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La pena implica la causación de un mal a través del cual se expresa un reproche. La pena implica
dos elementos: mal y censura. La sanción penal expresa públicamente la censura, el castigo de una
persona consiste en que como consecuencia del injusto ocasionado se le impone un mal y de ese
modo se expresa un reproche contra esa persona por la realización del comportamiento. La
consideración del autor como un malhechor representa la idea central de la pena.
¿Puede derivarse la imposición de un mal del reproche? La imposición del mal resulta
necesaria para mostrar que la reprobación ha de tomarse en serio. La expresión creíble de
la desaprobación requiere que esta se realice mediante la imposición de un mal.
La imposición del mal como elemento preventivo en el marco de un concepto de pena
basada en el reproche: la imposición de un mal suministra una razón prudencial (razones
sobre ventajas y desventajas involucradas) para no realizar un determinado
comportamiento. El ser humano siente temor respecto de las consecuencias indeseables,
la sanción expresa un reproche que actúa al mismo tiempo como intimidación y como
apoyo contra tentaciones. Al contrario, cuando la sanción únicamente impone un mal
constituye una simple medida coactiva. Por tanto el reproche y la imposición de un mal
deben estar entrelazados en el modelo normativo penal.
Conclusiones:
Ninguno de los modelos puros (retributivos o preventivos) satisface la justificación de la pena, los
preventivos no aportan ninguna fundamentación convincente a los límites que impone el principio
de culpabilidad al derecho penal material y a la determinación de la pena. Y las teorías puramente
retributivas tienden a ofrecer explicaciones oscuras de los elementos de causación del mal de la
pena y no proporcionan una justificación adecuada a la competencia estatal.