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G. Belaga: Cómo se construye un caso clínico.

Transcripción: Raúl Solari.


Clase 1

Hoy nos vamos a dedicar al problema de la construcción del Caso. Para esto vamos a ir
trabajando un articulo de Eric Laurent, que está en una publicación del Instituto del
Campo Freudiano de España, el Cuaderno de Psicoanálisis Nº 23. Voy a ir
comentándolo lentamente porque pienso trabajarlo punto a punto. Justamente, el plantea
un Malestar que recorre desde el modelo freudiano al problema de la presentación de
casos en Lacan al final de su enseñanza. Y el artículo resume todo ese arco, es decir que
es un trabajo bastante arduo el que hace.
Del mismo modo que no hay en el psicoanálisis metalenguaje, tampoco hay la
presentación del caso desvinculada de cómo uno analiza, o sea que como se presenta el
caso, se practica. De ahí que al principio escribir el caso es difícil, de la misma manera
que interrumpir una sesión al principio es difícil. O qué preguntar, etc, etc. Es la misma
dificultad que uno tiene: que preguntar, qué escribir, que es lo importante, qué no lo es.
Bueno, de la misma manera uno encuentra la dificultad de escribir el caso, qué pongo,
qué no pongo, con qué lógica lo coloco, etc. Tampoco en psicoanálisis hay un modelo,
no tenemos un modelo epistemológico: “Este es el modo en el que se presenta un caso”.
No hay tal modelo, porque eso es situarse en el lugar del ideal: “yo sé como ustedes
tienen que pensarlo”. Más bien se trata de ver desde qué lógica se construye.
¿Por qué no hay un modelo? Porque no hay un modelo para la transferencia y uno
construye los casos en relación a la transferencia del tratamiento y porque no hay un
modelo para lo real en juego en el psicoanálisis. La ciencia puede plantear “así es como
se debe hacer un caso”. La medicina dice: usted pregunta primero esto, luego palpa,
después sigue por acá, construye el caso y luego hace serie. El psicoanálisis no reconoce
ni ese modelo ni la serie. Tenemos justamente eso que nos cuestiona la ciencia, el
modelo del caso único. Hacer como nosotros hacemos en el espacio de casuística los
viernes, presentando cinco casos y hacer una investigación que nos puede llevar todo un
año perfectamente, para la medicina hacer cinco casos no es casuística, para la
estadística no significa nada.
Qué es lo primero que uno plantea ante cualquier caso: todo gira, me parece, en inscribir
la contingencia. Es decir que uno cuando trata de ubicar el motivo de consulta tiene que
ver con cómo se inscribe la contingencia y cómo se conecta esa contingencia con el
antes y el después. Es lo que dice Lacan respecto de la psicosis: buscar el momento del
desencadenamiento. Si uno no se orienta por el momento del desencadenamiento, de esa
ruptura de la cadena simbólica, se pierde. Recuerden las presentaciones de enfermo, en
las que nos podríamos quedar horas y horas escuchando, se trata de orientarse frente a
eso. Por eso el modelo de las presentaciones de enfermos también es un buen modelo
par ver cómo se construye el caso.
Eric Laurent, ubica algo bastante discutido y comentado por la literatura, que hay como
una crisis del relato. Esta crisis del relato comienza a partir de la primera guerra mundial
(estoy hablando del relato en general) porque es la crisis del relato romántico o épico, en
sentido de que la guerra de trincheras y la técnica rompió todo el relato épico. Alguien
se salva porque tiene suerte, cualquiera que escucha relatos de la primera guerra escucha
cosas como que alguien se salvó porque llevaba una medallita pero resulta que muchos
otros llevaban esa misma medallita y terminaron destrozados. Se rompió la épica del
relato y tiene que ver con la ruptura del romanticismo. Romanticismo en el que se
abrevó Freud, porque la narrativa freudiana es la narrativa de Goethe. Esto se da en los
primeros casos de Freud, y se rompe justamente después de que empieza la primera
guerra mundial, aparecen las neurosis de guerra, viene el hombre de los lobos, como el
último caso romántico, ligado a la literatura romántica y luego viene otro modo de
presentar casos, de construir casos en psicoanálisis. Ya no es la monografía exhaustiva
de Dora, del Hombre de las Ratas. Me parece que nuestra construcción de una narrativa
del caso está en ese contexto del problema de narrar en general de la época. Es el
problema de la época de la ciencia y de la técnica. Justamente el psicoanálisis cuando
relata casos tiene la tensión entre lo que sería la narración y la ciencia o lo que Lacan
llama la retórica y el matema. Uno puede hacer todo un caso de axiomas “el otro se
dirige a Otro, y el Otro goce y el objeto a, etc” pero, esto cómo se diferencia del caso de
al lado? Me parece entonces que hay cierto arte en articular relato con matematización,
lo que sería la anécdota con el matema. Cierto arte porque siempre está esa tensión. Hay
casos demasiado matematizados que no se sabe qué están diciendo y hay casos
demasiado anecdóticos en los que no se sabe cómo diferenciarlos de una novela de la
tarde. Y siempre estamos en eso: o lo hago muy novelesco que parece hasta obsceno o
se elude esto vía la matematización. Bueno, esto es porque el psicoanálisis no es una
ciencia exacta, entonces no hay el caso objetivo. Que no haya el caso objetivo, que no
haya el caso puramente matema no quiere decir que no haya tipos de síntomas, que no
haya un universal, que no haya la posibilidad de decir que este caso se inscribe en este
tipo de síntomas.
Entonces, la primera cuestión sería ¿cómo articular la contingencia, eso particular,
articulado a los distintos tipos de síntomas del caso? Entonces es ir ubicando particular
con universal. Este particular con lo universal, cómo lo trabaja Miller? Miller trabaja el
problema del nominalismo y el realismo. Por eso con espíritu de investigación me voy a
referir a este libro de editorial Paidós, que se llama “Los inclasificables de la clínica
psicoanalítica”. Aquí sitúa que el problema de la inscripción y los tipos de síntomas es
el problema de la clasificación en general. Ustedes saben que Freud hizo una
clasificación, desde un estándar, el estándar kraepeliniano. El uso que hizo de la
psiquiatría Freud fue ubicar lo más seguro que tiene de la clínica, en el sentido de que
uno cuando construye el caso en las primeras entrevistas, ubica el diagnóstico, lo que
permite ubicar cierta seguridad de operación y es lo que Lacan plantea como la
envoltura formal del síntoma.
Rápidamente en las entrevistas preliminares uno está construyendo el caso. Hay un
estándar freudiano que es la clínica psiquiátrica que toma de Kraepelin, neurosis,
psicosis y perversión. Ese es un estándar, una clasificación, que no habla de lo particular
del sujeto, habla de los tipos de síntoma. O sea que nosotros tenemos esa clasificación y
luego Miller dice “hay un inclasificable”, y toma lo inclasificable del lado de la lógica
de los conjuntos de Rusell. El ejemplo es lo que dijo Borges en relación a las
bibliotecas: dónde está el catálogo de las bibliotecas, si el catálogo tiene que ir a una
biblioteca o tiene que quedar por fuera de las bibliotecas. Porque entonces sería ir a
buscar el catálogo de todas las bibliotecas, se entiende. Si lo pongo en otra biblioteca
tengo que hacer otro catálogo que incluya ese catálogo. Bueno, ese es el sujeto
inclasificable.
Otra cosa es lo indiscernible, que es cuando uno no hace diagnóstico. A veces se
confunde: esto es inclasificable porque es indiscernible. Y hay que saber distinguir
indiscernible, cuando no hacemos diagnóstico y entonces: prudencia. Y lo
“inclasificable” que es el sujeto como inclasificable. Por la organización libidinal de ese
sujeto. La envoltura formal del síntoma puede ser histeria, perversión, psicosis pero su
fijación libidinal es inclasificable. Lo inclasificable apunta a lo libidinal de cada uno.
No a lo indiscernible. Por ejemplo el Hombre de los Lobos es indiscernible para
algunos, toman un rasgo y dicen psicosis, otros dicen borderline. Justamente Freud
venía con ese estándar kraepeliniano y ahí se le terminó el estándar. Hay un estándar
clínico: Dora (histeria), Juanito (fobia), el Hombre de las Ratas (obsesión), Schreber
(psicosis). Después del historial del Hombre de los Lobos no escribió ninguno más, hay
un efecto a partir de este encuentro en relación a la ruptura de los estándar. Incluso si
ustedes leen el historial del Hombre de los Lobos, Freud consigna que Kraepelin lo
había evaluado como una psicosis maníaco depresiva. Con lo cual ya tenemos algo que
no había aparecido hasta ahora y es que todos los trastornos bipolares pasan a ser
indiscernibles. Uno construye, va haciendo un relato en donde va tratando de ubicar el
caso en términos de los síntomas, rituales, o conversiones, o agorafobia. Pero el
problema es lo contingente, lo inclasificable. Es la diferencia entre un caso objetivo, ese
caso ideal que corresponde a ese estándar, donde se muestra cada uno de sus
fenómenos, y el caso en donde aparece un agujero de sentido, o lo inclasificable, donde
algo se fuga en relación a esa cuestión. Y es el momento más difícil de escribir, porque
uno cree que tiene que mostrar el caso redondo y llevarse el aplauso de la gente. La
importancia de la transmisión de lo inclasificable es lo que trasmite, y de donde uno
aprende.
Miller va a decir entonces dos cuestiones. Que toda clínica tiene dos momentos, uno
nominalista en sentido de lo particular. La persona llega y nosotros la escuchamos. Lo
nominalista es que él mismo llega y nombra cuál es el problema. Y es algo interesante
en relación al problema de la verdad en los casos, porque el analizante cuando le habla
al analista quiere verificarse. En cualquier consulta medica el paciente se verifica: a mí
me pasa esto, y te mira. O el analizante, aunque no mire se verifica. Si uno hace silencio
rápidamente hace de ese enunciado otro lugar de enunciación: “me entendió? Soy claro?
Bueno quizás no es esto”, empieza a haber una dialectización en esa verificación que
trae el paciente y que el silencio interpreta. Por eso interpreta. Cuando el paciente habla,
“es esto” y uno se queda callado rápidamente eso envía a otra enunciación: bueno,
quizás no es tan así. Eso es lo difícil de situar en el caso porque ningún caso va a
plantear la verdad del caso. Sino que uno trasmite la verificación, lo que quiere verificar
el analizante, a veces, o uno como caso. Ese es el lado nominalista, en el que cada uno
se nombra.
Esto lleva a otra cosa, cada uno se nombra de cualquier manera o sea que todo el mundo
se nombra y entonces cada uno es algo particular, singular y todo es un relativismo? Ese
es el otro lado de la cuestión. O sea que no es todo un semblante, no es cada caso es
particular, sino que existe lo real de la estructura. O sea que existe realmente la psicosis
y existe la neurosis y hay algo de lo real del lenguaje. Es el lado realista. Entonces hay
un momento nominalista en la clínica y es necesario, porque si no el psicoanálisis no
existe sin ese momento y el final de análisis es un momento nominalista. El Synthome
de Joyce es el nominalismo, o esa diferencia que hace Freud entre síntoma y arte o lo
que dice Lacan del síntoma como artificio, es un momento nominalista. El síntoma
como algo particular. Pero también existe el momento estructuralista, que es el
momento realista, el de la estructura, donde evidentemente uno no puede decir cualquier
cosa. Y por qué no se puede decir cualquier cosa? Porque tiene en cuenta el realismo de
la estructura. Si el paciente no lo sabe lo sabemos nosotros. Y por supuesto, desde el
narcisismo soy yo solo y diferente al resto.
Pero nosotros tenemos el momento nominalista y el momento realista, y los casos
deberían ubicar algo de esto.
¿Cuál ha sido la evolución del modelo freudiano hasta Lacan? Por una parte es esto que
les comentaba antes, el relato del caso freudiano toma la novela romántica de iniciación
como modelo. Incluso ese modelo freudiano, ustedes saben que fue muy leído en la
literatura y el psicoanálisis pasó a la literatura influenciándola en el modelo de escritura
de la novela, el modo freudiano de escribir. De ahí que, por ejemplo el psicoanálisis en
EEUU es principalmente leído en las facultades de literatura. Los lacanianos
estadounidenses no son clínicos en la gran mayoría, pertenecen a los departamentos de
literatura de las universidades norteamericanas.
¿Cuándo cambia el gusto del relato del caso? Cambia en dos momentos. Por un lado
esto que les situaba, esta contingencia en relación a la crisis de la narrativa con la
irrupción de la técnica en la vida de las personas a partir de la 1º guerra mundial. Porque
saben que fue la primera guerra en donde hubo tanques, irrupción de la técnica que
rompía cualquier narrativa. Si antes los caballeros en la edad media decían “voy a pelear
por la dama” y “escribían sobre el arte de la espada”, ahora llegaban los tipos a caballo,
aparecía un tanque y los volaba por el aire y no había ningún arte, sino “apunten –
fuego”. Y ni hablar con la bomba atómica, o el holocausto o Shoa como corresponde
decir. De ahí que algunos preguntaban si después de Auschwitz podía haber una
narrativa. Aparece el problema del testimonio, si el testimonio ubica algo de lo real o
no, ustedes saben que Agamben hace todo un estudio de los testimonios de los
sobrevivientes de Auschwitz, del modo en que testimonian sobre lo mortífero. Eso no
está muy lejos del psicoanálisis, porque en el pase se trata de ver cómo uno construye
una narrativa de una catástrofe. Uno entra al análisis con una tragedia y hace de esa
tragedia, al final del análisis una comedia.
El final de análisis es una buena historia.
Otro punto que cambió la narrativa de los casos es que al principio el modelo de Freud
era el de los sueños. Uds. piensen lo siguiente: el paciente viene, uno escribe que cuenta
formación del inconsciente, cuenta un sueño, le dije una interpretación. Y esto tuvo tal
efecto. Entonces uno puede construir un caso así: me cuenta un sueño, yo lo interpreté,
maravilloso el paciente resolvió tal y tal inhibición – modelo de los sueños freudiano. El
tema es que en los años 20, ya con toda la importancia que el psicoanálisis había
tomado en la cultura, los pacientes ya venían más advertidos, más aún ahora. Cuando
dicen: ¿quiere que le hable de mi infancia? Entonces mejor no hablemos de eso porque
no va a haber ninguna sorpresa, no? En los años 20 hay una crisis de la interpretación:
Freud encuentra que interpreta y se topa con la reacción terapéutica negativa. Entonces
ya no es tan simple construir un caso. Antes los construía por la vía del modelo de los
sueños, de la interpretación de los sueños. Ahora se topaba con que los casos había que
narrarlos de otra manera. pero ven la cuestión de narrar un caso y la dificultad de la
clínica. Y por supuesto viene con que ya los psicoanalistas se envalentonaban con la
psicosis. Empieza a haber los primeros casos de psicosis tratados por psicoanalistas.
Uds. saben que Freud era bastante renuente pero él mismo empezó a impulsar a sus
discípulos a tratarlos y ya después no los controló más. Incluso hace poco alguien me
mostró un libro de historia del psicoanálisis donde en Londres en la década del 20 había
en los diarios avisos de “sea psicoanalista en 10 lecciones y llénese de dinero”. Este era
el nivel de presencia del psicoanálisis. Es muy interesante porque ahora hay las mismas
propagandas en relación con otras técnicas, pero en esa época había en Londres
muchísimos avisos diciendo “fulano enseña psicoanálisis en 10 lecciones y garantiza su
prosperidad económica”.
------Pregunta inaudible-----
Era incontrolable. Era el prestigio del psicoanálisis en la cultura, pero que eso advirtió
tanto sobre el mismo síntoma que ya no se podía interpretar como Freud interpretaba a
las primeras histéricas. De hecho traten Uds. de interpretar el mismo síntoma en una
histeria de ahora y no pasa nada. Viene ya dentro del sentido.
------Pregunta inaudible-----
Lo que dice Eric Laurent es que ahí más que el relato exhaustivo monográfico empieza
a haber otro modo del relato, empieza a haber algo que nos llega hasta esta época que es
el relato del momento memorable de una sesión. Es más bien ver cómo se rompe con
esa reacción terapéutica negativa. Ya no es el historial sino el relato breve del caso, de
la sesión, una forma cómica del relato, de una sesión. Luego viene Mélanie Klein, estoy
siguiendo el artículo de E. Laurent, que inventa una nueva fórmula que es sesión por
sesión. Uno también encuentra modos así, por ejemplo cuando va a controlar por
primera vez controla sesión por sesión, con lo cual uno lleva hojas y hojas: me voy a
controlar, saca varias carpetas… Bueno, la construcción del caso también implica eso:
es parte de la dificultad del inicio.
Entonces está la sesión por sesión, y el “material”, que es un término kleiniano, no de
Freud, es la traducción inconsciente de la sesión, es la traducción del inconsciente que
ha hecho el analista. El analista hace un recorte y dice: este es el material del paciente.
O sea que eso está traducido en términos inconscientes por el analista. Y el punto que se
busca ahí se ve bien en el caso Dick. Si Uds. leen el relato del caso Dick de Mélanie
Klein ven que ella hace un relato sesión por sesión, la epifanía de una, o sea la
revelación que ella tiene en el sentido de lo que Lacan llama el enchapado de Dick, esa
intervención de Mélanie Klein cundo dice: el tren es papá, el hangar es mamá, o sea la
cuestión edípica. En suma, la secuencia es que viene el relato punto a punto, o sea
sesión por sesión y una epifanía. Epifanía Uds. saben que es una revelación religiosa.
Entonces está la materialidad del inconsciente y una demostración del saber hacer del
psicoanalista: eso es el modelo kleiniano. La materialidad del inconsciente, una epifanía
que demuestra algo: no es la epifanía del paciente, es la epifanía del saber hacer del
psicoanalista. Ese es un modelo de construcción de caso.
¿Qué hace Lacan? El primer gran caso de Lacan es la tesis de psiquiatría. Primer gran
caso para el psicoanálisis. Porque ya Lacan había presentado otros casos, otros trabajos
antes de la tesis, como psiquiatra. Ahí Lacan tiene un modo freudiano al principio
porque hace una monografía exhaustiva de un caso, lo cual va en contra de las tesis de
psiquiatría porque en general las tesis de psiquiatría no son de un caso. Él sitúa
“paranoia de autopunición”, que ya de por sí es un modo nominalista porque no había
las paranoias de autopunición, sino que la paranoia de autopunición nombra al caso
Aimée, o sea que tiene una forma nominalista, y vean cómo articula ahí realismo con
nominalismo. En general en las presentaciones de enfermos Lacan todo el tiempo va a
hacer eso. Y esa tesis de monografía exhaustiva de un caso lo hace alrededor de un
concepto, que es el concepto de personalidad que él tiene. Que se basa en la noción de
personalidad y de reacción de Jaspers pero no es estrictamente jasperiano. Esas son las
coordenadas: la monografía exhaustiva de un caso alrededor de un concepto: o sea que
uno podría hacer eso. Yo quiero mostrar – estoy pensando en la primera presentación de
enfermos del año pasado- mostrar la irrupción del automatismo mental y la elaboración
de ese automatismo mental a lo largo de diez años. Alrededor de un concepto construyo
la monografía exhaustiva de este caso: efectos del lenguaje cuando irrumpió, efectos del
lenguaje a los cinco años, estabilización, etc., etc.
Cuando ya Lacan se mete en psicoanálisis abandona el trabajo alrededor de un concepto
y empieza a trabajar en la noción de síntoma. Y esto que dice Lacan en un texto de los
Escritos que se llama “De nuestros antecedentes” cuando menciona la fidelidad a la
envoltura formal del síntoma: “La fidelidad a la envoltura formal del síntoma nos llevó
a ese límite en el que se invierte en efectos de creación”. Envoltura formal del síntoma,
lo voy a explicar… por ejemplo cuando Freud dice la paranoia es el delirio de
persecución y/o erotomaníaco que responde a la fijación libidinal en el narcisismo, la
Parafrenia es toda una serie de cuadros con síntomas alucinatorios, corporales, o de
lenguaje de órgano, de palabra cosa etc., etc., cuya fijación es el autoerotismo. O sea
que está hablando de una forma semántica ligada a una economía libidinal. Lo pueden
leer en el historial de Schreber.
La envoltura formal del síntoma sería el campo semántico que se organiza alrededor de
una economía libidinal. Entonces uno podría decir que hay un campo significante
articulado alrededor de la libido. o lo que charlábamos el último viernes esto que decía
Freud, lo más variable es el psiquismo, lo más fijo es lo somático. Lo más variable es
cómo un significante se articula a otro significante y a otro significante y lo más fijo es
el fantasma. Entonces el término “envoltura formal del síntoma” introduce el momento
realista, estructural del análisis. Y qué dice Lacan: si se es fiel a la envoltura formal del
síntoma, se hace una logicización del caso… primero qué es la lógica? es una serie
encadenada necesariamente, hay una necesidad en cada encadenamiento. Se es lógico
articulando esta contingencia con esta otra con esta otra con esta otra para llegar a este
punto, esa es la lógica del caso. Hay que partir de algo, entonces Lacan parte siempre
del síntoma, de la envoltura formal del síntoma. O sea que uno debería en caso decir
esta es la envoltura formal del síntoma, esto es lo que no anda para esta persona. Eso lo
sitúa en lo que él dice que no anda que es la única manera de que alguien hable de su
síntoma y por otro lado esa envoltura formal está ubicada en tal cuadro tipo clínico
clasificación tipo de síntoma etc. etc. Freud da dos destinos a la libido, por lo menos
dos: uno es la sublimación, otro es el síntoma. Entonces cuando Lacan dice la fidelidad
a la envoltura formal del síntoma que nos llevó a ese límite en que se invierte en efectos
de creación el efecto de creación es una forma particular de resolver algo de la
economía libidinal de cada uno. No quiere decir que seamos todos artistas al final de
análisis, mandar a la gente a escribir o a pintar no es final de análisis, eso más bien es
hospital de día (risas). El tema de la creación tiene que ver con que ya esa envoltura
formal esa combinatoria significante es propia; hay una combinatoria significante que es
propia. Es cuando uno dice “siempre hablo de lo mismo en análisis” y son muchas
vueltas sobre ese “siempre hablo de lo mismo” hasta hacer de eso el síntoma en
términos de crear algo. Qué quiere decir un significante nuevo, que el mito neurótico es
una articulación para el Otro y crear un significante nuevo es crear un sentido que ya no
sea para el Otro. Entonces ahí hay un relato del caso. Hay un relato del caso que es
seguir la matriz lógica de la envoltura formal.
Entonces como a esta altura todavía estamos en cómo Lacan construye los casos
tomando la formalización de los casos freudianos, por ejemplo el esquema de “Una
cuestión preliminar” de la lectura de Schreber, el esquema R, es una formalización de la
descripción schreberiana que hace Freud. Tomemos el caso de la joven homosexual en
el Seminario 4. Son los capítulos, del 6 al 8. Ahí hay un modo de elevar el caso al
paradigma como dice Lacan. Trabaja un caso, y esa forma de trabajo en base al
esquema L permite ir formalizando todos los casos. Les digo rápido para los que no lo
recuerdan bien, es una joven que le traen a Freud los padres, que ya para Freud es un
problema “porque la traen los padres”, ésta había hecho un intento de suicidio tirándose
por un puente de Viena. Freud ubica varios tiempos: un primer tiempo donde esta
jovencita hasta la pubertad parecía ser normal sin síntomas de histeria ni nada, donde
incluso todos estaban muy contentos porque cuidaba a un niño y tenía esta cosa que
parecía que iba a ser una muy buena madre. Luego hay un momento en que su madre, la
de la joven adolescente, porque todos los casos son de adolescentes en realidad, una
clínica de la adolescencia en cada historial. Esta joven empieza a escandalizar a los
padres porque de ser ya un modelo de mujer para la época, pasa a acercarse mucho a
mujeres y empieza a haber una corriente que los padres juzgan que su atracción por
mujeres mayores es demasiado llamativo, hasta que se pega a una dama mundana y eso
termina por escandalizar a todos. Paseándose por delante de la ventana del padre con
esta dama el padre la ve y la mujer le dice a la chica “me parece que tu papá no está
muy contento” y ahí viene el acting de tirarse por un puente en posición de parir, eso es
lo que marca Freud.
Ahí la llevan a la consulta, consulta que por supuesto no termina bien, porque como
critica Lacan, Freud la trata más con sus prejuicios en relación a los prejuicios de la
homosexualidad, que de leer claramente el problema de la transferencia. Eso lo trabaja
exhaustivamente Lacan pero no me interesa detenerme mucho en eso porque no me
interesa leer el caso sino más bien la operación que hace Lacan para construirlo y
transmitirlo. Por eso voy rápido pero les recomiendo que lo lean porque incluso hay
algo muy interesante sobre el problema de la perversión y cómo Lacan piensa el
problema de la perversión en esta época y relación a este caso, el tema del fantasma.
Lacan va a hacer varios esquemas que van a ir como permutando. Su matriz lógica va a
ser, el esquema que se conoce como el esquema L, es un entrecruzamiento de lo
imaginario apoyado en el eje simbólico, o sea el eje narcisista apoyado sobre el eje
simbólico. El problema libidinal está en el eje imaginario para Lacan en esta época o sea
que ahí está la libido. La operación de Lacan es la siguiente, desde acá desde los 50
hasta el final, dice ”todos los casos se pueden leer discriminando imaginario simbólico y
real de cada caso, o sea que la formalización de Lacan es qué es lo imaginario del caso,
qué es lo simbólico del caso, qué es lo real del caso y uno puede construir un caso de
esta manera, o leerlo de esta manera y ver si eso se embrolla o se articula por ejemplo,
de qué manera se van combinado las cosas, cómo lo imaginario pasa a ser simbólico y
eso es lo que va a trabajar. Con este esquema, este esquema madre imaginaria, niño real,
esos cuatro lugares articulados, así es como Lacan formaliza todo el relato freudiano
antes del episodio, todo esto que Freud usa páginas y páginas: “era una niña normal que
cuidaba a este niño imaginario, por qué, porque en la niña a la entrada del Edipo quiere
recibir un niño de su padre” dice Lacan. O sea que toda la articulación del problema de
Freud de cómo la salida del Edipo es la resolución de la masculinidad para el niño y
cómo la entrada en el Edipo es la resolución de la feminidad para la niña. Todo el
problema freudiano está trabajado acá en este esquema. Lo estoy resumiendo, podemos
detenernos pero sería otra clase. Pero con este esquema Lacan está diciendo “esta era la
entrada de la niña en el Edipo y la estructura de esta neurótica en el Edipo y por eso en
el lugar del Otro está el padre simbólico”. Esta era una niña que obtenía su satisfacción
cuidando a un niño real como si fuera el tener un pene imaginario a la vista de su padre,
padre que queda inconsciente. ¿Dirigido a qué? A ser madre, madre del padre, esa es
todo lo que dice Freud, en relación a que toda niña espera tener un hijo para el padre.
Hasta aquí uno dice: ¿qué es esta niña? Este esquema, así era la niña en la pubertad, ven
cómo está resumido, no era todas las hojas que uno lleva, sino que uno podría decir
“vengo a charlar sobre esto” y saca un papelito chiquitito. ¿Qué es lo que ocurre luego?
Y ahí viene la cuestión de la contingencia, cómo cambia la vida de esta persona, de la
paciente. Lacan dice que acá hay la introducción de un real. Aparece lo contingente de
qué manera, que la niña estaba esperando inconscientemente que el padre le dé un niño,
pero el padre real le da un niño a la madre, nace un hermano. Y ahí ella empieza a mirar
a las damas. Entonces hay un antes, y luego hay una irrupción real, y este esquema rota,
permuta, de la siguiente manera. La irrupción del padre real, real en términos del niño,
no es el padre como real porque el padre como real no existe, lo que existe es lo real,
pero la irrupción de ese niño real hace una primera permutación de hacer pasar al padre
que era inconsciente – simbólico, dice Lacan, el padre pasa al imaginario. El padre ya
no es aquel que me va a dar un hijo sino que ahora existe un padre que es imaginario en
el cual la niña se identifica, se identifica al padre imaginario. Y esa es la problemática
del amor y la satisfacción. Porque identificada al padre imaginario, esa identificación
viril la hace ir a buscar damas, damas en términos del amor cortés, a ella no le interesa
tener historias con esas damas, le interesa acompañarlas, elogiarlas, el modo del amor
cortés del obsesivo es lo que describe, o más típico del obsesivo que está claro que no
hace falta una obsesión para incurrir en esto, sino hace falta simplemente una
identificación viril. Entonces qué es lo que queda del lado del Otro, lo que Lacan ubica
acá en el plano simbólico es el problema del falo, uno podría poner falo ahí. O sea que
la cuestión es ubicar, no me interesa detenerme mucho en el caso, sino ver cómo Lacan
ubica la contingencia y cómo de la contingencia explica el cambio subjetivo, eso es lo
que haría falta ubicar en los casos. Este paciente era así, tenía estas identificaciones, esta
relación libidinal, estos modos de satisfacción libidinales: cuidaba niños por ejemplo e
irrumpió algo real, cambió su modo de satisfacción. Eso es lo que me interesa transmitir
ahora, me interesa que discutamos, lo que me interesa es apuntar a esto, con una matriz
lógica de lugares, imaginario, simbólico y real uno puede decir irrumpió esto, esto
cambió de esta manera. Al irrumpir lo real de un niño ella hizo una identificación viril
al padre por lo tanto ella tenía el pene imaginario y se dirigía a las damas, y alcanzó una
nueva satisfacción, ven cómo cambia la satisfacción enseguida. ¿Por qué ama a una
dama? porque siempre se ama más allá de eso, porque se ama lo que no tiene, qué es lo
que no tiene, el padre, por eso les explico el pene simbólico queda del lado de lo
simbólico, digo ahí queda el inconsciente. Esta es la teorización de Lacan. Pero lo que
me interesa acá es cómo Lacan relata un caso, relata un caso con una forma dinámica
con un esquema desde una matriz lógica. Lo imaginario era así, lo simbólico era así y
eso era lo real. cambiando la irrupción de lo real se construye de otra manera. De la
misma manera con Schreber, Schreber era así, desencadenamiento disolución
imaginaria, reconstrucción vía el delirio. Voy a parar acá. La próxima voy a charlar
sobre la Pág. 610 de “La dirección de la cura...” donde da el final de análisis de un
obsesivo con esta misma idea de la combinatoria general de un caso. Qué es esto, es la
combinatoria, ven cómo sigue hablando de mamá papá pero cambian los lugares, ya no
es el padre simbólico el inconsciente es el padre imaginario, ella ya no es la madre sino
es la dama, lo mismo van a encontrar en el historial de Dora.

Clase 2.

Vamos a seguir con el tema de lo que es la construcción de un caso y primero vamos a


tomar como referencia la presentación de enfermos del viernes pasado, porque me
parece que la presentación de enfermos enseña mucho sobre la construcción de un caso.
El punto es el siguiente. ¿Por qué enseña mucho? Porque la presentación de enfermos
enseña sobre el momento de contingencia, de irrupción, de discontinuidad y enseña
también lo que es ineludible en la experiencia psicoanalítica, que es la experiencia de lo
real. Esta cuestión de qué es la experiencia de lo real: hay dos dimensiones de lo real
que uno podría tomar, o dos definiciones que se conjugan desde donde uno puede
relatarlo en la clínica. Una es lo real como encuentro y otra es lo real como fuera de
sentido. Ustedes ven que un abordaje coherente del caso, toma estas dos dimensiones de
lo real y las dos tienen una conjunción ligada a la contingencia. La contingencia tiene
algo del punto de encuentro y la contingencia tiene algo de fuera de sentido. O sea que
eso es ineludible en cualquier caso. Uno toma las primeras entrevistas a un paciente, por
ejemplo, ayer me vino a ver por primera vez un muchacho, se presenta y refiere una
crisis familiar, etc, etc, y a poco de hablar plantea una indeterminación sexual. Tiene
una familia, un hijo, pero cada tanto tiene encuentros con hombres, desde hace mucho
tiempo. Le pregunto entonces por qué consulta ahora, no hay que darlo como un hecho
que eso sea la causa del conflicto, por qué consulta ahora si es algo que viene desde
hace mucho tiempo y en realidad lo que coincidía era que en el primer encuentro
homosexual estaba saliendo con una mujer y hace unos días se la volvió a encontrar. O
sea que en los dos tiempos, mediando 15 años de diferencia, hay el encuentro con esta
mujer. Entonces ya es diferente, porque su pregunta sobre su indeterminación sexual
está relativizada también debido a la presencia de un tipo de mujer. La única manera de
abordar lo real es o por el sentido que eso imprime o por la cuestión de lo que anda
sobre lo que no anda, que es la relación sexual, y es la única manera que se tiene de
abordar lo real. Me parece entonces que cualquier caso que uno quiera decir que es
coherente, que no se contradiga con la clínica psicoanalítica, debe tener algo de la
contingencia. O sea que evidentemente en la clínica psicoanalítica hay una parte de
azar, hay una parte azarosa, y si uno quiere realmente hacer una transmisión, la
transmisión se hace sobre la parte azarosa, no sobre la parte conocida, no sobre la parte
que todos conocemos. Por ejemplo, y volviendo sobre la presentación de enfermos del
otro día, es evidente que el modelo de la presentación de enfermos es interesante porque
el que entrevista a la paciente no conoce nada, lo mismo que el auditorio. Es decir que
el que hace la entrevista se deja sorprender también de esa parte azarosa y que toda la
construcción del caso está hecha sobre la parte azarosa. Por ejemplo, la relación de
atemporalidad que manifestaba la paciente, ese punto de fuera de sentido en relación a
“las sombras”. Toda la construcción del caso si uno lo toma es por el lado de lo
contingente, de fuera de sentido, de sus encuentros con los muertos, y no por lo
conocido. Lo conocido ¿qué podría ser? Por ejemplo la clasificación de esquizofrenia en
la que podría entrar perfectamente. Ahora, qué es lo que la hace inclasificable: el
diálogo con la sombra del padre, esa forma particular que toma la artesanía, todo eso la
hace inclasificable y es lo que la hacer funcionar por el mundo.
Esto lleva a otro punto, que es el siguiente: dos modos de abordaje del caso. Uno es la
construcción del caso por el objetivo y el otro por la vía de la demostración. Pensemos
en un paisaje común que tenemos. Se localiza una irrupción libidinal, por ejemplo, el
Hombre de las Ratas, el relato del capitán produce una irrupción libidinal. Y uno dice:
ese es el goce. Punto. Cómo hacer para que todos no terminen diciendo “este es un
fenómeno de goce”, porque ya no hay un caso que diferencie a otro. Cómo hacer para
que esta irrupción libidinal tenga necesariamente que ser situada en un proceso
simbólico? La diferencia está en la articulación entre el proceso simbólico y la irrupción
libidinal. La forma objetiva sería nada más que describir la irrupción libidinal, se hace
referencia a la irrupción y se desnaturaliza de alguna manera esa combinatoria libidinal
– significante. No deja de ser esa forma objetiva ligada a un significante Amo, por
ejemplo: “usted tiene que demostrar todos los matemas del caso”. Si uno construye
todos los matema del caso es un caso objetivo, pero Cuál es la diferencia entre ese caso
y otro caso? Este es el Otro, este es el a, este es el sujeto, esta es la irrupción libidinal.
Esa construcción tan objetiva no deja de ser una forma de desnaturalizar el caso.
En cuanto a la forma demostrativa, ustedes saben que hay dos maneras de tomar el
inconsciente en Freud, hay un inconsciente sustancialista en Freud, el del Proyecto, está
localizado. Otra es encontrar el inconsciente por las descripciones que Freud hace de los
casos. Ese es un inconsciente descriptivo, se entiende lo que es por la descripción del
caso. Y ese es el inconsciente que conviene. La forma que utiliza Lacan también tiene
que ver con la demostración del caso. Ahora, la demostración del caso conlleva el hecho
de que todo no puede decirse. Hay algo del caso que no puede decirse todo porque es
como la lógica significante misma. En este sentido, uno puede construir el caso desde
“todo no puede decirse” a partir de dos operaciones: la operación alineación y la
operación separación. La operación alineación es en general como el paciente concurre
a vernos, son el relato de todos los significantes que importan al sujeto, por ejemplo,
una paciente que comenta sobre los hijos y entonces habla una sesión de un hijo y otra
sesión de otro hijo. Entra en esta serie: un hijo, otro hijo. Consultó por uno la primera
vez en el hospital, después consulta por el otro. Habla de uno y de otro con diferentes
relatos, cada hijo representa un significante amo. Es evidente que esas son sus
alineaciones, eso es lo que no anda para ella y si uno toma a cada uno de los hijos, uno
le da pánico, otro le da culpa, el primero le produce enfrentamiento y la hija le preocupa
la agresividad: “pánico” – “culpa” – “enfrentamiento” – “agresividad”. Es evidente que
si uno tira de cada uno va a encontrar rasgos que identifican a la historia de esta
paciente. Si uno hace una construcción del caso, la primera parte de la construcción son
los significantes que la alienan. Se dan cuenta que estoy matizando casos de la dirección
de la cura con la construcción de un caso, porque no es una disyunción, porque en
general Lacan siempre habló de la experiencia del psicoanálisis y no de la teoría del
psicoanálisis. Se habla de la experiencia del psicoanálisis y no de la teoría, o sea que el
que se planta para decir “esta es la teoría” está introduciendo un modelo, y en general
no hay un modelo de la clínica y tampoco hay un modelo del caso. Siempre hay que
esquivar esa especie de discurso universitario: el modelo es este. A ver, contame tu caso
que te digo qué es lo que hiciste mal. Ese es el punto que yo trato de discutir cuando
nosotros presentamos nuestros casos. No se trata de aprender de eso, se trata de
aprender del fuera de sentido, de lo azaroso del caso y no del modelo. Entonces cuando
se construye el caso, la primer referencia son estas series de significantes que marcan
los rasgos identificatorios de una historia. O sea que uno pregunta identificaciones.
Usted dice esto, por qué? El paciente dice: mi hijo no obedece mis normas. Uno dice: de
dónde salen sus normas? En general los pacientes creen que las normas ya vienen
incorporadas, no que pre existen. ¿Cómo se entiende que el lenguaje pre existe al
sujeto? ¿Cómo se comprueba en la clínica que el lenguaje pre existe al sujeto? Cuando
el sujeto dice que en realidad las normas no son suyas sino que son las que le
transmitieron. Esa es la manera en que el lenguaje preexiste al sujeto. Si no pareciera
que el idioma lacaniano estuviera colgado de los cielos.
¿Qué estamos haciendo con esta construcción sobre las referencias significantes?
Estamos construyendo lo simbólico del caso. Una articulación, una combinatoria
significante, eso es lo simbólico del caso. El punto es que si nos quedamos en la
alineación del caso se pierde lo real del caso, porque uno puede hacer parlotear a los
pacientes indefinidamente, siempre hay una asociación para otra asociación. Los
obsesivos saben bien eso, por eso conviene introducir algo del corte de sesión. El
obsesivo podría racionalizar, anular lo que dijo antes, continuar con otra cosa, hacer una
metonimia de cualquier cosa. Lo real del caso está en que la cadena significante tiene
una falta, es como ubicar en cada caso el ombligo del sueño. Eso sería lo real del caso.
Por ejemplo hay muchas maneras de hacer cortes de sesión. Uno podría, a veces cuando
un paciente viene hablando, hablando y se queda en silencio, podría decir “en qué está
pensando?” porque por lo general los pacientes se quedan en silencio cuando piensan en
su propio analista, o cuando hay un punto de falta, porque no hay más nada que decir:
corte. Hay un punto donde se llega a eso que metafóricamente es como el ombligo del
sueño.
Entonces ven que hay dos maneras de hacer una teoría de secuencias, porque son como
secuencias, un significante combina con otro y se van combinando hasta llegar a un
punto en donde se llega a algo que no se puede decir.
Una primer teoría de secuencias es: “yo voy a sacar todo de usted”. Que es esa cuestión
de teoría por la cual el inconsciente es lo que no entró en la conciencia, es esa teoría
sustancialista del inconsciente. Está en otro lado, solo hace falta sacarlo. Pero sin llegar
a ese punto del que quizás se puede estar advertido de eso, hay un modo de ese “voy a
sacar todo de usted” que es una clínica sin sorpresa. Es poner todo muy cerradito, dijo
esto, esto otro, todo cierra y que deja la impresión de que está todo visto, que no hay
nada que verificar, ya todo ha sido visto antes. Es como decir que vamos a investigar y
ya tenemos todas las respuestas de antemano. Es muy frecuente en nuestra práctica decir
que vamos a hacer una investigación y ponemos los textos que ya hemos leído. Eso
podrá ser un recuento bibliográfico, llamémoslo de otra manera. Vamos a trabajar sobre
los casos, y todos traen casos perfecto de histeria, obsesión, y entonces no aprendemos
nada de los casos, porque ya está visto. Hay que dudar de esos casos que no tengan
asperezas clínicas, un caso que no tenga una aspereza, algo azaroso en el relato es un
problema o por lo menos debería serlo y debieran estar advertidos. No hay casos lindos
y feos, como tampoco diagnosticar una neurosis es un alivio. Hay gente que se alivia
diagnosticando neurosis y se pone un poco nervioso diagnosticando psicosis. No veo
por qué, si uno no cree en el bien ni en el mal. Si uno cree en el bien y el mal ya es un
problema, pero a la paciente del otro día le iba bastante bien en la vida, venía, circulaba,
tomaba su medicación, hacía sus artesanías. No se la veía muy mal. Hay neuróticos que
sufren mucho más que ella. O sea que esta forma de secuencia normal y sin sorpresas
apunta a un todo. Voy a decir todo del caso, que cierre perfectamente, posiblemente me
puedo lucir, no hay asperezas, y tiene esta impresión de ya visto.
La otra secuencia que plantea Miller es cómo articular la lógica de la cura con la
posición femenina, en términos del no todo.
¿Qué es el no todo lacaniano? El no todo lacaniano es el punto indecible, el punto de la
incompletud lógica. De ahí que la posición femenina no sea conocida por las mujeres,
ya que mujeres y hombres se deben topar con su indecible. La Mujer es un problema
para los hombres y para las mujeres. De hecho lo que hay en los neuróticos es un
empuje al hombre, y eso se ve bien en las formas de la feminidad actual, el empuje al
hombre. Al final las mujeres, como se dicen, tienen que resolver el problema que tienen
del empuje al hombre. El empuje al hombre como posición, ligado al orden fálico.
Retomando, esta secuencia implica ubicar en los casos, no solo lo contingente sino
también el punto indecible del caso. No es sencillo, eso está claro, pero me parece que
se aprende por el punto indecible, por el punto de aspereza.
¿Cómo hacer aparecer en la secuencia lo no programado? Uno hace un diagnóstico:
histeria, obsesión, fobia, psicosis, perversión. Ese es el estándar clínico freudiano, eso es
lo programado. Hacer un diagnóstico por supuesto, orienta el decir del analista, orienta
el decir analizante, porque ni bien uno hace el diagnóstico hace intervenciones que
orientan el decir analizante. Mientras uno es prudente no lo orienta, esas son las
entrevistas pre eliminares. Qué son las entrevistas pre eliminares? Hable, y yo estoy
agazapado, no diciendo nada y no lo voy a orientar en lo más mínimo en lo que usted
diga. Ni bien tengo claro qué diagnostico tiene se orienta el decir analizante, con las
intervenciones, con el corte de sesión, se orienta, es un hecho. Por supuesto también se
orienta la cuestión transferencial, por eso es importante hacer diagnósticos. Pero qué
vamos a mostrar? Cada caso como obsesión, cada caso como histeria ¿ cuál es el punto
de transmisión de eso, de qué manera saca la soledad del analista, como posición el
hacer lazo mostrando casos perfectos de obsesión y de histeria? De que manera el
analista puede autorizarse en nosotros de esa forma? Es un problema de formación. Me
parece que el control tiene ese punto en donde se va con lo no programado. Cuando uno
controla va a ubicar lo no programado. Tiene ese intermedio entre análisis y
construcción del caso. Es evidente que cuando yo le digo a la paciente del viernes,
dígale a su madre que juegue otros números, apunto a la separación y no a la alineación.
Apuntar a la alineación sería pedirle que diga de qué otros modos usted está identificada
con la muerte. Era una paciente que tenía una temporalidad ligada con las placas de
bronce del cementerio. Sabía qué progresión tenía la vida en relación a los muertos que
había tenido la familia. Tenía a su vez ubicado dónde iba a ir dentro de la bóveda
cuando muriera. Todo ligado al mismo punteo que hacía la madre que jugaba todos los
días un número a la lotería y tenían que ver con la fecha de un muerto. Es evidente que
esta paciente está alienada a los significantes de la madre, o sea que uno puede construir
el caso pensando en todos los modos de alineación que tiene esa paciente. Ahora, cómo
ubicar la separación en esa paciente? El modo de separación de esa paciente era la
artesanía, porque ahí encontraba otra temporalidad que no era la de los muertos. Su
modo temporal tenía que ver cuando un cliente le decía que necesitaba esto para dentro
de una semana. Incluso era más interesante, porque la otra temporalidad abarcaba años,
dos años, el período de tiempo entre una muerte y otra, mientras que ella sabía cuando
pasaba un día y otro por el tiempo de trabajo. Eso es lo que se entiende por saber hacer
con el síntoma. Saber hacer con el síntoma es un hacer puro.
Si ustedes ubican en cada entrevista con un paciente los modos de alineación y los
modos de separación, construyen el caso en la sesión y construyen el caso
diacrónicamente. Cuando terminar una entrevista? No por su lado de alineación sino por
su lado de separación. El corte de sesión siempre tiende al lado separación y no al lado
alineación. No hay manera de cortar entrevistas si uno apunta siempre a la
identificación, porque es evidente que eso puede tener una serie metonímica y quien
cree en las generaciones y alguien puede estar diciendo: mi abuelo es esto, mi bisabuelo
es esto otro y entonces yo tengo ese tono italiano de mi bisabuelo de Sicilia, pero a parte
tengo mis rasgos españoles ... Hay como una serie del mito y el mito es la alineación.

Clase 3.

Esta es la última clase. La vez pasada comentaba, acerca del modo de construir un caso
y hacía referencia a dos maneras de hacerlo. Una que se podría llamar “clínica objetiva”
en el sentido de que no sorprendía, que respondía más a un modelo y una forma más
“demostrativa”. Demostrativa en términos de demostrar el caso a partir de lo que no
puede decirse, a partir de lo indecible del caso. Quiero continuar haciendo referencia a
la presentación de enfermos que tuvimos el viernes pasado, porque me parece muy
interesante. Freud era un teórico, construyó su teoría y luego la puso en práctica y a
medida que avanzaba en la práctica modificaba la teoría. Pero Lacan fue más
pragmático, siempre planteó una fenomenología de la práctica a partir de la experiencia.
Lacan nunca hablaba en términos de “mi teoría”, decía “mi experiencia”. Y uno de los
aspectos que me resultaba interesante del paciente este fue como él planteaba toda una
serie de fenómenos de descarga corporal, de alucinaciones, de ideas, por ejemplo
cuando sube al techo, se cuelga, y cómo de esa experiencia irruptiva, de esa
contingencia irruptiva había elaborado un discurso coherente que era con el que se
presentaba en la presentación. O sea que en la presentación y cuando uno construye un
caso clínico siempre está construyendo una comunidad. Uno construye un caso para una
comunidad. Si lo que relata es muy incoherente, obviamente, uno queda extranjero a esa
comunidad. Se necesita de la presentación de muchos viernes para empezar a construir
una comunidad clínica, lo cual no quiere decir homogénea, quiere decir clínica. No tiene
porqué ser homogénea. Pero es sorprendente cómo este paciente, de ese momento
irruptivo y como decía Mariano Antón, su discurso cuando llegó a la guardia era
disgregado e incoherente, hizo de una coherencia algo cómico, por momentos, y uno
sabe que para hacer algo cómico tiene que estar en la misma capilla. Es decir que uno
puede tomar eso como dado y no introducir ninguna pregunta, cuando lo mejor sería
preguntarse cómo alguien hace esa construcción. ¿Cómo es que se llega a construir otro
comunicable? Entonces, para introducir esta idea de pensar la construcción de los casos
y lo que implica la conducción de la cura, hay que pensar y tener en claro qué es el
síntoma y qué es lo real al final de la enseñanza de Lacan, para poder diferenciarlo de lo
que podría ser el síntoma en Freud, o el síntoma al principio de la enseñanza de Lacan
que es el síntoma freudiano. Un punto es una definición de Lacan, que llama al síntoma
“varité” o varidad, en castellano, que es una mezcla, un neologismo que junta variedad
con verdad. Esto introduce algo muy importante, hay un momento, ustedes saben, en
donde Freud también en los estudios sobre la histeria resolvía los síntomas por la verdad
del síntoma. Por ejemplo, la seducción del cuñado, entonces, la interpretación de esa
verdad absoluta del síntoma resolvía el síntoma conversivo. O sea que había una idea de
que había una verdad absoluta en el trasfondo del síntoma. O sea que uno puede
construir un caso desde esa idea, y decir: al paciente le pasaba esto, yo le dije tal cosa,
se resolvió esto y ahí termina el caso como si fuera una cuestión resolutiva. O sea que
hay construcciones de casos pensados como que se construyen sobre la verdad absoluta,
sobre el develamiento de esa verdad absoluta. Lo que introduce Lacan, y esto tiene que
ver con las teorías de la verdad, hay como dos teorías de la verdad: a cada cosa
corresponde su palabra, como una idea de que la palabra puede definir la cosa. Pero hay
otra teoría de la verdad, y es la verdad como articulación del decir, una articulación
interna al decir. Una verdad articulatoria, es decir que yo digo una palabra que se
articula a otra y eso puede ser una verdad en un momento, pero puede ser variable en
relación a otra verdad. Esto pasa mucho en análisis. Por ejemplo, la certeza de un
momento puede ser luego la falsedad de otra temporalidad en juego. “A mí me pasa esto
por esto”. En análisis se empieza a hablar y eso se empieza a relativizar, modalizar,
cambian los personajes, existe algo contingente y entonces eso ya no es la verdad del
mito sino que pasa a ser otra verdad. O sea que hay una verdad que se articula variable,
depende de la temporalidad. La articulación produce una verdad variable.
S1 ______________ > S2
Verdad Variable
Una paciente psicótica me decía ayer lo siguiente: desde hace tres años está sorprendida
por el hecho de que había señales en la calle referidas a ella y eso la ponía muy
nerviosa, en estado de sospecha, tal como ella describía. Pero no fueron tres años
desestabilizada, sino que ha sido una persona que ha estado trabajando y trabajando en
empresas y siendo muy eficaz. Estudios de pos grado, empresas financieras y mientras
tanto, caminaba por la calle y todo le hacía señal, signos. Pero cuando ella se
desestabilizaba, se ponía mística, entonces por ejemplo describía que en su primer
internación, cuando llegó el enfermero a darle una inyección, y me lo decía sorprendida,
lo había hecho poner de rodillas y rezar con ella antes de la inyección. Y decía: no solo
soy atea, sino que en los momentos de misticismo, es un misticismo judío, lo cual le
resultaba mucho más extraño porque nunca había tenido una formación de ese tipo, su
tradición familiar era católica cristiana. Y a ella, eso, le resultaba un enigma: ¿por qué el
misticismo que le agarraba en esos momento era un misticismo judío? en esos
momentos delirantes. Rastreando, un poco antes del desencadenamiento su hermana
mayor, su única hermana, se había convertido al judaísmo para casarse. Y uno ve ahí
que hay algunos contactos pero con lo que ella no asocia. Es evidente la verdad de la
articulación de un delirio, todo delirio es un S2. El delirio, en los momentos de
irrupción místico ya no es la verdad actual, sin embargo los dos discursos son
coherentes dirigidos a un Otro. Es una verdad en sí misma. Ese es el lado variable del
delirio. Todo delirio incluso puede desplazarse, es lo que Lacan decía: todo delirio es
parcial. O sea que este carácter variable articulatorio es el lado simbólico del síntoma. O
sea que el delirio también es algo simbólico. Un delirio también es decir mi padre
siempre me odió y mi madre no y de repente darse cuenta por alguna cosa del destino
que era todo al revés. Ocurrió en algunos análisis, bueno, era tan delirante lo uno como
lo otro. Pero siempre con la psicosis uno toma más distancia y parece que eso no le
ocurre a los neuróticos. En fin. Si existe esta verdad variable, existe otro lado del
síntoma que es repetición. En un delirio la temática delirante puede no repetirse pero, lo
que Lacan llamaba fijación libidinal, o la fijación con el fantasma, o la irrupción de
goce es el lado automatismo de repetición. Hay algo del síntoma que siempre se repite.
En esta paciente lo que se repite son esas señales permanentes desde hace tres años, es
ese trasfondo que el mundo le está auto referido. Ahora, este lado del síntoma como
repetición es donde se empieza a problematizar la cosa, porque uno puede decir: si la
verdad variable es simbólica, el síntoma como repetición sería el síntoma como real, en
el sentido de pulsional, pero ni bien el paciente lo empieza a decir ya estamos en un
problema, porque ni bien entra en el relato, siempre hay algo de estos testimonios y por
eso las presentaciones de enfermos ilustran bien, siempre hay algo simbólico – real en
juego, que nunca está lo real como lo define Lacan, como fuera de sentido. Lacan define
lo real como fuera de sentido, pero si estuviera fuera de sentido no habría manera de
hacer una presentación de enfermos, está el momento de perplejidad pero ni bien se sale
de ese momento y se empieza a decir la alucinación, se entra necesariamente en lo
simbólico – real. O sea tomado el síntoma como lo que no anda, o como lo que vuelve
al mismo lugar, necesariamente el síntoma analítico en tanto síntoma comunicable,
aunque sea al analista, ya entra en lo simbólico – real. Si no, no hay manera de entrar en
el síntoma como lazo analítico. O sea que uno puede hacer toda la teorización del
significante, o del signo, o de la palabra, de los nudos, o de los grafos, o de lo que uno
quiera en relación a Lacan, pero no puede esquivar que todo eso esta construido en base
a la palabra. Si el paciente no habla no hay manera de construir nada de toda esa gran
maquinaria lacaniana. Incluso Lacan llegó a decir que el real que él definía era el real
para él, que cada uno debería definir el suyo.
Entonces hay dos aspectos que define Lacan al final, uno es en tanto que lo real no
puede definirse, porque lo real es fuera de sentido, estará lo simbólicamente real y lo
realmente simbólico. Va a tomar “Inhibición, síntoma y angustia”, dejando de lado el
problema de lo que es la inhibición, va a tomar el síntoma y la angustia. Y entonces va a
situar que cuando lo real aparece en lo simbólico es la angustia y cuando lo simbólico
tramita lo real, va a decir que es la mentira. O sea que cuando lo real más aparece en lo
simbólico es el momento de la angustia, el momento en donde el neurótico experimenta
el mayor grado de sin sentido. Asimismo el ataque de pánico es vivido peor por los
obsesivos, como no tienen ninguna noción de su cuerpo, la noción del acontecimiento
del cuerpo, en tanto desorganización, de ese fuera de cuerpo, lo viven peor que la
histeria. Como lo real está fuera de sentido, la manera en que lo simbólico pueda tocar
algo de lo real, nunca va a poder ser con la verdad de lo real porque está fuera de
sentido, cualquier construcción va a ser mentira en estos términos. Uno podría decir que
todo lo que diga el paciente es una ficción, porque nunca va a poder decir todo de ese
subirse a los techos, agarrar los objetos, él mismo lo planteaba como una ficción, un
relato, pero evidentemente ahí estaba el síntoma. Si uno se orienta por algo, era por ese
síntoma. Es decir que puesto así, entre lo simbólicamente real de la angustia y lo
realmente simbólico de la mentira, Lacan va decir que el síntoma se acerca más a la
mentira que a la angustia. Si uno lo toma en estos términos se da cuanta que no puede
haber modelo de caso, porque cada caso tiene su mentira. Con lo cual creo que tenemos
que ser cuidadosos en nuestras casuísticas, en nuestros ateneos, de imprimir un discurso
universitario, o de intentar hacer unas sugerencias sobre la construcción del caso que no
sean imponer un modelo.
En cuanto a la enseñanza de Lacan, Miller usa una metáfora que es la de las rutas
romanas. Las rutas del imperio romano: uno se subía a un carro, se subía a una y sabía
que llegaba sin equivocarse al otro punto. Hay un modelo de la clínica que es más o
menos eso, uno dice, es histeria y encamina para ese lado, uno dice, es obsesión y
encamina para ese lado. La ruta romana freudiana es el Edipo, de ahí que los pacientes
ya están tan advertidos. Dicen: usted quiere que hable de un recuerdo infantil, ya saben
el final de la ruta, ellos ya viene con el plano. Justamente se trata de esto que estoy
tratando de introducir, de ir despacio, cómo introducir un sin sentido sobre esa ruta
romana, pero para eso es necesario que uno se crea que existe el sin sentido. Es un
hecho que hay terapeutas que también están convencidos de la ruta romana, con lo cual,
termina siendo un diálogo amistoso con los pacientes. Así los pacientes después no
recuerdan ni quién los atendió ni de qué cara tenía, claro, fue una cosa tan amable como
charlar con el vecino de la fila del supermercado. La ruta romana que formaliza Lacan
al principio, la llamó el Nombre del Padre, que es una forma elegante de decir Edipo.
Lo puso a la altura de un significante. Fue una clínica precisa, Lacan decía: presencia
del Nombre del Padre o forclusión del Nombre del Padre, y ahí definía estructuras,
neurosis, psicosis. Muchos de nuestros casos clínicos están construidos desde el relato
edípico. Uno de los últimos grupos de investigación trajo un caso de Gabriela Di Santo,
que era más bien pensar un caso de anorexia desde el relato del padre, la madre, su
combinatoria. Y todas nuestras combinatorias son así, más bien ubicar dónde está el
Nombre del Padre y el síntoma. La idea de Lacan entonces es
N del Padre d de la madre

Falo cuerpo

Y este cuadro está tomado de Una cuestión preliminar. La presencia del significante del
Nombre del Padre metaboliza y localiza algo del goce. Y de ese modo localiza algo del
cuerpo, sobre qué? Sobre lo que Lacan llama deseo de la madre pero que en verdad es
fuera de la ley. El deseo de la madre en la metáfora paterna figura como un fuera de la
ley. Es lo más real de ese aparato simbólico. A esa altura Lacan no dice real, o goce,
porque no los tiene totalmente formalizados, pero el deseo de la madre es la instancia de
lo real, el fuera de la ley. Entonces la operación es: la presencia del significante del
Nombre del Padre pone una barrera a ese fuera de la ley y localiza un goce sobre el
cuerpo y sobre el falo. Y ahí está el cuadrilátero armado. Entonces, los casos de neurosis
van a ser siempre, cómo se pone una barrera al fuera de la ley, y eso localiza un cuerpo
y localiza una organización fálica. Y así podemos, de alguna manera formalizar muchos
casos. Uno puede encontrar la organización fálica del caso, cómo pone una barrera a la
irrupción de algo fuera de la ley y qué personaje de esa combinatoria encarna el Nombre
del Padre, no necesariamente tiene que ser el padre, por lo general no lo es. Por eso
Lacan llama Los nombres del padre. Entonces, el Nombre del Padre, en esta primer
enseñanza, y vuelvo a decir, es como muchas veces se construyen los casos, es lo que
produce un efecto de sentido. El caso no se entiende hasta que se escribe algo que pasa a
entenderse. Uno podría decir incluso que este paciente con sus cartas, sus chistes en
relación al padre, su idea de estudiar hace resonar sobre el auditorio significantes amo
que tienen que ver con los Nombres del padre de la época, por eso entra en el sentido
común. El punto es que hay que ver si eso que hace resonar como campo semántico
común anuda algo de lo real. Ahí es donde se empieza a problematizar la cosa, donde
Lacan ubica que se puede hablar de papá, mamá y eso no tener ningún peso sobre la
organización libidinal de alguien. Es el problema del “borderline”, es el lado más
verdadero de la discusión sobre el borderline, que puede tener el lado papá, mamá y
estar charlando de eso y de repente tener una impulsión y no entender de qué se trata,
con lo cual es evidente que tener toda esa trama del relato no organiza lo libidinal de esa
persona. Por eso tampoco hay que rasgarse las vestiduras, de que ahora las familias se
descomponen, como se dice, no tiene ninguna importancia, las familias compuestas no
garantizaban nada mejor. Me parece que se trata de otro tipo de cuestiones. Si se deja en
suspenso el Nombre del padre, como ruta romana, empiezan a aparecer en la clínica una
desorganización del lenguaje, que Lacan llama lalengua, empieza a desaparecer el
cuerpo para aparecer lo corporal, la imagen des localizada de lo corporal, lo orgánico de
lo corporal, la materia de lo corporal, y suspendido el nombre del Padre aparecen los
registros. Lo imaginario del caso, lo simbólico del caso y lo real del caso. Y eso es lo
que este muchacho, el de la presentación, manifestaba muy bien. En ese momento de
locura, y eso es lo interesante de las presentaciones, como están puestos esos fenómenos
para ver que si uno hace un esfuerzo para dejar eso como un enigma y suspender el
Nombre del padre, puede aprender mucho del caso. Si uno rápidamente lo trata de llevar
al sentido y determinar la presentación como un chico coherente, bien formado y
exitoso, se le perdió la explicación de por qué alguien que estaba en Punta del Este
decide desnudarse, subirse a los techos, quemar todo, patear policías. Qué pasó ahí?
Qué fue eso que desanudó algo que evidentemente está fuera de la ley como irrupción
de goce, más allá que estas locuras muchas veces llaman a la ley jurídica. Hay que
explicar mucho que alguien que se sube a los techos, tira botellas, desarma toda una
casa la desorganiza, hay que explicar mucho para decir que eso es un neurótico. Viene
alguien “formalito”, así, y te cuenta, yo hice esto hace tres años, y te lo cuenta con ese
tono chistoso de que ahora a mí las minas me gustan de esta manera, como decía este
chico. Hay que explicar mucho para decir que se trata de un neurótico el que hace eso.
Esa es la diferencia en como el semblante pasa a ser el Nombre del Padre y lo real pasa
a ser otra cosa. Uno puede dar un “semblante social”, lo que le pasa a este chico, y ese
es el logro de este tratamiento y él lo reconocía. Hay un semblante, ahora el Nombre del
Padre ya no pasa a ser la ruta principal, pasa a ser lo que organiza el semblante social, o
el síntoma. Pero ese real que queda por fuera de eso hay que explicarlo, incluso ese es el
lado particular del caso.
Quizás conocen este libro que se llama “Introducción al Método psicoanalítico”, de
editorial Paidós. Como todas las cosas que hace Miller, parecen simples pero no son
tanto. La cosa es así, evidentemente cuando alguien se presenta dirige un mensaje al
Otro y por eso es sancionado. Cuando alguien presenta un caso lo empieza a pensar en
qué auditorio lo va a decir, por ejemplo, está Belaga, el Jefe del Servicio. Ese es el
enunciado, siempre uno descubre el lugar de la enunciación, lo mismo pasa en los
análisis. Uno va y de alguna manera uno quiere ser querido por su analista, entonces se
prepara su frasecita seductora. Si está en juego realmente algo de un análisis,
seguramente va a salir sorprendido por su lugar de enunciación, o el lugar de
enunciación de esa frasecita seductora. O sea que uno cae en la trampa, no hay manera
de salir de eso. Esto quiere decir que, primero que no hay ninguna frase que no soporte
dejar situado la posición del sujeto con respecto a lo que se dice. Cuestión que en
nuestros intercambio, siempre muy interesantes, yo siempre he intentado situar al que
habla en su posición de enunciación. Algunos lo soportan, otros no tanto, pero bueno,
eso es cuestión de la subjetividad. Porque si no somos una iglesia. Si alguien recita la
obra de Freud, de Lacan o la de Equis, y todos decimos claro si, el goce del Otro, ta ta tá
y nos vamos todos recitando el mismo axioma, somos una Iglesia. Me parece que la
posibilidad de situar los lugares de enunciación hace que la enseñanza no sea
universitaria. Si un profesor plantea lo que dice Lacan en el Seminario 3 y se va, no hay
ninguna referencia a su lugar de goce al decir lo que dijo Lacan en el seminario 3. Si yo
digo todo esto trato de ubicar también mi posición analizante frente a los textos. Me
parece que ese es el único modo de formarse. O sea que cuando uno construye un caso y
hace una cita, es común: el paciente dice ... y encuentra una cita de Lacan, esto es el
goce del Otro ... Siempre hay una articulación texto – cita. Pero convengamos que un
análisis es siempre citar el discurso del Otro. Alguien va a análisis y dice ser un don
nadie, o soy nada, o soy la basura del mundo. Esas cosas tan agradables que uno se dice
en análisis. Uno puede preguntar: quién se lo dice? Y eso rápidamente pasa a ser una
cita de otro. O sea que siempre hay un modo donde la cita articula con el Otro. Un
discurso. Y que en realidad el final de análisis, uno podría decir, es la cita que mejor
articula con lo indecible. Cómo decir de un nuevo amor que no tiene ninguna
combinatoria con Edipo. Ustedes ven que estoy recorriendo todo el grafo. Estamos del
lado de las respuestas. Yo digo: mi problema es que soy un don nadie, y se lo digo a mi
analista, y ese es un mensaje que él tiene que escuchar, pero a su vez es una cita de
Otro. El punto sería recorrer muchas veces esas citas del Otro hasta encontrar un
significante que no tenga ninguna garantía en el Otro, que no sea relativo a otro. Ese
sería el punto de llegar al significante que falta en el Otro. En el Otro de su propia
combinatoria. Es decir que cuando uno muestra un caso, el paciente dijo esto y se dice
una interpretación mínima, por ejemplo alguien dice “de tal padre tal hijo”, y: “¿cómo
es su padre?”. Puede ser una interpretación eso, no hay que hacer grandes cosas, más
bien cotejar esa cita en el discurso del otro. Ese es el lugar de enunciación. Hay un
enunciado “de tal padre tal hijo” o una cita de Lacan, “el discurso del amo tiene que
tener su reverso en el discurso del psicoanálisis”. Por qué usted lo utiliza en este
momento y se da cuenta que eso marca la posición subjetiva de esa persona en cualquier
instancia de su vida. o sea que las citas no son ingenuas, no son al azar. Algo de esa
articulación del lenguaje elabora algo de su “lalengua”. Todo el mundo intenta alguna
articulación de saber en ese bla bla bla en que fue construido. Lo interesante sería ver en
los casos, aparte de esa articulación primera que hace todo paciente, si uno la confronta,
qué es lo que dice y repite después. Por ejemplo, uno puede decir “soy una porquería”,
quién se lo dice? Y el otro dice: digo y repito: soy una porquería o soy una ruina.
Entonces uno sorprenderse en relación a la melancolía. O sea que si uno no coteja la
frase, no va a ubicar la posición subjetiva del sujeto. Dice: “soy una ruina”, ¿quién se lo
dice? Bueno, comparándome con mi familia soy una ruina, ya no es el digo y repito, la
afirmación primera siempre tiene una afirmación o una negación segunda. Eso nunca
falla. Por ejemplo es muy común en los obsesivos, el no poder hacer esta afirmación
segunda. Van a un hotel, le preguntan Cuál es su nombre? Fulano. Firme acá, y no
pueden. Hay un síntoma obsesivo bastante común, el de no poder firmar. Tipos que
antes de hacer un documento se la pasan horas ensayando firmas, y cuando llega el
momento lo hacen mal. El problema del sin nombre en la histeria toma otra manera,
pero en la obsesión toma esa cuestión. Con lo cual, la idea es como se parte al revés.
Lacan partía del síntoma como mensaje. Que es lo mismo que decir la ruta principal del
Nombre del Padre. El tema es cómo construir los casos desde el lugar de lo indecible,
desde el lugar contingente, desde el lugar del sin sentido. Y ver si el caso construye algo
del Otro. Exactamente al revez, si uno quiere aprender de los casos, si uno quiere
sorprenderse de los casos, si no estamos todos discutiendo lo mismo. Para qué reunirnos
en una casuística, en un ateneo, si no podemos mostrar cómo se construye cada caso
singularmente. Evidentemente, que no esté en el Otro es que está fuera de sentido. Que
quiere decir eso. La falla de sentido quiere decir que no se inscribe en el campo en
donde todos nos entendemos. Puede que ustedes no entiendan todo lo que estoy
diciendo, puede ser que yo mismo no entienda todo lo que estoy diciendo, pero
evidentemente entra dentro de un sentido. No les estoy hablando de ingeniería
experimental. Pero el otro día este paciente contaba todo ese momento de locura y
evidentemente para él eso entraba en una falla de sentido, pero también el campo del
Otro entraba en una falla de sentido. Nadie sabía bien qué le estaba pasando a ese tipo.
Frente a esa irrupción, el primer llamado es llamen a la policía frente a la inseguridad,
hay que poner a la fuerzas armadas en la calle, es muy interesante la respuesta del sin
sentido del momento. Ahí ven como hay verdades variables para todo. Entonces, de eso
qué surge? Surge algún significante que toca algo real de eso, alguna mentira sobre esa
falla de sentido. Por ejemplo, la perplejidad del hombre de los lobos cuando vio ese
dedo seccionado y el relato posterior. La posibilidad, entonces, de mostrar algo en un
caso singular sería, la irrupción de algo contingente, que eso contingente tuviera algo de
lo libidinal en juego, y que el sujeto se reconozca en ese juego. Ustedes ven como el
paciente tenía eso el otro día. Ese fue el aspecto que más interesante me resultó de la
presentación, el resto era un bla bla bla que él había construido, que es por supuesto
valorable porque lo hace funcionar con el mundo pero cada vez que traten de recordar el
momento de locura de ese chico, y van a ver que él se sorprendía por lo inoportuno del
momento, estaba en punta del este y se le fue todo por los aires. El punto interesante de
la experiencia, es la dispersión que él describía, estaba lo corporal por un lado. ¿El
acontecimiento del cuerpo qué era? El tipo cortándose, lo corporal también era lo
maníaco de subirse a los techos, por otro lado estaba lo verborrágico, los pensamientos
le circulaban a mil. Ahí es donde se ve este desmembramiento de lo imaginario,
simbólico y real. Se podría hacer un despliegue de cada cosa como si fuera una
dispersión completa. El se pone a escribir y organiza una gramática y un campo
semántico, y entonces organiza un síntoma en la escritura. ¿Qué va a pasar cuando
termine esta figura literaria? Para los que no estuvieron, el paciente tiene esta locura en
Punta del Este, termina por supuesto en un manicomio, tres años después, acá, empieza
a hacer una construcción de una historia, empieza a escribir, a relatar su viaje por
Uruguay hasta terminar pasando por diferentes pueblos, hasta llegar a Punta del Este
donde va a terminar en un manicomio. Lo libidinal en juego era la obsesión por esa
mujer, había una obsesión, una dispersión, hay que entender. Y él se reconocía en ese
lugar en el juego. Me parece que son los puntos más interesantes del caso: la falla de
sentido, los significantes que van tocando algo de lo real y luego como él va anudando
todo eso, construyendo un campo semántico. Uno puede terminar diciendo: era una
psicosis. O discutir, que puede ser útil en algún punto pero no explica nada del caso, si
era un trastorno bipolar o una esquizofrenia o una Parafrenia. Pero eso sería discutir
dentro de los tipos clínicos y es ya estar discutiendo dentro de la ruta principal. Así sería
plantear la discusión del caso dentro de las clasificaciones. Hoy la ruta principal es el
DSM IV, y la psiquiatría clásica ya no es la ruta principal. Por eso los lacanianos
tenemos que tener cuidado, porque podríamos parecer pequeños melancólicos
recordando Clerambault, y nos van a medicar con antidepresivos. Me parece que hay
que entender lo que uno hace cuando fuerza la discusión de algo. Por eso no hay
problema en discutir si es bipolar o no, en qué cambia? El psiquiatra lo piensa bipolar,
que sea bipolar. Lo importante es la articulación de la falla de sentido con esos
significantes que empiezan a articular algo y como eso se va construyendo hacia, al
revés, que de esto salga un mensaje al Otro. Se dan cuenta que el Nombre del Padre no
está de entrada sino que es una construcción posterior.
Voy a parar acá así charlamos un poco.
El Otro siempre es una construcción, y hablamos de la clínica de la neurosis. Hay algo
que siempre existe, lo real existe y el Otro es inconsistente. Por ejemplo, un paciente
angustiado, ataque de pánico, en dónde se construye el Otro? En la transferencia. En el
primer lugar donde se construye un relato del ataque de pánico es en la transferencia, en
el marco de una suposición de saber a un médico. En el hospital todos somos médicos.
A todos nos llaman doctor, nadie distingue, mas bien es el efecto institución. Es
interesante ver como el Otro que no existe en el primer lugar en donde se construye es
en la transferencia. Sabemos que hay transferencia con el medico clínico, con el
ginecólogo, con el pediatra, incluso hay análisis con niños que se sostienen porque los
padres tiene mucha transferencia con el pediatra. El pediatra deriva y mucho se sostiene
por esas transferencias laterales. Evidentemente, en el hospital ya existe esa
construcción del Otro por parte del paciente, al venir. No es algo que uno instaure la
garantía, debemos estar advertidos de que esas leyes funcionan. Una cosa es saber que
el Otro no existe y otra cosa es pensar que el Otro no funciona. Te lo hacen acordar
rápido, esos “actos analíticos” que terminan con el paciente protestando en la dirección
del hospital dan cuenta de eso.

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