La cultura innata del territorio que llamamos Colombia, estratégicamente
ubicado en lo más profundo del trópico, incuba una multiplicidad de manifestaciones artísticas que calan en los más profundo del ser vernáculo, y hurgan en sus venas y su sangre para extraer expresiones sublimes de lo nativo y lo propio. A saber, que es en el ámbito escrito donde el hombre caribe se expone a sí mismo y a su pensamiento, con los ojos puestos en su derredor y con trazos quedos que se hacen perpetuos en la historia del país. Hay que decir, en primera instancia, que la cultura caribeña colombiana es el producto de la mezcla de las etnias española, indígena y negra, que adquirió la mayoría de las prácticas andaluces, una de ellas, la escritura sobre el mundo, el paisaje que lo rodea y lo define, aunada a las tradiciones tropicales como la música, el histrionismo y la actuación. Estos rasgos característicos de la literatura caribeña no son los únicos que revisten relevancia, pues apartados como la esclavitud, que deriva del ser negro e indígena, la religiosidad, bien sea en referencia al dios impuesto o a los dioses nativos, la conquista del español al territorio americano, entre muchos más factores, son dignos de resaltar. Es preciso enunciar de manera solemne nombres históricos de seres humanos que dejaron huella grabada en tinta a puño y letra. Hombres de la talla de Gabriel José de la Concordia García Márquez, del Magdalena, pináculo humano y Premio Nobel, gracias a su magna obra Cien años de soledad, Manuel Zapata Olivella, del departamento Córdoba, que con Tierra Mojada y otras reconocidas publicaciones, da a conocer al mundo el sentir del negro como afrodescendiente, o Héctor Rojas Herazo, de Tolú, Sucre, que con Las úlceras de Adán y Celia se pudre y su poesía aterrizada sobre la memoria y el hombre dan cuenta de lo real y artístico del ser caribe. Y es que la literatura caribeña no está dada solo en el papel, sino que proviene de la oralidad, misma que juega un papel determinante en los espacios sociales del marco costanero. Es esta la originaria forma de expresión que empleaban las comunidades al momento de comunicar su cultura. Los cantos y melodías, poemas recitados, décimas, sátiras y demás locuciones se han mantenido vigentes a lo largo de los años, y son aún hoy pilar esencial en las creaciones filológicas literarias. En suma, la literatura del caribe colombiano es un patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad, que debe respetarse y potenciarse día con día. A partir de las distintas vías de expresión que tiene el ser humano, ya sea la oralidad o por medio de ediciones impresas, es deber del hombre caribe apropiarse de lo que es suyo, del contexto en que nació y convertirlo en su bandera, en valor y casta, demostrando al mundo sus raíces y sentir orgullo de ello, porque se es aquello que se habla y se escribe.