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GESTALT & COACHING

 
Vicens Olivé Pibernat. Co-director del Institut Gestalt de Barcelona
 
 
Desde hace unos años que el coaching se está introduciendo en nuestro país en diversos ámbitos y con diversos
nombres: life coach, coaching para directivos, coaching de equipos, coaching para padres, etc. Siendo quizás en
el ámbito empresarial donde está arraigando más, debido a que no se considera una terapia (“terapia” implica que
hay algo a curar) y sí es una forma de facilitar los cambios en las personas y organizaciones. Personalmente me
he interesado por este enfoque por su similitud a la Gestalt, la Programación Neurolingüística (PNL) y a diversos
enfoques humanistas y de desarrollo personal, que en mi opinión son perfectamente compatibles entre sí. Quiero
aquí exponer brevemente algunos de los principios que lo sustentan y su similitud y diferencias con la Gestalt en
particular y la terapia en general y el coaching.
 
¿Qué es el coaching?
El término “coach” viene del inglés y tiene varios significados que van desde “entrenador” ó “tutor”, en cuanto hace
referencia al proceso de desarrollo de capacidades y comportamientos del pupilo-alumno; también significa
“carruaje” ó “vagón”. En ambos casos se asocia a un proceso de cambio, el primero en el desarrollo de
conocimientos y capacidades y el segundo en el hecho de tener un medio que nos permite ir de donde estamos
hacia donde queremos ir. Ambos implican un movimiento que va del estado actual al estado deseado. Si
tuviéramos que tener una sencilla definición de coaching ésta podría ser una válida. Es el coaching con “c”
minúscula que dice Robert Dilts (1).
 
Decir que hay diversas escuelas  y estilos de coaching, como ocurre en todas las escuelas sea cual sea su
enfoque. Existe el coaching que yo denomino de “o lo haces ó lo haces” que no es más que el ponerse una tarea u
objetivo y tener una persona de referencia que vaya supervisando los avances. Para hacer eso no hace falta saber
mucho de coaching pues es el método tradicional de la responsabilidad, la perseverancia y el compromiso. El
verdadero coaching para mí es el que profundiza en la propia construcción de la realidad subjetiva encontrando
allá los nuevos recursos y aspectos creativos que facilitarán al coachee (cliente) la reestructuración de nuevas
creencias y valores contribuyendo así a una nueva actitud y definición de sí más actual y acorde con los
acontecimientos y desafíos presentes y futuros. Este es el coaching con “C” mayúscula que propone Robert Dilts
(1).
 
En el coaching se parte de aquello tan popular que “no hay verdades ni mentiras, todo es del color con que se
mira”, ó dicho en lenguaje coaching: “nada de lo que voy a decir es la verdad, es tan sólo una nueva
interpretación”. Recordamos aquí tres de las  presuposiciones de Alfred Korzybski en su Semántica General, de
que “el mapa no es el territorio”, “ningún mapa puede abarcar todo el territorio” y que “el mapa está construido por
el propio cartógrafo”. Es decir, el coach va a poner la atención a cómo es el proceso de ser del coachee, cómo
éste se define a sí mismo y cómo en esta definición se limita o se potencia, dicho de otro modo, ¿el cliente está
fluyendo? ó ¿está atascado?, ¿está abierto y viendo nuevas opciones y posibilidades? ó ¿está cerrado y
problematizado?
 
Hago un pequeño inciso aquí para introducir un concepto de coaching que nos será útil para entender su
procedimiento, y es que en coaching no se habla de “problemas”, puesto que un “problema” lo es porque alguien
lo ha definido así y le damos existencia independiente de la persona que lo define y creemos que el “problema”
hay que resolverlo –sin atender a cómo está definido- en vez de disolverlo reestructurándolo de otra manera
diferente. Rafael Echeverría (2) propone el término “quiebre” para sustituir a “problema”, por el hecho de que un
problema siempre tiene connotación negativa, es algo dificultoso y engorroso, en cambio “quiebre” tiene un
significado más amplio. Según este autor en la situación procesual de vida donde va ocurriendo “lo esperado” no
hay quiebres existiendo lo que conocemos como fluir. Estar en un estado de flujo (3) como decimos en Gestalt
“estar con lo que hay”. Son estados de pura presencia en el aquí y ahora no truncados por ninguna expectativa
futura ni deseo ninguno en un estar momento a momento vivenciándolo plenamente. Son momentos de paraíso,
de poca inversión energética y máximo rendimiento. Todos sabemos lo que son pues los hemos vivido en
múltiples ocasiones. Decir que para que un estado de flujo se dé en toda su extensión es necesario que se
cumplan totalmente las expectativas de la persona. Por ejemplo, si quiero dar un agradable paseo por la ciudad,
primero me hago una composición de lugar. Iré por aquí ,por allá, tomaré un café allá, me dejaré sorprender por lo
nuevo que encuentre, etc. Cuando estoy paseando –fluyendo según mis expectativas- todo va bien. En el
momento de que ocurre un acontecimiento imprevisto para mí, por ejemplo veo un niño llorando porque ha perdido
a su madre, entonces salgo del estado de flujo y entro en preocupación –en quiebre-, cuando me entero de que su
madre está en camino ya me tranquilizo y vuelvo al flujo.
 
El tema es que el estado de fluyo se altera, se rompe “se quiebra” debido a algo imprevisto en mi mapa y retorno a
ese estado cuando aprendo algo nuevo que deshace el quiebre. Siguiendo a Echeverría nos dice que, a diferencia
de los problemas, los quiebres pueden ser no sólo encontrados sino también elegidos ó declarados siendo ésta
una parte muy interesante del enfoque coaching  ¿qué quiebres quieres tener que te van ayudar a desarrollarte?
Cuando decidimos hacer un nuevo proyecto, cuando aceptamos un reto diferente e incluso cuando decimos basta
a una situación insostenible, estamos generando un quiebre. Elegir un quiebre significa ponernos en el
compromiso de tener que aprender algo nuevo, a redefinir nuevos juicios, interpretaciones, valores y creencias.
Puesto que nos conlleva una confrontación entre “lo que hay” y “lo que debería haber” nos empujamos a nosotros
mismos hacia una necesaria ampliación de nuestro mapa personal. Gestálticamente diríamos que nos orientamos
a actualizar nuestro potencial.
 
Aquí vemos uno de los temas centrales del coaching donde el coach se presenta como facilitador de aprendizajes
de los quiebres de su cliente, estos quiebres pueden estar en cualquier área de la vida del mismo y eso dará
origen a los diversos tipos de coaching: para padres, para parejas, para el propio desarrollo, para la formación de
equipos (Team building), para el managenment, incluso el coaching transpersonal para facilitar que las personas
se sintonicen mejor con este aspecto.
 
Para facilitar este proceso el coach tendrá varias formas, algunas de ellas nos sonarán mucho a los gestaltistas,
por ejemplo, el desarrollo de una actitud más allá de el arsenal de técnicas y procedimientos, el énfasis en la
relación -en las denominadas “conversaciones transformadoras”-, otra el trabajo con las preguntas láser, también
el centramiento de la atención en los procesos corporales, emocionales, cognitivos y sistémico-espirituales propios
de todo enfoque holístico. En palabras de Zeus & Skiffington “el coaching es holístico, es decir, aborda todos los
aspectos interrelacionales de la vida del individuo”.
 
 
El desarrollo de la actitud en el coach
Sabemos que en Gestalt la base de nuestro enfoque es el desarrollo de la actitud denominada gestáltica, y que
esta se adquiere por “contagio” –por modelaje diremos en PNL- de alguien que la tenga y que la sostenga más allá
de los diversos acontecimientos cotidianos. En coaching, concretamente en la línea del Coaching
Transformacional que propone Cristina Naugthon, se trabaja para el desarrollo de una actitud que el coach deberá
integrar y que contempla cinco aspectos básicos:
 
 Apertura, Flexibilidad, Estabilidad, Determinación y ZEN.
 Apertura.- Es la energía disponible para recibir y dar amor al mundo, explorar nuevos senderos, escuchar
y comprendernos a uno mismo y a los demás.
 Flexibilidad.- Es la disposición a navegar continuamente en el cambio. A enfrentarnos  a lo viejo con
nuevas  opciones, a desarrollar nuevos aspectos, a jugar, a divertirse, etc. En definitiva a ser más
creativos a cada momento.
 Estabilidad.- Es la disposición conocida en Gestalt como “estar en el aquí y ahora”. Presentes, conscientes
y pisando firme en lo que estamos haciendo y con quiénes nos estemos relacionando.
 Determinación.- Es la disposición que nos compromete con nuestras decisiones, nuestros objetivos. Es el
saber decir SI al sí y NO al no, capacitándonos para hacer realidad nuestros sueños marchando hacia
delante al ritmo más conveniente para nosotros y nuestro entorno.
 ZEN.- Esta disposición aparece sólo cuando las otras cuatro están totalmente alineadas dando lugar a la
actitud de total centramiento interior y de compromiso con el contexto social.
 
La relación en coaching
Otro punto en común es todo lo relacional como base a cualquier cambio. En coaching hablamos de  
“conversaciones transformadoras” a aquellas intervenciones donde lo que surge en el aquí y ahora, no habría
surgido sino hubiéramos estado en contacto. El encuentro vital de dos ó más personas hacen que aparezcan
posibilidades, temas y opciones difíciles de encontrar sino hay un buen contacto entre ellas.
 
El arte de la pregunta
Le oí decir en más de una ocasión a Claudio Naranjo que “se puede hacer mucha terapia sólo con preguntas”. La
pregunta está en la base de cualquier enfoque centrado en la relación de ayuda. Los gestaltistas preguntamos
mucho, hacemos desde preguntas  fenomenológicas: ¿Cómo te sientes? ¿Qué está pasando? ¿Qué dice tu tono
de voz? Hasta preguntas más interpretativas: ¿Cómo estás agrediendo con eso? Ó ¿Y no será que lo que haces
es pedir cariño? Etc. Preguntar es una excelente forma de llevar la atención de la persona a un lugar determinado
para la toma de consciencia y posterior cambio. En Coaching Tranformacional hablamos de las preguntas láser
que son preguntas que por definición “hacen pensar”. Si alguien nos contesta muy rápidamente a nuestra pregunta
significa que lo preguntado no le ha llegado pues responde con sus automatismos habituales, pero si a raíz de
nuestra intervención se detiene y reflexiona antes de aportarnos su forma de pensar –en Gestalt decimos “déjalo
entrar antes de contestar” este tipo de intervención será sin duda provechosa para la persona pues le abrirá el
mapa a una nueva concepción. Un ejemplo de pregunta láser es ¿Y Qué más puedes hacer que aún no has
hecho? Para contestarla necesariamente hay que reflexionar eliminando todas las opciones conocidas y abrirse a
otras de nuevas.
 
Las preguntas láser son preguntas certeras que tocan el núcleo del quiebre y llegan al fondo de la persona,
después de las cuales la reestructuración interna cognitivo, emocional y corporal es inevitable. Este modo de
hacer preguntas tiene su raíz en la Mayéutica socrática donde Socrátes increpaba al discípulo a base de
preguntas y preguntas hasta que éste encontraba su verdadera solución. Se dice que podía agotar al alumno con
tanta pregunta. El arte de la pregunta se basa en no dar ninguna respuesta al cliente y que a través de las
correspondientes preguntas éste vaya encontrando sus propias vías de desarrollo. Sabemos, parafraseando a
Piaget que: “todo aquello que le enseñas a un niño evitas que lo aprenda”, es por ello que en coaching se prima el
arte de la pregunta y que sea el coachee el que encuentre sus propias respuestas y en definitiva sus propios
aprendizajes.
 
Cuerpo, emoción, cognición y espiritualidad
El coaching se nutre también, como en otros enfoques del trabajo con los cuatro centros. No hay intervención que
no los contemple holísticamente y que no se trabaje en la línea de alinearlos congruentemente para un mejor
abordaje de los quiebres para buscar el resultado de un mejor fluir
 
Similitudes y diferencias entre coaching y terapia
El coaching no se considera una terapia y que hay coaches que derivan a sus clientes a un terapeuta cuando en
éstos aparecen problemas psicológicos graves. Obviamente que si en coach tiene formación psicológico-
terapéutica podrá tener más ámbito de intervención con sus clientes.
 
Algunos de los aspectos similares son:
 
Respeto por el cliente y su proceso.
Ayudan al cliente a actualizar su potencial interior.
Hay aprendizaje en el proceso.
Es una relación profesional y adulta.
Tiene en cuenta los aspectos corporales, emocionales, cognitivos y espirituales.
Están orientados al cambio y al aprendizaje.
Se privilegia el presente.
En Gestalt y en Coaching Transfomacional se cultiva el desarrollo de una actitud frente a las técnicas.
 
Algunas de sus diferencias son:
 
En coaching no se trabaja con lo transferencial.
El coaching mira siempre hacia delante en la construcción de nuevos futuros, mientras que la terapia tiene
siempre un ojo en el pasado.
En los procesos terapéuticos no hay límite para el abordaje de temas, en coaching el cliente puede elegir
trabajar sólo en una dirección ó en un solo tema.
En coaching se pueden utilizar las tecnologías multimedia: Internet, teléfono, etc.
El coaching es pro-activo mientras que en terapia podemos “sólo estar y a ver dónde nos lleva eso”.
En coaching se privilegia mucho la pregunta que hace pensar para crear nuevas opciones y en terapia es la
toma de consciencia lo que importa.
En terapia se revisa la biografía, mientras que en coaching se construye una nueva.
En terapia se focaliza primero la dificultad -la sombra- para ir después a lo sano mientras que el coaching
empieza con los aspectos luminosos antes de entrar en los quiebres.
El coaching es una nueva profesión.
 
 Para terminar quiero hacerlo con un pequeño texto de Jorge Bucay que refleja la actitud básica en la facilitación
de la ayuda más allá de que hablemos de Gestalt o de Coaching y que debería estar implícita en toda relación de
ayuda
 

QUIERO

Quiero que me mires sin juzgarme.


Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me animes sin empujarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas...que hoy puedes contar conmigo...
Sin condiciones.            
 

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