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Hichem Djalt

EUROPA Y EL ISLAM
Traducción de
Javier Sánchez Prieto

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olܡ'c ENSAYO
IBN JALDUN
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EL ISLAM, EUROPA
DOS ESTRUCTURAS mSTÓRICAS

LA DINÁMICA HISTÓRICA
1. Europa y la universalidad 141
2. Europa contra Europa 146
3. El Islam, agente universalizante, historizante y
mediador 148
PRESENTACIÓN
4. Releer la historia mundial 154

EL ISLAM: CIVILIZACIÓN, CULTURA, POLÍTICA


1. La civilización islámica 160
2. La cultura islámica 165
3. Lo político en el Islam 167
EUROPA Y EL ISLAM
4. Continuidad y discontinuidad 171
5. El problema de la alienación 178
6. La nación árabe: génesis y desarrollo 182
Una de las manifestaciones inequívocas del retraso cul-
APÉNDICE
La nación árabe y el retraso histórico según tural de España con respecto a la Europa en la que acaba
A. Larui 195 de integrarse es su notable y, a decir verdad, inquietante
falta de interés por las culturas ajenas: mientras, como
EUROPA EN SU ESPECIFICIDAD señaló ya Américo Castro, la contribución europea y nor-
1. El ser histórico europeo 207
teamericana al conocimiento de nuestro pasado y presen-
2. Ser y civilización 209
3. Historia y civilización 212 te es a todas luces esencial, la aportación hispana al estudio
4. Nuevo rostro de la decadencia de la cultura 215 de la cultura e historia de nuestros vecinos brilla por su
5. Esencia de la cultura occidental (~~~4!f,.f.i".~~19 ausencia. Si, abandonando el espacio de la actual Comu-
6. Cultura y modernidad 225 nidad de los Doce, penetramos en el ámbito de otras gran-
des culturas -China, la India, el Islam-, la apatía e
A MANERA DE CONCLUSIÓN: ISLAM, OCCIDEN-
TE, MODERNIDAD ' 237 indiferencia se agravan aún. A pesar de nuestra filiación
mestiza con el último, su proximidad y los contactos re-
NafAS 245 cíprocos mantenidos durante siglos, la labor abnegada de
ÍNDICE DE NOMBRES Y CONCEProS 255 nuestros arabistas no puede compararse en riqueza y di-
versidad con las de sus colegas ingleses, franceses o ale-
manes. La preocupación por el mundo araboislámico sigue
siendo tildada entre nosotros de rareza o resabio que des-

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califican automáticamente a quien la manifiesta. A la pre- fante -por emplear la fórmula de Southern- que «se ela-
gunta tantas veces formulada de «¿Por qué ese interés su- boró en el siglo XII, se amplió y precisó en los siglos XIII
yo por el Islam y los árabes?» habría que responder con y XIV, se prolongó hasta el XVIII prácticamente sin cam-
la más vasta de «¿Por qué esa falta general de interés?» bios y, a juzgar por algunos de sus elementos, hasta la
y centrar así el problema en nuestros complejos históri- época colonial».
cos y barreras mentales. El hecho de que obras como las Los capítulos consagrados a los orientalistas e intelec-
de Norman Daniel, Southern, Waardenburg, Edward Said, tuales franceses de las tres últimas centurias -desde Bou-
Larui, etc. -por no citar sino aquellas escritas en idio- 1ainvilliers, Vo1tairey Vo1neya Lévi-Strauss- son suma-
mas asequibles al lector culto- no hayan sido vertidas aún mente esc1arecedores. Frente a la pléyade de quienes asu-
al castellano o 10 sean hoy con incomprensible retraso es mieron los clichés y ahondaron las prevenciones, Djalt
una muestra desolador a del descuido y olvido por los es- subraya la existencia de autores cuya loable tentativa de
pañoles de 10 que erróneamente estiman ajeno y explica eludir un etnocentrismo seguro de sí y arrogante merece
de paso la futilidad, abuso de estereotipos y flagrante ig- ser destacada. Pero los esfuerzos de los ilustrados no pu-
norancia de la mayoda de 10 que se escribe en nuestra pren- dieron impedir la emergencia del imperialismo ni del ré-
sa acerca del Islam y los árabes. La traducción de Europa gimen colonial impuesto a la totalidad de los pueblos árabes
y el Islam, del tunecino Hichem Djalt, publicado en fran- después de la primera Guerra Mundial. Nolens volens,
cés hace más de una década, responde a una necesidad el orientalista -si bien respondía a la carencia creada por
acucian te y viene a colmar de maner.a oportuna un gran la crisis del Islam y su incapacidad pasajera de
vacíQ en razón de la agudeza de sus análisis y la rabiosa autoanalizarse- pasó a ser, con las consabidas excepcio-
actualidad de sus temas. nes de los Massignon, Becker, Rodinson, Montie1, etc.,
Hichem Djalt, como su colega marroquí Abdal1ah La- un agente, consciente o no, de la empresa dominadora an-
rui, se plantea el problema -que tanto concierne a los glofrancesa al encarnar el papel de portavoz oficial de
españo1es- del retraso histórico de su cultura y 10 des- sus prejuicios y de espejo de la «opinión media». «El etno-
glosa en varios apartados que recorreremos a vue1ap1u- centrismo despectivo justificaba la dominación, escribe
ma para una mejor comprensión de11ector. Internándose . Djaic, y ésta a su vez alimentaba el etnocentrismo. Todo el
en el campo abierto por Norman Daniel y rastreado des- mundo no europeo se vio desvalorizado y privado de su
pués con audacia y conocimiento por el autor de Orienta- dignidad histórica. Se convirtió en un patrimonio etno1ó-
lismo, Djaic se remonta hasta los orígenes de la imagen gico. En la medida en que conservaba una hostilidad la-
globalmente negativa del Islam que, como muestra bien tente, el Islam fue denunciado como reducto del fanatismo
la actual crisis del Golfo, mantiene intacta su fuerza ofen- y el panis1amismo como una conspiración contra Euro-
siva y se esgrime como un arma arrojadiza cada vez que pa. Ésta confiscó las Luces del siglo XVIII al serVicio de
los intereses de Occidente chocan con los de los árabes: un designio prosaico y recurrió de nuevo al arsenal de la
una imagen fruto de la ignorancia de la imaginación triun- Edad Media para descalificar a quienes sometía».

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Los capítulos centrados en tomo al pensamiento ale- Este, el que absorbió en 1258 como un veneno mortal la
mán y el Islam son también enjundiosos: el análisis de plaga mongólica, el que detuvo en una segundad fase la
Hegel y Spengler, de sus errores de bulto y fulgurantes oleada timúrida (de Tamerlán)>>.
aciertos, resulta un modelo de lucidez. El autor de La de- Excelente conocedor de las fuentes árabes así como de
cadencia de Occidente captó muy bien el papel desempe- gran parte de las europeas, Hichem Djai't sabe sacar par-
ñado por el Islam en la formación de la cultura europea tido de los elementos a su alcance para acometer el nú-
-una materia tratada también por autores de la talla de cleo central de sus preocupaciones: «¿Porqué el Islam -o
Asín Palacios, Southem, Vemet, etc.-, pero Djai't no se China- se estancaron ahí donde Europa progresó rápi-
limita a reivindicar para aquel su preservación de la he- damente: en el campo de la técnica, del pensamiento, de
rencia griega durante los siglos oscuros de Europa y la las ciencias? Más aún el Islam que China, porque si Chi-
influencia de Averroes, Avicena y los escritos árabes so- na representa la alteridad absoluta, el Islam mantiene pun-
bre el miarax en la escolástica tomista, los teólogos de tos en común con Europa y estuvo en la raíz misma de
la Sorbona y Dante: toca y desenvuelve otros puntos de su ascensión». Toutes proportions gardées, el tema nos ata-
extrema importancia. «El Islam, dice, era a la vez la po- ñe también en cuanto, con dos siglos y pico de diferen-
tencia militar que amenazaba a Europa y modelo de di- cia, vivimos un proceso de parálisissimilar -y aquí
namismo económico; del mismo modo, sería luego lamento que Djai't, íntimamente familiarizado con la cul-
enemigo ideológico y patrón filosófico. En resumen, el na- tura francesa y alemana, no se haya interrogado sobre el
cimiento de Europa en su historia se realizó, y no podía caso particular español ni meditado en tomo a la obra de
ser de otra manera, por mediación del Islam: primero, Castro. Pero esta laguna -que comparte, dicho sea de pa-
como repliegue defensivo; después, como expansión con- sada, con Said- no obsta a que sus reflexiones sean de
quistadora». Ahora bien, su influjo seminal va más allá un rigor ejemplar en su esfuerzo de aclarar las causas del
del hecho de haber sido un vehículo transmisor dellega- largo periodo de agotamiento de las fuentes creadoras del
do clásico. Al ocupar, someter y absorber la cuna del cris- Islam. Su éxito portentoso, nos dice, y el hecho de que
tianismo oriental, transformó asimismo a Europa en la viviera su historia a un ritmo acelerado y en completa so-
patria adoptiva de éste: la lenta agonía de Bizancio favo- ledad, le convirtieron en poder de afirmación, no movi-
reció el trasplante del ideal grecolatino al imperio caro- miento dialéctico: «el Islam se adelantó a su tiempo lo
lingio y la occidentalización definitiva de la Cristiandad. que, unido a su juventud, determinó su rigidez futura. De
A dicho fáctor primordial añade otro, omitido también por igual modo que el impulso revolucionario genera la ten-
quienes niegan la deuda contraida ab initio por Europa tación del conservadurismo, la idea de perfección bloquea
con su gran rival: «si Europa, cabeza de Asia, sobrevivió todo proceso de perfeccionamiento». Un buen ejemplo de
y se consolidó fue gracias a la circunstancia de que dis- ello lo hallamos en el caso de que una de sus grandes inno-
frutó de un milenio de paz (...) y fue el Islam el que ac- vaciones positivas, el espíritu de tolerancia con las de-
tuó de escudo protector frente a las grandes marejadas del más religiones reveladas en el ámbito de Dar el Islam,

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al admitir en el interior de éste la presencia de elementos miló Europa, en su visión internacionalista, otras cultu-
rivales y potencialmente peligrosos, le obligó a cerrar fi- ras humanas?», se pregunta Djalt. «Nunca la mirada ávi-
las y prevenirse contra su influjo, a replegarse sobre sí da de saber exploró tantos horizontes como en Europa;
y afirmarse frente al otro. En Europa, en cambio, la ho- pero nunca otra civilización se dejó penetrar menos por
mogeneidad religiosa impuesta a punta de espada y con influencias externas». Salvando los siglos oscuros y sus
la ayuda de tribunales inquisitoriales suscitó como reac- contactos osmóticos con el Islam -cortados definitiva-
ción lógica la ruptura protestante y, con ella, la libertad mente cuando, gracias al Renacimiento, entroncó sin in-
de conciencia. Así, por creer haber alcanzado la pleni- termediarios con la cultura grecorromana-, Europa ha
tud, el Islam descuidó su potencial creador y se anquilo- rechazado siempre toda idea de mestizaje y sincretismo
só en un legalismo y casuística similares a los de nuestra dentro de sus fronteras. Lo que el Islam reguló desde su
Contrarreforma: nada se asemeja más a las actuales com- gran expansión en el siglo VIII -la existencia del otro,
pilaciones de fetua-s que un manual español de confeso- con sus costumbres, creencias y leyes, en el interior de
res del siglo XVIII. su espacio-, la actual Europa comunitaria se resiste a
Ante la imposibilidad de compendiar la riqueza delli- aceptarlo en lo que respecta a los once millones de inmi-
bro, nos detendremos, para concluir, en un asunto capi- grantes que viven y trabajan en su suelo en condiciones
tal: el de Europa y su universalidad. La Europa triunfante cada vez más precarias: ¿no habla ya Le Pen de expulsio-
del siglo XIX y su prolongación norteamericana han ava- nes masivas como la real~da por Felipe 111y el duque
sallado en efecto el planeta en virtud de su predominio de Lerma contra los moriscos hispanos?
en el campo de la industria, la tecnología y las ciencias. Djaié no dramatiza el enfrentamiento y concluye sus re-
(Sólo el Japón se ha mostrado un excelente discípulo en flexiones sobre Europa en su especificidad con estas sig-
esos terrenos hasta el punto de rebasar a menudo al maes- nificativas palabras: «en la esfera en la que nos movemos,
tro). Imbuida de esta conciencia de superioridad, se con- lo que prevalece no es ya la confrontación de las civiliza-
sidera desde entonces como heredera y depositaria de todas ciones entre sí sino la de cada una de ellas con la moder-
las civilizaciones anteriores, «como si esas civilizaciones nidad. y, si hay una solidaridad que pueda servir de base
hubiesen dado cuanto podían dar a Europa, y únicamente a un empeño común verdaderamente planetario, es la de
a Europa». Peor aún: al verificar que sus conquistas téc- todas las culturas, Occidente incluido, frente a aquello que
nicas y científicas poseen un alcance universal, cree que las niega: una modernidad incontrolada».
sus valores culturales, éticos y sociales lo tienen igual-
mente y pueden ser exportados e impuestos del mismo Juan Goytisolo
modo que aquellas. Error craso, en la medida en que los
últimos se fundan a menudo en una especificidad irreduc-
tible y actúan como una nueva forma de colonialismo de-
gradante en el campo sociocultural de otras etnias. «¿Asi-

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INTRODUCCIÓN

¿Cómo justificar un estudio comparado entre un con-


cepto cuyo origen es puramente geográfico y otro de ori-
gen puramente religioso? ¿Sería esta comparación más
comprensible si entendemosambos términos y ambas rea-
lidades en su acepción y contenido actuales? Pero, actual-
mente, Europa se halla dispersa fuera de su espacio: desde
este punto de vista, es la matriz y el punto de referencia
histórico tanto de América como de Australia, incluso de
Rusia. En el plano de la civilización científica y técnica,
sus descubrimientos y experiencias coinciden con el sus-
trato moderno de la actividad de todas las sociedades con-
temporáneas. Por el contrario, políticamente, se encierra
en su núcleo oeste-europeo intentando construir una nue-
va identidad, limitada, particular, con un carácter especí-
fico distinto de todo lo que ha proyectado fuera de sí o
de todo lo que ha sometido y negado. Es decir la multi-
plicidad de los niveles y de las perspectivas. La misma
complejidad se observa en el Islam. El término Islam, en
tanto que define una unidad política, cultural, religiosa
y económica, sólo valdría para un corto lapso (800-850).
En realidad, el Islam casi nunca ha logrado hacer coinci-
dir con el mismo grado de intensidad las diversas tenden-

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cias constitutivas de su unidad. En el apogeo de su cohe- se expandió fuera de sí misma, modelo y norma para un
sión como imperio político -bajo los omeyas-, el Islam vasto espacio. El hecho de que el Islam contemporáneo
no era más que la religión de los árabes conquistadores: no tenga ya en común más que la pura fe, y el hecho de
la mayor parte de la sociedad no había sido convertida ni que la civilización de tipo originalmente europeo
influida por los principios de la cultura islámica. En el -desde NuevaZelanda hasta los Estados Unidos- no po-
apogeo de su cohesión como cultura, fe, comunidad dría en ningún caso concretarse en alguna entidad, esto
-del siglo x al XTI-, el Islam se fragmentópolíticamente, ya de por sí les sitúa en la historia y sólo en ella. Con
experimentando un resurgimiento cada vez más destaca- la reserva fundamental de que no estamos tratando aquí
do de las tradiciones locales. Al igual que Europa, el Is- de culturas muertas sino de sujetos históricos todavía vi-
lam salió de su núcleo original para propagar su fe y, en vos. Una filosofía de la historia al estilo de Spengler no
gran medida, el modo de vida que le es propio: en Indo- tendría ningún inconveniente en situar dentro de un mis-
nesia, en China, en el norte de la penínsulaíndica, en Asia mo marco comparativoa la Antigüedad,el antiguoOriente,
Menor, en la Europa balcánica, en África negra. Incluso el Islam, Europa y la civilización amerindia. La geopolí-
Irán, en otro tiempo profundamente comprometido en la tica, por el contrario, al limitar su visión al horizonte de
elaboración de la cultura islámica, se independizó antes la modernidad ignorando la profundidad del campo his-
que los safavíes del destino del Islam sin renunciar a la tórico, podría estructurar el mundo en siete, ocho, diez
fe islámica, aunque dando una versión particularizada. regiones o conjuntospolítico-económicos,situandoa igual
Hoy, el mundo árabe reivindica la herencia islámica vin- distancia de Europa a América y al sudesteasiático.Ahora
culándola íntimamente con su conciencia histórica. Jue- bien, si es cierto que ninguna civilización muere verda-
ga el papel de la Europa occidental actual no sólo como deramente en sus raíces, las «civilizaciones muertas» lo
cuna primitivade la islamidad(en Europa, se trata de euro- están realmente en el nivel de la conciencia y en sus for-
peidad), sino porque se diferencia de facto de los demás mas concretas. Y la mejor respuesta a la posición ahistó-
conjuntosislámicosexterioreso periféricos. El mundo ára- rica de la geopolítica no es sólo poner de manifiesto todo
be asume la idea históricade Islamconvirtiéndolaen centro lo que preocupa a los hombres en el plano ideológico-
de sus perspectivas.La antigua Umma produce así un mo- cultural, sino también oponer al postulado de la disconti-
vimiento de traslación y de convergencia de toda el área nuidad histórica el de su continuidad, al sentido de la no-
islámica hacia el área exclusivamenteárabe y se llena de vedad absoluta de la modernidad el sentido del retorno
un contenido emocional político-ideológico. ilimitado de la acción del pasado.
De ello resulta que si la Europa vulgarizada y limitada Nuestro trabajo tropieza con una seria dificultad, que
de la actualidades comparablecon el mundo árabe, Europa no tiene que ver ni con la definición de los términos ni
como cultura histórica y como gran civilización encuen- con la perspectiva planteada. Islam y Europa, civilizacio-
tra su semejante en el gran Islam -comunidad y civi- nes históricas vivas, de objetivos universales, que han ex-
lización- o en el conjunto chino, otra matriz cultural que perimentado rupturas y metamorfosis, constituidas por un
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centro y una periferia: eso es lo que determina claramen- poránea o pasada: Antigüedad grecorromana, Palestina
te la similitud de los destinos y justifica el esfuerzo de judía, el Islam, China, las Américas. La idea de una «coa-
reflexión comparativa. Pero la aventura europea, tan li- lición», expresada por Lévi-Strauss., nos parece más útil
mitada en el tiempo de sus cuatro siglos de creatividad, y verdadera que la tesis puramente internalista aceptada
tan discutible como pueda serIo por sus resultados, ha- por lo general hasta ahora, es decir la de un principio fun-
bría sido decisiva y ejemplar para toda la humanidad pre- damental de gran potencialidad y en proceso de desarro-
sente y futura. No es comparable, nos dicen, a ninguna llo. No obstante, la hipótesis internalista no debe ser
otra civilizaciónpresente o pasada, exceptotal vez la neo- rechazada en bloque, algunas de sus explicacionessiguen
lítica. Y no se puede rechazar esta clase de opinión ta- siendo válidas. Pero la supremacía de Europa en su rela-
chándola de europeocentrista, puesto que efectivamente ción con el exterior nos lleva a examinar con mayor aten-
las realizaciones de Europa han superado en importancia ción la evolución de las otras grandes culturas, que
todo lo que hayan podido crear las viejas civilizaciones. impulsaron en un principio su desarrollo, que sostuvie-
Es más: los turiferarios de las civilizaciones históricas no ron y soportaron en una segunda etapa su expansión, y
europeas no discuten el privilegio que se concede a las que viven, en definitiva, el desafío de una modernidad na-
creaciones de Europa, sino su exceso abrumador y que cida de ella.
mañana puede ser mortal. Oponen a la humanidad racio- Durante mucho tiempo, los musulmanesse sintieronfas-
nal y destructiva euro-americana una humanidad respe- cinados y desorientados por el «éxito»de la Europa me-
tuosa con la naturaleza o amante de Dios, que sería como canizada, imperial y, para algunos, humanista y liberal.
el pasado de Europa o su negativo. Por consiguiente, la Sucesivamente, reformistas, nacionalistas e intelectuales
singularidad del destino de Europa es inconmensurable modernistas se hicieron una representación de Europa in-
respecto a cualquier otra sociedad, oponiéndola a todas fluidos en gran parte por preocupaciones de autodefensa,
ellas. ¿Cómojustificar en estas condiciones una reflexión por rechazo o mimetismo. El despertar, político ayer y
comparativa? hoy económico, del mundo musulmán, la ventaja que el
Expondremospor esto dos razonesprincipales: una pro- área euro-americana ha obtenido, por la fuerza de la evo-
blemática clásica ya superada y un postulado básico de lución, sobre su propia obra haciéndole dudar de sus fun-
mayor validez. ¿Por qué el Islam -o China- se estancó damentos racionales, la síntesis que, cada vez con mayor
allí donde Europa progresó rápidamente: en el campo de audacia, se está operando en el Islam entre conciencia his-
la ciencia, del pensamiento, de las técnicas? Más aún el tórica cultural y adquisición objetiva de los instrumentos
Islam que China, porque si China representa la alteridad de la modernidad, todo esto altera por completo la vieja
absoluta, el Islam ofrece puntos en común con Europa y polémica. Los intelectuales de origen musulmán pueden
estuvo en la raíz misma de su ascensión. Por otra parte, acudir, con toda la simpatía que se quiera, a la civiliza-
nuestro postulado es que las conquistas de Europa son el ción occidental, no para robarle su secreto sino para com-
resultado de los esfuerzos de toda la humanidad contem- prenderla desde dentro, interrogarle sobre su identidad,
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recorrer sus líneas divisorias con un corazón a la vezcom- lo que fue el impulso íntimo de Europa, su sustancia Y
prometido y distante. En el momento en que Europa se su proyecto; y menos aún seguir considerándose monolí-
singulariza en el mundo, se olvida de su historia, pierde tica y míticamente. Hoy nos encaminamos hacia una con-
el aliento, la sustancia admirable de la vieja Europa se frontación de civilizaciones como no se ha visto nunca
descubre a los hombres que vienen de fuera con todo el en la historia. Los interesesque mueven en tomo a su pro-
frescor de una primera mirada. pio eje a los grandes conjuntos humanos recurrirán tanto
Esto mismo explica que haya disminuido la inquietud a las ideologías modernas como a los antiguos principios.
por una caída del Islam, temida en algún momento. Pero Cuanto más se unifica el mundo, más se siente tentado
la idea de una pluralidad de culturas, la idea cada vez más de diferenciarse, de estructurarse, de articularse alrede-
extendida de que las sociedades humanas tienen la mis- dor de polos dominantes. El papel de cierta generación
ma potencialidad para realizarse, todo eso que ahora ad- de hombres de la «no-Europa», empleando la expresión
miten los espíritus más abiertos, permite a los musulmanes de Larui, no puede ser sino el de mediadores.
enfrentarse con cierta perspectiva a su propia identidad. Llevar a su mundo no las conquistas de la tecnología,
La oscura obsesión por una u otra alienación se ha disi- sino las de la inteligenciacrítica histórica y filosófica. No
pado en gran parte. El Islam ya no está crispado sobre condenar necesariamente-al menosen una primera fase-
sí mismo en una actitud de autodefensa: ni la occidentali- las categorías europeas de racionalidad, sino abrir en pro-
zación ni el marxismo parecen poder hacer mella en sus fundidad el campo de la experiencia europea a otras nor-
fundamentos culturales. El análisis histórico-crítico pue- mas, otros valores y, tal vez, otras categorías. Sólo a ese
de, desde el interior, aportar una nueva perspectiva. La precio, mañana podrá crearse un universalque no sea utó-
intelligentsia«islámica»mantiene sus distancias con el Is- pico, ni destructivo, sino de síntesis creadora.
lam normativo: desmitifica su pasado, pero sin la crispa-
ción de la autoacusación. Se advierten diferencias en la
adhesión entre ambos, y éstas deberían ser aún más pro-
fundas, pues esa es la condición de toda verdad.
Europa apenas está empezando a salir de su autocon-
templación como centro del mundo, eje de la civilización,
fin de la historia. Discutida, relativizada, empieza a pen-
sar en sus orígenes. Esta reflexión de sí misma sobre sí
misma, que se percibe sobre todo en el mundo político,
significa duda, desasosiego:podría ser el principio de una
autoglorificacióndesesperada. Europa no puede seguir ig-
norando al mundo exterior ni la modestia de sus oríge-
nes. Pero tampocoel Islampodría ignorar indefinidamente

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