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Vii. Farmacodinamia
Vii. Farmacodinamia
FARMACODINAMIA
V I I . F A R M A C O D I N A M I A
La teoría nos dice que la magnitud de una respuesta está determinada por el número de
receptores ocupados. Se asume que una molécula de cualquier agonista (sustancia que
tiene efectos "positivos") que ocupa un sitio receptor hace la misma contribución cuantal
a la respuesta total que cualquier otro agonista. Dicho de otra manera, se consideran
como enteros —pensando en las fracciones comunes— las unidades que se cuentan
cuando se suman o se restan los efectos de agonistas o antagonistas, respectivamente.
Sin embargo, hay ocasiones en que varios agonistas que aparentemente actúan en el
mismo receptor producen respuestas máximas de magnitud diferente. A partir de estas
observaciones se modificó la teoría del receptor adjudicando a cada fármaco dos
propiedades independientes relacionadas con su combinación con el receptor: afinidad
(tendencia de un fármaco a establecer un complejo o unión estable con el receptor) y
eficacia o actividad intrínseca. Esta última describe la eficacia biológica del complejo
fármaco-receptor. Se considera que las dos propiedades no son relativas: un agonista y
un antagonista pueden tener la misma afinidad por un receptor, pero el primero tiene
gran eficacia y poca el segundo. El concepto de eficacia consiste en que agonistas
parciales (en el ejemplo que dimos de las fracciones comunes, de sustancias que no
aportan enteros sino fracciones del efecto) pueden tener propiedades antagonistas si se
les compara con agonistas más potentes.
Mencionemos finalmente los efectos alostéricos, aquellos que ocurren a distancia del
receptor y que se manifiestan a nivel de la configuración de la molécula. Puesto que los
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receptores son proteínas, éstas tienen una estructura terciaria (la forma tridimensional de
la molécula) que puede alterarse por varias causas. Por ejemplo, un fármaco que modifica
la unión entre un átomo de azufre y otro (en general existen varios de ellos en cada
proteína) puede cambiar toda la forma de la molécula. Los llamados radicales libres, por
tener gran capacidad de oxidación, pueden modificar la función de la membrana celular, y
volverla más permeable a sustancias potencialmente tóxicas del medio extracelular que
pueden dañar a la célula. Estos radicales libres son elementos extremadamente reactivos
con las proteínas de la membrana celular, que pueden desagregarla, y que se han
relacionado con una de las teorías sobre el envejecimiento, la cual postula que éste se
debe a la acumulación de radicales libres.
FIGURA VII.I. Receptor: afinidad vs. eficacia. El receptor (R) localizado en la membrana celular es
capaz de reconocer fármacos con una configuración adecuada, en este caso, un cuadrado, un
semicírculo y un triángulo. Ambos son capaces de ocupar el sitio receptor, es decir, tienen afinidad
por sólo un sitio que contiene las tres formas geométricas, capaz de producir un efecto
farmacológico, eficaz. El antagonista, al ocupar el sitio, impide que moléculas agonistas actúen en
el receptor.
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