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1. EXPLICACIÓN GENERAL
Este grupo de delitos está contemplado en el Párrafo 3º del Título VIII del Libro II del
Código Penal, que se ocupa de las lesiones corporales. La primera discusión que se plantea es
si ellos tutelan uno o varios bienes jurídicos. Según algunos, los intereses protegidos serían
tanto la integridad física como la salud, mientras que para otros sólo sería la salud, en cuyo
concepto se incluiría la integridad corporal.
Los primeros entienden por integridad corporal la cantidad, estructura y disposición de
las partes del cuerpo (aspecto anatómico); y por salud, el funcionamiento normal de los
órganos del cuerpo humano, incluida la salud mental, entendida como equilibrio de las
funciones psíquicas (aspecto fisiológico).
Los segundos consideran que la distinción anterior carece de fundamento, pues la
integridad corporal no es sino una dimensión o aspecto del concepto complejo de salud,
dimensión relegada a una posición subordinada o instrumental, que no constituiría un objeto
de protección autónomo. Estos autores profesan un concepto amplio de salud, entendida como
un estado en que el organismo ejerce normalmente sus funciones. Concluyen que lo
sancionado es la ruptura de la armonía o normalidad del organismo mediante deterioros más o
menos graves de alguna de sus dimensiones1.
En todo caso, en doctrina comparada se ha impuesto una configuración todavía más
amplia del bien jurídico protegido, en torno al concepto de incolumidad personal. Se trata de
una mayor abstracción del objeto jurídico de tutela para abarcar tanto los supuestos de
lesiones como los de agresiones físicas sin resultados lesivos2.
Los delitos contra la salud no se agotan en este Título, ya que fuera de él son
numerosas las figuras que directa o indirectamente tienden a la protección de ese mismo
interés. Por ejemplo, los delitos del Párrafo 14 del Título VI del Libro II relativos a la salud
pública (que constituyen figuras de peligro). También es posible encontrar atentados contra la
salud individual en tipos pluriofensivos —como el robo con lesiones—, o bien como formas
de calificación de un tipo simple —como ocurre en el secuestro—, las que se resuelven de
acuerdo con las reglas del concurso aparente de leyes penales.
Sujeto pasivo y objeto material de estos delitos es otra persona, como aparece de la
simple lectura de los artículos 395 y siguientes. Es decir, debe tratarse de una persona que no
sea el delincuente; lo cual conlleva la impunidad de las autolesiones, que, sin embargo,
pueden ser castigadas cuando constituyen un medio para afectar otros bienes jurídicos. Tal es
1
La OMS define salud como el “estado de bienestar físico, mental y social del sujeto, que posee un
ámbito más amplio que la mera ausencia de enfermedad”. En países como España, por ejemplo, en lo
esencial se comparte el mismo concepto, poniendo énfasis en que el estado de salud no se identifica
exclusivamente con las funciones de órganos o aparatos, sino también con aquel en el que el sujeto
desarrolla su vida y que se ve alterado por la agresión, lo que significa una clara referencia a una dimensión
social del concepto de salud.
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Así, en España el art. 617 Nº 2 del CP sanciona como falta el maltrato de obra sin causar lesión.
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Apuntes Derecho Penal 3 PUCV 2014. Profs. Luis Rodríguez / Guillermo Oliver / Laura Mayer / Jaime Vera
el caso del artículo 295 del Código de Justicia Militar, que castiga al que “con el objeto de
sustraerse de sus obligaciones militares, se mutilare o se procurare una enfermedad que le
inhabilite para el servicio, aunque sea temporalmente”.
Por otra parte, como el aborto no está dentro del Título de los delitos contra las
personas, todos entienden que los atentados contra la salud del ser en gestación quedan
impunes, salvo en cuanto constituyan aborto frustrado (en cuyo caso se requiere dolo de matar
al feto).
2. CLASIFICACIÓN
3. MUTILACIONES
3.1 Castración
La castración consiste en la ablación o extirpación de los órganos generativos,
conducta castigada en el artículo 395 con la misma pena que el homicidio simple, esto es,
presidio mayor en sus grados mínimo a medio.
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Históricamente, el sentido que se ha dado al término castración alude al corte de los
órganos genitales masculinos. Este fundamento ha llevado a algunos a afirmar que el sujeto
pasivo de este tipo se refiere exclusivamente al varón. Sin embargo, una interpretación
teleológica e, incluso, literal, no autoriza la exclusión de la mujer como sujeto pasivo, porque
frente a un tipo que no efectúa ninguna distinción en relación con la víctima, sólo cabe
entender que esta condición puede ser asumida por cualquiera que sufra el resultado que la
figura prevé (la supresión de las funciones genésicas), lo que puede darse tanto en un hombre
como en una mujer. Cualquier otra interpretación sería discriminatoria y, por lo tanto,
inconstitucional. La castración, entonces, es sinónimo de mutilación de los órganos genitales
de una persona cualquiera3.
Lo que en definitiva caracteriza este delito, como a todos los que atentan contra la
salud, es el menoscabo de la armonía del organismo, concretamente mediante la supresión de
alguna de sus funciones, que en este caso son la de procreación o la ejecución del acto sexual.
Por tanto, el delito sólo se perfecciona cuando se priva a la víctima de la posibilidad de
generar o la de realizar el coito normal.
Como se trata de una clase de mutilación, esta figura no comprende los supuestos de
esterilización en que no tiene lugar la extirpación de miembros.
Otro aspecto relevante de este tipo dice relación con el empleo del adverbio
maliciosamente, que en su momento la Comisión Redactora empleó para sustituir la locución
de propósito que contenía el proyecto original. Al proceder de esta manera, los comisionados
tuvieron como fin el empleo de expresiones “ya aceptadas en disposiciones análogas”. En
consecuencia, tal como ocurre en otros preceptos que emplean la misma fórmula, su efecto no
es otro que el de limitar la subjetividad del delito al dolo directo, de forma que no sólo las
acciones culposas sino también las cometidas con dolo eventual son impunes a título de
castración, sin perjuicio de su castigo a título de lesiones.
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artículo 397 Nº 1 quedarían comprendidas las mutilaciones sin dolo directo (“no maliciosas”).
Sin embargo, como el artículo 397 Nº 1 decreta una mayor pena que la del inciso 1º del
artículo 396, esta interpretación es criticada porque conduce a una doble paradoja: de un lado,
la amputación parcial tendría más pena que la total y, de otro, la mutilación con dolo directo
tendría un tratamiento más benigno que si se realiza con dolo eventual.
Para salvar esta dificultad, otros sostienen que el concepto de “miembro importante”,
no está tomado en el mismo sentido en ambas disposiciones (arts. 396 y 397), siendo más
amplio en el caso de las mutilaciones (art. 396). En esta figura, las exigencias objetivas para
considerar al miembro como importante son menores, pues basta con que “la víctima quede
imposibilitada de alguna función natural que antes ejecutaba”; mientras que el miembro sólo
sería importante para los efectos del artículo 397 Nº 1 cuando el resultado de la lesión sea
igualable en importancia a los otros que se mencionan en esa disposición: demencia,
impotencia, inutilidad para el trabajo, notable deformidad. Esta mayor exigencia se justifica,
sobre todo, considerando que este delito tiene una pena cercana a la del homicidio. Desde el
punto de vista subjetivo, en cambio, las exigencias son mayores en las mutilaciones —se
requiere actuar con dolo directo— que en las lesiones.
Esto significa que se aplicará el régimen del artículo 397 Nº 1, siempre que el
impedimento del miembro produzca un resultado equiparable a los allí señalados, tanto si la
lesión es ejecutada con dolo directo como con dolo eventual.
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4. LESIONES PROPIAMENTE TALES
El legislador limita las formas de comisión de este grupo de delitos a las conductas que
expresamente establece: herir, golpear y maltratar de obra. Herir significa romper la piel, la
carne o los huesos con un instrumento cortante, punzante o contundente. Golpear quiere decir
encontrarse dos cuerpos en el espacio en forma repentina y violenta. Maltratar de obra
significa cualquier acción material que produzca daño en el cuerpo o la salud, o sufrimiento
físico a otra persona.
De acuerdo con el artículo 398, las lesiones graves pueden cometerse, además,
administrando a sabiendas substancias o bebidas nocivas o abusando de la credulidad o
flaqueza de espíritu de la víctima. En general, la doctrina sostiene que, salvo este caso, el resto
de las lesiones sólo pueden cometerse mediante las conductas antes señaladas.
Esta restricción en los modos de comisión ha hecho discutible la admisibilidad de las
formas de comisión por omisión en las lesiones. En la discusión sobre esta materia, resulta
necesario distinguir según la clase de lesiones de que se trate.
El tipo de lesiones graves, según la doctrina mayoritaria, no permite la consideración
de la forma omisiva de comisión, por los términos —materiales y activos— en que se
encuentra descrito en el artículo 397. Con todo, la omisión sí podría tener cabida como abuso
de la credulidad o flaqueza de espíritu de la víctima. Como, además, la teoría de la comisión
por omisión exige la posibilidad real de impedir el resultado, el abuso de la credulidad o
flaqueza de espíritu será siempre doloso en su forma omisiva, pues tal conducta no parece
compatible con la culpa.
Respecto de las lesiones menos graves, por el contrario, se suele aceptar la comisión
omisiva, teniendo como base los términos que emplea el artículo 399. Al decir “las lesiones
no comprendidas en los artículos precedentes”, esta norma estaría aludiendo no sólo a un
resultado de menor entidad a los señalados en el artículo 397, sino también a medios diversos
de los previstos en la citada disposición. Se agrega que no existe un fundamento para extender
por analogía la restricción de los medios que contempla el tipo de lesiones graves a las
lesiones menos graves. Sin embargo, otros entienden que el tipo sólo se restringe a lesiones de
menor entidad, pero cometidas a través de las mismas conductas descritas en el artículo 397.
Finalmente, hay quienes consideran que la experiencia demuestra que con la omisión
también es posible herir a una persona, y aun, provocarle la muerte. En atención al sentido del
tipo penal y al bien jurídico protegido debería, por tanto, admitirse la comisión por omisión en
todos los supuestos de lesiones.
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lesiones graves, es decir, la conducta sólo podría consistir en herir, golpear o maltratar de
obra. La segunda posición, en cambio, sostiene que los términos del artículo 399 permiten
incluir tanto conductas, como resultados distintos de los que establece el artículo 397, porque
el término lesión alude tanto a una conducta como a un resultado.
Se requiere, además, que la calidad de las personas y las circunstancias del hecho
permitan estimar que las lesiones son menos graves. Pero si estos criterios llevan a afirmar, en
concepto del Tribunal, que el injusto es menor, las lesiones deberán ser consideradas leves
(art. 494 Nº 5).
El art. 401 contempla una agravante especial aplicable sólo a las lesiones menos
graves, que extiende el rango de la pena de presidio y relegación y excluye la pena pecuniaria,
cuando las lesiones fueren inferidas a guardadores, sacerdotes, maestros o personas
constituidas en dignidad o autoridad pública.
Desde un punto de vista procesal, destaca el hecho que la acción para proceder
penalmente por un delito de lesiones menos graves —al igual que en las lesiones leves—, es de
carácter público previa instancia particular (art. 54 CPP). Además, este es uno de los delitos
en los que es posible poner fin al proceso a través de un acuerdo reparatorio (art. 241 CPP).
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a) Demencia: aunque la expresión empleada por el Código no es exacta desde el punto de
vista médico-psiquiátrico, el uso común le asigna un alcance amplio que incluye tanto el
déficit como el desorden mental. Se discute si la simple perturbación mental transitoria es
suficiente para satisfacer las exigencias del tipo (siempre que supere los treinta días, que es el
resultado mencionado en el tipo de lesiones simplemente graves). Lo importante, sin embargo,
no es la duración efectiva o el pronóstico que exista acerca del tiempo que pueda prolongarse,
sino la intensidad del cuadro de perturbación mental, que ha de ser de una envergadura similar
a la de los otros resultados que el tipo menciona.
b) Inutilidad para el trabajo: este resultado suscita controversia en cuanto a si el trabajo para
el cual la víctima queda inútil puede ser cualquiera o sólo aquel que hasta entonces
desempeñaba. Parece claro que no se hace referencia a cualquier clase de trabajos, pues ese
resultado sólo se produciría en los supuestos de inamovilidad absoluta. Algunos autores
consideran que la fórmula legal debe entenderse referida a cualquier actividad razonablemente
posible para la víctima. Sin embargo, se critica la afirmación anexa a esta postura de que
mientras más especializada es la actividad de la víctima, menos podría dedicarse a una
diversa. Por ello debe ponerse énfasis en la idea de lo razonablemente posible. Esto significa
que la inutilidad para el trabajo debe derivar en una incapacidad para desempeñarse en todas
aquellas labores comprendidas en la esfera de lo que razonablemente pueda estimarse como
actividades afines.
c) Impotencia: puesto que la ley no distingue, esta expresión incluye tanto la impotencia
generandi, es decir, la incapacidad para procrear, como la impotencia coeundi, esto es, la
incapacidad para relacionarse sexualmente con otras personas. Ambas situaciones son
especies dentro de lo que genéricamente se denomina impotencia en términos jurídicos. Y, por
otra parte, ambas revisten una gravedad perfectamente equiparable a la de los otros resultados
que menciona el tipo.
d) Impedimento de un miembro importante: el concepto de miembro importante ya fue
objeto de análisis al tratar de las mutilaciones. Al respecto hay consenso en estimar como
miembro toda parte del cuerpo dotada de funciones propias. También acá puede considerarse
que no se exige un impedimento irreversible. Aunque el tipo no incluye expresamente la
pérdida de un sentido, cabe entender que este último resultado sí queda comprendido en la
figura, porque si es la función lo que determina que una parte del cuerpo sea considerada
miembro, la incapacidad para cumplir la función de que se trate sí puede considerarse como
un verdadero impedimento4.
e) Notable deformidad: es el más indeterminado de los resultados descritos en el artículo 397.
Suele decirse que la connotación estética que el legislador dio a este concepto, dificulta
sobremanera la determinación de su alcance objetivo. Sin embargo, puede considerarse, como
parámetro, que ha de tratarse de una alteración de la normal disposición de las partes externas
del cuerpo y que la ley exige una “notable” deformidad, lo cual equivale a decir que la
desfiguración de la víctima ha de ser muy importante, aunque no necesariamente irreversible,
tal como sucede con los otros resultados, y apreciable, ya por cualquier persona, ya por
aquellas personas que componen el círculo más reducido de quienes se relacionan de modo
más íntimo con la víctima.
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Expresamente, el Código Penal español equipara los resultados de “pérdida o inutilidad de miembro
principal” con “pérdida o inutilidad de sentido”, estableciendo la misma penalidad en ambos casos (art. 149).
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En derecho comparado se ha discutido si las condiciones personales de la víctima,
como la edad, profesión, etc., deben influir en la calificación de deformidad. Así, por ejemplo,
si una cicatriz en la cara puede considerarse mayor deformidad en una persona joven que en
una anciana. La conclusión mayoritaria es que la incidencia del aspecto externo en la salud y
calidad de vida de las personas se produce en todo caso y con independencia de la edad o
profesión de la víctima, por lo que no deben establecerse diferencias que podrían ser
discriminatorias.
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4.3 Aspectos comunes a los anteriores tipos de lesiones
a) Aspectos subjetivos
Uno de los problemas más complejos en relación con los tipos de lesiones es aquel
relativo a la discrepancia entre la voluntad del agente y el resultado efectivamente producido.
Los tipos penales de lesiones se encuentran descritos en función de ciertos resultados mal
llamados calificantes, pero eso no significa que baste la existencia de un ánimo general de
lesionar para hacer responsable al autor por cualquiera de los resultados concretos acaecidos.
Siempre es necesario que el resultado quede cubierto por el dolo, sea directo o eventual.
Es frecuente que la intención del sujeto sólo alcance a la producción, por ejemplo, de
lesiones menos graves, y producirse un resultado propio de lesiones graves-gravísimas. Al
respecto, conviene considerar dos situaciones de discrepancia entre lo subjetivamente querido
y lo objetivamente realizado. Así, por ejemplo, puede concurrir:
Intención de sólo castigar físicamente (supone, al menos, dolo eventual de lesiones menos
graves) y resultado (culposo) de lesiones gravísimas: hay delito preterintencional de
lesiones gravísimas.
Intención de castigar “sin medir las consecuencias” (implica dolo directo de lesiones
simplemente graves y siquiera eventual de lesiones gravísimas) y resultado de lesiones
gravísimas: hay delito doloso de lesiones gravísimas.
Las hipótesis de ausencia de dolo incluso eventual respecto del resultado de lesiones
gravísimas, aunque difíciles de concebir en la práctica, se resuelven de acuerdo a los
principios del delito preterintencional, siempre que hubiere culpa en el exceso del resultado.
Lo mismo ocurre cuando el resultado sea de lesiones simplemente graves y el dolo aún más
tenue.
El problema que venimos analizando se produce, como podemos observar, entre las
lesiones menos graves, simplemente graves y graves-gravísimas. En el conflicto no juegan las
lesiones leves, porque el tipo de lesiones menos graves es residual de los más graves y porque
de acuerdo con el artículo 494 Nº 5, se entienden por lesiones leves aquellas que en concepto
del tribunal no se hallaren comprendidas en el artículo 399, lo que permite eludir el problema
que suscita la descripción legal.
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En los delitos de mutilaciones, la referencia a la mutilación es unívoca en el sentido de
la acción y del resultado, por lo que no cabe discusión; pero la alusión a las lesiones puede
suscitar algunas dudas. De hecho, la propia ley emplea ese término para aludir tanto a la
acción de lesionar (en el art. 397) como al resultado o efecto de la conducta (art. 398).
En este marco, algunos sostienen que la amplitud de los términos del artículo 399
permite incluir no sólo resultados distintos a los mencionados en los artículos anteriores, sino
también otras acciones, como las vías de hecho o violencias físicas en sí mismas, aunque no
tengan un efecto perdurable en la víctima.
Otros, en cambio, consideran que en nuestro sistema jurídico penal las simples vías de
hecho no pueden quedar comprendidas en el concepto de lesiones, porque ello significaría
forzar excesivamente los verbos empleados para definir la conducta de lesionar. Admiten, por
tanto, que pese a existir un daño en la salud en sentido amplio, estaríamos en cierto sentido en
presencia de una excepción a la tutela de este bien jurídico. Ello no obsta a que,
eventualmente, el legislador haya recogido expresamente algunos de esos supuestos en la
configuración de otros ilícitos. Así, por ejemplo, las vías de hecho han sido calificadas como
injuriosas en los artículos 140 y 416 CP, y además existe sanción específica para el maltrato
de obra constitutivo de torturas (arts. 150 A y B), de violencia intrafamiliar (art. 5º Ley Nº
20.066) o realizado sobre miembros de las Fuerzas Armadas o Carabineros (arts. 281 y 416
CJM).
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agravante calificada. Suele citarse como ejemplo el caso de la mujer que, cansada de los
malos tratos de su cónyuge, reacciona lesionándolo. En este caso, la mujer podría ser
beneficiada por la atenuante del artículo 11 Nº 5, pero siempre dentro del marco penal
agravado que le impone el artículo 400.
bb) Cometer el delito por premio o promesa remuneratoria, por medio de veneno, o con
ensañamiento. Al limitarse la agravante calificada a alguna de sus homólogas del homicidio,
las restantes, esto es, la premeditación y la alevosía, quedan excluidas y de concurrir en el
delito de lesiones se regirán por las reglas generales del artículo 12 Nº 1 y 5, cuyos efectos
regulan los artículos 62 y siguientes.
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En otras
legislaciones el criterio diferenciador entre un delito y una falta de lesiones se basa en la gravedad, por
ejemplo, en la necesidad de una primera asistencia facultativa y un tratamiento médico o quirúrgico (arts.
147 y 617.1 del Código Penal español).
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a) La calidad de las personas: La doctrina critica esta mención motejándola de
patriarcal y clasista, por lo cual estiman que no obliga al intérprete contemporáneo, apelando
probablemente a una interpretación teleológica.
Algunos autores han intentado relacionar esta mención con un cierto vínculo de
parentesco entre el hechor y la víctima, “siempre que no sea de los señalados en el artículo
390, pues en tal caso, de acuerdo con el artículo 400, las lesiones serán siempre menos graves
y con agravante” (Etcheberry). Sin embargo, desde la Ley Nº 20.066 resulta casi imposible
que la lesión a un pariente sea calificada de leve, pues en el propio artículo 494 Nº 5 se añadió
que en ningún caso el tribunal podrá calificar como leves las lesiones cometidas contra las
personas mencionadas en el artículo 5º de la Ley sobre Violencia intrafamiliar 6. Por otra parte,
hay quienes consideran que la frase en estudio debe entenderse referida a las particulares
condiciones de salud y fortaleza física de la víctima, lo cual, por cierto, no es lo mismo que
las “circunstancias del hecho” que la disposición exige considerar en forma copulativa. Lo
esencial es que ellas, en conjunto, permitan fundamentar un injusto menor.
b) Las circunstancias del hecho: Se trata de circunstancias que justifiquen el tratamiento
privilegiado que significa la aplicación del tipo de lesiones leves. No es fácil encontrar esta
clase de circunstancias, pero tratando de determinarlas por exclusión, es claro que algunas
situaciones son incompatibles con el privilegio, como el premio o promesa remuneratoria o el
ensañamiento.
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contacto sexual equivalga al término administrar. Según el Diccionario de la Lengua de la
Real Academia Española, dicha voz significa, en sus acepciones pertinentes, “suministrar,
proporcionar o distribuir algo” (quinta acepción) y “aplicar, dar o hacer tomar un
medicamento” (séptima acepción), ideas que parecen corresponder a su sentido natural, según
el uso general de las palabras. La actividad sexual, en cambio, posee una significación
distinta.
En una tercera opinión, hay quienes señalan que estos casos podrían ser captados por
la otra modalidad comisiva del artículo 398, esto es, abusar de la credulidad o flaqueza de
espíritu. Ello será así, claro está, siempre que la víctima de las lesiones posea alguna de estas
características. Precisamente por esto último, muchas de las hipótesis de contagio venéreo que
se puedan verificar en la práctica no podrán estimarse comprendidas en esta disposición.
Finalmente, hay quienes afirman que la figura residual de las lesiones menos graves
(art. 399) permite el castigo de estos casos. Su carácter subsidiario comprendería cualquier
lesión que no resulte captada por los tipos de mutilaciones ni de lesiones graves, con
independencia de cuál sea la forma en que se causen, aunque se trate de un contagio venéreo.
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EJERCICIOS
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