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EL NACIONALISMO QUE VIENE

Trataré de sintetizar al máximo posible un tema que por sus raíces en el remoto pasado, sus
connotaciones y vinculaciones presentes y (según creo) con importante proyección en el
futuro próximo, lo hacen en extremo difícil, sin dejar interrogantes o aspectos que el lector
tendrá que buscar o confirmar con mucha otra lectura.

Existen tantas definiciones de nacionalismo como nacionalistas existen. Todas, con distinto
grado de certeza nos dan idea del concepto, pero también todas, están cargadas de las
valoraciones y elementos incluidos por los grupos, hombres, contextos y épocas en las que
fueron dadas.

Una definición es aquella que describe y limita un concepto. En ese sentido; El


Nacionalismo despojado de todo otro componente distinto del que enuncia su etiqueta
lingüística sería:

“Es la ideología que coloca a la Nación como la unidad fundamental para la


vida social del hombre, por encima de cualquier otro principio social y
político”.

Aún cuando está es la definición más reducida que pueda darse; en estos tiempos, deja
afuera a casi todos los que se consideran a si mismos nacionalistas. Esto se relaciona con
una inversión de términos. Es decir, se utiliza la etiqueta “Nacionalista” seguido del o los
conceptos religiosos o ideológicos que se profesan; nacionalismo católico, nacionalismo de
izquierda, derecha, etc, etc. Alterando el orden, que en estos casos debe ser muy claro,
porque representan jerarquía de lealtades.

“Católico Nacionalista” sería, por ejemplo, el orden correcto para denominar esta corriente
que, desde su perspectiva, opina que la religión católica es más importante que la Nación;
condicionando su lealtad a una “Nación” en especial, que en su absoluto excluye
automáticamente al mismísimo concepto de Nación.

Definitivamente; los conceptos y sus significados son los que finalmente se manifiestan,
más allá de las etiquetas y el orden artificial que se adopte. Un autodenominado
nacionalista-católico nada puede compartir con un nacionalista-musulmán, porque ambos,
aún compartiendo la misma nacionalidad, anteponen su religión a la Nación. Sin juzgar la
creencia de cualquiera de los dos ejemplos; ambos se sirven de la palabra “nacionalista”; su
fuerza, connotación y convocatoria para fines distintos y contrarios al orden que declaran,
anulando la fuerza conciliadora de diferencias que el concepto Nación implica.

No existe, a este respecto, argumentación que pueda esgrimirse para defender lo contrario.
Un Racionalista es el que antepone la “razón” como principio fundamental. Un materialista
hará lo mismo respecto a la existencia de las cosas, y así sin ninguna excepción.

Esta perspectiva, que se revela como “verdadera” por los simples argumentos que se
exponen. Y, una vez más, para que no exista mínima duda: Un nacionalista es simplemente
lo que dice su etiqueta; “nacionalista”. Que excluye o subordina cualquier otro concepto que
se agregue. Desde el momento en que agregamos otro concepto anterior o posterior al
enunciado; se degradan ambos a favor del tercer concepto que se forma con la unión de
ambos.

Esta realidad concluye en que cada grupo reclame para sí el titulo de “Verdadero
Nacionalismo”. Unos aduciendo la tradición, otros la etnia, otros la nacionalidad, etc, etc.
Increíblemente; y desafiando a cada una de esas “verdades”.... todos tienen algo de razón. Y
simplemente, como hasta ahora, voy a probarlo. Vamos al trabajo.

Esta cualidad del nacionalismo de mostrarse indefinible para el que pretenda describirlo
obedece, justamente, a sus características. El nacionalismo reconoce como valor
fundamental a “la Nación” y siendo que todas las Naciones son diferentes respecto a su
historia, conformación, intereses, etc, etc ¿Cómo podríamos encontrar dos nacionalismos
iguales?.

A esta simplificación podría aducirse que, entonces, el nacionalismo no es una ideología; es


decir, “un sistema de ideas con pretensión de universalidad que explica al
hombre y plantea soluciones para su vida y ordenamientos sociales”.

Pues sí que es, también, una ideología como ya veremos. Pero nadie espere una formula; la
misma concepción nacionalista del hombre la imposibilita. Como podríamos darle al
mundo una formula de la felicidad que sólo sirve para nosotros. Los hombres son
diferentes; las naciones son diferentes. Aún así; existe el sistema de ideas que define
al “Nacionalismo” y lo identifica aún allí donde se mezcla con diversos otros
conceptos. De hecho, no existe un nacionalismo sin los tintes de la Nación de que se trate.

Antes de continuar avanzando; y siempre recurriendo a las definiciones que nos permitan el
acuerdo en el significado de la “etiqueta” de los conceptos; definamos Nación,
definamos País y definamos Estado y veamos los vínculos. Si hacemos historia,
podríamos decir que existieron siempre. Es lo mismo que pretender encontrar la fecha de
aparición de la primer tribu o el primer Clan. Obviamente con las distinciones relativas y
distintivas de la época; hubo una Nación neandertal, un país de neandertales, tribus
neandertales, clanes de neandertales y hasta casi un proto-estado neandertal. Desde luego,
estos conceptos no estaban en sus mentes.

Los diccionarios y enciclopedias nos definen al “Estado” como el ordenamiento


orgánico y jurídico de la Nación. El “País” se relaciona con el territorio ocupado
por una población determinada. En tanto la “Nación”, que por su relación con el
“nacionalismo”, nos interesa precisar, sería según los eruditos de distinta época y los
intereses y realidad de su tiempo; “algo” que involucra etnia, cultura idioma y muchos
etcéteras.

El problema se encuentra en la definición del concepto “Nación”. Y en este sentido, hasta la


fecha, existe la dificultad de identificar exactamente ese “algo” que se percibe como
trascendente, importante y con conexiones difíciles de explicitar con conceptos diferentes
como: País, Patria, Estado, territorio, cultura, origen, etnia, identidad, etc, etc. Y es allí
donde se confunde y permite que algún grupo reclame primacía entre los conceptos que
dan identidad a la Nación.
Vamos nosotros a descubrir el concepto de Nación. La palabra que nombra este concepto es
tan potente y tal es el poder movilizador en las personas, que no puede faltar en ningún dis-
curso político de nuestros días. De igual modo; toda ideología, aún contraria a la idea de
“Nación”, busca servirse por medio de cualquier forma de asociación mental, de la adhesión
y lealtad que naturalmente el concepto real derrocha. Así aparecen ideas como: Liberación
Nacional, Capitalismo Nacional, Socialismo Nacional; como si la palabra que expresa el
concepto “nacional” tolerara segundos términos en cualquier asociación.

En definitiva; con intencionalidad o si ella, se reconoce la existencia del concepto “Nación”


como una abstracción capital, mucho más allá de sus obvias connotaciones semánticas rela-
cionadas a “comunidad de nacimiento”. Todas las definiciones; aún la de sus detractores
nos dibujan la idea; el concepto. Por ejemplo; uno de ellos en la Ética de la Memoria (2002)
nos dice que la Nación sería: “… una sociedad que alimenta un embuste sobre los ancestros
y comparte un odio común por los vecinos. Por lo tanto, la necesidad de mantener una
nación se basa en memorias falsas y el odio a todo aquél que no lo comparte.”

Esta falacia, aún con la falta de conocimiento, la carga de intencionalidad y presupuestos


ideológicos del autor (que no interesa nombrar, pero que representa a una línea de pensa-
miento actual); está claro que reconoce, como todos de uno u otro modo; algo que podemos
llamar “Voluntad de Ser”. Paradójicamente esta reconocida “Voluntad de Ser”, es lo que
dificulta el entendimiento del concepto “Nación” y que, en definitiva, es lo más importante
y decisivo. Es decir; la “voluntad de ser” de un grupo de personas precisa un orden en la
importancia relativa de otros conceptos como origen, etnia, cultura, territorio, entre otras
muchas cosas para reafirmar su identidad.

Este ordenamiento valorativo de conceptos conexos es el que dificulta, y pro-


duce límites difusos a cualquier definición general de “Nación”. ¿Como es eso?...
la Nación es un concepto; una abstracción; un “algo” que existe a partir de la voluntad de
los hombres que lo desean. Veamos. Tal como la persona; la comunidad crea mitos que
luego utiliza para racionalizar su existencia. Es decir sustentar su “creencia” y motorizar su
“voluntad”. Eso es así desde el comienzo de los tiempos en las personas y pueblos. Y desde
el rescate de ese pasado definido por lo común y por contradicción distinto a otros grupos,
declara su existencia de hoy “aquí y ahora”, y se proyecta hacia un futuro compartido por
todo el que se perciba como integrante de tal “voluntad y creencia”.

Esto no es un invento; es un ordenamiento libre y voluntario de realidades y con-


tenidos preexistentes sumados a intereses presentes y futuros deseados. En
otras palabras; auto-conciencia en el nivel comunal. Con la misma imposibilidad que el
“YO” personal, de localizarse en algún lugar, tiempo o forma; se autodetermina existente a
partir de la voluntad de “Ser”, que cada integrante experimenta internamente al
“pertenecer”.

Debemos, a medida que indagamos en el concepto “Nación”, tener presente siempre que la
idea es descubrir finalmente ¿Qué es el nacionalismo?. Entonces; definitivamente “Nación”
es inseparable de la “Voluntad” que, es a su vez, un concepto atado a la aceptación del con-
cepto “Libertad” y de “Persona”. Esta realidad, dificulta al racionalista de cualquier ideolo-
gía representarse la idea, el concepto “Nación” y sólo lo percibe mutilado de su parte irra-
cional; de la “fe” del “creer”. Reconoce al individuo como determinador de sociedades (indi-
vidualismo capitalista) o a las sociedad como determinadora de individuos (colectivismo
comunista). Siempre desde la perspectiva del individuo igual a “unidad indivisa”, que es lo
mismo que decir hombre en sus “igualdades”.

En ambas variantes de la misma concepción determinista; por la supervivencia o la coac-


ción; por el individuo o la colectividad la persona terminará cercenada en sus particularida-
des. Desde la perspectiva personalista; ambos resultados son iguales. Un racionalista nunca
entendería que la nacionalidad es algo que se “entiende”, pero fundamental-
mente “se siente”. Que en algún sentido “duele”, porque significa en otras palabras; la
“cesión libre y voluntaria” de algunas particularidades personales para crear algo superior,
que además de contener las desigualdades, a imagen de la persona debe ser “libre y
soberana”.

Tal cual; los individuos se definen por sus igualdades y las personas por sus
diferencias. Los individuos sólo necesitan un territorio y un estado para vivir; sólo se aso-
cian. Es decir la “sociedad” es una determinación necesaria que les permite y facilita la vida.
Las personas necesitan mucho más; necesitan organizarse manteniendo las diferencias; la
unión en este caso es más que asociación por intereses es “comunidad libre y voluntaria”;
una Nación.

En apariencia no parece haber distinción entre los dos modelos, de hecho ambos funciona-
rían en la idealidad de la utopía, pero la realidad es que los sistemas concretos tienen algo
de ambos. Pero, como la libertad es la diferencia; el porcentaje de personalismo en cada sis-
tema real decide el resultado. En otras palabras: La sociedad satisface una necesidad y la
comunidad satisface, además, el deseo. Algo así como: “cualquier cosa comestible podría
satisfacer el hambre, pero elijo ravioles”.

Eso hace de la Nación la mas humana y evolucionada de las organizaciones. El


espacio natural que permite mantener nuestras personales diferencias y resolver en puntos
mas o menos comunes, todas las contradicciones para conformar una entidad abstracta o
“personalidad”, que algunos denominan “Ser Nacional”. Nación es el término más totaliza-
dor que existe; contempla todas las dimensiones y crea nuevas. Es la organización de los
hombres como “personas”, es decir “en sus diferencias”. Por ello se esfuerza en buscar lo
“común” en el pasado, en el presente y futuro, que también es lo diferente respecto
al mundo.

Es la organización sustentada en la creencia irracional que contempla además la necesidad


vital, los intereses prácticos y los deseos inconscientes de la comunidad. Es el habitad natu-
ral del “hombre total”; el espacio que permite a las personas unirse al pasado, a las cosas de
la tierra y del cielo de su comunidad. Que debe, y lo hace, verificar continuamente el punto
de resolución en todas las contradicciones de su existencia personal y comunitaria (No hay
Nación sin conflictos). Que alimenta los mitos y crea nuevos, adora sus dioses y necesaria-
mente broncea sus héroes para crear modelos en el presente que percibe dinámico y perfec-
tizo. Sin ello; sería imposible conciliar las diferencias personalistas que el mismo sistema
alienta. Sin ello; sobrevendría la disolución o se reduciría a “sociedad” de individuos con
intereses estandarizados y comunes y, naturalmente, la alienación por necesidad vital.
No es correcto tomar un mapa y llamar Nación a cualquiera de las divisiones políticas que
allí se demarcan. Según los historiadores; el Estado Nación tiene como fecha de nacimiento
el 15 de mayo de 1648, con la firma del Tratado de Wesfalia, donde se acuerda terminar con
el antiguo orden feudal y organizar las poblaciones en límites territoriales y gobiernos
soberanos.

Todo bien... en algunos casos la división política se ajustaba a la realidad preexistente. En


otros, donde no existía conciencia de nacionalidad; se comenzaba formar, ajustándose a los
limites arbitrarios del País. En los que la división política propuesta no coincidía con los
sentimientos de nacionalidad compartida... surgían problemas. Parece que la Nación existe
más allá de que alguien quiera reconocerla; se auto-reconoce como la persona y existe
desde antes y mas allá de formalidades políticas.

A esta altura y aún teniendo mas claro de que hablamos cuando nos referimos a Nación;
todavía no podemos enunciar una definición de “nacionalismo”. Asumiendo que
involucrará necesariamente esa perspectiva ideológica del hombre como “persona”, sus
vinculaciones con la voluntad y una idea definida del concepto de “libertad”; debemos, otra
vez como hasta ahora, definir que es “persona” y cual es la “libertad” que esta reclama.

Del mismo modo que el nacionalismo coloca a la Nación como entidad fundamental en la
organización social y política humana y recordando que la Nación se muestra como
atendiendo al desarrollo de los hombres como “personas” (no como individuos); el
concepto de nacionalismo es indisoluble del “personalismo”.

Y para seguir con las definiciones; el personalismo es: “Es la corriente filosófica que
afirma como existente y coloca como fundamentales las potencialidades de
“Voluntad y Libertad” del “Yo” auto-consciente y los describe conformando
una “entidad” totalizadora llamada “persona”, que es indefinible e inasible
por la interrelación de sus contenidos racionales e irracionales".

Esta definición es nueva; en realidad parece nueva. Es la actualización de las palabras que
definen un concepto que el hombre conoce desde que comenzó a pensar. Desde que el
primer homo se descubrió existente y paso a ser sapiens. El momento en que vaya a saber
con que sonidos dijo “YO”, y ese “yo” se manifestaba en una “personalidad” única e
irrepetible.

Esa expresión del YO en una personalidad, como lo dice la definición, es totalizadora.


Incluye, más allá del predominio de uno, todos los aspecto posibles. Todos somos
individualistas, personalistas y colectivistas en alguna medida. En las sociedades humanas,
que es a donde las personas trasladamos nuestras igualdades, se a manifestado alguno de
esos aspectos según la época y las circunstancias, desde el comienzo de los tiempos.
Herencia de mamíferos diría un naturalista.

Ahora comencemos un viaje al pasado para saber como y porque predomina en nuestro
particular nacionalismo el personalismo, por sobre los conceptos de individualismo y
colectivismo. Como dije; el personalismo siempre existió, pero se desarrolló, se hizo patente
y tomo forma en las civilizaciones nacidas en torno al Mediterráneo. No como suma-resta o
proceso dialéctico, sino como resultado de la mezcla de genética y cultura de gentes
provenientes de oriente y occidente. Separaciones ancestrales de las primeras migraciones
africanas.

Arios del norte representando al individualismo seminomade, cazador, guerrero y


autosuficiente e iberos, mediterráneos y otras ramas ancestrales, por el colectivismo
sedentario; atado a la tierra y fundador por necesidad de las primeras sociedades
complejas. La forma de vivir (que es pensar y hacer para el hombre) se transforma, con el
tiempo en cultura; y la cultura con el tiempo se guarda en información genética (respuesta
automática). No sólo los cuerpos biológicos se transforman y adaptan; también la psiquis
indivisible del cuerpo, formando la persona. Evolución mis amigos.

Evolución que comienza con la separación del individuo de la colectividad y continuó en la


aparición de la persona a partir del individuo. Evolución que determina un Oriente
colectivista y un Occidente individualista con una variante personalista nacida del
mestizaje de ambas en torno al mediterráneo y llevada a América; que en la actualidad se
remestiza con el nativo americano proveniente de Oriente, para dar todavía no sabemos que
nueva etnia superadora.

Cada grupo humano, de los señalados (ario-mediterraneo), configuraba una forma distinta
de ser y de ver el mundo que resultaba en una formula para vivir, devenida de su pasado
ancestral. Obviamente ninguna de ambas fórmulas funcionaba con el mestizaje liderado por
los conquistadores del norte. Luego de mucha “crisis”; allí nació lo que luego se conocerá
como “Civilización Occidental”.

Con la divina Grecia y los griegos como creadores de todo, absolutamente todo, lo que hoy
conocemos y desconocemos. Allí los griegos, descubrieron lo que ya existía, pero no podía
ser percibido por un individualista o un colectivista (aún hoy): LA PERSONA Y mal que
les pese a los ideologizados defensores doctrinas individualistas o colectivistas; luego de
descubrir “la persona”, descubrieron “LA LIBERTAD” como potencia de ésta.

La libertad de la persona, no la abstracción de la libertad del individuo ni de la colectividad.


Por ello en la actualidad cuando un liberal, representante del individualismo, habla de
libertad se refiere al individuo y a lo máximo que éste puede aspirar; “la libertad formal que
puede dar un sistema político en sus leyes y derechos codificados”. Por su parte un
marxista, representante del colectivismo, cuando se refiere a la libertad; esta pensando en
lo máximo que puede aspirar la colectividad; “la liberación”. Ambos; desde sus relativas y
opuestas visiones ignoran por defecto de percepción, inducido por sus respectivos
presupuestos ideológicos, la verdad inasible y difusa de la realidad de “la persona”. Y
terminan, imaginando una sociedad sin clases o una sociedad sin líderes. De allí continúan
saliendo las formulas racionalistas más locas como; “capitalismo de estado” o
“individualismo colectivo”. Y últimamente “liberal socialismo” (la socialdemocracia).

Como dije; con el descubrimiento griego del “concepto” debió nombrárselo… y se lo llamó:
“persona”. Que para darle un toque didáctico pero muy esclarecedor; es derivado de
“personare”, que significó resonar, hacer eco. Remitiendo, en el teatro antiguo, a la mascara
que utilizaban los actores que amplificaba su vos y a la vez representaba a un personaje,
distinguiéndolo en algunos de sus rasgos particulares y escondiendo los del actor. De
ello, se relaciona al concepto persona con “lo que un individuo quiere ser”,
distinguiéndolo de “lo que del individuo se ve”, o “lo que el individuo es”.
Finalmente; persona es potencia, proyección hacia el futuro, voluntad de ser de
una forma especial. De allí, también se desprende quelibertad y voluntad sean
conceptos inseparables.

Desde esos lejanos tiempos; mil personalismos en múltiples asociaciones y tintes.


Reconocibles por establecer valores con dirección perfectiza, creando jerarquía de acuerdo
a la libre adhesión a éstos por parte de las personas. Ejemplos como; “la salvación es
personal” en la Iglesia Católica; la “libertad y responsabilidad personal en los actos” en el
Derecho Romano y el Código Napoleónico y más y mas. Todos los códigos de conducta
que existen son obra del personalismo; y colocan a la persona y su libertad
potencial como eje en sus sistemas de valores.

Retomando; desde el comienzo de esa maravillosa “Civilización Occidental”, donde el


personalismo de alguna manera obtuvo credenciales “nació oficialmente” y es fundador;
comenzó la apropiación de occidente primero con Alejandro, Cesar, Constantino,
Carlomagno y los Reyes Católicos para nombrar algunos, pocos y salteados. Los valores del
personalismo matizado con distintas visiones religiosas, sistemas políticos, particularidades
culturales, sociales y económicas se establecieron por mucho tiempo hasta la caída de la
“Armada invencible” en manos de una tormenta y la habilidad del Almirante Nelson.

Allí se produjo el cambio de manos de la antorcha de lo que se conoce como "civilización


occidental". Esa visión del mundo, esa valoración de lo humano centrado en la persona que,
luego de evolucionar, como todas las cosas, en algún momento devino en lo que se conoció
como “humanismo” terminó, como dije, cuando el último pueblo mediterráneo perdió el
liderazgo de occidente y de portador de la herencia helénica.

Desde ese momento todo cambió. Aún cuando se mantienen las mismas palabras o
derivadas ya no representan los mismos conceptos: La democracia; creada para hacer
posibles las diferencias se trocó en el sistema que premia las igualdades (casualmente las
personas existen por sus diferencias). El progreso que se entendía como integral se
transformó en sólo tecnología. La razón como la facultad que acercaría al hombre a la
verdad; en la herramienta del éxito. Que decir sobre su idea de lo Justo, lo bueno y lo bello
(lo justo en ley conveniente; lo bueno en útil y lo bello en artículo de consumo). Noble
llamaron los griegos a su modelo de hombre virtuoso en dirección a la perfección posible
(perfectizo).

Crearon todo lo que hoy conocemos, porque estaban más cerca de la persona que del
individuo o la colectividad. El individuo no puede crear; es una abstracción. La colectividad
tampoco puede crear; también es una abstracción. La persona concreta es la única que
puede crear. Es la vanguardia de la evolución, nada puede evolucionar sin ella. Adivinen
¿Por qué?; porque es la única que posee “libertad”. Es decir; la potencia para
actuar en contra de la genética, la cultura y el ambiente. Es la única que puede
solucionar los problemas nuevos que impone la evolución dinámica de la especie y el
universo entero.

Sólo la persona puede convertirse en modelo que los individuos copian, trasladando la
“creación” o solución nueva a la cultura. Siempre en una crisis, que sin dudas es una
situación nueva donde las fórmulas de la genética o la cultura no resultan, aparece la
solución personalista. Esa persona no es todas, tiene nombre, Cesar, Cesar, Cesar. Incluso
para los racionalistas se llamó Napoleón, Napoleón, Napoleón.

La relación entre Personalismo y Nacionalismo que se percibe, está relacionada a que si


bien uno es filosofía y otro es ideología, ambos tienen la misma concepción de “la persona”
y reconocen fuerzas distintas de la razón, como confluyendo con ésta en la conducta
humana y por extensión su organización social. De allí que al nacionalismo es fuertemente
personalista, voluntarista y se organice en torno a cierta clase de liderazgo que sus
detractores llaman acertadamente “mesiánico”.

Allí se encuentran las distinciones de nuestro nacionalismo que tiene características


personalistas heredadas; se esfuerza en buscar identidad y respaldo en etnias mestizadas,
tradiciones nuevas y personalidad no configurada. Y aún así es fortísimo y por necesidad
direccionado a un futuro posible. La fuerza del “creer” es el motor de la existencia de
nuestra Nación y es la fuerza que debe alentar nuestro nacionalismo racionalizado.

El personalismo como la persona misma escapa a toda formula y es renuente a toda


sistematización racional. Hablamos de que las personas son diferentes, como podríamos
encerrar a todas en una descripción, ya es difícil describir a una sola. Pero intentemos
una: La razón sin formulas del pragmatismo; la irracionalidad de la emoción;
la fé de “creer”, que termina con todas las dudas intelectuales; el absoluto
“aquí y ahora” de la persona, que deja inoperante a todo relativismo; la
creatividad irrespetuosa, que derriba toda estructura. El personalismo no es
racional, no es irracional, no es emocional: es “total”. Es la fuerza más
poderosa, creadora y movilizadora que el hombre a conocido. Y felizmente
todos tenemos algo de ella.

Y es así. Eso somos, y es de ese modo porque somos herederos de Perícles, Cesar y Cesar
Borgia y no del Rey Arturo. Y si no acertamos es porque no terminó nuestro mestizaje
americano. No tenemos la respuesta automática que prevé la genética; inclinándonos
naturalmente a favor de una entre varias alternativas. No tenemos la formula que aporta la
cultura, venida de situaciones similares donde dió resultado y tenemos un “ambiente”
permanentemente sucio de disputas ideológicas que el modernismo nos trae de otras
tierras.

Retomando el tema de la libertad. Del mismo modo que el Yo de la persona se crea


así mismo en la auto-conciencia, sin aparente intervención exógena alguna;
también la libertad en un proceso igual de extraordinario se crea así misma.
Es decir el Yo se percibe “potencialmente libre”, con la misma operación
imposible de racionalizar. Un racionalista nunca reconocería la “magia” de algo como
esto; para él como para su padre Descartes “todo lo real es racional”. Pues, aun cuando las
utilizan todo el tiempo, desconocen las tremendas fuerzas de la irracionalidad.

Mal que le pese a un racionalista; la irracionalidad es el punto de partida de todo


razonamiento. ¿Comooo?. El método científico hipótesis-experimento-conclusiones
comienza con la “creencia”. Si; eso es una hipótesis mas allá de que se la disfrace de “cosa
probable”. Cada vez que un científico o cualquier humano, en cualquier lugar y
circunstancia decide “hacer algo”; es porque “cree” que puede. En alguna medida hasta la
certeza; que es el máximo alcanzable por el humano respecto a la verdad, es en buena parte;
“creencia”.

La creencia nace, mas allá del andamiaje racional que la explique; en el lado
irracional de nuestra personalidad. Es el origen de lo que religiosamente se conoce
como “fe”; creer sin prueba alguna, como intuición de que algo “Es”. Reconozco que tal vez
no quede claro a que me refiero, pero es una imposibilidad para cualquiera explicar lo
inexplicable para que se pueda entender lo inentendible. Sólo es “lo irracional” que
conforma la contradicción de “racional” (para un oriental es una obviedad; no existe el yin
sin el yang).

Aún cuando no pueda explicarse; de allí nació el universo autocreado, la vida autocreada, el
“YO” autocreado y “la libertad” autocreada. Todas manifestaciones de un extremo de la
contradicción razón / irrazón en que la realidad se manifiesta y que las religiones
occidentales conocen como “Dios”, las orientales como “Nada” y nuestros ancestros
primitivos como “Magia”. De cualquier forma allí están los efectos y es lícito a cualquier
hombre llamarle como lo sienta y perciba y de hecho le sea imposible ignorarlo cuando es
llamado por su mismo “ser” a contestar las preguntas ¿por qué y para que?. El hombre no
es un “ser racional”; es razonador, tiene la potencia de la razón; tampoco es
“libre”, tiene la potencia de la libertad. Obviamente a juzgar por los resultados...no
hacemos mucho con esos poderes

A propósito de “creer”; hablar de esta “nueva libertad” no es propósito de este escrito;


todavía es creencia, algo que se está definiendo. Pero como estamos hablando de “El
Nacionalismo que viene”, aún cuando la explicación confunde mas de lo que aclara,
debemos señalarla como protagonista de los nuevos y convulsionados tiempos, donde todos
los valores serán re-examinados para configurar el nuevo paradigma.

Quien sabe si ante la crisis sin solución del mundo; que no es otra cosa que la crisis de
occidente, que no es otra cosa que la crisis del individualismo y su paradigma liberal-
capitalista del “hombre racional”, que luego de conseguir avances impresionantes en un
cortisimo tiempo histórico pero ya en su decadencia, ha envilecido y cosificado al hombre,
envenenado el agua y el aire; nazca, en estas tierras la solución personalista que inaugure
una nueva época. Que, siendo “creación” promete ser mejor y sin precedentes.

Soñemos. Si este nuevo paradigma fuera personalista; con cualquier nombre, el


ordenamiento sería jerárquico: las personas no son iguales fundamentalmente en la
voluntad de uso de su opción a la libertad, la responsabilidad de los que si la tienen y el
mérito que legitima cualquier ordenamiento. La igualdad es al individuo, la jerarquía y los
valores a la persona. Me atrevería a pensar que en lugar de Libertad-Igualdad-
fraternidad, sería Libertad-responsabilidad-merito. Una sociedad de personas no
toleraría muchas otras palabras fundacionales.

Finalmente; Una definición coherente de Nacionalismo debe ser tal que incluya el concepto
de “persona” que todos heredamos y por esta razón tolerante a las diferencias personales en
todos los ordenes. Como se explicó; el concepto “individuo” toma al hombre por sus
igualdades y el concepto “persona” ve al hombre en sus diferencias; como podría nuestro
nacionalismo excluir la diversidad étnica, religiosa, cultural, personal, etc, etc. También
hablamos de “Valores” que identifican a cualquier personalismo. En un país que se define
por la diversidad en todos los aspectos los valores deben ser universales. Los tesoros
descubiertos por los hombres de todas las religiones y culturas; las Nueve Nobles Virtudes
de Denes Martos, en cualquier orden, son perfectas para nuestros propósitos de “hombre
perfectizo”.

El Nacionalismo que viene: “Es la ideología que coloca a la Nación como


fundamental para la vida social del hombre y reivindica al Estado Nación como
la única entidad política que permite el desarrollo de las potencialidades de la
persona, las sociedades que esta libremente conforma y la diversidad que esto
implica”.

Un patriota es alguien que ama a su patria; y Argentina está repleta de estos. Los
nacionalistas son los patriotas que saben porque aman a su patria. Y en ellos recae la
responsabilidad de juntar a los patriotas y explicarles; que es la Nación. Mostrarle que ya no
existe, que retrocedió a “Nación en potencia”. Llamarlos a refundarla… y para ello debemos
recuperar la fe perdida, “creer” nuevamente y la voluntad aparecerá “mágicamente”; como
se manifiesta todo lo irracional que tenemos las personas. Esa irracionalidad llamada “fe”,
que motoriza toda voluntad creadora y permite engranar las diferencias en una fuerza
invencible, que se apoya en las tradiciones y glorias del pasado para diseñar en el hoy; un
futuro único y compartido.

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