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ANTROPOLOGIA FILOSOFICA.
INTRODUCCION.
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La Psicología científica será a su vez, la ciencia que estudia la vida para
describirla y encontrar sus leyes, a la luz de la experiencia científica, y de los
principios de la ciencia positiva.
SECCIÓN PRIMERA
DE LA VIDA EN GENERAL. ¿QUÉ ES LA VIDA?
Teoría vitalista.
Teorías antivitalistas.
Son llamadas así porque todas ellas coinciden en rechazar el principio vital, y
pretenden explicar la maravillosa autoteleología de las actividades vitales por
otras vías, sin salir de la pura materia. De ahí que las teorías antivitalistas
sean de hecho, todas ellas materialistas, aunque algunos no lo pretenden.
Como se ve, esta teoría viene a responder a una grave interrogación que
dejó en suspenso la teoría mecanicista, apelando a un elemento nuevo, la
materia biógena, que no deja de ser pura materia. Esta materia para unos
serían ciertas granulaciones protoplasmáticas, para otros nucleares. Entre
estos últimos se podría colocar la Teoría biogenésica de Hertwing.
Además de la actividad vital que hasta ahora hemos encontrado en los seres
vivos y que es común a todos ellos - actividad que por ser única y
característica de las plantas se le suele llamar vegetativa – existen en el
animal y en el hombre otras actividades vitales que se caracterizan por ser
conscientes, en oposición a las vegetativas, que, como tales, son
inconscientes.
La teoría animista. Esta teoría con mayor razón que para la vida vegetativa o
fisiológica, postula la existencia de un principio energético, superior y distinto
a la pura materia, para explicar las operaciones conscientes, de
características totalmente opuestas a las de las operaciones de la pura
materia. Este principio, raíz última de donde brota toda la vida consciente, se
llama "Alma”.
Así pues, el viviente en general se puede decir que es: un ser capaz de
actuar inmanentemente, con una inmanencia tal como la descrita, es decir,
cualitativa y substancial, no puramente accidental.
Así pues, el viviente en general se puede decir que es: un ser capaz de
actuar inmanentemente, con una inmanencia tal como la descrita, es decir,
cualitativa y substancial, no puramente locomotiva .
¿Qué es el alma?.
SECCIÓN SEGUNDA
DE LOS VIVIENTES EN PARTICULAR
Toda la psicología filosófica sobre la vida de las plantas no tiene más que un
problema que resolver, determinar bien los límites de esa vida.
Que las plantas viven es evidente. Pero la vida de las plantas es una vida
puramente vegetativa, que se mantiene dentro del círculo de la vida más
elemental, pero vida auténtica con las funciones características del ciclo vital.
El problema se presente al supervalorar esta vida de las plantas. Dada la
admirable autoteleología de los seres vivos, que postula un principio vital
directivo, a este principio se le hace cognoscitivo, pues esa dirección
autoteleológica de las operaciones vegetativas parece hacerse a la luz del
conocimiento de los fines. Aparte de otras analogías de movimientos reflejos,
que pudieran interpretarse como obedeciendo a un conocimiento sensitivo.
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PARTE PRIMERA ( Analítica ).
Sensaciones externas.
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Tres factores concurren en la génesis o producción de la sensación; de parte
del Yo, o sujeto cognoscente, el órgano correspondiente y un principio
energético específico de orden psíquico, superior, por consiguiente, a la pura
materia nerviosa; y de parte del objeto, un estímulo o agente exterior.
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término, el contenido del conocimiento. El noema, en contraposición con la
noesis.
Localización de la sensación.
Sensaciones internas.
Fenomenología de la percepción.
Metafísica de la percepción.
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Una importante clasificación de las ideas universales es en: primitivas o
perceptuales, y derivadas o analógicas.
El juicio es un acto cognoscitivo con el que asentimos, decimos que sí, que
así es, a la identidad, o no identidad, del Sujeto y Predicado.
Fenomenología de la inferencia.
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La inferencia, llamada también concurso o raciocinio, es un acto cognoscitivo
por el que asentimos a la identidad, o no-identidad, de un sujeto y un
predicado en conexión con otros dos juicios o premisas.
Quien tiene la facultad de sentir, no por eso se sigue que haya de tener la
facultad de entender, es decir, de abstraer, enjuiciar y discurrir. Pero no al
contrario; quien tiene la facultad de abstraer, tiene la facultad de sentir, pues
de hecho no se abstrae sino es de contenidos sensibles.
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El objeto formal del entendimiento humano.
El gravísimo problema del origen de las ideas, es una de los que más han
interesado a la Filosofía de todos los tiempos, y cuyas soluciones han
marcado fundamentalmente los diversos derroteros por donde ha seguido el
pensamiento filosófico de las diversas escuelas. Estas soluciones se pueden
agrupar principalmente en cuatro clases, que son: El innatismo, el
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Ontologismo, el tradicionalismo y el empirismo aristotélico, pues o afirman
que las ideas las tenemos a priori (innatismo), o a posteriori (empirismo), o
siguen una vía media, que no es ni innatismo, ni empirismo, sino que las
ideas las adquirimos por visión directa e inmediata de Dios (Ontologismo), o
por transmisión oral de Dios (tradicionalismo).
Memoria intelectiva.
Fenomenología de la tendencia.
San Agustín describe la tendencia como “ un peso del alma, y constituye por
consiguiente un nuevo nivel de la actividad consciente.
San Agustín describe la tendencia como “ un peso del alma, que la hace
gravitar hacia un objeto bueno”., como un lazo o vínculo que tira de ella hacia
el bien, el vinculum cordis. Es célebre su definición de amor: “Amor meus,
pondus meus, eo feror quoqumque feror”.
Además la tendencia aparece como una actividad inmanente, algo que brota
en nosotros y de nosotros. vivencial, puesto que la vive el Yo y nada más
que el Yo.
La tendencia aparece, pues, como una actividad vital que brota de nosotros y
en nosotros, que se dirige hacia un objeto conocido como bueno, como un
valor para el Yo, para reposar en El.
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Metafísica de la tendencia sensitiva.
Las primeras son los instintos o tendencias instintivas. Las segundas son los
hábitos o costumbres.
Fenomenología de la voluntad.
En el querer hay, pues, una tendencia, un salirse nuestra alma hacia algo
que valoramos, y que por su valor tira de nosotros.
El objeto o término real (lo que se quiere) del querer es el valor, y valor es lo
que puede ser estimado intelectualmente, no sensitivamente. El término
personal (la persona para quien se quiere) del querer es el mismo Yo, en el
amor egoísta o de concupiscencia, y otra persona, en el amor altruista o de
benevolencia, aunque en este amor también el Yo, es de una manera
implícita, término personal del querer. El valor es lo que hace valiosa una
cosa.
Los valores pueden ser en sí, fines, y valores para otros, medios.
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Metafísica de la voluntad.
El objeto formal de la voluntad humana es sólo el valor “en sí”. Los valores
relativos o “para otro”, es decir los medios, son objeto material de la
voluntad. La motivación de la voluntad son los valores “en sí”, es decir, los
fines.
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intrínseco es también efectivo, pues es efecto de la voluntad, y también
objetivo.
La voluntad puede elegir un bien menor, no por ser menor, sino por ser bien,
que es el objeto adecuado de la voluntad. Efectivamente, toda facultad
intencional sólo necesita para poder actuar la presencia de su objeto
adecuado. Con esto nos oponemos a la doctrina del “optimismo” de Leibniz,
en cuanto afirma que la voluntad no puede elegir el menor bien, sino siempre
el mayor, el óptimo; pues de lo contrario procedería sin razón suficiente.
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De que la voluntad de hecho elija siempre el mayor bien, no se sigue que no
pueda elegir el menos bien.
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Artículo 7: REALIDAD DEL ALMA HUMANA.
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Si el Yo no subsistiera por sí mismo, necesariamente habría que llegar a un
sujeto que existiera por sí mismo, y este sería el verdadero Yo, del que los
demás serían modificaciones accidentales.
Simple, de sim – plex, sin pliegues; es lo que carece de partes. Hay dos
clases de partes, integrantes y esenciales.
Las partes integrantes son de la misma naturaleza, v.g. dos gotas de agua,
dos partículas de hierro, se yuxtaponen y se extienden, siendo separables
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una de la otra sin que se destruya el todo. Las partes integrantes pueden ser
homogéneas o heterogéneas. Aquellas tienen el mismo nombre y función
que el todo, v.g. las gotas de agua, o las partículas de hierro, mientras que
las partes heterogéneas, tienen distinto nombre y función que el todo, v.g. la
cabeza, el corazón, etc.
Por educción, se producen todos los seres materiales, pues se producen por
actuación y transformación de un sujeto o materia previa.
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Por creación se producen todos los seres espirituales, que por naturaleza
existen independientemente de todo sujeto o materia previa. Y la razón es
clara, pues si se produjesen por actuación y transformación de un sujeto o
materia previa, no existirían con independencia de ese sujeto o materia, es
decir, no serían espirituales. Por consiguiente el ser espiritual ha de ser
producido sin actuación ni transformación de un sujeto o materia previa, y
esto es ser producido por creación.
Cuerpo y alma son los dos compuestos básicos del hombre. El alma,
entendida como la acabamos de analizar, es decir, como principio último,
espiritual y simplicísimo, substrato y raíz de toda la vida del hombre. El
cuerpo, es toda esa organización anatómica, material, de configuración
determinada, en cuanto que no incluye el alma y es objeto de la anatomía
humana.
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- El interaccionismo, que defiende una unión también accidental, pero
fundada en una mutua causalidad o cooperación eficiente entre el cuerpo y el
alma. Así Platón, Descartes, Toingiorgi.
La unión del cuerpo con el alma en una unidad sustancial, sólo puede
entenderse en la teoría del acto y la potencia, siendo el alma el acto, y el
cuerpo la potencia.
“El Hombre es todo entero la obra del Creador” (Pío XII, ib.) Los padres,
aunque causas eficientes en la procreación de sus hijos, sólo tienen una
intervención muy “sui géneros”, en cuanto que únicamente proporcionan la
materia y la virtud seminal, siendo Dios la causa principal eficiente de cada
hombre que nace. Dios no sólo es el autor de cada alma espiritual que
produce por creación, sino que es la causa principal, juntamente con la virtud
seminal, de la generación o infusión del alma en el huevo fecundado y
previamente dispuesto.
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Esta intervención de Dios sería especial en cuanto que su acción tendría un
término formal específicamente distinto y superior, como es evidente.
El destino último y específico del hombre es ser imagen de Dios, es decir, ser
participación intelectivo – volitiva de Dios, no sólo de una manera estática,
siendo imagen de Dios (en lo que consiste la gloria objetiva de Dios por el
hombre), sino sobre todo de una manera dinámica, actuando intelectiva y
volitívamente en conformidad con la actuación de Dios (en lo que consiste la
gloria formal de Dios por el hombre).
En efecto, el destino último de toda la creación no podía ser otro que Dios,
de alguna manera. Ahora bien, Dios no podría ser fin último de la creación,
sino siendo las criaturas participaciones de Dios, manifestaciones de su
divina esencia. El hombre como imagen de Dios vivo. Así el fin intrínseco de
las criaturas coincide con el fin último que Dios intentó al crearla (finas
operantes), como no podía menos de suceder, pues la criatura es
esencialmente participación de Dios.
La otra manera más propia de glorificar formalmente a Dios, por ser más
semejante a la actividad del mismo Dios, es por el conocimiento y amor de
las excelencias de Dios, no sólo en las criaturas, sino sobre todo en el mismo
Dios. Esta manera de glorificar a Dios es la más suprema y perfecta, y en
donde se encuentra la máxima perfección metafísica del hombre, que así se
constituye activamente imagen de Dios vivo.
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A esta felicidad así entendida tiende todo hombre incoerciblemente. Por
consiguiente, con una tendencia o apetito innato, es decir, arraigado en la
misma naturaleza del hombre.
Además, como dice San Agustín: “Omnes homines beati essa volunt, et hoc
ardentissime appetunt, et propter hoc cetera appetunt” (De Trin. Lñib. 13, c.
5).Todos los hombres desean ser felices, y esto lo desean ardentísimamente;
y por ese deseo aman todo lo demás.
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El fundamento metafísico de la Re – ligión natural del hombre, ni pone ni
quita, sino que lo encuentra en su radical esencia, y por lo mismo el hombre
no tiene más remedio, como tal, que reconocer y aceptar.
El hombre por consiguiente, es un ser esencialmente religioso.
El hombre por su inteligencia y voluntad, se abre al mundo del ser y del valor
con una proyección universal.
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ANTROPOLOGIA.
2 de septiembre de 1959.
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ANTROPOLOGIA
4 de septiembre de 1959.
56
ANTROPOLOGIA
9 de Septiembre de 1959.
Y ahora una cosa para completar esto que no quiero que se me olvide, y así
podrán concebir mejor esta realidad que es el hombre, en la vida corporal.
Vean ustedes. - el ángel no tiene alma, luego no tiene principio de vida, si
tiene principio de vida, si vive, la vida brota de él, porque como va a darse un
efecto sin una causa, pero sin embargo no tiene alma, ¿cómo se explicaría
eso? Si eso me lo explicaran ustedes verdaderamente les daría un diez, de
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modo que así como en la planta, en los seres corporales, en los vivientes
corporales, en la materia viva hay alma, en el ángel no hay alma, ni en Dios
tampoco, en los vivientes que son espíritu, que no son materia viva, que son
espíritus vivos, no hay alma, ¿Porqué no habrá alma? Porque precisamente
el alma no es la que vive, sino la que hace vivir a algo que por sí no viviría,
como es la materia, y en el ángel no hay algo que no viva, y que necesite
algo que lo haga vivir, sino que todo él vive, y por eso en el ángel no hay
alma sino es, por decirlo así, pura alma, pero cabe de una manera mal dicha,
de modo que los ángeles no tienen alma, porque todo es capaz de vivir, y en
nosotros no todo lo que somos es capaz de vivir. La materia no es capaz de
vivir, y entonces lo que capacita a la materia para vivir eso es el alma,
nosotros necesitamos algo que nos capacite para vivir, yeso es justamente el
alma de modo que el alma es algo que hace que nuestra materia viva, de
modo que nosotros vivimos, nuestra materia es la que vive, que no se asuste
el biólogo, o el puro positivista, o el psicólogo, diciendo que yo no se admitir
un alma, basta con la materia, pero mire usted, la materia viva, y como la
materia no vive de por sí, pues hace falta algo que hace vivir, y ese algo que
hace vivir a la materia y la pone en condiciones para que usted pueda
observar todos esos fenómenos vitales, eso que pone a la materia en esas
condiciones y que la capacita para eso, eso es lo que se llama alma, no es
un pegote sobre la materia, sino la materia elevada a la capacidad de vida, y
como en el ángel no hay nada que no sea capaz de vivir, porque todo él es
espíritu, pues el espíritu no necesita que venga un principio, un algo que lo
haga capaz de vivir, porque él es capaz de vivir.
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