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Políticas sociales en cuanto a salud.

Se considera que existen ciertos pilares que sostienen a las sociedades más
desarrolladas a nivel mundial, si bien, aun en las sociedades más desarrolladas,
existe desigualdad, niveles (por bajos que sean) de malestar y apatía hacia los
gobiernos, casos de corrupción, deficiencias en las instituciones estatales, etc.

Aun así, prevalece el respaldo de los pilares fundamentales como lo son:


educación de calidad competente científicamente a nivel mundial, una brecha
económica estrecha que no da lugar a desigualdades abismales entre la totalidad
de la población, trabajo de los gobiernos en función de mejorar las condiciones
sociales de esos países, y fundamentalmente importante: un sistema de salud
muy competente con un nivel de respuesta alto ante cualquier demanda de la
sociedad.

Es de este último pilar del cual se consideró importante hablar de igual manera al
hacerse la pregunta de si las políticas sociales en El Salvador tienen como
objetivo y objeto la organización de la familia, y nos encontramos con un
panorama a la misma vez precario y desalentador, ya que es del manejo popular
que las instituciones de salud en el país no responden a la demanda de la
población.

Somos un país densamente poblado con una superficie de tan solo 21.040 Km2
con lo que nos encontramos entre los países más pequeños, además una
población de 6.643.000 personas (316 habitantes por Km2) si comparamos estos
datos por ejemplo con Uruguay con una superficie de 176.220 Km2, una población
de 3.449.299 personas, el cual presenta una moderada densidad de población, 20
habitantes por Km2 (datos extraídos de la página web “datosmacro.com”).

Es evidente entonces que la población sobrepasa la capacidad de nuestro país, en


tal situación se esperaría que sea de máxima urgencia solventar las necesidades
de salud (el tema en cuestión) con políticas sociales que favorezcan a la persona
humana, que según la constitución de la república es el origen y fin de la actividad
del estado, por ende, dichas políticas, estarían por lógica en consonancia a
favorecer el desarrollo y la organización de la familia, para que los esfuerzos de
mejorar las condiciones de salud de la población sean eficientes y eficaces.

Lo cual no podría decirse que es una realidad, un ejemplo de esto podría ser el
hecho de que la “Reforma de salud: más allá de los servicios de salud” en su
Primera edición (San Salvador, 2019), se habla de un enfoque integral “El eje 1:
Redes integrales e integradas de salud”, donde solo dos características de este
enfoque incluyen brevemente a la familia: Atención de salud centrada en la
persona, familia y comunidad, Adscripción a la ficha familiar y despenalización de
las personas. Cuando el documento está constituido por 10 ejes estratégicos y
ninguno aborda a profundidad a la familia.

Es evidente que se menciona a la familia en el abordaje del individuo, pero esto se


queda solamente planteado en un documento, se puede hacer evidente en el
abordaje psicológico a los pacientes de las Unidades Comunitarias de Salud
Familiar, donde se le da más importancia a llenar los censos con estadísticas,
teniendo el profesional en psicología que diagnosticar al paciente de una forma
casi maratónica en la primera sesión con una duración aproximada de 50 minutos,
diagnostico que evidentemente no integra el contexto social y familiar a
profundidad para tener una perspectiva amplia que incluya las condiciones de vida
del individuo y de esta manera establecer un plan de tratamiento efectivo que
ayude a potenciar las deficiencias en el sistema familiar.

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