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Schopenhauer: Con una dirección en contra de la corriente de su época se

encontraba Schopenhauer, presentando una imagen del hombre que no se partía


del espíritu, sino desde el cuerpo y las pulsaciones, desde la biología. Para
Schopenhauer el hombre pertenece en realidad al reino animal, estableciendo
frecuente comparaciones con animales. Frente a la presión Kantiana de un en sí
racional puro, y ante la desmedida fantasía de hegeliana de la identificación plena
entre lo racional y Real, el sujeto Schopenhaueriano es el lugar en el que se nos
hace patente la supremacía de un principio soberano: la voluntad.

En un artículo posteado por Jorge Alberto Iragui se puede observar como


Schopenhauer plantea el refugio interno como un puente hacia la esencia:

“La autoconciencia para Schopenhauer es conocimiento de


nosotros mismos en tanto sujetos volentes, no cognoscentes.
Cuando el hombre indaga dentro de si, encuentra un camino que
lo conduce hacia la esencia de sí, y del mundo. Esta esencia es,
quizás por primera vez, una fuerza a-racional, siempre en
movimiento, que al objetivarse produce el mundo”

Se puede decir que la subjetividad romántica vive en oposición a un logo


totalizante y exterminador de las particularidades. Para Schopenhauer la voluntad
no elimina al entendimiento, sino que lo pone en un nuevo lugar. El
entendimiento nos permite conocer la casualidad, por contraposición, el querer es
la manifestación primera y esencial del hombre quien define y conduce. Si para la
tradición filosófica queremos aquello que conocemos, a partir de ahora
conocemos aquello que queremos : el deseo nos conduce hacia algo; el
entendimiento, luego, lo explica.

En este contexto el concepto de voluntad tiene un significado alterado. No designa


la intención racional, sino la pulsión insaciable, ese deseo incansable. Frente a
esto, la inteligencia se presenta como algo secundario, al servicio de la voluntad,
dice Schopenhauer. En el mundo animal está voluntad vive a manera de instinto, y
en las plantas actúa como tensión vegetativo. En definitiva la voluntad se quiere
solamente a si misma, quiere vivir, sobrevivir. En realidad, se debería horrorizarse
ante la naturaleza de la voluntad. No es ningún reino protector o maternal. No
podemos trabar lazos de amistad con una tierra cuyo producto casual somos
nosotros y que conserva la vida de la especie con nuestra muerte. La naturaleza no
es sólo un lugar de solaz silencioso, es una jungla donde se percibe el fragor de la
lucha. Lo mejor es que en este contexto se dé la palabra al propio Schopenhauer:

“Y así vemos por doquier en la naturaleza contienda, la lucha y


la victoria cambiante, y en ese rasgo seguiremos conociendo
con mayor claridad la escisión con uno mismo, que es esencial
a la voluntad. A lo largo y ancho de la naturaleza entera puede
perseguirse esta lucha, es más, aquella subsiste solamente de la
contienda […]: y esta lucha es la mera revelación de una
escisión que es inherente, por esencia, a la voluntad. La lucha
general se hace visible de la manera más clara en el mundo
animal, que dispone del reino vegetal para su alimentación, y
en el que a su vez cada animal se convierte en el botín y
alimento de otro […], por cuanto cada uno de ellos sólo puede
conservar su existencia por la supresión constante de otro ser
extraño. Y en este escenario la voluntad de vivir se devora
incesantemente a si misma y es su propio alimento bajo
diversas formas, hasta que finalmente el género humano […]
revela también en si con terrible claridad aquella lucha,
aquella escisión de la voluntad en si misma, y el Homo se
convierte en homini lupus (el hombre se convierte en un lobo
para el hombre)”

Desde el mismo trasfondo desarrolla Schopenhauer su teoría del Estado,


contradiciendo explícitamente las teorías que, siguiendo a Hegel, esperan que el
Estado mejore y moralice al hombre o que, con una actitud romántica, ve en el
estado un organismo superior, e incluso un organismo del pueblo. Para
Schopenhauer el Estado no es otra cosa que una máquina social, que en el mejor
de los casos refrena los egoísmos y los une con el egoísmo colectivo del interés
por la sobrevivencia.
Schopenhauer puso guardia frente las ambiciones de fundar sentido que puede
tener el Estado; frente a un Estado con alma que luego pretenda asegurarse del
alma de sus ciudadanos. En fin, mi propósito era llegar a que la idea del
liberalismo puede compaginarse perfectamente con la imagen del hombre que
diseña Schopenhauer. Cabe destacar que el pensador veía la realidad con colores
sombríos, quizá demasiado sombríos.

Con respecto a otras influencias filosóficas de el momento, se puede resaltar la


“escuela de la duda” o “escuela de la sospecha” . Esta expresión fue acuñada en
1965 en la obra del filósofo francés Paul Ricoeur intitulada Freud: una
interpretación de la cultura, para referirse a las distintas críticas y
cuestionamientos de parte de Karl Marx, Fiedrich Nietzsche y Sigmund Freud
hacia la sociedad y los valores de su época, no obstante a pesar de sus diferencias ,
se aproximan al considerar la conciencia en toda extensión como “falsa”.

Marx, Nietzsche y Freud sospechan y critican en un aspecto diferente y con


argumento distinto, guiado cada uno por su pensamiento. Y una vez que detectan
el problema, cada uno propone un camino para solucionarlo. Los tres señalan que
bajo la noción clásica de el sujeto, se esconden unos elementos que lo
condicionan. Esto les permite pensar -sospechar- que el hecho de crear una
filosofía sobre esta noción es una falacia. Y es más, que la misma noción de la
conciencia también es otra falacia. Dicho de una forma bastante general, los tres
pensadores afirman que el sujeto no se construye en sí mismo, sino que el
resultado de condicionantes históricos, sociales, morales y psíquicos.

Marx, detecta el problema descubriendo que la ideología es en realidad una falsa


conciencia enmascarada por el materialismo y los intereses económicos. Marx
advierte del error de pensar que el motor de cambio son la ideas; el motor de
cambio es la economía. Para él, la organización social y laboral del siglo XIX
había provocado la explotación del ser humano por el ser humano. “ Hay que
cambiar este mundo injusto para crear un mundo nuevo de seres libres e iguales.
Hay que conseguir la igualdad social donde no existan las clases ni el estado”.

Nietzsche habla de la necesidad de cambiar los falsos valores que han dominado
en la sociedad occidental a lo largo de la historia. Crítica Critica la falsa
conciencia moral y expresa “la moral está llevando al ser humano a la decadencia.
Este expresaba que la moral cristiana de la época en Occidente convierte a los
ciudadanos en esclavos de ellos mismos. “Es una moral de esclavos basada en el
sacrificio y el dolor que los poderosos la utilizan para dominar a los oprimidos” y
propone que “ la solución llegará con el hombre del futuro, un superhombre
poderoso, seguro de sí mismo, independiente, individualista y que vivirá en
libertad” (Nietzsche: 1972, p. 100)

Por otro lado, Freud crítico critica la falsa conciencia racional. Establece la
relación entre ser humano y razón y dice que la mayor parte de la psique humana
es irracional y se basa en pulsiones inconscientes que desconocemos pero que
controlan y gobiernan nuestra vida y nuestra conducta. Se puede afirmar que
Freud no encontró razones fundamentales para justificar una posición ética
sustentada en la teoría psicoanalítica. Su preocupación se relacionó más con la
génesis de la moral que buscar razones para justificar la validez se los preceptos
morales, no hay en él, como señala Castilla del Pino (1989, p.98), “una teoría del
deber-ser, sino una psicología de lo que llega a ser deber, no filos odia del deber-
ser”

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