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El caso de México
Cori Hayden (2003: 113-116) traza el impacto de la Declaración
de Alma Ata en México. En 1975, el Presidente Luis Echevarría
estableció el Instituto de Plantas Medicinales (imeplam), inaugu-
rando, con ello, una era de reconocimiento oficial de la medicina
tradicional como un recurso legítimo para la investigación
integrada a la ciencia y a la terapia. Fue un esfuerzo para revigo-
rizar el Instituto Nacional Médico (1888-1910) que intentó
fomentar una industria farmacéutica en México a base de conoci-
mientos indígenas y populares. Abigail Aguilar, ex-directora del
herbario nacional, subrayó el impacto positivo de la oms:
la oms decía en los años 70. Eso pegó en muchos países, defini-
tivamente pegó aquí, especialmente porque imeplam ya estaba
establecido. (Hayden, 2003: 113-114)
Conservación de biodiversidad y
medicina tradicional
Un informe, Biodiversidad, Conocimientos Tradicionales y Salud
Comunitaria: Reforzando Lazos, publicado por la Universidad
Naciones Unidas-Instituto de Estudios Avanzados en Yokohama,
Japón se dirige a muchos de los asuntos actuales arriba mencio-
nados (Unnikrishnan y Suneetha, 2012). Con base en la
Declaración Alma Ata de la Organización Mundial de Salud
(1978) que discute sobre la medicina tradicional y la atención
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A manera de conclusión
Hemos visto cómo dos iniciativas de las Naciones Unidas, la
Declaración de Alma Ata de 1978 y la cdb de 1992, han
impactado en programas de salud pública en cuanto a la
inclusión de la medicina tradicional en México y el Perú. En
ambos casos, el enfoque principal ha sido la herbolaria y su
explotación. Por su parte, la terapia tradicional ha sido valorada,
pero dejada a un lado, a pesar de estar hondamente arraigada
en una cosmovisión muy distinta a la visión del mundo de la
medicina moderna.
No es que propongamos que el médico se convierta en un
curandero. Pero creemos que cierto grado de sincretismo
médico es posible en cuanto a la entrega de servicios al público.
Por ejemplo, en clínicas y hospitales de comunidades indígenas
o comunidades campesinas debe ser posible incluir especialistas
de medicina tradicional como sucede en algunos casos en el
Ecuador con el yachac (Caselli, 2012) o con el machi entre los
mapuche de Chile (Nuestra Farmacia, 2004). La realidad es
que en estas comunidades hay una gran falta de servicios
modernos de salud. Pero en tales casos, donde estos servicios
son asequibles, muchas veces hay barreras culturales que
impiden una terapia efectiva. En zonas urbanas, si el médico
ha sido sensibilizado en lo que se refiere a síndromes culturales
como el susto y la brujería, puede recomendar los servicios de
curanderismo —no de un curandero específico— cuando
reconoce enfermedades que no son tratables por la medicina
moderna. En un estudio de pacientes de curanderos, Joralemon
y Sharon (1993) notaron que en muchos casos el paciente había
acudido a todo tipo de servicio médico antes de ir al curandero.
En cuanto a la psicoterapia, lo que dijo el mundialmente
reconocido psiquiatra social Carlos Alberto Seguín (1969: 159)
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