder militar de Estados muy
poderosos con el de otros menos poderosos. Nunca antes se había producido este
fenómeno. En la Segunda Guerra Mundial, y antes en la Primera, y antes aún en las
guerras napoleónicas..., siempre, las grandes potencias pusieron sobre la mesa todo su
poder destructivo. Pero a partir de Hiroshima, Occidente (y Rusia también) se civilizaron y
humanizaron en lo que fue una verdadera proeza moral.

Hasta la terminación de la Segunda Guerra Mundial, Occidente cumplió con el


cruel mandato bíblico, pero su progreso ético posterior lo condujo a abandonar las
exhortaciones de Yahvé. A la vez, el extremismo islámico no compartió con Occidente este
progreso moral y se aprovecha de la actitud humanitaria de potencias nucleares que se
comportan como si no lo fueran. Por eso puede librar sus “guerras santas” contra Israel y
contra Occidente todo.

En el largo plazo, Occidente e Israel estarán perdidos si persisten en esta conducta


moralmente superior. Para sobrevivir habría que acudir a la inclemencia a que apela el
enemigo. Si se optara por ella la victoria sería inmediata debido a la diferencia abismal de
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poder. Pero si continúa en vigencia el doble estándar por el cual el enemigo apela a
cualquier medio de que disponga para atacar, mientras Israel y Occidente se abstienen de
usar su poder máximo, entonces el adversario eventualmente tendrá medios nucleares y
vencerá.

Obsérvese que la paradoja es múltiple y sin precedentes:

1. La creciente vigencia de los textos bíblicos, hacia adentro de nuestras


sociedades, nos impone el oscurantismo en la educación (especialmente en lo que se
refiere a la evolución de la especie humana) y nos aleja crecientemente del espíritu de la
Ilustración, que hizo a la grandeza de Occidente. En nuestros tiempos, como en los de
Giordano Bruno y Galileo Galilei, las Sagradas Escrituras tienen un impacto regresivo al
interior de la cultura occidental a través de la política.

2. Simultáneamente, en nuestra actitud hacia la guerra y los derechos cívicos


hemos abandonado el texto bíblico de una manera radical (aunque sin desnudar su
iniquidad, que piadosamente respetamos).

3. En cambio, el islam fundamentalista que nos ha declarado su santa guerra


adhiere fielmente al mandato yihadista de sus propias escrituras, de manera que mientras
nosotros nos abstenemos de usar la plenitud de nuestro poder, ellos emplean todos los
medios a su disposición para derrotarnos. Esto incluye el uso de escudos humanos y de
suicidios masivamente asesinos. Porque hemos superado éticamente a nuestras
escrituras, llevamos las de perder. Porque nuestros enemigos son fieles a las suyas, llevan
las de ganar.

Es muy difícil, en estas circunstancias, señalar el rumbo que debe tomar Occidente.
Nuestra disyuntiva, agravada por la existencia de grandes arsenales de armas de
destrucción masiva, es la más dramática de todos los tiempos:

¿Debemos denunciar nuestras Escrituras, porque violan los principios éticos


superiores de nuestra civilización?

¿Debemos regresar a los mandatos bíblicos en nuestra lucha perdidosa contra los
enemigos actuales?

¿Debemos implantar un doble estándar explícito, manteniendo la vigencia de los


valores occidentales en el ámbito interno, pero regresando a la saña bíblica en nuestra
guerra contra los yihadistas o debemos permanecer sumidos en nuestra autodestructiva
contradicción actual?

No pretendo tener la respuesta. Pero comencemos proveyendo al público los


datos que necesita para ir formando su propia opinión. Para eso, aquí acometeremos una
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exégesis neomodernista de los primeros cinco libros de la Biblia judeocristiana, con el


objetivo de esclarecer el mandato normativo explícito y la escala de valores implícita del
texto que es tenido por sagrado por nuestros religiosos.

Como este análisis está inspirado en inquietudes que son de orden cultural y
político, se justifica que quien lo lleve a cabo sea un politólogo, no un teólogo. Como en
tantas otras ocasiones en la historia de las ideas, estamos en una coyuntura en que es
necesario traspasar las fronteras entre disciplinas. Hoy nos toca abordar el cruce entre la
política y la teología, como lo hiciera Baruch Spinoza en el siglo XVII.

Metodológicamente atacaremos la cuestión desde su raíz. Nuestros


fundamentalistas suponen que los primeros cinco libros de la Biblia (idénticos para judíos
y cristianos pero conocidos por los primeros como la Torá y por los segundos como el
Pentateuco) son la “palabra de Dios” y constituyen el primer ladrillo de la Revelación. Para
todos ellos, es lo más sagrado del Antiguo Testamento. (4)

El creacionismo, punta de lanza del oscurantismo que crecientemente se impone


en nuestra cultura, se fundamenta en el Génesis, el primero de estos antiguos fascículos. Y
a medida que recorramos sus versículos y los de los otros cuatro libros de la Torá,
desenmascararemos la verdadera escala de valores histórica de nuestra civilización y el
tenor del mandato presuntamente divino.

Con ese espíritu convocamos a creyentes y no creyentes a un ejercicio intelectual.


Durante la lectura de estas páginas los agnósticos deberemos hacer abstracción de
nuestro escepticismo y suponer que el Pentateuco es una auténtica Revelación. A su vez,
los creyentes deben dejar de lado sus diversos dogmatismos por apenas unas horas, para
leer la Torá con independencia de criterio frente a sus pastores, sacerdotes y rabinos. Es
sólo por un breve lapso después del cual cada uno podrá regresar a lo suyo. Nadie se hará
acreedor al infierno por leer una vez la palabra de Dios sin apelar a las interpretaciones
humanas tradicionales.

El objetivo inmediato de este ejercicio exegético es dilucidar una cuestión esencial


para todos los tiempos pero especialmente para el nuestro. ¿Quién es el Dios del Antiguo
Testamento? ¿Cuál es su verdadero perfil, tal como emerge del texto mismo,
prescindiendo de las exégesis de autoridades religiosas cuyos dictámenes son apenas
palabra humana? ¿Qué nos dice Dios de sí mismo?

A la vez, nuestro objetivo último es reflexionar sobre las dos alianzas alternativas
que, al interior del Occidente actual, están al alcance de un liberalismo en extinción: el
fundamentalismo bíblico y el multiculturalismo relativista. Partimos siempre de la premisa
de que el imperativo inclaudicable es la supervivencia de nuestra civilización.
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Acápite 3
Aclaraciones preliminares

Las versiones judía y cristiana de la Torá (“la Ley”) o el Pentateuco (“cinco libros”)
son idénticas. Judíos y cristianos usan estos vocablos diferentes para referirse a los
mismos textos, que comprenden los primeros cinco libros de la Biblia. Estos son los
mismos para ambas tradiciones: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, en
ese orden. Tanto para judíos como para cristianos se trata de la parte más antigua y
sagrada de lo que los primeros llaman el Antiguo Testamento. Sin el Pentateuco, no se
sostiene la teología católica, basada en un concepto trinitario de Dios. El Dios del Antiguo
Testamento es el Dios Padre del cristianismo a la vez que el Dios de los judíos.

Normalmente, cuando un autor usa el término ‘Torá’ está escribiendo para judíos y
cuando se refiere al ‘Pentateuco’ lo está haciendo para cristianos. No es el caso de este
trabajo, que está dirigido por igual a cristianos, judíos, agnósticos, ateos y gentes de otras
tradiciones religiosas. Por ello, aquí usaremos ambos vocablos en forma indistinta, según
la conveniencia fonética de cada párrafo y oración. Además, de vez en cuando acudiremos
a un vocablo nuevo de cuño propio: el Pentatorot (“cinco leyes”). De esta manera
pretendemos evitar toda interpretación sectaria de este escrito. En estas páginas, Torá,
Pentateuco y Pentatorot significan la misma cosa.

Las diferencias entre la Biblia judía y el Antiguo Testamento católico provienen del
ordenamiento de algunos libros posteriores a el Pentatorot, y también de la inclusión de
unos pocos libros más tardíos. (5) Estas diferencias resultan principalmente del hecho de
que la Biblia católica hereda la tradición de la Septuaginta, una traducción del hebreo al
griego realizada entre los siglos III y I A.E.V. por judíos de Alejandría. (6) La copia más
antigua del Antiguo Testamento que haya llegado hasta nosotros en lengua alguna es un
ejemplar casi completo de esta Biblia griega, conocido como el Codex Vaticanus, que data
del siglo IV EV y pertenece al Estado pontificio. Casi igualmente antiguos son el Codex
Sinaiticus y el Codex Alexandrinus, copias casi enteras de la misma versión atesoradas por
el Museo Británico.

La más antigua copia sobreviviente en hebreo, de donde deriva la Biblia judía de la


actualidad, es unos 700 años más moderna que aquéllas, de los alrededores de 1000 E.V.
Se conoce como Biblia masorética porque fue copiada por los masoretas que agregaban
signos de vocalización al hebreo. A diferencia de la Septuaginta que se originó en Egipto,
el texto masorético tuvo su origen en Palestina. Hasta recientemente se creyó que los
judíos de Alejandría se habían separado del tronco central del judaísmo palestino,
cambiando el ordenamiento de algunos libros y agregando otros a su traducción al griego.
Sin embargo, los hallazgos de fragmentos en hebreo que coinciden más con la Septuaginta
que con la masorética entre los manuscritos encontrados en Qumrán (los famosos “rollos
del Mar Muerto”), demuestran que hacia los primeros siglos de nuestra Era existían varias
17

versiones del judaísmo, incluso en Palestina. La Septuaginta ha adquirido así más


universalidad que antes de ese trascendente hallazgo arqueológico.

De cualquier modo, las versiones más actualizadas de la Biblia católica, como la


prestigiosa Biblia de Jerusalén que se publica en castellano y en francés, ya no son
traducciones de la Septuaginta sino de la Biblia masorética usada por los judíos actuales,
aunque reteniendo los contenidos y ordenamientos de la Septuaginta, que son parte de la
tradición bíblica de la Iglesia de Roma. Por lo tanto, hoy la convergencia entre católicos y
judíos es casi total. En el caso de la Torá las diferencias que subsisten son muy menores y
emergen de diferentes criterios de traducción a la lengua vernácula de un mismo
documento antiguo en hebreo. No son discrepancias que separen a los diversos cultos
sino a los traductores, y de hecho hay una multitud de pequeñas diferencias entre las
muchas traducciones judías y cristianas de estos libros.

La principal diferencia en la letra impresa de estas Biblias radica en el nombre de


Dios. No se trata de una discrepancia entre credos sino de una convención judía que, en
función de una normativa posterior, prohíbe o desalienta el uso de los nombres de Dios
que de hecho aparecen en los documentos antiguos que han sobrevivido.

En este plano, la principal y más frecuente modificación en las traducciones a


lenguas vernáculas consiste en reemplazar el Tetragrámaton, YHWH, por Dios, Señor,
Adonai, El Eterno o algún otro sinónimo. El texto masorético (el supérstite más antiguo en
hebreo) agrega a YHWH la puntuación de vocales, y por eso la Biblia de Jerusalén opta por
el vocablo Yahvé, a la vez que otras traducciones cristianas acuden a Jehová y variantes
similares. En rigor nadie sabe exactamente cómo se pronunciaba YHWH, pero la
modificación judía del texto no responde a este desconocimiento compartido sino a la
normativa mencionada.

El otro nombre de Dios que se encuentra con frecuencia en la Torá o Pentateuco es


Elohim. En este caso, tanto las traducciones judías como cristianas suelen reemplazarlo
por Dios, seguramente para no confundir a los fieles, ya que en sentido literal Elohim no
quiere decir ‘Dios’ sino ‘dioses’. Deriva de Eloha, que significa Divinidad, siendo Elohim su
plural masculino. (7) Su traducción literal podría sembrar sospechas de que la Revelación
no se corresponde con una concepción monoteísta. En algunos contextos gramaticales
Elohim puede interpretarse como “Dios de dioses”. En otros está abierta la posibilidad de
interpretar “los dioses”.

YHVH, o sea Yahvé, aparece unas 7000 veces en el Antiguo Testamento. Elohim
aparece más de 2300. Hay otros nombres de Dios en la Biblia, menos frecuentes, que
según el contexto a veces son remplazados por el vocablo Dios en las traducciones a
lenguas vernáculas. El más importante entre ellos es Ēl (‫)אל‬, que no debemos confundir
con el artículo ‘el’ ni con el pronombre ‘Él’ del castellano. Aparece cerca de 200 veces, casi
siempre con un vocablo descriptor: Ēl Sadday (Dios de la Montaña), Ēl Elyon (Dios
18

Altísimo), Ēl Olam (Dios Eterno). Y aún otro nombre de Dios es Elah, que aparece unas 70
veces. Con excepción de Yahvé, todos estos nombres derivan del nombre del “padre de
todos los dioses” vigente en toda la región del Levante durante largos siglos. (8) En este
escrito alternaremos entre Yahvé, Adonai, Dios y Señor según la conveniencia sonora de
cada párrafo. Como en el caso del Pentatorot, procederemos de ese modo para que nadie
crea que nos dirigimos más a cristianos que a judíos o viceversa, y para privar a todos y
cada uno de los judeocristianos de la posibilidad de no darse por aludido y suponer que no
estamos hablando de ‘su’ Dios.

Por lo demás, ya está claramente establecido por la crítica bíblica contemporánea,


tanto católica como judía, que el antiguo compilador de la Torá entrelazó cuatros
tradiciones orales diferentes en los textos que nos legó. Se trata de las corrientes
conocidas como yahvista, elohista, sacerdotal y deuteronómica, que atraviesan los cinco
libros del Pentateuco de una manera frecuentemente desordenada. No obstante, a pesar
del consenso entre la mayoría de los entendidos de los diversos credos, los sectores más
recalcitrantes de todos ellos se escandalizan frente a esta forma crítica de leer el texto
presuntamente revelado.

S. David Sterling, por ejemplo, nos cuenta que la publicación en 2001 de la


compilación de David Lieber, Etz Hayim: Torah and Commentary, realizada bajo los
auspicios del judaísmo conservador, generó una tormenta hacia adentro y hacia fuera de
ese segmento de las comunidades judías de países angloparlantes, al introducir conceptos
de la crítica bíblica científica a la discusión entre legos. (9) En los hechos la gran mayoría
de los judíos observantes y fieles protestantes se abstienen de realizar lecturas críticas de
la Biblia, a la que leen de manera fragmentaria en situaciones litúrgicas. La inmensa
mayoría de los católicos ni siquiera llega a eso, a pesar de que la construcción teológica de
la Iglesia romana, que combina revelaciones de ambos testamentos para construir
dogmas como el del Díos trino y el pecado original, depende totalmente de
interpretaciones medievales del contenido del Pentateuco.

Las anotaciones a la Biblia de Jerusalén son quizá las más útiles para el lector que
desee consultar una versión católica en castellano. Para el que desee una versión judía, la
Jewish Study Bible publicada en inglés por Oxford University Press es una de las más
actualizadas. En castellano, una traducción altamente recomendable de el Pentatorot es la
del Rabino Marcos Edery, cuyo aparato erudito es excepcionalmente útil. (10) Lo mismo es
cierto de la extraordinaria traducción del Génesis publicada en 2006 por Daniel
Colodenco. (11) Pero lo más recomendable es cotejar versiones. Sólo así se capta la cabal
convergencia de interpretaciones judías y católicas en torno de los temas que
analizaremos en este trabajo.

Una de nuestras conclusiones, confesa de antemano, es que la autoridad religiosa


judeocristiana siempre interpretó caprichosamente la palabra de Dios. Pero para
verificarlo acudamos a ese Verbo.
19

PARTE I
UNA EXÉGESIS NEOMODERNISTA DE LA TORÁ O PENTATEUCO

“Dios totalmente se hizo hombre pero hombre hasta la infamia,


hombre hasta la reprobación y el abismo.
Para salvarnos, eligió un ínfimo destino: fue Judas”
Jorge Luis Borges: “Tres versiones de Judas” 1944 (12)

Introito:
El planteo

La Torá no nos dice que Dios es bueno. Nos da a entender lo contrario. Para
dilucidar quién es el Dios del Antiguo Testamento sin recurrir a las exégesis de autoridades
religiosas que parten de esa y otras premisas extra-bíblicas es necesario vencer
resistencias.

Los agnósticos y ateos deben por un instante dejar de lado el racionalismo que les
lleva a sentir que el análisis de un texto antropológico que registra las creencias religiosas
de un pueblo primitivo del antiguo Medio Oriente es una pérdida de tiempo si no se
realiza con ánimo etnológico o historiográfico. Y los creyentes deben desactivar
momentáneamente el mecanismo de defensa que a menudo les lleva a sostener que la
Biblia no se interpreta en forma personal porque “es cuestión de fe”. Este argumento,
frecuente entre sacerdotes, pastores y rabinos, no se compadece de que la fe del creyente
no debiera ser fe en la palabra de presuntas autoridades sobre cómo interpretar la
“palabra de Dios”, sino en Dios y en su palabra tal como emerge de las Sagradas
Escrituras.

A medida que transcurrieron los siglos, las interpretaciones judías y cristianas del
Pentateuco se volvieron más simbólicas y sofisticadas. Pero estos contenidos no están en
el texto. Son creación de tiempos posteriores. Cuando un cristiano o un judío nos dice que
“no hay que leer la Biblia como si fuera un cuentito”, sino acudir a las exégesis autorizadas
por las diversas confesiones, nos está pidiendo que traslademos nuestra fe desde el Libro
hacia sus intérpretes. Sin embargo, más allá de alguna parábola, la Torá es una narración
un poco desorganizada pero bastante lineal. (13) Ese relato, no el de intérpretes humanos,
es el que se supone palabra o mensaje de Dios.

Para un culto monoteísta, trasladar la fe en Dios a una fe en el hombre que dice


saber de Dios debería ser pecado de idolatría. Pero aunque no lo fuera, nuestro ejercicio
sólo exige que esta mediatización se interrumpa por un par de horas durante las cuales
debemos escuchar a Dios a través de su texto sin recurrir a la sofisticación exegética
acumulada durante siglos posteriores por hombres cuya palabra no es divina. El texto es
simple. No es un tratado matemático. No requiere una lectura asistida. Procedamos pues.
¿Qué nos dice Dios de sí mismo?
20

Acápite 1
El genocidio como mandato bíblico

Desde una sensibilidad occidental contemporánea, el primer tema que merece


tratarse es el que abordamos escuetamente en la Introducción: el genocidio. Las
estadísticas de Adonai son abrumadoras e insuperables. Siguiendo estrictamente la
Palabra Revelada y sin dejarnos llevar por calumnia alguna, ni tampoco por
interpretaciones apologéticas de su conducta que no son fieles al texto sagrado ni se
compadecen de sus víctimas, Yahvé se nos presenta con creces como el mayor genocida
de todos los tiempos.

Su carrera comienza con el Diluvio universal. El genocidio es intencional. Como se


señala en el libro del Génesis, su objetivo estratégico fue matar a todos y a todo con
excepción de los elegidos:

6:17 "Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar
toda carne que tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra
perecerá.
6:18 Pero contigo [Noé] estableceré mi alianza: Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu
mujer y las mujeres de tus hijos contigo.
6:19 Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una pareja para que
sobrevivan contigo. Serán macho y hembra.

Pocos versículos más adelante se nos informa que el objetivo fue alcanzado con
éxito:

7:21 Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados,
animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad.
7:22 Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió.
7:23 Yahvé exterminó todo ser que había sobre la haz del suelo, desde el hombre
hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del cielo: todos fueron
exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca.
7:24 Las aguas inundaron la tierra por espacio de 150 días.

Como veremos en otro acápite, en un gesto digno de calificarse humano, nuestro


Dios se arrepintió de haber consumado un genocidio casi absoluto. Pero esto no significó
abandonar la práctica sino tan solo acotarla a pueblos específicos, sin riesgo para la
totalidad de la vida en la tierra.

El episodio siguiente fue el Sodoma y Gomorra, supuestos nidos de pecado y


abominación frente a los cuales Adonai reaccionó con una violencia equivalente a la de un
ataque nuclear, salvando otra vez a sus predilectos:
21

19:23 El sol asomaba sobre el horizonte cuando Lot entraba en Soar.


19:24 Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte
de Yahvé.
19:25 Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los habitantes de las
ciudades y la vegetación del suelo.

Hasta este momento de la historia del mundo el genocidio era exclusivamente


obra de Dios Nuestro Señor. Pero según parece era necesario que los hombres
aprendieran a obrar según Su Voluntad y con toda su ejemplar saña. Por ello, so pretexto
de una Guerra Santa, la docencia divina indujo a los hombres mismos a la comisión de
genocidio.

En Números la palabra de Dios nos informa:

31:1 Dijo Yahvé a Moisés:


31:2 "Haz que los israelitas tomen venganza de los madianitas. Luego irás a
reunirte con tu parentela."
31:3 Entonces Moisés dijo al pueblo: "Que se armen algunos de vosotros para la
guerra de Yahvé contra Madián, para tomar de Madián la venganza de Yahvé.
31:4 Deberéis enviar al combate mil hombres por cada una de las tribus de Israel".
31:5 Entre las divisiones de Israel se reclutaron doce mil hombres equipados para la
guerra, a razón de mil hombres por tribu,
31:6 y Moisés los envió al combate, junto con Pinjás, hijo del sacerdote Eleazar, que
llevaba consigo los vasos sagrados y las trompetas para lanzar el grito de guerra.
31:7 Atacaron a Madián como había mandado Yahvé a Moisés y mataron a todos
los varones.
31:8 Además de otras víctimas, mataron a los cinco reyes de Madián: Eví, Réquem,
Sur, Jur y Reba. También pasaron al filo de la espada a Balaam, hijo de Beor.
31:9 Los israelitas tomaron cautivas a las mujeres y a los hijos de los madianitas, y
se llevaron como botín todos sus animales, sus rebaños y sus bienes.
31:10 Además incendiaron las ciudades donde ellos habitaban y sus campamentos.
31:11 Luego recogieron todo el botín —tanto hombres como animales—
31:12 y se lo llevaron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a toda la comunidad de los
israelitas, que estaban acampados en las estepas de Moab, junto al Jordán, a la
altura de Jericó. (14)

Pero henos aquí que esta masacre resultaba insuficiente. El pueblo se había
tomado la atribución de acotar la venganza genocida a los varones, salvando a mujeres y
niños. Este acto de piedad enfureció a Moisés, que actuaba por cuenta de Adonai.

Prosigue el relato sagrado de Números:


22

31:14 Moisés se encolerizó contra los jefes de las tropas, jefes de millar y jefes de
cien, que volvían de la expedición guerrera.
31:15 Les dijo: "¿Pero habéis dejado con vida a todas las mujeres?
31:16 Fueron ellas las que, por instigación de Balaam, indujeron a los israelitas a
prevaricar contra Yahvé en el incidente de Peor, y por eso la comunidad de Yahvé
fue azotada por la plaga.
31:17 Por lo tanto, matad a todos los niños varones. Y a toda mujer que haya
conocido varón, que haya dormido con varón, matadla también.
31:18 Pero dejad con vida para vosotros a todas las muchachas que no hayan
dormido con varón.”

Como toda limpieza étnica de esta magnitud trae consigo un botín que hay que
administrar, prosigue:

31:25 Dijo Yahvé a Moisés:


31:26 "Tú, el sacerdote Eleazar y los jefes de familia de la comunidad haréis el
inventario del botín que ha sido capturado, tanto hombres como animales.
31:27 Después lo repartirás, por partes iguales, entre los combatientes que
participaron de la campaña y el resto de la comunidad.
31:28 Reservarás para Yahvé, como tributo de los guerreros que han ido al
combate, una vida de cada quinientas, tanto de las personas como del ganado
mayor, de los asnos y del ganado menor.
31:29 Esto lo tomarás de la mitad que les corresponda y se lo entregarás al
sacerdote Eleazar como reserva para Yahvé.
31:30 De la mitad que corresponda a los demás israelitas, tanto de las personas
como de los animales —del ganado mayor, de los asnos y del ganado menor—
tomarás una vida por cada cincuenta y se las entregarás a los levitas que realizan
tareas en la Morada de Yahvé".

Cumplido este trámite, el avance conquistador ordenado por el Dios Padre de la


teología cristiana debía continuar. Para ello, ahora el pueblo elegido de Adonai debía
deportar masivamente a los cananeos. De lo contrario, Dios dispensaría a su propio
pueblo el maltrato que le ordenaba para con los vencidos. La orden es clara y nos llega
otra vez del sagrado libro de Números:

33:50 Yahvé habló a Moisés en las estepas de Moab, junto al Jordán, a la altura de
Jericó:
33:51 “Di a los israelitas: Cuando paséis el Jordán hacia el país de Canaán
33:52 arrojaréis a vuestra llegada a todos los habitantes del país. Destruiréis todas
sus imágenes pintadas, destruiréis sus estatuas de fundición, demoleréis todos sus
altos.
33:53 Os apoderaréis de la tierra y habitaréis en él, porque yo os doy a vosotros
todo el país en propiedad.
23

(...)
33:55 Pero si no expulsáis a vuestra llegada a los habitantes del país, los que dejéis
serán para vosotros como espinas en vuestros ojos y aguijones en vuestros
costados y os oprimirán en el país que vais a habitar.
33:56 Y yo os trataré a vosotros en la forma en que había pensado tratarles a
ellos.”

Esta es la tónica que signa el comportamiento sanguinario que Adonai impone a su


pueblo, al que castigará si es benigno. El precepto de obediencia debida alcanza aquí su
máxima consagración. Como lo demuestra también el episodio del sacrificio de Isaac, en el
Pentateuco todos los valores morales están subordinados a un principio amoral supremo:
la lealtad incondicional al Caudillo.

Por cierto, estos genocidios no solamente no constituyen acciones “malas”: ni


siquiera son males necesarios. Por el contrario, el pecado capital consistiría en no
cometerlos o incluso en morigerar levemente el aniquilamiento del enemigo. En el texto
revelado de Deuteronomio este extremismo divino se presenta con aún más elocuencia:

2:31 Yahvé me dijo: "Mira, voy a comenzar a entregarte a Sijón y su territorio.


Empieza la conquista. Apodérate de su territorio".
2:32 Sijón nos salió al paso con toda su gente, dispuesto a librarnos batalla en
Yahas.
2:33 Yahvé nuestro Dios nos lo entregó y lo derrotamos a él con sus hijos y toda su
gente.
2:34 Nos apoderamos de todas sus ciudades y las consagramos al anatema,
sacrificando a hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente.
2:35 Nos reservamos como botín solamente el ganado y los despojos de las
ciudades conquistadas.

Porque las indicaciones de Adonai se siguieron escrupulosamente, el tour genocida


continuó triunfalmente:

3:1 Luego torcimos y seguimos camino de Basán. Og, rey de Basán, salió a nuestro
encuentro con toda su gente y nos presentó batalla en Edrei.
3:2 Yahvé me dijo: "No le tengas miedo, porque yo lo pondré en tus manos con
todo su ejército y sus dominios. Trátalo de la misma manera que trataste a Sijón, el
rey de los amorreos que habitaba en Jesbón".
3:3 Efectivamente, Yahvé nuestro Dios entregó en nuestras manos también a Og,
rey de Basán, con todo su pueblo, y lo derrotamos hasta no dejarle ni un
superviviente.
3:4 Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades. Las conquistamos todas, sin
exceptuar ninguna: las sesenta ciudades del distrito de Argob, que pertenecía al
reino de Og, en Basán.
24

3:5 Todas ellas eran ciudades defendidas por altas murallas, puertas y cerrojos, sin
gran número de ciudades de los perizitas.
3:6 Y las consagramos al anatema, como habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón,
matando en cada ciudad a hombres, mujeres y niños.
3:7 Pero nos reservamos como botín el ganado y los despojos de las ciudades.

Después de este periplo de exterminios masivos, exitosamente ejecutados, era


necesario dejar instrucciones para el día de mañana. El pueblo elegido de Adonai ya
estaba a las puertas de la Tierra Prometida. Por eso, en Deuteronomio la docencia divina
presenta al pueblo una normativa de cara al futuro:

20:10 Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, primero le ofrecerás la paz.
20:11 Si ella la acepta y te abre sus puertas, toda la población te pagará tributo y te
servirá.
20:12 Pero si rehúsa el ofrecimiento de paz y te opone resistencia, deberás sitiarla.
20:13 Yahvé, tu Dios, la entregará en tus manos, y pasarás al filo de la espada a
todos sus varones.
20:14 En cuanto a las mujeres, los niños, el ganado y cualquier otra cosa que haya
en la ciudad, podrás retenerlos como botín, y disfrutar de los despojos de los
enemigos que Yahvé, tu Dios, te entrega.
20:15 Así tratarás a todas las ciudades que estén muy alejadas de ti y que no
pertenezcan a las naciones vecinas.
20:16 Pero en las ciudades de esos pueblos que Yahvé tu Dios te da como herencia,
no dejarás nada con vida.
20:17 Consagrarás al exterminio total a los hititas, a los amorreos, a los cananeos,
a los perizitas, a los jivitas y a los jebuseos, como te ha mandado Yahvé tu Dios,
20:18 para que no os enseñen a imitar todas las abominaciones que cometen en
honor de sus dioses: ¡pecaríais contra Yahvé vuestro Dios!

Queda claro pues que el pecado no radica en la comisión de genocidio sino en


abstenerse del mismo cuando la normativa lo ordena. Es falta gravísima incluso no
aniquilar a mujeres y niños cuando las circunstancias indican que tal masacre es voluntad
de Adonai.

Hasta muy recientemente Occidente fue obediente a estas pautas. El mejor


testimonio no es tanto el muy trillado de Hiroshima y Nagasaki, como los menos
conocidos bombardeos de las ciudades alemanas de Hamburgo y Dresden, durante la
Segunda Guerra Mundial.

Lo de Dresden fue entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, después de la


Conferencia de Yalta, cuando la guerra estaba en la práctica ganada. Posteriormente, en
marzo y abril, fue bombardeada otras dos veces. La ciudad fue arrasada con bombas
incendiarias contra la población civil, con el objetivo de ganar la posguerra enviando un
25

mensaje tan elocuente que posteriormente ningún alemán osara atacar a las fuerzas de
ocupación.

Primero se lanzaron grandes cantidades de bombas de alta capacidad explosiva


que arrancaron los techos de las casas, poniendo al descubierto las maderas, fácilmente
inflamables. Luego vinieron las bombas incendiarias, junto con otras bombas altamente
explosivas que frustraban todo intento de apagar los incendios. Cuando el fuego hubo
cubierto una gran superficie urbana, se desató una tormenta de fuego auto-sustentada,
con picos de temperatura superiores a los 1.500º. El aire caliente de la superficie, más
liviano, se disparaba hacia arriba, siendo reemplazado abajo por vendavales de aire menos
caliente. Así se generó un infernal ventarrón huracanado que chupaba a la gente y la
lanzaba al fuego. Fue un portento digno de Yahvé.

Similar fue el anterior bombardeo de Hamburgo, llevado a cabo por la Royal Air
Force con el apoyo de la Fuerza Aérea del Tercer Ejército de los Estados Unidos, el 27 de
julio de 1943. W.G. Sebald nos cuenta que:

“Comenzando a la una de la mañana, diez mil toneladas de altos explosivos y


bombas incendiarias fueron lanzadas sobre las zonas residenciales altamente pobladas al
Este del Elba (...). Primero todas las puertas y ventanas fueron arrancadas de sus marcos,
luego los pisos de los altillos se encendieron con mezclas incendiarias livianas, y
simultáneamente bombas de fuego de hasta quince kilos cayeron sobre los pisos
inferiores. A los pocos minutos gigantescos incendios devoraban toda la zona, que cubría
unos veinte kilómetros cuadrados, y se fusionaron tan rápidamente que apenas un cuarto
de hora después de la caída de las primeras bombas todo el espacio aéreo era un mar de
llamas que llegaba hasta donde los ojos alcanzaban. Unos cinco minutos más tarde (...) se
desató una tormenta de fuego de una intensidad que nadie antes había supuesto posible.
El fuego, que ahora ascendía dos mil metros hacia el cielo, capturaba oxigeno de una
manera tan violenta que las corrientes de viento alcanzaron fuerza huracanada (...). El
fuego ardió así durante tres horas. (...) Detrás de las casas que se derrumbaban, las llamas
(...) rodaban por las calles como olas de maremoto a velocidades de más de ciento
cincuenta millas por hora, y cruzaban sobre plazas abiertas con extraños ritmos, como
cilindros de fuego. El agua de algunos canales estaba inflamada. (...) Distritos residenciales
tan grandes que su longitud total de calles ascendía a unos doscientos kilómetros fueron
totalmente destruidos. (...) Los refugiados, un millón y medio, se dispersaron por todo el
Reich, llegando hasta sus fronteras externas.”(15)

El relato nos remite directamente a la Torá. Por cierto, hasta ese momento tan
reciente en nuestra historia, Occidente no permitió que una concepción humanitaria
extra-bíblica y contraria al mandato de Yahvé pusiera en riesgo su supervivencia y
predominio. Pero ahora estamos contaminados por dudas y escrúpulos que son en sí
mismos pecaminosos si nos atenemos al texto presuntamente sagrado de nuestra
civilización.
26

En verdad, la normativa del Deuteronomio se extrapola con facilidad a esta


primera década del siglo XXI. Cuando Occidente le exige a Irán que no continúe con su
plan nuclear está siendo fiel a la primera fase del mandato, que como vimos instruye:

20:10 Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, primero le ofrecerás la paz.
20:11 Si ella la acepta y te abre sus puertas, toda la población te pagará tributo y te
servirá.

La extrapolación es válida porque exigirle a una nación presuntamente soberana


que se subordine, absteniéndose de desarrollar armas poseídas en abundancia por quien
pretende imponerle tal limitación, es el equivalente simbólico de servir y pagar tributo.
Pero está por verse si Occidente será obediente a este mandato hasta el final. Si como
parece, Irán se niega a interrumpir su desarrollo nuclear, ¿cumpliremos con los versículos
pertinentes? Son los que ordenan:

20:12 Pero si rehúsa el ofrecimiento de paz y te opone resistencia, deberás sitiarla.


20:13 Yahvé, tu Dios, la entregará en tus manos, y pasarás al filo de la espada a
todos sus varones.
20:14 En cuanto a las mujeres, los niños, el ganado y cualquier otra cosa que haya
en la ciudad, podrás retenerlos como botín, y disfrutar de los despojos de los
enemigos que Yahvé, tu Dios, te entrega.

Un auténtico creyente en la Biblia estaría justificado en suponer que, en caso de


que Irán rehusara obedecer la orden occidental de interrumpir su proyecto atómico, no
realizar un ataque nuclear preventivo sería un pecado contra Dios que conllevaría a la
derrota. Mientras tanto, quienes han pecado contra el mandato divino son, claramente,
los israelíes, desobedeciendo el precepto deuteronómico aplicable para su caso:

20:16 Pero en las ciudades de esos pueblos que Yahvé tu Dios te da como herencia,
no dejarás nada con vida.

Lejos de aniquilar a los palestinos que diariamente matan israelíes, el Estado judío
infructuosamente intenta acordar una paz que no será permitida por los extremistas que
desde Irán financian al Hamas. Su actuación es la antítesis de la que acompañó
históricamente a la Iglesia Católica, que mientras tuvo poder jamás hesitó en ejercerlo de
la manera más cruenta y efectiva.

Por cierto, a diferencia de los israelíes actuales, cuando en 1492 los Reyes Católicos
reconquistaron Granada, escucharon la advertencia asentada en Números:
27

33:55 Pero si no expulsáis a vuestra llegada a los habitantes del país, los que dejéis
serán para vosotros como espinas en vuestros ojos y aguijones en vuestros
costados y os oprimirán en el país que vais a habitar.
33:56 Y yo os trataré a vosotros en la forma en que había pensado tratarles a
ellos.”

La expulsión de moros y judíos de España fue un resonante eco de esta Palabra


Divina. Y un auténtico creyente puede suponer, sin falacia lógica excepto la del salto en el
vacío de su propia fe, que es porque cumplieron con el mandato divino de limpieza étnica
que a partir de entonces a los monarcas españoles les fue tan bien, logrando establecer el
primer imperio global de la historia humana.

Diferente pero análogo es el caso del nazismo de Adolf Hitler, quien fuera un
discípulo casi perfecto pero ineficiente de Yahvé: propuso un pueblo elegido, una
estrategia genocida y un concepto radical de la obediencia debida al Caudillo. Si
secretamente se inspiró en una lectura literal de la Biblia habrá llegado a la conclusión de
que para tener éxito antes era necesario aniquilar al pueblo elegido de Yahvé. ¡Sólo así
podría reemplazarlo con blondos teutones! Después de todo, como queda claro en los
versículos que anteceden, Adonai abandonaría a su pueblo si éste demostraba debilidad.
¿Acaso no lo cambiaría por otro apropiadamente sanguinario? Porque en tiempos
históricos el pueblo judío jamás cometió genocidio. Quizá fue por eso que le fue tan mal.

Pero el caso de Occidente en su conjunto es bien distinto. Como consta más arriba,
Hitler se enfrentó a unos Aliados que no se quedaban atrás. Los nazis apelaron al
genocidio no para ganar la guerra sino para perderla, insanamente eliminando a seis
millones de judíos que no los amenazaban. Mientras tanto, sus enemigos se reservaban el
arma divina para derrotarlos. Si estas ideas que acabo de engendrar le parecen aberrantes
al lector, es porque la Biblia lo es. Si por el contrario, la Biblia es santa, los párrafos que se
acaban de leer sólo interpretan con honestidad el mandato que nos legó, sin tergiversarlo
con la premisa extra-bíblica de que Dios es bueno.

Por cierto, aunque las partes no estén conscientes de ello, existe un estado de
guerra natural entre los segmentos cristianos y judíos que creen que el Pentatorot es
palabra revelada, y aquellos segmentos de la civilización occidental que levantan las
banderas de la Ilustración y los derechos humanos universales. Desde el inicio y como
concepto, éstos están contrapuestos a las enseñanzas reveladas de Dios Nuestro Señor.
Esta esquizofrenia es la debilidad principal de nuestra civilización.

Lo dicho vale no solamente para el genocidio sino para todo lo que hoy conocemos
como Derecho Internacional Humanitario. Recordemos lo que los versículos ya citados de
Números 31:15-17 nos dicen acerca del tratamiento de los prisioneros de guerra y su
parentela: “¿Pero habéis dejado con vida a todas las mujeres? (...) Matad a todos los niños
28

varones. Y a toda mujer que haya conocido varón, que haya dormido con varón, matadla
también.”

En contraposición al texto bíblico, acuda el lector a su memoria o a Internet para


recordar lo que prescribe la Cuarta Convención de Ginebra (de 1949), que comprende:

- Los convenios para aliviar la suerte de los heridos y enfermos de las fuerzas
armadas en campaña y en el mar;
- El convenio sobre el trato debido a los prisioneros de guerra, y
- El convenio sobre la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra,
que a su vez incluye dos protocolos adicionales de 1977 relativos a la protección de
las víctimas de los conflictos armados.

Este sofisticado andamiaje de Derecho Internacional Humanitario fue elaborado y


negociado por Occidente a lo largo de muchas décadas. Representa el opuesto de los
mandatos de la Biblia judeocristiana.

Regresemos entonces al planteo de nuestra Introducción:

- ¿Deben derogarse la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de


Genocidio y los convenios emergentes de la Cuarta Convención de Ginebra o, por el
contrario, deben suprimirse por lo menos partes de la Biblia judeocristiana o debemos
quizá dejar las cosas como están, sin prestar atención a la más grande contradicción de
nuestra civilización?

Y más allá de estas disyuntivas de leguleyos,

- ¿Cómo debemos tratar a nuestros enemigos: Como Dios manda o como mandan
las Convenciones de Ginebra, la Convención contra el Genocidio y otros instrumentos del
Derecho Internacional Humanitario, que desconocen la palabra del Dios judeocristiano?

- ¿Hemos de apelar al mandato divino para obedientemente aniquilar a los


enemigos de Occidente o hemos de ser destruidos, kantianamente obstinados en cumplir
con normas presuntamente morales que, según una lectura honesta de la Biblia, son
claramente contrarias a la Palabra de Dios?

Estas opciones agotan las alternativas lógicas. Pero es casi inevitable que
Occidente ignore el problema. Eso acarreará consecuencias gravísimas. Vivimos tiempos
en que si un periódico occidental publica una caricatura de Mahoma, los musulmanes
queman una o más embajadas europeas. Otrora, frente a tal escalada Occidente hubiera
arrasado una ciudad. Pero ahora nos sentimos abrumados por el desconcierto y nos
preguntamos “¿en qué nos equivocamos?” Desplazamos la culpa del victimario a la
víctima.
29

Son ellos quienes tienen la iniciativa. Claro ejemplo es el caso del discurso del
Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, pronunciado el 12 de septiembre de 2006 en la
Universidad de Regensburg, Alemania. Allí el papa Ratzinger citó al emperador bizantino
Manuel Paleólogos, quien dijera: “Mostradme qué trajo Mahoma que fuera nuevo, y
encontraréis sólo cosas malvadas e inhumanas, como su orden de difundir su fe con la
espada”. Previsiblemente, sus palabras suscitaron la ira musulmana, con su catarata de
amenazas y desmanes, incluso algún homicidio.

Cuando a fines de noviembre de 2006, Benedicto XVI viajó a Turquía, contradijo


posturas previas (16) y abogo por el acceso de ese país a la Unión Europea. (17) No puede
sorprender. Después de su paso en falso en Regensburg, el Pontífice cobró conciencia de
que frente a cualquier declaración que se perciba como una afrenta, la Ciudad del
Vaticano puede ser devastada en un instante por terroristas islámicos. No puede
defenderse.

Antes de Hiroshima y Nagasaki, las calamidades que hubieran recaído sobre Meca,
Medina y otros santuarios islámicos en el caso de que musulmanes destruyesen la Santa
Sede, hubieran sido de proporciones bíblicas. Pero en estos tiempos, el mismo público
occidental repudiaría tal represalia. Se diría: “¡Pero no, qué horror! ¿Qué culpa tiene la
gran mayoría de musulmanes moderados por lo que ha pasado? ¿Qué responsabilidad
tienen los habitantes de esas ciudades frente a los actos de una minoría extremista?”

La asimetría que así se engendra otorga al enemigo una ventaja descomunal. Si


Occidente persiste en su moral laica superior, habrá perdido la batalla. Sólo puede
sobrevivir si aplica la receta del Pentateuco, que es la de su adversario.

Acápite 2
La concepción divina de los derechos cívicos

La Torá es taxativa en materia de derechos cívicos. Nada hay más lejano del
espíritu del Pentateuco que el concepto occidental de igualdad esencial de derechos entre
los hombres. Hay un pueblo elegido y con eso se ha dicho casi todo. Yahvé crea al hombre,
pero luego selecciona a sus elegidos a partir de la descendencia de Abrahán (no sus
hermanos, que quedan excluidos de la Alianza, con sus descendencias). Entre los hijos de
su puntero, el elegido es Isaac, precisamente el que Abrahán estuvo dispuesto a asesinar
como prueba de fidelidad. Los hermanos de Isaac también quedan afuera del pacto
privilegiado. Y entre los hijos de éste, Adonai selecciona a Jacob, cuyos hermanos también
son excluidos de la igualdad de derechos. El segmento de humanidad elegido por Yahvé
Dios para el goce de su protección (a cambio de una obediencia ciega muchas veces
criminal) se limita a los doce hijos de Jacob y sus descendencias. Son ellos quienes tienen
el privilegio de la alianza materialista que reseñaremos en otro acápite, cuya violación
reiterada conlleva ni más ni menos que el castigo de comer la carne de sus propios hijos.
30

La dimensión de la Torá relativa a la selección de un pueblo que es el aliado de Dios


por sobre los demás es conocida y no requiere más comentarios. Pero menos conocido es
el detallado principio de divina discriminación que Adonai establece frente a aquellos
miembros del pueblo elegido que padecen defectos corporales. No quedan excluidos de la
Alianza pero no pueden acercarse al altar de Yahvé Dios pues ello sería lesivo para Su
dignidad. Nos dice Levítico:

21:16 Yahvé habló a Moisés y dijo:


21:17 Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes en cualquiera de sus
generaciones, si tiene un defecto corporal, podrá acercarse a ofrecer el alimento de
su Dios;
21:18 pues ningún hombre que tenga defecto corporal ha de acercarse: ni ciego ni
cojo ni deforme ni monstruoso,
21:19 ni el que tenga roto el pie o la mano;
21:20 ni jorobado ni raquítico ni enfermo de los ojos, ni el que padezca sarna o tiña,
ni el eunuco.
21:21 Ningún descendiente de Aarón que tenga defecto corporal puede acercarse a
ofrecer los manjares que se abrasan en honor de Yahvé. Tiene defecto; no se
acercará a ofrecer los manjares que se abrasan en honor de Yahvé. Tiene defecto;
no se acercará a ofrecer el alimento de su Dios.
21:22 Sin embargo, podrá comer el alimento de su Dios, las cosas sacratísimas, y
las sagradas;
21:23 mas no entrará hasta el velo ni se acercará al altar, porque tiene defecto,
para no profanar mi santuario, pues yo soy Yahvé, el que los santifico.

La discriminación contra el deforme se agrava en el caso de que el defecto sea


sexual:

23:2 El que tenga los testículos mutilados o el pene cortado no será admitido en la
asamblea del Señor.

Por otra parte, como los pecados de los padres recaen sobre los hijos, en el
versículo siguiente nuestro Dios proclama que:

23:3 El bastardo no será admitido en la asamblea del Señor, ni siquiera en la


décima generación.

Pero no sólo tienen menos derechos los bastardos y tullidos. Adonai también
legisla en Deuteronomio que la pena para la novia que no es virgen es la muerte. En
cambio, el castigo se limita a poco más que una multa para el marido que la acuse
falsamente de no ser virgen:
31

22:13 Si un hombre se casa con una mujer y se une a ella, pero después le toma
aversión,
22:14 la acusa falsamente y la difama, diciendo: "Yo me casé con esta mujer, y
cuando me uní a ella comprobé que no era virgen",
22:15 entonces el padre y la madre de la joven tomarán las pruebas de su
virginidad, y las exhibirán ante los ancianos, en la puerta de la ciudad.
22:16 El padre de la joven dirá a los ancianos: "Yo entregué mi hija a este hombre
para que fuera su esposa, pero él le ha tomado aversión
22:17 y ahora la acusa falsamente, declarando que no encontró en ella las señales
de la virginidad. Aquí están las pruebas de que mi hija era realmente virgen". Y en
seguida extenderán la sábana nupcial ante los ancianos de la ciudad.
22:18 Entonces estos tomarán al hombre y lo castigarán
22:19 por haber difamado a una virgen israelita, condenándolo, además, a pagar
cien siclos de plata, que entregarán al padre de la joven. Ella seguirá siendo su
mujer, y el hombre no podrá repudiarla nunca más.
22:20 Pero si la acusación resulta verdadera y no aparecen las pruebas de la
virginidad de la joven,
22:21 la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la gente de esa ciudad la
matará a pedradas, por haber cometido una acción infame en Israel,
prostituyéndose en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de entre
ustedes.

También los hijos desobedientes son reos de muerte según el Código


Deuteronómico:

21:18 Si un hombre tiene un hijo indócil y rebelde, que desobedece a su padre y a su


madre, y no les hace caso cuando ellos lo reprenden,
21:19 su padre y su madre lo presentarán ante los ancianos del lugar, en la puerta
de la ciudad,
21:20 y dirán a los ancianos: "Este hijo nuestro es indócil y rebelde; no quiere
obedecernos, y es un libertino y un borracho".
21:21 Entonces todos los habitantes de su ciudad lo matarán a pedradas. Así harás
desaparecer el mal de entre ustedes, y todo Israel, cuando se entere, sentirá temor.

Idéntica es la suerte de quien desobedezca a los sacerdotes:

17:12 El que obre presuntuosamente, desoyendo al sacerdote que está allí para
servir a Yahvé, tu Dios, o al juez, ese hombre morirá. Así harás desaparecer el mal
de Israel.

Por otra parte, cualquier atisbo de disenso religioso obliga la sanción de la pena
capital. En verdad, así como los genocidios de Adonai lo perfilan como el maestro de
Hitler, este segmento de la Revelación sugiere que la Inquisición tuvo inspiración divina:
32

13:7 Si tu hermano —el hijo de tu padre o de tu madre— tu hijo o tu hija, la esposa


que duerme en tus brazos, o tu amigo más íntimo, trata de seducirte en secreto,
diciendo: "Vamos a servir a otros dioses", que ni tú ni tus padres conocieron
13:8 —los dioses de los pueblos próximos o lejanos que están a tu alrededor, de un
extremo al otro de la tierra—
13:9 no cedas a sus instigaciones ni le hagas caso. Sé implacable con él, no lo
perdones ni lo encubras.
13:10 Tendrás que hacerlo morir irremediablemente. Que tu mano sea la primera
en levantarse contra él para quitarle la vida, y que después todo el pueblo haga lo
mismo.
13:11 Deberás apedrearlo hasta que muera, porque intentó apartarte de Yahvé, tu
Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.
13:12 Todo Israel, cuando se entere, sentirá temor, y no volverá a cometerse esta
infamia entre ustedes.
13:13 Si de una de las ciudades que te dio Yahvé, tu Dios, para que vivas en ella, te
llega esta noticia:
13:14 Gente despreciable de tu misma raza ha logrado seducir a los habitantes de
su ciudad, diciendo: "Vamos a servir a otros dioses" —que tú no conociste—
13:15 investiga el caso, examínalo e infórmate debidamente. Y si es verdad que la
cosa es así, que se ha cometido semejante abominación,
13:16 pasa sin compasión al filo de la espada a los habitantes de la ciudad, y
conságrala al exterminio total con todo lo que hay en ella, incluido su ganado.
13:17 Reúne luego todos sus despojos en medio de la plaza, e incendia la ciudad
con todos esos despojos, como un holocausto para Yahvé, tu Dios. Ella se convertirá
para siempre en un montón de ruinas y nunca más será reconstruida. 13:18 Y no
retengas nada de lo que debe ser consagrado al exterminio. Así Yahvé aplacará el
ardor de su ira, se apiadará y tendrá misericordia de ti.

Finalmente, para abreviar este catálogo, registremos la pena que en Levítico se


impone a los homosexuales:

20:13 Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han
cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos.

Como se lee, el personaje conocido como Adonai por los judíos y Dios Padre por los
católicos tenía ideas muy claras acerca de cómo reprimir todo ejercicio de libertad, a la
vez que promulgó una detallada legislación que establece que es un grave delito no
discriminar contra tullidos, bastardos, mujeres, herejes, profesantes de otros cultos y
homosexuales.

En este plano como en muchos otros, la Iglesia Católica parece haber sido la mejor
discípula de Yahvé, su Dios Padre. Hasta 1983, su Canon 968 dictaminaba que no se
33

ordenarían sacerdotes con defectos físicos ni a aquellos nacidos fuera del matrimonio. El
listado de deficiencias incluía mutilación, ceguera, sordera, mudez y cojera que requiriese
el uso de bastón. También excluía del sacerdocio a los epilépticos y castrados, y a quienes
tuvieran pegados los tres dedos externos o dispusieran de un sexto dígito en la mano.

Aunque en la segunda mitad del siglo XX era posible conseguir dispensas para
algunos de estos impedimentos, este canon fue modificado recién durante el pontificado
de Juan Pablo II, gracias al influjo humanitario de la moral cívica extra-bíblica del
Occidente secular. No fue el advenimiento de la “nueva alianza”, supuesto beneficio de la
llegada del Mesías en la persona de Jesús de Nazaret, lo que humanizó a la Iglesia. Todo lo
contrario. El cristianismo sumó su Nuevo Testamento al Antiguo, recopilando un libro
sagrado más voluminoso sobre el que prestan juramento testigos, reyes y presidentes.
Casi todos los colegios del mundo occidental, incluso los laicos, difunden su contenido
entre los niños cristianos. El nuevo Libro no invalida al viejo. Lo complementa. Y a casi
nadie le choca que una parte de su contenido viole flagrantemente las leyes occidentales
actuales contra la discriminación racial.

Por cierto, la Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de


Discriminación Racial, de 1965, condena “toda la propaganda y organizaciones que
intenten justificar o promover el odio racial y la discriminación en cualquier sentido”. En
su Artículo 4 (a) obliga a declarar “una ofensa punible por la ley toda (...) incitación a la
discriminación racial, así como todos los actos de violencia o incitación a tales actos contra
cualquier raza o grupo de personas”. Su artículo 4 (b) afirma que los firmantes “declararán
ilegales y prohibirán las organizaciones (...) y todas las actividades de propaganda, que
promuevan o inciten a la discriminación racial (...)”.

Mientras tanto, nuestros niños veneran la palabra sacratísima del Nuevo


Testamento, cuyo Evangelio Según San Juan nos dice:

8:38 (Vosotros los judíos) sois de vuestro padre el diablo


8:39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abrahán. Jesús les dijo: Si fueseis
hijos de Abrahán, las obras de Abrahán haríais.
8:40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la
cual he oído de Dios; no hizo esto Abrahán.
8:41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no
somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
8:42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais;
porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que
él me envió.
8:43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo (...).
34

¿Qué debemos hacer? ¿Abrogar el tratado y leyes similares, o suprimir este texto?
¿O hacer de cuentas que no pasa nada?

Semejante Libro debe ser purgado. Frente a semejante afrenta a la humanidad, el


autor de estas líneas no puede posar de indiferente.

Acápite 3
Occidente frente al mandato bíblico
antes del advenimiento pleno de la Modernidad

Antes de que transformara a la sociedad, la Modernidad fue una moda filosófica.


Hasta mucho después de su advenimiento, la Civilización Occidental fue fiel a los
mandatos bíblicos. La Ilustración no los extirpó de cuajo porque su prédica tardó en
plasmarse en la legislación y las prácticas.

Por otra parte, a fin de cumplir con eficiencia el mandato presuntamente divino,
hasta bien avanzado el siglo XIX la tortura fue una herramienta legal en los mismos países
occidentales que luego la abolieron y quisieron prohibirla en el resto del mundo.

No abundaremos en el tratamiento de un tema trillado para los eruditos y también


para los visitantes de museos de la tortura instalados en diversas latitudes. Pero como el
lector no suele armar sus propios rompecabezas con datos que están a su alcance,
recordemos que hasta el siglo XIX, en países como Inglaterra, Francia, España, Italia y
Alemania se usaron tecnologías moralizantes como:

- El desgarrador de senos;
- El aplasta-cabezas;
- La rueda para despedazar;
- La sencilla sierra, que serruchaba a un reo comenzando por sus genitales mientras
pendía en el aire atado cabeza abajo con las piernas abiertas;
- Las pinzas incandescentes, frecuentemente ornadas, diseñadas para arrancar el
pene, los testículos y otras protuberancias del cuerpo;
- Las jaulas colgantes que adornaban las torres de catedrales, donde la carne de reos
aún con vida era devorada por aves de rapiña, y
- La pera anal, bucal y vaginal, cuya fálica cabeza permitía expandir una artística
fruta en las concavidades del cuerpo.

Para facilitar la congregación de multitudes, las ejecuciones a menudo se


realizaban en el centro de las ciudades. Una de las varias metodologías consistía en que el
verdugo despedazara al reo, atado a una rueda, mientras un sacerdote lo bendecía y un
artista registraba el hecho para escarmentar. “En la rueda para despedazar, la víctima,
desnuda, era estirada boca arriba con los miembros extendidos al máximo y atados a
35

estacas. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera
atravesados. El verdugo machacaba hueso tras hueso y articulación tras articulación, pero
evitando matar al reo. Según un cronista del siglo XVI, la víctima se transformaba en una
especie de gran títere aullante retorciéndose, como un pulpo gigante de cuatro
tentáculos, entre arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa mezclada con
astillas de huesos rotos. Después se le desataba e introducía entre los radios de la rueda,
que se alzaba en el extremo de un poste. Luego los cuervos arrancarían tiras de carne y
vaciarían los ojos hasta que llegaba la muerte, tan ansiada.” (18)

Estos métodos eran necesarios para extraer las confesiones que permitían cumplir
con el duro mandato deuteronómico al que Occidente fue fiel hasta muy recientemente.
Pero la batería de inventos no terminaba aquí. Como la virtud privada era un bien público,
también se recurrió a ingeniosos y aleccionadores instrumentos que no conducían a la
muerte ni a atroces padecimientos, sino que sólo se proponían humillar al reo. Entre ellos
recordemos:

- El collar para renitentes a misa, de ocho kilos, que en su vida cotidiana debían
cargar quienes descuidaban las obligaciones que exige la Iglesia;
- El collar para vagos, de un peso similar, constituido por dados y naipes gigantes,
simbólicos de vicios que se buscaba desalentar;
- La flauta del alborotador, destinada a plebeyos que llamaban la atención con
manifestaciones ruidosas o con opiniones raras como las del presente autor:
amordazaba al infame, que era obligado a portar en público una falsa y pesada
trompeta que se proyectaba por delante de su boca, y
- El tonel para borrachos, una suerte de vestido de madera en forma de cono
truncado, que cubría al reo desde sus hombros hasta sus rodillas, con el que el reo
debía desplazarse en su vida cotidiana.

Así se disciplinó a los populachos de Occidente. En Inglaterra, una de las principales


fuentes de la Ilustración y de nuestros derechos cívicos actuales, existe todavía una
institución donde hasta mediados del siglo XVIII se evisceraba públicamente a los
criminales: el Surgeon’s Hall. William Hogarth, el primero de los artistas ingleses que
lograra ubicarse cerca de la vanguardia de la pintura europea, inmortalizó ese lugar en un
grabado de 1751, donde un juez con decorosa peluca preside la ceremonia en que el reo
es disecado mientras un perro come de sus entrañas. Aprobatoriamente, en la parte
inferior de la lámina el artista agregó los siguientes versos de su propio cuño:

“Contemplad la extrema infamia del reo


que ni la misma muerte puede aplacar.
No encuentra tumba apacible
y no tiene amigos su cadáver sin aliento.
Arrancada de raíz aquella malvada lengua
que diariamente blasfemaba e insultaba.
36

¡Esos ojos que brillaban con lascivia impía


de sus cuencas extirpados con justicia pía!
Su corazón expuesto a ojos fisgones
a la piedad no tiene derecho.
Pero ¡horror!, de sus mismos huesos se levantará
su monumento a la vergüenza. (19)

Téngase en cuenta que esto fue muy posterior a John Locke (1632-1704), cuya
filosofía aún no se había traducido en las leyes que terminaron superando o violentando,
según se mire, el código bíblico supuestamente legado por Dios.

Gracias quizás a este disciplinamiento, durante algunas décadas las poblaciones de


Europa se civilizaron tanto que no sólo se abolió la tortura sino que en Inglaterra la policía
pudo darse el lujo de cumplir su misión desarmada. Pero con el tiempo, ya perdido el
miedo, el barniz se ha venido desgastando. Ya en el siglo XXI, muchedumbres de parisinos
enardecidos incendian miles de automóviles en una noche. Saben que no habrá castigo.
De profundizarse esta tendencia y no mediar un Apocalipsis, es inevitable que tarde o
temprano ingresemos una nueva etapa de disciplinamiento, de la mano de nuestra
civilización o de la que la suplante.

Por otra parte, la posible derrota de nuestra civilización por una subcultura
extremista que no duda en apelar a la tortura si un mandato coránico lo exige, plantea
una difícil disyuntiva. ¿Mantendrá Occidente su moral cívica extra-bíblica, que prohíbe
estos usos? ¿O ha de regresar a las prácticas de antaño, que condonan todo método si
sirve para cumplir con los dictados de Yahvé?

Sin pretender dar respuesta a la pregunta, parece claro que el respeto de los
derechos humanos de terroristas islamistas cuya filosofía se opone por principio a tales
derechos, conduce al desarme material y moral de la civilización que desarrolló y
entronizó esta normativa. Esta paradójica y gruesa asimetría, que conduce a la derrota,
desaparecería instantáneamente si Occidente regresara a sus raíces bíblicas, hacia
adentro y hacia afuera.

Pero también existe una opción intermedia: la de mantener vigente la concepción


occidental de la moral cívica al interior de nuestra civilización, aplicando un estándar
diferente sólo en la lucha contra enemigos externos cuya conducta no está inspirada en el
código de los derechos humanos universales. Esta es la postura del conocido diplomático y
autor británico Robert Cooper, (20) que aconseja que Occidente adopte un doble conjunto
de reglas, unas frente a quienes compartan su normativa humanitaria y otras frente a
quienes guerreen con otros códigos.

En lo que tiene que ver específicamente con la tortura, pueden ser de interés las
propuestas de Alan Dershowitz, uno de los abogados liberales más célebres de los Estados
37

Unidos. Éste considera que la única manera de defender las libertades cívicas en tiempos
de conflicto global es a través de “previsiones crepusculares” vinculadas a leyes de
emergencia que limiten dichas libertades. Dershowitz razona que, guste o no, en todas
partes se acude a la tortura, y que reglamentarla contribuiría a evitar su uso discrecional,
especialmente en las circunstancias actuales. Entre estas previsiones se incluye la
reglamentación de la tortura, que en circunstancias de gran peligro podría ser ordenada
legalmente por un juez. (21)

Tanto la opción extrema de regresar a las raíces bíblicas, como la intermedia, de


adoptar dos estándares, uno hacia adentro y otro hacia afuera, aseguraría la victoria de
Occidente frente a fuerzas incomparablemente más primitivas cuya ventaja radica en que
están libres del corsé de nuestra moralidad laica, a la vez que son fieles incondicionales de
los sanguinarios dictados yihadistas de sus propias Escrituras. A la ventaja la damos
nosotros, al desoír los feroces mandatos de Yahvé Dios.

Acápite 4
Una Alianza materialista

En consonancia con hallazgos anteriores, nuestra exégesis independiente


comprueba que la Alianza que Adonai ofrece e impone a su pueblo es estrictamente
materialista. Los castigos son materiales y no van más allá de la muerte física. Las
recompensas también lo son, estrictamente de este mundo. Esta dimensión del pacto
entre Adonai e Israel queda elocuentemente registrado en Levítico. Respecto de las
recompensas, la Deidad nos dice:

26:3 Si camináis según mis preceptos y guardáis mis mandamientos, poniéndolos


en práctica,
26:4 os enviaré las lluvias a su tiempo, para que la tierra dé sus frutos y el árbol del
campo su fruto.
26:5 El tiempo de trilla alcanzará hasta la vendimia, y la vendimia hasta la
siembra; comeréis vuestro pan hasta saciaros y habitaréis seguros en vuestra
tierra.
26:6 Yo daré paz a la tierra y dormiréis sin que nadie os turbe; haré desaparecer
del país las bestias feroces, y la espada no pasará por vuestra tierra.
26:7 Perseguiréis a vuestros enemigos; que caerán ante vosotros a filo de espada.
26:8 Cinco de vosotros perseguiréis a cien, y cien de vosotros perseguiréis a 10.000;
vuestros enemigos ante vosotros caerán a filo de espada.
26:9 Yo me volveré hacia vosotros. Yo os haré fecundos, os multiplicaré y
mantendré mi alianza con vosotros.
26:10 Comeréis de cosecha añeja y llegaréis a echar la añeja para dar cabida a la
nueva.
26:11 Estableceré mi morada en medio de vosotros y no os rechazaré.
38

26:12 Me pasearé en medio de vosotros, y seré para vosotros Dios, y vosotros


seréis para mí un pueblo.
26:13 Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto, para que no
fueseis sus esclavos; rompí las coyundas de vuestro yugo y os hice andar con la
cabeza erguida.

Las interpretaciones metafóricas de estos versículos con que nos adoctrina la


autoridad religiosa judeocristiana (por ejemplo, que la morada que Adonai promete
establecer entre sus fieles es un símbolo de cómo Dios puede anidar en nuestros
corazones) parecen una falsificación cuando se atiende a la totalidad gestáltica de la
palabra del Señor. La morada es física. Los premios prometidos a cambio del “buen”
comportamiento son tan materiales como los genocidios perpetrados contra enemigos
diversos.

Y respecto del castigo a su propio pueblo si desobedece, Yahvé es igualmente


materialista, en un mundo donde no se vislumbra el ámbito de lo espiritual ni la mentada
vida eterna del cristianismo. En los versículos siguientes, también de Levítico, amenaza:

26:14 Pero si no me escucháis y no cumplís todos estos mandamientos;


26:15 si despreciáis mis preceptos y rechazáis mis normas, no haciendo caso de
todos mis mandamientos y rompiendo mi alianza,
26:16 también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la
tisis y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman el alma. Sembraréis en vano
vuestra semilla, pues se la comerán vuestros enemigos.
26:17 Me volveré contra vosotros y seréis derrotados ante vuestros enemigos; os
tiranizarán los que os aborrecen y huiréis sin que nadie os persiga.

Las amenazas proferidas por Yahvé demuestran su inmoralidad. En los versículos


subsiguientes de Levítico lanza una escalada frenética, juramentándose a multiplicar las
penas emergentes de cualquier infracción con una especie de fórmula matemática:
Castigo = f (7n), es decir que el castigo es una función de siete elevado a la potencia de ‘n’,
siendo éste el número de desacatos sucesivos en una secuencia temporal. Cada nueva
desobediencia multiplica por siete el castigo anterior. No obstante, si a pesar de
semejantes penurias subsistiera la rebeldía, Adonai dejará de aspirar los tufos sedantes
con que sacia su bestial ira y... ¡los pecadores se comerán la carne de sus hijos! Así lo
augura Su Santa Palabra:

26:27 Si con esto no me obedecéis y seguís enfrentándoos conmigo,


26:28 yo me enfrentaré a vosotros con ira, y os castigaré yo mismo siete veces más
por vuestros pecados.
26:29 Comeréis la carne de vuestros hijos y la carne de vuestras hijas comeréis.
26:30 Destruiré vuestros altos, abatiré vuestros altares de incienso, amontonaré
39

vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos, y yo mismo os


aborreceré.
26:31 Reduciré vuestras ciudades a ruina y devastaré vuestros santuarios, no
aspiraré ya más vuestros calmantes aromas.
26:32 Yo asolaré la tierra, y de ello quedarán atónitos vuestros mismos enemigos
al venir a ocuparla.
26:33 A vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré la espada en pos
de vosotros. Vuestra tierra será un yermo y vuestras ciudades una ruina.

Este parece ser el máximo castigo con que puede amenazar Adonai: en ningún
momento sugiere premios o penitencias de orden espiritual o metafísico. No invoca al
Infierno porque o bien ya estamos en sumergidos en él, o el Dios del Pentateuco no tiene
potestad sobre ese reino. Tampoco ofrece recompensas de vida eterna, cosa que él
mismo reconoce no desear para el hombre: por eso impide que Adán alcance el Árbol de
la Vida. Ambos árboles atestiguan que hay un ámbito más allá del terrenal sobre el que
Yahvé no señorea.

No obstante, en términos estrictamente terrenales su Alianza es sumamente


valiosa. El mandato divino es muy sencillo: disciplina hacia adentro, ferocidad hacia
afuera. El Decálogo, los populares Diez Mandamientos, pertenecen a la esfera de la
disciplina interna. “No matarás” a tu prójimo, o sea a tu “próximo”, tu vecino, un miembro
de tu pueblo... ¡siempre que no haya cometido alguna de las numerosas ofensas capitales,
en cuyo caso hay que lapidarlo sin piedad! Pero al enemigo, Dios ordena aniquilarlo. Y
esta fue la fórmula del éxito occidental, por lo menos desde tiempos romanos. Cuando
Roma cayó, Europa se sumió en un Medioevo que fue sinónimo de riguroso
redisciplinamiento de la población. Después, con la expansión a ultramar comenzada en
1492, la dimensión externa del mandato divino volvió a cobrar importancia y una vez más
la disciplina hacia adentro y la ferocidad hacia afuera fue el secreto de su éxito. Como dije
en otra parte, desde Hernán Cortés hasta los bombardeos nucleares de Hiroshima y
Nagasaki, jamás dudamos. Cumplimos con el mandato de Yahvé y vencimos.

Pero después de 1945 una nueva y blanda moralidad, opuesta a los designios de
Yahvé, empezó a sembrar dudas y remordimientos. Y desde entonces Occidente comenzó
su retroceso, al principio apenas incipiente. Pero ahora, con el embate de un radicalismo
islámico que es fiel a las exigencias de sus Escrituras, la decadencia de un Occidente que
se resiste a matar aunque esté en peligro resulta cada vez más patente. Mientras tanto su
enemigo avanza, fiel a su Dios, con sus fatwas y suicidios masivamente asesinos, aspirando
a alcanzar el dominio del arma atómica suprema con que vencerá porque no hesitará en
usarla.
40

Acápite 5
Un dios que exige ser saciado con tufos sedantes

Que nuestro Dios se presenta como antropomorfo está claro. En el acápite anterior
casi pudimos oírlo departiendo con Moisés. Huele, camina, se esconde, conversa, sus
pasos se escuchan. Esta es la menos controversial de las cuestiones tratadas en esta
exégesis. Cualquier niño occidental de edad escolar cree saber que Dios creó al hombre a
su imagen y semejanza, lo que implica que el hombre debe suponerse deiforme o su Dios,
antropomorfo.

Adonai no solo habla permanentemente en primera persona, sino que en cada uno
de sus actos se presenta como un ser corpóreo. Por ejemplo, en el Génesis se lee:

3:8 Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín a
la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios
por entre los árboles del jardín.
3:9 Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?"
3:10 Éste contestó: "Te oí andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy
desnudo; por eso me he escondido."

No obstante, entre gentes ilustradas existe una tendencia a considerar a Dios como
un ente abstracto e impersonal. Es probable que tengan razón, pero esa Deidad no es
Yahvé. El Dios que esa gente y yo mismo tenemos en mente no es el de la Revelación
judeocristiana sino una intuición o inferencia privada, compartida por exegetas oficiales
cuya interpretación parte de esta premisa extra-bíblica que no reconocen como tal.

Adonai es antropomorfo en su manera de relacionarse con sus súbditos, en las


funciones que desempeña y en los sentimientos y pasiones que manifiesta. Pasemos
revista a las funciones. En el texto sagrado nuestro Dios se presenta muchas veces como
un estadista y no hay que descartar la hipótesis de que, más que auténtica Divinidad, haya
sido un gobernante de tiempos remotos con acceso a tecnología muy avanzada. Por
cierto, el libro de Números comienza describiéndolo como un burócrata que ordena un
censo de su pueblo elegido, a la vez que es un comandante en jefe que prepara el
alistamiento de sus tropas. (22)

En otros pasajes importantes Yahvé se presenta como un recaudador. (23) Los


detalles contables de la construcción de Su templo son objeto de gran atención. (24) Por
otra parte, los bienes entregados en Su honor son, en última instancia, para los
sacerdotes. (25) Además, como ya sugerimos y se verá con mayor detalle en otro acápite,
Adonai es también un eximio tecnólogo que se adelanta a muchos de los milagros de la
ciencia moderna, a la vez que transfiere a su pueblo conocimientos útiles para la
producción y la guerra. Finalmente, como vimos en los Acápites 1 y 2, nuestro Dios legisla
incansablemente: téngase por caso el Decálogo y el Código Deuteronómico.
41

Pero lo verdaderamente relevante es que el carácter antropomorfo de Yahvé se


manifiesta también en sus sentimientos y pasiones. Comparte con el género humano las
más bajas de éstas. Es por ello que no parece serio interpretar los pasajes en que Él se
pasea entre sus súbditos como recursos literarios y didácticos. Cuando su pueblo se rebela
contra Él, Adonai se regodea en la venganza, tal como se documenta en Deuteronomio:

28:63 Y sucederá que lo mismo que Yahvé se complacía en haceros el bien y en


multiplicaros, así se gozará en perderos y destruiros.

Por cierto, Yahvé se presenta como una persona de pasiones violentas, al punto de
que es necesario “calmarlo” con sacrificios de animales adecuadamente presentados. Por
ejemplo, después de haber perpetrado el primer genocidio de la historia humana, el
diluvio universal, que fuera descerrajado intencionalmente por el mismo Adonai y que
aniquilara a la humanidad entera excepto a Noé y su familia, el atribulado sobreviviente
debió “calmar” a su Dios quemando animales “puros”. En Génesis 8:2 se lee:

8:20 Noé construyó un altar a Yahvé, y tomando de todos las animales puros y de
todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar.
8:21 Al aspirar Yahvé el calmante aroma, dijo en su corazón: “Nunca más volveré
a maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano
son malas desde su niñez, ni volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho.”

Similar es la descripción en numerosos pasajes de la Torá. En Levítico 1, por


ejemplo, Adonai se encarga personalmente de dar instrucciones sobre la manera de
saciarlo. En este caso, el antropomorfo Dios Padre de la teología cristiana tiene incluso
una residencia física, la Tienda del Encuentro. Nos dice la Sagrada Escritura (Levítico):

1:1 Yahvé llamó a Moisés y le habló así desde la Tienda del Encuentro:
1:2 Habla a los israelitas y diles: Cuando alguno de vosotros presente a Yahvé una
ofrenda, podréis hacer vuestras ofrendas de ganado, mayor o menor.
1:3 Si su ofrenda es un holocausto de ganado mayor ofrecerá un macho sin
defecto; lo ofrecerá a la entrada de la Tienda del Encuentro, para que sea grato
ante Yahvé.
1:4 Impondrá su mano sobre la cabeza de la víctima y le será aceptada para que le
sirva de expiación.
1:5 Inmolará el novillo ante Yahvé; los hijos de Aarón, los sacerdotes, ofrecerán la
sangre y la derramarán alrededor del altar situado a la entrada de la Tienda del
Encuentro.
1:6 Desollará después la víctima y la descuartizará;
1:7 los hijos de Aarón, los sacerdotes, pondrán fuego sobre el altar y colocarán
leña sobre el fuego;
42

1:8 luego, los hijos de Aarón, los sacerdotes, dispondrán las porciones, la cabeza y
el sebo, encima de la leña colocada sobre el fuego del altar.
1:9 Él lavará con agua las entrañas y las patas y el sacerdote lo quemará todo en el
altar. Es un holocausto, un manjar abrasado de calmante aroma para Yahvé.

A lo largo de toda la Torá estos sacrificios, llamados holocaustos, se realizan con el


objeto de generar un humo de olor agradable que complace a Yahvé. Los vocablos
“calmante aroma” se repiten convencionalmente siempre que el texto sagrado se refiere
al sacrificio de animales.

En este punto puede suscitarse confusión o polémica a raíz de algunas interesantes


diferencias de traducción en diversas ediciones del Pentateuco. Las versiones judías de la
Biblia generalmente traducen los vocablos relativos al aroma, reiterados a lo largo de los
cinco libros de la Torá, como “olor agradable”. (26) En cambio, la Biblia de Jerusalén
traduce los mismos vocablos como “calmante aroma”. En la página 23 de dicha edición el
anotador aclara que la suya es la traducción literal del texto masorético en hebreo,
agregando que “este antropomorfismo pasará al lenguaje técnico del ritual”. (27)

Nuestro cotejo de versiones sugiere que entre estas dos, la de la Biblia de


Jerusalén es la que más se ajusta al texto hebreo (que es el que se usa en sinagogas y
hogares desde hace un milenio). Por cierto, en una traducción al castellano de cuño
propio, el Rabino Marcos Edery aclara que en el caso de estos vocablos él optó por
apartarse del texto hebreo y prefirió la traducción al arameo de Onkelos. (28) En otras
palabras, Edery optó por traducir una traducción. La discrepancia registrada entre “grato
olor” y “calmante aroma” proviene de esta manipulación. Convierte a Yahvé en un ser un
poco menos bestial que el que se presenta en el texto masorético. (29) En efecto, donde
la Biblia de Jerusalén dice descarnadamente “calmante aroma para Yahvé”, la traducción
de Edery dice “aroma grato ante Adonai”, una construcción mucho más amable pero más
alejada del texto en hebreo, que se supone el original. Pero con total rigor y honestidad el
rabino registra el origen de la confusión, reconociendo en forma explícita que en este caso
se alejó del texto hebreo de donde procede casi todo el resto de su traducción. (30)

Estas conclusiones se ratifican cuando acudimos a la versión del Rabino Yagupsky,


cuya traducción al castellano del texto masorético en hebreo dice, en Génesis 8:21: “Al
aspirar El Eterno el tufo sedante, se dijo a si mismo: ‘Nunca más volveré a ocasionar
estragos en el mundo por causa del hombre (...)’”. (31)

El cotejo con Yagupsky resuelve todo remanente de duda: “tufo sedante” o


“calmante aroma”, más aptas para las fieras de la selva que para los hombres más
primitivos, parecen ser traducciones más precisas de los vocablos hebreos que “olor
agradable”. Por lo tanto, en este plano el perfil de Dios presentado a través de su Palabra
Revelada es no sólo antropomorfo sino también bestial, lindante en zoomorfo.
43

Pero en otro plano Yahvé se aleja de las bestias y se acerca a una de las mejores
cualidades de la humanidad: la capacidad de arrepentimiento. Está claro en los versículos
recién citados que Adonai se equivoca y arrepiente. Después de cometer genocidio,
encendido de furia por pecados del hombre que difícilmente fueran tan graves como el de
arrasar con toda la vida terrestre excepto la que sobrevivió en el Arca, Yahvé se seda con
los tufos del sacrificio ofrecido por Noé y nos dice arrepentido en Génesis 8:21: “Nunca
más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón
humano son malas desde su niñez, ni volveré a herir a todo ser viviente como lo he
hecho.”

Nuestro Dios resulta así tan conmovedoramente falible que tiene la posibilidad de
arrepentirse de su asesino arrebato pasional. (32) No obstante, se indigna cuando infiere
que “las trazas del corazón humano son malas desde su niñez.”

¿No es acaso claro que este dios no es un Dios? Pero puede ser nuestro mejor
amigo o hermano mayor. Cuando seguimos sus consejos ganamos las guerras. Cuando
obedecemos criterios morales superiores a los de nuestra deidad antropomorfa, las
perdemos.

Acápite 6
Superpoderoso pero no omnipotente: los límites del poder de Yahvé

La Revelación revela que Adonai no es todopoderoso. No pudo impedir que el


hombre conociera sobre el Bien y el Mal una vez que hubo comido el fruto del recordado
Árbol. Y para impedir que comiera del otro Árbol, el de la vida, Yahvé debió expulsar al
hombre del Edén, porque si llegaba a comer de su fruto hubiera sido inmortal a pesar de
los designios de esta Divinidad. El libro del Génesis lo registra para toda la eternidad:

3:22 Y dijo Yahvé Dios: "¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su
mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre."
3:23 Y lo echó Yahvé Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde
había sido tomado.
3:24 Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines,
y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.

No obstante, la Revelación también revela que Adonai está investido de


superpoderes. No es capaz de hacer cualquier cosa ni de impedir todo lo que no le
convenga. Pero pudo partir las aguas del Mar Rojo para que su pueblo elegido transitara.
Luego las cerró, aniquilando así a los persecutores de los israelitas, tal como se cuenta en
Éxodo:
44

14:21 Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la
noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas.
14:22 Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas
formaban muralla a derecha e izquierda.
14:23 Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del
mar, todos los caballos de Faraón, y los carros con sus guerreros.
14:24 Llegada la vigilia matutina, miró Yahvé desde la columna de fuego y humo
hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio.
14:25 Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran
dificultad. Y exclamaron los egipcios: "Huyamos ante Israel, porque Yahvé pelea por
ellos contra los egipcios".
14:26 Yahvé dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán
sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los carros."
14:27 Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el mar a su
lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a las aguas. Así
precipitó Yahvé a los egipcios en medio del mar,
14:28 pues al retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el
ejército de Faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno
siquiera.
14:29 Mas los israelitas pasaron a pie enjuto por en medio del mar, mientras las
aguas hacían muralla a derecha e izquierda.

La Revelación nos muestra, pues, cuán grande es el poder de Adonai, y también


cuáles son sus límites. Domina el ámbito de lo físico como ni siquiera nuestra civilización
tecnológica puede hacerlo todavía. Pero si el hombre come del árbol de la vida, será
inmortal aunque Yahvé no lo quiera. Adonai no domina el mundo del espíritu. En realidad,
nada de lo que concierne a Yahvé ni al Pentateuco es espiritual, excepto los pasajes
iniciales del libro del Génesis que documentan el hecho de que Adonai no señorea sobre
ese ámbito metafísico. Eso es lo que la palabra de Dios nos revela, no otra cosa. Y como
veremos en un acápite venidero, esa fue la interpretación de muchos gnósticos judíos,
cristianos y judeocristianos, condenados como herejes por la antigua autoridad sacerdotal
judía y masacrados hasta el exterminio por las represiones reiteradas de la Iglesia católica,
desde el Concilio de Nicea del año 325 hasta la infame Cruzada contra los Albigenses de
1209-1229. Siempre que pudo la autoridad religiosa se portó como Adonai ordena:
genocidamente.

En el mundo material Adonai pudo realizar hazañas portentosas en beneficio de


sus fieles. Sus maravillas asombraban a aquellas gentes primitivas. Y pudo transferirles
tecnología para que tuvieran mayor capacidad para defenderse y para presentarle valiosas
ofrendas. Bien se nos informa en Éxodo:

35:30 Moisés dijo entonces a los israelitas: "Mirad, Yahvé ha designado a Besalel,
hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá,
45

35:31 y le ha llenado del espíritu de Dios, confiriéndole habilidad, pericia y


experiencia en toda clase de trabajos,
35:32 para concebir y realizar proyectos en oro, plata y bronce,
35:33 para labrar piedras de engaste, tallar la madera y ejecutar cualquier otra
labor de artesanía;
35:34 a él y Oholiab, hijo de Ajisamak de la tribu de Dan, les ha puesto en el
corazón el don de enseñar.
35:35 Les ha llenado de habilidad para toda clase de labores en talla y bordado, en
recamado de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino, y en labores de
tejidos. Son capaces de ejecutar toda clase de trabajos y de idear proyectos."

Por otra parte, la tecnología a veces es imprescindible para sobrevivir. En estas


circunstancias también, Yahvé, que parece provenir de una civilización tecnológicamente
superior, presta momentáneamente su potencia para que su rebaño pueda salir del paso.
A lo largo del Pentateuco se suceden episodios análogos al que sigue, que proviene de
Números:

20:2 Como la comunidad no tenía agua, se produjo un amotinamiento contra


Moisés y Aarón.
(...)
20:6 Moisés y Aarón, apartándose de la asamblea, fueron a la entrada de la Carpa
del Encuentro y cayeron con el rostro en tierra. Entonces se les apareció la gloria de
Yahvé,
20:7 y Yahvé dijo a Moisés:
20:8 "Toma el bastón y convoca a la comunidad, tú con tu hermano Aarón. Hablad
luego a la peña en presencia de ellos, y ella dará sus aguas. Así harás brotar para
ellos agua de la roca y darás de beber a la comunidad y a su ganado".
20:9 Moisés tomó el bastón que estaba delante del Señor, como él se lo había
mandado.
20:10 Luego Moisés y Aarón reunieron a la asamblea frente a la roca, y Moisés les
dijo: "¡Escuchadme, rebeldes! ¿Podemos hacer que brote agua de esta roca para
vosotros?"
20:11 Y alzando su mano, golpeó la roca dos veces con el bastón. El agua brotó
abundantemente, y bebieron la comunidad y el ganado.

Resumiendo, la Revelación nos dice claramente aunque entre líneas que los
poderes de Adonai están limitados al ámbito de lo material y que Él nada puede en el
espiritual. La civilización tecnológica alcanzada por Occidente en siglos recientes parece
demostrar que esa Alianza no ha perdido vigencia. La radio, la televisión, la bomba
atómica, la conquista del espacio exterior, la computación, Internet, la penicilina, la cirugía
cardiovascular, el Viagra: todos estos milagros pertenecen al reino sobre el que señorea
Yahvé y a ese ámbito se limitan su Alianza, promesas, amenazas, premios y castigos.
46

A la vez, la continuada vigencia de la Alianza parece comprobada también por el


éxito de una Iglesia que ha masacrado a todos aquellos que supieron interpretar lo que
verdaderamente dicen las Escrituras, que crípticamente desnudan a Yahvé en toda su
salvaje y amoral crueldad.

Los gnósticos y cátaros, principales víctimas de este celo eclesial, llegaron más lejos
que nosotros en su decodificación del texto revelado. Adivinaron que por encima de esta
Deidad maligna existe un ámbito espiritual superior. A ese reino pertenecería el Árbol del
Conocimiento del Bien y del Mal, al que tuvimos acceso a pesar de Adonai, y también el
Árbol de la Vida, al que éste nos negó acceso, sabiendo que si desobedecíamos una vez
más comiendo del mismo, alcanzaríamos un ámbito espiritual y eterno donde Él no
señorea.

Acápite 7
El Bien, el Mal, el ámbito de lo espiritual y la serpiente

La palabra divina respecto del Edén, con sus dos árboles, es fundamental para
cualquier exégesis independiente de la Torá. Una de las primeras enseñanzas del Génesis
es que Dios no quiso que supiéramos qué es el bien y qué es el mal:

2:15 Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo
labrase y cuidase.
2:16 Y Dios impuso al hombre este mandamiento: "De cualquier árbol del jardín
puedes comer,
2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que c
omas de él, morirás sin remedio".

Según la Biblia judeocristiana, esta fue la primera vez en la historia registrada en


que Dios le habló al hombre. Y mintió. (33) O en todo caso profirió una falsedad. Adonai
anunció una muerte irremediable que no se concretó. La serpiente, por su parte, sabía
que era un bluff y fue veraz:

3:2 Respondió la mujer a la serpiente: "Podemos comer del fruto de los árboles del
jardín.
3:3 Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No coman
de él, ni lo toquen, so pena de muerte."
3:4 Replicó la serpiente a la mujer: "De ninguna manera morirán.
3:5 Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos
y serán como dioses, conocedores del bien y del mal."

Tal como lo anunciara el áspid, Dios fanfarroneaba y el hombre no murió, pero no


obstante fue expulsado del Paraíso:
47

3:22 Y dijo Yahvé Dios: "¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su
mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre."

Obsérvese que fue gracias a la serpiente que el hombre se acercó a los dioses, y
por ello Yahvé, expresándose con sarcasmo, se aseguró que éste no tuviera acceso a un
árbol cuyo fruto permitiría alcanzar cierta inmortalidad, no se sabe de qué tipo.

Por cierto, el Génesis nos dice entre líneas que la serpiente es buena, aunque a
esto haya que deducirlo, como lo hicieron muchos gnósticos hasta que fueron aniquilados.
La vilipendiada víbora parece ser la mensajera del Altísimo, aquel verdadero Dios que
imaginaron los herejes para quienes el Creador del mundo material, Yahvé, era apenas un
Demiurgo inferior que no pudo evitar que Adán y Eva, por Él creados, recibieran una
chispa divina proveniente del mismísimo Altísimo. Fue esta partícula de divinidad lo que
les permitió una intuición del verdadero conocimiento. Gracias a esa visión, la
bienintencionada incitación del áspid fue bien recibida. El pecado original de la falsa
doctrina católica deviene así en virtud original.

Al revés de la serpiente, a través de Su Palabra Yahvé se nos presenta como el


permanente enemigo de lo Bueno. En el mismo Génesis, muy poco después de la
expulsión del Paraíso, tenemos otro testimonio de su malicia en el episodio de la torre de
Babel. Aunque es presentada por los exegetas judeocristianos como la manifestación de
un pecado de orgullo, en el texto sagrado no hay nada que señale en esa dirección. Lo que
sí está claro en la Escritura es que la intención de Yahvé es maligna:

11:1 Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras.


11:2 Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de
Senaar y allí se establecieron.
11:3 Entonces se dijeron el uno al otro: "Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos
al fuego". Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa.
11:4 Después dijeron: "Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la
cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la
haz de la tierra."
11:5 Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos,
11:6 y dijo Yahvé: "He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y
este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será
imposible.
11:7 Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no
entienda cada cual el de su prójimo".
11:8 Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la haz de la tierra, y
dejaron de edificar la ciudad.
11:9 Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahvé el lenguaje de todo el
mundo, y desde allí los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra.
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Hasta las palabras que emergen de la “boca” de Adonai resuenan con maldad y
cinismo. Esta implicancia converge con otra de las principales evidencias de la amoralidad
de nuestro Dios: el conocido episodio del Génesis en que Yahvé le exige a Abrahán que
esté dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, llevando el concepto de obediencia debida
mucho más allá de lo que harían los apologistas de Hitler, los generales de las dictaduras
sudamericanas y otras malas yerbas.

Antes de ese episodio ya sabíamos que Abrahán era un rastrero. Para que la
belleza de su mujer no significara un riesgo, estuvo dispuesto a entregarla en un país
extranjero, pidiéndole que se presente como su hermana:

12:10 Hubo hambre en el país, y Abram bajó a Egipto a pasar allí una temporada,
pues el hambre abrumaba al país.
12:11 Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a su mujer Saray: "Mira, yo sé
que eres mujer hermosa.
12:12 En cuanto te vean los egipcios, dirán: "Es su mujer", y me matarán a mí, y a
ti te dejarán viva.
12:13 Di, por favor, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa
tuya, y viva yo en gracia a ti."

Esta bajeza no les interesa a los exegetas tradicionales y ni siquiera la señalan


como tal. La calaña de Abrahán le es completamente indiferente a Yahvé. Importa sólo
que le sea criminalmente obediente. Este es el único principio que Adonai impone. Los
mandamientos no son válidos por su valor intrínseco sino porque son ordenados por el
Dios. Por eso mismo, si éste le ordena sacrificar a su hijo, Abrahán debe obedecer. Porque
éste demostró estar dispuesto al crimen más abyecto con tal de no decepcionar a su jefe,
Yahvé dio por cumplido el trámite y relevó a su soldado de la comisión del delito material:

22:1 Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abrahán y le dijo: "¡Abrahán,
Abrahán!" El respondió: "Heme aquí",
22:2 Le dijo: "Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria
y ofrécelo allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga."
22:3 Se levantó, pues, Abrahán de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a
dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del holocausto y se puso en marcha hacia
el lugar que le había dicho Dios.
22:4 Al tercer día levantó Abrahán los ojos y vio el lugar desde lejos.
22:5 Entonces dijo Abrahán a sus mozos: "Quédense aquí con el asno. Yo y el
muchacho iremos hasta allí, haremos adoración y volveremos donde ustedes". 22:6
Tomó Abrahán la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su
mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
22:7 Dijo Isaac a su padre Abrahán: "¡Padre!" Respondió: "¿qué hay, hijo?" —
"Aquí está el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?"
49

22:8 Dijo Abrahán: "Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío." Y
siguieron andando los dos juntos.

Este engaño asesino se pasa por alto, como si se tratara de un hecho moralmente
neutro o incluso positivo. El padre no sólo está dispuesto a asesinar al hijo sino que le
tiende una trampa para conseguir su cooperación en el camino al degüello. Una vez más,
la catadura moral de su puntero le es indiferente a nuestro Dios. Padre e hijo siguen
caminando:

22:9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abrahán el altar, y
dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña.
22:10 Alargó Abrahán la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
22:11 Entonces le llamó el Ángel de Yahvé desde los cielos diciendo: ¡Abrahán,
Abrahán!" Él dijo: "Heme aquí."
22:12 Dijo el Ángel: "No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que
ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu
único."

Como si esto no bastara, el pacto mafioso termina de sellarse unos versículos más
tarde, cuando se ratifica que por haber estado dispuesto a cometer el crimen más
abominable, el puntero de Adonai era acreedor a los máximos favores:

22:15 El Ángel del Yahvé llamó a Abrahán por segunda vez desde los cielos,
22:16 y dijo: "Por mí mismo juro, oráculo de Yahvé, que por haber hecho esto, por
no haberme negado tu hijo, tu único,
22:17 yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como
las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia
de la puerta de sus enemigos.
22:18 Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de
haber obedecido tú mi voz."

Está claro que la normativa del Decálogo, en especial el “no matarás”, y todos las
demás segmentos de las Sagradas Escritura en que se castiga el ejercicio de la violencia,
está enmarcado en este concepto extremo de “obediencia debida”: no matarás mientras
Adonai no te lo ordene, pero guay de ti si no matas cuando Yahvé lo manda.

Esto es lo que emerge de la lectura del texto. El hecho de que el sacrificio del hijo
primogénito haya sido común en el mundo pagano en nada atenúa esta conclusión, en
tanto y en cuanto nuestro ejercicio no es antropológico, sino que está dirigido a la
desmitificación de la interpretación bíblica de los fundamentalistas actuales, cuya lectura
es literal. Quien aboga contra la enseñanza del evolucionismo en las escuelas en virtud de
lo que nos dice el Génesis acerca de la Creación, debe aceptar también este concepto
mafioso de la obediencia debida.
50

Como hemos visto en el Acápite 1, lo mismo vale para el genocidio. No perpetrar


delitos de lesa humanidad cuando Adonai exige su comisión es pecado gravísimo que se
castiga con la quiebra de la Alianza y sucesiones de desgracias que se multiplican siempre
por siete hasta llegar, en el límite, a la maldición que condena al pueblo elegido a comer la
carne de sus hijos.

Es sorprendente que los defensores de la figura de obediencia debida con que se


ha buscado justificar las violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad
en el mundo entero, no hayan recurrido con mayor frecuencia a la palabra de Dios para
plantear su caso. Más allá de sus tácticas, sin embargo, resulta claro que son ellos los
vasallos incondicionales de Adonai y discípulos eximios de Abrahán. A la vez, la vertiente
liberal y secular de la Civilización Occidental, que rechaza la justificación de la obediencia
debida en la comisión de delitos de lesa humanidad, es enemiga irreconciliable de Yahvé.

En verdad, el Pentateuco nos dice muy poco acerca de lo bueno y lo malo: sólo lo
suficiente para saber que Dios no quiso que tuviéramos ese conocimiento. Es
comprensible, si se considera que Dios exige que Abrahán sea muy mala persona. Dios no
quiere que sepamos sobre el Bien y el Mal porque nos exige que cuando sea necesario
estemos dispuestos a ser malvados. ¿De qué trata entonces la Torá? Principalmente, nos
enseña a triunfar en la guerra con disciplina interna y ferocidad externa. La obediencia
debida de Abrahán es parte de esa disciplina.

Acápite 8
¿Es el Génesis monoteísta?

Aunque la crítica bíblica científica ha realizado avances descomunales respecto de


muchas de las cuestiones que aquí abordamos, esos hallazgos no son aceptados por los
fundamentalistas que se oponen, por ejemplo, a la enseñanza del evolucionismo en las
escuelas. Por ello, en nuestro ejercicio trabajamos como si esa crítica científica no
existiera: la nuestra es una lectura completamente ingenua de la Torá. Suponemos por un
instante que el Pentateuco es palabra revelada que debe tomarse literalmente, para
mejor conocer el perfil de ese Dios que nuestros fundamentalistas quieren que nos
tomemos en serio. No nos apoyamos en la crítica científica, sospechada por ellos, pero
tampoco en los tradicionalistas cuya interpretación viene predeterminada por dogmas
que no se desprenden del texto sagrado. Estos axiomas extra-bíblicos son conclusiones
anticipadas de la exégesis. Los datos provistos por el texto se fuerzan para que su
interpretación no se aleje de lo exigido por una premisa establecida en la Antigüedad
tardía y el Medioevo, posterior a la Escritura misma pero anterior a los análisis actuales.

Las más importantes de estas convenciones son comunes a todos los credos
judeocristianos que sobrevivieron a las persecuciones contra presuntas herejías. De esta
manera, la fe del creyente se traslada en forma imperceptible desde Dios hacia la
51

autoridad humana. El creyente típico en ningún momento se da cuenta de esta trampa de


la que son cómplices, no siempre conscientes, los exegetas católicos, protestantes y
judíos.

Uno de los principales de estos dogmas compartidos es que el orden divino


revelado por el Pentateuco es monoteísta. ¿Es esto verdad? ¿Qué nos dice la palabra de
Dios sobre el tema, cuando la leemos sin los preconceptos de un dogma extra-bíblico que
conduce a una interpretación forzada?

Desde el punto de vista de los objetivos fijados en nuestra Introducción, esta es


una cuestión crucial, porque si llegáramos a la conclusión de que la Torá es en realidad
politeísta, entonces quienes creen en esta Revelación deberían suponer que nuestro Dios
no es el de todos. Como veremos, semejante conclusión tendría proyecciones políticas.

Ya hemos apuntado que uno de los nombres de Dios, según la Escritura, es Elohim.
No sólo es Elohim un plural que significa ‘dioses’, sino que en un pasaje tan crucial como el
de la creación de la humanidad, el Señor se expresa como si hubiera más de un Dios en su
entorno. Nos dice el libro del Génesis:

1:26 Y dijo Dios [es decir, Elohim]: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen,
como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos,
y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que
serpean por la tierra.”

Posteriormente, cuando Dios hubo expulsado del Paraíso a Adán y Eva, vuelve a
emplear el plural, como si hubiera muchos dioses:

3:22 Y dijo Yahvé Dios: "¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal!”

Esta ambigüedad ha sido usada por los Padres de la Iglesia romana como una
indicación antiguo-testamentaria de la existencia de una Santísima Trinidad. Por su parte,
el comentarista de la Biblia de Jerusalén especula con que debe tratarse de un plural
deliberativo, *o “de excelencia”+ aunque reconoce su desconcierto diciendo que éste es
“raro en hebreo”. (34) Pero ninguna de estas interpretaciones se compadece de los
numerosos pasajes de la Torá en que Adonai aparece compitiendo con otros dioses. En
Éxodo, por ejemplo, se nos dice:

18:10 Y dijo Jetró: "¡Bendito sea Yahvé, que os ha librado de la mano de los
egipcios y de la mano de Faraón y ha salvado al pueblo del poder de los egipcios!
18:11 Ahora reconozco que Yahvé es más grande que todos los dioses..."
52

En Éxodo también se revela que el “qué dirán” es importante para este Dios, como
si Él compitiera contra otras potencias por el favor de los humanos:

32:11 Pero Moisés trató de aplacar a Yahvé su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahvé,
ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto
con gran poder y mano fuerte?
32:12 ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en
las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera
y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo.”

Por cierto, Adonai compite con otros dioses, como queda patentemente claro
también en Éxodo:

34:14 No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahvé se llama Celoso, es un Dios
celoso.
34:15 No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que cuando se
prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten a ti y tú comas de sus
sacrificios;
34:16 y no sea que tomes sus hijas para tus hijos, y que al prostituirse sus hijas tras
sus dioses, hagan también que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas.

Más elocuente aún es el testimonio que se nos ofrece en Números:

25:1 Mientras Israel estaba en Sitím, el pueblo se puso a fornicar con las hijas de
Moab,
25:2 que lo invitaron a participar de los sacrificios en honor de su dios. El pueblo
comió de ellos y adoró a ese dios.
25:3 Israel adhirió así al Baal de Peor, y se encendió la ira de Yahvé contra Israel.
25:4 Yahvé dijo a Moisés: "Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor
de Yahvé, cara al sol; así cederá el furor de la cólera de Yahvé contra Israel".
25:5 Dijo Moisés a los jueces de Israel: "Matad cada uno a los vuestros que se
hayan adherido a Baal de Peor".
25:6 Sucedió que un hombre, un israelita, vino y presentó ante sus hermanos a la
madianita, a los ojos de Moisés y de toda la comunidad de los israelitas, que
estaban llorando a la entrada de la Tienda del Encuentro.
25:7 Al verlos Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se levantó de entre
la comunidad, lanza en mano,
25:8 entró tras el hombre a la alcoba y allí los atravesó a los dos, al israelita y a la
mujer, por el bajo vientre. Entonces cesó la plaga que asolaba a los israelitas.
25:9 Los muertos por la plaga fueron veinticuatro mil.
25:10 Yahvé dijo a Moisés: 25:11 "Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón,
ha apartado mi furor contra los israelitas, porque ha demostrado en medio de ellos
un celo igual al mío. Por eso yo no acabé con los israelitas, a impulso de mis celos.”
53

Este rasgo de la Revelación es persistente. Once capítulos antes de la cita de arriba,


en el mismo el libro de Números, Moisés exhorta a Yahvé a no aniquilar a los israelitas,
con quienes estaba furioso a causa del incidente de Baal de Peor, porque debía cuidar su
imagen de Dios superior ante los egipcios:

14:13 (...) Moisés respondió a Yahvé: "Cuando oigan la noticia los egipcios —de
cuyo país sacaste a este pueblo gracias a tu poder—
14:14 se la pasarán a los habitantes de esa tierra. Ellos han oído que tú, Yahvé,
estás en medio de este pueblo; que te dejas ver claramente cuando tu nube se
detiene sobre ellos; y que avanzas delante de ellos, de día en la columna de nube,
y de noche en la columna de fuego.
14:15 Si haces morir a este pueblo como si fuera un solo hombre, las naciones que
conocen tu fama, dirán:
14: 16 ‘Yahvé era impotente para llevar a ese pueblo hasta la tierra que le había
prometido con un juramento, y los mató en el desierto’.

Claramente, este Dios que avanza de día en una nube y de noche en columna de
fuego, y que frecuentemente también baja del cielo en una nube (lo que ha hecho
suponer a los raelianos que se trató de un extraterrestre que descendía en platillo
volador) (35) parece uno entre varios dioses que compiten entre sí. Esta conclusión
exegética emerge de la combinación de las evidencias estudiadas: uno de los nombres de
Dios es plural; en algunos pasajes cruciales del Génesis Él usa el plural para expresarse, y
abundan los versículos que testimonian sus celos frente a otras deidades. En
Deuteronomio se vislumbra claramente:

6:14 No vayáis detrás de otros dioses, de los dioses de los pueblos que tendréis a
vuestro alrededor.
6:15 Porque Yahvé, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso. La ira de
Yahvé tu Dios se encendería contra ti y te haría desaparecer de la faz de la tierra.

Y si estos ejemplos no bastaran, los siguientes versos del Cántico de Moisés, en


Deuteronomio, poseen innegables resonancias politeístas:

32:8 Cuando el Altísimo dio una herencia a cada nación, cuando distribuyó a los
hombres, él fijó las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Israel.
32:9 Pero la parte de Yahvé es su pueblo, la porción de su herencia es Jacob.
32:10 Lo encontró en una tierra desierta, en la soledad rugiente de la estepa: lo
rodeó y lo cuidó, lo protegió como a la pupila de sus ojos.
(...)
32:12 Sólo Yahvé lo condujo, no había a su lado ningún dios extranjero.
54

Este es un pasaje muy singular del Pentateuco en el que aparece un nombre de


Dios hasta ahora no mencionado: el Altísimo. La traducción de la Jewish Study Bible dice
en 32:8 Most High, adoptando la misma terminología que la católica Biblia de Jerusalén.

Las principales traducciones cristianas y judías a lengua vernácula coinciden en


emplear aquí este vocablo, diferenciado de Yahvé, el Señor, the Lord o Adonai, que son
algunas de las diversas alternativas empleadas para el versículo siguiente, 32:9. Es decir
que existe una clara diferenciación entre El Altísimo (32:8) y Yahvé (32:9), lo que nos
remite a la hipótesis gnóstica que supone que Yahvé fue el ‘demiurgo’ creador del mundo
material, pero que está subordinado a un Dios más alto.

Lo dicho es particularmente significativo debido a las discrepancias vigentes en


torno de la forma de traducir la cuarta línea de 32:8. El texto masorético en hebreo dice
“hijos de Israel” (tal como quedó trascrito arriba) y por ese motivo así es traducido en las
biblias judías. En cambio, la católica Biblia de Jerusalén recurre en este versículo a la más
antigua Septuaginta (en lengua griega), que dice “los hijos de Elohim”, o sea “los hijos de
los dioses”. No obstante, siguiendo la convención universal a judíos y cristianos, los
editores de la Biblia de Jerusalén traducen ‘Elohim’ como ‘Dios’, de modo que en la
versión católica del versículo se lee “los hijos de Dios”.

En la trascripción de arriba opté por la versión del texto masorético porque me


parece más consistente con la decisión de la Biblia de Jerusalén de no traducir a lenguas
vernáculas desde el griego sino desde el hebreo (a pesar de la mayor antigüedad de los
textos supérstites en griego). Por eso se lee arriba “los hijos de Israel”. Pero piénsese
cuánto más politeísta sonaría este texto si, partiendo de la Septuaginta, anotáramos en
lengua vernácula “los hijos de los dioses” donde dice “los hijos de Elohim”:

32:8 Cuando el Altísimo dio una herencia a cada nación, cuando distribuyó a los
hombres, él fijó las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de los
dioses.
32:9 Pero la parte de Yahvé es su pueblo, la porción de su herencia es Jacob.
32:10 Lo encontró en una tierra desierta, en la soledad rugiente de la estepa: lo
rodeó y lo cuidó, lo protegió como a la pupila de sus ojos.
(...)
32:12 Sólo Yahvé lo condujo, no había a su lado ningún dios extranjero.

El texto así traducido es politeísta. Como existe un dogma compartido sobre el


monoteísmo bíblico, no sorprende que todas las autoridades religiosas judeocristianas
hayan optado por morigerar sus resonancias de una manera u otra. En cualquier caso, no
estamos afirmando que la traducción que acabamos de proponer sea la correcta, sino que
todas las traducciones que circulan tienen implicancias politeístas y que hay alternativas
legítimas donde esa resonancia se acentúa, convirtiéndose en afirmación.
55

En nota al pie de página, la Biblia de Jerusalén aclara puntillosamente las


diferencias de traducción con la versión judía. Pero se ve que el comentarista está
inquieto por las implicancias de este segmento del Cántico de Moisés, y para
neutralizarlas se lanza a una fantasía teológica que está completamente alejada del texto
sagrado:

“Los ‘hijos de Dios’ (‘o de los dioses’) son los ángeles (Jb 1 6 +), miembros de la
corte celestial (v 43 y Sal 29 1; 82 1; 89 7; ver Tb 5 4+); aquí los ángeles custodios de las
naciones (ver Dn 10 13+). Pero Yahvé se ha reservado personalmente a Israel, su pueblo
elegido (ver Dt 7 6+). Seguimos aquí el griego; el hebreo dice ‘los hijos de Israel’”. (36)

Esta rebuscada fantasía es el producto inevitable de una exégesis que parte de una
premisa, el monoteísmo, y que luego se ve obligada a forzar la interpretación del texto
sagrado para no alejarse de ese punto de partida dogmáticamente obligatorio. De esta
manera, la Torá suele interpretarse (tanto por cristianos como por judíos observantes)
según las exigencias de premisas teológicas extra-bíblicas, que en realidad representan a
la “palabra del hombre” y no a la que es presuntamente divina. Para salvar este problema,
los judíos observantes nos dirán que los sabios que interpretaron la palabra de Dios siglos
más tarde gozaban de inspiración divina, a la vez que el Vaticano dirá otro tanto respecto
de los Padres y Doctores de la Iglesia. Y si quedara alguna duda, el Santo Padre hablando
ex cátedra acudiría a su “voz infalible” para eliminar toda ambigüedad. Dios es puesto así
al servicio de la autoridad religiosa mundana. Los protestantes no llegan tan lejos, pero
para ellos también el resultado de toda exégesis está cantado de antemano: la Biblia es
monoteísta y Dios es la fuente de toda bondad, verdad y justicia. Ninguna interpretación
puede apartarse de esta conclusión aunque nada hay en el Pentateuco que la respalde.

Al tergiversarse el texto sagrado para consolidar la vigencia de estas premisas, se


sacraliza la palabra del hombre y se subordina la de Dios. Desde el exterminio de los
cátaros, las exégesis bíblicas han sido el patrimonio casi exclusivo de quienes jugaron este
juego. Es por eso que casi nadie sabe qué es lo que realmente dice el Libro, y es por el
mismo motivo que nuestro ejercicio urge, en tiempos en que el oscurantismo bíblico y
coránico crece a paso firme. Por otra parte, para quien suponga que el Pentateuco es
realmente Palabra de Dios pero llegue a la conclusión de que se trata de un escrito
politeísta, viene de suyo que nuestro Dios es nuestro, no de nuestro enemigo, que le ha
declarado a Occidente una guerra santa.

En realidad, este es el verdadero mensaje de la Biblia en la actualidad. Es un


mensaje que establece la legitimidad de un doble estándar normativo. Una cosa es el
Decálogo, que es la legislación divina válida para nuestras relaciones con nuestra gente, y
otra bien distinta es el rigor inclemente con que debemos tratar al enemigo,
vehementemente legislado en Deuteronomio. La “justicia” debe dispensarse sólo a los
fieles de Yahvé. Aunque se puede tomar o dejar, nuestra Biblia sacraliza los dobles
estándares.
56

Acápite 9
Una lectura más científica de la cuestión del politeísmo

Como se mencionó en la Introducción, por la crítica bíblica científica sabemos que


el Dios judeocristiano está estrechamente vinculado al Dios supremo de los cananeos, Ēl,
que es también uno de los varios nombres con que la Biblia bautiza a nuestra deidad. Por
cierto, tabletas cananeas del siglo XIV AEV nos cuentan que Ēl reina por encima de Baal-
Habad, Dios de la fertilidad. Baal luchó contra Yam-Nahar, dios de los mares y ríos. Ambos
vivían junto con Ēl, el Alto Dios. Baal derrotó a Yam con armas mágicas y estuvo a punto
de matarlo pero fue salvado por Asherah, esposa de Ēl y madre de los dioses. En este
mito, Yam representa lo caótico e indiferenciado. Baal, al derrotarlo, salva al mundo de
una regresión a ese estado primigenio.

Esta era la religión original de Abrahán, que proviniendo de Ur se habría


establecido en Canan entre los siglos XX y XIX A.E.V. Como nos dice Karen Armstrong, en el
Éxodo está fuertemente sugerido que el Dios de Abrahán siempre fue Ēl, el Alto Dios
cananeo. (37) Los siguientes versículos sugieren que quizás el Dios de Abrahán no fuera el
mismo del de Moisés:

6:2 Habló Dios a Moisés y le dijo: "Yo soy Yahvé".


6:3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Ēl Sadday; pero mi nombre de
Yahvé no se lo di a conocer.

Si como nos hemos propuesto, nuestra lectura de la Biblia es ingenua y lineal como
la de los fundamentalistas, debemos suponer que Yahvé ya era conocido por su nombre
desde los tiempos del nieto de Adán, pues el Génesis nos dice:

4:26 También a Set le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Este fue el
primero en invocar el nombre de Yahvé.

Por lo tanto, en los versículos citados de Éxodo no estaríamos frente a la


Revelación del verdadero nombre de Dios sino frente al uso del nombre de otro Dios. (38)
En realidad, tanto de una lectura ingenua pero no dogmática de la Torá como de su crítica
científica emerge una visión politeísta. Y si vamos más allá del Pentateuco, nos
encontramos con pasajes como el siguiente, del Salmo 82 (81), que dice:

Elohim se alza en la asamblea divina


Para juzgar en medio de los dioses;

Más aún, muchos eruditos están de acuerdo con que la misma idea de una Alianza
entre Yahvé y su pueblo no tendría sentido en un contexto monoteísta. Según Armstrong:
“Los israelitas no creían que Yahvé, el Dios del Sinaí, fuera el único Dios, sino que en su
pacto prometieron que ignorarían a todas las otras deidades y sólo lo adorarían a él. Es
muy difícil encontrar una sola afirmación monoteísta en todo el Pentateuco. Hasta los Diez
Mandamientos entregados en Monte Sinaí dan por sentada la existencia de otros dioses:
57

20.2 ‘Yo, Yahvé, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de
servidumbre.
20:3 No habrá para ti otros dioses delante de mí’ (Éxodo). (39)

Por razones que corresponden al ámbito de la sociología de las religiones, las


autoridades judeocristianas relegaron estas resonancias politeístas al olvido. No obstante,
más allá de los complejos procesos sociopolíticos que seguramente intervinieron para
producir este olvido, quizás el principal motivo radique simplemente en que Yahvé afirma
ser el único Dios. Para un fundamentalista bíblico que no atiende a los matices y
contradicciones del texto, eso es más que suficiente.

Por cierto, el politeísmo de la Torá es implícito, nunca explícito. No hay mitos


politeístas fantásticos como los de nuestros predecesores cananeos. Los antiguos
israelitas eran pragmáticos y carecían de los intereses metafísicos de otros pueblos de la
región. Por eso, como vimos, la Alianza es un pacto materialista. Y también por eso no hay
referencias al ámbito de lo espiritual en el Pentateuco excepto en forma implícita,
respecto de lo que está más allá del poder de Yahvé. Sin embargo, si se somete el texto a
un cuidadoso escrutinio las inconsistencias son claras y eso no puede sorprender ya que la
Biblia emerge del politeísmo cananeo. Pero el politeísmo es inaceptable para un lector
textual de la Biblia, ¡porque implica reconocer que Yahvé nos mintió cuando se presentó
como el único Dios! (40)

En verdad, la Torá parece decirnos a cada paso, aunque de manera implícita, que
hay más de un Dios. Y descifrar este misterio es otro de los milagros de libertad interior
protagonizados por los gnósticos de todos los tiempos. Para muchos de ellos el Creador
del mundo material era una deidad menor. Sin necesidad de recurrir a una crítica bíblica
científica que no estaba a su alcance, leyeron el texto sagrado de manera ingenua pero
captaron sus inconsistencias y llegaron a la única conclusión posible si se trata realmente
de una Revelación: que su protagonista Yahvé es una deidad maligna.

Lo que los gnósticos judeocristianos hicieron fue tomar la Biblia y agregarle la


parafernalia metafísica necesaria para que su contenido no fuese contradictorio. De ahí
sus elaborados mitos, emparentados muy de cerca con las emanaciones personificadas de
la Deidad que encontramos en la literatura judía sobre la Sabiduría. (41) Agregaron
también condimentos neoplatónicos, estoicos y egipcios a su doctrina, comenzando una
de las mayores aventuras del pensamiento en la historia humana. A la vez, porque
creyeron en las Escrituras interpretadas a su manera, seguramente intuyeron que estaban
condenados a la aniquilación.

Ciertamente, si se cree que aunque Yahvé es una deidad menor, es no obstante


Creador y Señor del mundo material, viene de suyo que es Él quien gobierna el ámbito
físico en que transcurre nuestra existencia mortal. Para triunfar en este mundo hay que
obedecer sus mandatos y no otros. La Iglesia le obedeció, masacrando a los gnósticos y
sus sucesores cátaros.
58

En los tiempos actuales la Civilización Occidental está siguiendo el camino de los


gnósticos. Al igual que éstos en su tiempo, es mucho más sofisticada que sus enemigos.
Cree haber descubierto una moralidad superior a la de nuestra Biblia y se atiene a ella.
Sanciona normativas humanitarias, como las convenciones de Ginebra sobre los
prisioneros de guerra, que están directamente contrapuestas al mandato del Dios
judeocristiano. Mientras tanto, sus enemigos mortales siguen a pie juntillas sus propios
libros sagrados, cercanos al mandato guerrero de Yahvé y completamente ajeno al
concepto occidental de los derechos humanos.

Acápite 10
Algunas conclusiones exegéticas y normativas

Una decodificación independiente y sin preconceptos del Pentateuco revela que


no estamos frente a la Palabra del verdadero Dios. La demostración del carácter amoral
del texto presuntamente sagrado resultó una operación sencilla, realizada en menos de un
centenar de páginas. Resulta asombroso que a pesar de esa transparencia, el Libro siga
teniendo predicamento y prestigio entre las masas y las élites.

Este dato es un testimonio más de los límites de la razón humana. Aunque después
de multitud de sacrificios en católicas hogueras, la Razón pudo prevalecer a la hora de
refutar la idea de que el Sol gira en torno de la Tierra, siempre fue sangrientamente
avasallada cuando intentó desenmascarar las Escrituras. El último intento histórico fue el
de los cátaros en el siglo XIII, principalmente en el Languedoc y Cataluña. Ese desafío
culminó con un genocidio digno de Yahvé, donde Santo Domingo de Guzmán desempeñó
un papel análogo al que más de medio milenio más tarde le cupiera a Adolf Eichmann.
Inocencio III, Führer del fundador de la Orden Dominicana, perpetró entonces una
“solución final” avant-la-lettre.

En verdad, el ejercicio de estudiar la Torá bajo el supuesto de que se trata de un


texto santo nos ha servido para comprobar la falsedad de la premisa misma. Tal
conclusión proviene de un análisis de contenido de los dichos de su principal protagonista,
Yahvé. Si fuera realmente una Revelación se trataría de la palabra de una Deidad
demoníaca: el Demiurgo de los gnósticos. Más probable es que los agnósticos tengan
razón, sin embargo, y que simplemente nos encontremos ante un libro de valor
antropológico, representativo de las creencias de uno de los tantos pueblos primitivos del
Medio Oriente antiguo.

No obstante, si así fuera, desnudar su verdadero carácter no dejaría de ser


obligatorio, dada la relevancia política del Libro Sagrado del judeocristianismo en estos
tiempos en que el oscurantismo avanza de la mano de la Biblia en Occidente y del Corán
en Medio Oriente.
59

Descartada la hipótesis de que se trata de la Revelación del Dios verdadero, el de la


Luz, el Bien y la Justicia, se abren ante nosotros cuatro alternativas para la acción. La
primera, por supuesto, es la inacción. Será la de la gran mayoría de los occidentales.
60

PARTE II
UNA PUESTA A PRUEBA DE NUESTROS HALLAZGOS EXEGÉTICOS:
¿HUBO UN GNOSTICISMO JUDÍO?

“Supe qué hombres desesperados y admirables


fueron los gnósticos, y conocí sus especulaciones ardientes”
J.L. Borges, 1931 (42)

Introito
El planteo

Más allá de las numerosas investigaciones científicas que reseñaremos y otras que
olvidaremos en este escrito, su autor cree que el gnosticismo debió surgir del judaísmo.
Fundamenta esta opinión en la premisa de que un lector independiente de la Torá
descubrirá forzosamente que el personaje que allí se presenta como Dios es cruel y
malicioso, aunque sus mandatos sean obligatorios para el éxito mundano. Si como creen
tantos, la Biblia constituyera una verdadera Revelación, su Sujeto sería una deidad
perversa. Parece necesario que en una cultura bíblica algunos acudan a este planteo.

Por cierto, entre gentes sofisticadas como los judíos cultos de Alejandría de
tiempos de Filón (20 AEV-54 EV), es casi inevitable que surgieran grupos antinómicos que
se independizaran de la Torá. En teología, el antinomianismo es una corriente inspirada en
la idea de que los miembros de un grupo religioso no están obligados a obedecer las leyes
éticas o morales establecidas por la autoridad religiosa. Considerando las características
de la Revelación que protagoniza Yahvé y la normativa genocida que nos impone, no
sorprendería que hubiera habido judíos antinómicos en círculos ilustrados.

Pero mi lectura del Pentateuco no es la única interpretación independiente


posible. Supongamos que muchos lectores libres de toda tutela llegaran a conclusiones
racionales opuestas a las mías. Aún así, algunos compartirían la percepción de que Yahvé
es malvado. Si apenas uno de cada mil lectores independientes llegara a esta conclusión,
el brote de algo parecido al gnosticismo sería inevitable entre elementos rebeldes de un
pueblo para el cual la Biblia es la Palabra de Dios. Aunque no se sabe con exactitud y
certeza documental de dónde provinieron los gnósticos, su origen debió ser judío aunque
sólo sea por una cuestión de probabilidades. Extremando la apuesta:

1. Si el Pentateuco presenta las características que he documentado, una rebelión


contra Yahvé necesariamente debió gestarse dentro del judaísmo mismo. En la medida en
que sus miembros siguieran creyendo que la Torá es palabra revelada, esta rebelión debió
postular que Yahvé es el perverso creador de nuestro mundo material, y que más allá de
este Demiurgo hay un Alto Dios que no parece muy interesado en los asuntos terrenales.
61

Puesta en sus términos mínimos, esta es la solución gnóstica al problema de la iniquidad


bíblica. Si mi exégesis bíblica es por lo menos verosímil, una rebelión de esas
características debió surgir del judaísmo, porque la suya es la cultura bíblica histórica más
antigua.

2. Si no hubo tal rebelión al interior del judaísmo, entonces mi lectura del


Pentateuco seguramente está errada, desde el principio hasta el final.

Esta es la prueba cuasi-experimental a la que someteremos los hallazgos de la


primera parte de este libro. Como mi exégesis del Pentateuco fue anterior a mi
relevamiento de los estudios sobre los orígenes judíos del gnosticismo, este examen
puede considerarse legítimamente encuadrado en un espíritu popperiano. Pasar la prueba
no demuestra la validez de la hipótesis. Sólo la consolida en tanto no fue posible
desmentirla.

Acápite 1
Porqué el origen judío del gnosticismo ha sido cuestionado

Los nuestros son argumentos a los que raramente apelan los estudiosos del
gnosticismo, incluso los muchos que hoy suponen que surgió del judaísmo, porque la
mayor parte de ellos profesan diversas confesiones judeocristianas. Su lectura de la Biblia
está condicionada por la premisa extra-bíblica de que Yahvé es bueno. No pueden decir
que el Dios de la Biblia es perverso sin romper con su propia comunidad. Mal podrían
entonces sostener que el surgimiento del gnosticismo en el seno del pueblo de Israel era
inevitable, arguyendo que muchos llegarían a mi conclusión de que el Dios bíblico es
malvado.

Otro hecho que conspira contra un consenso sobre el origen judío del gnosticismo
es que los heresiólogos de la Iglesia de los primeros siglos continuamente condenaron a
sectarios a los que consideraban ‘gnósticos cristianos’. No ocurre lo mismo en el judaísmo,
donde la discusión y condena es mucho más escasa y menos explícita. Esta diferencia dio
pie a que casi siempre se hablara del gnosticismo como una desviación del cristianismo,
no del judaísmo. (43)

Esta diferencia entre judíos y cristianos es esperable. Dado el carácter proselitista


del cristianismo, el discurso de los heresiólogos resulta necesario. Los cazadores de
herejes estaban ansiosos de encontrar rebaños de ovejas descarriadas por un hombre o
mujer ‘perverso’, para acercarles a la ‘verdadera fe’. En cambio, entre los judíos no había
cazadores de ‘minim’, como se dice en hebreo. La acusación de herejía se lanzaba sólo
cuando una desviación amenazaba a una comunidad judía reconocida y previamente
constituida.
62

Además, según explica Alan F. Segal, los rabinos talmúdicos que fueron
contemporáneos de los heresiólogos cristianos aplicaban una táctica diferente para
combatir el “error”. No lo refutaban a la manera de un ensayista sino que aludían a él en
el contexto de una polémica entre sabios. De esta manera evitaban hacerle propaganda.
Reproducir los argumentos heréticos para demostrar su error puede ser un bumerang:
equivale a “abrir la boca para Satán”, como hubieran dicho ellos. Por lo tanto, no existe
desde el judaísmo un registro pormenorizado de la herejía gnóstica, como se produjo
desde el cristianismo. (44)

El método talmúdico es indirecto. Un ejemplo célebre es el de la discusión entre


dos de los más grandes rabinos del período tanaico, Ismael y Akiba, activos entre 120 y
140 EV. (45) Cuenta la tradición que sostuvieron un debate técnico acerca de métodos
exegéticos. Posteriormente, el redactor del Talmud lo presentó en términos que permitían
desacreditar una herejía. Según el talmudista, Ismael criticó el método de Akiba
arguyendo que si se lo usa con precisión conduce a la afirmación herética de que el cielo y
la tierra son en sí mismas divinidades. Esta creencia, que según parece existió, habría sido
uno de los orígenes de las herejías sobre dos o más potencias divinas. (46)

Ninguno de los dos suscribía este error. Ismael simplemente lo usó para mostrar el
presunto defecto del método de Akiba. Pero con este rodeo, el redactor del Talmud
introdujo la herejía a consideración del lector, sin discutirla en sus propios términos y
siempre suponiéndola equivocada. Fue una manera de señalar el error sin difundir sus
fundamentos supuestamente falaces; una táctica radicalmente diferente de la de los
heresiólogos cristianos. Debido a esta forma indirecta de discutirla, la herejía se puso
menos de manifiesto en el judaísmo, casi como si no hubiera existido. (47)

Hay otros motivos, de menor peso, por los que siguió siendo contenciosa la
cuestión de si la herejía gnóstica fue de origen judío. Algunos afirman que no puede haber
un gnosticismo judío porque mal puede un judío reducir el Dios de la Torá al papel de
deidad menor, para colmo maligna: esa persona no sería judía. Es verdad, pero lo mismo
puede decirse de un cristiano. El Dios del cristianismo es el mismo del judaísmo y además
el Nuevo Testamento remite permanentemente al Antiguo. Es para este tipo de
desviación que se acuñó el vocablo ‘hereje’.

Análogos son los argumentos de quienes dicen que el gnosticismo no pudo surgir
del judaísmo porque los gnósticos eran anti-judíos. Edwin M. Yamauchi, por ejemplo, dice
que los presuntos “sentimientos anti-judíos” de los gnósticos sugieren una
incompatibilidad con su emergencia dentro del judaísmo. Aunque algunos gnósticos
cristianos como Marción de Sínope fueran anti-judíos, no deben confundirse razones anti-
yavhistas con sentimientos anti-judíos. Un miembro del pueblo judío puede
perfectamente leer la Torá y llegar a la conclusión de que el personaje Yahvé no le gusta.
No por eso es anti-judío. (48)
63

También talla la cuestión del antisemitismo. La crueldad de Yahvé ha sido utilizada


por gente malintencionada como argumento justificatorio de su judeofobia. Aunque no
debemos consentir la condena por asociación, muchos estudiosos no quieren correr el
riesgo de ser confundidos. No obstante, en este escrito consideramos que el hecho de que
algún nazi haya denunciado las perversiones del Antiguo Testamento no debe invalidar la
investigación sobre el tema.

Por otra parte, el uso de la malicia de Yahvé por parte de cristianos antijudíos sólo
fue posible desde el desconocimiento de que:

1. Adonai es el Dios Padre de la teología cristiana, y


2. En el judaísmo rabínico, el Talmud ocupa un lugar análogo al del Nuevo
Testamento entre los cristianos. Es el texto que permite obviar a la Biblia. A ésta se
recurre poco, principalmente a través de las discusiones talmúdicas. También está
presente en situaciones litúrgicas acotadas y para disfrute de algún pasaje poético. Pero
en la práctica, desde hace más de un milenio que no es el texto central de la cultura
religiosa judía, aunque sea el más sagrado.

Así como la mayoría de los cristianos estudia sólo el Nuevo Testamento, la mayoría
de los judíos estudian solamente el Talmud, que es posterior al Nuevo Testamento. El
verdadero judaísmo, tal como se le conoce hoy, emerge después de Jesucristo.

Por cierto, al Antiguo Testamento no sólo lo compartimos judíos y cristianos.


También lo ignoramos. Tendemos a circunvenirlo apelando a Libros más modernos. ¿Por
qué? Porque es problemático. Los gnósticos hicieron lo contrario: asumieron la maldad de
Yahvé. Y los caraítas tomaron por aún otro camino. Dijeron: “Éste es nuestro Dios. Lo
tomas o lo dejas. Pero no contamines sus mandatos y enseñanzas con innovaciones
talmúdicas, que son palabra del hombre, no divinas.” (49) Los gnósticos fueron
masacrados y los caraítas reducidos a una minoría sin consecuencias, mientras el judaísmo
rabínico y el cristianismo encontraron maneras de evitar el problema de la iniquidad
bíblica a través de Jesucristo y el Talmud.

Estos cuatro derroteros diferentes, incluido el de los gnósticos, provienen de un


problema planteado por la Biblia judeocristiana. No habrían existido sin ella. Viene de
suyo entonces que el gnosticismo debió emerger de una comunidad bíblica. Y esa
comunidad debió ser judía, por el simple motivo que el judaísmo sacerdotal precedió al
cristianismo.
64

Acápite 2
El mandeísmo

No todos los gnósticos fueron masacrados. Se salvaron los mandeos. Esta olvidada
religión sobrevive en pequeñas comunidades del sur de Irak y de la provincia iraní de
Khuzestán, con diásporas sustanciales en Europa, América del Norte y Australia. En total
suman unos 70.000 fieles. Conocidos por los musulmanes como ‘sabianos’, los mandeos
no reconocen a Moisés, Jesús ni Mahoma. No obstante, reconocen a Juan el Bautista. Por
eso a veces fueron mal llamados “cristianos de San Juan” y en la Antigüedad se les conoció
también como nazarenos.

Hasta hace poco se creyó que el mandeísmo habría surgido entre los siglos II y III
EV, en tierras cercanas a su hábitat actual. Pero con el descubrimiento y traducción de
fuentes mandeas originales, el panorama se modificó sustancialmente. En 1953, Lady
Ethel Stefana Drower publicó Haran Gawaita, un texto que narra el éxodo de los mandeos
de Palestina a la Mesopotamia en el siglo I EV (50). A partir de entonces, ella y los demás
estudiosos principales del mandeísmo, Rudolf Macuch (51) y Kurt Rudolph, (52) llegaron a
la conclusión de que los orígenes del mandeísmo son pre-cristianos y están en Palestina.
Aunque la cuestión siguió siendo contenciosa, pronto otros eruditos les siguieron, entre
ellos Hans-Martin Schenke, (53) Giles Quispel (54) y Walter Schmitals. (55) Finalmente,
con documentos disponibles a partir del descubrimiento del Mar Muerto, Otto Huth hiló
más fino, sustanciando la teoría de que tanto los primeros mandeos como (San) Juan el
Bautista habrían sido judíos esenios. (56)

Según la hipótesis de Schenke, el mandeísmo habría nacido próximo a varias otras


sectas judías heréticas de prácticas bautistas. En un segundo momento, sus adeptos
habrían llegado a la conclusión de que la Torá es perversa. Condenaron a Moisés,
adquirieron una cosmovisión gnóstica y se apartaron del judaísmo en forma definitiva.
Mantuvieron sus ritos bautismales y eventualmente se identificaron con Juan, rechazando
a Jesús como falso profeta. Perseguidos, finalmente migraron hacia la Mesopotamia.

En el camino, plasmaron unas Escrituras dualistas que revelan la primigenia


Entidad sin forma cuyas emanaciones engendraron una sucesión de deidades análogas a
los Eones de los gnósticos. Surgieron así la Luz y la Oscuridad, un Padre y una Madre
cósmicos, hasta llegar al Hombre Arquetípico, que es el creador del Cosmos y del hombre
mortal. A su vez, éste está hecho a imagen y semejanza de su divino creador. El alma
humana vive en un exilio material y su origen está en la Entidad Suprema a la que
eventualmente regresa. Como al adoptar este mito ya habían desechado la Torá, no
necesitaban postular un Demiurgo malvado para justificar a Yahvé.

Parafraseando a Borges, escarnecer estas vanas fantasías no es del todo difícil. “La
buena conversión de esos pesados símbolos vacilantes es lo que importa.” (57) Como en
el caso de los gnósticos, los misterios de la fe mandea son sólo para iniciados. El mismo
65

vocablo ‘mandeísmo’ remite al gnosticismo, ya que significa “conocimiento de la vida”


(Mandā d-Heyyi) en mandaico (una lengua semítica noroccidental de la subfamilia del
arameo oriental). Se cree que esta doctrina contribuyó al nacimiento del maniqueísmo
persa, cuyo profeta Manés (58) estuvo bajo su influencia y la del mazdeísmo de Zoroastro.
(59)

Todavía no hay consenso, pero la evidencia apunta cada vez más a un vínculo entre
los mandeos y la secta herética judía de los nasorenos, recordada por (San) Epifanio de
Salamis. Estuvo activa por lo menos desde el año 100 AEV hasta la rebelión de Bar Kochba
de 132 EV. Los hallazgos convergen con la tradición, ya que ‘nasorenos’ fue un nombre
alternativo de los mandeos desde tiempos inmemoriales.

Según la versión norteamericana del Feine-Behm-Kümmel, un clásico manual


alemán para la introducción al Nuevo Testamento:

“Los textos mandeos que han sobrevivido son testigos tardíos y deformados de un
gnosticismo judío surgido en los márgenes del judaísmo, que debe ser aceptado
como el trasfondo espiritual del que emergió Juan el Bautista.” (60)

Los únicos gnósticos supérstites serían pues de origen judío. El dato no sorprende,
pero dista de ser la única evidencia que indica el origen judío de esta rebelión contra
Yahvé.

Acápite 3
Dositeo, Simón el Mago y Menandro: el gnosticismo samaritano

La evidencia a favor de un origen judío del gnosticismo se expande cuando


consideramos los escritos de los heresiólogos cristianos acerca de los primeros maestros
gnósticos. Hay consenso en que la lista comienza con Simón el Mago, quien a su vez fuera
discípulo de Dositeo. Según la autorizada opinión del Cardenal Jean Daniélou, éste habría
sido un esenio samaritano, quizás un “eslabón perdido” entre el pre-gnosticismo de los
Rollos del Mar Muertos y el gnosticismo simoniano. (61)

Por otra parte, pasando a la patrística, según el testimonio de (San) Justino Mártir
el propio Simón habría sido un samaritano del pueblo de Gitta. El “mago” está
mencionado en el Capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles, en el apócrifo Hechos de
Pedro y en las Seudo-Clementinas. Según Justino, los samaritanos lo adoraban como a un
dios.

Permanece abierta la cuestión de si, como cree Quispel, Simón era un miembro de
la congregación samaritana (una herejía judía), o si era simplemente un pagano de la
región de Samaria. (62) También está abierta la discusión de si ya era plenamente
gnóstico antes de entrar en contacto con el cristianismo, como cree Ernst Haenchen, o si
su gnosticismo vino junto con su superficial conversión. (63)
66

Finalmente, el principal discípulo de Simón, Menandro, también era samaritano.


Según Justino, en su tiempo (hacia 150 EV) casi todos los samaritanos eran seguidores de
Simón y de Menandro. (64)

Sumando las evidencias, Daniélou concluye que la gnosis simoniana es un ejemplo


de un gnosticismo judío pre-cristiano. Quispel, por su parte, no está seguro de que Simón
fuera plenamente gnóstico, pero cree que el judaísmo heterodoxo representado por su
doctrina fue el origen del gnosticismo. (65)

Acápite 4
Las pistas talmúdicas

A principios del siglo XIX el satirista polaco Yitzhak Erter (1792-1851) escribió una
versión en hebreo del Fausto, donde el temerario arquetipo de Goethe es reemplazado
por un rabino talmúdico gnóstico que porta el apodo “El Otro” (Aher). Éste era el siempre
recordado hereje Elisha ben Abuyah, quien entró al Paraíso y vio a Metatrón entronizado,
lo que se supone admisible sólo para Dios.

Parece que el transgresor exclamó entonces “¡hay dos potencias en el cielo!” Muy
sensatamente, quienes lo refutaron explicaron que Metatrón está sentado en un trono
porque su función lo exige: el escriba celestial encargado de registrar los hechos y méritos
del Pueblo Elegido no podría cumplir su tarea de pie. Así por lo menos lo registra el
Talmud Babilónico en Hagiga 15a, en el contexto de un viaje místico al Paraíso de cuatro
rabinos, Akiba, Simeón ben Zoma, Simeón ben Azai y el hereje Elisha.

El Talmud menciona tres veces más a Metatrón: en Sanhedrin 38b, Avodah Zarah
3b y Yevamot 16b. También aparece en el Tercer Libro de Henoc, un texto hebreo seudo-
epigráfico. Se trata de una misteriosa figura identificada como el “Tetragrámaton Menor”.
En la gematria hebrea el vocablo ‘Metatrón’ es el equivalente numérico de Sadday (uno de
los nombres de Dios). De allí que se diga que “su nombre es el de su Amo”. Algunas
escuelas judías lo reconocen como el ángel más importante, ocupando un lugar central
para los cabalistas. El Zohar lo llama “el Joven”, título que también se le adjudica en 3
Henoc. Está identificado como el ángel que guió al pueblo de Israel después del éxodo de
Egipto: una suerte de intermediario entre Dios y el hombre que algunos, herejes entre
herejes, han identificado con Jesucristo.

No obstante, en la rica angelología bíblica y seudo-epigráfica Metatrón tiene


competidores por la primacía, entre ellos el arcángel Miguel, Melquizedek y el “Príncipe
de la Luz” mencionado en manuscritos del Mar Muerto. Esta mitología, que procede en
forma indiscutida del acervo judío, se presta fácilmente a interpretaciones alejadas del
monoteísmo, algunas de las cuales convergen con la idea de que el Creador de la Torá es
maligno.
67

Ciertamente, por lo menos desde la razonable sátira de Erter existe una animada
controversia acerca del papel de herejes judíos en los orígenes del gnosticismo. (66) Uno
de sus puntos de partida se encuentra en las múltiples referencias talmúdicas a herejías
afines, como esta de las dos potencias en el cielo. Muchos autores de literatura rabínica
creían que Dios sólo puede ser el autor del Bien, de donde es fácil saltar a la herejía de
que hay otra deidad responsable del Mal.

Heinrich Hirsch Graetz, uno de los pioneros del tema, se detuvo especialmente en
el pasaje sobre el viaje de nuestros cuatro rabinos, considerándolo un verdadero
paradigma de las posibilidades abiertas a sectarios judíos de inspiración helenística. (67) Y
Segal no sólo documentó discusiones célebres como las que se adjudican a Akiba e Ismael,
que giran en torno de alguna de las versiones de la herejía de las dos o más potencias
celestiales. También identificó algún antiguo Tárgum (68) donde el Génesis no comienza
con el habitual “En el principio creó Dios...”, sino con un giro original: “Por Sabiduría creó
Dios el cielo y la tierra”. (69)

En su estudio observa que estos tres vocablos, “en el principio”, frecuentemente se


reinterpretaron o reemplazaron para introducir un auxiliar angelical en el proceso de la
Creación. Esta operación es la misma de los sistemas gnósticos, donde la Sabiduría (Sofía)
o el Conocimiento (Logos) fueron los responsables directos de la Creación o los padres del
Demiurgo que engendró el mundo material. (70)

Por otra parte, Segal advierte que las herejías judías cercanas al gnosticismo
surgieron de versículos de la Escritura que se prestan a interpretaciones heterodoxas
incompatibles con una fe monoteísta que supone que Dios es la fuente de toda bondad y
justicia. Estos hallazgos convergen con mi hipótesis de que el gnosticismo debió surgir del
judaísmo, porque fueron los judíos quienes durante un mayor número de siglos
estuvieron expuestos a lo que dice la Biblia. El discreto tratamiento talmúdico de la
cuestión de la herejía casi siempre gira en torno de versículos que aquellos rabinos
identificaron como “peligrosos”, similares a los que sometimos a escrutinio en la parte
exegética de este libro.

No obstante, es necesario observar que no todas las herejías sobre dos o más
potencias celestiales plantean la idea de que una de ellas es perversa, condición necesaria
para llegar al gnosticismo. El antinomismo está presente en un segmento minoritario de
las interpretaciones heréticas de las dos potencias en el cielo. Pero el paso es muy corto, y
los debates talmúdicos permiten entrever la existencia de minim antinómicos.

También debemos tomar el recaudo de señalar que los rabinos del Talmud no
siempre apuntaban sus ataques a minim judíos. A veces el blanco de sus críticas eran
gnósticos ajenos al judaísmo, y en otras ocasiones eran cristianos. No obstante, como
apunta Birger Pearson, parece claro que un porcentaje sustancial del debate rabínico
estuvo dirigido contra sus propios herejes. (71)
68

En su libro, Segal presenta una tabla que sintetiza sus hallazgos sobre los esfuerzos
rabínicos en torno de los versículos peligrosos. Incluye también los pasajes no conflictivos
de la Biblia a que acudieron estos religiosos, en su intento de demostrar el error de las
interpretaciones heterodoxas. En estas páginas la reproducimos en forma simplificada.

También Moritz Friedländer aporta evidencia talmúdica de este tipo. Por ejemplo,
una misná de Yohanan ben Zakkai, rabino del primer siglo, admoniza que el tema de la
Creación “no debe ser estudiado a no ser que quien lo haga sea un auténtico Sabio”, y que
“a quienquiera ponga esta cuestión en su mente” y “no tuviere respeto por el honor del
Creador más le hubiere valido no haber nacido” (Hag. 77a). Friedländer y Pearson
confluyen en que esta es una típica advertencia contra la diferenciación gnóstica entre un
Alto Dios y una deidad creadora inferior. (72)

De similar propósito es la midrás que afirma que el mundo nació con una beta (en
referencia a la primera letra de la Torá) y no con un aleph, porque en hebreo beta connota
bendición y aleph sugiere una maldición: no vaya a ser que los herejes encuentren
justificación para la blasfemia de que el mundo fue creado con el soez lenguaje de las
profanaciones (Gen. Rab. 1.10). (73)

También está la historia de un discípulo del rabino R. Jonathan, que se unió a unos
minim en Capernaum que practicaban el amor libre, tal como los ofitas condenados por
heresiólogos cristianos. En el relato talmúdico (Eccl. Rab. 1.8.4) Jonathan grita
atormentado: “¡¿Es ésta una manera de comportarse para judíos?!” (74)

Pearson concluye:

“La especificidad de las polémicas midrásicas y talmúdicas contra la herejía no


dejan dudas de que existían gnósticos judíos en Palestina, y que por lo menos
desde el segundo siglo, sino más temprano, representaron una gran amenaza para
muchos círculos judíos.” (75)

Por su parte, Segal señala que los debates registrados por los redactores del
Talmud parecen haberse originado en Palestina. Pearson concurre. Incluso existen
pruebas, documentadas por Manuel Joël, de que los rabinos palestinos del primer siglo
conocían el diagrama ofita y combatían a minim judíos adictos a esa herejía. (76) Cuando
el centro de la vida judía se trasladó a Babilonia, el desafío planteado por estas creencias
parece haberse diluido. Según Segal, a los minim se los apartó con varios métodos
complementarios:

1. Excluyéndolos de las sinagogas,


2. Insistiendo en el valor del Primer Mandamiento como refutación de toda
interpretación dualista de la Escritura, y
3. Prohibiendo oraciones heréticas en la liturgia.
69

Una vez que los rabinos consiguieron que las oraciones fueran apropiadamente
monoteístas, herejes y rabinos se separaron por consentimiento mutuo. Los minim
siguieron proliferando en Palestina, pero ya apartados de la comunidad judía. (77)

Aparentemente, estas prácticas fueron importantes en los siglos formativos del


Talmud. Después, la inmensa mayoría de los observantes reemplazó la lectura de la Biblia
por el estudio de ese nuevo compendio de reflexiones autorizadas sobre la Biblia. Y así, los
versículos peligrosos dejaron de serlo. Con pocas excepciones, la herejía quedó limitada a
sectas que ya se habían separado del judaísmo.

La conclusión de Segal es que:

“La radicalización del gnosticismo fue el producto de una batalla entre rabinos,
cristianos y varios otros sectarios de las ‘dos potencias’ que habitaban los
suburbios del judaísmo. La batalla fue registrada como un debate sobre el
significado de varios segmentos de las Escrituras, entre los cuales se encuentran
todas las angelologías y teofanías del Antiguo Testamento, seguidos de cerca en
importancia por los plurales usados por y acerca de Dios. (…) Desde un punto de
vista rabínico, la polémica estaba justificada por la fácil disposición de los sectarios
a diluir el monoteísmo estricto para apoyar tradiciones vinculadas a sus
antepasados, héroes y salvadores. Desde la perspectiva opuesta, el intento de
establecer un judaísmo ‘normativo’ fue percibido como exclusivista, contribuyendo
a la radicalización de las comunidades sectarias. Por lo tanto, es posible decir que
el gnosticismo surgió de la polarización de la comunidad judía acerca del status del
principal ángel de Dios.” (78)

Segmentos bíblicos “peligrosos” (según A.F. Segal, ob.cit., pp. 148-149)

a) Evidencia del período tanaico o misnásico (entre 70 y 200 EV)

Apariencias contradictorias de Dios


- Éxodo 15:3 vs. Ex. 24:10 y siguientes.
- Daniel 7:9 y sig., más tarde Ps. 22:2
- Aher y Metatron
- Daniel 7:9 s.
- Éxodo 24:1 s.
- Quizá: Ps. 37:25 . (LXX 36:25)
- Ps. 104:31 (LXX 103:31)
- Ex. 23:21

Una controversia entre Ishmael y Akiba; El Cielo y la Tierra como potencias


divinas:
70

- Génesis 1:1
- Génesis 4: 1
- Génesis 21:20
- Advertencias midrásicas contra las Dos Potencias:
- Deuteronomio 32:39
- Números 15:30
Prohibiciones litúrgicas en la Misná
- Deuteronomio 22:6
Muchas potencias en el Cielo; Adán como criatura divina:
- Génesis 1:26 Gen. 2:7 etc.
- Génesis 19:24
- Amos 4:13

b) Evidencia del período amoraico o talmúdico (entre 200 y 500 EV)

¿Cuántas potencias crearon el mundo?


- Génesis 1:26
- Génesis 11:7
- Génesis 35:7
- Deuteronomio 4:7
- 2 Samuel 7:23
- Daniel 7:9
- Génesis 1:1
- Génesis 1:26
- Josh 22:22
- Ps. 50:1 (LXX 49: 1)
- Josh. 24:19
- Dt. 4:7
Ángeles y socios divinos
- Génesis 1:1
- Génesis 1:1
- Génesis 2:4

Acápite 5
Filón de Alejandría y la secta de los maghariyya

Si la herejía se difundió desde Palestina en tiempos talmúdicos, en una etapa


previa probablemente haya viajado desde la Alejandría helenizada hacia la Tierra Santa. O
no. Las influencias mutuas entre Palestina y la diáspora fueron complejas. Lo cierto es que
Filón de Alejandría, filósofo judío helenizado de la generación inmediatamente anterior a
Jesús, enseñaba que el cuerpo y el alma irracional del hombre fueron creados por ángeles,
no por Dios.
71

Filón fue un hombre a la vez piadoso y racional. No solamente no llegó a la herejía


sino que la condenó severamente. Pero su razón lo puso siempre en el umbral de la
misma. Por ejemplo, reflexionando sobre Génesis 31:13, se pregunta si allí no se hace
alusión a la existencia de dos dioses. En su versión actual el versículo dice: “Yo soy el Dios
que se te apareció en Betel”. Filón lo transcribe “Yo soy el Dios que se te apareció en el
lugar de Dios”, porque Bet-El significa “lugar de Dios”. Por eso, con toda honestidad
aconseja una cuidadosa reflexión, coqueteando con la herejía de las dos potencias
celestiales. (79)

Filón no estaba solo. La secta judía de los maghariyya o magarianos, que siguió
activa en el norte de África hasta por lo menos el s. X EV, sostenía que existen tanto un
Alto Dios como un creador angelical del mundo, diferenciado del primero. Éstos creían
que los pasajes antropomorfos de la Biblia corresponden no a Dios sino a ese ángel
creador. Harry Wolfson, un estudioso de estos temas, ha sugerido que la idea gnóstica de
un demiurgo puede haberse derivado de esta tendencia del judaísmo, que no obstante su
marginalidad se manifestó a lo largo de más de un milenio. (80) Quispel suscribe una tesis
similar, asociando la doctrina magariana al gnóstico Cerinto, a quien considera un judío
cristiano. Más aún, considera que los magarianos debieron existir en Palestina en tiempos
anteriores a Jesús. (81) Aunque el demiurgo compartido por Filón y los magarianos no era
perverso, la idea se aproxima mucho a otras más radicales que pueden interpretarse
como reacciones contra la iniquidad del Yahvé bíblico.

Por otra parte, los hallazgos de la Geniza de El Cairo (1896) y del Mar Muerto
(1947) (82) permitieron corroborar a través de fuentes antiguas las crónicas judías
caraítas del Medioevo, (83) escritas en arábigo, acerca de los magarianos. Siguiendo a
John C. Reeves:

“La información sobre los magarianos proviene de cuatro autores medievales, al-
Qirqisani, al-Biruni, al-Shahrastani y Judah Hadassi. A su vez, éstos se basaron en
dos fuentes anteriores, en gran medida perdidas: Da'ud ben Marwan al-
Muqammis, un exégeta del siglo IX que flirteó con el cristianismo antes de regresar
al judaismo, y el teólogo musulmán Abu `Isa al-Warraq, un supuesto ‘hereje’
(zindiq) ocasionalmente acusado de simpatías maniqueas. La descripción que
brinda el exegeta caraíta Ya'akov Qirqisani sobre los magarianos o maghariyya,
quizá la más completa, los ubica en tiempos pre-cristianos, entre las figuras de
Zadok (un judío opuesto a los fariseos, autor de tratados legales) y Jesús.”

Entre los miembros de la secta, Qirqisani menciona a un “famoso alejandrino” que


ha sido identificado con Filón. (84) De esta manera, Filón y la secta magariana quedan
ubicados en un lugar próximo al gnosticismo.
72

Según Friedländer y Pearson, la trayectoria intelectual que fue plasmando la


herejía gnóstica en el judaísmo alejandrino comenzó con la tendencia a interpretar
alegóricamente el Pentateuco. Esto condujo a divisiones en la diáspora. Por un lado
estaban aquellos que interpretaban la Torá al pie de la letra y por el otro quienes estaban
bajo la influencia del neoplatonismo. Éstos argüían que la “filosofía divina” de los griegos
se había nutrido en la Ley Mosaica. El propio Filón suscribía esta teoría, sin ser el primero.
Tuvo por precursores a Aristóbulo, Seudo-Aristeas y Seudo-Salomón. (85) La principal
fuente de donde extraían inspiración teológica era el Timeo. Esta es una extraña obra de
la madurez de Platón, un ensayo de cosmología racional influido por las matemáticas
pitagóricas que posteriormente, ya en tiempos cristianos, algunos creyeron inspirada por
el Espíritu Santo.

Pero una cosa era abrevar en Platón y el neoplatonismo para enriquecer al


judaísmo con contenidos filosóficos griegos. Otra llegar al extremo de negar la Ley ritual.
Filón compartía la tendencia a interpretar el Pentateuco alegóricamente pero condenaba
el antinomianismo. Esto está documentado por Friedländer a través del texto de Filón,
Sobre la Migración de Abrahán, donde el filósofo polemiza contra los alegoristas que se
apartan de la letra de la Ley. Este escrito delata un grave cisma en el judaísmo diaspórico.
Sus partes fueron un bando relativamente “ortodoxo” y otro antinómico, rechazado por el
filósofo. (86)

Según la hipótesis de Friedländer, algunas herejías presuntamente cristianas (como


los ofitas, caínitas, setianos y melquizedequianos) provendrían de estos herejes judíos.
(87) La afirmación del investigador decimonónico está basada en los contenidos atribuidos
a estas sectas y también en los alegatos de heresiólogos. Un ejemplo es el de (San)
Filastrio, obispo de Brescia, cuya obra de los alrededores del año 383, Diversarum
hereseon liber, menciona a los ofitas, cainitas y setianos como sectas judías que
florecieron antes del cristianismo. Lamentablemente, los textos de estos grupos no han
sobrevivido.

Estos herejes eran antinómicos que veneraban a la serpiente y creían que el


mundo material había sido creado por una deidad inferior. Como se infiere de su escrito
Sobre la Posteridad y el Exilio de Caín, Filón los conocía antes de la era cristiana. (88) El
alejandrino argüía contra ellos en los mismos términos en que, un siglo más tarde, (San)
Ireneo de Lyón lo haría contra gnósticos cristianos. (89) Igualmente significativa es su
condena de los apóstatas, en De las Leyes Especiales. El contexto allí es el de una discusión
sobre Dios y sus Mandamientos:

“Si algunos miembros de la nación (israelita) traicionan el honor debido al Uno,


sufrirán las penas más gravosas. Han abandonado su deber más importante y su
servicio en las huestes de la piedad y la religión. Han elegido la oscuridad a la luz.
Han cegado su mente, que poseía en potencia una visión recta. (90)
73

También elocuente es que en De la Confusión de las Lenguas, Filón condenara a


judíos que rechazaban las leyes rituales y ni siquiera recurrían a la alegoría para denunciar
pasajes “objetables” del Génesis. El filósofo retruena indignado:

“Aquellos que están disgustados con sus instituciones ancestrales y que siempre se
esfuerzan por criticar las leyes, usan pasajes como Génesis 11:1-9 para justificar su
apostasía. Esa gente impía dice, ‘¿Aún contemplas a los mandamientos con
solemnidad, como si representaran cánones auténticos? Mira, tu libro
supuestamente sagrado contiene mitos como los que ridiculizas cuando los oyes
recitados por otros.” (91)

De manera similar, en Sobre el Decálogo Filón denuncia a quienes “con frenesí


estridente publican en el extranjero muestras de su impiedad, blasfemando contra la
Divinidad” y generando gran turbación entre los creyentes. (92)

Finalmente, cuando en sus Preguntas y Respuestas acerca del Génesis, el


alejandrino afirma que “Dios no alberga dudas ni envidia”, parece estar refutando en
forma directa un texto gnóstico reencontrado en 1945, El Testimonio de la Verdad, en que
se adscriben precisamente estas cualidades al Demiurgo. (93) Todos estos elementos
apuntan a la existencia de gnósticos judíos.

Según emerge de la investigación de Fiedländer y su reivindicación por Pearson, las


doctrinas gnósticas eran toleradas y hasta alentadas por algunos en los círculos ortodoxos,
siempre que no atentaran contra el honor y la unidad de Dios. Así surgió una distinción
entre una gnosis verdadera y otra falsa. La segunda se caracterizaba por la arrogancia
contra Yahvé. Esta distinción parece haber sido común a los judíos de Palestina y de la
diáspora alejandrina. (94)

Por otra parte, la evidencia sugiere que, más allá de las inclinaciones filosóficas de
círculos diaspóricos como el de Alejandría, en Palestina una tendencia a la revuelta
teológica debió haber sido potenciada por la decepción provocada por el hecho de que el
Mesías no llegara, a pesar de los siglos de dominación sufrida en manos de diversos
imperios. Pearson señala que:

“El judaísmo es una religión que se toma la historia en serio y que tiene una
marcada tendencia al mesianismo. Como tal, es un ámbito natural para el
surgimiento de una actitud de revuelta en circunstancias críticas. Hay mucho a
favor de la conjetura de que el gnosticismo antiguo se haya desarrollado en parte
en el contexto de un mesianismo decepcionado, o mejor dicho en un mesianismo
transformado (...). En el período antiguo, un mesianismo transmutado de este tipo
se entiende mejor en el territorio nacional, en Palestina misma, que en la
Diáspora.” (95)
74

De similar opinión es Pheme Perkins:

“Parece probable que algunos de esos judíos heterodoxos encontraran el camino a


círculos cristianos donde la tradición judía era a la vez aceptada y rechazada. Es
posible que fuera en ese contexto donde nació lo que conocemos como la exégesis
típicamente gnóstica del Antiguo Testamento. La interpretación esóterica y quizá
también la filosófica del Antiguo Testamento se volcaron en contra de esa tradición
y su Dios.” (96)

Por otra parte, los descubrimientos arqueológicos más recientes también parecen
confirmar que la herejía gnóstica estaba instalada entre algunos núcleos judíos de
Alejandría y Palestina antes del advenimiento del cristianismo. La metodología empleada
por los expertos consiste en identificar tradiciones judías en los textos gnósticos. Pearson
dedica el capítulo 3 de su libro a la temática de “Tradiciones Hagádicas Judías en El
Testimonio de la Verdad de Nag Hammadi”. Allí encuentra lecciones gnósticas típicamente
midrásicas a las que regresaremos más adelante.

Esta conjetura sobre el origen judío del gnosticismo se fortalece cuando


consideramos que la mitología gnóstica está imbuida de elementos platónicos adaptados
a la Biblia. Este es precisamente el tipo de filosofía que los judíos ilustrados importaban y
procesaban, adaptándola a su pensamiento religioso.

La evidencia es impresionante cuando consideramos el conjunto de ideas que


emerge del Timeo. Allí nos encontramos con que el universo ha sido creado por un
artesano divino, el Demiurgo, que es eterno pero no omnipotente. Estaba obligado a
modelar su creación sobre la base de formas arquetípicas preexistentes. Bastaba con que
algunos leyeran atentamente la Torá para que se enteraran de que, como el demiurgo de
Platón, Yahvé no es todopoderoso. La coincidencia sería impactante.

Además, según Platón el Demiurgo no era el Dios Supremo: había otro por encima
de él. Esta idea platónica prevalece en todo el gnosticismo y es probable que los primeros
en esbozarla en un contexto de reinterpretación bíblica fueran algunos judíos cultos, que
cargaban con una Revelación cuyo protagonista era claramente malvado a la vez que
limitado. ¡Platón tiene razón!, habrán pensado estos buenos herejes. Un Dios Altísimo por
encima de Yahvé debe necesariamente existir.

Finalmente, el ateniense sostenía que el Cosmos era en sí mismo un ser viviente


con una mente (nous) y un alma (psyche), a la vez que cada ser humano también estaba
dotado de estos atributos. La nous de cada uno de nosotros, agregaba, porta su daimon o
chispa divina. ¡El problema de la Biblia quedaba resuelto! La Revelación estaba
incompleta. Como el mismo Pentateuco dice entre líneas, no alcanza con saber que Yahvé
es el creador de este mundo. Su limitación y su iniquidad nos llevan a poner las miras más
allá de Él.
75

Montando el platonismo tardío sobre la Biblia todo se tornaba teológicamente


admisible. (97) La Escritura sería forzosamente reinterpretada por las gentes más audaces
e ilustradas. Bastaba agregarle al libreto platónico la idea de que el Demiurgo es perverso
como Yahvé, y que su nacimiento fuera el producto de un pecado contra el Altísimo
perpetrado por la Sabiduría, un espíritu superior que es en sí mismo una emanación de
aquel Dios que está más allá de dios.

Hasta el piadoso Filón consideraba a Sofía una dynamis o potencia divina. Los
minim simplemente tomaron esta doctrina y la reformularon de manera más audaz y
herética. (98)

Acápite 6
Sofía: los orígenes judíos del principal mito gnóstico

Las ideas provenientes de herejías judías que hemos atisbado en acápites


anteriores desembocaron en el gnosticismo. Cuando los rebeldes descartaron el Antiguo
Testamento, como sucedió con los mandeos y también con el hereje cristiano Marción de
Sínope, las viejas Escrituras fueron olvidadas. Pero la mayoría de las veces se rescató el
Libro del Génesis, reinterpretándolo. En tales casos, el sistema de creencias emergente se
caracterizó por:

1. El reconocimiento de la perversión de Yahvé,


2. La noción de que por encima de Él debe existir un Alto Dios, y
3. La introducción de una instancia mediadora entre Éste y el Demiurgo. (99)

En la mayoría de las variantes del gnosticismo esta instancia celestial se llamó Sofía
(o sea Sabiduría). (100) Y como veremos, este mito también tiene origen judío.
Ciertamente, cuando surgió el gnosticismo la Sabiduría ya era un importante eje de
reflexión judía. Incluso estaba convertida en ente personificado, como si fuera un espíritu.
Quien más investigó estas raíces fue el jesuita George MacRae. Sin negar un cruce de
influencias complementarias de origen griego e incluso egipcio, señaló los numerosos
elementos que delatan el origen judío de Sofía. En su trabajo registra abundantes
paralelos de los libros de Sabiduría, Proverbios y Jubileos:

- Sofía es personal.
- Sofía está íntimamente unida a Dios, siendo su aliento, emanación, reflejo e
imagen (Sab vii:25-26). Es la primera de sus creaturas (Prov viii:22). Es su
compañera (Prov viii:30).
- Sofía habita en las nubes (Ecli xxiv:4; LXX Bar iii:29).
- Sofía fue por lo menos un instrumento en la creación del mundo (Prov
iii:19, viii:27-30, etc.).
76

- Sofía comunica su sabiduría y revelación a los hombres (Sab).


- Sofía desciende al mundo de los hombres (I Hénoc xlii:2; LXX Bar iii:37).
- Sofía asciende de regreso a su morada celestial (I Hénoc xlii:2).
- Sofía está vinculada a una estructura cósmica de siete dimensiones (Prov
ix:I).
- Sofía se identifica con la vida (Prov viii:35; LXX Bar ix:14, etc.) y es ella
misma un árbol de la vida (Prov iii:18; cf. I Enoch xxxii:3-6). (101)

Es por estas y otras evidencias que MacRae concluye:

“Como se ha dicho muchas veces, la actitud gnóstica proviene de una revuelta, y es


una revuelta contra el judaísmo. No obstante, debe concebirse como una revuelta
al interior del judaísmo.” (102)

O como dice Nils A. Dahl, elaborando sobre paralelos y diferencias entre la


Sabiduría judía y la Sofía gnóstica:

“En algunos textos se llama Prunichos, la Libidinosa, quedando diferenciada de una


Sofía más encumbrada. En muchos sentidos es una variante gnóstica de la Hokmah
personificada de la literatura judía de la sabiduría (por ejemplo, Proverbios 8, Job
28, Ecli 24). Pero en mayor medida que su antecesora, la Sofía gnóstica posee los
rasgos de una deidad femenina. (…) Es una figura materna, la Madre Universal y
también la madre del Arconte, su feto abortado. Se identifica con la Eva Celestial,
la ‘madre de los vivos’, y con el espíritu (‘rûah’), que es femenino. Ella es el Espíritu
de Dios que se movía en el agua (Gen 1:2b).” (103)

En el mito gnóstico, Sofía es elevada al lugar de madre de la deidad menor que


creó al hombre y al mundo material. Ella es un espíritu divino, un ‘eón’ femenino, una
emanación del Altísimo. Concibió a Yahvé por sí misma, sin el auxilio de un eón masculino.
En otras palabras, se clonó. Ese error resultó en un desastre cósmico. Su hijo, que es a su
vez nuestro creador, porta otro nombre. El más común de sus apelaciones sustitutas es
Yaldaboath. Es un Demiurgo defectuoso, producto de la caída de su madre en el error. Por
eso la Revelación que Él protagoniza está incluso equivocada. Pero el hombre que creó
porta la chispa divina de Sofía. Y el regreso de Ésta a la plenitud del Altísimo, el Pleroma,
posibilita nuestra salvación.

Con la incorporación de Sofía, sublime emanación del Dios que está más allá de
dios, los gnósticos creyeron haber resuelto el problema de la Creación sin negar los
contenidos del Libro del Génesis. Sólo había que completarlo. Por otra parte, el propio
Platón había enseñado que el hombre posee una chispa proveniente del Altísimo y que
por eso es redimible. Comprendiendo que la Serpiente es buena, no mala, porque al
alentarnos a conocer sobre el Bien y el Mal nos comunicó con la Incorruptibilidad,
surgieron las sectas ofitas que según los heresiólogos tuvieron origen judío. Veneraban a
ese noble pero vilipendiado animal que nos acercó a Sofía: un áspid que quizás fuera
emanación del mismísimo Altísimo.
77

La salvación metafísica de la humanidad entera, no ya la terrenal y militar del


pueblo de Israel, era posible. ¡Y henos aquí que un filósofo ateniense nacido en 429 AEV
conocía la solución sin haber tenido acceso a nuestras Escrituras! El resultado sería
primero el gnosticismo judío y después el cristiano. Por cierto, ¡hasta el mismo Salvador
del cristianismo parecía profetizado en las ideas del ateniense!

Esta es una simplificación de la más común de las versiones del mito gnóstico. La
Biblia de los judíos de Alejandría, que posteriormente se convertiría en el Antiguo
Testamento del catolicismo bajo el nombre de Septuaginta o Biblia de los Setenta, no llega
hasta este extremo, pero en dos de sus libros incorpora a Sofía de una manera
personificada, típicamente estoica, casi como si fuera una diosa: Sabiduría (104) y
Eclesiástico.

Para Filón estas serían alegorías poéticas o filosóficas sin ribetes heréticos, pero
para todos aquellos que, preocupados por la iniquidad de Yahvé, buscaran reinterpretar el
Génesis, era el principio de una audaz aventura teológica. Ciertamente, la personificación
de Sofía que allí encontramos es muy similar a la de las escrituras gnósticas recuperadas
arqueológicamente en Nag Hammadi. Por ejemplo, el Rey Salomón nos dice en el Libro de
la Sabiduría:

7:21 Conocí todo lo que está oculto o manifiesto, porque me instruyó Sabiduría, la
artífice de todas las cosas.
(...)
7:24 Sabiduría es más ágil que cualquier movimiento; a causa de su pureza, lo
atraviesa y penetra todo.
7:25 Ella es exhalación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del
Todopoderoso: por eso, nada manchado puede alcanzarla.
(...)
8:2 Yo la amé y la busqué desde mi juventud, traté de tomarla por esposa y me
enamoré de su hermosura.
8:3 Su intimidad con Dios hace resaltar la nobleza de su origen, porque la amó el
Señor de todas las cosas.
8:4 Está iniciada en la ciencia de Dios y es ella la que elige sus obras.

A su vez, en Eclesiástico (105) nos encontramos con que Sofía es incorporada al


mito etnocéntrico propio de la Biblia judeocristiana:

24:1 Sabiduría hace el elogio de sí misma y se gloría en medio de su pueblo,


24:2 abre la boca en al asamblea del Altísimo y se gloría delante de su Poder:
24:3 "Yo salí de la boca del Altísimo y cubrí la tierra como una neblina.
24:4 Levanté mi carpa en las alturas, y mi trono estaba en una columna de nube.
24:5 Yo sola recorrí el circuito del cielo y anduve por la profundidad de los abismos.
78

24:6 Sobre las olas del mar y sobre toda la tierra, sobre todo pueblo y nación, ejercí
mi dominio.
24:7 Entre todos ellos busqué un lugar de reposo, me pregunté en qué herencia
podría residir.
24:8 Entonces, el Creador de todas las cosas me dio una orden, el que me creó me
hizo instalar mi carpa, él me dijo: “Levanta tu carpa en Jacob y fija tu herencia en
Israel”.

Esto no es ni más ni menos que neoplatonismo judío con influencia estoica,


incorporado al canon bíblico de la diáspora de Alejandría (aunque no al de Palestina, que
resultaría dominante). Es alegoría poética para quien así quiera interpretarlo, pero para
quien quiera reinterpretar a la Torá puede ser mucho más.

Finalmente, si de la Septuaginta pasamos al Primer Libro de Henoc, un apócrifo


judío, crece aún más la evidencia del vínculo entre el judaísmo y los gnósticos. (106) Su
Capítulo 42 nos dice:

Sabiduría no encontró lugar donde residir;


Entonces se le asignó un lugar en los cielos.
Sofía se lanzó a establecer su hogar entre los hijos del hombre,
Y no encontró lugar donde residir:
Sabiduría regresó a su lugar,
Y tomó su asiento entre los ángeles.
Y la injusticia salió de su habitáculo
Ella encontró a quien no había buscado.
Y convivió con ellos
Como la lluvia en el desierto
Como el rocío en una tierra sedienta.

Este texto judío (parte del canon de la Iglesia Ortodoxa Etíope que
inesperadamente apareció en hebreo entre los Rollos del Mar Muerto) es una descripción
poética y tristemente patética de la desesperada situación de Sofía. El texto podría
intercalarse en una escritura gnóstica sin desentonar, en alusión al desastre cósmico
producido cuando engendró al Demiurgo.

Estas evidencias llevaron al Cardenal Jean Daniélou a concluir que: “Las tradiciones
gnósticas son la continuación, en el cristianismo, del esoterismo judío”. (107)
Conclusiones similares fueron alcanzadas por Walter Schmitals y Jack T. Sanders, que
sostienen que la personificación de la Sabiduría típica de la literatura judía es el prototipo
de la figura del Redentor Celestial, también típica de la mitología gnóstica. (108)
79

Como se ve, los orígenes judíos del gnosticismo, que reinterpreta al Pentateuco
usando figuras como la de Sofía, parecen refrendados de muchas maneras. Por ejemplo,
son recurrentes los descensos de Sofía al mundo material, presentes tanto en algunos de
los hallazgos gnósticos de Nag Hammadi como en los capítulos citados de los libros de la
Sabiduría, Eclesiástico y Henoc. En su Introducción a Protennoia Trimórfica, una escritura
gnóstica cuyo título en lenguaje lego significa “El Triforme Primer Pensamiento Divino”,
John D. Turner arguye que el triple descenso del Pensamiento Primigenio es un derivado
de las escuelas helenistas de la tradición judía de la Sabiduría. De allí surgiría la
personificación de esta figura y el posterior esclarecimiento de la humanidad, tal como se
encuentran en 1 Henoc 42, Ecli 24 y Sabiduría 7-8, y también en Filón. Dice el investigador:

“Parece que los dos descensos frustrados de 1 Henoc 42 y el exitoso de Ecli 24 se


combinan en un total de tres descensos al mundo inferior, dos de los cuales se traducen
en una liberación parcial, conduciendo el tercero al despertar final y a la salvación de
todos aquellos que la reciben”.

Según Turner este texto perdido y reencontrado pasó por tres etapas y enmiendas:
la primera construcción tiene impronta del judaísmo helenístico, la segunda sumó
elementos barbelitas (109) y la tercera le incorporó materiales del cristianismo joanneo.
(110)

Este análisis nos conduce directamente al de James M. Robinson, en la


introducción general a su compilación de la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi. Según él,
son los textos setianos de esa colección los que atestiguan un gnosticismo pre-cristiano:

“El mayor grupo de los escritos de este grupo no contiene elementos cristianos en
absoluto (Las Tres Estelas de Set, Alógenes, Marsanes, El Pensamiento de Norea); otros
contienen apenas algunos motivos cristianos (Zostriano, El Apocalipsis de Adán) o
despliegan una pátina cristiana ocasional (Protennoia Trimórfica, El Evangelio de los
Egipcios), mientras sólo unos pocos (La Hipóstasis de los Arcontes, Melquizedek, El
Apocrifón de Juan) se acercan a lo que se llama gnosticismo cristiano. En ninguno de estos
textos se deriva la mitología de una fuente primariamente cristiana. El ingrediente
cristiano es tan externo a la sustancia central del texto que uno está inclinado a pensar
que fue agregado por un editor, traductor o escriba (...) Sus raíces se encuentran en la
especulación judía sobre la Sabiduría (...). Así, uno concluye que aunque el conjunto
setiano era útil para los cristianos (como otros textos no cristianos del Antiguo
Testamento), derivan de un gnosticismo ‘judío’ no cristiano.” (111)

Por otra parte, el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto converge con estas
conclusiones porque documentó la pluralidad teológica de los judaísmos del primer siglo.
Siguiendo a Robinson:
80

“Ese hallazgo fue al conocimiento sobre los esenios lo que el descubrimiento de


Nag Hammadi fue a los gnósticos. (...) Ahora sabemos que se trataba de una secta
judía que había cortado sus relaciones con el Templo de Jerusalén, retirándose al
desierto en Wadi Qumrán. Entendían su situación en términos de la antítesis entre
la luz y la oscuridad, la verdad y la mentira, un dualismo que se enlaza hacia atrás
con el dualismo persa y hacia delante con el gnosticismo. La historia del
gnosticismo, según emerge de la biblioteca de Nag Hammadi, retoma este
desarrollo donde lo deja la historia de los esenios documentada en los Rollos del
Mar Muerto. Tradiciones místicas judías posteriores, rastreadas especialmente por
Gershom Scholem, han demostrado que por extraño que parezca, las tendencias
gnósticas continuaron teniendo una existencia clandestina en el contexto del
judaísmo normativo.” (112)

El tema parece bastante claro. La evidencia documental apunta en la misma


dirección que el sentido común. Nuestra hipótesis no ha sido falseada por la prueba a la
que fue sometida. Aunque los modelos persa y neoplatónico no hubieran estado al
alcance de la mente, algo parecido al gnosticismo tenía que surgir por generación
espontánea en el contexto del judaísmo. Dado el problema bíblico de la iniquidad de
Yahvé y el hecho sorprendente de que éste no sea omnipotente, algunos hombres libres y
honestos tenían que concluir, entre otras cosas, que hay un Dios más allá de Dios y que la
Serpiente es buena. Este emergente del sentido común no es ni más ni menos que la
solución gnóstica al problema enunciado. Es la única solución posible para quienes sigan
creyendo que el Pentateuco es palabra revelada.

Coincidente con lo dicho, el hallazgo de Nag Hammadi nos obsequió un texto, El


Testimonio de la Verdad, que contiene un conmovedor párrafo señalado por Pearson por
su claro estilo midrásico. Allí un maestro razona sobre la perversión del Demiurgo, casi
resumiendo nuestro estudio previo de la Torá:

¿Pero que clase de Dios es este? Primero le prohibió maliciosamente a Adán


comer del árbol del conocimiento. Y después dijo, “Adán, ¿dónde estás?” Dios
carece de conocimiento anticipado, porque [de lo contrario] ¿no hubiera tenido
respuesta desde el principio? *Y+ después dijo, “expulsémosle de este lugar, no
vaya a ser que coma del árbol de la vida y viva para siempre”. Por cierto que ha
demostrado ser un resentido envidioso. ¿Y qué clase de Dios es este? Porque
grande es la ceguera de aquellos que leyeron y no le conocieron.” (113)

Sin duda que hubo innumerables judíos, tanto en Palestina como en Alejandría y
más allá, que sacaron estas conclusiones y se convirtieron en minim antes del
advenimiento del cristianismo.

Para tal Señor, tal herejía.


81

PARTE III
PARALELOS ENTRE EL OCCIDENTE DE LOS DERECHOS HUMANOS
UNIVERSALES Y LA HEREJÍA GNÓSTICA

Introito
El planteo

Los gnósticos, que comenzaron a desarrollarse con las “especulaciones ardientes”


de sabios judíos rebeldes frente a un Yahvé genocida, se alejaron del mandato bíblico
sintetizado en la fórmula “disciplina interna más ferocidad externa”. No fueron
disciplinados ni feroces. Fueron masacrados por una Iglesia cristiana que se adaptó con
perfección a esa consigna, reemplazando al Pueblo Elegido de Yahvé Elohim, que pecó
porque aunque fue disciplinado no fue genocida. Cuando la admirable herejía resurgió
bajo la enseña del catarismo, sus cultores fueron aniquilados con más saña aún. En ambos
casos, las víctimas eran más cultas y sofisticadas que sus victimarios.

En los tiempos actuales, una civilización judeocristiana que, de tan humanitaria, ha


superado los mandatos presuntamente divinos engendrando una ética cívica laica y
superior, está siendo puesta en jaque por un extremismo islámico que sigue los primitivos
mandatos de sus Sagradas Escrituras. Como en el caso de los gnósticos, va a ser
avasallada.

Hay importantes diferencias entre la reacción gnóstica a la perversión de Yahvé,


que aunque herética fue religiosa, y la reacción occidental, que es secular. Pero los
paralelos son interesantes, particularmente teniendo en cuenta que nos separan dos
milenios.

En el caso de Occidente la derrota es segura, particularmente si se tiene en cuenta


que en el último medio siglo los países de Europa occidental han alentado una invasión de
islámicos que conducirá casi inevitablemente a su conquista demográfica. En 1982 el
porcentaje de población musulmana de la Europa de los 15 era de sólo el 1,9%. En 2003
ese guarismo había saltado al 4%. En 2006 las cifras habían crecido cuánticamente:

Francia: casi 6 de sus 63 millones de habitantes (10%)


Holanda: casi 1 de sus 16 millones (4,8%)
Alemania: 3 de sus 82 millones (3,6%)
Reino Unido: 1,6 de sus 58 millones (2,8%)
España: 1 de sus 43 millones (2,3%)
Suecia: 300.000 de sus 9 millones (3%)
Suiza: 311.000 de sus 7,4 millones (4,2%)
82

A esto se agrega que ya cerca del 50% de estos musulmanes nacieron en Europa y
poseen plenos derechos ciudadanos. Su tasa de crecimiento vegetativo es tres veces
superior a la de los no-musulmanes. Su población es mucho más joven que la no-islámica.
Comienzan a tener hijos a edad mucho más temprana. Una generación se mide en 16
años, contra el doble para la población no-islámica. Para 2015, la población musulmana de
Europa se habrá duplicado otra vez, mientras la población no musulmana habrá
disminuido en 3,5%. Según las proyecciones menos pesimistas, en 2050 los islámicos
representarán el 20% de Europa occidental. Otros cálculos han proyectado una mayoría
islámica en Francia hacia 2050.

La sensibilidad al peligro no proviene de un chauvinismo trivial ni de una odiosa


perversión racista. Como se sabe, esta conquista viene acompañada de permanentes
intimidaciones y de un terrorismo transnacional sustentado por suicidios místicos
asesinos. Una consecuencia es que las libertades occidentales están cada vez más
cuestionadas. La intimidación enciende el miedo a ofender y éste castra la libre expresión.
Por eso, después del asesinato del cineasta Theo van Gogh en 2004, emigran de Holanda
los artistas que aspiran a expresarse en plenitud.

Sin ánimo de abrir un juicio moral, el hecho objetivo es que nada de esto hubiera
ocurrido antes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, cuando las defensas
psicológicas y morales de Occidente eran robustas. En tiempos de la Reconquista Española
las poblaciones de origen extranjero ya estarían siendo expulsadas de Europa a cualquier
costo, en fiel cumplimiento del mandato deuteronómico. Pero ahora no existe ninguna
posibilidad de que se acuda a medidas drásticas, porque nos lo prohíbe una ética cívica
superior de origen laico, profundamente anti-bíblica, y porque el hedonismo nos impide
sacrificar los beneficios de corto plazo de la mano de obra barata.

No es el caso de los países musulmanes, de donde las minorías no islámicas han


sido persistentemente expulsadas durante el último medio siglo. Tampoco sufrirán
invasiones semejantes naciones como Japón, que en otros aspectos se han asimilado a la
cultura occidental. Y China no será sometida a una conquista demográfica extranjera, no
sólo por el tamaño de su población sino porque no lo consentiría jamás. Sólo en Occidente
puede dominar el imperativo categórico autodestructivo de la ética cívica de la Ilustración.

Obviamente, el paralelo con los gnósticos es acotado. Son colosales los cambios
acontecidos en dos milenios. Además, éstos jamás gozaron de la posición hegemónica que
ha detentado Occidente entre 1492 y la actualidad, y por eso no tuvieron, como nosotros,
la opción de regresar a una moral cívica más primitiva para vencer. Tampoco tenían
muchas alternativas sus adversarios católicos de entonces: pudieron imponerse gracias a
que fueron cooptados por el poder imperial de Roma, que hasta Constantino había
perseguido a los cristianos.
83

No obstante, frente a sus competidores del ámbito religioso, los gnósticos no sólo
eran superiores sino que en algunos sentidos se parecían a los occidentales secularizados
de los siglos XX y XXI. Perdieron precisamente debido a su carácter más avanzado y
progresista. Exploremos algunos de las asombrosas analogías, dignas de admiración y
estima.

Acápite Único
Los gnósticos frente a la homosexualidad, la androginia,
el principio femenino y la mujer carnal

La malhadada aventura gnóstica fue revolucionaria por el papel del principio


femenino en sus mitologías. También lo fue por el rol de la mujer de carne y hueso, tanto
en sus efímeras instituciones religiosas como en su versión de la vida de Jesús de Nazaret.
Representó una avanzada feminista hasta ahora no igualada en la civilización occidental y
sin paralelos en el mundo actual.

En aquellos tiempos, aún dentro de la Iglesia de Roma la imagen de Jesucristo fue a


veces andrógina. El propio (San) Pablo, en un pasaje de la Epístola a los Gálatas, cita un
dicho que pertenece a una tradición pre-paulina, donde se perfila cierta indefinición
sexual:

3:28 Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer, ya que todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús.

A propósito de este versículo, cuenta Wayne Meeks que unos veinte años después
de la Crucifixión, el hombre o la mujer que presidía una ceremonia de iniciación cristiana
anunciaba ritualmente que “en Cristo... no está lo masculino ni lo femenino”. (114) Luego
esto se perdió y el predominio masculino fue total, excepto entre los gnósticos.

El cristianismo naciente fue muy diverso y la androginia es apenas la punta del


ovillo. Hay indicios de que se discutía una posible homosexualidad de Jesús. Tal parece ser
el caso de la escuela gnóstica antinómica fundada por Carpócrates de Alejandría en el
siglo II. Según (San) Ireneo de Lyón, éste creía que para superar el mundo material en
forma definitiva, nuestra alma (que es eterna pero prisionera de un Creador malvado)
debe atravesar todas las experiencias posibles. Esto es lo que nos permite regresar al
verdadero Dios. Por ese motivo, estos herejes se habrían entregado a todo tipo de
excesos. Los carpocracianos decían poseer un retrato de Jesús pintado por Poncio Pilato, y
veneraban imágenes de Platón, Pitágoras y Aristóteles. Por su parte, (San) Clemente de
Alejandría sostenía que en sus ágapes (como se llamaba a las reuniones de los primeros
cristianos) los carpocracianos practicaban el amor libre.
84

Según una carta de Clemente encontrada y fotografiada en el convento ortodoxo


de Mar Saba por el historiador Morton Smith en 1958, los seguidores de Carpócrates se
guiaban por un perdido Evangelio Secreto de Marcos, donde se insinuaba que Jesús era
gay. (115) La carta, dirigida a un tal Teodoro, discípulo de Clemente, tilda a los
carpocracianos de antinómicos licenciosos. El heresiólogo discurre sobre el Evangelio
según San Marcos y dice que su autor escribió un segundo evangelio destinado a aquellos
que estaban siendo “perfeccionados”. Clemente instruye a su discípulo que niegue la
existencia de esta escritura oculta, agregando que los carpocracianos le introdujeron
secciones falsas. Para ilustrar su alegato, transcribe dos de sus párrafos.

La hipotética existencia de un Evangelio Secreto de Marcos no es sorprendente si


tenemos en cuenta que en sus Evangelios canónicos, Marcos y Mateo reconocen
explícitamente que Jesús impartía enseñanzas secretas para sus predilectos, como
también lo hace Pablo en su Segunda Epístola a los Corintios. Marcos, por ejemplo, nos
dice:
4:10 Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto a los Doce, le
preguntaban por el sentido de las parábolas.
4:11 Y Jesús les decía: “A vosotros se os ha confiado el misterio del Reino de Dios;
en cambio, para los de afuera, todo es parábola,
4:12 a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y
alcancen el perdón”.

Mateo repite casi las mismas palabras en 13:10-14, agregando una referencia al
Antiguo Testamento:

“Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no c
omprenderán, por más que vean, no conocerán.” (116)

Siendo así, entre el evangelio canónico de Marcos y las noticias que tenemos del
evangelio secreto hay un interesante encadenamiento. La posibilidad de un Jesús
homosexual emerge de este vínculo. La primera pista se encuentra en el canónico. En la
escena del arresto de Jesús, y luego frente a su tumba, hace su aparición un enigmático
discípulo joven y semidesnudo. Marcos nos cuenta que cuando prenden al Salvador, en
circunstancias en que todos lo abandonan y huyen:

14:51 Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron;


14:52 pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.

Este episodio sólo aparece en Marcos y no alcanzaría para conjetura alguna si no


fuera porque en su condena a los carpocracianos, Clemente cuenta que éstos alegaban
que la versión secreta del Evangelio contiene la frase gymnon gymnō, que significa
“hombre desnudo con hombre desnudo”, que en esa cultura era indicativa de una
relación sexual explícita.
85

Como arguye Smith, el texto de Clemente por lo menos sugiere que en tiempos
muy cercanos a la Crucifixión se discutía la posibilidad de que Jesús hubiera tenido un
vínculo romántico o erótico con un joven. En su alegato, el heresiólogo no niega esta
relación; sólo afirma que no hubo falta contra la castidad. Niega que Jesús y el joven
hayan tenido relaciones sexuales pero no que estuviesen enamorados. (117)

Por otra parte, aunque esta especulación resulte osada, consta en el Nuevo
Testamento canónico que Jesús violaba las convenciones judías de entonces, hablando
abiertamente con mujeres e incluyéndolas entre sus acompañantes. Esto por sí solo ubica
al cristianismo primitivo en un plano de superioridad cultural frente a su versión actual. El
Evangelio según San Lucas da testimonio de ello. Cuando Marta se queja de que carga con
todas las tareas domésticas propias de una anfitriona mientras su hermana María sólo
escucha a Jesús, éste le da rotundamente la razón a la segunda, dejando en posición
desairada a una mujer que trabajaba para servirle en lugar de escucharle como los
hombres. (118)

Hay otros indicios en el texto canónico acerca del papel relevante de la mujer,
luego denegado por la Iglesia. Por ejemplo, en su Epístola a los Romanos, Pablo nos habla
de la “insigne apóstol” Junia, un tema disimulado, soslayado y falazmente interpretado
por los exegetas oficiales de tiempos posteriores. (119) En efecto, allí leemos:

16:6 Saluden a María, que tanto ha trabajado por ustedes;


16:7 a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de cárcel, que son
apóstoles insignes y creyeron en Cristo antes que yo.

El caso de esta apóstol-hembra es paralelo al de (Santa) María Magdalena, que


figura como apóstol en algunos evangelios apócrifos. Esta apertura mental, para nosotros
sorprendente, cambió a partir del Concilio de Nicea y la supresión de los gnósticos. Desde
entonces hasta la fecha, con excepción del breve interludio cátaro en el Languedoc y
Cataluña entre los siglos XII y XIII, la Iglesia de Roma y sus sucedáneos protestantes se
adaptaron a la norma judeocristiana de siempre, que subordinaba a la mujer y no dejaba
espacios para la fantasía sexual.

Por cierto, a diferencia de lo que ocurrió en Egipto, Babilonia, India, Grecia y Roma,
ninguna de las religiones abrahámicas que han llegado a nuestros días posee un
simbolismo divino femenino. Como señala Elaine Pagels, aunque los católicos veneran a la
Virgen María, ella es para ellos la “Madre de Dios”, pero no “Dios Madre”. (120) Y si bien
los teólogos actuales se apresuran a aclarar que no debemos adscribirle un sexo a Dios, el
lenguaje cotidiano de nuestras religiones y Escrituras lo tiene por varón.

Los teólogos justifican el sesgo machista de la Biblia arguyendo que el docente


divino empleó un lenguaje adaptado a las gentes primitivas a quienes comunicó una
Revelación que nosotros debemos descifrar. Sin embargo, algunos de los manuscritos
gnósticos hallados en Nag Hammadi en 1945, aún manteniendo una filiación
judeocristiana heterodoxa, se refieren a Dios como una díada constituida por un elemento
86

masculino y otro femenino. Su existencia demuestra que era perfectamente posible


generar y transmitir un mensaje menos machista en el Medio Oriente de aquella época.

En verdad, las gentes de tiempos romanos eran mucho menos primitivas de lo que
suponen los actuales apologistas de las religiones establecidas. Para el gnóstico cristiano
Valentino existía un “Padre Primigenio” y un “Vientre Madre del Todo”. Él representaba lo
Inefable y lo Profundo, mientras Ella era la Gracia y el Silencio místico y eterno. (121)

La Santísima Trinidad del cristianismo trinitario tiene un Padre, un Hijo y un Espíritu


Santo: dos Personas masculinas y una tercera que debemos suponer neutra o asexuada,
como lo es el vocablo griego neuma de donde proviene. En cambio, el Apocrifón de Juan,
una de las escrituras encontradas en Nag Hammadi, nos presenta una Trinidad diferente,
compuesta por Padre, Madre e Hijo.

El catálogo de deidades femeninas de los manuscritos de Nag Hammadi es extenso


y éste no es el lugar para enumerarlas. Baste mencionar un texto ya citado, Protennoia
Trimórfica, que consiste en el discurso de un ser divino de sexo femenino. El Pensamiento
Primigenio exalta las potencias femeninas de la percepción y la inteligencia, para luego
definirse como Madre-Padre:

Soy andrógino. [Soy Madre (y) soy] Padre porque [copulo] conmigo misma. Yo
[copulo] conmigo misma [y con aquellos que] me [aman], [y] es a través mío que el
Todo [se consolida]. Soy el Vientre [que da forma] al Todo haciendo nacer a la Luz
que [brilla en] esplendor. Soy el Eón por [venir. Soy] la realización del Todo, es
decir Me[iro]tea, la gloria de la Madre. (122)

Más elocuente es otro de estos manuscritos, Trueno: Mente Perfecta, un discurso


de revelación cuyo sujeto es una deidad femenina no identificada. Se trata de un texto
con resonancias estoicas, difícil de clasificar en términos de las tradiciones que lo nutren.
(123) Allí se lee:
Soy la primera y la última.
Soy la que es honrada y despreciada.
Soy la puta y la santa.
Soy la esposa y la virgen.
Soy la madre y la hija.
Soy los miembros de mi madre.
Soy la estéril y la de muchos hijos. (...)
Soy la sabiduría de los griegos y el conocimiento de los bárbaros.
Soy aquella cuya imagen es grande en Egipto y carece de imagen entre los
bárbaros. (...)
Soy aquella que ha sido llamada Vida y a la que vosotros habéis llamado Muerte.
Soy aquella que ha sido llamada la Ley y a la que vosotros habéis llamado Sin Ley.
(...)
Yo, yo no tengo dios y soy aquella cuyo Dios es grande. (124)
87

Por otra parte, los gnósticos también enaltecieron el papel de lo femenino en su


versión de la vida terrenal del Nazareno. Uno de los testimonios proviene del Evangelio de
Felipe, donde se da a entender que Jesús era la pareja de María Magdalena. (125) Felipe
da cuenta de la predilección que tenía Jesús por el apóstol-hembra, espiritualmente
superior a los demás. La prefería por encima de sus otros discípulos y la besaba,
aparentemente en la boca. (126) La propia María de Magdala cuenta, en su evangelio
particular, que recibió una revelación privada y secreta de parte del Salvador, y que (San)
Pedro le disputaba a ella la primacía, intentando rechazarla con argumentos sexistas.
(127)

Al concluir su relato, (San) Andrés expresa su escepticismo diciendo que se trataba


de ideas muy extrañas. Pedro concuerda con esta crítica. María Magdalena le reprocha la
desconfianza, llorando, y Levi (el apóstol San Mateo) intercede sentenciando:

“Pedro, tú siempre has sido temperamental. Ahora te veo discutiendo con la mujer
como si fuera adversaria. Pero si el Salvador la hizo digna, quién eres tú para
rechazarla? Ciertamente el Salvador debió conocerla bien. Es por eso que la quería
más que a nosotros. Más te vale estar avergonzado (...).” (128)

Esta confrontación entre María de Magdala y Pedro se registra en otros tres de los
libros ocultos: el Evangelio de Tomás, Pistis Sofía (129) y el perdido Evangelio Griego de los
Egipcios. (130) En Pistis Sofía Pedro se queja de que ésta domina una conversación con
Jesús. Urge a Jesús a silenciarla, pero éste le da la razón a ella. María Magdalena le dice a
Jesús, en privado, que Pedro odia a “la raza femenina”. Jesús responde que quienquiera
que el Espíritu inspire está divinamente ordenado a hablar, sea hombre o mujer. (131)

En otro de los manuscritos de Nag Hammadi, El Diálogo del Salvador, se presenta a


María Magdalena como una visionaria y quizás el principal apóstol; el que comprendió
totalmente las enseñanzas de Jesús.(132) Este documento, que contiene diálogos
interesantes entre ambos, es de todos los escritos supérstites del temprano cristianismo
el que más explícitamente trata al papel de lo femenino en el proceso de la salvación.
(133)
Si María Magdalena ocupa un lugar tan importante en la versión gnóstica de la vida
de Jesús de Nazaret, no fue menor el papel que cupo a las mujeres en las organizaciones
religiosas creadas por estos disidentes del judeocristianismo. Marción de Sínope no sólo
ordenaba sacerdotisas sino que también consagraba obispas. El caso de los
carpocracianos no es menos interesante. Decían haber recibido enseñanzas de Salomé,
Marta y la Mariamme (la madre de Jesús). Esta escuela estaba representada en Roma por
una mujer, Marcelina, que había sido consagrada obispa. Cuenta Ireneo que esta réproba
era seguida por multitudes de fieles. Orígenes incluso le adjudicó la fundación de una
escuela propia. (134)
88

Por otra parte, el catálogo de las mujeres que ocuparon posiciones eclesiales
notables en los primeros tiempos del cristianismo no se agota con los gnósticos, aunque
en la mayoría de los casos pertenecieron a ramas que fueron consideradas heréticas por la
Iglesia de Roma, convertida en vertiente dominante gracias a Constantino. Casos de gran
importancia fueron los de las profetizas del montanismo, Maximila y Priscila (también
llamada Prisca). (135) Otro fue el de Lucila, la matriarca andaluza del siglo IV, que ejerció
el poder detrás del trono de la cismática Iglesia Donatista (136) y a quien (San) Optato
Milevitano tildara de potens et factiosa femina. (137) Lucila prodigó dinero, compró
partidarios e hizo nombrar obispo a Mayorino, su criado, para reemplazar a Ceciliano, el
obispo católico de Cartago. (San) Agustín estuvo obsesionado con los donatistas. Les
dedicó un salmo, Contra Donatistas, y pidió que fueran condenados a muerte,
declarándolos apóstatas. En sus epístolas hay numerosas referencias a doña Lucila,
aquella heroína feminista de los primeros siglos del cristianismo. (138)

Frente a este panorama que es a la vez tan halagüeño (por lo que el espíritu
humano fue capaz de emprender en esos tiempos presuntamente primitivos) y desolador
(por la eventual supresión sanguinaria de ese espíritu), cabe la pregunta: ¿Porqué
perdieron los gnósticos? Y con o sin gnósticos, ¿por qué perdió la mujer?

La respuesta a este interrogante sólo puede ser conjetural. La mejor aproximación


es la que ha sugerido Elaine Pagels. Aunque hubo excepciones a la norma, Pagels señala
que existieron dos pautas diferentes de actitudes sexuales. Una predominó en círculos
gnósticos (y también entre otros herejes) y la otra en ámbitos católicos y ortodoxos:

“Dicho de la manera más simple, muchos cristianos gnósticos complementaron su


descripción de Dios en términos tanto masculinos como femeninos, con una
descripción complementaria de la naturaleza humana. Generalmente se
fundamentaron en la versión de la creación de Génesis 1, que sugiere una creación
igualitaria (en términos de las relaciones entre los sexos) o (incluso) andrógina. Con
frecuencia los cristianos gnósticos proyectaron el principio de igualdad entre
hombre y mujer a las estructuras sociales y políticas de sus comunidades. La pauta
(católica y) ortodoxa fue marcadamente diferente: describió a su Dios en términos
exclusivamente masculinos y típicamente refirió a Génesis 2 para describir cómo
Eva fue creada de Adán para satisfacción de éste. Al igual que entre los gnósticos,
esto se tradujo en una práctica social: hacia fines del segundo siglo II la comunidad
(católica y) ortodoxa llegó a aceptar la dominación de los hombres sobre las
mujeres como un orden divinamente ordenado, no sólo para la vida social y
familiar sino también para la Iglesia”. (139)

Pero estas versiones en conflicto no estaban igualmente dotadas para competir en


el mercado de las ideas y prácticas religiosas. Entre las clases privilegiadas del Imperio
Romano, la mujer tenía una posición que casi equiparaba la del hombre. Era
financieramente autónoma y gozaba de cierto margen de libertad sexual. Instituciones
donde la mujer de carne y hueso ocupara funciones importantes podían resultar atractivas
89

para ese segmento social. Complementadas por un sistema mítico donde el principio
femenino tenía un lugar central, el producto que ofrecieron los gnósticos parece ideal
para una civilización progresista y religiosa a la vez: lo que sería el Occidente actual si no
se hubiera secularizado.

Pero hace dos mil años, el sector que podía sentirse atraído por ese producto
religioso, aunque rico e ilustrado, era muy minoritario. Y el cristianismo era proselitista.
Entre las clases populares el lugar de la mujer era muy otro. Entre los pobres del Imperio
no había demanda para doctrinas y estructuras que no fueran machistas. Por lo tanto, las
ideas menos progresistas serían las más exitosas en el reclutamiento de fieles. Y como el
poder político cooptó al cristianismo para neutralizar su potencial desestabilizador, era
esperable que optara por el modelo capaz de seducir a las multitudes. El Imperio eligió el
modelo popular, que era el católico. Y los gnósticos y otros herejes progresistas quedaron
subordinados y perseguidos.

Perderían los teólogos más esclarecidos, los que estaban conscientes de que el
dios del Pentateuco no podía ser otra cosa que un arconte maligno capaz de convertirse
en el padre del genocidio. Ganarían los oscurantistas. Perdió la verdad. Triunfó la mentira.
Y así se forjó el poder de la Iglesia.

CONCLUSIONES
LA GUERRA DE LOS DIOSES

Los musulmanes, en especial los de inclinación fundamentalista, tienden a


considerar decadentes a los occidentales actuales.

En tiempos de (San) Ireneo de Lyón, durante la tardía Antigüedad, la Iglesia


consideró decadentes a los gnósticos.

Y en el siglo XIII, en pleno Medioevo, también los cátaros fueron tildados de tales
por las hordas del Vaticano. Los primeros acudieron a la batalla bajo el mando directo de
Don Pere I de Barcelona, que redactaba en verso sus reales decretos. Los segundos
respondieron a la convocatoria de Felipe II de Francia, que no sabía leer ni escribir. En este
tipo de lid casi siempre vence el más primitivo, que piensa que el más avanzado es
decadente.

En el siglo XXI, la civilización judeocristiana está asediada por el segmento


extremista de la cultura islámica. Ésta responde al mandato yihadista del Corán, (140) que
ordena:

Sura 8:12 – Vuestro Señor inspiró a los ángeles: "Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad,
pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean.
¡Cortadles el cuello, cercenadles las puntas de los dedos!"
90

Sura 8:65 - ¡Profeta! ¡Anima a los creyentes al combate! Si hay entre vosotros
veinte hombres tenaces, vencerán a doscientos. Y si cien, vencerán a mil infieles,
pues éstos son gente que no comprende.
Sura 9:29 - ¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en
Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni
practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo
directamente.
Sura 9:123 - ¡Creyentes! ¡Combatid contra los infieles que tengáis cerca! ¡Que os
encuentren duros! ¡Sabed que Alá está con los que Le temen!

Para alentar a los fieles a cumplir con este mandato de proselitismo violento, el
Libro del islam promete recompensas en el Más Allá:

Sura 3: 169 - Y no penséis que quienes han caído por Alá hayan muerto. ¡Al
contrario! Están vivos y sustentados junto a su Señor.
Sura 4:74 - ¡Que quienes cambien la vida de acá por la otra combatan por Alá! A
quien combatiendo por Alá sea muerto o salga victorioso, le daremos una
magnífica recompensa.
Sura 4:95 - Los creyentes que se quedan en casa sin estar impedidos no son iguales
que los que combaten por Alá con su hacienda y sus personas. Alá ha puesto a los
que combaten con su hacienda y sus personas un grado por encima de los que se
quedan en casa. A todos, sin embargo, ha prometido Alá lo mejor, pero Alá ha
distinguido a los combatientes por encima de quienes se quedan en casa con una
magnífica recompensa.

Y entre los variados y sensuales premios que esperan en el Paraíso islámico, el


Noble Corán informa a sus fieles:

Sura 55:62 - Además de esos dos, habrá otros dos jardines,


Sura 55:64 - verdinegros,
Sura 55: 66 - con dos fuentes abundantes.
Sura 55:68 - En ambos habrá fruta, palmeras y granados,
Sura 55:69 - en ellos habrá buenas, bellas,
Sura 55:72 - Huríes, retiradas en los pabellones,
Sura 55:74 - No tocadas hasta entonces por hombre ni genio.
Sura: 55:76 - Reclinados en cojines verdes y bellas alfombras.
Sura 55:78 - Bendito sea el nombre de tu Señor, el Majestuoso y Honorable!

Las buenas y bellas huríes no tocadas por hombre ni genio que aguardan para ser
gozadas por fieles reclinados en cojines verdes y hermosas alfombras son, por supuesto,
las vírgenes del Paraíso de Mahoma. La tradición dice que a los mártires les tocarán
setenta y dos, pero el Corán no dice cuántas corresponderán a cada uno. Sólo informa que
allí están, esperando.
91

Entre los extremistas que dominan algún país importante y otras tantas
organizaciones terroristas, tiene plena vigencia esta normativa y su soborno de ricas
recompensas dignas del más acá. No hay contradicciones entre lo que manda Alá y lo que
exige la ley terrenal a que están sometidos los súbditos de tales Estados y agrupaciones.

Esta es la diferencia fundamental entre la civilización judeocristiana actual y el


segmento extremista del islam, que le ha declarado una guerra santa. Occidente posee
unas Escrituras que son mucho más sanguinarias que el Corán. Nada en el texto sagrado
del islam se parece al mandato deuteronómico (20:16-18), que reiteramos:

“Pero en las ciudades de esos pueblos que Yahvé tu Dios te da como herencia, no
dejarás nada con vida. Consagrarás al exterminio total a los hititas, a los amorreos,
a los cananeos, a los perizitas, a los jivitas y a los jebuseos, como te ha mandado
Yahvé tu Dios.”

Siempre que fue fiel a este mandato presuntamente divino, como en el caso de los
bombardeos de Hamburgo, Dresden, Hiroshima y Nagasaki, Occidente prevaleció. Pero
esos tiempos son del pasado. Ahora nuestra conciencia y conducta están atadas a
normativas humanitarias éticamente muy superiores pero contrarias a la ley de Dios:
entre otras, las convenciones de Ginebra; la de prevención y sanción del delito de
genocidio, y la que pretende eliminar todas las formas de discriminación racial. En
realidad, si fuéramos coherentes deberíamos prohibir nuestras Escrituras, que violan la ley
porque incitan al genocidio y fomentan el odio a los judíos.

Mientras tanto, el yihadismo sunita declara que recreará el glorioso califato de


tiempos medievales, desde España hasta Samarcanda. El enemigo iraní proclama que va a
destruir a Israel. Alimenta el odio e intenta desarrollar armas atómicas, a la vez que
extorsiona con un ejército de 40.000 mártires asesinos que supuestamente tiene
infiltrados en Europa y los Estados Unidos. Cuando tenga su bomba, la extorsión será
nuclear. La vida en la tierra poco importa en la concepción de su teocracia. La disuasión
nuclear, que funcionó en la Guerra Fría entre capitalistas y comunistas, no funcionará con
ellos. Y no es porque su cultura no sea tan materialista como la nuestra, sino porque su
materialismo es proyectado hacia el Más Allá. En su visión, con la muerte sólo se gana.

Occidente tiene pocas opciones. Para vencer sólo debe retroceder moralmente y
aplicar el mandato de su Dios. Es fácil pero inaceptable. También puede ser fiel a sus
principios actuales y abandonar definitivamente a Yahvé, dándole la victoria a Alá. Perderá
orgulloso de su moral, como los gnósticos y cátaros, que descubriendo la iniquidad de
Yahvé, optaron por declararse súbditos de un Dios que está más allá de dios, que no se
interesa por el mundo de la materia. Ese Dios Altísimo se asemeja bastante a la deidad
secular de los derechos humanos universales. No sirve para ganar guerras; sólo puede
contribuir a perderlas.
92

Si tenemos en cuenta todos los factores, incluido el demográfico, es cosa segura


que la civilización judeocristiana se dejará vencer. Recordemos que en Deuteronomio
33:55-56, la Biblia judeocristiana también nos enseña qué es lo que se debe hacer con
poblaciones poco amistosas de origen extranjero. Nos dice que se los debe expulsar.

“Los que dejéis serán para vosotros como espinas en vuestros ojos y aguijones en
vuestros costados y os oprimirán en el país que vais a habitar. Y yo os trataré a
vosotros en la forma en que había pensado tratarles a ellos.”

En siglos pasados obedecimos esta consigna. Pero hoy la repudiamos... no


obstante lo cual seguimos jurando por la Biblia y enseñándoles a nuestros niños que este
Libro Santo registra la Palabra de Dios.

Los contenidos bíblicos revelan no sólo que nuestras Escrituras son más
sanguinarias que el Noble Corán. También muestran que la de Yahvé es una tecnología de
la victoria mucho más elaborada y contundente que la de Alá, aunque sin su seducción
sensual.

Pero Occidente abandonó a su Dios. Quienes se cuidan de no tener poblaciones


extranjeras masivas, casi como si fueran súbditos de Yahvé, son los saudíes, sirios e
iraníes, y en otra región del globo los chinos y los japoneses. La avanzada metodología
bíblica es demasiado cruel para nuestros espíritus actuales. Ya no respondemos a Yahvé
sino al dios secular de los derechos humanos universales. Eso quiere decir que estamos
solos, porque asuntos baladíes como el destino de sus súbditos humanos no son de su
incumbencia.
Y los occidentales no sólo tienen las manos atadas por su moral laica superior.
Además están muy divididos. Recordemos lo dicho en la Introducción a nuestro estudio.
Existen tres Occidentes en conflicto entre sí:

1. La minoría liberal secular, que

a. Entroniza el principio cuasi-teológico de que todos los hombres y mujeres


tienen los mismos derechos esenciales, y

b. Supone que las culturas que no han descubierto este principio extra-
científico son inferiores en términos de su ética cívica;

2. La bandería posmoderna dominante, que

a. Deplora el imperialismo histórico de nuestra civilización,

b. Considera que suponer universal al concepto de derechos humanos es


una forma disimulada de ser imperialista, y
93

c. Sostiene que ninguna cultura con arraigo histórico puede considerarse


inferior a otra, aunque sus normas exijan la lapidación de mujeres acusadas
de adulterio.

3. El sector fundamentalista renaciente, que adhiere textualmente a la Biblia


judeocristiana, aunque por ahora sólo exige que suplantemos a Darwin por el
creacionismo en los colegios públicos.

El extremismo islámico sabe hacia dónde va en su “cruzada” global. Nosotros no.


En cuanto alguno de sus Estados u organizaciones tenga armas nucleares, Occidente
estará materialmente perdido. Y antes de que eso ocurra, en los hechos ya ha abdicado.
Lo demuestra todos los días, cuando retrocede una y otra vez frente a la extorsión de los
combatientes de Mahoma.

Comenzamos este libro preguntando qué debemos hacer los liberales frente a las
opciones abiertas a nuestra civilización, pero a medida que avanzamos esa pregunta fue
retrocediendo hacia el trasfondo de nuestra búsqueda, lentamente perdiendo relevancia.

El caso recuerda a la caminata rumbo a la cueva de Zeus emprendida por un


forastero ateniense, un ciudadano espartano y un legislador cretense. Siguiendo los pasos
de Minos, hijo y discípulo del rey de los dioses, acuden a la morada divina para consultarle
sobre cuestiones de derecho. Platón nos cuenta en sus Leyes que durante el largo
trayecto, el trío dialoga animadamente sobre el tema que les convoca. Tan intensa y rica
es la discusión que el destino queda relegado y eventualmente es olvidado. El diálogo en
sí mismo se convierte en la razón de la expedición. La consulta con el dios pierde
importancia y el lector nunca se entera si llegaron o no a su otrora intimidante cueva.
94

APÉNDICE 1
Muestrario de pasajes del Nuevo Testamento
en los que se incita al odio y la violencia

La figura del Guerrero Divino:

En el siguiente segmento del Evangelio según San Mateo, un Jesús amenazante y


belicoso desciende en una nube, como lo hace Yahvé en el Antiguo Testamento (Números
14:14). El pasaje invoca al profeta Daniel, y además es una cita casi textual de Isaías 13:9-
11, demostrando el carácter orgánico de las relaciones entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento:

24:15 Cuando veáis en el Lugar santo la Abominación de la desolación, de la que


habló el profeta Daniel —el que lea esto, entiéndalo bien—
24:16 los que estén en Judea, que se refugien en las montañas;
24:17 el que esté en la azotea de su casa, no baje a buscar sus cosas;
24:18 y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto.
24:19 ¡Ay de las mujeres que estén encintas o tengan niños de pecho en aquellos
días!
24:20 Rogad para que no tengan que huir en invierno o en día sábado.
24:21 Porque habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el
comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.
24:22 Y si no fuera abreviado ese tiempo, nadie se salvaría; pero será abreviado, a
causa de los elegidos.
24:23 Si alguien os dice entonces: "El Mesías está aquí o está allí", no le creáis.
24:24 Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y
prodigios asombrosos, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.
24:25 Por eso os prevengo.

La manifestación gloriosa del Hijo del hombre:

24:26 Si os dicen: "El Mesías está en el desierto", no vayáis; o bien: "Está escondido
en tal lugar", no lo creáis.
24:27 Como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la
Venida del Hijo del hombre.
24:28 Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres.
24:29 Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se
conmoverán.
24:30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces
lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre
las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
95

24:31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos,
de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

El pasaje de arriba es un eco de los siguientes versículos del Libro de Isaías:

13:9 He aquí el día de Yahvé viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para
convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.
13:10 Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se
oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.
13:11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré
que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.

Ejemplos de versículos neotestamentarios que incitan a la violencia:

Lucas

22:35 Después les dijo: “Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿os faltó
alguna cosa?”
22:36 “Nada”, respondieron. Él agregó: “Pero ahora el que tenga una bolsa, que la
lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que
venda su manto para comprar una.”

Mateo
10:34 No penséis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz,
sino la espada.
10:35 Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a
la nuera con su suegra;
10:36 y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
10:37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el
que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
96

APÉNDICE 2
Principales heresiólogos que aportaron información
sobre los gnósticos

La contribución más importante de estos testigos adversos fue información acerca


de escrituras gnósticas perdidas que, más de un milenio más tarde, fueron rescatadas en
hallazgos arqueológicos casuales y casi milagrosos, producidos en las secas arenas
egipcias.

1. El primer heresiólogo importante que condenó a los gnósticos fue (San) Justino
Mártir, en su apología al Emperador Antonio Pío. Esta fue compuesta entre 150 y 155, y
allí aborda algunas ideas de Simón el Mago, Menandro y Marción.

2. Le siguió (San) Ireneo de Lyón. Su extensa obra Libros Quinque Adversus


Haereses, que sobrevive fragmentariamente, fue escrita durante el reino de Cómodo,
entre 180 y 192. Ireneo se concentró en Valentino y sus discípulos Ptolomeo el Gnóstico y
Marcos. Según especialistas como Kurt Rudolph y Hans von Campenhausen, la suya es
más un catálogo de calumnias que caricaturiza a su adversario que una refutación desde la
razón.

3. Luego vino (San) Clemente de Alejandría, quien nació y murió en fechas inciertas
entre 140 y 215. Diferenciaba entre una gnosis verdadera y cristiana (la suya) y la de los
herejes. En su obra encontramos citas directas de Valentino y su discípulo Teodoto, que
han resultado útiles para el estudio del gnosticismo.

4. Del mismo período fue Quintus Septimius Florens Tertullianus, mejor conocido
como Tertuliano, el primer padre latino de la Iglesia, que en su vejez también fuera
condenado por hereje. Su obra, situada entre 150 y 225, no brinda mucha información
concreta sobre los gnósticos a quienes critica. El principal blanco de estas críticas fue
Marción, a quien dedicó un tratado de cinco tomos, Adversus Marcionem.

5. También contemporáneo fue (San) Hipólito de Roma, muerto en 235. Su obra


Refutatio Omnium Haeresium, compuesta después de 222, fue confundida por largo
tiempo con la de Orígenes. Aunque al igual que Ireneo, intentó presentar a los herejes
como demoníacos, realizó un interesante esfuerzo por investigar el origen presuntamente
helenístico del gnosticismo.

6. Un cuarto de siglo más tarde, Orígenes, muerto hacia 253-254, quien fuera el
más heterodoxo y atacado de los padres de la Iglesia, realizó una contribución similar a la
de Clemente, citando 48 veces a Heracleón, un discípulo de Valentino. Menos útiles
97

resultan sus diatribas de Contra Celsum, donde aprovecha para criticar a los gnósticos en
su ataque a un filósofo griego anti cristiano.

7. Con posterioridad al siglo IV el “peligro” gnóstico disminuyó, cesó la producción


literaria de este conjunto de “herejías”, y con ellas se interrumpieron los aportes
originales de los testigos adversos a nuestro conocimiento de la cuestión. En este período
sobresale (San) Eusebio de Cesárea, primer historiador de la Iglesia, muerto en 339, cuya
involuntaria contribución consistió en citar a fuentes heresiológicas más antiguas que no
sobrevivieron.

8. En el período siguiente no hay aportes nuevos para este estudio excepto a


través de vías encubiertas: por ejemplo (San) Efraín de Edesa (306-373), quien compuso
himnos con contenidos gnósticos que resultan útiles para comprender el fenómeno en
Siria.

9. No obstante (San) Epifanio de Salamis (315-403) catalogó ochenta herejías,


veinte de ellas supuestamente pre-cristianas. Su experiencia personal con barbelitas
egipcios es su mayor contribución, aunque sospechosa. Su necesidad de catalogar la
mayor cantidad posible de sectas, muchas veces sin información, lo aproxima a la fantasía.
Caricaturiza a todos los herejes como bestias semejantes a serpientes, cuya obra amenaza
la pureza de la fe.

10. Una abreviación del libro de Epifanio, titulada Recapitulatio, sustituyó al


original casi por completo y fue la fuente a que acudiera (San) Agustín (354-430) para su
propio catálogo de 88 herejías (De Haeresibus). Los aportes originales de éste se
concentraron en el maniqueísmo de origen persa, que floreció más cerca de su tiempo.
(141)

Catálogo sintético de fuentes gnósticas originales disponibles antes de los


hallazgos de Nag Hammadi (Luxor, 1945) y Qumrán (Mar Muerto, 1947)

Aparte de estos testimonios, hasta el siglo XIX la literatura gnóstica supérstite se


redujo a:

1. El Corpus Hermeticum, una colección de textos sincréticos en griego


provenientes de Egipto, de los siglos II y III, que nos informa acerca de la proclamación del
“tres veces grande Hermes”. Aunque en su conjunto la colección no es gnóstica, hay en
ella algunos escritos que responden a una gnosis ajena a la tradición judeocristiana. Por lo
tanto, fue menos proclive a la supresión eclesiástica. Fue traducida al latín por primera vez
en 1471.

2. El Códice Askewianus, un manuscrito en copto de los siglos IV o V, de indudable


origen gnóstico. Pasó del médico inglés Askew al Museo Británico. Este documento incluye
98

a Pistis Sofia (“Fe-Sabiduría”), donde Jesús resucitado conversa con discípulos de ambos
sexos acerca de la caída y redención de una deidad femenina. Recién hacia 1778 comenzó
su estudio sistemático. Su traducción al latín debió esperar hasta 1851.

3. El Códice Brucianus, otro manuscrito en copto de la misma época. Fue legado a


la Biblioteca Bodleiana de Oxford por el escocés James Bruce. Traducido recién en 1891,
partes del mismo son citadas en Pistis Sofía. También aquí Jesús imparte conocimientos
secretos a sus discípulos.

4. Las Odas de Salomón, algunas de las cuales se conocían a través de Pistis Sofía.
Probablemente se compusieron hacia el siglo II. En 1909 un estudioso inglés, J. Rendell
Harris, descubrió un antiguo manuscrito en siríaco que contiene 40 de los 42 poemas.
Éstos ayudan a comprender la interrelación entre la piedad gnóstica y cristiana. (142)

5. La Geniza o tesoro oculto de El Cairo, cuyo hallazgo en 1896 permitió corroborar


información acerca de la secta judía de los magarianos.

Hacia fines del siglo XIX, a estos manuscritos se sumaron los hallazgos de Oxirrinco,
sobre los que se informó por primera vez en 1896. Estos papiros, que fueron a parar al
Museo de Berlín, contenían el “Evangelio de María Magdalena”, el “Libro Secreto de
Juan”, “la Sofía Jesu Christi” y un segmento del apócrifo “Actos de Pedro”. Debido a
adversidades diversas, que incluyeron un incendio que destruyó su primera traducción a
principios del siglo XX, estos escritos no se publicaron hasta 1955, es decir una década
después de los hallazgos de Nag Hammadi. (143)

Fuentes originales supérstites de los cátaros

Como en el caso de los gnósticos, los textos sagrados de los cátaros fueron en su
mayor parte destruidos en otras tantas hogueras que tenían tanta sed de libros como de
hombres. El único texto original que había sobrevivido era el Ritual de Lyón, en occitano.
Pero también como con sus predecesores, las cosas cambiaron en el siglo XX gracias a
sorprendentes descubrimientos que en otros tiempos de mayor poder eclesiástico
hubieran sido destruidos o escondidos. En 1939 emergieron, en una biblioteca de
Florencia, el Libro de los Dos Principios (un tratado filosófico-teológico de Giovanni di
Lugio, obispo cátaro de la primera mitad del siglo XIII) y una versión más amplia del Ritual
de Lyón, esta vez en latín.

A partir de entonces, otros varios documentos fueron hallados por Antoine


Dondaine, el mismo padre dominico que encontrara los anteriores. Luego, en la década de
1960, el belga Théo Venckeleer encontró un sermón apologético y un comentario sobre el
Padre Nuestro, en la biblioteca de Trinity College, Dublín. (144) Finalmente, en 1978 el
Evangelio de Judas fue descubierto por campesinos y sacado ilegalmente fuera de Egipto.
99

La comunidad científica supo del hallazgo hacia 1983, y el texto fue publicado por la
National Geographic Society recién en 2006.

En cuanto el poder oscurantista de la Iglesia disminuyó, el impulso humano hacia la


luz prevaleció y lo que se quiso suprimir salió a la superficie.

NOTAS

(1) Véase Tremper Longman III, “The Divine Warrior: The New Testament Use of an
Old Testament Motif”, Westminster Theological Journal Vol. 44 (1982): 290-307.

(2) Por eso, en el Libro de Números se estipula la pena capital para los israelitas
que hubieran caído en la apostasía:

25:5 Dijo Moisés a los jueces de Israel: "Matad cada uno a los vuestros que
se hayan adherido a Baal de Peor".

Y respecto de quienes no pertenecen al pueblo elegido, dice también Números:

33:51 “Di a los israelitas: Cuando paséis el Jordán hacia el país de Canaán
33:52 arrojaréis a vuestra llegada a todos los habitantes del país. Destruiréis
todas sus imágenes pintadas, destruiréis sus estatuas de fundición,
demoleréis todos sus altos.”

A diferencia de lo que ocurre con el resucitado creacionismo, en Occidente se


ignora lo que la Biblia dicta en este plano. Esta dimensión de los fundamentos bíblicos
sigue en pleno retroceso, a pesar del renacer religioso, y a pesar de que el extremismo
islámico, que le ha declarado una guerra santa a Occidente, hace orgullosa gala de su
intolerancia.

(3) El vocablo yihad remite a un grandioso esfuerzo material y espiritual, que en


algunas circunstancias conlleva el desencadenamiento de una Guerra Santa. Aunque las
distintas vertientes del islam están en desacuerdo respecto de qué circunstancias
ameritan esta actitud extrema, en nuestro tiempo la iniciativa política y militar se
encuentra en manos de los extremistas que decretaron una yihad contra Occidente e
Israel.
(4) Según Marc Zvi Brettler, cuyo ensayo “Torah” encabeza los capítulos eruditos
agregados a la Jewish Study Bible de la Jewish Publication Society, publicada por Oxford
University Press en 2004, “In Judaism the Torah is accorded the highest level of sanctity,
above that of the other books of the Bible” (página 1 del referido volumen). Por su parte,
la católica Biblia de Jersusalén (Bilbao: Editorial Descleé De Brouwer SA, 1998) nos dice en
su ensayo introductorio al Pentateuco: “Porque Cristo no ha venido a abrogar sino a
100

completar (Mt 5 17), el Nuevo Testamento no se opone al Antiguo: lo prolonga. La Iglesia


no sólo ha reconocido en los grandes eventos de la época patriarcal y mosaica, en los ritos
del desierto (sacrificio de Isaac, paso del Mar Rojo, Pascua) las realidades de la Nueva Ley
(sacrificio de Cristo, bautismo, Pascua cristiana), sino que la fe cristiana exige la misma
actitud fundamental que los relatos y los preceptos del Pentateuco prescribían a los
israelitas”.

(5) Restos de cuatro manuscritos arameos y un manuscrito hebreo del libro de


Tobías han sido encontrados en una cueva de Qumrán, entre los demás “rollos del Mar
Muerto”, demostrando que por los menos en algunas de las variantes del judaísmo
antiguo este libro también se leía. Véase el ensayo introductorio a los libros de Tobías,
Judit y Ester de la Biblia de Jerusalén (Bilbao: Editorial Descleé De Brouwer SA, 1998), p.
555.

(6) Para estandarizar nuestra notación de fechas con las de otros escritos de este
tipo, denotaremos como AEV (Anterior a la Era Vulgar) a los años anteriores a Jesucristo y
EV a los que corresponden a nuestra Era.

(7) Véanse las anotaciones del Rabino Máximo Yagupsky a su traducción del libro
del Génesis, Buenos Aires: Editorial Contexto, 1990.

(8) Tabletas del siglo XIV AEV nos hablan de Ēl como el Dios supremo de los
cananeos, reinando por encima de Baal. Y en el Éxodo se nos dice: 127

6:2 Habló Dios a Moisés y le dijo: "Yo soy Yahvé".


6:3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Sadday; pero mi nombre de
Yahvé no se lo di a conocer.

Estos versículos sugieren que quizás el Dios de Abrahán no fue el mismo del de
Moisés. Por lo tanto, a través de estos bíblicos nombres de Dios se constata el estrecho
parentesco entre las Escrituras judeocristianas y las creencias politeístas de pueblos
vecinos a los antiguos israelitas. Véase Karen Armstrong, A History of God, Nueva York:
Ballantine Books, 1993, p. 10-12.

(9) S. David Sterling, “Modern Jewish Interpretation”, ensayo incluido en la Jewish


Study Bible en que se presenta la traducción al inglés de la Biblia masorética realizada por
la Jewish Publication Society y publicada en 2004 por Oxford University Press (p. 1919).

(10) Los cinco libros están publicados en tomos separados. Buenos Aires:
Fundación Cabuli, 1991.
(11) Daniel Colodenco, Génesis: El Origen de las Diferencias, Buenos Aires: Lilmod,
2006.
101

(12) Jorge Luis Borges, “Tres versiones de Judas”, en Ficciones, 1944, incluido en
ob.cit., p. 517.

(13) La crítica bíblica científica identifica cuatro tradiciones superpuestas y


entrelazadas, en alguna medida contradictorias. No obstante, este ejercicio requiere una
lectura tan ingenua como la de los fundamentalistas que quieren prohibir la enseñanza de
las teorías de Darwin para suplantarlas con el creacionismo que emerge de una lectura
literal del Génesis.

(14) Acerca de Números 31, el comentarista de la Biblia de Jerusalén dice. “Texto


de composición tardía (sacerdotal), que es una continuación lógica del asunto de Peor y
permite introducir las reglas de la guerra santa, el reparto del botín y la partición de la
Tierra Santa.

(15) W.G. Sebald, On the Natural History of Destruction, New York: Random House,
2003, pp. 26-29. Para la cuestión del bombardeo aliado de blancos civiles alemanes
cuando la guerra estaba ganada, véase Hermann Knell, To Destroy a City: Strategic
Bombing and Its Human Consequences in World War II, Nueva York: Da Capo, 2003, y
Hans Eric Nossack, The End: Hamburg 1943, Chicago: University of Chicago Press, 2007.

(16) Jim Bencivenga, "Navigating a clash of civilizations: Examining the new pope's
old comments on Turkey's entry into the European Union," Christian Science Monitor, 22
de abril de 2005.

(17) “In Reversal, Pope Backs Turkey's Bid to Join European Union”, New York
Times, 29 de noviembre de 2006.

(18) Descripción obtenida del folleto de una exposición itinerante proveniente de


San Giminiano.

(19) Traducción de Carlos Escudé.

(20) Robert Cooper, Nations: Order and Chaos in the Twenty-First Century, Nueva
York: Atlantic Monthly Press, 2003.

(21) Véase la entrevista de Ken Gewertz a Alan Dersowitz en la Harvard Gazette del
13 de deiciembre de 2001, titulada “Balancing act: Civil liberties and security”.

(22) Comienza el relato:

1:1 En el segundo año después de la salida de Egipto, el primer día del segundo
mes, Yahvé dijo a Moisés en el desierto del Sinaí, en la Tienda del Encuentro:
102

1:2 “Haced el censo de toda la comunidad de los israelitas, por clanes y por
familias, anotando uno por uno los nombres de todos los varones.
1:3 Alistaréis, tú y Aarón, a todos los de veinte años para arriba, a todos los útiles
aptos para la guerra, agrupados por regimientos.
1:4 Para ello contaréis con la ayuda de un jefe de familia por cada tribu.”

(23) Yahvé recauda primero para sí mismo, como se desprende de los siguientes
versículos del Éxodo:

35:4 Moisés habló así a toda la comunidad de los israelitas: "Esta es la orden de
Yahvé:
35:5 Reservad de vuestros bienes una ofrenda para Yahvé. Que reserven ofrenda
para Yahvé todos aquellos a quienes su corazón mueva: oro, plata y bronce,
35:6 púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino, pelo de cabra,
35:7 pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia,
35:8 aceite para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el incienso
aromático,
35:9 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

(24) En Éxodo Moisés da cuenta del costo de la obra pública:

38:24 El total del oro empleado en el trabajo, en todo el trabajo del Santuario, es
decir, el oro de la ofrenda reservada, fue de veintinueve talentos y 730 siclos, en
siclos del Santuario;
38:25 la plata de los incluidos en el censo de la comunidad, cien talentos y 1.775
siclos, en siclos del Santuario.

(25) En Números el texto sagrado decreta en forma explícita:

18:8 Dijo Yahvé a Aarón: Yo te encomiendo el cuidado de mis ofrendas, es decir, de


los dones sagrados de los israelitas. Te entrego todo eso, a ti y a tus hijos, como
algo que les es debido, como un derecho irrevocable.

Y más abajo:

18:12 Yo te doy lo mejor del aceite, del vino y del trigo, o sea, las partes escogidas
que los israelitas presentan a Yahvé.

(26) Es el caso, por ejemplo, de la mencionada Jewish Study Bible publicada por
Oxford University Press, cuya fórmula es pleasant odor, y de varias traducciones al
castellano que he consultado.
103

(27) El anotador cita allí Ex 29 18:25; Lv 1 9.13; Nm 28 1, etc., algunos de los


numerosos versículos donde estos vocablos se repiten. Véase Biblia de Jerusalén, ob.cit.,
nota 8(21)a, p. 25.

(28) Cuando el arameo reemplazó al hebreo entre los judíos de Palestina y


Babilonia, intérpretes fueron convocados para traducir y explicar los pasajes leídos en voz
alta durante los servicios en las sinagogas. Con el tiempo, estas paráfrasis orales se
registraron por escrito, y fueron conocidos como Targums. Éstos se imprimen en los
márgenes de las partes correspondientes de la Biblia hebrea. El de Onkelos, del siglo II
E.V., es uno de los más conocidos.

(29) En su traducción del Génesis de 2006, Daniel Colodenco lleva a cabo esta
manipulación pero la confiesa en nota al pie de página. El erudito usa los vocablos
“placentero aroma” en el texto. En la nota aclara: “Algunos traducen ‘fragrante’. Von Rad
sigiere que se trata de un ‘aroma apaciguador’, que funciona a modo de un epílogo de la
violencia desatada” (p. 73). Como se ve, son muchas las resistencias a traducir a Yahvé con
toda la bestialidad con que Él se presenta a si mismo.

(30) Libro de Éxodo y Haftarot en versión castellana. Traducción, supervisión y


selección exegética del Rabino Marcos Edery, Buenos Aires: Ds’ es mi estandarte, 1984, p
277.
(31) Génesis. Versión de Máximo Yagupsky. Dibujos de Ester Gurevich. Buenos
Aires: Editorial Contexto, 1990, p. 31.

(32) Más allá del Pentateuco, hay varios pasajes bíblicos en los que Yahvé declara
arrepentirse. No incursionamos en ese terreno porque nuestro ejercicio se limita a los
cinco libros de la Torá. No obstante y a modo de ejemplo, en Samuel se nos dice:

15:10 La palabra de Dios llegó entonces a Samuel en estos términos:


15:11 "Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y
no ha ejecutado mis órdenes” . Samuel quedó muy perturbado y pasó la noche
clamando a Yahvé.

Similarmente, en Jonás se lee:

3:10 Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta,
Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.

(33) Sobre la mentira de Dios, véase el vívido intercambio entre James Barr y
Walter Moberly aparecido en el Journal of Theological Studies. En “Is God a liar?”,
publicado en abril de 2006 (Vol. 57), Barr responde a una crítica de R.W.L. Moberly,
publicada en 1994 (Vol. 45). Este trabajo a su vez apunta a un libro de Barr, The Garden of
Eden and the Hope of Inmortality (Londres; SCM, 1992). Antes de ello, en 1988, Moberly
104

se había anticipado al tema en un artículo también aparecido en el Journal, titulado “Did


the Serpent get it right?” (Vol. 39).

(34) Biblia de Jerusalén, ob.cit. , p. 14, nota 1(26)a. Una difusora seria de la crítica
científica como Karen Armstrong sostiene que el autor J de la hipótesis documental (es
decir, el que recopiló la tradición Yahvista del Pentateuco) no es claro acerca de que Yahvé
fuera el único creador del cielo y de la tierra. Armstrong sugiere que el autor E (que
recopila la tradición elohista mencionada más arriba) es más monoteísta que J. Véase
Karen Armstrong, A History of God, Nueva York: Ballantine Books, 1993, p. 13.

(35) La interpretación raeliana es más seria de lo que parece a primera vista. El


siguiente pasaje del Éxodo parece surgido de la ciencia-ficción:

33:7 Tomó Moisés la Tienda y la plantó para él a cierta distancia fuera del
campamento; la llamó Tienda del Encuentro. De modo que todo el que tenía que
consultar a Yahvé salía hacia la Tienda del Encuentro, que estaba fuera del
campamento.
33:8 Cuando salía Moisés hacia la Tienda, todo el pueblo se levantaba y se quedaba
de pie a la puerta de su tienda, siguiendo con la vista a Moisés hasta que entraba
en la Tienda.
33:9 Y una vez entrado Moisés en la tienda, bajaba la columna de nube y se detenía
a la puerta de la Tienda, mientras Yahvé hablaba con Moisés.
33:10 Todo el pueblo veía la columna de nube detenida a la puerta de la Tienda y se
levantaba el pueblo, y cada cual se postraba junto a la puerta de su tienda. 33:11
Yahvé hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Luego
volvía Moisés al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, no se
apartaba del interior de la Tienda.

(36) Obra citada, nota 32(8) de la p. 234.

(37) Véase Karen Armstrong, A History of God, Nueva York: Ballantine Books,
1993, p. 10-12. 130

(38) Las tradiciones elohista y sacerdotal identificadas por la crítica científica


retrasarían hasta Moisés el uso del nombre Yahvé. No obstante, según el Génesis, antes
de Moisés otros ya usaban ese nombre.

(39) K. Armstrong, ob. cit., p. 23-25.

(40) Véanse las obras citadas de J. Barr y R.W.L. Moberly.

(41) Véase George W. MacRae, S.J., “The Jewish Background of the Gnostic Sophia
Myth”, Novum Testamentum Vol. XII.(2), abril de 1970.
105

(42) J.L. Borges, “Una vindicación del falso Basílides”, Discusión, 1931, ob.cit., p.
213.

(43) De todos modos, los mismos heresiólogos cristianos se refirieron muchas


veces a sectas gnósticas judías pre-cristianas.

(44) A.F. Segal, Two Powers in Heaven: Early Rabbinic Reports about Christianity
and Gnosticism, Leiden: E.J. Brill, 1977, p. 4.

(45) Akiba ben Joseph y Ismael ben Elisha fueron sabios rabínicos palestinos del
segundo siglo de la Era Vulgar y se cuentan entre los fundadores del judaísmo rabínico.
Akiba compiló y sistematizó las tradiciones orales sobre la vida judía, poniendo los
cimientos de la Misná. Ismael fundó una escuela rabínica y estableció trece normas para la
exégesis del Pentateuco, basadas en las siete reglas de su predecesor Hillel.

(46) El cielo y la tierra eran potencias divinas para todas las culturas politeístas de
la Mesopotamia.

(47) A.F. Segal, ob.cit., pp. 74-83.

(48) Véase E.M. Yamauchi, Pre-Christian Gnosticism, Londres: Tyndale Press, 1973,
p. 159-161.

(49) El caraísmo es una rama marginal supérstite del judaísmo. Fue fundada en la
Mesopotamia en el siglo VII por Anan ben David, quien organizó a los judíos anti-
talmúdicos y consiguió que el Califato estableciera un segundo exilarcado (una
organización autónoma de judíos en el exilio) para quienes rechazaban a los rabanitas,
partidarios del Talmud. Sus miembros rechazan también la Ley Oral Rabínica, guiándose
sólo por una interpretación literal de la Biblia y su Ley Mosaica. Enfatizan el mandato de
Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando ni disminuiréis de ella,
para que guardéis los mandamientos de YHWH, vuestro Dios, que yo os ordeno.” En la
actualidad hay unos 50.000. La mayoría vive en Ramle, al occidente de Tel Aviv. Provienen
de Egipto, Turquía, Rusia y Europa. En Estados Unidos viven unos 2000, la mayoría cerca
de Daly City, California.

(50) The Haran Gawaita and the Baptism of Hibil-Ziwa; the Mandaic text
reproduced together with translation, notes and commentary by E.S. Drower, Vaticano:
Biblioteca Apostólica, 1953.

(51) Rudolf Drower, Zur Sprache und Literatur der Mandaer, Berlín y Nueva York:
de Guyter, 1976, y “Alter und Heimat des Mandäismus nach neuerschlossen Quellen”, en
Theologische Literaturzeitung (82), 1957, cols 401-408.
106

(52) Kurt Rudolph, Mandaeism, Leiden: Brill, 1978.

(53) Hans-Martin Schenke, “Die Gnosis”, J.Leipoldt y W. Grundmann (comps.),


Umwelt des Christentums I, Berlín: Evangelische Verlagsanstalt 1965, pp. 371-415.

(54) Giles Quispel, “Gnosis”, en Vox Theologica 39, 1969, pp. 27-35.

(55) Walter Schmitals, The Office of Apostle in the Early Church, Nashville:
Arlington, 1969, p. 185. 131

(56) Otto Huth, "Das Mandaerproblem - das Neue Testament im Lichte der
mandaischen und essenischen Quellen", en Symbolon 3 (1962), pp.18-38.

(57) J.L. Borges, “Una vindicación del falso Basílides”, Discusión, 1931, incluido en
ob.cit., pp. 214-215.

(58) Oriundo de Babilonia, provincia persa en siglo III EV.

(59) H-M Schenke, “Die Gnosis”, J.Leipoldt y W. Grundmann (comps.), Umwelt des
Christentums I, Berlín: Evangelische Verlagsanstalt 1965, p. 396 y sig., cf. E.M. Yamauchi,
ob.cit., p. 122.

(60) Introduction to the New Testament, founded by Paul Feine and Johannes
Behm. Completamente reeditado por Werner Georg Kümmel, Nashville: Abingdon Press,
1966, p. 159.

(61) Daniélou, Jean, The Theology of Jewish Christianity, Londres: Darton, Longman
& Todd, 1964, p. 72, y The Dead Sea Scrolls and Primitive Christianity, Westport, Conn:
Greenwood Press, 1979, c1958, pp. 94-96.

(62) “Gnosis”, en Vox Theologica 39, 1969, p. 32, cf. E.M. Yamauchi, ob.cit., p. 61

(63) E. Haenchen, “Gab es eine vorchristliche Gnosis?”, Zeitschrift für Theologie


und Kirche, 49, 1952, pp. 316-349, cf. E.M. Yamauchi, ob.cit., p. 60.

(64) Robert McQueen Grant, “The Earliest Christian Gnosticism”, Church History
Vol. 22, 1953, p. 87.

(65) E.M. Yamauchi, ob.cit., p. 61

(66) Entre sus precursores figuran Nachman Krochmal, More Nevukhe ha-Zeman,
Lemberg: Leopoli, 1851; Heinrich Hirsch Graetz (1817-91), Gnosticismus und Judenthum,
107

Farnborough: Gregg, 1971 y Manuel Joël (1826-1890), Blicke in die Religionsgeschichte zu


Anfang des sweiten christlichen Jshrhunderts, Breslau: Schottlaender, 1880.
Posteriormente, Moritz Friedländer (1844-1919) publicó un libro de avanzada
desestimado en su momento, Der vorchristliche jüdische Gnosticismus, Göttingen:
Vandenhoeck & Ruprecht, 1898. Fue reivindicado un siglo más tarde, ya con
espectaculares hallazgos arqueológicos a la vista, por Birger Albert Pearson, Gnosticism,
Judaism, and Egyptian Christianity (Minneapolis: Fortress Press, 1990). En el siglo XX la
producción bibliográfica es vasta e imposible de citar aquí. Entre muchos otros, merecen
recordarse George Foot Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era: the age
of Tannaim (Cambridge: Harvard University Press, 1927) y Gershom Scholem, Jewish
Gnosticism, Merkabah Mysticism, and Talmudic Tradition (New York: Jewish Theological
Seminary of America, 1960).

(67) A.F. Segal, ob.cit., p. 10.

(68) Un ‘Tárgum’ es una traducción al arameo de la Biblia hebrea realizada en el


primer milenio de nuestra era. Muchas impresiones actuales de la Biblia incluyen
Tárgumim célebres (como el de Onkelos mencionado en la sección introductoria de este
libro) como complemento del texto en hebreo.

(69) La liturgia samaritana retiene esta lectura hasta el día de hoy.

(70) A.F. Segal, ob. cit., p. 79.

(71) B.A. Pearson, ob. cit., p. 19.

(72) B.A. Pearson, ob. cit., p. 16.

(73) M. Friedländer ob. cit., p. 69, cf. B.A. Pearson p. 17.

(74) B.A. Pearson, ob. cit., p. 17.

(75) B.A. Pearson, ob. cit., p. 20.. 132

(76) B.A. Pearson, ob. cit., p. 20.

(77) A.F. Segal, ob. cit., p. 152-155.

(78) A.F. Segal, ob.cit., pp. 265-266.

(79) A.F. Segal, op. cit., p. 159. Los vocablos “que se te apareció” aparecen en la
Septuaginta pero no en la Biblia masorética. Por ser alejandrino, Filón usaba la Biblia
griega, que no es la de los judíos actuales. La católica Biblia de Jerusalén incluye los
108

vocablos adicionales, aclarando al pie de página: “añadido según griego”. La Jewish Study
Bible de Oxford dice “I am the God of Beth-el”. En su traducción del Génesis, Daniel
Colodenco aporta más información. Su trascripción es la de la Biblia judía actual: “Yo soy
el Dios (El) de Bet-El.” Pero en la anotación agrega:: “TgOnq, TgPsJ y LXX traducen: ‘Yo soy
el Dios que se te apareciese en Bet-El’, lo que sugiere una versión textual diferente al MT,
quizá más antigua.” Hay por lo tanto dos Tárgum en arameo, anteriores a la Biblia
masorética, cuya traducción es la de la Septuaginta. D. Colodenco, ob. cit., p. 210.

(80) Harry Austryn Wolfson, “The Pre-existent Angel of the Magharians and al-
Nahäwandi”, Jewish Quarterly Review 11 (1960), p. 97.

(81) Giles Quispel, "The Origins of the Gnostic Demiurge", en Patrick Granfield y
Josef A. Jungmann (comps.), Kyriakon. Festschrift Johannes Quasten, Munster Westfalen:
Aschendorff, 1970, p. 273.

(82) Una geniza es un tesoro oculto.

(83) El caraísmo es una rama marginal supérstite del judaísmo. Fue fundada en la
Mesopotamia en el siglo VII por Anan ben David, que organizó a los judíos anti-talmúdicos
y consiguió que el Califato estableciera un segundo exilarcado (organización autónoma de
judíos en el exilio), para quienes rechazaban a los rabanitas que querían imponer el
Talmud. Rechazan también la Ley Oral Rabínica, guiándose tan sólo por una interpretación
literal de la Biblia y su Ley Mosaica. Enfatizan en el mandato de Deuteronomio 4:2: No
añadiréis a la palabra que yo os mando ni disminuiréis de ella, para que guardéis los
mandamientos de YHWH, vuestro Dios, que yo os ordeno. En la actualidad hay unos
50.000. La mayoría vive en Ramle, al occidente de Tel Aviv, y provinieron de Egipto,
Turquía, Rusia y Europa. En Estados Unidos viven unos 2000, la mayoría cerca de Daly City,
California.

(84) Véase el texto de John C. Reeves (profesor de la Universidad de Carolina del


Norte, Charlotte), “Reflections on Jewish apocryphal and pseudepigraphical survivals in
medieval Near Eastern religious traditions”, http://www.st-
andrews.ac.uk/~www_sd/survivals.html

(85) B.A. Pearson, ob. cit., p. 12.

(86) Friedländer cita las páginas 86-93 de la obra de Filón. Mencionado en B.A.
Pearson, ob. cit., p. 12.

(87) Los setianos fueron un grupo gnóstico pre-cristiano que se esparció por todo
el Mediterráneo y tuvo influencias sobre los tomasinos, valentinianos y basilideanos.
Veneraban a Set, el tercer hijo de Adán y Eva, y según todos los indicios, provinieron de
una matriz judía. Por otra parte, vale la pena observar que Pearson puso en duda la
109

existencia de una secta estrictamente caínita, que supuestamente veneraba a Caín como
víctima del demiurgo Yahvé. Caín fue considerado por muchos como el padre de las
herejías, lo que llevó a algunos maestros judíos como Filón a llamar “caínitas” a los
herejes. A su vez, esto pudo haber confundido a los Padres de la Iglesia, que presumieron
la existencia de una secta dedicada a venerar a Caín. B.A. Pearson, ob. cit., p. 23.

(88) B.A. Pearson, ob. cit., p. 13. 133

(89) B.A. Pearson, ob. cit., p. 14.

(90) B.A. Pearson, ob. cit., p. 22.

(91) B.A. Pearson, ob. cit., pp. 20-21.

(92) B.A. Pearson, ob. cit., p. 22.

(93) B.A. Pearson, ob. cit., p. 22.

(94) Los primeros indicios de gnosticismo judío provenientes de testigos judíos


adversos, serían del siglo II AEV. Luego Friedländer encuentra referencias entre los más
antiguos maestros de la Misná, como por ejemplo Johanan ben Zakkai, un célebre rabino
del siglo I EV que condenara la diferenciación gnóstica entre el Altísimo y el Demiurgo
creador.

(95) B.A. Pearson, ob. cit., p. 28.

(96) P. Perkins, The Gnostic Dialogue: The Early Church and the Crisis of
Gnosticism, New York: Paulist Press, 1980, p. 18.

(97) Para un tratamiento sistemático de la relación entre neoplatonismo y


gnosticismo, especialmente en lo que concierne a los documentos hallados en Nag
Hammadi, véase Jay Bregman y Rich T. Wallis (eds.), Neoplatonism and Gnosticism,
Albany: State University of New York Press, 1992. Sucesivos capítulos de este libro, como
el de Stephen Gersh, “Doctrinas Teológicas del Asclepio Latino”, y el de John Peter Kenny,
“El Platonismo del Tratado Tripartito”, analizan la relación entre algunos conceptos
neoplatónicos y estoicos, y los entes espirituales de los textos gnósticos mencionados en
los títulos.

(98) B.A. Pearson, ob. cit., p. 13.

(99) En realidad, para que una rebelión contra Yahvé desemboque en el


movimiento que históricamente se conoció como gnosticismo, también hay que agregar la
noción de que la salvación depende de un conocimiento iniciático. En nuestro criterio este
110

elemento es secundario, y quizás provino de la necesidad de defenderse de


persecuciones. Por ora parte, esa ‘gnosis’ oculta podría consistir simplemente en una
lectura de la Torá similar a la que hemos realizado en este libro. El secreto se develaría
con sólo descifrar lo que verdaderamente nos dice la Biblia, que (según nuestro planteo)
sería lo opuesto de lo que enseña la autoridad religiosa. Una vuelta de tuerca de este
estilo está sugerida en algunos pasajes “gnósticos” del Nuevo Testamento.

(100) Otras versiones del mito gnóstico apelan a la figura del Logos, o sea el
Conocimiento, un concepto vinculado de cerca de la Sabiduría, aunque masculino en vez
de femenino. Su genealogía comienza con Heráclito, un presocrático para quien el Logos
describía el orden inherente al universo. Hacia los tiempos de Sócrates, Platón y
Aristóteles, pasó a representar la facultad de la razón y el conocimiento que los hombres
tienen del mundo y sus semejantes. Finalmente, los estoicos lo entendieron como el
poder que anima al universo. El mito gnóstico del Logos, menos frecuente que el de Sofía,
delata la influencia del estoicismo, complementaria a la del neoplatonismo. Tanto el Logos
como Sofía fueron personificados (o hipostatizados, como se dice en la jerga filosófica),
pasando a ser tratados literariamente como deidades.

(101) George W. MacRae, “The Jewish Background of the Gnostic Sophia Myth”,
Novum Testamentum, Vol. 12(2), abril 1970, pp. 86-101.

(102) G.W. MacRae ob. cit., p. 97.

(103) Véase Nils A. Dahl, “The Arrogant Archon and the Lewd Sophia: Jewish
Traditions in Gnostic Revolt”, en Bentley Layton (comp.), The Rediscovery of Gnosticism:
Proceedings of the International Conference on Gnosticism at Yale, New Haven,
Connecticut, March 28-31, 1978. Volume II, Sethian Gnosticism, Leiden: E.J. Brill, 1981, p.
706. 134

(104) El comentarista de la Biblia de Jerusalén dice (p. 967): “El libro griego de la
Sabiduría (...) ha sido reconocido como inspirado a título igual que los del canon hebreo.
(...) El autor es ciertamente un judío, lleno de fe en el ‘Dios de los Padres’ (9:1), orgulloso
de pertenecer al ‘pueblo santo’ (10:15), pero judío helenizado. (...) Cita la Escritura según
la traducción de los Setenta, realizada en ese ambiente: es, pues, posterior a ésta, pero
desconoce la obra de Filón de Alejandría. (...) Pero hay mucho contacto entre las dos
obras, brotan en el mismo ambiente y no pueden estar muy alejadas en el tiempo. (...) El
libro ha podido ser escrito en la segunda mitad del siglo I antes de nuestra era; es el más
reciente de los libros del Antiguo Testamento. (...) Dado el ambiente, la cultura y las
intenciones del autor, no es extraño que se observen en su libro numerosos contactos con
el pensamiento griego. (...) Pero (...) de los sistemas filosóficos, o de las especulaciones de
la astrología, no sabe más que un hombre culto de su época en Alejandría. No es ni
filósofo ni teólogo, es un sabio de Israel.”
111

(105) Aquí lo abreviaremos Ecli. También es conocido como Libro de Sirac. Fue
otro de los textos incorporados a la Biblia por los judíos de Alejandría, ausente de la Biblia
palestina usada por los judíos actuales. El comentarista de la Biblia de Jerusalén dice (p.
995): “Este libro (...) fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua
original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron
encontrados en 1896 entre los restos de varios manuscritos de la Edad Media,
procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido
más recientemente en una cueva en Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un
largo texto que contiene 39:27 a 44:17 en escritura de comienzos del siglo I a.C. (AEV).”
Estos hallazgos demuestran que fue incorporado también por judíos de Palestina, aunque
luego no fuera incluido en el canón.

(106) El Libro de Henoc o Enoch es un texto apócrifo seudoepigráfico


intertestamentario que forma parte del canon de la Iglesia Ortodoxa Etíope. El texto
completo proviene de antiguos códices en ge’ez, la lengua litúrgica de esa fe, pero varias
partes son conocidas en griego, siríaco, armenio, árabe y latín, habiéndose encontrado
también varios fragmentos en arameo y finalmente uno en hebreo en Qumrán. Los
especialistas adjudican el texto a varios autores judíos, entre los siglos III y I AEV.

(107) Cardenal Jean-Guenolé-Marie Daniélou, S.J., “Judéo-Christianisme et


Gnose”, en Aspects du Judéo-Christianisme, Paris : Coloquio de Estrasburgo, 1965, p. 139-
166.

(108) Véanse Walter Schmitals, The Office of Apostle in the Early Church,
Nashville: Arlington, 1969, p. 126; y Jack T. Sanders, The New Testament Christological
Hymns: Their Historical Religious Background, Cambridge: Cambridge University Press,
1971, p. 96, y también a su Prefacio a la traducción al inglés de Rudolf Karl Bultmann, The
Gospel of John; a commentary, Filadelfia: Westmisnter Press, 1971, p. 8.

(109) Según Epifanio de Salamis (Panarion/Adversus Haereses) y Teodoreto de


Ciro (Haereticarum Fabularum Compendium), los barbelitas o borboritas eran una secta
ofita libertina. El vocablo ‘borborita’ proviene del griego ‘borboro’, que significa
‘inmundo’. Epifanio dice que los borboritas estaban inspirados en el setianismo y que en
sus rituales incluían el sexo sacramental con copulación homosexual y el consumo de
sangre menstrual y semen en la eucaristía. También los acusó de comer los fetos de
mujeres embarazadas durante el sexo ritual. Como se trata de testigos adversos, hay que
tomarlo con pinzas. La descripción de sus creencias parece emparentarlos con Barbelo,
una emanación andrógina de Dios presente en varias cosmogonías setianas. 135

(110) The Nag Hammadi Library, p. 511-512.

(111) The Nag Hammadi Library, p. 8.


112

(112) The Nag Hammadi Library, p 7.

(113) The Nag Hammadi Library, p. 455.

(114) Wayne Meeks, "The Image of the Androgyne: Some Uses of a Symbol in
Earliest Christianity," History of Religions, 13:3, febrero de 1974, p. 180.

(115) Mar Saba es un convento ortodoxo griego próximo al pueblo de Belén. La


existencia de la carta fue verificada por otros cuatro estudiosos en 1976, que le sacaron
fotografías en colores. El bibliotecario del convento también sacó fotos, que se publicaron
en el año 2000. Posteriormente los monjes no permitieron acceso al documento.

(116) Ver también Corintios 12:1-6.

(117) Véanse los libros de Morton Smith, Discovery and Interpretation of the
Secret Gospel according to Mark, Nueva York: Harper & Row 1973 (libro de difusión), y
Clement of Alexandria and a Secret Gospel of Mark, Cambridge MA: Harvard University
Press, 1973 (estudio académico), y el artículo “Clement of Alexandria and Secret Mark:
The Score at the End of the First Decade”, Harvard Theological Review 75 (1982).

(118) Lucas 10:38-44.

(119) Véase Bernadette Brooten, “Junia. . . Outstanding among the Apostles”, en


Leonard J Swidler y Arlene Swidler (comp.), Women Priests: A Catholic Commentary on
the Vatican Declaration, Nueva York: Paulist Press 1977.

(120) Elaine Pagels, The Gnostic Gospels, Nueva York: Vintage, 1989, p. 48.

(121) Existieron grandes divergencias entre diversos seguidores de Valentino


acerca de si el vértice de la divinidad es una mónada o una díada. Según Ireneo, para
Valentino se trataba de una díada. En cambio, para el autor de la Exposición Valentiniana,
uno de los manuscritos hallados en Nag Hammadi, el Todo es una Mónada, masculina. No
obstante, su emanación femenina Sofía es la madre del Demiurgo, creador del mundo
material. Véase la Introducción a la Exposición, de Elaine Pagels, en The Nag Hammadi
Library, p. 481-482.

(122) Protennoia Trimórfica 45:2-12, The Nag Hammadi Library, p. 519

(123) Según señalan George W. MacRae y Douglas M. Parrott en la Introducción a


Trueno: Mente Perfecta, en The Nag Hammadi Library, p. 295-296. ‘Trueno’ en griego es
un sustantivo femenino.
113

(124) Trueno, Mente Perfecta 13:16-23, 16:3 9 16:11-25, The Nag Hammadi
Library, p. 297 y 299.

(125) Evangelio de Felipe 59:6-11, The Nag Hammadi Library, p. 145.

(126) Evangelio de Felipe 63:30-37, The Nag Hammadi Library, p. 148

(127) El Evangelio de María Magdalena se encontró en el Códice Akhmin, un texto


gnóstico comprado en El Cairo en 1896 pero no fue publicado hasta 1955, después del
hallazgo de Nag Hammadi, donde también está. Hay una versión en griego del siglo III y
otra en copto del siglo V. A partir del siglo III hay referencias patrísticas a este evangelio,
hasta entonces perdido.

(128) Evangelio de María Magdalena 10:1-7, 16:18-20 y 18:1-15, The Nag


Hammadi Library, p. 526-527.

(129) Existen cinco manuscritos de Pistis Sophia. El más conocido está en el Códice
Askew, comprado por el Museo Británico en 1795. Hasta el descubrimiento de Nag
Hammadi, el Códice Askew era uno de tres códices que habían sobrevivido la supresión de
las revelaciones ocultas en occidente y oriente. Los otros dos son el Códice Bruce y el
Códice de Berlin.

(130) Este evangelio no debe confundirse con el Evangelio Cóptico de los Egipcios,
reencontrado en Nag Hammadi. Han sobrevivido escasos fragmentos del Evangelio Griego
de los Egipcios. La mayor parte de lo que se conoce del mismo proviene de testigos
adversos.

(131) Pistis Sofía 36:71-80, cf. E. Pagels 1989, p. 65

(132) El Diálogo del Salvador 139:11-13

(133) Véase la Introducción de Helmut Koester y Elaine Pagels a El Diálogo del


Salvador, en The Nag Hammadi Library, p. 244-246.

(134) (San) Jerónimo y (San) Epifanio dicen que Marcelina era discípula y
representante de Marción en vez de Carpócrates. La mayoría de los expertos interpreta
que este fue un error cometido por el primero y copiado por el segundo.

(135) Los montanistas tuvieron un gran éxito de reclutamiento en algunas


regiones del Imperio y fueron declarados herejes en el año 177. No obstante, siguieron
teniendo gran predicamento hasta la oficialización de la Iglesia de Roma, y en algunos
rincones aislados sobrevivieron hasta el siglo VIII. En el año 207 consiguieron la conversión
a sus filas del teólogo católico Tertuliano (Quintus Septimius Florens Tertullianus). Éste
114

había tenido la mayor importancia dentro del catolicismo, siendo quien introdujo el
término ‘Trinidad’ y el concepto de “tres personas de una misma sustancia”. Durante su
etapa católica, fue uno de los heresiólogos que más severamente condenó a los gnósticos.
Su alejamiento fue un duro golpe para la Iglesia oficial.

(136) La herejía de Donato de las Casas Negras, nacida en la Argelia actual, no era
gnóstica sino que consistía en un exagerado culto de los mártires. En el año 312 él y sus
fieles protagonizaron un cisma y formaron una Iglesia separada, disgustados por la
elección de Ceciliano como obispo de Cartago, que era objeto de particular animadversión
por parte de Doña Lucila. Fueron condenados sin éxito por el Concilio de Amés, en el 314.
A pesar de la persecución, no terminaron de desaparecer hasta el ascenso del islam en el
norte de África, en el siglo VII.

(137) Véase Rose Lockwood, “Potens et Factiosa Femina. Women, Martyrs and
Schism in Roman North Africa”, en Augustinian Studies 20 (1989).

(138) Veánse especialmente las epístolas 43, 47, 57, 58, 60, 61, 70; 108, 109, 110,
111, 112, 120, en la edición del los Benedictinos de San Mauro.

(139) E. Pagels 1989, p. 66.

(140) El Corán está dividido en 114 suras o capítulos, que a su vez se dividen en
versículos.

(141) Véase K. Rudolph Gnosis: The Nature and History of an Ancient Religión,
Edimburgo: T & T Clark, p. 10-25, y Hans von Campenhausen, Griechische Kirchenväter,
Stutgart, 1967, citado por el primero.

(142) Otras fuentes gnósticas que sobrevivieron a la supresión eclesiástica


incluyen el “Himno de la Perla”, que es parte de los “Actos de Tomás”, un libro
neotestamentario tardíamente declarado herético por el Concilio de Trento (1545-63).
Otros Actos Apócrifos de los Apóstoles también contienen conceptos gnósticos aislados.

(143) En cuanto a los eruditos que fueron tempranos precursores del estudio del
gnosticismo, hay que recordar las obras de Gottfried Arnold (quien en 1699 argüía que a la
verdadera historia de la Iglesia hay que buscarla entre los herejes y réprobos); el teólogo
protestante Isaac de Beausobre (cuya obra pertinente se publicó entre 1734 y 1739), y
Johann Lorenz von Mosheim (quien entre 1739 y 1758 se apasionara por los ofitas). Entre
1818 y 1828, August Neander y Jacques Matter dieron comienzo, respectivamente, a la
indagación moderna sobre el gnosticismo en Alemania y Francia. Posteriormente, en
1835, éstos fueron superados por la obra de un gran historiador de la Iglesia, Ferdinand
Christian Baur, que representó el verdadero comienzo de la investigación científica sobre
el tema. Pero hasta entonces se concebía al gnosticismo principalmente como un sistema
115

filosófico vinculado al neoplatonismo. El salto hacia una concepción de la gnosis como


parte importante de la evolución del dogma cristiano se produjo recién con la obra de
Adolph von Harnack, de 1886. Luego siguió Adolf Hilgenfeld, cuyo libro de 1884 postula
que el gnosticismo fue un fenómeno esencialmente no cristiano originado en los
samaritanos. Hacia 1907, Wilhelm Bousset intentó explicar la gnosis en términos de una
mezcla pre-cristiana de religión babilónica e iraní. Posteriormente, hacia 1926, Richard
Reitzenstein profundizó en esta línea de indagación. Con este bagaje, Rudolph Bultmann
(1884-1976) regresó al estudio de la compleja trama de relaciones entre el gnosticismo y
el Nuevo Testamento. Finalmente, Hans Jonas, un discípulo de Bultmann y Heidegger,
publicó en 1934 y 1958 las dos partes de una importante obra, The Gnostic Religion,
donde abordó el problema desde el existencialismo, ofreciendo a la vez un panorama
completo de las investigaciones hasta esa fecha. Véase K. Rudolph, ob. cit., p. 30-34.

(144) Francesco Zambon, comp., El Legado Secreto de los Cátaros, Madrid:


Ediciones Siruela, 2003., p. 15-16. En este libro se compendia la mayor parte de estos
documentos.

La segunda opción, hecha a medida de quienes crean que la Biblia es solo un texto
antropológico con proyecciones políticas actuales, es desenmascararla como obra
abominable. Desde cierto punto de vista idealista y liberal, no hacerlo sería convertirnos
en cómplices de esa abominación, contribuyendo a la verdadera malversación de santidad
llevada cabo conjuntamente por Iglesia y Sinagoga a lo largo de las eras. Significaría
convertirnos en parte de la matriz de violencia y genocidio que Adonai nos quiso imponer
como ideal normativo y que en los hechos se ha adueñado de la historia humana, gracias
en gran medida a la autoridad religiosa judeocristiana, que a lo largo de siglos y milenios
se comportó como lo hace su Dios en el Libro presuntamente sagrado. Quienes tomen
este camino seguramente pensarán anonadados que Yahvé viene triunfando... y a lo
grande.

Por otra parte, para quienes crean que el Pentateuco es una Revelación satánica
también hay dos opciones. Una consiste en denunciar a la Biblia tal como lo haría algún
agnóstico liberal, pero desde una premisa deísta. Para este grupo, Adonai sería una
entidad demoníaca real a la que se debe combatir.

Pero también se puede optar por el camino opuesto. En efecto, la alternativa


restante para quienes supongan que la Torá es la Revelación de una deidad menor y
malvada consiste en hacerle el juego, acatando las reglas que Yahvé nos propone:
disciplina interna y ferocidad externa. Este es el secreto del éxito mundano. Es el
verdadero mensaje de la Biblia judeocristiana. Y es una normativa análoga a la que rige la
conducta del fundamentalismo islámico, que asoma por ello como futuro vencedor de
Occidente.
116

Este último camino implica plegarse a los fundamentalistas bíblicos que este
escrito comenzó denunciando, pero exigiéndoles que extiendan sus prácticas para incluir
también las órdenes de Yahvé respecto del trato que debemos dispensar a nuestros
enemigos.
En ese caso, desde su nube, Adonai, nuestro aliado, amigo y hermano mayor podrá
sonreír otra vez, preparando su columna de fuego para conducirnos a una segura victoria.
Hacia Él iremos con nuestro tributo de tufos sedantes, calmantes aromas y olores
agradables. Cual nuevos Moisés, nos aproximaremos obedientes a la Tienda del Encuentro
dispuestos a seguir su mandato genocida, para demostrarle que es verdadera su opinión
de que “las trazas del corazón humano son malas desde su niñez”.

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