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I - Oposiciones:
El modelo de las ciudades medievales nos ofrece un claro testimonio de esto: amuralladas,
atrincheradas, encerradas para resistir el embate de enemigos y extranjeros, pero también
para delimitar un espacio dónde el ser humano define su condición de tal tomando distancia
de lo natural. Puertas adentro se desarrolla la vida del hombre; no hay espacio allí para la
naturaleza; se intenta borrar hasta el último de sus vestigios. Las plazas de las antiguas
ciudades europeas hacen patente esta concepción: renegando de toda reminiscencia del
verde, de las praderas y bosques en donde el hombre desarrolló su condición, la plaza es un
lugar empedrado, en la que no queda ni siquiera resquicios de vegetación.
IMÁGENES La plaza de Bruselas, considerada una de las más hermosas del mundo, la
Plaza Mayor de Madrid, podemos pensar muchos ejemplos, que dan cuenta de la fuerza de
esta impronta.
El hombre se reafirma como un gran arquitecto que reniega de su entorno natural y toma
distancia de lo agreste, construye su identidad en términos de oposición con la naturaleza y
se concibe como un ser dotado de una condición totalmente ajena a la del resto de las
especies naturales, con lo que justifica su accionar depredador.
En América el panorama ha sido muy diferente: los nativos de nuestras tierras concebían al
viento, la lluvia, la tierra como sus dioses; de ellos dependía su existencia; se sienten parte
de este cosmos, conviviendo con la naturaleza de modo amigable, en una implícita
concepción que los hace sentirse parte de un sistema, interviniendo lo mínimo
indispensable en la estructura de bosques, valles y selvas, adaptándose al entorno que no
era visto como hostil sino como un espacio que los acoge. (IMAGEN Plaza de Cusco,
Machu Picchu, Rocas) El hombre americano se siente parte de la naturaleza, partícipe y
protagonista del fabuloso despliegue de la vida, en la que su existencia y su cultura se
adaptan al ritmo de los ciclos naturales-
II- Restauraciones
Es que a pesar de sus esfuerzos, el ser humano no puede renegar de sus orígenes; nuestro
cuerpo nos instala en el mundo biológico del que inevitablemente somos parte aunque
hayamos querido olvidarlo. Con dificultad el hombre recupera sus lazos con la naturaleza;
recordemos sino el revuelo que generó Darwin en tanto reivindica nuestro parentesco con
los simios antropomorfos y reinserta al hombre en el concierto de las especies, como parte
del reino animal.
Reconocernos como parte de la naturaleza nos permite a volver la mirada hacia ella y
recuperar nuestros lazos; a partir de allí cabe la posibilidad de gestar una nueva concepción
del hombre, de la naturaleza y de las relaciones entre ambos que se hace no sólo
imprescindible sino también urgente.
En esta línea se inscribe la propuesta de la Encíclica Laudatio Si, que se sustenta en la toma
de conciencia de los graves problemas que aquejan a nuestro planeta y en la necesidad de
buscar soluciones para ellos.
III – Acciones
Resulta interesante que un Papa se pronuncie sobre estos problemas, hecho que creo que no
tiene precedentes en el cristianismo. No resulta casual que a Francisco le interesen estos
temas dado el perfil de la orden a la que pertenece; posiblemente sean los franciscanos
quienes más se han enfocado en la importancia de las relaciones del hombre con la
naturaleza, siguiendo la impronta de San Francisco. Esto da cuenta también del interés del
Pontífice por temas de actualidad, y de su conciencia de la importancia de pronunciarse
sobre ellos para alertar sobre la necesidad de proteger nuestro mundo.
Esto posee una gran importancia en tanto consideramos que el discurso constituye una
acción eficaz, capaz de producir modificaciones en el modo de pensar y en nuestras
acciones. La filosofía contemporánea ha mostrado con creces la intrínseca relación entre
discurso y praxis. Como señala Hannah Arendt, la palabra es acción, puesto que permite
poner en marcha nuevas prácticas: el discurso propone nuevas perspectivas e invita a la
acción, abre la posibilidad de trascender lo dado y comenzar algo nuevo, de tomar una
iniciativa y poner algo en movimiento (201). El discurso aparece como una poderosa
herramienta para actuar sobre el mundo.
Me parece importante destacar que el Papa ha afirmado que ha escrito esta encíclica para
todos los hombres, no sólo para los cristianos; se propone por ello invitar al diálogo a otras
iglesias y comunidades, y también a otras religiones y disciplinas, reconociendo que la
reflexión de innumerables científicos, filósofos y organizaciones sociales ha enriquecido el
pensamiento de la iglesia sobre este tema.
En efecto, el cuidado del medio ambiente es un problema que nos compromete a todos.
Como señala Giuseppe Onufrio, delegado de Green Peace en Italia, el cambio climático es
un problema moral puesto que hay un vínculo entre las cuestiones sociales y las
cuestiones ambientales que se entretejen. Cito: “El análisis de los problemas ambientales es
inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la
misma relación de la persona consigo mismo; no hay dos crisis separadas, una ambiental y
una social sino una única y compleja crisis socio-ambiental.”
IV- Conclusiones:
A mi juicio esta encíclica nos ofrece un certero diagnóstico de los males de nuestro tiempo,
pero lo hace desde una mirada optimista, ya que asume que el ser humano posee la
capacidad de revertir el derrotero de sus acciones; no todo está perdido: es posible
intervenir positivamente. Desde aquí podemos pensar nuevos géneros de relaciones entre
naturaleza y cultura, en las que no aparezcan contrapuestos o enfrentados como se los
había concebido y recuperar la idea de hombre como parte de la naturaleza.
No dejamos, sin embargo, de percibir las dificultades a las que se enfrenta este nuevo
modelo; estas son sobre todo de origen económico, puesto que la explotación
indiscriminada de los recursos trae aparejados sin lugar a dudas enormes beneficios para
algunos. Pensemos sino en conflictos como el de la pastera que se instaló en Uruguay hace
algunos años, o la tala en la provincia de Salta y en el pedemonte en nuestra provincia, la
minera La Alumbrera por citar sólo algunos ejemplos. El reto será conciliar los intereses
políticos y económicos con el fin de construir un mundo mejor para nosotros y para los
hombres del futuro.