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El educar con disciplina y amor, es una forma de vivir y de criar a los niños que se basa
en el respeto mutuo entre padres e hijos. Cuando un adulto se ocupa de la educación de
un niño pone en marcha una serie de prácticas que engloban actitudes, conductas y
creencias, que tienen como finalidad enseñarle y encaminar su desarrollo; esto es lo que
se conoce como estilo educativo, y la disciplina positiva es la tendencia que se basa en el
respeto y se apoya en la afectividad.
Muchos padres dan por sentado que sus hijos saben que los aman, otros piensan que con
solo decirles una frase de “te quiero”, ya ellos tienen que saberlo, pero no es así, los
padres deben tanto demostrarlo como decírselo diariamente, es de suma importancia que
los hijos lo sientan de corazón.
Desde los primeros años de vida, el niño necesita amor, primero con su madre como
reflejo de la alimentación que le proporciona y al darle esta, va creando un vínculo entre
ambos. Luego cuando el niño va creando su independencia ya no solo recibe amor, ahora
es capaz de darlo no solo a sus padres, sino también a las personas con las que convive
diariamente, y conforme vaya creciendo si el niño recibe amor, sigue expresándolo a los
demás.
Aunque con el pasar del tiempo no siempre el niño va actuar respondiendo al amor que
sus padres le mostraron, como por ejemplo en la adolescencia, que es una etapa
sumamente difícil, donde los sentimientos van a estar en conflicto; como padres los más
importante es seguir demostrándoles amor.
El amor y la disciplina debe ser uno de los componentes más importantes a tener en
cuenta cuando hablamos de educación. Cuando se disciplina con amor a un hijo se le
están brindando las herramientas para la vida; a través de la misma se enseñan la
perseverancia, la constancia, la voluntad y el respeto. Un pequeño que es criado con
amor y disciplina, aprende a alcanzar sus metas, es luchador, con una autoestima
saludable y seguro de sí mismo.