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¿Hasta qué punto algunos de los problemas actuales de ciertas á reas naturales protegidas
se deben a la categoría con la que fueron creadas? Recientemente leí de alguien que sabe
del asunto que esos problemas son la consecuencia de que ellas nacieron con un “pecado
original”. Es reconocido que algunas á reas protegidas fueron creadas con categorías que
ortodoxamente no les corresponderían. Ese es al caso, especialmente, de los parques
nacionales Manu y Huascará n, en los que existe població n asentada. Pero, lo importante es
tener en cuenta que las á reas protegidas de cualquier categoría tienen por funció n
principalísima conservar muestras representativas viables de los ecosistemas y de la
diversidad bioló gica.
Existen, grosso modo, dos tipos de á reas naturales protegidas: las de uso indirecto o de
protecció n permanente y las de uso directo o aprovechamiento sostenible. En las
primeras, de acuerdo con la teoría, no deben existir asentamientos humanos ni
explotació n de recursos. Solo se aceptan actividades controladas de visitació n, turismo y
recreació n, ademá s de educació n e investigació n. Estas, en el Perú , incluyen los parques y
los santuarios nacionales e histó ricos. En las de uso directo puede haber poblaciones
asentadas y puede haber, asimismo, uso o aprovechamiento de los recursos naturales, en
la medida en que sea compatible con la conservació n del ecosistema y de la biodiversidad
y que, asimismo, sea sostenible. En este grupo se incluyen las reservas nacionales,
comunales y paisajísticas.
Cuando fueron establecidos, tanto el Manu como en el Huascará n, había presencia humana
antigua. En el primero, como bien se sabe, vivían allí varios grupos indígenas y había
explotació n maderera y caza comercial. En el segundo, gran parte del territorio incluido en
el parque pertenecía y pertenece a comunidades campesinas dedicadas principalmente al
pastoreo. Ademá s, ya había minería y aprovechamiento de recursos hídricos. La categoría
a priori má s adecuada, en ambos casos era, sin duda, la de reserva nacional.
¿Entonces, por qué esas dos á reas protegidas fueron establecidas como parques
nacionales? La respuesta se inserta en la época en que fueron creados. Los que impulsaron
la protecció n de esas á reas conocían bien la diferencia entre las categorías. Pero, debe
llevarse en cuenta que el proceso de crear el Parque Nacional del Manu comenzó en 1965
y el del Huascará n comenzó en 1967 y que fueron establecidos, respectivamente, en 1973
y a mediados de 1975; es decir, al amparo de la Ley Forestal N 014552 de 1963. Esta ley
solamente reconocía la categoría de parque nacional para conservar la naturaleza.
No existía ninguna otra categoría. Cuando en 1967 se creó la Reserva Nacional de
Pampa Galeras se tuvo que doblegar la oposició n de los abogados del Ministerio de
Agricultura, que aceptaron el uso de ese término esencialmente debido al convenio
previamente establecido con la comunidad campesina de Lucanas. Pero fue difícil y, es
importante recordar que esa reserva fue creada apenas por resolució n suprema, no por
decreto, como es de praxis. En el caso de los parques mencionados, el departamento legal
del Ministerio fue drá stico en exigir aplicar la ley vigente. Y la razó n no era apenas formal.
1
Ingeniero Agrónomo, Ingeniero Forestal, Doctor en Ciencias. Profesor Emérito de la Universidad
Nacional Agraria, La Molina.
En efecto, desde que en las décadas de 1940 y 1950 se habló de proteger el Huascará n, se
le citó siempre como un “futuro parque nacional”. Ese título tenía, pues, atractivo popular
y los gobernantes que tomaron la decisió n final de crearlos gustaban de eso.
Valga mencionar que, en los dos parques nacionales anteriores al Manu y al Huascará n, es
decir, Cutervo y Tingo María, creados mediante leyes específicas, también se incluyeron
poblaciones y actividades econó micas en su interior. La propia Ley N 0 13694 que en 1961
creó Cutervo reconocía esas poblaciones y sus actividades econó micas y ordenaba que
estas sean preservadas y promovidas. Los que diseñ aron el Manu consideraron que la
existencia de poblaciones indígenas no contactadas no era obstá culo a la creació n de un
parque dada su integració n con el ecosistema y, en el caso de la por entonces pequeñ a
població n de Tayakome que, ademá s, era nueva en el lugar, se previó desde el primer
momento su traslado a tierras apropiadas fuera del límite del parque i. Eso, como se sabe,
nunca fue realizadoii. En el caso del Huascará n, el dominio del Estado sobre los nevados
era evidente, pero era difícil delimitar donde terminaba este y comenzaba el dominio
comunal. De otra parte, se evitó incluir centros poblados dentro del parque, aunque si
había viviendas aisladas de pastores. Estaba planeado que la minería no aumentaría y que
no se construirían má s carreteras cruzando el parque.
Proteger esas á reas como reservas en lugar de parques hubiera cambiado muy poco desde
el punto de vista de conservació n del patrimonio natural, pues, especialmente en el caso
del Huascará n, el manejo aplicado corresponde a la categoría de reserva mucho má s que al
de parque. La población es consultada y sigue usando el ámbito exactamente como
antaño, las empresas mineras y los mineros ilegales continúan explotando
minerales y ampliando sus actividades y los alcaldes y el gobierno continúan
proponiendo y construyendo carreteras que atraviesan y dañan el parque iii. En el
caso del Manu, los indígenas aculturados han decuplicado su població n y han creado
asentamientos nuevos. Apenas se consiguió , con dificultad, limitar el uso de armas de
fuego, pero, debido al gran crecimiento de la població n, la fauna está sufriendo un fuerte
impacto negativo.
Lo que cambiaría si esos parques fueran reservas es, sin duda, la incomodidad de las
autoridades responsables para explicar la presencia de actividades econó micas donde
estas está n legalmente prohibidas. En efecto, suponiendo que el Huascará n fuera reserva
en lugar de parque, no tendrían que explicar por qué hay vacas y ovejas pastando dentro.
Pero el tema de fondo es que la finalidad precipua de su establecimiento es conservar la
naturaleza. Es decir que, continuando con el caso del Huascará n, las grandes metas de su
gestió n, sea parque o reserva, incluirían sustituir gradualmente la ganadería de origen
europeo por otra más compatible, como la de camélidos nativos; eliminar, reducir o
por lo menos evitar la expansión de la minería y; ciertamente poner coto a la
construcción de carreteras innecesarias que destruyen el paisaje. Eso, ademá s, de
controlar los fuegos e incendios, evitar la caza furtiva, controlar el turismo y el andinismo,
mantener relaciones cordiales con las poblaciones del entorno, etc. Reserva o parque,
parque o reserva, los retos son igualmente enormes y complejos y las tareas a desarrollar
son esencialmente las mismas.
Ocurre que en estos días, a pesar de lo que dispone la legislació n vigente, parece haberse
perdido la ló gica de la creació n de cualquier á rea natural protegida. Estas, sean de uso
indirecto o directo, se crean para conservar muestras de la naturaleza y de la
biodiversidad que contienen. No se crean parques o reservas nacionales para
fomentar la producción agropecuaria o forestal sostenible, ni tampoco para
garantizar derechos sobre la tierra. El Estado tiene otros instrumentos para
eso. Producir café o cacao de modo sostenible, por ejemplo, corresponde a programas o
proyectos de desarrollo rural. Esa no es funció n de un á rea natural protegida. En las á reas
protegidas la producció n agropecuaria, por ecoló gica que pretenda ser, es apenas un mal
necesario tolerado porque no hay otra alternativa para hacer convivir població n y
explotació n de recursos con conservació n.
i
Dourojeanni, Marc y Carlos Ponce. 1978. Los Parques Nacionales del Perú. Incafo, Madrid.
ii
Dourojeanni, Marc. 2016. Revisitando Manu: el parque nacional de buena gestión, pero con amenazas.
Actualidad Ambiental, SPDA, Lima. (http://www.actualidadambiental.pe/?p=55403); Dourojeani, Marc. 2019. Cómo
sería el Manu si no fuese un parque nacional? Actualidad Ambiental, SPDA, Lima.
(http://www.actualidadambiental.pe/?p=54655)
iii
SPDA. 2014. Actualidad Ambiental, SPDA, Lima. Jefe del Sernanp: existen unos 3 mil mineros ilegales en Parque
Nacional Huascarán. (http://www.actualidadambiental.pe/?p=26785) ; SPDA. 2017. Disminuirán sobrepastoreo en
Parque Nacional Huascarán para recuperar cobertura vegetal Actualidad Ambiental, SPDA, Lima.
(http://www.actualidadambiental.pe/?p=45885)
iv
Dourojeanni, Marc. 2018. ¿Producción de cacao y café en áreas naturales protegidas?
Actualidad Ambiental, SPDA, Lima. (https://www.actualidadambiental.pe/?p=52543)