Aprender es un proceso global que abarca a la persona en su conjunto y la lleva a
actuar, a percibir y a comprender las cosas de distinta manera, podemos afirmar que los procesos enseñanza-aprendizaje están estrechamente relacionados, es decir, son interdependientes y que la enseñanza se concibe como un proceso donde interactúan el maestro y el educando, siendo el aprendizaje el objetivo último de este proceso que consiste en dirigir las actividades y utilizar los elementos para facilitar a un individuo.
Aceptar el aprendizaje como un proceso dinámico en donde quien aprende debe
modificar conscientemente sus propios esquemas cognoscitivos lleva a una visión más amplia de su evaluación tomando en cuenta los diversos factores que se presenten como su entorno y las necesidades que se vallan adquiriendo.
En el análisis de estos procesos que se estudiaron considero que sus resultados
no deberán referirse a individuos sino a sistemas o subsistemas, es decir, que la toma de decisiones no se debe basar solo en mecanismos de evaluación que se manejen a nivel de todos y cada uno de los procesos involucrados en el sistema educativo: evaluación a nivel de cada escuela, de alumnos en forma individual (aprobación o reprobación, promoción y similares) y de los maestros (contratación, salario, estímulos, sanciones) y, finalmente, de los mecanismos relacionados con el control y monitoreo externo de las escuelas por parte de las instituciones educativas.
La evaluación educativa en México es una institución consolidada que busca
conocer de manera sistemática procesos y resultados del sistema educativo. En los últimos años se han realizado avances muy importantes, los cuales modifican nuestra opinión del sistema educativo y sobre cómo debe evaluarse. Hoy, si bien con diferencias en cuanto a su concepción, la mayor parte de los actores educativos coincide en la importancia de realizar evaluaciones periódicas de diferentes aspectos del sistema educativo para brindar mejores resultados y con esto resulta difícil imaginar la posibilidad de reflexionar o intervenir sobre la educación nacional sin tener en cuenta los diferentes aspectos y herramientas que son necesarias para este proceso. En un período relativamente breve nos hemos habituado a la existencia de múltiples evaluaciones, cuyos resultados son públicamente difundidos. La mayor parte de estas evaluaciones se realiza de acuerdo a estándares conceptuales y metodológicos aceptados por la mayoría de los actores involucrados. Sin embargo, el camino de la evaluación aún enfrenta desafíos. En el caso de México, por una parte, se asiste a una expansión acelerada de distintas iniciativas de evaluación que podría superar la capacidad del sistema educativo para asimilar y aprovechar sus resultados. Del otro lado, este proceso aún está incompleto. El vínculo entre datos y decisiones en los distintos niveles del sistema es aún débil, y las evaluaciones no impactan de manera decisiva en las políticas y programas.
Por lo general, la evaluación educativa se enfoca principalmente como evaluación
de aprendizajes. Los aprendizajes son sólo una parte de los resultados del sistema educativo, la educación no constituye solamente un mecanismo de producción de conocimientos o habilidades para el mercado de trabajo, sino que también es una agencia fundamental de socialización, esto es, de formación en valores y actitudes compatibles con un modelo de sociedad, también debe tomarse en cuenta que una evaluación integral del sistema educativo supone atender también a los insumos, los actores, las condiciones, y especialmente, a los procesos educativos. Por lo tanto, es necesario elaborar indicadores válidos y confiables de aspectos como los recursos disponibles en las escuelas; las capacidades, representaciones y prácticas pedagógicas de los maestros; las condiciones de vida de los alumnos; la gestión y el entorno social y escolar, sólo atendiendo a estos aspectos es posible pasar de la descripción a la explicación de los fenómenos, ampliando así las posibilidades de intervención. Otros aspectos importantes a evaluar son los programas de estudio de los alumnos, la formación docente, o el funcionamiento del sistema. Asimismo, es fundamental una evaluación sistemática de las políticas y programas educativos, en particular de su impacto. Lo que hace el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior es evaluarla en amplios sectores de la sociedad la calidad de la educación. El CENEVAL es un organismo destinado a poner en práctica, de manera cotidiana y permanente, lo que, en el marco de los conceptos, las políticas y las directrices del sistema educativo se ha expresado como prioridad: el mejoramiento cualitativo y el propósito de intensificar los procesos de evaluación. Lo que debe destacarse aquí es la intención de evaluar con mayor rigor y de manera sistemática lo que se hace en el sistema educativo. Aunque es técnicamente equivocado, en la práctica, nos acordamos de la evaluación sólo cuando estamos inconformes, cuando los resultados de algo no corresponden ni satisfacen nuestras expectativas.
El CENEVAL, al igual que otros organismos y programas semejantes, tanto
gubernamentales como privados, nace con el propósito de participar en la solución de los problemas que dan origen a ese amplio y diverso estado de inconformidad en que vivimos los mexicanos. En el sistema educativo, por ejemplo, es necesario hacer las adecuaciones necesarias para los distintos niveles en que se imparte la educación y según sea la naturaleza y propósito de cada programa educativo.
Existen numerosos argumentos a favor del establecimiento de sistemas de
evaluación educativa sólidos y confiables, los cuales son de uso común como la toma de decisiones, distribución de incentivos, participación social y elección, sin embargo, al contrastarlos con la realidad mexicana, resulta evidente que la evaluación no logra, consolidar estos procesos por sí misma. Actualmente, la evaluación no se utiliza de manera sistemática en el diseño de políticas o la implementación de iniciativas de mejora escolar. La complejidad de los problemas y el hecho de que los resultados de las reformas sólo se ven en el mediano y largo plazo hacen particularmente difícil este proceso.
Si bien es cierto que evaluar es bueno, evaluar más no necesariamente es mejor.
Una tentación frecuente es pretender evaluar todas las dimensiones imaginables de la educación, de manera muy frecuente, y si a esto se agrega el hecho de que cada instancia gubernamental pretende realizar su propia evaluación, muchas veces sin objetivos claros, se comprende por qué las evaluaciones se incrementan a una tasa mayor que la de la capacidad de explotar la información.
Conclusión:
La enseñanza se reduce al absurdo del entrenamiento para responder ítems. Si,
además, estas evaluaciones se utilizan para tomar decisiones de alto impacto sobre el futuro de las escuelas o los alumnos, a través de premios económicos o de barreras al acceso, estos riesgos obligan a monitorear críticamente el proceso de institucionalización de los sistemas nacionales de evaluación. Como puede verse, la evaluación educativa enfrenta múltiples desafíos, en México, la consolidación de evaluaciones de calidad, integrales, y que articulen adecuadamente los esfuerzos de todas las instancias involucradas, es un proceso lento y aún inacabado.
La evaluación de procesos se centra en la indagación y valoración de los
elementos más operativos del proyecto educativo y responde al interrogante sobre la manera en que se ejecuta el dicho proyecto. En esta dimensión se consideran indicadores relacionados con la ejecución presupuestaria, la cobertura, la ejecución de las actividades previstas, los costos, los tiempos, y otros, así como las dinámicas sociales que se generan durante la implementación del proyecto, nuestros gobiernos no solo deben de copiar modelos sino investigar a fondo las necesidades que se analizan para que pueda tener éxito.
Bibliografía.
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