Está en la página 1de 1

Cuando uno se propone la distancia vincular, como el último método para ver qué nos sucede

en esa ventana que se abre, termina asombrado de las cosas que aguantó, sin entender, por
qué las aguantó.
Hay que atreverse a pasar ese peaje.
Es una angustia abstinente, que una vez que logramos atravesarla, termina siendo un bien
necesario que nos devuelve el alma al cuerpo.
Convivimos con muchas voces adentro nuestro que no las conocemos, hasta que se ponen en
marcha sin pedirnos permiso.
Son huéspedes que habitan en nuestra casa: Miedo. Soledad. Abandono. Inseguridad.
Dependencia. Ansiedad. Depresión. Angustia.
No hablan : actúan rompiendo nuestra capacidad de decisión.
Y cuando nos quisimos dar cuenta, lo hacen atentando contra nuestro propio deseo.
Distancia para ver.
Para frenar.
Para conocer.
Para aclarar.
Y muchas veces, para poder decir basta.

Distancia para devolvernos la confianza que cedimos y transformarla en certeza para caminar el
camino que queremos transitar.
Distancia.
Como un golpe de aire fresco en el medio de la cara.
Como una ficha a favor de nuestra libertad.
Como un develador y revelador de ese misterio que no podemos desatar: ¿Por qué estamos
donde no queremos estar ?
Distancia
Para responder.
Lorena Pronsky

También podría gustarte