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Universidad Nacional del Nordeste

Trabajo Práctico Nº 2: “La consagración de la Primavera”


Carrera: Licenciatura en Artes Combinadas
Asignatura: Lenguaje corporal I: Danza
Año: 2018
Bibliografía: Mircea Eliade, El mito del eterno retorno.
Fecha de entrega: 08/06/2018
Alumna:
 Arismendi, Rosario
Actividades:
1) Describa la estructura ontológica arcaica y los elementos que la componen.
2) Explique la significación de los arquetipos y el simbolismo del centro.
3) Desarrolle el concepto de repetición de la cosmogónica.
4) Explique los modelos divinos de los rituales.
5) Desarrolle:
a) Los arquetipos de las actividades profanas.
b) Los conceptos de imitación y repetición.
6) Explique la regeneración cíclica y continua del tiempo.
Desarrollo:
1) El “primitivo”, el hombre arcaico, no conoce ningún acto que no haya sido
planteado y vivido anteriormente por otro, otro que no era un hombre. Lo
que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestas
inauguradas por otros. Esa repetición consciente de hazañas
paradigmáticas determinadas denuncia una ontología original. El producto
bruto de la Naturaleza, el objeto hecho por la industria del hombre, no
hallan su realidad, su identidad, sino en la medida en que participan en una
realidad trascendente. El acto no obtiene sentido, realidad, sino en la
medida en que renueva una acción primordial.
La estructura de la ontología arcaica se basa en:
1°, los elementos cuya realidad es función de la repetición, de la imitación de un
arquetipo celeste;
2°, los elementos: ciudades, templos, casas, cuya realidad es tributaria del
simbolismo del Centro supraterrestre que los asimila a sí mismo y los transforma
en “centros del mundo”;
3° los rituales y los actos profanos significativos, que sólo poseen el sentido que
se les da porque repiten deliberadamente tales hechos planteados ab origine por
dioses, héroes o antepasados.
2) Arquetipos celestes:
En la cosmología irania de tradición zervanita, “cada fenómeno terrestre, ya
abstracto, ya concreto, corresponde a un término celestial, trascendental, invisible,
una ‘idea’ en el sentido platónico. Cada cosa, cada noción, se presenta en un
doble aspecto: el de menok y el de getik. Hay un cielo visible. Nuestra tierra
corresponde a una tierra celestial. Cada virtud practicada aquí abajo, en el getah,
posee una contrapartida.
Todo territorio que se ocupa con el fin de habilitarlo o de utilizarlo como “espacio
vital” es previamente transformado de “caos” en “cosmos”; es decir, que, por
efecto del ritual, se le confiere una “forma” que lo convierte en real.

El simbolismo arquitectónico del Centro puede formularse así:


a) la Montaña Sagrada —donde se reúnen el Cielo y la Tierra— se halla en el
centro del Mundo;
b) todo templo o palacio —y, por extensión, toda ciudad sagrada o residencia real
— es una “montaña sagrada”, debido a lo cual se transforma en Centro;
c) siendo un Axis mundi, la ciudad o el templo sagrado es considerado como punto
de encuentro del Cielo con la Tierra y el Infierno.
El “Centro” es, pues, la zona de lo sagrado por excelencia, la de la realidad
absoluta. El camino que lleva al centro es un “camino difícil” (durohana), y esto se
verifica en todos los niveles de lo real: circunvoluciones dificultosas de un templo
(como el de Barabudur); peregrinación a los lugares santos (La Meca, Hardward,
Jerusalén, etcétera); peregrinaciones cargadas de peligros de las expediciones
heroicas del Vellocino de Oro, de las Manzanas de Oro, de la Hierba de Vida,
etcétera; extravíos en el laberinto; dificultades del que busca el camino hacia el yo,
hacia el “centro” de su ser, etcétera. El camino es arduo, está sembrado de
peligros, porque, de hecho, es un rito del paso de lo profano a lo sagrado; de lo
efímero y lo ilusorio a la realidad y la eternidad; de la muerte a la vida; del hombre
a la divinidad. El acceso al “centro” equivale a una consagración, a una iniciación;
a una existencia ayer profana e ilusoria, sucede ahora una nueva existencia real,
duradera y eficaz.
3) Repetición de la cosmogónica: Para asegurar la realidad y la duración de
una construcción se repite el acto divino de la construcción ejemplar: la
Creación de los mundos y del hombre. Previamente se obtiene la “realidad”
del lugar mediante la consagración del terreno, es decir, por su
transformación en un “centro”; luego, la validez del acto de construcción se
confirma mediante la repetición del sacrificio divino.

4) Modelos divinos de los rituales : Toda unión humana encuentra su modelo y


su justificación en la hierogamia, la unión cósmica de los elementos. Por
ejemplo tanto la orgía como el casamiento constituían rituales que imitaban
actos divinos o ciertos episodios del drama sagrado del Cosmos; lo que
importa es dicha legitimación de los actos humanos por un modelo
extrahumano.
5)
a- Arquetipos de actividades profanas: Todos los actos importantes de la vida
corriente han sido revelados ab origine por dioses o héroes. Los hombres no
hacen sino repetir infinitamente esos gestos ejemplares y paradigmáticos. No
es más que la repetición de una costumbre introducida por los antepasados en
la época mítica.
Ejemplos:

 La ceremonia hindú de la consagración de un rey, el rajasuya, “no es más


que la reproducción terrestre de la antigua consagración que Varuna, el
primer Soberano, hizo en su provecho: los Brahmana lo repiten hasta la
saciedad. A lo largo de las explicaciones rituales vuelve, fastidiosa pero
instructiva, la afirmación de que, si el rey cumple tal o cual acción, es
porque en el alba de los tiempos, el día de su consagración, Varuna la llevó
a cabo.
 Los ritmos coreográficos tienen su modelo fuera de la vida profana del
hombre; ya reproduzcan los movimientos del animal totémico o
emblemático, o los de los astros, ya constituyan rituales por sí mismos
(pasos laberínticos, saltos, ademanes efectuados por medio de los
instrumentos ceremoniales, etcétera), una danza imita siempre un acto
arquetípico o conmemora un momento mítico. En una palabra, es una
repetición, y por consiguiente una reactualización de “aquel tiempo”.

b- IMITACION Y REPETICION:
La realidad se adquiere exclusivamente por repetición o participación: todo lo que
no tiene un modelo ejemplar está “desprovisto de sentido”, es decir, carece de
realidad. Un sacrificio, por ejemplo, no sólo reproduce exactamente el sacrificio
inicial revelado por un dios ab origine, al principio, sino que sucede en ese mismo
momento mítico primordial; en otras palabras: todo sacrificio repite el sacrificio
inicial y coincide con él.
Todos los sacrificios se cumplen en el mismo instante mítico del Comienzo; por la
paradoja del rito, el tiempo profano y la duración quedan suspendidos. Y lo mismo
ocurre con todas las repeticiones, es decir, con todas las imitaciones de los
arquetipos; por esa imitación el hombre es proyectado a la época mítica en que los
arquetipos fueron revelados por vez primera.
6) Regeneración cíclica y continua del tiempo:
Lo esencial es que en todas partes existe una concepción del fin y del comienzo
de un período temporal, fundado en la observación de los ritmos biocósmicos, que
se encuadran en un sistema más vasto, el de las purificaciones periódicas (cf.
purgas, ayunos, confesión de los pecados, etcétera, al consumir la nueva
cosecha) y de la regeneración periódica de la vida.
Una regeneración periódica del tiempo presupone, en forma más o menos
explícita, una Creación nueva, es decir, una repetición del acto cosmogónico. Y
esa concepción de una creación periódica, la regeneración cíclica del tiempo,
plantea el problema de la abolición de la “historia”.

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