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ADORACIÓN: Jesús, Tú eres el pan de vida, el que viene a ti, no tendrá más hambre. Señor Jesús,
si no comemos tu carne y no bebemos tu sangre no tendremos vida en nosotros. El que come tu
carne, Tú lo resucitarás, Señor Jesús, ¿A quién iremos Señor? Tú sólo tienes palabras de vida
eterna. Tú Señor, eres el pan bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Jesús,
el permanece en ti, da muchos frutos; quien no permanece en ti, está muerto.
"¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias
y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios!.
Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda
también por Cristo nuestra consolación. Si somos atribulados, lo somos para consuelo
y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os
hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros
soportamos. Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que,
como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la
consolación. Pues no queremos que lo ignoréis, hermanos: la tribulación sufrida en
Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta tal punto
que perdimos la esperanza de conservar la vida. Pues hemos tenido sobre nosotros
mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros
mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. El nos libró de tan mortal peligro, y
nos librará; en él esperamos que nos seguirá librando, si colaboráis también vosotros
con la oración en favor nuestro, para que la gracia obtenida por intervención de
muchos sea por muchos agradecida en nuestro nombre.
REFLEXIÓN
Cuando una persona ama de verdad, sincera y profundamente, es capaz de hacer cualquier cosa. El
amor se vuelve como un río impetuoso que todo lo supera y lo arrastra. El enfermo que ama, le da
otro sentido a su sufrimiento; ya no cuenta las noches de insomnio o los días de soledad, ya no lo
atormentan sus penas o el pensamiento del fin que se aproxima… Siente en sí, dentro de él, una
fuerza, un valor que no sabe explicar pero que lo sostiene y le dan serenidad y paciencia, pues “El
amor es fuerte como la muerte” como leemos en el Cantar de los Cantares.
“Nada se resiste al amor, todo lo transforma”. “Mi vocación es el Amor, en el corazón de mi Madre la
Iglesia, YO SERE EL AMOR” decía Santa Teresita. Por eso nada, ni nadie le quitaban esa paz que
irradiaba en trono suyo. Los mártires afrontaban persecuciones y tormentos con Valentía, porque
esperaban de Dios el premio eterno; Santa Teresita sufre con fortaleza los dolores de la tuberculosis,
pues todo lo ofrece para las misiones.
Para aquél que Dios ha llamado a unir su sufrimiento a los de Cristo, no existe sino una sola y única
virtud: EL AMOR. El amor lo es todo en su vida, y su vida es toda de amor… La esencia, pues, de
esa persona es el amor. Siente que Dios lo ama. Y le corresponde con amor, al amor de Dios. Ya
que el amor llevó a Jesús a entregarse como victima por nosotros. El amor impulsa al alma a
entregarse a Dios en la inmolación del dolor… Amor, amor; no hay otra cosa, no hay otra fuerza que
el amor que pueda hacer comprender y aceptar el sufrimiento en la vida…Hermano, el Padre
Celestial dijo de Jesús: “este es mi hijo muy amado, al que miro con cariño” (Mt. 3,17) Si sabes
descubrir el valor de tu dolor unido al de Cristo, sentirás que Dios no se ha olvidado de ti. Al
contrario, también sobre ti resonará la voz del Padre: “Tú eres mi hijo muy amado, al que miro con
cariño”
Hermano, tú también, desde las cadenas de tu dolor y la oscuridad de tus sufrimientos, mira a este
mundo que necesita ser salvado; mira a Cristo, que pide tu cooperación. No te desesperes. Al
contrario, transfórmate en “Apóstol de Jesús y pregonero de su salvación” el mundo no se salva con
las palabras, sino con la Gracia de Dios y los sufrimientos de Jesús y sus discípulos. Tú puedes ser
cooperador de Cristo desde tu dolor y con tu dolor. Mientras Dios nos preste vida, debemos trabajar
en el cumplimiento de su voluntad y para la venida del Reino en el mundo. La enfermad no debe ser
un obstáculo para acercarnos a El; al contrario, debe ser un medio más para ser instrumentos de
Cristo, cooperadores de su obra salvadora desde nuestra enfermedad y con nuestra enfermedad.
Hermano, la fuerza y el valor del Apóstol Pablo no residían en el mismo, sino en la gracia y valor que
venía de Cristo…”Todo lo puedo en El”; nosotros no somos nadie y no podemos nada sin El, también
nosotros podemos y debemos llegar a decir de la misma manera…”Todo lo puedo en El” (momento
de silencio y meditación)
Letanías de Súplica de la Oración del Santo Padre Francisco ante la epidemia.
TE ADORAMOS, SEÑOR
Verdadero Dios y verdadero hombre, realmente presente en este Santo Sacramento
Te adoramos, Señor.
LÍBRANOS, SEÑOR
Del poder de Satanás y de las seducciones del mundo,
Líbranos, Señor
De la incredulidad y de la desesperación,
Líbranos, Señor
SÁLVANOS, SEÑOR
De todos los males que afligen a la humanidad,
Sálvanos, Señor
CONSUÉLANOS, SEÑOR
Mira a tu Iglesia que atraviesa el desierto,
Consuélanos, Señor
Mira a los políticos y a los administradores, que cargan con el peso de las decisiones,
Consuélanos, Señor
o En la tentación y en la fragilidad,
Danos tu Espíritu, Señor
CANTO
Señor Jesucristo, te pedimos que nos protejas de la propagación del coronavirus. Tú eres poderoso
y misericordioso; que esta sea nuestra oración - “Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de
mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro.” (Salmo
57:1)
Yahvé , Señor de la Paz, nos acordamos de aquellos que viven en las zonas críticas del coronavirus
y de aquellos que en estos momentos se encuentran aislados. Que sepan que tu presencia está con
ellos en su aislamiento, tu paz en su confusión y tu paciencia en su espera.
Príncipe de Paz, Tú eres poderoso y misericordioso; que esta sea su oración - “¡Venga pronto tu
misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos!” (Salmo 79:8) Dios de todo
Consuelo y Consejo, oramos por aquellos que están de luto, tambaleándose por la pérdida repentina
de sus seres queridos. Que encuentren tu cercanía en su sufrimiento, tu consuelo en su pérdida, y tu
esperanza en su desesperación. Nombramos delante de ti a aquellos que conocemos, que se
sienten vulnerables y están asustados - los frágiles, los enfermos y los ancianos.
Dios de todo Consuelo, Tú eres poderoso y misericordioso; que esta sea nuestra oración - “Él nos ha
liberado de tal peligro mortal, y nos liberará de nuevo. En Él hemos puesto nuestra esperanza, en
que continuará liberándonos.” (2 Corintios 1:10)
Yahvé Dios sanador, oramos por todos los profesionales médicos que tratan diariamente con las
presiones intensas de esta crisis. Concédeles resistencia en el cansancio, discernimiento en el
diagnóstico, y compasión sobre compasión mientras cuidan de sus pacientes. Te damos las gracias
por el ejército de investigadores que trabajan de forma constante y silenciosa para encontrar una
cura - dales claridad hoy, descubrimientos y avances inesperados. Levántate sobre esta presente
oscuridad, como el Sol de la Justicia con sanidad en tus rayos. Que esta sea nuestra oración –
“¡Oh, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para
ti no hay nada imposible.” (Jeremías 32:17) Dios de toda Sabiduría, oramos por los líderes: los
gobiernos nacionales, y los líderes locales también - los directores de los colegios, los hospitales y
otras instituciones. Ya que has puesto a estas personas en el servicio público para esta hora, te
pedimos que les concedas sabiduría más allá de su propia sabiduría para contener este virus, fe más
allá de su propia fe para luchar contra este miedo, y fortaleza más allá de sus propias fuerzas para
sostener las instituciones vitales a través de este tiempo de agitación.
Dios de toda Sabiduría y Consuelo, Tú eres poderoso y misericordioso; que esta sea nuestra oración
- “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por
eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar.”
(Salmo 46:1-2)
Te alabamos con las palabras del Salmo 91: “Solo Él puede librarte de las trampas del cazador y de
mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu
escudo y tu baluarte! No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que
acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía. Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil
a tu derecha, pero a ti no te afectará.” (Salmo 91:3-7) “Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando
esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.” (Salmo 4:1) Que el Señor Dios
Todopoderoso que te ama, te proteja. Que Jesucristo, Su hijo que murió por ti, te salve. Y que el
Espíritu Santo, que se ocupa del caos y nos inunde con Su presencia, interceda por nosotros y a
través de ti por otros en este tiempo. “El Señor me librará de todo mal y me preservará para su reino
celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (2 Timoteo 4:18)
A nuestra Madre Santísima
Oh María, Madre de Dios, a través de los años, tu pueblo ha pedido por medio de tu intercesión en
tiempos de epidemia y enfermedad. Ahora te invocamos madre nuestra y te pedimos ruegues por
nosotros, para que encontremos sanación y refugio y un final rápido para este tiempo de
enfermedad. Sé para nosotros verdaderamente Nuestra Señora de los Remedios y acércanos cada
vez más a tu Hijo, fuente de toda sanación y consuelo. Nuestra Señora de los Remedios, apresúrate
a socorrernos. Amén.
Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de Tú pasión; concédenos
venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de Tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amen.