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Encabezado y Pie de Pagina
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EL TRASTORNO FRONTERIZO
Les aterra estar solas, pero al mismo tiempo destruyen las relaciones de las cuales no pueden
prescindir.
Y convivir con alguien que lo padece es estar atrapado en el mismo infierno que él.
• Impulsividad en, por lo menos, dos áreas que son potencialmente autodestructivas;
por ejemplo: sexo, gasto excesivo de dinero, uso de sustancias tóxicas, robo de tiendas,
conducir alocadamente o comer en exceso. (No incluir el comportamiento suicida o
automutilador).
• Una ira inapropiada e intensa o por falta de control; por ejemplo: manifestaciones
frecuentes de mal genio o ira constante, y la costumbre de iniciar peleas físicas.
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Las personas con Border Line o fronterizos
• Esfuerzos frenéticos para evitar el abandono real o imaginario. (No incluir la conducta
suicida o automutiladora).
La vida es una pesadilla para los que padecen este angustioso trastorno: para ellos, nunca nada
permanece igual.
Se enamoran desesperadamente, pero en seguida el ser amado los desilusiona y ya les resulta
odioso.
Cuando se sienten felices, creen que ya nada ni nadie podrá entristecerlos; después, todo se
convierte en cenizas para nunca más reavivarse. Viven para el amor, y sin embargo actúan con
arrogancia, con terquedad, y se indignan por el más leve motivo.
Buscan una identidad –que puede ser la de estudiante, miembro de un culto religioso,
asistente social- pero al poco tiempo ya no les satisface; no se entienden, no saben en qué
creer, entonces piensan que deben transformarse en otra persona.
¿Quién soy?
¿Qué pienso?
Sus sentimientos, sus humores cambiantes y sus experiencias con otros son trágicos por lo
incoherentes.
Los que sufren el trastorno fronterizo llevan una existencia donde siempre es todo o nada,
blanco o negro.
Así como los demás pueden tolerar los sentimientos variados –amo a mi pareja pero
reconozco que tiene muchos defectos, desde luego- los fronterizos consideran al mundo
poblado por dos tipos de personas: los buenos y cariñosos por un lado, y por el otro los
malvados.
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Las personas con Border Line o fronterizos
Necesitan el amor de los primeros, pero sólo se encuentran con los últimos.
Como se sienten vacíos por dentro, no se atreven a estar solos consigo mismos.
Tienen que tener el amor, la protección y la compañía de una persona que les brinde toda su
bondad.
Encuentran a alguien, y en el acto les parece que jamás han conocido a nadie tan cariñoso y
comprensivo.
Pero pronto el ser amado, quizá porque comete una mínima indiscreción, se vuelve objeto de
odio o desprecio.
El mundo se viene abajo una vez más, e inevitablemente el ser amado cae en desgracia.
Puede ocurrir que antes de esto, el individuo con personalidad fronteriza empiece a temer o a
predecir que va a ser rechazado, por lo cual se aferra al otro cada vez con más desesperación.
Puesto que constantemente saltan del blanco al negro, del todo a la nada, llevan una vida que
no les satisface.
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Su incapacidad para reconocer la solidez y perseverancia de las cosas o las personas, incluidos
ellos mismos, les impide ser constantes, aprender de la experiencia y salir airosos frente a los
desafíos.
En cambio, para buscar el escape se entregan al sexo en forma impulsiva, a las drogas, salen a
hacer compras y, de vez en cuando, directamente a robar a las tiendas.
De los trece trastornos de la personalidad, hoy en día el fronterizo es quizá el que más interés
clínico y de investigación despierta entre los profesionales de la salud mental.
Cuanto más conocemos sobre él, más frecuentemente lo encontramos, sobre todo en las
personas que son internadas por problemas psiquiátricos.
Este término comenzó a emplearse hace más de cincuenta años para identificar al grupo de
pacientes que no entraban en las categorías de neurosis y psicosis, corrientes en aquella
época.
Los enormes problemas de esos pacientes parecían corresponder más a una categoría
intermedia entre funcional y antifuncional.
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Aunque los autores del DSM-III conservaron el término fronterizo (BORDERLINE), su intención
no fue que se refiriera a los trastornos que lindaban con la psicosis.
Sin embargo, actualmente a los investigadores les intriga su relación no tanto con la
esquizofrenia como con los trastornos afectivos.
LA INCIDENCIA, LA PREDISPOSICIÓN
Y LOS RIESGOS
El trastorno fronterizo es mucho más habitual entre las mujeres que entre los hombres, a
razón de tres a uno. Los motivos de esta proporción aún no terminan de explicarse.
Cabe mencionar que padecer las formas clínicas de la depresión es mucho más común en las
mujeres que en los hombres, por causas poco claras.
Las investigaciones que se están practicando comienzan a revelar indicios de que la depresión
(especialmente las formas bipolares o maníacodepresivas) quizá sea una enfermedad
hereditaria.
Puede ser que igualmente se den similares tendencias hacia el trastorno fronterizo.
En la historia familiar de esas personas a menudo aparece una vinculación con la depresión
maníaca y con el alcoholismo.
Los indicios sugieren que pueden tener un nivel bajo de serotonina, el importante elemento
químico del cerebro que ayuda a regular el sistema nervioso central y muchas de sus funciones
emocionales.
En todo caso, tal predisposición tornará al individuo sumamente vulnerable a las experiencias
más arduas de la vida, las cuales serán para él difíciles de superar.
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Y hay bastantes pruebas como para suponer que esos hombres y mujeres hayan tenido que
pasar por terribles circunstancias en los primeros años de su vida.
Conviene consultar los consejos que se dan para las personas vivaces, pues también pueden
aplicarse a quienes sufren un trastorno fronterizo leve.
Recuerde que los fronterizos se comportan como lo hacen porque viven una enorme angustia;
trate de no acostumbrarse a reaccionar de igual modo ante las reacciones excesivas que esa
persona con usted.
Esto le ayudará a dominar sus sentimientos, pero lo más importante es que le permitirá
conocer sus propios límites.
Dígale a esa persona que la quiere, pero que NO PUEDE ser todo lo que ella pretende que
usted sea y no puede hacerse responsable de todo lo que ella se hace a sí misma.