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Manuel Fal Conde, predecesor de Valiente, también trató de evitar la declaración de libertad religiosa
del Concilio, ya que la unidad católica de España constituía una de las principales reivindicaciones
históricas del carlismo, iniciando una Cruzada de oraciones y de misas110 y convocando, como
presidente de la Editorial Católica Española, un concurso para premiar un libro sobre la unidad católica
como fundamento político-social de España, que ganaría en 1965 Rafael Gambra.111112
Carlos Hugo
Después de 1965 comenzó la etapa de profundo cambio ideológico de una parte del carlismo,
impulsado por sectores de la organización universitaria AET y la obrera MOT influidos por los cambios
producidos en la Iglesia Católica a raíz del Concilio Vaticano II. Se empezaba a gestar así un giro hacia
la izquierda que se vio refrendado por el ascenso de José María de Zavala a la secretaría general del
carlismo javierista en 1966. Ese mismo año el procurador en Cortes José Ángel Zubiaur exigía la
anulación del Decreto de Derogación del Concierto Económico de Vizcaya y Guipúzcoa durante
los actos de Montejurra,114 mientras en un sector de la juventud carlista de las Provincias
Vascongadas y Navarra se producía un acercamiento a las posiciones del nacionalismo vasco. En este
proceso sería especialmente determinante la actividad de la secretaría del príncipe Carlos Hugo, que
promovió el cambio ideológico en sentido progresista, ante la perplejidad de muchos carlistas
veteranos, que enviaron numerosas cartas a Don Javier para que la Comunión Tradicionalista
mantuviese sus principios.115 Sin embargo, los secretarios de Carlos Hugo, que de acuerdo
con Ricardo de la Cierva crearían el mito de Carlos Hugo como príncipe socialista,116 afirmarían
desvincularse del carlismo en 1967 cuando, según La Cierva, Carlos Hugo «volvió al integrismo».116
No obstante, ante la designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco y la expulsión de
España en 1968 de Carlos Hugo y Javier, el sector progresista de la Comunión Tradicionalista, con
Carlos Hugo a la cabeza, aceleró su cambio ideológico al socialismo autogestionario,117118 en medio
de una profunda división entre la militancia entre tradicionalistas y partidarios del cambio, logrando
estos últimos la expulsión de José María Valiente.119 En 1971 la junta de gobierno carlohuguista
reconoció abiertamente su oposición al régimen franquista y el en Congreso del Pueblo Carlista se
cambió la denominación de Comunión Tradicionalista por la de Partido Carlista, abandonando el
calificativo de tradicionalista que definía a los carlistas desde hacía un siglo. Incluso hubo intentos de
lucha armada dentro del nuevo carlismo de izquierdas protagonizados por los GAC, pequeña
agrupación desarticulada por la policía en 1972120 que colaboró con ETA y atentó contra el periódico
carlista tradicionalista El Pensamiento Navarro. En el congreso federal de 1972, el Partido Carlista se
definió como un partido de masas, de clase, democrático, socialista y monárquico federal.121 El nuevo
Partido Carlista se incorporó a la Junta Democrática de España y después de abandonarla a
la Plataforma de Convergencia Democrática.
Poco después de que el pretendiente Don Javier sufriera un accidente de automóvil, este otorgó
plenos poderes a su hijo, Carlos Hugo de Borbón-Parma, para dirigir el partido, y el 20 de abril de 1975
abdicó en él. Durante estos años, el Secretario Federal de Organización del Partido Carlista fue el
periodista Carlos Carnicero.
El cambio ideológico de Carlos Hugo fue uno de los factores que produjo el retraimiento progresivo de
la base popular carlista, que ya no sabía a qué atenerse.8 Los carlistas de mayor edad y los
excombatientes requetés, junto con los jóvenes tradicionalistas, dejaron de participar en la
concentración anual de Montejurra (Vía Crucis instituido en memoria de los requetés muertos en la
Guerra Civil),123 como constata el gran descenso en el número de participantes (de casi 100.000 en la
década de 1960 a unos 5.000 a inicios de los 70).124
Los partidarios de Carlos Hugo se propusieron asimismo realizar una reinterpretación histórica del
carlismo, defendida principalmente por el periodista José Carlos Clemente, en la que también
colaboraron otros militantes del partido como Evaristo Olcina, Fernando García Villarrubia y María
Teresa de Borbón Parma.125 Según esta reinterpretación, el carlismo habría sido siempre «un
movimiento eminentemente popular y anticapitalista contrario al oligárquico y centralista Estado
liberal».126
Don Javier, sin embargo, abdicó sus derechos en Carlos Hugo en abril de 1975.128 El nuevo
pretendiente no quiso contestar a las exigencias de los tradicionalistas, por lo que en julio se
declararon desvinculados de su obediencia en una última carta a Don Carlos Hugo.129 En septiembre
sería Sixto Enrique quien acusaría su hermano de haber abandonado los principios carlistas,
negándose a reconocerlo como rey de los carlistas y declarándose Abanderado de la Comunión
Tradicionalista por «lealtad al pueblo carlista», sin asumir derechos dinásticos que no lo
correspondían.130
En julio de 1975 afirmaron formalmente haber reactivado la Comunión Tradicionalista,121 que tuvo
fuerza en Sevilla, Valencia y otras zonas, pero no logró atraerse a los sectores tradicionalistas
escindidos del carlismo con anterioridad, como RENACE. Otra parte de los carlistas disconformes con
la postura de Carlos Hugo formarían partidos como Unión Nacional Española —que reconoció a Juan
Carlos como rey tradicionalista—, Partido Social Regionalista (Unión Institucional), Agrupación de
Juventudes Tradicionalistas o se integrarían en partidos franquistas como Fuerza Nueva.
Tras la muerte de Franco, los carlistas tradicionalistas colaboraron con Fuerza Nueva y llegaron a
enfrentarse con los seguidores de Carlos Hugo en los actos de Montejurra de 1976, en lo que
comúnmente se denominó como los «Sucesos de Montejurra», que se saldó con la muerte a balazos
de dos partidarios de Carlos Hugo (Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos) y varios
heridos. En sentencia de la Audiencia Nacional de 5 de noviembre de 2003 se reconoció a los dos
asesinados como «víctimas del terrorismo», remitiéndose a la Sentencia dictada por el Tribunal
Supremo de 3 de julio de 1978, siéndole entregada a una de sus viudas la Medalla de Oro de Navarra.
Los responsables de estos hechos se beneficiaron de la amnistía de 1977 y quedó extinguida su
responsabilidad penal. En 1978 ETA asesinó a José María Arrizabalaga, jefe de la Juventud de la
Comunión Tradicionalista en Vizcaya, como represalia por los sucesos de Montejurra y con el objetivo
de neutralizar al carlismo tradicionalista en el País Vasco y Navarra.
En 1978 el Partido Carlista pediría el voto positivo para la Constitución Española. En las elecciones de
1979 el propio Carlos Hugo encabezó la candidatura del Partido Carlista en Navarra, donde consiguió
19.522 votos (7,7 %) pero ningún escaño.134 Ante el fracaso electoral, en noviembre de 1979 renunció
a la presidencia del partido y en abril de 1980 se dio de baja en la organización, abandonando la
política activa. Según Isidre Molas, tras una entrevista con el rey Juan Carlos en 1979, Carlos Hugo
anunció también que dejaba de reclamar sus supuestos derechos dinásticos.135
Las personas enumeradas a continuación son algunas de las víctimas carlistas de la banda
terrorista ETA, asesinadas o heridas gravemente, durante la Transición:138