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LA EVOLUCIÓN DE LA

EDUCACIÓN Y LA
INCORPORACIÓN DE LAS
HABILIDADES
SOCIOEMOCIONALES

HABILIDADEs
SOCIOEMOCIONALES
PARA EL SIGLO XXI
c r e a d o por ce nfova
LA EVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN Y LA INCORPORACIÓN
DE LAS HABILIDADES SOCIOEMOCIONALES
La base de las habilidades socioemocionales se sustenta a través de distintas fuentes
teóricas dentro del campo de la psicología y la pedagogía. Su conocimiento ayuda a
entender cómo impactan en lo socioemocional. Al reconocer la adquisición de este
conocimiento, es necesario entender las corrientes que justifican cómo adquirirlo y las
que hablan sobre qué factores contribuyen en el proceso de la persona.

La teoría del desarrollo socioemocional de Erik Erikson pertenece al segundo grupo y


es un punto de partida importante puesto que explica que el yo, en lo emocional,
comienza a construirse desde el nacimiento sin seguir los parámetros biológicos de
crecimiento y, en su lugar, se desarrolla según las etapas de conflicto que se van
dando y la manera en que las personas, al necesitar satisfacerlas, adquieren
competencias para superarlos con éxito. El conocimiento de estas habilidades es
acumulativo puesto que van utilizándose según requiera el grado de complejidad de
la situación.

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A comparación, el constructivismo se encuentra entre las corrientes del primer grupo,
y, hasta ahora se reconoce su importancia en la forma de aplicación de las habilidades
socioemocionales. Esta corriente parte del contexto cultural en el que se desarrolla el
vínculo cognoscitivo entre profesor y alumno al explicar que de esta subjetividad nace
una construcción significativa de lo que son las emociones y cómo afectan en su
entorno y en su aprendizaje, a partir de esto, se crean las habilidades y herramientas
necesarias para reconocer el tipo de emociones que aparecen al momento de
aprender y cómo controlarlas y orientarlas a favor del bienestar del alumno y de una
sana convivencia en el contexto escolar. La forma de ponerlo en práctica es
enfrentarse a una nueva situación de aprendizaje en la que necesita hacer uso de sus
saberes previos mediante la construcción de ejercicios estructurados para entender lo
que se está aprendiendo.

Bruner plantea que las ventajas de este aprendizaje se dan a través de la convivencia
de personas nuevas en un tema con expertos, quienes sirven como guía y dan lugar
a nuevas maneras de resolución de conflictos y de adquisición de conocimientos.
Vygotski continúa como exponente de esta corriente y señala el papel del maestro
como facilitador del aprendizaje al ayudar al alumno a reconocer sus emociones y
cómo controlarlas. Se convierte en una relación activa donde importa la intervención
del entorno con los aspectos emocionales al modificar la conducta del alumno.

Por otro lado, otra corriente proveniente del enfoque humanista, es la filosofía de la
enseñanza basada en la persona, planteada por Carl Rogers. Él argumenta que la
persona tiene un espectro biológico, psicológico e intelectual que tiende hacia la
conciencia evolutiva donde el individuo filtra en su mente los conocimientos que
requiere en ese momento. Determina tres estados de la conciencia: self, darse cuenta
de uno mismo solamente filtra y observa lo que afecta a sí mismo; estructura de sí
mismo, donde se forma de experiencias y juicios que realiza la persona, así como la
formación de su auto concepto donde se da cuenta de que es único; experiencia
orgásmica, donde perciben las experiencias sensoriales y viscerales que cuando no
empatan con el yo tienden a ser rechazadas, el conocimiento requiere ser
interiorizado para ver su valor. De esta manera la persona tiene un valor para el
maestro que busca llevarlo al aprendizaje y analiza sus estadios de conciencia.

Ana María González Garza asegura que la ecuación basada en la persona, tiene
como objetivo principal centrarse en el alumno, por medio de un humanismo
contemporáneo que se da cuenta de que el mundo materialista, cambiante y
competitivo con diversas corrientes filosóficas de fácil acceso que hacen que la
persona este sobre informada, llena de ideas pero confusa y poco decidida, por lo que
requieren que este cambio educación tenga como objetivo activar la conciencia y el
crecimiento personal al reconocerse como el self, y de ahí partir para derivar en
valores y conocimientos que realmente eduquen a la persona. Se requiere ver a la
persona como un todo en formación y no sólo una parte racional que se llene de
conocimientos, que ya de por sí, en el medio natural, existen en demasía.

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Esta corriente busca transformar el sistema educativo donde no solo se busca a la
persona, ni a la adquisición pura de conocimientos, sino a la evolución del ser. Con los
cambios actuales sólo las personas educadas, que saben enfrentar los cambios y
adaptarse a ellos, tienen la seguridad necesaria para tener calidad de vida. La
educación requiere dejar de ser estática y comenzar a facilitar el conocimiento para
que la persona pueda evolucionar y esto se logra a través de las habilidades
socioemocionales. Vygotsky, Bruner y Freire afirman que el constructivismo es el
aprendizaje significativo que da paso al verdadero conocimiento. Rogers en
conclusión nos dice que las personas educadas pueden concebir la vida en constante
evolución y han aprendido como aprender, por lo que ya tienen la llave al
conocimiento constante.

Respecto a su modelo de adquisición del aprendizaje, se basa en que necesita ser


significativo porque Rogers decía que, para aprender, lo único importante es el
impacto de la información en la consciencia, que a su vez convertirá a la persona en
un ser autónomo y con las habilidades socioemocionales necesarias para ser capaz
de tomar buenas decisiones.

Lo significativo lo compara con el proceso digestivo, donde al procesarlo, el ser


humano toma lo que le sirve, desecha lo que no considera importante y se nutre con
la esencia de lo estudiado que se vuelve parte de uno. Para que el aprendizaje sea
significativo, es necesario que el proceso sea integral, entendiendo por ello, el tomar
en cuenta las partes de la persona:

1 La parte biológica que considera su capacidad de aprendizaje social


tomando en cuenta que la interiorización del conocimiento repercute
en la calidad social de la persona.

2 La parte espiritual en donde el ser humano trasciende sus fronteras


y limitaciones para llegar a ser lo que es en esencia. A esta aceptación
de ser individuos en movimiento, se suma la conciencia individual,
desarrollada por medio de las habilidades socioemocionales, que
reconocen el mundo personal de percepciones y conceptos que cada
persona tiene desde el self, y generan el aprendizaje significativo,
donde se convierte en un proceso personal de acordar el conocimiento
y contextualizarlo desde la propia percepción.

Las características del aprendizaje significativo son, entre muchos otros, tomar en
cuenta a la totalidad de la persona acerando que el conocimiento que ocurre de
manera constante donde se considera el aprendizaje para la vida, no sólo para la
escuela, aceptando el interés y la curiosidad propia que favorece la capacidad de
asombro y promueve un cambio en el proceso de percepción.

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Otras teorías importantes para reconocer el proceso de cambio de conducta en el
individuo de manera social, son las planteadas por Bandura y Prochaska; el primero,
presenta la teoría del aprendizaje social en donde sustenta que los individuos
procesan y almacenan información de acuerdo a las conductas sociales en donde se
desenvuelven; a partir de ellas, guían sus acciones usándolas como parámetros para
medir las consecuencias de su comportamiento y desarrollando sus habilidades
socioemocionales. Como cada persona tiene distintos influjos culturales y sociales a
tomar en cuenta, esta teoría plantea una subjetividad porque todo lo que una persona
entienda en una situación dependerá de estos factores y va a influir en sus
emociones y la forma de actuar sobre los demás y su entorno.

No es un proceso de imitación, sino una adquisición de información mediante el


análisis de los distintos ambientes sociales, en donde adquieren los criterios que
consideran validos en los contextos donde conviven con los demás, el manejo
emocional y las conductas se aprenden con y mediante otras personas. Bajo esta
lógica, también se determina que, si el ser humano reacciona ante el ambiente y sus
creencias, si se cambia su entorno, será capaz de cambiar su comportamiento, sus
parámetros de conducta y sus creencias serán trabajadas socioemocionalmente.

El segundo autor, Prochaska, plantea un modelo transteórico en donde se centra en


los motivos a los que responde cada persona para decidir modificar su
comportamiento, este cambio se da por etapas y se basa en los contextos externos
auxiliándose de intervenciones afectivas para modificar el comportamiento del
individuo en situaciones negativas.

Una de las corrientes que brinda mayor sustento a lo que hoy en día conocemos
como habilidades socioemocionales, es la de la educación de carácter, en la cual se
busca retomar las enseñanzas antiguas para aplicarlas a nuestros días. Aristóteles se
refería al acto de educar como “el aprender a alegrarse con aquellas cosas que nos
hacen bien y aprender a entristecerse con aquellas cosas que nos hacen daño”, a
partir de esta definición se vislumbran las dos dimensiones de la educación: la
intelectual y la de carácter, la segunda reconoce el concepto de hábito, una serie de
actos que al hacerse repetidamente generan capacidades y disposiciones en una
persona. Esta es la base del desarrollo de las habilidades socioemocionales que
tienen como finalidad fortalecer el carácter y la voluntad del aprendizaje para abarcar
los aspectos aristotélicos de la educación.

Gracias a esta definición se retoman dos vertientes en la cuestión de esta educación,


la primera es la de carácter aristotélico en la que se retoma la virtud, reconocida como
la vida buena que conduce a la felicidad y que en su camino involucra al intelecto, a
la voluntad y a la conducta. La educación, desde esta perspectiva, promueve hábitos
para la realización de actos que impacten de manera beneficiosa a la comunidad. La
segunda vertiente es la planteada por Rousseau, misma que dicta que se debe

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respetar la naturaleza humana para el desarrollo de hábitos que, a su vez, se dan al
pasar por distintas etapas para desarrollar las capacidades cognitivas y sociales del
individuo, con la intención de convertirse en un ser humano con autonomía moral,
integrado en una sociedad en la que puede concebir la formación de hábitos
favorables para su desarrollo.

Las dos vertientes convergen en el reconocimiento de los aspectos cognitivos del


desarrollo, al reconocer que, durante muchos años éste se ha impuesto, centrándose
en lo racional del comportamiento, situación que conllevó a constituirse en un rasgo
característico de esta perspectiva, basada en un deber ser definido a partir de las
virtudes que eran aprendidas por el ser humano.

Por otra parte, no hay que dejar de lado, el reconocimiento neurocientífico que aborda
a la educación emocional, al contemplar la manera de controlar las estructuras
cerebrales reptiliana y límbica para contribuir no sólo a la investigación de la parte
racional del ser humano sino también el aspecto intuitivo en la adquisición de
conocimientos.

Una parte esencial de todas estas corrientes y teorías, es entender el papel del
profesor, quien es el encargado de facilitar el conocimiento y el entorno de aprendizaje
para generar la transformación conductual de sus alumnos, mediante promover el
pensamiento crítico, la creatividad, el compromiso personal y la motivación.

En su compromiso con la educación, Chaux nos dice que el maestro, como facilitador,
requiere tener una consideración positiva incondicional donde nunca prejuicie al
alumno y, en cambio, lo vea siempre en sus máximas posibilidades. Para ello define
grados y niveles de aceptación basados en que hay cinco tipos:

1 El maestro tiene un papel activo, quiere decir como son las cosas y se
convierte en la no aceptación de la persona, imponiendo sobre ella
ciertos elementos.

2 El maestro es frio y desinteresado por la persona, cumple con su


función y no hay interés ni aceptación de la persona.

3 El educador acepta el individuo que existe, pero lo hace de forma


paternalista dando consejos sobre lo que considera o no que es.

4 El profesor encuentra una verdadera aceptación del alumno donde


manifiesta su completa libertad de acción y confía en sus decisiones
pues lo ve en sus máximas posibilidades.

5 El educador no sólo experimenta, sino que comunica la aceptación al


alumno, respetando su persona y dignidad humana.

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Para poder lograr este tipo de maestría en el arte de educar, es imprescindible tener
empatía, que es sentir dentro, ponerse en el lugar del otro, comprender al bardo de
sentir lo que el otro siente y desde ese ligar conectarse. Un educador moderno
requiere aceptar al individuo como alguien pensante, valioso y digno de respeto que
se educa conforme al aprendizaje significativo y que para ello requiere de empatía y
congruencia por parte del educador, desarrollando a su vez en el educando las
habilidades socioemocionales.

De esta forma el maestro tiene el compromiso de generar un conocimiento integral y


armónico que resuene dentro del alumno para alcanzar el aprendizaje que realmente
sea una herramienta con la que pueda enfrentar los cambios y retos de la vida. Por
ello, las habilidades socioemocionales, son el centro de las estartegias educativas
modernas, al reconocer que no es posible el aprendizaje a menos que la persona
posea el deseo personal de adquirir conocimientos que refuercen su autoestima,
carácter y voluntad como formas básicas para el saber.

Las habilidades socioemocionales son el resultado de un proceso de construcción de


distintas fuentes teóricas, en las que se comprenden los aspectos individuales y
sociales del ser humano, el reconocer los parámetros guía, permite desarrollar
estrategias que, en la actualidad, contribuyen a una buena forma de tratar la vida
emocional de los seres humanos. Así la educación ha integrado a las habilidades
socioemocionales, basadas en valores universales primordiales para el crecimiento
global de la persona, y que a su vez, detonen en ambientes sociales armónicos.

Referencias bibliográficas

Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and action: A social cognitive theory. Englewood Cliffs, nj: Prentice-Ha-
ll.
Brousseau, G. (2007). Iniciación al estudio de la teoría de las situaciones didácticas. Trad. Dilma Fregona, Buenos
Aires: Libros del Zorzal.
Bruner, Jerome S. (1985). Desarrollo cognitivo y educación. Ediciones Morata: España.
Chaux, E. (2012). Educación y convivencia escolar. Bogotá: Taurus.
Coll, C. E., T. Martín, M. Mauri , J. Miras, I. Onrubia, A. Solé, Zabala (2007). El constructivismo en el aula. Barcelona.
Graó.
González-Torres (2009). La revitalización de la Educación del Carácter en el ámbito psicoeducativo actual: Aportaciones
desde las ciencias de la Prevención y la Psicología Positiva. Electronic Journal of Research in Educational Psychology,
No. 19, 7(3), pp. 1379-1418.
Prochaska, J. O. (2013). Transtheoretical model of behavior change. Encyclopedia of behavioral medicine. Springer,
New York. pp. 1997-2000.
Vygotsky, L. S. (1995). Pensamiento y lenguaje Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas, Buenos Aires:
Ediciones Fausto.
Erikson, E. H. (1994). Identity and the life cycle. Nueva York: Norton and Company.

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