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En términos muy generales, las pers- ral. El hilo argumental parte de la de-
pectivas suelen oscilar entre los impe- finición kantiana de tales principios
rativos de la reconstrucción o aquellos -s-principium diiudicationis, exsecutio-
otros, bien diferentes, que tratan de in- nis-:-, hasta llegar a otras aportaciones
corporar la metodología procedente de recientes. En especial, cuando éstas se
la Crítica literaria.' Los resultados no concentran sobre el papel que desem-
resultan homogéneos, dada la diversi- peñan los agentes, con sus motivacio-
dad de objetivos: la revisión de la Re- nes, en la construcción de la morali-
tórica, la autonomía de los discursos, dad: motiva subiective moventia. Estos
los géneros de la escritura, análisis de ocupan, en principio, un lugar destaca-
recursos específicos como la metáfora, do en la discusión que sitúa al discur-
etc. Puesto que, en todo caso, se hace so filosófico junto a otros tipos de dis-
preciso elegir. sugeriré aquí que el in- curso. Pero esta hipótesis depende en
terés por la Literatura se ha de enten- gran parte de cómo y hasta dónde se
der a partir de un cambio de expectati- acepten algunas condiciones, centrales
vas en tomo a la Filosofía moral. Y, en para la comprensión de la Ética y de
este proceso de selección, cabe pensar sus cometidos: 1) La subordinación
también que tales expectativas depen- de las tareas de explicación y ejecución
den del lugar que ocupen en la cons- -de las acciones, de lo que prescriben
trucción de la teoría los motiva subiec- las normas- a las tareas de justifica-
tive moventia, a que Kant se refería. ción. 2) Que la disciplina se limite a
Este punto de vista restringe, cierta- considerar la Literatura en términos
mente, la perspectiva amplia que va puramente externos. Esto es, tan sólo
definiendo poco a poco a la relación desde su propio punto de vista, sin
Filosofía-Literatura. Sin embargo, ayu- ánimo de construir una perspectiva su-
da a clarificar algunas de esas expecta- plementaria. mediante la ayuda de
tivas, al menos por lo que se refiere a otros puntos de vista. 3) De otra parte,
dos cuestiones de interés: a) los ante- téngase en cuenta que la Literatura
cedentes más inmediatos, modernos, nunca ha sido un cuerpo inerte, del
de la actual discusión -Platón! consti- cual extraer algunos ejemplos o casos
tuye un antecedente insoslayable, pero prácticos según criterios filosóficos.
menos inmediato-; b) por qué la Filo- Como es obvio, la actividad literaria ha
sofía, en especial la Filosofía moral, se ido estableciendo sus propias reglas;
interesa hoy por la Literatura, aun ha alcanzado determinados resultados,
siendo del todo irreversible el proceso cuya intencionalidad moral puede ser
de especialización en los discursos. muy poco significativa en un principio.
Motiva subiective moventia represen-
tan, posiblemente, uno de los hilos teó- 1
ricos que conducen en modo directo
hasta las expectativas -positivas o ne- Las anteriores condiciones, aquella
gativas-, que la Ética abriga sobre lo que se refería a una discusión interna,
literario, como elemento innovador y la segunda, el tratamiento circuns-
para su propio discurso. tancial de otra disciplina, tienen que
El principal objetivo del artículo ver en todo caso con el lugar asigna-
consiste en aproximarse a los térrni- do a la subjetividad y sus formas de
nos en los cuales la Literatura puede expresión. Tanto en Filosofía moral
contribuir indirectamente a clarificar como en Literatura. Pero, antes de pa-
algunos principios de la Filosofía mo- sar adelante, parece necesario introdu-
cir una precisión sobre qué cabe espe- real. Un improbable ofrecimiento: sus
rar de otros tipos de discurso. Digamos historias como historias edificantes. O
que si, de una parte, la Literatura con- como proyectos para orientar en me-
tribuiría -de hecho contribuye algu- dio de la diversificación que, una y
nas veces- en modo positivo a recor- otra vez, atestigua el discurso filosófi-
dar cuán relevantes pueden llegar a ser co. Se trata, por el contrario, de pre-
la variación socio-histórica y los moti- tensiones más reducidas: reconstituir
vos individuales, a la hora de formular uno de los principios que han formado
valores, no obstante, la expectativa de parte de la moralidad, pero que había
hallar en una disciplina diferente -en tenido un tratamiento menor en la Fi-
este caso la Literatura- una respuesta losofía moderna -por causas díver-
y una metodología que la Filosofía mo- sas-, En especial, cuando ésta se con-
derna descalificó de modo bastante ex- centra en su calidad de «Filosofía mo-
plícito, sólo podrá mantenerse de for- ral». Tras 10 cual, intentaré ahora plan-
ma restringida. A condición de que tear la pregunta del comienzo, ¿por
también se asuma una parecida ten- qué situar la confluencia de lo filosófi-
dencia, de exploración y búsqueda, en co y lo literario en los motiva subiecti-
la actividad literaria; cuyos resultados ve moventia?
distan de objetivos tales como presen- 1) En principio, la esfera que co-
tar una visión del mundo o un mode- rresponde a las motivaciones de la ac-
lo para organizar la existencia. El ana- ción ocupa un lugar marginal en las
cronismo de un concepto de Filosofía teorías morales de tipo cognitívísta,
dogmática sería apenas más llamativo Marginal, pues éstas se concentran en
que ese otro anacronismo, consistente el principio supremo de la moralidad.
en esperar un proyecto formativo pro- Pero, incluso en esta función, función
cedente de la Literatura. básicamente negativa, los motivos in-
Esto es: el narrador siguió una tra- forman sobre algo que ha de recordar-
yectoria, tan compleja y crítica como se de vez en cuando: ponen de mani-
aquella que caracteriza a la Filosofía fiesto, siquiera en modo indirecto, al
contemporánea -W. Benjamín se ha- alcance de la Filosofía práctica y sus
bia referido expresamente al declive distintos niveles. Suponen, en fin, re-
del papel tradicional. orientador de ex- considerar un enfoque que había per-
períencias, que fue por mucho tiempo manecido en un segundo plano, al
la razón de ser de la actividad narrati- menos mientras la tarea fundamental
va-o y esto estaría arrojando todo el hubo de centrarse casi en exclusiva en
peso acumulado del tiempo sobre pro- el establecimiento de qué sea y cómo
yectos, en principio tan verosímiles se habría de entender la actitud crítica.
como pudo serlo alguna vez un progra- Según Kant: «Tan lejos como se ex-
ma de «educación estética del hom- tienda la aplicación de conceptos a
bre». Por tanto, está fuera de lugar un priori se extiende el uso de nuestra fa-
tipo de actitud que consistiría en año- cultad de conocer según principios, y
rar en lo literario aquello que ya ha de- con él la Filosofía".
jado de ser una 'expectativa razonable 2) Conocimiento y principios a prio-
para la actividad filosófica. Por lo tan- ri formaban así un marco, al cual ha-
to, no se trata de desestructurar, en bía de ajustarse luego la facultad de
parte o en su totalidad, a la Filosofía, desear. y que hacía tan problemático
pensando que la Literatura aún podría al sentimiento del gusto. Esto signifi-
ofrecer una visión más centrada de lo caba asimismo fijar el ámbito de la re-
flexión moral del lado de la universali- jetivo. El criterio para establecer jui-
dad; del lado de los principios y, ade- cios y, de otro lado, aquello que impul-
más, de una determinada clase de sa a actuar no pertenecen al mismo ni-
principios. Por eso, la opción por la vel, ni se han de confundir. Kant ad-
universalidad, y por las prerrogativas vertía también de la superioridad del
que compete señalar a la facultad del fundamento objetivo en 10 teórico. Por
conocimiento, contribuy6 a introducir tanto, la reflexión moral se desenten-
de paso una jerarquía de niveles: la Fi- día en buena parte de los móviles e in-
Iosofía moral pura se distingue en ade- clinaciones, que podrían hacer efectiva
lante de la moralidad que permanece en algún momento a la moralidad.
aún en el conocimiento vulgar. Es de- Pues actos y agentes representaban la
cir, en su sentido aún cercano a las ac- parte menos pura de ésta, la morali-
titudes, los motivos, los sentimientos. dad. En lo sucesivo, no habrá duda al-
La buena voluntad, el deber señalan, guna, el principio supremo correspon-
por el contrario, cuál debe ser conside- derá a la razón: como principium mo-
rado como el lugar propio de la mora- ralitatis purum intellectualle intemum,
lidad. Así quedaba establecido desde la Un principio «objetivo» e «interno»
Fundamentacián de la meta{fsica de las para la Moral significa que la validez y
costumbres: a priori, en la razón. sus criterios no pueden ser de carácter
3) ¿Qué hacer entonces con los sen- privado. Ni hallarse vinculados a los
timientos, «e] corazóns i" Kant se ocu- sentimientos --como factores inesta-
pó fugazmente de esta dimensión an- bles, patolégicos->, sino a categorící-
tropológica de la moralidad. Para decir dad que corresponde a la ley moral, De
que, en todo caso, tiene que ver con la modo que el principio de la moralidad
forma de conducir la propia existencia. confirma su carácter interno. sin rela-
Pero no era lo primordial; de ahí que, ción ya con los sentimientos o elemen-
en aras del principio supremo de mo- tos de naturaleza pragmática -confi-
ralidad, los principios adicionales pa- nados desde entonces al ámbito de lo .
sasen a ocupar una posición secunda- meramente subjetivo, pero no inter-
ria. E incluso fueron rechazados casi no-. Así concluye el análisis de los
en su totalidad, como exponentes de fundamentos, subjetivo y objetivo, de
una versión «patológica» de la misma la moralidad. La subordinación de las
moralidad, tal como se afirmaba en las tareas de explicación y «ejecución» a
Lecciones de Filosorla moral. Pues bien, las tareas de justificación configura, en
esta torna de postura conducía en efec- sus rasgos generales, una noción de
to a una radical diversificación de juicio moral que no se verá afectado
principios. Mientras que unos concíer- por las inclinaciones. Ni por todos
nen a la justificación teórica, se hacía aquellos factores que mueven a actuar.
necesario arbitrar otros principios para
la esfera subjetiva de la acción. Es de- II
cir, lo «subjetivo» y (objetivo» de la
moralidad ocupaban posiciones tan dis- Las expectativas en torno a la Filosofía
tantes entre sí, como el entendimiento moral no se han modificado de modo
con respecto a los sentimientos, el «co- sustancial en este aspecto .específico.
razón». los motiva subiective moventia, Al me-
4) Principium exsecutionis, se refe- nos para aquellos enfoques que han
ría al fundamento subjetivo. Princi- acatado, como punto de referencia, al
pium diiudicationis al fundamento ob- programa crítico de Kant. Pues éste
cusíón, puesta al día, no debe insistir problema. Es decir, del problema con-
tanto en diferencias de sesgo epistemo- sistente en la «presentación sensible»!'
lógico -las distintas pretensiones de y su interés. Entonces, si bien R. Bar-
verdad en la Filosofía y la veracidad de thes," por ejemplo, rechazaba la hipó-
la expresividad literaria-, sino en su tesis de que la Literatura haya de man-
perspectiva moral. tener una especificidad puramente es-
2. F. Schiller confió en que la liber- tética -como si fuera posible un obje-
tad sería también accesible desde la to literario en sí mismo-, la plena
belleza. Pensaba que los modernos es- asunción de las dimensiones críticas, y
taban aquejados de una seria pérdida, no sólo poéticas, de la escritura tam-
la de aquel estado de armonía del que poco animará al antiguo proyecto de
parecían disfrutar los seres humanos llegar a la libertad a través de la belle-
en otras épocas. Tal herida, infringida za. De aquel esbozo de integración, de
sin remedio al género humano, invita- proyecto que afirmaba un sentido, sólo
ba precisamente a recuperar la educa- resta su exactitud. «Exactitud» de la
ción de la sensibilidad, en bien de la propia actividad de escribir, entendida
época ilustrada. Pero, entre tanto, M. ésta como la capacidad de nombrar los
Weber" hizo ver en todos sus extremos detalles. Literatura, pues, como len-
que el proceso de diferenciación y au- guaje indirecto que, a través de sus
tonomía de las disciplinas apuntaba ya técnicas, desmiente toda interpretación
a un estadio diferente de la racionali- instrumental. meramente expresivista
dad. O mejor dicho, de los tipos de ra- del lenguaje: porque no muestra cau-
cionalidad, para el orden mundano, se- sas o fines, sino su misma precisión.
cularizado. Por eso, a la vuelta del «Endoscópica» incluso, como ya fun-
tiempo, resulta difícil admitir que la cionaba en la obra de Proust.
Literatura pueda aparecer en el hori- 4. La Literatura no describe monta-
zonte de la Filosofía moral como ga- ñas. Tal vez sólo su recuerdo, desde la
rante de un proyecto de integración conciencia." En un proceso paralelo,
entre ámbitos. O como lugar privile- la atención hacia las contingencias y
giado, parcialmente inmune a la diver- motivos del sujeto reclama su lugar en
sificación de la cultura, en el cual ha- la Filosofía moral. La tendencia a re-
brían permanecido latentes algunas cuperar el principium exsecutionis pue-
formas. Por el contrario, las formas no de intepretarse, ciertamente, como in-
aspiran a estructurar la visión de una cipiente causa de declive para el prin-
realidad fragmentaria. Como si fuesen cipium diiudicationis, Por el contrario,
una explicación en clave, o una reserva tan sólo significa que había dos sub-
de programas de acción. Como si fue- programas en la Filosofía moderna,
sen un ejemplo válido para emprender cuya articulación no ha sido concluida
desde la Filosofía aquella sugestiva -y de modo satisfactorio. Motiva subiecti-
fallida- educación estética de la hu- ve moventia indican qué impulsa a ac-
manidad. tuar, en efecto. Pero a actuar, según
3. En ocasiones, la actual Filosofía los criterios previamente establecidos
moral parece sometida a una suerte de por el mismo entendimiento. Por tan-
ansiedad sobre la naturaleza misma de to, los motivos impulsan hasta donde
lo moral." De ahí, la imposibilidad de el entendimiento no habría sido capaz
redescubrir algo, en los términos que de llegar; sin reclamar para sí las fun-
fueron empleados con anterioridad. Lo ciones de la racionalidad. Motivos y
cual apenas si representa una parte del razones corresponden, en suma, a los
dos fundamentos que Kant propuso para te, e incluso tenían un sucinto trata-
la moralidad, «subjetivo» y «objetivo». miento en el esquema kantiano. El
El entendimiento ofrecerá el principio posterior cambio de expectativas ha
supremo y objetivo para el juicio mo- significado también una creciente ape-
ral. mientras que el principio que mue- lación al principio subjetivo de la mo-
ve hacia la acción moral descansa «en ralidad. Siquiera en forma de ausen-
el corazón». cia. Pues, como M. Foucault" recorda-
Motiva subiective moventia permiten ba, las prácticas reflexivas no sólo fijan
entender algunas razones por las cua- reglas de conducta sino que, de otro
les la Filosofía moral acepta o rechaza, lado, contribuyen a la transformación
alternativamente, la continuidad con de quienes las asumen. Tal vez se trata
respecto al punto de vista de la Litera- tan sólo de acomodar mejor el punto
tura. El lugar central del enfoque epis- de vista, como respuesta indirecta a las
temológico quedaba sancionado en la máximas exigencias de la facultad de
iniciativa kantiana, pero -si se me conocer: «Tan lejos como se extienda
permite también- no anulaba el enfo- la aplicación de conceptos a priori se
que antropológico que rescataría a los extiende el uso de nuestra facultad de
factores subjetivos. Los sentimientos conocer según principios, y con él la
morales fueron recogidos puntualrnen- Filosofía».
NOTAS
1. L. Ferry sitúa el origen de las dos tenden- rien», en Vorstudiell und ErgitlzZ/lItgell zur Theorie
cias de la Filosofía en momentos distintos, el de des kommunikativen Handelns, Francfort, Suhr-
la construcción de sistemas y el de su deconstruc- kamp, 1984, pp. 130·131.
ción. Este autor se inclina por la posibilidad de 5. cOber Titel, Texte und Termine cder Wie
un tercer momento, de actualización de la obra man den Zeitgeist reflektierts, en J. Habermas y
kantiana. pues ésta permitirla conservar la signi- W. Pehle, Da Autor, der nicht schreibt. Versllche
ficación de la subjetividad, "sí corno redefinir las über den Büchermacher und das Buch, Francfort,
tareas de la Filosofía contemporánea.•Kant. peno Fischer, 1989, pp. 3·6.
seur de la Modcrnité», Magalinc Litteraire, 309 6. A. Wellmer, Ethik und Dialog, Francfort,
(1993), pp, 18-22. Suhrkamp, 1986; S. Benhabib, Critique, Norm
2. 1. Murdoch comentaba las objeciones plató- and Utopia, Nueva York, Columbia Unlversíty
nicas a la función mimética del arte. Arte que Press, 1986; «Die Modeme und die Aporíen del'
aparece, de un lado, como una forma especial de kritischen 'Ihcoríe», en W. Bonss y A. Honneth,
dlscernimíento con respecto a la realidad. Por Soziolforschung als Kritik, Francfort, Suhrkarnp,
tanto, la aenvldad artística sirve para comunicar, 1982, pp. 127·175.
para revelar algo: mas de otro lado. representa 7. En el texto de Habermas, correspondiente al
asimismo un falso conocimiento, por haberle año 1965, .Erkenntnis und Interesse a , luego re-
atribuido Platón la capacidad de minar el sentido cogido en Technik und Wissellschaft als «Ideolo-
de lo real. Tal ambigüedad no parece, sin embar- gie», Francfort, Suhrkarnp, 1968, pp. 146·168.
go, suficiente como para negarle su dimensión 8. H. Dublel, «Herrschafr oder Bmanzípatíont,
reflexiva y sus efectos educativos. En concreto, L der Streít um die Erhschaft der Kritischen Theorie»,
Murdoch se muestra favorable a la presencia del en A. Honneth y Th. McCartby, ZlVischellbetrachtun·
arte en la Filosofía, aludiendo incluso a la necesi- gen, Francfort, Suhrkarnp, 1989, pp. 504-518.
dad que la disciplina tiene de metáforas. El fuego 9. R. Rorty, Consequences of Pragmatisrn, Min-
y el sol. México. FCE, 1982, pp. 63-86 Y 157·160. neapolls, Un iversi t y oí Minnesota Presa, 1982, pp.
3. 1. Kant, -Vom obersten Prinzip del' Morali- 139-159; A. Dante: «Phílosophy as/and/of Lite-
talo! en Gesammelte Schriiten: Akademíe Ausgabe, rature», en J. Rajchrnan y C. Wcst, Post-Analy-
Berlín, De Gruyter, 1979, vol. XXVII, pp. 1.422- tic Philosophy, Nueva York, Columbia' Uníversíty
1.433. Press, 1985, pp. 63-83.
4. J. Habermas. Vergangmheit als zukunjf. Mu. 10. A. Palmero «Philosophy and Líterature», Phi.
ních, Piper, 1993. pp. 130·158; «Wahrheitslheo- losophy, 252 (1990); K. Walton, «Fearíng Píctíons»,
111e Joumal vI' Philosophy (1978), pp. 5-27. Sobre 12. Así lo plantean S. Darwall, A. Gíbbard y P.
esta perspectiva se puede consultar el comentario de Raílton, «Toward "Fin de siécle" Ethics: Some
G. Currie: "Works of Fiction and Illocutíonary Acts», Trends-, 111e Philosophical Review, 101 (1992).
Philosophy muf Literature, 2 (1986), pp. 304-307; M. 13. Como lo denomina J. Nancy, en J.F. Courtl-
Nussbaum, ú:JVe's Kllowledge, Nueva York, Oxíord ne y M. Deguy, DI'; sublime, Berlín, 1988, pp. 7-9.
University Press, 1990, pp. 5-8. 14. R. Barthes, Critique et véris«, París, Seuil,
11. M. Weber. eExcurso. Teoría de los estadios 1966, pp, 37-40; Essais critiques, París, Seuíl, 1964,
y direcciones del rechazo religioso del mundo», pp, 13·14, 139-142,221-237.
en Ensayos sobre Sociologia de la Religión, Ma- 15. En los términos de M. Walser, «Alpen-Lao-
drid, Tauros, 1983, vol. 1, pp, 437-466. Sobre la koon oder Über die Grenze zwischen Literatur
diferenciación de esferas, J.M. Ferry, «Fait, Sens, und Gebírge», en Wer ist ein Schrifsteller), Franc-
Validité dans l'archítectoníque des sciences con- fort, Suhrkamp, 1979. p. 60.
temporaínes», Revue de Metaphisique et Mora/e, 16. M. Foucault, Histoire de la sexualité. L'usa-
93 (1988), pp, 105-125. ge des plaisirs, París, Gallimard, 1984, pp. 15-19.
GERARD VILAR
Universidad Autónoma de Barcelona