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El Inti Raymi era una importante fiesta inca celebrada anualmente el 24 de junio en honor al dios Sol Inti. La ceremonia, establecida por el inca Pachacútec, incluía danzas, sacrificios de ganado, consumo de chicha y procesiones para agradecer las cosechas y marcar el comienzo de un nuevo año. Aunque los españoles prohibieron la celebración por ser pagana, el Inti Raymi continuó celebrándose clandestinamente y pervivió por siglos en las comunidades andinas.
El Inti Raymi era una importante fiesta inca celebrada anualmente el 24 de junio en honor al dios Sol Inti. La ceremonia, establecida por el inca Pachacútec, incluía danzas, sacrificios de ganado, consumo de chicha y procesiones para agradecer las cosechas y marcar el comienzo de un nuevo año. Aunque los españoles prohibieron la celebración por ser pagana, el Inti Raymi continuó celebrándose clandestinamente y pervivió por siglos en las comunidades andinas.
El Inti Raymi era una importante fiesta inca celebrada anualmente el 24 de junio en honor al dios Sol Inti. La ceremonia, establecida por el inca Pachacútec, incluía danzas, sacrificios de ganado, consumo de chicha y procesiones para agradecer las cosechas y marcar el comienzo de un nuevo año. Aunque los españoles prohibieron la celebración por ser pagana, el Inti Raymi continuó celebrándose clandestinamente y pervivió por siglos en las comunidades andinas.
El Inti Raymi, en quechua “fiesta del Sol”, se realiza en homenaje y agradecimiento a la
Madre Tierra por las cosechas recibidas, por el solsticio de invierno (estamos en el hemisferio sur). EL INTI RAYMI INCAICO El Inti Raymi se llamada Wawa Inti Raymi (fiesta del Sol Niño), era una ceremonia inca y andina celebrada en honor de Inti (el dios Sol), que se realizaba cada solsticio de invierno, el 24 de junio, en el hemisferio sur. En el periodo inca el Inti Raymi fue establecido por Pachacútec hacia 1430 para legitimar el control inca sobre los pueblos sometidos. El Inti Raymi fue uno de los dos mayores festivales celebrados en honor al sol en Cusco (Perú). El otro festival era el Kapac Raymi o fiesta del gran Sol celebrado por los incas en el solsticio de verano en el hemisferio sur que es el 21 de diciembre. Según relató el inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), el Inti Raymi significaba que el dios Sol renacía para dar inicio a un nuevo ciclo anual. Debemos entender que el tiempo es circular para los incas y no lineal como lo entendemos los occidentales. Los incas sostenían que ellos habían sido enviados a la tierra por su padre el Sol. La celebración del Inti Raymi duraba 15 días, en los cuales había danzas, culto a los ancestros, consumo de bebidas, ceremonias y sacrificios (Eeckhout, 2004). En la época de los incas, esta ceremonia se realizaba en la plaza Huacaypata, con la asistencia de toda población de la ciudad. El solsticio de invierno en el hemisferio sur es el día más corto y la noche más larga del año. Durante el periodo incaico este día era fundamental pues era el punto de partida del nuevo año, que se asociaba con los orígenes de los incas. Garcilaso de la Vega escribió que el Inti Raymi era una festividad con alto contenido político porque legitimaba la sujeción de los pueblos cometidos al imperio inca. Los líderes de los pueblos conquistados repetían todos los años su lealtad al soberano inca yendo a la festividad del Inti Raymi. La preparación de la festividad era estricta, pues en los previos tres días no se comía sino un poco de maíz blanco, crudo y unas pocas de yerbas que llamadas chúcam y “agua pura” (¿aguacolla?). En todo este tiempo no encendían fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con las mujeres. El mismo día del Inti Raymi el rey inca y sus parientes esperaban descalzos la salida del sol en la plaza. Puestos en cuclillas, con los brazos abiertos, dando besos al aire y cantando recibían al Sol. La nobleza del imperio estaba presente pero nunca se mezclaban los orejones con los señores provincianos. Los curacas, líderes sometidos, entregaban las ofrendas que habían traído de sus tierras y luego el cortejo volvía a la plaza, donde se realizaba el masivo sacrificio del ganado ante el fuego nuevo que se encendía utilizando como espejo el brazalete de oro del sumo sacerdote. La carne de los animales era repartida entre todos los presentes, así como gran cantidad de chicha. Sería digno de verse el colorido de los vestidos, atuendos y plumajes que lucían gentes de tantas naciones, pues cerca de 300 fueron las que integraron el Imperio de los incas. Sobresalían los trajes guerreros, refulgentes de oro, plata y a veces de turquesas y esmeraldas. La versión de Garcilaso incide en la importancia que tenían los sacrificios del primer día para los agüeros. El detalle curioso es que los animales eran colocados en los altares mirando hacia el oriente, como para que el Sol observase los sacrificios. El soberano inca vestía de negro y se empezaba el baile, llamado cayo, en donde el pueblo bailaba tatuados de rojo oscuro. La chicha que bebían era fermentada en grandes tinajones de oro. Otro de los ritos en el Inti Raymi era la procesión de la Moroy Urco, huasca o cadena de oro de longitud extraordinaria. También se sacaba en procesión durante el Inti Raymi a las momias de los reyes (Stanic, 2013). El último Inti Raymi con la presencia de último soberano inca Atahualpa fue el 21 de junio del año 1533. En 1572 el virrey Francisco Álvarez de Toledo prohibió el Inti Raymi por considerarla una ceremonia pagana y contraria a la fe cristiana. Pero se siguió realizando clandestinamente por todo el antiguo imperio inca. Hay referencias en las crónicas castellanas que pervivió hasta entrado el siglo XVII y que en algunas zonas andinas fue sustituida por otras ceremonias como el Corpus Cristi o la fiesta de Juan Bautista. En 1559 Juan Polo de Ondegardo observó la pervivencia de los cultos y ritos del Inti Raymi, manifiestos ocultamente en el Corpus Christi impuesto por los cristianos. Desde mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII perdemos pista del recuerdo por el Inti Raymi.
Inca Pachacútec rezando a Inti, el dios del Sol. Ilustración de Martín de Murúa (s. XVII).