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El carlismo ante el Concilio Vaticano Segundo [editar]

Ante el proyecto de ley de libertad de cultos del ministro de Exteriores Fernando María


Castiella anunciado en 1962, y frente a las nuevas tendencias modernistas en el seno de la Iglesia que
promovían el principio de libertad religiosa al iniciarse el Concilio Vaticano Segundo, en mayo de 1963
el jefe delegado de la Comunión Tradicionalista José María Valiente y los jefes regionales redactaron
un manifiesto en defensa de la «Unidad Católica de España» en nombre del rey Javier.109

Manuel Fal Conde, predecesor de Valiente, también trató de evitar la declaración de libertad religiosa
del Concilio, ya que la unidad católica de España constituía una de las principales reivindicaciones
históricas del carlismo, iniciando una Cruzada de oraciones y de misas110 y convocando, como
presidente de la Editorial Católica Española, un concurso para premiar un libro sobre la unidad católica
como fundamento político-social de España, que ganaría en 1965 Rafael Gambra.111112

La promulgación final el 7 de diciembre de 1965 de la declaración Dignitatis humanae por parte de la


Iglesia supuso un fuerte revés para la dirección de la Comunión Tradicionalista, que se vio privada de
parte de su sostén ideológico en la doctrina católica. Aun así, gran parte de los carlistas siguió
reivindicando la unidad católica de España, y varios procuradores tradicionalistas en las Cortes
franquistas, como el barón de Cárcer, José Luis Zamanillo, José María Codón, Miguel Fagoaga, Lucas
María de Oriol, Agustín de Asís Garrote o Agustín de Bárcena, se opusieron a la aprobación de la Ley
de libertad religiosa de 1967.113

El carlismo socialista autogestionario y la división ideológica del


movimiento[editar]

Carlos Hugo

Después de 1965 comenzó la etapa de profundo cambio ideológico de una parte del carlismo,
impulsado por sectores de la organización universitaria AET y la obrera MOT influidos por los cambios
producidos en la Iglesia Católica a raíz del Concilio Vaticano II. Se empezaba a gestar así un giro hacia
la izquierda que se vio refrendado por el ascenso de José María de Zavala a la secretaría general del
carlismo javierista en 1966. Ese mismo año el procurador en Cortes José Ángel Zubiaur exigía la
anulación del Decreto de Derogación del Concierto Económico de Vizcaya y Guipúzcoa durante
los actos de Montejurra,114 mientras en un sector de la juventud carlista de las Provincias
Vascongadas y Navarra se producía un acercamiento a las posiciones del nacionalismo vasco. En este
proceso sería especialmente determinante la actividad de la secretaría del príncipe Carlos Hugo, que
promovió el cambio ideológico en sentido progresista, ante la perplejidad de muchos carlistas
veteranos, que enviaron numerosas cartas a Don Javier para que la Comunión Tradicionalista
mantuviese sus principios.115 Sin embargo, los secretarios de Carlos Hugo, que de acuerdo
con Ricardo de la Cierva crearían el mito de Carlos Hugo como príncipe socialista,116 afirmarían
desvincularse del carlismo en 1967 cuando, según La Cierva, Carlos Hugo «volvió al integrismo».116
No obstante, ante la designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco y la expulsión de
España en 1968 de Carlos Hugo y Javier, el sector progresista de la Comunión Tradicionalista, con
Carlos Hugo a la cabeza, aceleró su cambio ideológico al socialismo autogestionario,117118 en medio
de una profunda división entre la militancia entre tradicionalistas y partidarios del cambio, logrando
estos últimos la expulsión de José María Valiente.119 En 1971 la junta de gobierno carlohuguista
reconoció abiertamente su oposición al régimen franquista y el en Congreso del Pueblo Carlista se
cambió la denominación de Comunión Tradicionalista por la de Partido Carlista, abandonando el
calificativo de tradicionalista que definía a los carlistas desde hacía un siglo. Incluso hubo intentos de
lucha armada dentro del nuevo carlismo de izquierdas protagonizados por los GAC, pequeña
agrupación desarticulada por la policía en 1972120 que colaboró con ETA y atentó contra el periódico
carlista tradicionalista El Pensamiento Navarro. En el congreso federal de 1972, el Partido Carlista se
definió como un partido de masas, de clase, democrático, socialista y monárquico federal.121 El nuevo
Partido Carlista se incorporó a la Junta Democrática de España y después de abandonarla a
la Plataforma de Convergencia Democrática.

Poco después de que el pretendiente Don Javier sufriera un accidente de automóvil, este otorgó
plenos poderes a su hijo, Carlos Hugo de Borbón-Parma, para dirigir el partido, y el 20 de abril de 1975
abdicó en él. Durante estos años, el Secretario Federal de Organización del Partido Carlista fue el
periodista Carlos Carnicero.

El carlismo durante la Transición[editar]


El 11 de junio de 1975 el Partido Carlista, en colaboración con otras fuerzas antifranquistas como
el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Nacionalista Vasco, funda la Plataforma de
Convergencia Democrática.122

Sixto Enrique de Borbón

El cambio ideológico de Carlos Hugo fue uno de los factores que produjo el retraimiento progresivo de
la base popular carlista, que ya no sabía a qué atenerse.8 Los carlistas de mayor edad y los
excombatientes requetés, junto con los jóvenes tradicionalistas, dejaron de participar en la
concentración anual de Montejurra (Vía Crucis instituido en memoria de los requetés muertos en la
Guerra Civil),123 como constata el gran descenso en el número de participantes (de casi 100.000 en la
década de 1960 a unos 5.000 a inicios de los 70).124

Los partidarios de Carlos Hugo se propusieron asimismo realizar una reinterpretación histórica del
carlismo, defendida principalmente por el periodista José Carlos Clemente, en la que también
colaboraron otros militantes del partido como Evaristo Olcina, Fernando García Villarrubia y María
Teresa de Borbón Parma.125 Según esta reinterpretación, el carlismo habría sido siempre «un
movimiento eminentemente popular y anticapitalista contrario al oligárquico y centralista Estado
liberal».126

Un sector del carlismo encabezado por Raimundo de Miguel, Juan Sáenz-Díez y José Arturo Márquez


de Prado no reconoció a Carlos Hugo como rey legítimo por no aceptar este la doctrina tradicionalista.
En abril de 1975, un grupo de personalidades carlistas enviaron una carta a Don Javier manifestando
su discrepancia con la desviación por parte del príncipe Carlos Hugo del pensamiento carlista
tradicional condensado en el lema de «Dios, Patria, Fueros y Rey» y la nueva línea «del
llamado partido carlista». Ante el silencio del pretendiente, le enviaron una segunda carta, redactada
por Raimundo de Miguel, en la que se acusaba al partido carlista «aconfesional, democrático, liberal y
socialista» no solo de haber hecho tabula rasa del pensamiento y la historia del carlismo, sino de
haberla querido interpretar con los puntos de vista de «sus seculares enemigos». La carta era un
intento a la desesperada de que el pretendiente pusiera remedio a la situación que había producido el
retraimiento de las masas carlistas y amenazaba con hacer desaparecer el movimiento.127

Don Javier, sin embargo, abdicó sus derechos en Carlos Hugo en abril de 1975.128 El nuevo
pretendiente no quiso contestar a las exigencias de los tradicionalistas, por lo que en julio se
declararon desvinculados de su obediencia en una última carta a Don Carlos Hugo.129 En septiembre
sería Sixto Enrique quien acusaría su hermano de haber abandonado los principios carlistas,
negándose a reconocerlo como rey de los carlistas y declarándose Abanderado de la Comunión
Tradicionalista por «lealtad al pueblo carlista», sin asumir derechos dinásticos que no lo
correspondían.130

En julio de 1975 afirmaron formalmente haber reactivado la Comunión Tradicionalista,121 que tuvo
fuerza en Sevilla, Valencia y otras zonas, pero no logró atraerse a los sectores tradicionalistas
escindidos del carlismo con anterioridad, como RENACE. Otra parte de los carlistas disconformes con
la postura de Carlos Hugo formarían partidos como Unión Nacional Española —que reconoció a Juan
Carlos como rey tradicionalista—, Partido Social Regionalista (Unión Institucional), Agrupación de
Juventudes Tradicionalistas o se integrarían en partidos franquistas como Fuerza Nueva.

Tras la muerte de Franco, los carlistas tradicionalistas colaboraron con Fuerza Nueva y llegaron a
enfrentarse con los seguidores de Carlos Hugo en los actos de Montejurra de 1976, en lo que
comúnmente se denominó como los «Sucesos de Montejurra», que se saldó con la muerte a balazos
de dos partidarios de Carlos Hugo (Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos) y varios
heridos. En sentencia de la Audiencia Nacional de 5 de noviembre de 2003 se reconoció a los dos
asesinados como «víctimas del terrorismo», remitiéndose a la Sentencia dictada por el Tribunal
Supremo de 3 de julio de 1978, siéndole entregada a una de sus viudas la Medalla de Oro de Navarra.
Los responsables de estos hechos se beneficiaron de la amnistía de 1977 y quedó extinguida su
responsabilidad penal. En 1978 ETA asesinó a José María Arrizabalaga, jefe de la Juventud de la
Comunión Tradicionalista en Vizcaya, como represalia por los sucesos de Montejurra y con el objetivo
de neutralizar al carlismo tradicionalista en el País Vasco y Navarra.

Emblema del Partido Carlista.


A la llegada de la Transición, el Partido Carlista, que tenía 8.500 militantes[cita requerida] en 1977, no
pudo participar con sus siglas en las primeras elecciones al parlamento español, por no llegarle el
reconocimiento a tiempo. Sin embargo, se presentó por Navarra bajo la plataforma electoral
«Montejurra (Fueros-Autonomía-Socialismo-Autogestión)» y a pesar de la intensa campaña electoral,
no logró ningún diputado,131 obteniendo solo 8.451 votos en Navarra (3,57 %),132133 mientras
que Alianza Foral Navarra —partido formado por carlistas tradicionalistas que acabaría integrándose
en AP y UPN— logró 21.900 (8,47 %), quedándose también sin representación en el Congreso.132133

En 1978 el Partido Carlista pediría el voto positivo para la Constitución Española. En las elecciones de
1979 el propio Carlos Hugo encabezó la candidatura del Partido Carlista en Navarra, donde consiguió
19.522 votos (7,7 %) pero ningún escaño.134 Ante el fracaso electoral, en noviembre de 1979 renunció
a la presidencia del partido y en abril de 1980 se dio de baja en la organización, abandonando la
política activa. Según Isidre Molas, tras una entrevista con el rey Juan Carlos en 1979, Carlos Hugo
anunció también que dejaba de reclamar sus supuestos derechos dinásticos.135

La Comunión Tradicionalista reconstituida sería legalizada en 1977 y pidió votar no a la Constitución


española de 1978136 junto con otras fuerzas de extrema derecha que calificaron el texto constitucional
como peligroso para «la unidad nacional, la religión y la moral, la integridad de la familia, la educación
cristiana, la armonía de las empresas, la seguridad del trabajo y del salario y el nivel de vida del pueblo
español».137 La Comunión Tradicionalista se presentó a las elecciones generales de 1979 junto
con Fuerza Nueva en la coalición Unión Nacional, obteniendo un escaño por Madrid que ocupó Blas
Piñar.

Víctimas tradicionalistas de ETA en la Transición [editar]

Las personas enumeradas a continuación son algunas de las víctimas carlistas de la banda
terrorista ETA, asesinadas o heridas gravemente, durante la Transición:138

•Víctor Legórburu Ibarreche: (+ 9 de febrero de 1976).


Alcalde de Galdácano, de ideas tradicionalistas.

•Esteban Belderrain Madariaga: (+ 16 de marzo de 1978).


Exteniente de alcalde de Castillo y Elejabeitia (Artea, Vizcaya), era cobrador de la autopista Bilbao-
Behobia. Dispuesto a organizar el carlismo en Arratia, colaboraba también con Fuerza Nueva.

•Javier Jáuregui Bernaola: (+ 8 de julio de 1978).


Dueño de un bar y juez de paz de Lemona. Colaboraba con los tradicionalistas. En determinados días
colocaba la bandera española en la puerta de su bar.

•Elías Elexpe Astondoa: (+ 25 de noviembre de 1978).


Taxista de Amorebieta. Era tradicionalista.

•José María Arrizabalaga Arcocha: (+ 27 de diciembre de 1978).


Jefe de las Juventudes Tradicionalistas de Vizcaya. Asesinado en Ondárroa.

•Jesús Ulayar Liciaga: (+ 27 de enero de 1979).


Alcalde de Echarri-Aranaz (Navarra). Se le conocía por sus ideas tradicionalistas carlistas.139

•Luis María Uriarte Alzáa: (+ 5 de octubre de 1979).


De conocida familia carlista de Durango. Fue alcalde de Vedia y por ello perteneció al Consejo
Provincial del Movimiento. Carlista de convicción, era asiduo a los actos de Montejurra.140

•Eloy Ruiz Cortadi: (herido grave el 16 de marzo de 1976).


Hijo del capitán del Tercio de Begoña, Eloy Ruiz Aramburu, era el cabeza de los carlistas vizcaínos que
reconocieron a Don Juan. Lo tirotearon en Portugalete cuando iba a dejar a su novia en casa, en su
coche Mini Morris. Se exilió a Galicia.138

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