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A RÍO REVUELTO | El
Cohete a la Luna
Por Enrique Aschieri

14-17 minutos

¿Puede o no la Argentina hacer alguna


diferencia en este mundo infectado y en
cuarentena con la base económica
global en caída libre? Como para
acelerar su desarrollo, en términos más
especí�cos, necesita inversión externa,
¿se conseguirá en esta situación o hay
que despedirse por largo tiempo? Las
circunstancias actuales de
proteccionismo creciente y retiro de
inversiones norteamericanas de China
sugieren que la ganancia que el río
revuelto ofrece a los pescadores es
posible capturarla a condición de
establecer hacia donde van las
correntadas y cómo operar en
consecuencia. Un primer indicio sobre
la dirección que van tomando los
hechos proviene de la encuesta que uno
de los bancos más grandes del mundo
realiza todos los meses entre los cuerpos
gerenciales de las principales
administradoras de fondos (assets
management). En la correspondiente a
abril los �nancistas bursátiles y extra
bursátiles manifestaron su creencia de
que Coronavirus no unirá al mundo. En
las llamadas cadenas globales de valor
esperan un alza persistente del
proteccionismo.

En esa inteligencia, resulta consistente


que para los administradores de fondos
el crecimiento basado en la cooperación
comercial global tenga casi nula
probabilidad de ocurrir. Asimismo, se
muestran incrédulos sobre la puesta en
vigencia del ingreso básico universal. Se
puede bajarle el precio a las opiniones
de los administradores de fondos
trayendo a colación su comportamiento
de manada. Pero por eso mismo, bueno
o malo, su compromiso con la realidad
es inmediato porque no tienen otro
margen que colocar cotidianamente
fondos para conseguir al menos el
rendimiento promedio del mercado.
Esto no signi�ca que la entiendan en
profundidad o tan siquiera que la
entiendan, sino que no pueden
desentenderse de sus rasgos inmanentes.

La percepción de que el mundo pinchó


la globalización también se comprueba
en la encuesta que Global Business
Alliance (GBA) hizo entre los cuerpos
directivos y gerenciales de sus 200
multinacionales, europeas en mayor
medida y japonesas y de otros países en
menor, con inversiones en los Estados
Unidos, generalmente en el sector de
manufacturas. De acuerdo a la
información de esa encuesta del
Financial Times (10/05/2020) el 77 %
de los consultados opina que los Estados
Unidos profundizaran su inclinación
proteccionista en materia comercial, de
fusiones globales y en el compre
nacional del Tío Sam. El 69% prevé que
el resto de los países procederá de igual
manera.

No debe ser ajeno a las preocupaciones


de la actual GBA que a mediados de
mayo el Senado norteamericano haya
dado luz verde en comisión al proyecto
de ley bipartidario llamado de
“Responsabilidad de Empresas
Extranjeras”. Aunque el objetivo es
China, nada indica que no avancen en
otra dirección. El proyecto de ley abarca
a todas las empresas extranjeras que
realizan distintas operaciones en la
bolsa estadounidense, con el objetivo de
que declaren si son o no propiedad del
gobierno respectivo y se sometan tres
años seguidos a una auditoría pública
común a las otras empresas
norteamericanas que cotizan en bolsa.
De no hacerlo, se las retira de las
pizarras. Los chinos se niegan al
procedimiento de auditoría y los
norteamericanos con inversiones en esas
empresas chinas también. Hay casi
700.000 millones de dólares de
capitalización bursátil de empresas
chinas en la bolsa de New York en
juego, el grueso encuadradas en
actividad comercial por plataforma,
provisión de Internet y tecnología. Los
números del Banco Mundial dicen que
en 1998 el 53% del producto bruto
industrial chino lo explicaban empresas
propiedad del Estado. En 2015 había
caído a 22%. Entre 2006 y 2015 similar
ritmo de subida se dio con la inversión
privada y bajada con la estatal.

America First

Los datos de la realidad que alimentan


las percepciones referidas van en
aumento. El sitio FOX Business, el lunes
11 de mayo dio a conocer una carta
enviada por el asesor de seguridad
nacional Robert O’Brien y el presidente
del Consejo Económico Nacional, Larry
Kudlow, al secretario de Trabajo de los
Estados Unidos, Eugene Scalia,
a�rmando que la Casa Blanca no quiere
que el Thrift Savings Plan, que es un
fondo de jubilación de empleados
federales, coloque en acciones chinas
los 4.000 millones de dólares que se
habían anunciado en el plan de
inversiones. Tras la misiva, ni lerdo ni
perezoso el mismo lunes 11 Scalia le
escribe a Michael Kennedy, presidente
de la Federal Retirement Thrift
Investment Board, compartiendo la
carta de Kudlow / O’Brien en la que
señala que ambos tienen «serias
preocupaciones con la inversión
plani�cada por razones del riesgo de la
inversión y de seguridad nacional». La
sugerencia tipo Don Vito de una
propuesta que no puede ser rechazada,
cuantitativamente es poco signi�cativa
pero simbólicamente importante.

Secretario de Trabajo Eugene Scalia.


Lo cierto es que ningún resquicio se está
dejando sin obturar para cumplir con el
objetivo de que no sea China la válvula
de escape de los episodios de crisis de
sobreproducción norteamericana, o
destino estratégico para abaratar costos
salariales. Asimismo, esto estaría
indicando que Trump está sufragando
los costos políticos del manejo de la
pandemia, con la exacerbación del
America First. Así, el mismo 11 de mayo
Robert E. Lighthizer, el funcionario del
gobierno norteamericano de rango
máximo encargado de los asuntos del
comercio exterior, publicaba una
columna de opinión en The New York
Times, titulada: “Se Terminó la Etapa de
Deslocalización de los Empleos
Norteamericanos” (The Era of O�shoring
U.S. Jobs Is Over). Lighthizer, the U.S.
trade representative conforme su
denominación o�cial, señala que “la
deslocalización fue una tendencia que
se transformó en una moda. Alentados
por los analistas y consultores de Wall
Street, o simplemente arrastrados por la
mentalidad de rebaño de sus pares, las
empresas vieron la deslocalización
como algo que se esperaba que hicieran
para servir a los intereses de los
accionistas”.

“Para los negocios, esta estrategia valió


la pena a corto plazo. La mano de obra
barata signi�caba mayores ganancias.
Pero para Estados Unidos, los efectos
fueron traumáticos. Estados Unidos
perdió cinco millones de empleos
manufactureros. Eso, a su vez, devastó
pueblos y contribuyó al colapso de las
familias, a una epidemia de opioides y a
la desesperación”, es el análisis del
balance negativo de la etapa que hace el
trade representative. Para Lighthizer está
claro que de ahora en más, la pandemia
y Trump están acelerando la tendencia a
traer de nuevo la manufactura a los
Estados Unidos y es por eso que “la era
de la deslocalización especulativa ha
terminado, y con ella el viejo énfasis
excesivo en la e�ciencia y la falta de
preocupación concomitante por los
empleos que se perdieron. Después de
derrotar esta enfermedad y reabrir
nuestra economía, no podemos olvidar
las duras lecciones aprendidas de este
experimento equivocado. A largo plazo,
el camino hacia la certeza y la
prosperidad es el mismo para nuestras
empresas que para nuestros
trabajadores: devolver los empleos a
Estados Unidos”.

Representante comercial Robert E.


Lighthizer.

En el mismo New York Times, el martes


5 de mayo el Senador Josh Hawley,
Republicano de Missouri, se despachó
livianito desde el mismo título de su
columna de opinión: “La OMC debe Ser
Abolida”. El Senador Hawley discierne
que los Estados Unidos deben negociar
con otras naciones a efectos de poder
restaurar la soberanía económica. El
recio de Missouri deslinda que “la
emergencia de coronavirus no es solo
una crisis de salud pública. Con 30
millones de estadounidenses
desempleados, también es una crisis
económica. Y ha expuesto una dura
verdad sobre la economía global
moderna: debilita a los trabajadores
estadounidenses y ha potenciado el
ascenso de China. Eso debe cambiar
[…] El sistema económico global como
lo conocemos es una reliquia; requiere
reformas, de arriba abajo. Deberíamos
comenzar con una de sus principales
instituciones, la Organización Mundial
del Comercio […] Deberíamos abolirla”.

Hawley re�ere que “durante casi 50


años antes de la fundación de la OMC,
los Estados Unidos y sus aliados
mantuvieron una red de comercio
recíproco que protegió nuestros
intereses nacionales y a los trabajadores
de la nación. Podemos hacerlo
nuevamente, para el siglo XXI”. Para
Hawley este camino debe ser recorrido
sí o sí porque “la única forma segura de
enfrentar la mayor amenaza para la
seguridad estadounidense en el siglo
XXI, el imperialismo chino, es
reconstruir la economía estadounidense
y fortalecer al trabajador
estadounidense. Y eso signi�ca reformar
el sistema económico global”. El
siempre ubicuo diplomático brasileño
Roberto Azevêdo renunció a su cargo de
director general de la Organización
Mundial del Comercio el 14 de mayo,
haciéndola efectiva a partir del 31 de
agosto. Su segundo mandato de cuatro
años concluía en septiembre de 2021.
No se sabe a ciencia cierta si la OMC
conseguirá nombrar a la o el
reemplazante de Azevêdo. Está en plena
crisis interna y paralizada, por la
negativa norteamericana a que sean
reemplazados los jueces del órgano de
solución de diferencias entre países,
corazón de la OMC.

Moneda a transistores

En medio de estos tire y a�ojes


comerciales, en la segunda semana de
mayo se anunció una nueva regulación
que obliga a los proveedores extranjeros
de semiconductores que usan diseños
estadounidenses a obtener una licencia
del gobierno estadounidense antes de
vender a Huawei. Se aplica a los
artículos fabricados en el extranjero
utilizando tecnología estadounidense. El
secretario del Departamento de
Comercio de Estados Unidos, Wilbur
Ross, acusó a Huawei de tomar medidas
«para socavar» los controles de
exportación anteriores y que estaba
actuando para «evitar que las
tecnologías de los Estados Unidos
permitan actividades malignas
contrarias a los intereses de seguridad
nacional y política exterior de los
propios Estados Unidos”. El golpe para
las empresas chinas fue muy fuerte.
Muchos análisis esperan que los chinos
tomen represalias. No se ve bien cómo y
sobre qué lo harían. Si bien son muy
dependientes de esas tecnologías, el
problema en sí no es que se les
obstaculice comprarlas sino que, si las
compran, se les cierra el mercado
norteamericano y entonces no tiene
mayor sentido adquirirlas. Es una
simple cuestión de rentabilidad y no de
oscuros pasadizos del poder tecnológico
y cosas escabrosas por el estilo.

Secretario de Comercio Wilbur Ross.

Las grandes corporaciones


norteamericanas digirieron muy mal la
medida, alegando que les reduce los
ingresos y obstaculiza la investigación y
el desarrollo de nuevas tecnologías.
David McCormick, director ejecutivo del
fondo de inversión Bridgewater
Associates, pone en claro hacia dónde se
dirige en realidad el disgusto de las
grandes corporaciones cuando escribe
en el Financial Times (18/05/2020) que
el gobierno norteamericano en la salida
de la pandemia debe incluir una política
nacional de innovación, en la que se
apoye “a las empresas estadounidenses
en sectores como la alta tecnología […]
Financiar el desarrollo de tecnologías
prometedoras […] Apoyar el desarrollo
interno de sectores donde las empresas
extranjeras están altamente subsidiadas
por los competidores estadounidenses
[…] Priorizar las tecnologías
estratégicas”. Y esto de acuerdo a
McCormick, porque los “Estados Unidos
deben avanzar para retener su poder
económico. Estados Unidos necesita
aprovechar su potencial en la lucha
mundial por el poder”. Traducido: el
reclamo al gobierno de Trump es que el
ataque quirúrgico a Huawei debió ir
acompañado de una política de
subsidios que enjugue lo que se deja de
ganar por no seguir explotando los
bajos salarios chinos. No hay como el
verso de la geopolítica para solicitar
subsidios.

A la puesta en vigencia de la cripto


moneda china respaldada o�cialmente,
ciertos análisis la afamaron de ser la
gran retaliación donde más duele: el
reemplazo del dólar como moneda
mundial. El artículo del Cohete de Jorge
Molinero contempla los detalles y
alcances de esa emisión. A partir del
yuan digital, el ex secretario del Tesoro
Henry M. Paulson, en Foreign A�airs
(19/05/2020) discurre sobre “El Futuro
del Dólar” y entiende que depende de
Washington y no de Beijing y les aclara
a “los que se preocupan de que este
desarrollo pueda anunciar el �n de la
primacía del dólar estadounidense” que
no están entendiendo “que si bien la
forma del dinero puede estar
cambiando, su naturaleza no lo ha
hecho”, en tanto que “el valor de una
moneda nacional para sus usuarios es,
en última instancia, un re�ejo de los
fundamentos económicos y políticos del
país”. El ex directivo de Goldman Sachs
está diciendo que Wall Street no ve que
el poder termonuclear norteamericano
pueda ser desa�ado por China.

Mientras tanto el canciller chino Wang


Yi dijo en conferencia de prensa online
(24/05/2020) que China y Estados
Unidos están «al borde de una nueva
Guerra Fría» y lamentó que ese sea el
escenario en vez el de cooperación. El
reconocido internacionalista Richard
Haass advierte en el Wall Street Journal
(07/05/2020) que “China puede
entenderse mejor como una potencia
regional que busca reducir la in�uencia
estadounidense en su patio trasero y
aumentar su in�uencia con sus vecinos.
Beijing no busca derrocar el orden
mundial actual, sino aumentar su
in�uencia dentro de él”, por lo que
“sería un gran error estratégico”
establecer que “confrontar a China
debería convertirse en el principio
organizador de la política exterior de
Estados Unidos, similar a la Guerra Fría
contra la Unión Soviética”. Por las
dudas y las certezas, el módico fondo de
rescate de la UE propuesto por el
Presidente francés Emmanuel Macron y
la Canciller alemana Angela Merkel está
siendo visto como un primer paso a la
de�nitiva federalización que impida el
desleimiento europeo en esta
convulsión.

Canciller chino Wang Yi.

El río está bien revuelto y con


pandemia. Las multinacionales parece
que ya no podrán localizarse donde
bajan costos (salarios) para vender
donde hay mercados solventes a gusto y
placer. Tendrán que lidiar con mercados
nacionales protegidos. Allí invertirán,
en la medida que esos mercados
crezcan, es decir crezca el poder de
compra de los salarios y se les hagan
concesiones. Nada inesperado con la
pandemia. Dios sigue siendo criollo, los
nabos abogan por el modelo exportador
en un mundo que se cierra, y los
argentinos aguardan que su arma
secreta: el alza del poder de compra de
sus salarios, sea activada. Stanno tutti
bene.

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