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y tableros”.
Cuando los contribuyentes del impuesto de industria y comercio no hayan exhibido avisos
en las “vías públicas”, en ese caso no estarían obligados a liquidar el impuesto
complementario de avisos y tableros.
Por estas fechas, los contribuyentes que deben presentar su declaración anual del
impuesto de industria y comercio del año gravable 2006 (vigencia fiscal 2007) ante los
municipios que exigen tal declaración, hacen bien en tener presente que si en sus
negocios no se exhibieron, durante el año 2006, avisos en la “vía pública” ni en ninguno
de los demás medios de comunicación mencionados en la ley 97 de 1913, en ese caso no
deberán liquidar lo que se conoce como el “impuesto complementario de avisos y
tableros”
Al respecto debe recordarse que fue el artículo 1º literal k) de la Ley 97 de 1913 el que
creó el impuesto de “avisos y tableros”, señalando como hecho imponible la colocación de
avisos ya sea en la vía pública, o en coches, o tranvías, o estaciones de ferrocarriles, o
en cafés o en establecimientos públicos.
Por tanto, aunque es posible que un contribuyente sí tenga que liquidar el impuesto de
“industria y comercio” (por haber percibido ingresos de actividades industriales,
comerciales y de servicios que no estén excluidos por la ley 14 de 1983 ni exonerados por
el respectivo municipio), es posible que ese mismo contribuyente no esté obligado a
liquidar el impuesto complementario de “avisos y tableros” por cuanto no exhibió
avisos en las vías publicas y demás medios de comunicación mencionados en la
ley 97 de 1913 .
La aplicación inmediata de normas favorables que en materia de tarifas y otros asuntos trae
la Ley 1111 de 2006, ha sido puesta en escena por parte de la autoridad tributaria, mediante
circular 0009 del 17 de enero de 2007. Aunque era de esperarse la negación de la DIAN a
la aplicación para el 2006 de algunos asuntos favorables de la última reforma tributaria, lo
interesante del tema es que ya existe un pronunciamiento administrativo contra el cual
controvertir jurídicamente.
Irretroactividad vs favorabilidad
Al expedirse la Ley 1111 de 2006, las interpretaciones sobre su aplicación se dieron sobre
la base que las normas tributarias no tienen carácter retroactivo, a la luz del artículo 338
que establece lo siguiente:
“Las leyes, ordenanzas o acuerdos que regulen contribuciones en las que la base sea el
resultado de hechos ocurridos durante un período determinado no pueden aplicarse sino a
partir del período que comience después de iniciar la vigencia de la respectiva ley,
ordenanza o acuerdo”.
La filosofía que inspiró la carta, fue la de no permitir que al final del año se cambiaran las
reglas de juego de la tributación de los contribuyentes, alterando tarifas, bases e incluso
adicionando nuevos tributos en el mismo período de expedición de las normas.
Pues bien, nadie duda de las bondades y seguridad jurídica del principio constitucional
antes expuesto. Sin embargo, en la sentencia C-527/96 la Corte Constitucional presentó una
variante controvertida y fue la de excepcionar el principio de irretroactividad en los casos
favorables al contribuyente expresado de la siguiente manera: “Por otro lado, la Corte ha
dicho que la restricción de retroactividad o vigencia para el período siguiente ‘está
encaminada a impedir que se aumenten las cargas del contribuyente modificando las
regulaciones en relación con períodos vencidos o en curso’, es decir es una prohibición de
retroactividad en lo desfavorable al contribuyente, pero si la medida le es favorable, la
Corte admite su vigencia inmediata”. (Cita indirecta que el profesor Miguel Angel Bustos
hace de la Doctora Lucy Cruz de Quiñónez, Obra de Derecho Tributario publicada por el
ICDT, página 288).
En este orden de ideas, y tendiendo en cuenta que la ley laboral solo autoriza embargar el
salario, no es dable que el auxilio de transporte sea embargable, puesto que éste no es
salario, y en estos casos, la aplicación de la ley debe ser restrictiva, puesto que cuando se
trata de los derechos del trabajador, no se pude extender la aplicación de la ley por
asimilación o interpretación, y como la ley es expresa y precisa al considerar que sólo el
salario puede ser embargado, se debe necesariamente concluir que el auxilio de transporte
no es embargable, pues se escapa a lo contemplado por los artículos 154, 155 y 1556 del
código sustantivo del trabajo
Las declaraciones tributarias son elaboradas por los contribuyentes, que son
particulares y en su elaboración no concurre un funcionario público.
Si bien un funcionario de la administración de impuestos está revestido de la
facultad de revisar la información declarada por el contribuyente, eso no
convierte la declaración en un documento público, puesto que aun en el caso
de que la declaración elaborada y presentada por el contribuyente sea
revisada, confrontada o modificada por la administración de impuestos, ésta no
pierda su naturaleza de privada, puesto que sigue representando información
que es propia y privada del contribuyente.
ARTÍCULO 59.
PERÍODO GRAVABLE.
Por período gravable se entiende el tiempo dentro del cual se causa la obligación tributaria del
impuesto de Industria y Comercio y es bimestral.
(…)
ARTÍCULO 62.
BASE GRAVABLE.
La base gravable del Impuesto de Industria, Comercio, Avisos y Tableros correspondiente a
cada bimestre, está constituida por la totalidad de los ingresos brutos ordinarios y
extraordinarios obtenidos en el respectivo bimestre en el ejercicio de las actividades gravadas,
con exclusión de los correspondientes a actividades exentas, excluidas o no sujetas, ventas
de activos fijos, ingresos provenientes de las exportaciones, subsidios percibidos, así como
las devoluciones, rebajas y descuentos en ventas debidamente soportados en libros y
registros contables. (…)”.
Invocó como normas violadas los artículos 287, 313 y 338 de la Constitución Política; 33 de la
Ley 14 de 1983 y 7° del Decreto 3070 de 1983 por las siguientes razones: Señaló que el
Municipio demandado, vulneró las normas superiores, al determinar que el Impuesto de
Industria y Comercio es bimestral y que su base gravable está constituida por los ingresos
brutos del bimestre, contrariando el artículo 33 de la Ley 14 de de 1983 el cual establece un
período anual y que el tributo se debe liquidar sobre el promedio mensual de ingresos brutos
del año inmediatamente anterior. Además, consideró que al modificar los elementos
esenciales del tributo, el ente territorial excedió la potestad derivada en materia impositiva que
le fue otorgada por la Constitución política.
Finalmente, recalcó que la jurisprudencia del Consejo de Estado[1] ha sido clara en indicar
que independientemente de la facultad que tienen los municipios para adoptar los
mecanismos que les permitan la recaudación gradual del impuesto, no es posible que en
ejercicio de ella puedan modificar el período gravable cuando la ley establece que es anual.
Además la consecuencia de variar el período de causación, se traduce en establecer una
base gravable distinta a la prevista por el legislador.
1 Sentencias de noviembre 9 de 2001 Exp. 12298, M.P. Juan Ángel Palacio Hincapié y de
octubre 27 de 2005 Exp. 14787, M.P. Ligia López Díaz.
Indicó que el artículo 33 de la Ley 14 de 1983 y el Decreto Reglamentario 3070 de 1983, que
regulan el impuesto de Industria y Comercio, establecen en forma expresa e inequívoca que
es anual, por lo que son contradictorias las normas acusadas al pretender que el tributo sea
bimestral.
Manifestó que la autonomía de los Entes Territoriales, no puede desconocer los elementos
esenciales del tributo cuando son establecidos por la Ley, como en su momento lo señaló el
Consejo de Estado en sentencia de octubre 27 de 2005 Exp. 14787.
ALEGATOS DE CONCLUSIÓN.
Las partes demandante y demandada, guardaron silencio en esta etapa procesal.
El Ministerio Público rindió concepto solicitando confirmar la sentencia apelada al considerar
que, la autorización en materia fiscal consignada en el artículo 338 de la Constitución, para
que los Acuerdos fijen los elementos del tributo, no es aislada pues, los Entes Territoriales no
se gobiernan por fuera de la organización unitaria del Estado.
Al tenor de lo dispuesto en el artículo 287 superior, la autonomía debe entenderse como la
capacidad de que gozan las entidades territoriales para gestionar sus propios intereses, pero
siempre dentro de los límites de la Constitución y la Ley.
No existe contradicción entre el reconocimiento de la autonomía de los municipios y la
soberanía fiscal derivada cuando se establece que los Concejos Municipales no pueden
desconocer los elementos del tributo fijados por la ley.