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Derecho civil

La rama del derecho que mayor incidencia tiene sobre la vida de las mujeres es el derecho civil,
y en concreto, la parte relativa al matrimonio y a la familia. El derecho civil, es el que fija
condiciones tales como el momento y el modo en que una mujer puede contraer matrimonio, si
puede disolverlo y como, hasta donde alcanza su autoridad sobre sus hijos, que bienes puede
poseer y qué grados de dominio puede ejercer sobre ellos, bajo qué condiciones puede desarrollar
una actividad comercial, qué puede heredar si enviuda, qué manutención tiene derecho a recibir si
se divorcia, etc.

Derecho al voto de la mujer

Derecho de las mujeres a compartir, en igualdad de condiciones por las razones, los privilegios
políticos concedidos por el gobierno representativo y, de un modo concreto, a votar en elecciones
y a desempeñar cargos públicos. Ya desde la antigüedad se había abogado por la igualdad de
derechos políticos de las mujeres. Bajo las formas autocráticas de gobierno que prevalecieron en
la época antigua y en los regímenes feudales de la Edad Media, sin embargo, el sufragio estaba tan
restringido, incluso entre los varones, que el derecho político de las mujeres nunca llegó a ser un
asunto político. Los factores que garantizaran la existencia de movimientos organizados en
defensa del sufragio femenino sólo se dieron una vez que amplios sectores de la población
masculina, que hasta entonces no había tenido acceso al voto, obtuvieron el derecho a votar como
consecuencia de las revoluciones liberales y democráticas de los siglos XVIII y XIX.

Hace setenta años las mujeres obtuvieron el derecho al voto en España. Este aniversario es un
buen momento para reflexionar sobre los logros del feminismo, sus limitaciones y,
fundamentalmente, sobre sus retos futuros. ¿Sobre qué presupuestos ideológicos se apoyó el
primer feminismo? ¿En qué medida resultan adecuados en la actualidad? ¿Qué proyecto social
propone el feminismo para el siglo que ha comenzado? En cualquier caso, es importante
reflexionar sobre las razones que explican que, a pesar de los logros conseguidos, los movimientos
feministas no cuenten, en la actualidad, con el respaldo deseado entre las mujeres jóvenes.

Quizás la causa de ello se encuentra en ciertos presupuestos, adoptados por el feminismo desde
sus orígenes, y hoy día en fase de superación. Es cierto que el primer feminismo -o feminismo
liberal- llevó a cabo una aportación innegable en la defensa de la igualdad de derechos entre
hombre y mujer. Sin embargo, este feminismo implicó una defensa de la mujer sobre unos
presupuestos claros, heredados de la mentalidad moderna: la devaluación de lo específicamente
femenino, como, por ejemplo, la maternidad. Se presuponía que, para realizarse personalmente,
la mujer tenía que convertirse en "otro hombre", asumiendo los valores modernos de la
productividad y el éxito.
Tal depreciación de la maternidad aparece especialmente clara en la obra de Simón de Beauvoir.
Para esta autora, la mujer es realmente un "hombre" con el inconveniente de que su cuerpo está
expuesto a la posible reproducción. Se parte, por ello, de una hostilidad a lo naturalmente propio
de la mujer. Su realización como persona estaría, por ello, estrechamente relacionada con la
posibilidad de erradicación de la maternidad. Prueba de ello es que uno de los objetivos de los
movimientos feministas haya sido, y continúe siendo, la consecución del aborto libre.

La pregunta que nos podemos hacer es la siguiente: ¿Hasta qué punto es "vendible" y
susceptible de generar adhesión e ilusión un proyecto dirigido básicamente a las mujeres, pero
asentado en la negación de la realidad de lo específicamente femenino? ¿Hasta dónde puede
llegar el movimiento feminista si se propone como una de sus metas fundamentales la
consecución de una pretendida autodeterminación de la mujer, que niega la alteridad, la
existencia del otro, máxime cuando el otro es el propio hijo? ¿No es esto proponerse como meta
la exclusión y eliminación del más débil?

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