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Ya desde 1964, el artículo 70 del “Estatuto de la Publicidad” español señalaba

lo siguiente, “Sin perjuicio de que las creaciones intelectuales o las


invenciones que resulten de cualquier actividad publicitaria puedan gozar de
los derechos de propiedad intelectual o industrial, las ideas publicitarias
que posean la condición de novedad u originalidad atribuirán a su
autor el derecho a perseguir cualquier posible imitación o a prohibir su
utilización para fines distintos de los pactados.”
Entre otras más, la legislación francesa de 1985 otorgaba protección expresa a las
obras publicitarias.

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Esto es lógico, pues para nadie es un secreto la tremenda cadena de valor que
implica el presupuesto e inversión publicitaria, y el esfuerzo notable de aquellos
que se dedican a desarrollar tales ideas que literalmente hacen que el mundo se
mueva a través del comercio e intercambio de bienes y servicios.

Las creaciones publicitarias se advierten en paralelo y constituyen


parte del tipo de creaciones como obras del ingenio de carácter
literario, artístico o creativo; sin embargo, y en contra del sentido común, no
se mencionan como tales en la ley de derechos de autor peruana, como tampoco
en la normativa marcaria y de patentes.
La publicidad contiene múltiples y distintos elementos que podrían acceder al
registro, ya sea como los ya mencionados derechos de autor o como propiedad
industrial.

Se podrían registrar el anuncio y cualquier otro material protegido, incluidos, por


ejemplo, textos, fotografías, un sitio web, material escrito, arte, gráficos,
publicidad, música y videos,lemas y sonidos publicitarios, nombres
comerciales, logotipos, nombres de productos, nombres de dominio y
otros signos utilizados como símbolos gráficos generados por computadora,
pantallas, interfaces gráficas de usuario, el software para crear anuncios digitales,
imágenes generadas por computadora, pueden estar protegidos, según cada
caso.
De hecho y aun cuando la ley no lo mencione, las obras del ingenio humano que
pueden ser materia de protección no constituyen un universo cerrado a las
menciones ya contenidas en las leyes sobre la materia. Así, la Decisión 351 –
legislación comunitaria sobre derechos de autor- no hace una referencia expresa,
pero tampoco constituye un número absoluto al respecto de las obras que
pretende proteger.
La ley de derechos de autor peruana define las obras e indica que estas se
constituyen por, “Toda creación intelectual personal y original,
susceptible de ser divulgada o reproducida en cualquier forma,
conocida o por conocerse. La protección del derecho de autor recae
sobre todas las obras del ingenio, en el ámbito literario o artístico,
cualquiera que sea su género, forma de expresión, mérito o finalidad. Están
comprendidas entre las obras protegidas las siguientes: (…)”. Como se
puede advertir, no cierra el círculo al respecto, y más bien, considera una
definición amplia.
Para finalizar, me permito citar al Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina,
que señaló en unas de sus sentencias: “Sin embargo, podrán darse
hipotéticamente circunstancias de concurrencia entre registro de marca y de
derecho de autor, como sería, por ejemplo, la calidad de aporte intelectual
que tengan frases publicitarias con algún grado de nivel creativo”(Proceso
10-IP-94)
Tal vez sea momento de promover una mejora al texto legal actual e incluir de
forma expresa a las creaciones publicitarias como bienes protegidos.  

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