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Pasaje: Amós 8.

11-14
Título: El veredicto para los que menosprecian la Palabra de Dios
Propósito: Considerar este castigo como algo terrible, que Dios oculte su presencia y Su Palabra

Introducción

Lectura: [8.11-14]

Dice la conocida expresión que un texto fuera de su contexto es un pretexto para decir lo que uno
quiera. El pasaje de Amós que hemos leído podría prestarse para un malentendido si lo aislamos
del resto del capítulo, y más ampliamente, del contenido general del libro.

Alguien podría preguntar: ¿No sería una bendición que Dios enviara hambre de Su Palabra,
personas sedientes de oír su voz? Sí, pero no es esto lo que el pasaje dice, no es que Dios
enviaría personas con hambre, sino que Él mandaría un hambre que no sería saciada. Ha sido la
tónica en este libro romper las expectativas. Ya tuvimos un pasaje similar en el capítulo [4.12-
13]: Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate
para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el
viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre
las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre.

“Prepárate para el encuentro de tu Dios…”. Oh, pero este encuentro no era uno para bien, era
para juicio. Y así repetidas veces: ¿Para qué deseáis el día de Jehová? Será de tinieblas y no de
luz. De este modo, como veremos, hemos más bien de temer pedir tal cosa: que Dios mande este
tipo de hambre es el castigo más severo de los que hemos visto hasta ahora en Amós. Que el
Señor hoy produzca en nosotros un mayor aprecio por Su Palabra hoy, y de manera particular,
por la predicación fiel de ella, y traiga arrepentimiento por hacerla a un lado, por sencillamente
no considerar que es Dios quien nos habla. Que el Espíritu Santo nos despierte.

Cuerpo

Hay dos grandes puntos esta noche: Veremos 1) el último de los castigos en detalle, y 2) la
inutilidad de los dioses a los que sirvieron:

El castigo

En primer lugar, veamos el castigo, el cual tiene dos partes, la primera de ellas contenida en los
versos [8.11-12]:

He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre
de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el
norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.

Como decía, este es el último de los castigos que el Señor anunció por causa de sus engaños con
los que extorsionaron a los pobres, y por su codicia de querer más y más, al punto que el día del
Señor les era un obstáculo, porque era un día sin estas ganancias deshonestas. ¿Cuándo pasará el
día de reposo? Deseaban que terminara pronto para proseguir con sus injusticias. Por ello, Dios
les recuerda que les vendría un día de destrucción, habría tinieblas en el día claro, es decir,
calamidad a plena luz del día, sus fiestas serían llanto y sus cantos, lamentaciones. Pero el
profeta agrega como culminación, esta hambruna.

En muchas ocasiones hemos leído acerca de las plagas y las sequías que los dejarían sin
alimento. Sobre todo, en el caso de los nobles y de los mercaderes, que tenían abundancia de
carne, y que confiadamente comían de los corderos del rebaño, el Señor les dice que no tomarían
el vino de sus hermosas viñas que habían plantado. Incluso, en parte les dice que no les enviará
un hambre de pan y de agua, porque ya los había castigado con períodos de escasez de alimentos,
¿y qué pasó?: Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en
todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová… Y venían dos o tres ciudades a
una ciudad para beber agua, y no se saciaban… (4.6-8).

Y veamos, la hambruna no es algo ligero. Realmente hablamos de una calamidad donde no se


consigue qué comer. Hoy las condiciones han cambiado tanto al tener la facilidad de adquirir los
productos de tantas fuentes que no vemos lo difícil que era perder todos los cultivos por la falta
de lluvia o por una plaga de langostas. Por eso Amós clamó al Señor cuando le mostró en visión
la destrucción que traerían estas langostas, y el Señor en su compasión detuvo el castigo. De
hecho, ya el reino del norte, y su capital, Samaria, en una de esas hambrunas, que fue por causa
de los sirios que los habían rodeado, nos dice la Escritura esto:

Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno
se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por
cinco piezas de plata. [2 R. 6.25]

El relato prosigue narrando con horror cómo unas mujeres disputaban porque habían acordado
comerse a sus hijos, y una de ellas no quiso seguir con el trato. Pero repito, es mucho peor que el
hambre, el silencio de parte de Dios, que Él esconda su rostro. Las mismas amonestaciones en la
Torá, es decir en la ley, anunciaban este castigo, de no contar más con la presencia de Dios. Por
ejemplo, leemos en Dt. 31.17-18:

…ciertamente yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por
haberse vuelto a dioses ajenos

O como lo dice Moisés en su canto: Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin;
Porque son una generación perversa, Hijos infieles. [Dt. 32.20]

¿Qué pasó? Dios cumplió. Trajo castigos temporales, en los cuales su Palabra escaseó. Así se nos
describen los días de Samuel (El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la
palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 1 S. 3.1). Cuando
Dios lo llamó, al inicio él pensó que era Elí quien lo estaba llamando. Hubo una época en los
días del profeta Ezequiel, donde Dios le ordenó callar [Ez. 3.26, cf. 33.22]

Comenta Calvino al respecto, reconociendo que el hambre física es grave, pero que la hambruna
espiritual es peor: …el pan y el vino no son de gran valor, y pronto pasan: por lo tanto, cuando
abusamos de la doctrina celestial, que es mucho más preciosa que todas las cosas terrenales,
¿qué castigo no merece tal terquedad? Por lo tanto, no es de sorprenderse que Dios retire su
palabra de todos los hombres ingratos y profanos, cuando se ve que es tratada con mofa o
desdén: y en la actualidad debemos considerar esta verdad cuidadosamente; pues vemos con
cuán poca reverencia la mayor parte de los hombres recibe la doctrina celestial, que todo este
tiempo nos ha sido ofrecida tan generosamente… De modo que si tememos a Dios, este castigo
debiese estar siempre ante nuestros ojos.

Debemos ubicarnos en el contexto histórico cuando Juan Calvino dice estas palabras. Por
muchos años, la Palabra era escasa, no había traducciones disponibles para el pueblo común y
sujetos a las tradiciones y supersticiones de la iglesia católica. Era una gran misericordia, pero
este siervo del Señor advierte ya en ese momento a los que pronto se acostumbraron a escuchar a
hombres exponerlas en su idioma, e inclusos muchos estaban burlándose y estaban más ocupados
en las cosas del mundo. Deberíamos temer, dice Calvino, que Dios enviara una oscuridad aún
mayor a la que estuvieron inmersos (es decir, antes de la Reforma). ¿Vemos sus palabras
relevantes para nosotros hoy? Yo creo que lo son.

Notemos también que la búsqueda sería infructuosa, que irían de mar a mar. Lo más seguro sea
del Mar Muerto, que estaba al sur al Mar Mediterráneo en el oeste. El profeta añade que irían del
norte al este, de esta manera completando los cuatro puntos cardinales. Es una forma de decir
que andarían por todo lado, y no encontrarían cómo calmar la sed y el hambre.

Ahora, ¿responde esta búsqueda a un verdadero deseo por la Palabra? Es decir, ¿realmente
negaría Dios su palabra a quienes se desvivían por oír? Por eso el contexto es importante. Dios
no está quitando la palabra a un grupo de buenas personas que todo el tiempo se deleitaban en oír
a los profetas que Él envió. No, ellos eran los que decían a los profetas: Callen, silencio. No
querían la Palabra. Amasías rogó a Amós que se fuera, que se regresara a Judá. Y aquí está lo
terrible: Dios se los concedió. -Si no quieren oír, eso tendrán.

Por eso, volviendo a Calvino, compara esta situación con el caso de Esaú. ¿Qué nos dice Génesis
de este hombre? Primero menospreció su primogenitura (he aquí, yo me voy a morir, ¿de qué me
va a servir?... y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.)
y luego la procuró con lágrimas, pero ya no había vuelta atrás, la bendición era para Jacob. No
obstante, notemos que lo de Esaú no fue verdadero arrepentimiento, como nos dice la Escritura,
él lloró por no tener la bendición, pero no lamentó el haber despreciado la promesa asociada con
esa primogenitura, e insistió en que su papá cambiara de parecer, pero no lo consiguió. De este
mismo modo, el pasaje nos habla de este buscar errante, no porque les doliera ofender a Dios o
un deseo mismo de la Palabra, sino como un modo de salir de esa situación terrible, del castigo.
Pero sería una búsqueda infructuosa.

La segunda parte del castigo dice: En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes
desmayarán de sed. [8.13].

En este caso, parece haber un cambio al tipo de sed aquí referido, pues dice, en aquel tiempo,
como si se distinguiera de los otros días. Nosotros sabemos que como parte de la caída se
quedarían sin alimentos. En todo caso, sea que el profeta esté haciendo un cambio, o esté
preservando la idea de la sed de la Palabra, el punto es que los que desfallecen son los hombres y
las mujeres jóvenes. Aquellos que deberían tener mayor fuerza, mayor vigor, son los que
desmayan. ¿Cuánto más los que ya no tienen la vitalidad de la juventud? Los jóvenes eran la
esperanza, que ellos pudieran ir y trabajar y conseguir alimentos y buscar fuentes de agua, pero
caerían en su intento.

En resumen, se quedarían sin alimento físico, y sobre todo, sin alimento espiritual.

La inutilidad de los dioses

El pasaje finaliza denunciando la idolatría del pueblo. Los mismos dioses no les libraron, fueron
estos más bien la causa de su caída. Leemos: Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen:
Por tu Dios, oh Dan, y: Por el camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán. [8.14]

Hay un juramento triple en nombre de ídolos no especificados. Notemos que se nos dan tres
ciudades: Samaria, Dan y Beerseba. En el caso de Samaria, se jura por ese Pecado o esa Culpa.
En el caso de Dan, igualmente se jura por un dios que no se identifica, y para evitar confusión, lo
mejor es ver aquí dios con “d” minúscula, porque no se refiere a Jehová, Dios de los ejércitos,
como suele identificarse en este libro. En el caso de Beerseba se jura por el “camino” de
Beerseba. Otras Biblias en español lo marcan con mayor claridad al poner estas exclamaciones
entre comillas. Por ejemplo, en la LBLA leemos: “Viva tu dios, oh Dan”, y “Viva el camino de
Beerseba”.

Muchos estudiosos han propuesto quiénes podrían ser estos dioses, realmente no es crítico que
identificarlos, pero podemos sospechar que en Dan podría tratarse del culto al becerro de oro que
hizo Jeroboam I, y en Samaria, sabemos por 1 Re. 16.32 que Acab hizo un altar a Baal y a Asera
ahí, aunque otros sugieren a una deidad llamada Asima. Este camino de Beerseba, puede ser una
referencia a los peregrinajes que solían hacer hacia estos centros de culto a cualquiera de todos
estos dioses.

Entonces, con pequeñas variaciones, la intención de cada uno de estos juramentos es la misma.
En lugar de buscar a Dios, de atender a Su mensaje, ellos estaban con sus cultos a sus dioses
falsos, y entonces sí, cuando llegara la caída, ahí sí según ellos extrañarían la presencia de Dios,
y su ley y la profecía por medio de sus siervos, ¿por qué? Porque sencillamente por más que
invocaron a sus dioses, estos no salieron en su defensa.

En su lugar, todos cayeron, los ídolos con sus adoradores, todo este reino del norte cayó y nunca
más se levantó como nación. Tal fue el fin de Samaria.

¿Dónde estarán sus ídolos, aquello que codicia en el día final cuando venga el juicio? Sépalo
bien. No le salvará, como nunca los ídolos realmente lo han hecho, porque solo uno es el Dios de
los dioses, nadie más aparte de Él. Si Él está en su contra, nadie estará a su favor, si Él está a su
favor, no importa quién esté en su contra.

Aplicaciones
Hay mucho que considerar a la luz de estas palabras para nosotros hoy, y para ello, nos servirá
considerar un ejemplo de otra figura del Antiguo Testamento, que encaja muy bien con lo que
hemos estudiado. Y es el caso de Saúl, el primer rey de Israel. Haré un recuento de los eventos
más significativos. Como mencioné en una parte del sermón, en los días que Samuel fue
llamado, nos decían las Escrituras que la palabra de Dios escaseaba, y que no había visión con
frecuencia. Pero una vez Samuel fue confirmado como un profeta en el pueblo, Dios le reveló
varios asuntos y acciones que debía tomar. Una de ellas fue el ungir a quien sería rey del pueblo.
En 1 Samuel 8, Jehová le explico que era a Él como Dios a quien habían rechazado como rey, y
que escuchara la voz de ellos. De esta manera, Dios le dice que tal día vendría Saúl y que sería
escogido como el rey. El encuentro se da porque precisamente Saúl y su criado buscan a un
vidente que les diga dónde estaban las asnas de su padre. Samuel le da el detalle de varias cosas
que pasan tal y como se las dijo, siendo una de ellas que el mismo Saúl profetizaría, lo cual se
volvió un refrán: ¿También Saúl entre los profetas? (1 Samuel 10.12)

A los dos años de su reinado, en su impaciencia ofreció los holocaustos que correspondía a
Samuel hacer, y desde ahí se le dice que su reino no será firme, pero debemos notar que él lo
hizo porque no deseaba batallar sin tener el favor de Jehová. Luego, en una de sus batallas contra
los filisteos, Jonatán su hijo atacó el campamento de los enemigos y a su regreso probó de una
miel, pero Saúl había mandado que nadie probara bocado. ¿Qué pasa al final? Ellos ganan, hay
un botín, pero los hombres en su hambruna se van tras los animales y los estaban comiendo con
su sangre, lo cual era prohibido por la ley. Entonces Saúl consulta a Jehová, por medio del
sacerdote: Y Saúl consultó a Dios: ¿Descenderé tras los filisteos? ¿Los entregarás en mano de
Israel? Mas Jehová no le dio respuesta aquel día. (1 S. 14.37)

Saúl entonces echa suertes para saber por qué o por quién vino este pecado, y de un modo, y pide
a Dios que dé suerte perfecta, y de cierto modo Jehová le da respuesta, porque la suerte cae sobre
él como el responsable del pecado del pueblo. Después de este incidente, viene su desobediencia
por la cual es desechado, pues él dejó con vida al rey de Amalec y a lo mejor del ganado. David
es ungido rey y Saúl desea matar a David, pero debe suspender su persecución porque debe
batallar nuevamente con los filisteos. Entonces, antes de salir a la batalla, Saúl consulta a Jehová,
¿y qué sucede? Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por
Urim, ni por profetas. 1 Samuel 28.6.

Al final, Saúl acude a una adivina y se le revela que morirá en la batalla, lo cual aconteció. Así
terminó la vida de este hombre que fue una espiral en descenso. Pero este silencio de Jehová no
fue abrupto ni vino sin razón, todo empezó por su desobediencia, por su deseo de hacer las cosas
a su manera y de agradar a los demás, de contar con el apoyo del pueblo. Y luego buscó y buscó
la palabra de Dios y no hubo más respuesta. Pero notemos que aquí tampoco tenemos un
verdadero arrepentimiento de parte de Saúl, sí, buscó, consultó, pero en lugar de suplicar a Dios
perdón y reconocer sus pecados, acudió a la idolatría, tal como el norte hizo, buscó los dioses
falsos, en lugar del Dios verdadero.

Por eso, es un grave error decir: Ahora no, pero más adelante buscaré de las cosas de Dios, más
adelante escucharé. ¿Y quién dice que eso será así? ¿Quién le dice a usted que cuando venga ese
día más bien lo que se encontrará será un silencio desolador? Sí, tendrá hambre, pero no habrá
alimento para saciarle.
Por eso, a la luz de lo que pasó en la vida de Saúl y en la del reino del Norte, quiero señalar dos
cosas:

Un aprecio por la Palabra y la predicación

Primero, debemos tener un aprecio por la Palabra y la predicación. Los menciono juntos, porque
no estoy limitando esto a la Biblia en nuestro idioma, que sin duda, es un tesoro para el creyente,
pero en su sabiduría, Dios ha puesto dones en la iglesia, en específico, Cristo mismo quien
tomando cautiva la cautividad, repartió el botín, los despojos de su victoria y ha dado a la iglesia
pastores y maestros. Cada uno de nosotros está con una responsabilidad delante de Dios de
meditar en su Palabra diariamente, pero la verdad es que necesitamos esa instrucción pastoral
que se nos da cada domingo.

Esto es cada vez más cierto conforme avanza la facilidad con la que disponemos de escuchar
sermones de todas partes del mundo, el día y a la hora que queramos, como también ver
transmisiones en vivo de los cultos de muchas congregaciones. No falta quienes crean que todo
eso sustituye el congregarse en carne y hueso. Y hermanos y amigos, ustedes saben bien que con
frecuencia, cuando quieren saber más de un tema o buscan alguna recomendación, que solemos
dirigirlos a libros o sermones de otros siervos del Señor, pero no olviden, estos buenos hombres,
tan capaces, tan dotados, tan estudiados, no son sus pastores, no son mis pastores, con todo y el
bien que mi alma ha recibido y sigue recibiendo, ellos predican a otra congregación, de la que
son responsables. Quienes predican con un corazón preocupado por las necesidades, deficiencias
y el consuelo e instrucción que nosotros necesitamos, son los pastores que el Señor ha dado a
esta iglesia.

Sé que varios de ustedes se lo han preguntado y de hecho, algunos sí han preguntado en persona
respecto a la preparación de nuestros sermones (“¿cómo hace pastor?”), y claro, esto varía por
las circunstancias de cada uno, pero, aunque hablo por mí, sé que no ha de ser muy distinto con
mis hermanos pastores, que no solo nos preocupa dar el sentido apropiado al pasaje, la exégesis y
su interpretación, también, junto con ello es: ¿y cómo lo aplico a la iglesia? ¿cómo instruyo la
mente pero todavía más, cómo afecto el corazón de manera que seamos movidos a actuar? Claro,
esto es imposible sin el Espíritu Santo, pero hay una parte en la que soy responsable.

Digo todo esto, porque el día puede venir en que usted se encuentre tan acostumbrado a lo que
oye cada semana, que lo que le pareció bello y cautivador, ya no lo parezca más, porque ahora ha
escuchado de otro pastor por Internet que explica de gran manera, o simplemente se aburra y
teniendo comezón de oír, se vaya por lo nuevo y se canse de aquí sea solo Palabra, Evangelio,
Jesús. Y entiendan, el asunto no es escuchar a otros, siempre que sean hombres fieles, mi punto
es la actitud y menospreciar lo que el Señor le da aquí, en la que es su iglesia, en la que usted se
ha comprometido como miembro y por cuyos pastores debemos orar constantemente para que el
Señor nos use para ser fieles heraldos. Recordemos el mandato con el que inició esta profecía:
Oíd. Es hoy que Dios nos dice que escuchemos, porque podría venir su castigo de manera que
teniendo oídos para oír no escuchará, no le será dado el entender.
Demos gracias hermanos, que semana tras semana podamos decir que el Buen Pastor nos da
alimento a través de nuestros pastores. Demos la gloria a Dios cuando escuchamos en los
testimonios que alguien dice que aquí encontró buenos pastos.

Segundo, y en especial a los no creyentes en medio de nosotros: Recuerde bien las conocidas
palabras: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.

¿Cuántas cosas más tendrá que probar de este mundo? ¿Cuántas veces más tendrá que ver que
nada en este mundo realmente satisface? Será un esfuerzo inútil, vano. Irá de norte a sur, de este
a oeste, y no encontrará lo que Dios en su Palabra da, esto es, el conocimiento acerca de su
condición pecaminosa, de separación de Dios, pero también de que este Dios Santo y Perfecto
puede ser conocido a través del Hijo.

El día del juicio llegará, y quienes caigan, caerán para siempre. Deje de buscar desesperadamente
en diversos lugares, el único a quien acudir sigue siendo Cristo, Él es el Pan de Vida, Él es la
Palabra de Dios. No sea rebelde, no desobedezca y escuche hoy para que sea saciado para
siempre.

SOLI DEO GLORIA

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