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Tristura Poesia Reunida Miguel Mendez Camacho Ediciones Exilio PDF
Tristura Poesia Reunida Miguel Mendez Camacho Ediciones Exilio PDF
Tristura
–Poesía reunida–
Tristura
Panamericana, 2004). Fue fundador de los concursos
nacionales Jorge Gaitán Durán de Poesía, y Eduardo Cote
Lamus de Cuento, que actualmente convoca la Secretaría de
Cultura del Norte de Santander, y fundador de los concursos
universitarios nacionales de la Universidad Externado de
Ediciones Exilio Colombia, actualmente vigentes.
TRISTURA
Tristura
–Poesía reunida–
ISBN: 978-958-59592-1-7
Primera edición:
Agosto de 2016
Tiraje: 1.000 ejemplares
Editor:
Hernán Vargascarreño
fundacionexilio@gmail.com
Ediciones Exilio
Portada:
Fotografía tomada en Sintra, Portugal por HV
Impresión:
Editorial Gente Nueva
Bogotá, D.C.
TRISTURA 5
nacional. A esos nombres que aparecieron en la
foto inicial -tomada en casa de Juan Gustavo Cobo
Borda- como Darío Jaramillo Agudelo, Álvaro
Miranda, Henry Luque Muñoz, José Luis Díaz
Granados, David Bonells Rovira, Augusto Pinilla
y el dueño de casa, se sumarían posteriormente
los nombres de Giovanni Quessep, Elkin Restrepo,
María Mercedes Carranza, Jaime García Maffla,
y por supuesto, Miguel Méndez Camacho, cuyo
primer libro Los golpes ciegos, recién aparecido
en 1968 en la editorial Minerva de Cúcuta, era
recibido con el aplauso y la admiración de sus
contemporáneos.
TRISTURA 7
llena de sucesos donde todos nos identificamos.
Pero igual tienen la luz de la muerte iluminando
los zaguanes de su corazón, como lo testimonia
en Los ausentes y sus dos bellos poemas de tono
elegíaco al padre: Mi padre y Miguel.
En la trivial conversación
de los obreros que recorren su calle
en los largos bostezos del alba,
en el monólogo del ebrio
que repite su historia
como un disco rayado,
o en los signos escritos sobre el muro
por la mano inestable
del amargo habitante de hospedajes,
encuentras, de pronto,
la palabra precisa que buscabas.
La única.
La indispensable en el poema
tantas veces fallido.
TRISTURA 9
Esos registros que nos entrega Miguel vienen de
las más entrañables conversaciones de entrecasa,
de los bares, de la calle. La poesía coloquial
latinoamericana alcanzó su mayoría de edad en
la segunda mitad del siglo XX y Miguel supo
tomar de ellos los mejores elementos de su
poética. También supo dejarnos unas lecciones de
discreción y sencillez y sobre todo de rigurosidad
y oficio a la hora de escribir un poema.
Federico Díaz-Granados
Ponte el pudor:
está allí debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Recógelo y dilúyelo sobre tus mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus cabellos
y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que usas los domingos
para asistir a misa.
Serás la rutinaria
la formal
la limitada.
TRISTURA 13
y estarás llena de moral
así como antes estabas llena de mí.
Volverás a la iglesia
con tu andar milimétrico
y estarás de rodillas observando
el rostro masoquista de Cristo
como si fuese el aviso de un circo.
Leerás con cansancio
una novela idiota
-presintiendo el final-
pero irremediablemente
tendrás húmedos los ojos
en la última página.
Aquí en mi habitación
quedó tu lujuria hipócrita
y tu doble moral.
Mañana volverás y entonces te diré
las palabras de siempre:
ponte tu cuerpo
quítate el pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no hemos empezado a envejecer.
TRISTURA 15
Diurno número uno
Yo conozco tu pueblo,
lo conocen mis manos
que te escalan por senderos abiertos.
No hay rincón de tu piel que no tenga
cicatrices de besos.
Entretanto,
la noche se diluye en ruidos vanos:
El quejido del tren que sirve de cuchillo
para punzar la oscuridad,
el ajetreo de pasajeros y equipajes,
los minutos marcados
por el reloj de agua
de un grifo que gotea.
Sudas copiosamente
y alargas la mano en la penumbra
para buscar
-con ademán de ciego-
el frasco de los tranquilizantes,
y te encierras
en esa duermevela de viajero
que teme
no estar a tiempo en la estación.
TRISTURA 17
El camarero que pregunta
-en palabras ajenas-
cuál es tu viaje y hacia dónde,
cuál la ruta a seguir y
los motivos que te obligan a huir.
En la trivial conversación
de los obreros que recorren su calle
en los largos bostezos del alba,
en el monólogo del ebrio
que repite su historia
como un disco rayado,
o en los signos escritos sobre el muro
por la mano inestable
del amargo habitante de hospedajes,
encuentras, de pronto,
la palabra precisa que buscabas.
La única.
La indispensable en el poema
tantas veces fallido.
TRISTURA 19
Los ausentes
Me he estado preguntando
quiénes ocuparán ahora
nuestro pequeño albergue transitorio
y qué rostro distinto
colgará en el espejo
en el mismo lugar donde quedabas
doblemente desnuda.
Me pregunto también
si los mensajes de los muros
tendrán significado
para otros habitantes.
Si todavía se ignoran los vecinos
-nadie sabe de nadie
del otro lado del tabique-
y utilizan fantasmas como criados.
De seguro,
los ocupantes de la pieza contigua
siguen oyendo ruidos similares
-respiraciones fatigadas
monosílabos
ropas y persianas caídas
risas nerviosas hacia el amanecer-
y siguen ignorando nuestra ausencia.
TRISTURA 21
Los antiguos asuntos
Pero descubres
que es inútil negarla
porque a veces basta un ademán,
un gesto vibrando en el rostro
de la reciente compañera,
la risa de otra mujer,
para que regreses a la habitación
y la encuentres idéntica
con el vacío de lecho indispensable
y el sitio en el espejo
para colgar su desnudez.
TRISTURA 23
Corozopando
Si la palabra soledad
tuviera dimensiones
sería el llano.
No se siente el silencio
pero pesa
encima de la piel
sobre los actos.
El silencio se ve
como se ven los días
en la cara de un muerto,
como se ve el amor
en las muchachas recién acariciadas.
TRISTURA 25
Diurno número nueve
TRISTURA 27
Nosotros: Los amantes
Alguien
-no sé quién-
tal vez nosotros mismos,
contaminó el silencio con el tacto
y a zarpazos despobló los rostros
de la falsa sonrisa de la máscara.
Presentimos entonces
que tenías la estatura de tu muerte
y sin embargo, te hemos visto crecer.
Ir más allá del mármol y los cinco sentidos,
ser más Eduardo Cote en el silencio.
TRISTURA 29
II
Me dicen
que venías a bordo de algún sueño
ensayando la muerte
y te caíste de bruces contra un árbol.
Fue en la Garita y en el mes de agosto,
pero nada supiste del destino
que te estaba acechando.
Ahora sabemos
que no perdiste nada
fuera de la memoria,
y con rabia decimos
-como si fuera una consigna-
no es necesario estar de pie
con las palabras puestas
si el odio continúa acaudillando
los antiguos fracasos.
No hace falta la voz
si el eco sigue tomando decisiones.
TRISTURA 31
Elegía en rojo y gris
De seguro tu muerte
fue el infarto de un ave migratoria
y tu cuerpo fue cayendo al abismo
como caen los amantes al amor.
Solo sabemos
que entre lluvia y relámpagos
resbalaste al vacío
que pisaste en falso
sobre la oscuridad de Guadalupe
y no tuviste nada a qué aferrarte.
TRISTURA 33
III
Si es cierto aquello
no habré perdido la fe de encontrarte
en los mismos lugares
donde hicimos del amor
un crimen perfecto.
TRISTURA 37
La Babel habitada
TRISTURA 39
La buenasuerte
A ella, la inolvidable-olvidada
que regresa a vivir el tiempo justo
que gasta la gitana en recitar tu buenasuerte.
TRISTURA 41
Escuchando la voz de Alicia Francis
El movimiento de la mano
que coloca la aguja sobre el disco
se convierte de golpe
en un pase de magia
que logra este milagro cotidiano
de tu voz
saliendo del parlante
como si allí estuvieras escondida.
TRISTURA 43
Largometraje
TRISTURA 45
El tiempo como una canción
Y no recuerdo más:
tanto subió tu nombre con el árbol
que pudiste escaparte
en la primera cosecha que dio pájaros.
TRISTURA 47
Para alcanzar el paraíso
TRISTURA 49
Poema que te hace más frágil
TRISTURA 51
Hicimos el poema
que no pude escribirte
En últimas resulta
que los buenos poemas, los mejores,
nunca fueron escritos.
Y no podía ser de otra manera:
hay que reconocer, humildemente,
que bastó con vivirlos.
TRISTURA 53
Jesús
Mi abuelo no sabrá
que lo hice descender de su caballo
para montarlo aquí, sobre palabras
que nunca le gustaron.
Mi abuelo no sabrá
que le quité su pedestal de potros
y le falté al respeto a su bravura.
Mejor así: mi abuelo no admitía
que utilizara la memoria en vano.
TRISTURA 55
Miguel
Sin embargo,
Rosana nunca nos dice nada
o no entendemos
su lenguaje cifrado
de silencios y gestos,
como si se negara
a compartir su mundo con nosotros,
que somos tan distintos
que no tendríamos nada qué contarle
si ella supiera hablar.
TRISTURA 57
Rosaema
TRISTURA 59
“Prudencia”
TRISTURA 61
Ernesto “Che” Guevara,
viejo amigo
¿Acaso no eras
(antes de usar la barba y los combates)
el Hoppalong Cassidy de mi barrio?
¿El cowboy invencible?
¿El que golpea más duro
y dispara más rápido,
el vencedor empedernido?
¿Acaso no eras
el vaquero triunfante
de la primera cinta de bandidos
donde todos soñamos el papel principal
con una muerte aparatosa?
TRISTURA 63
III
De pronto la costumbre
de no contar contigo para nada.
De no saber si vas
si llegas tarde
y en compañía de quién.
Ni cuándo y dónde
la fiesta concertada
el compromiso inevitable.
De olvidar el abrazo
y la pregunta de
¿Cómo estás Eduardo,
y cómo están tus versos, tus asuntos?
De salir a la calle
con la sonrisa al viento
sin tropezar contigo en las esquinas.
TRISTURA 65
Elías
Te hubiera gustado
regresar de un combate
-vencedor o vencido-
satisfecho de haber participado.
Te hubiera gustado
un mostacho estilo novecientos,
una daga oriental,
una casaca de color definido,
una trinchera
con posibilidades de heroísmo
en la guerra civil.
Tu nombre precedido
de un cierto rango militar
un tintineo de medallas sobre cicatrices
un recuerdo de hazañas
-te hubiera gustado-
TRISTURA 67
de las benditas ánimas del purgatorio.
Ruega por nosotros
los pecadores sin remordimientos
en la gozosa hora de nuestra muerte,
amén.
Che: no me culpes a mí
por incumplir la cita de los montes.
Juro que quise ir
pero no tuve el valor suficiente.
Me dio pavor la selva
la puntería del hambre
los mosquitos y los boinas verdes.
Me dio miedo
cambiar tecla por gatillo
máquina por fusil
sueños por revolución.
TRISTURA 69
Don Pablo
No podrán repudiarlos
por torturarse mientras se disfrutan
y destruirse cuando se confunden.
TRISTURA 73
los niegan
los proscriben
y los envidian.
En los aeropuertos
donde nadie te espera
ni despide
ondea tu sonrisa
y responde a las manos que saludan.
Y al subir o bajar la escalerilla
el rito del brazo levantado
hacia la bandería
de los pañuelos que se agitan.
No olvides la variante
de las pequeñas tiendas de turismo:
pregunta por el perfume
de la muchacha que te hubiera esperado,
si tuvieras alguna.
O el licor favorito de tu amigo
que no puede beber
porque la muerte no se lo permite.
TRISTURA 75
Letanía
TRISTURA 85
Para dos solitarios habitantes
La caricia es culpable
que te vuelvas gacela y amazona
pantera en celo
potro rebelde
paloma quejumbrosa.
Lloras
gimes
te ríes
te desbocas
por la blanca llanura de las sábanas,
a veces potro
a veces amazona.
TRISTURA 87
La indulgente, la piadosa nostalgia
La indulgente nostalgia
nos permite
mirar atrás
para vernos amándonos.
Nunca supimos
si los labios seguían
la partitura de las manos,
si la sedosa sombra de tus muslos
maduraba mi barba,
quién anudaba a quién
en esa danza
de enemigos o aliados,
si el temblor digital eran tus senos
o mi galope fueron tus espaldas.
La nostalgia es infiel
y si se embriaga
regresa dando tumbos
a cumplir su labor de celestina:
retocando retratos
zurciendo decorados
y barriendo debajo de la alfombra
la miseria de todos los olvidos.
TRISTURA 89
Preguntas
TRISTURA 91
Un aroma de almendro en las almohadas
TRISTURA 93
escandalosa vida de farándula me obligó a desistir
de ofrecerte el papel estelar en la película de mi
historieta provinciana.
TRISTURA 95
96 MIGUEL MÉNDEZ CAMACHO
Recuérdame, desnuda
Recuérdame, desnuda
y no olvides
que nadie sabe más de tu cuerpo
que mis manos.
TRISTURA 97
Un ángel por la calle
Espérame impaciente
como si no supieras
que llegaré tardío
-tejedora de fábulas-
que te viene de estirpe
engañarte nocturna
devolviendo los hilos
de la urdimbre
que tejiste de día.
Heredaste la gracia
de simular esperas:
tu abuela tejía redes
junto a un río que dejó de pasar
y ella siguió esperándolo.
Y tu madre
-tejedora de músicas-
hilvanaba canciones
para sordos amantes
sin dejar de cantar.
Tú aprendiste el oficio
de entretejer palabras
sintiéndote Penélope,
para que otros te amen
sin sentirte culpable,
mientras llego incumplido
a competir para que no me olvides.
TRISTURA 99
El amuleto de tu nombre
De discreto rumor
se convirtió en escándalo
la algarabía de tu nombre
en boca de los amantes
que visitan el hotel
donde me llevas
a enseñarme a cantar
agonizando
encima de tu cuerpo.
Se descubrió el secreto
para alcanzar
las cumbres del deseo
jadeando
en un coro de voces,
en un salmo
de plegarias eróticas
que invocan
los presurosos habitantes
acariciando a gritos
el amuleto de tu nombre.
Ando perdido
pero jubiloso.
Confieso que no sé
a dónde voy,
pero la alegría me delata:
todos saben
que vengo de tu cuerpo.
TRISTURA 101
Felina
Ronroneas impúdica
como si reposaras o durmieras
cuando estás al acecho
para entreabrir la trampa
de tus muslos,
en la jaula-aposento
donde esperas
que asome mi deseo.
El extranjero de tu cuerpo
que no sabrá jamás
si no ha podido entrar
o no lo dejas ir,
porque te extraña incluso
cuando está contigo.
TRISTURA 103
Cartagena de Indias
Si estuvieras conmigo
sería
el paraíso que perdimos.
A la deriva, siempre
te busco olvidadiza
en la mitad del mar
como un faro de lástimas.
No puedes rescatarme
-sirena rencorosa-
tienes manos de adioses
y perdiste la brújula
de tu bella canción.
TRISTURA 105
A veces, en las noches
Mi padre me enseñó
que la música es mágica
porque nos lleva a donde nunca iremos
y nos regresa
a donde fuimos y no lo recordamos.
TRISTURA 107
inmejorable indicio
de ser un buen amante.
Te sorprendes al ver
que el río fluye como si cantara
y ese viento es la música
anunciando la fiesta
a la que olvidaron invitarte.
TRISTURA 109
Tristura
Poemas de entrecasa
(1971)
El mundo es verde y sin embargo
no hay ninguna esperanza 37
La Babel habitada 38
La buenasuerte 40
Escuchando la voz de Alicia Francis 42
Largometraje 44
El tiempo como una canción 46
Escrito en la espalda de un árbol 47
TRISTURA 111
Para alcanzar el paraíso 48
Para leer en voz baja 49
Poema que te hace más frágil 50
Ceremonia para la oscuridad 51
Hicimos el poema
que no pude escribirte 52
Lucrecia 53
Jesús 54
Paula 55
Miguel 56
Rosana 57
Rosaema 58
Kampeones 59
“Prudencia” 60
Los juegos 61
Ernesto “Che” Guevara, viejo amigo 62
Eduardo 65
Elías 66
Sietemachos 67
Ernesto 69
Don Pablo 70
Memoria de tu cuerpo
(2003)
Recuérdame, desnuda 97
Un ángel por la calle 98
Penélope 99
El amuleto de tu nombre 100
Dedicatoria 101
Felina 102
El extranjero de tu cuerpo 103
Cartagena de Indias 104
A la deriva, siempre 105
A veces, en las noches 106
Mi padre 107
Habitación 513 109
Tristura 110
TRISTURA 113
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