Está en la página 1de 6

Reseña 2 Genesis de la Sociología

Presentado por: Víctor Herrera

Universidad de pamplona

Facultad De Estudios a Distancia

Deporte Función Social

Duitama

2019
Reseña 2 Genesis de la Sociología

Presentado por: Víctor Herrera

Presentado a: Harold Andris Piedrahita

Universidad de pamplona

Facultad De Estudios a Distancia

Deporte Función Social

Duitama

2019
la definición de objetos legítimos de estudio, ya sea en función de la legitimidad académica de los
métodos y teorías que fundamentan las respectivas producciones viabilizadas en el interior del
espacio referido. Sin embargo, las tensiones demandadas en ese universo parecen acercarse más a
la competencia pura, o sea, a aquella competencia que suele oponer empiristas a teóricos,
investigadores de orientación objetivista a investigadores de orientación subjetivista, entre otras
numerosas polarizaciones.

en el caso específico del campo sociológico, las luchas entre la sociología contemporánea y la
sociología clásica, entre las áreas de especialidad sociológica y, sobre todo, entre los más diversos
paradigmas y teorías que constituyen epistemológicamente el referido locus social de producción
y circulación de los bienes científicos. la Sociología del deporte consiste en no apreciar las mismas
por el ángulo pesimista resultante del yugo de una evaluación valorativa, no informada y muchas
veces partidaria, sino, al contrario, como inserciones académicas que contribuyen al desarrollo de
la ciencia sociológica en la medida en que la producción de conocimiento potencialmente avanza
vía enfrentamiento de conceptos, métodos o, entonces, por medio de la aproximación de
paradigmas y posiciones teóricas consideradas inconciliables. las principales matrices teóricas y los
respectivos autores que se detuvieron en el estudio del fenómeno social llamado deporte
moderno y, por ende, contribuyeron a la institucionalización de este espacio de discusión
académica.

En la transición del siglo XVIII al XIX, se publican algunos trabajos pioneros que contemplan el
desarrollo de las prácticas deportivas en Gran Bretaña. a su vez, no fueron realizados en
instituciones académicas, no impidió que los mismos se volvieran importantes fuentes de
investigación para los estudiosos del deporte del siglo XX (DUNNING, 2004).

Otro autor que construyó un marco teórico que posibilita pensar el deporte de forma más general
es Johan Huizinga. En su clásico Homo ludens, de 1938, Huizinga aborda el juego como un
componente indisociable de la cultura, que, sucesivamente, debe visto desde una perspectiva de
interacción entre diversión y seriedad (HUIZIGA, 1995).

Uno de los primeros aspectos que se debe recordar, en ese sentido, es el relativo al carácter de
desarrollo del campo en términos más regionalizados y que atendían, sobre todo, a las demandas
de la lengua inglesa. Sin embargo, Alemania Occidental y Francia también fueron decisivas en ese
proceso y, por eso, se debe ponderar el papel de los estudiosos de esos países en la potencial
emergencia del referido campo (DUNNING, 1992; DUNNING, 1999).

En contrapartida, esa misma realidad empírica, que no es estática, guarda como propiedad general
el hecho de estar cargada de prenociones de sentido común y de sentido académico. He aquí la
función de una Sociología reflexiva de la producción de conocimiento en los campos científicos:
posibilitar a los investigadores que controlen los efectos de los preconstruidos doctos en la
construcción y recorte de un objeto de investigación para que la realidad empírica no sea
deformada o, lo que es peor, oscurecida de forma tal que oculte lo que por «naturaleza» ya es
oculto.

la temática, sino la de demostrar la urgencia en sistematizar una agenda de investigación


reservada al mapeo y entendimiento de los escenarios y de las perspectivas de la génesis y al
desarrollo del campo de la Sociología del deporte, la cual, incluso, no se puede formular
ampliamente en todos sus desdoblamientos y en todas sus perspectivas, cuanto más
profundizada.

A la hora de ofrecer explicaciones que justifiquen esta falta de interés más chocante, si cabe, en el
caso de los «curiosos» sociólogos; especie proclive a aventurarse en áreas de estudio muy diversas
o ignoradas por otras disciplinas, los distintos autores vienen a coincidir en que el deporte (y otros
campos «asociados», como el juego, el ocio o el tiempo libre) se ha considerado siempre un
asunto trivial, no merecedor de la atención de un trabajo científico

Pero, lo que es más significativo, esta indiferencia sociológica ante el fenómeno deportivo puede
significar que los sociólogos han dado por buena la idea convencional que presenta al deporte
como «aproblemático», neutral, cargado de bondades e independiente de toda diferencia de raza,
sexo, clase social, país, sistema político o cultura; un deporte que, inevitablemente, actúa y
contribuye a la realización personal de todos los individuos. La idea de Lüschen y Weis (1979, p.
13) de situar los comienzos de la sociología del deporte en algunos estudios de antropología
cultural realizados a finales del siglo XIX (4) debe ser matizada. En primer lugar, estos autores
parecen ignorar trabajos anteriores, que si bien resulta un poco forzado considerarlos como
antecedentes de esta disciplina.

El aislamiento curricular de la materia, así como la diferencia de estatuto de los estudios de


educación física a lo largo de todo el sistema educativo se reflejan en las resistencias a la plena
integración universitaria de los propios INEFs —en los que los estudiantes obtienen la Licenciatura
en Educación Física, ElLos trabajos del primero no tienen, en un sentido estricto, carácter
sociológico. El tema central de todas sus obras ha sido, unas veces, explicar el valor humanista y
educativo del deporte moderno y, otras, analizar o justificar —según se mire— las deformaciones
contra natura de una actividad física concebida idealmente en la línea de Huizinga y Ortega.

Sin negar la validez del trabajo, se puede afirmar que, en la misma línea que otros realizados en el
extranjero, ofrece un rico arsenal cuantitativo-descriptivo cuyo contrapunto sería su menor interés
teórico. No se aborda, por ejemplo, el papel del deporte en la producción o el refuerzo de dichas
desigualdades, ni parece cuestionar el modelo social en el que se configuran unos determinados
modelos deportivos. No se plantea el ámbito deportivo como un espacio en el que confluyen
intereses antagónicos activos o en torno al cual se articula una gran actividad económica y cultural
que intenta reconducir el comportamiento deportivo de los ciudadanos (las técnicas corporales, el
cuerpo legítimo, etc.). En definitiva Otras áreas diferenciadas que han generado estudios diversos
son las referidas a la posición de la mujer en el deporte, los problemas derivados de la
discriminación racial o del apartheid sudafricano, las comparaciones con los modelos deportivos
de los países del este, el deporte como actividad económica, los temas curriculares de educación
física y deporte en el contexto del sistema educativo, el papel del Estado en la promoción
deportiva, así como la consideración del deporte como servicio público dentro del «estado del
bienestar», el triángulo deporte-media-publicidad, los medios de comunicación, el consumo
deportivo de fármacos y el doping (40).
Esta diversidad de temas y perspectivas muestra las líneas de configuración de un campo, de
«madurez» de la sociología del deporte, partícipe de los problemas epistemológicos que han
afectado a la sociología de forma permanente; cuestiones relativas al determinismo, al papel de la
estructura y de la acción, al método en comparación con las ciencias «naturales-exactas», al
dilema en comparación científico externo o interno, al antagonismo «objetivismo»
«fenomelogismo» o, en fin, al problema de la definición y la constitución del sujeto.

El esfuerzo de construir una teoría sociológica del deporte choca con problemas teórico-
conceptuales y epistemológicos, algunos de los cuales serán tratados en este texto.

La importancia cada vez mayor del deporte en la vida diaria de las sociedades parece contrastar
con el desdén con el cual las ciencias sociales han abordado esta cuestión y que, entre otros
aspectos, me parece derivada de uno de los principios constitutivos de la representación humana
del mundo en occidente, a saber, la escisión entre formas de la materia y del espíritu, entre
mundo de la sensibilidad y mundo del pensamiento.

En el desprecio por el cuerpo coinciden diversas religiones: el catolicismo ha condenado la carne


por su tendencia natural a la corrupción, que termina por contaminar el espíritu; y el
protestantismo insiste en el poder de la voluntad humana para doblegar las flaquezas de la
naturaleza. Tal desprecio de origen religioso, transmutado en ética laica, aparece bajo la forma de
cuerpo productivo como uno de los fundamentos de la moderna sociedad.

El estado de civilización, concebido como el producto del libre ejercicio de la voluntad y de la


razón humanas, ha significado alejamiento y desprecio de la naturaleza y de todo aquello que se le
asemeje: el cuerpo y sus códigos, los pueblos primitivos y su orden cultural, las mujeres y su
mundo doméstico.

Si se aceptara que el deporte como categoría del comportamiento social pertenece al orden de la
tendencia humana a la lúdica o al juego, se podría concluir que él responde a estructuras no
utilitarias.

El juego, como su derivado el deporte, suele implicar movimiento corporal; sin embargo, en este
último, el movimiento adopta rasgos propios del mundo del trabajo. Así como las propiedades
físicas adquiridas mediante el entrenamiento y la intervención técnica regulan el valor de la fuerza
de trabajo en el mercado laboral, la habilidad corporal constituye la medida del rendimiento en el
mundo deportivo.

Llegamos, así, a uno de los mayores problemas con los cuales chocaría la sociología en su
pretensión de ciencia positiva. En efecto, una de las condiciones exigidas por el análisis sociológico
remite al examen de indicadores cuantificables donde se resuman las tendencias del
comportamiento colectivo.

La actividad deportiva, ajena a los estándares de rendimiento, a los intereses comerciales y, en fin,
a la competitividad depredadora, podría ser descrita como la interacción de actores sociales que
orientan su conducta por motivaciones cercanas a los valores primordiales: la fraternidad, la
igualdad, la libertad, la búsqueda de felicidad en la tierra. Esto llevaría inmediatamente a
considerar que cada uno de los implicados en las actividades deportivas confiere a su acción una
significación de interés para la sociología.
Se requiere, entonces, identificar los contenidos concretos de la representación de esa práctica
social que varía según las clases, el medio social, urbano o rural, la edad, el sexo.la escolaridad, y la
profesión, entre otras. La teoría sociológica establece que siempre los actores son portadores de la
herencia cultural que los determina espacio-temporal mente. Por ello, la función y significación del
hacer deportivo deben ser estudiadas en virtud del orden social existente. Así, por ejemplo, en la
Colombia de comienzos de siglo el deporte parecía tener menor importancia en la vida ciudadana.

También podría gustarte