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Ideología, Educación y Políticas Educativas PDF
Ideología, Educación y Políticas Educativas PDF
y políticas educativas
por Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA
Universidad de Oviedo
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Jesús HERNÁNDEZ GARCÍA
ciones que tiene el ser humano, sus pro- (Mannheim, 1987, 35). Mannheim entien-
pias formas de conciencia social. Ocurre de que el pensamiento utópico, aunque
que, cuando se piensa ideológicamente, se puede generar un decidido aliento para
percibe y se reconoce mal la auténtica impulsar el cambio, carece de verdad
realidad, se llega a una falsa conciencia, a objetiva; una verdad que tampoco tienen
concepciones falsas o representaciones las “ideologías”. Ideologías y utopías no
distorsionadas de la misma realidad que son, pues, sino perspectivas limitadas,
nos circunda. Además, las ideas de la parciales y unilaterales, sesgadas.
fuerza dirigente, no sólo material, tam- Mannheim intentará sentar los pilares de
bién intelectualmente hablando, son, asi- una “sociología del conocimiento” que per-
mismo, y en cada época histórica, las mita construir una visión rigurosa de la
ideas dominantes. Escribe, así, Puelles, historia del pensamiento.
que la ideología en Marx conlleva dos sig-
nificaciones: «como “falsa conciencia” y En relación con la formulación de la
como “enmascaramiento” de la realidad» ideología por parte del marxismo y de
(Puelles, 1987, 43). Mannheim, Jerez (1990, 299), por ejem-
plo, señala que, en lo concerniente a la
Por su parte, Mannheim concibe, por utilidad social, en el marxismo se busca
ejemplo, que las ideas no son sin más pro- sobre todo la eficacia política del análisis
ductos de mentes imaginativas, piruetas ideológico, mientras que en Mannheim
creadas en el vacío, sino que amanecen supone un método de investigación de la
dentro de un estilo de pensamiento que se sociología y de la historia científicas.
ha gestado socialmente y que depende de
una determinada realidad social. En todo caso, la ideología, sin duda
Basándose en Marx, Weber y Dilthey, con componentes de lo ya señalado, se
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ses que miran al pasado, interesadas en concepción del mundo, no científica, nor-
mantener el “status quo”, y las utopías, malmente compartida y con influencia en
propias de las clases inferiores, cuyo inte- el propio obrar, como «un conjunto de con-
rés era superar el estado de la organiza- tenidos de pensamiento de una persona o
ción social. Es más, para él, el concepto grupo (…), necesario para la justificación
“ideología” refleja un descubrimiento sur- (o que son justificación) de la dirección de
gido del conflicto político: «los grupos la praxis humana (individual y/o social)»
dominantes pueden estar tan ligados en (García Carrasco, 1985, 67). Flórez, por
su pensamiento a los intereses de una su parte, señala que las ideologías son las
situación que, sencillamente, son incapa- cosmovisiones que, en relación con la vida
ces de percibir ciertos hechos que vendrí- cotidiana, buscan sustituir a las grandes
an a destruir su sentido de dominación» cosmovisiones míticas y religiosas, por lo
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tar (González Hernández, 1999, 20). señala Ortega (1989, 46), la “política edu-
cativa”, viene primariamente dirigida y
2. Ideología y educación condicionada por la perspectiva ideológica
Sin duda, ambos conceptos están y del poder político dominante.
han estado siempre estrechamente vincu-
lados, relacionados. En este sentido, por A lo largo del tiempo, sabemos inclu-
ejemplo, no hemos de olvidar, entre otras so cómo los diferentes grupos políticos
cosas, que en el discurso educativo o han pugnado por ejercer su dominio en el
pedagógico, cualquiera que sea, subyace campo de la educación al socaire y adop-
siempre un discurso de carácter ideológi- tando como resortes sus particulares con-
co, cuando no ocurre que es éste el que cepciones y perspectivas. Especialmente
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en los dos últimos siglos, sabemos tam- fuente de difusión e inculcación de la pro-
bién que cada una de las corrientes inte- pia ideología en la que se sustentan. Los
lectuales o sociales en general, resueltas grupos políticos e ideológicos estructuran
a veces en poder político, alcanzado de y asientan, así, sus actuaciones y progra-
uno u otro modo, se han afirmado en sus mas educativos en los pilares y los presu-
posiciones y modelos ante la educación y puestos ideológicos que les proporcionan
la cuestión escolar —conociendo, además, sus propias concepciones; y además, en no
el poder ideológico del mismo poder peda- pocos casos, la ideología incluso «enmas-
gógico— mediante la asunción y el ampa- cara el carácter de instrumento de la
ro de una u otra ideología; tenidas, ade- dominación social» (Yapur, 1975, 28).
más, en cada caso, como verdad y señera
frente a la supuesta falsedad de las otras. Dentro del concepto de ideología en el
Es más, como ya escribía Chico en los que nos estamos moviendo en estas líne-
años de nuestra transición política, inclu- as, señalábamos ya antes cómo, entre
so la primera consecuencia que se des- otros, Fullat indicaba como uno de sus
prende de cualquier sistema ideológico rasgos el hecho de que las ideologías son
«es la precisión de organizar y estructurar “opiniones”, creencias, convicciones, que
un sistema pedagógico que le ayude a con- no se fundan realmente en ninguna ver-
figurarse conforme al ideal que se pro- dad científica; y también el hecho de que
pugna como preferente y en función al sirven para generar expectativas, además
cual se pretende ordenar la sociedad ente- de motivar y, a menudo, también exacer-
ra» (Chico, 1978, 529). bar los sentimientos, las emociones y
hasta las pasiones. Es más, para Revel,
Cualquier poder político se inviste, o por ejemplo, la ideología es «una cons-
se enmascara, de ideología y, por supues- trucción a priori elaborada antes de y
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to, también la “educación” concreta que pese a los hechos y los derechos, es lo con-
propone o despliega cualquier gobierno trario de la ciencia y la filosofía, de la reli-
afirma, o cree afirmar, sus cimientos en gión y de la moral» (Revel, 2000, 60); pues
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una determinada ideología, para, a partir la ciencia acepta las decisiones de la expe-
de ahí, encaminarse a la consecución de riencia y la ideología las rechaza, la reli-
sus fines específicos. Las ideas acordes gión emana de la fe y la ideología busca
con la visión del mundo que se abraza hacer perfecto el mundo y, mientras que
desde la autoridad investida de poder ins- la moral respeta al ser humano, la ideolo-
titucional son, pues, guías de la acción y gía sólo reina para “destrozarle”. En este
de la actualización de “políticas educati- sentido y dentro de este contexto, incluso
vas” concretas que afectan hondamente a históricamente, no es en absoluto difícil
toda la sociedad. Además de que tales comprobar, aparte de los intereses más o
“políticas educativas”, sabiendo del espa- menos legítimos que puedan subyacer en
cio privilegiado y singular que la educa- un determinado momento, cómo las dife-
ción es para tal fin, pueden ser también rentes opciones políticas, y también socia-
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les, suelen entender las concepciones, ciales que han nutrido y espoleado el pen-
representaciones o “visiones” que se opo- samiento sociopolítico hasta hoy. Cierto
nen a la suyas no sólo como faltas de ver- es, sin embargo, que, fiel siempre al
dad, sino también de justicia, mientras Estado de derecho, las corrientes libera-
que las propias las entienden como justas les, históricamente y en determinados
y siempre verdaderas. momentos, se han escorado más a la dere-
cha o a la izquierda (Fermoso, 1989, 83);
De modo general y teniendo sólo como por lo que, bajo la misma etiqueta “libe-
referencia la educación y la “política edu- ral”, se han ido cobijando, a menudo coe-
cativa”, destacaremos brevemente algu- xistiendo, tendencias, si no contrarias, al
nos rasgos que aquí nos interesan en rela- menos diversas: desde las más extremas
ción con las dos ideologías o las dos gran- fundadas en un conservadurismo y en un
des cosmovisiones que en mayor medida, capitalismo sistemático, en el que, por
y desde una concepción y una perspectiva ejemplo, se sublima el funcionamiento
puramente actuales, alimentan y alien- absoluto de las leyes del mercado; hasta
tan la mayoría de las opciones políticas en la consideración de un liberalismo con
las sociedades y en los países democráti- mayor inclinación hacia las cuestiones
cos como el nuestro: el socialismo y el libe- sociales. En todo caso, el liberalismo pre-
ralismo. fiere «apostar al mérito desplegado por
cada individuo para mejorar las cuestio-
Antes de ello, podríamos, sin embar- nes públicas, y la educación entre ellas»
go, recordar la matización de Revel (2000, (Santarrone y Vittor, 2004, 8).
50) de que, mientras el socialismo sí se
puede considerar ideología, el liberalis- Respecto del propio ámbito educativo,
mo, por el contrario, no. Para el autor las concepciones liberales alientan una
dogma invariable y ajeno al curso de las —con seria preocupación por el gasto
cosas y a los resultados de la acción, sino público, no obstante—, se rechaza el
más bien un conjunto de observaciones monopolio del Estado, nunca asistencia-
sobre unos hechos que ya han acontecido, lista. También es cierto, no obstante,
que ya se han producido. como señala Gómez Pérez, que ello no
implica en absoluto que rechace que «la
Liberalismo. A partir de premisas sociedad sea educada por el Estado. La
más o menos latentes o explícitas en el paradoja se entiende: el liberalismo deja
pensamiento de “ilustrado”, el liberalismo que la sociedad sea educada por el Estado
se ha ido configurando a partir del siglo porque el Estado es él» (Gómez Pérez,
XIX como una de las cosmovisiones esen- 1977, 102). Por supuesto, el liberalismo
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fábricas bajo su forma actual. Régimen «Es probable que algunos rasgos
combinado de la educación con la produc- sean comunes a todas las escuelas
ción material, etc.» (Marx y Engels, 1976, capitalistas del mundo: división en dos
46). Remitiendo a Owen, se muestra, así, redes [formación técnico-profesional,
claramente la idea de la intrínseca rela- formación “intelectual”], separación
ción que siempre han de tener educación escolar que aísla la escuela de la pro-
intelectual y trabajo material y producti- ducción, dominio de la ideología bur-
vo, la unidad dialéctica de trabajo intelec- guesa (...).
tual y manual, la educación por el traba-
jo. La educación también aparece, por La escuela capitalista va unida al
ejemplo, en la tercera de las Tesis sobre capitalismo y debe desaparecer con él
Feuerbach (Marx y Engels, 1985, 107). aunque su transformación no sea cosa
fácil. La fusión del trabajo productivo
En cualquier caso, a partir de las pre- y de la enseñanza, la abolición de las
misas ideológicas del marxismo, se han dos redes de escolarización, colocar en
ido formando las diversas concepciones puestos de mando a la ideología prole-
socialistas sobre la educación y alzado, taria son el blanco en la mira de la
también en nuestros días, las voces con- escuela socialista» (Baudelot y
tra la denominada “escuela capitalista” Establet, 1976, 7-8).
de corte liberal o burgués. Se tiene la con- El siguiente texto matiza y resume,
ciencia de que, en el mundo occidental, la asimismo, muy bien la crítica a la escuela
educación y la escuela, clasistas, han sido capitalista:
causas de desajustes sociales, con sus
implicaciones económicas, morales e ideo- «Como aparato ideológico dentro
lógicas. Los autores de inspiración mar- de un Estado capitalista se suele asig-
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Lerena, Fernández Enguita, etc.) conci- las etapas avanzadas del capitalismo,
ben de este modo la escuela en términos se le añade la de dar a la fuerza de
de su significación social y política; como trabajo las calificaciones y conoci-
reproductora de un orden social, económi- mientos que exige el mercado de tra-
co, cultural e ideológico; como un modo de bajo. A estas dos funciones se le incor-
consolidar el dominio de las clases domi- pora (…) una función discriminatoria
nantes y de reproducción de esa consoli- directamente clasista (…): la “cultu-
dación. A tal efecto, son significativas las ra” y las calificaciones más elevadas
palabras que Baudelot y Establet ponen quedan reservadas por el sistema de
en el prefacio de la edición española de La enseñanza a las clases dominantes,
escuela capitalista en Francia: sirviéndoles como un instrumento
más, y nada despreciable, de domina-
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retos del nuevo siglo, muy distinto en dadanos, la creciente conciencia ecológi-
todos los sentidos del que aún no hace ca, un cierto auge también en la de toma
una década hemos dejado en el camino. de conciencia y de la propia acción de la
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que nos circundaban no hace aún tanto en la que, por ejemplo, la “red” forma ya
tiempo. Al hilo de todo ello, o quizás más parte ineludible de nuestro propio y pecu-
bien por ello, nuestra sociedad se está liar proceso de aprendizaje individual
haciendo cada vez mucho más compleja y (Hartley y Bendixen, 2001)—, y la necesi-
nuestro mundo cada vez más confuso y dad de una «participación crítica respon-
lleno de incertidumbre (Ochoa, 2006, 67). sable para reaccionar ante las nuevas
transformaciones y los desajustes que la
Por todo ello también, muchas de las nueva situación produce» (Naval, 2008,
viejas premisas quizás se estén agotando, 25).
apagando, y quizás sea más necesario que
nunca que hoy en día, y en lo que a la edu- La concreción y el éxito mismo de lo
cación concierne, las “políticas educati- que no dejan de ser, sin embargo, alenta-
vas”, sustentadas en una u otra ideología, doras ideas que sirven para guiar los
que lleven a cabo nuestros políticos hayan fines, incluso para impulsar los medios,
de enfrentar nuevos y decisivos retos para pasa a nuestro entender por las acciones
este nuevo siglo que estamos empezando específicas e inmediatas que las “políticas
a hollar. Sin duda, en este sentido, a la educativas” de uno u otro aliento viertan,
vez que entrañan buena parte de esos entre otros aspectos, en relación con cua-
importantes desafíos, pueden ir también tro cuestiones que, con atinado criterio,
alumbrando el camino de la educación las hace ya algunos años señalaba Bras-
cuatro ideas nucleares del conocido infor- lavsky (1997) como esenciales en la edu-
me de la comisión de la UNESCO presidi- cación de nuestro tiempo: eficiencia, cali-
da por Jacques Delors (1996): aprender a dad, equidad y participación.
conocer, aprender a hacer, aprender a ser
y aprender a convivir; aspecto éste que se En el horizonte educativo de este siglo
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pilares que unos u otros políticos de la han de afrontar los “políticos de la educa-
educación han de afrontar decididamente ción”, y requiere unas “políticas educati-
y con responsabilidad para, más allá de vas” alentadas por el rigor, la seriedad y
las orejeras ideológicas, adaptarlos conve- el conocimiento exhaustivo de los recur-
nientemente a los nuevos tiempos en pro sos, las condiciones y los fines que se per-
de la educación y de la sociedad. siguen; sin olvidar nunca, no obstante,
que el destinatario de esa educación es el
La eficiencia —que a nuestro enten- propio ser humano.
der tiene que ver en último término con el
verdadero valor que, sobre todo a medio y Por otra parte, a los viejos problemas
largo plazo, la educación aporta a la socie- de siempre, el vértigo de nuestro tiempo
dad, en todos los órdenes, y no sólo en el que decíamos antes suma otros muchos
más puramente económico— ha de ser que, con frecuencia, por no saber afron-
una impronta que en estos momentos, a tarlos con decisión, hacen que a menudo
la par que ha de exigirse a sus “políticos se vea seriamente afectada la calidad
de la educación”, sea de la ideología que educativa. La mejora de esa calidad en
sean, exige esa misma sociedad: gestionar nuestro país, en todos los niveles, es sin
adecuadamente los recursos públicos de duda uno de los desafíos que ya no admi-
toda índole para que la educación rinda a ten espera, sea cual sea la ideología o la
la sociedad lo que la sociedad le presta es cosmovisión socioeducativa que impregne
condición ineludible de toda “política edu- el poder político. En nuestro país, no bien
cativa” que se precie de tener validez y de valorado en este sentido, como sabemos,
ser valiosa. Ni que decir tiene que en la en todos los informes internacionales de
educación se sustenta buena parte del los últimos años, conseguido no hace
desarrollo y progreso de cualquier país tanto el sueño ilustrado de la educación
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criterios de “unificación”, etc., son, entre han de procurar dirigirse siempre hacia
otras muchas, cuestiones que a menudo las mayores cotas, hacia los mejores
en nada ayudan a mejorar la calidad de logros; y los encargados de definirlas y de
un sistema educativo con demasiadas llevarlas a cabo, sean de la tendencia que
fallas en su subsuelo. sean, han, ineludiblemente, de afrontar
este reto si se desean fundamentar con
Sin duda, la educación, en sí misma, rigor las bases necesarias para la educa-
ha de estar siempre en crisis, en su senti- ción que requiere el nuevo siglo.
do más prístino de cambio. Es más: es
incluso una necesidad que así sea. Como Pero, obviamente, la calidad y la efi-
un organismo vivo, ha de moverse, de ciencia —antaño, decíamos, divisas de la
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ideología liberal— tienen que ser compa- participación educativa. Si, como, por
tibles con la equidad en la educación, ejemplo, considera Ardoino, podemos esti-
marchamo del pensamiento socialista. Es mar en la educación «una dimensión de la
más, creemos que la calidad y la eficiencia sociedad global, que tiene por principal
educativas han de ser tales de modo espe- objeto preparar al hombre para desarro-
cial y singular por mor y razón de la equi- llar y utilizar de modo óptimo sus condi-
dad. Las posibilidades reales de acceso ciones de existencia» (Ardoino, 1980,
para todos —con independencia de cual- 276), esa sociedad global, cualquiera que
quier otra variable o condición de tipo eco- sea, pero más en una sociedad democráti-
nómico, social, cultural, geográfico, etc.— ca —porque es sobre todo en un contexto
a una educación de calidad ha de ser, sin democrático donde la participación alcan-
duda, una meta ya irrenunciables de za su auténtico relieve y afirma todo su
cualquier “política educativa”, sustentada valor—, ha de participar, de intervenir de
en la concepción que se sustente, en todo algún modo en esa educación tan esencial
Estado de derecho, moderno y democráti- para la persona y para la vida humana;
co. Sobre todo cuando el concepto de equi- entre otras cosas, para garantizar el pro-
dad no puede ser siempre y en todos los pio derecho a la educación. La participa-
casos completamente equiparable con el ción, como cuestión política, en el sentido
concepto igualdad: en una sociedad tan de criterio o de principio político-educati-
compleja como la nuestra y cada vez más vo que en democracia ha de conllevar
diversa, múltiple y multiforme en todos intrínsecamente cualquier posición ideo-
los sentidos, la equidad ha de implicar y lógica, ha de formar, pues, parte de un
suponer también «actuar justamente estilo democrático cuya acción o actuación
teniendo en cuenta las diferencias y ha de tener un carácter instrumental al
obrando diferentemente según sea el caso servicio de la actividad educativa y de los
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Ahí está otro de los verdaderos retos podemos decir que la acción política tien-
que, con independencia de su ideología, de al bien común, y si podemos decir tam-
han de afrontar los políticos de la educa- bién que el principio de la participación
ción en este nuevo siglo; sin caer en abso- social y democrática en educación se ha
luto en la idea de que apostar de modo de estimar hoy como necesario e incues-
decidido por la equidad educativa ha de tionable en las “políticas educativas” de
conllevar indefectiblemente mermas for- una sociedad libre y democrática, sin
zosas en la eficiencia y en la calidad de la duda la participación, aparte de su valor
educación. propio, se ha de entender valiosa para
aquello de lo que y en lo que se participa,
Ahora bien, equidad, calidad y efi- es decir, la propia educación (Hernández
ciencia pueden beneficiarse sin duda de la García, 2001, 64-65). No en balde, ade-
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más de poder coadyuvar a la consecución realice por éstos o por aquéllos, al socaire
de la equidad en todas sus facetas y a la de una u otra cosmovisión, y lejos de otros
corrección de las posibles disfunciones intereses a veces espurios, ha de realizar
que pudieran darse en este sentido, diver- sus acciones y reformas pertinentes con
sas teorías señalan también que la parti- las miras puestas siempre en la educa-
cipación de la sociedad en las decisiones ción que requiere en verdad en nuestro
educativas y en su gestión supone un tiempo una sociedad avanzada y comple-
importante factor de calidad en el ámbito ja; abordando con rigor una educación en
de la educación (Delgado, 1997, 105). la que, creemos, la eficiencia, la calidad,
Asimismo, como también se ha señalado a la equidad y la participación han de poder
menudo, «las políticas educativas que convertirse en sus verdaderas señas de
quieran mantener una eficiencia externa identidad y en los fundamentos necesa-
e interna alta (…) deben permitir la par- rios e ineludibles para, a su través, lograr
ticipación de los grupos sociales que se también una sociedad cada vez mejor,
consideren necesarios para poder explici- más justa, más libre y más solidaria. Y
tar mejor las expectativas sociales respec- todo ello, independientemente del consen-
to de la educación» (Gutiérrez Moar et al., so o del disenso educativo, ambos posibles
2001, 11). y legítimos en una sociedad democrática;
si bien es cierto, como señala Puelles
De ahí, por tanto, que podamos consi- (2006, 81), que, en lo que atañe a la edu-
derar la participación como un problema cación y a la enseñanza, si se quiere que
que también han de acometer decidida- los modelos y las reformas perduren, son
mente las “políticas educativas” de nues- necesarios la transacción y el consenso en
tro tiempo que lleven a cabo unos u otros, los aspectos fundamentales.
y como un importante desafío que esas
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Summary:
Ideology, Education and Educational
Policies
After a short reflection on the concept
of ideology, this paper considers the con-
cept of education and the contributions of
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