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BREVE HISTORIA DE LA PSICOPATOLOGÍA Y EVOLUCIÓN DE LAS CREENCIAS CON

RESPECTO A LOS TRASTORNOS MENTALES

El concepto de enfermo mental ha dado un giro al punto que hoy en día es más apropiado llamar
trastornados a quienes antes eran considerados “poseídos, locos, alienados o enfermos”. El
cambio de concepto se ha dado en función de las doctrinas epistemológicas y tendencias
religiosas, sociales, culturales, filosóficas y científicas imperantes en ciertos momentos y contextos
históricos que mencionaré grosso modo a lo largo de este trabajo.

El concepto de enfermedad mental es poco apropiado para definir los trastornos mentales ya que
en una enfermedad corporal se observa una coherencia, estabilidad clínica, etiología orgánica con
síntomas que constituyen el cuadro clínico mientras que en los trastornos mentales se producen
somatizaciones, los cuadros no son del todo estables y homogéneos y la causa de los trastornos
muchas veces no se puede señalar. El concepto de enfermedad mental es un constructo en cuanto
a que en realidad no se tiene certeza absoluta de su etiología, no existe una estabilidad diagnóstica
y sus límites geográficos, históricos, temporales y culturales no permiten normalizar el concepto,
por ejemplo, los delirios de africanos esquizofrénicos son frecuentemente relacionados a magia y
demonios con alucinaciones visuales o táctiles y en los esquizofrénicos occidentales son comunes
los delirios de tipo persecutorio, hipocondría y alucinaciones auditivas (Mesa, 1999, p.25). El
concepto de enfermedad mental ha tenido críticas que van desde que llamarle enfermo a un
trastornado, lo estigmatiza socialmente, a la crítica que se refiere a la presunción de que todos los
trastornos mentales tienen etiología neuroquímica o neurofisiológica cuando esto sólo se ha
comprobado en algunas alteraciones psicológicas y conductuales. Hoy en día se consideran
psicopatologías a conductas como el juego patológico, dipsomanía, pedofilia y el exhibicionismo
que antes eran considerados vicios o perversiones, así como hoy por hoy, ya no se considera una
patología a la homosexualidad. A continuación narraré una breve cronología sobre el concepto de
enfermedad mental a través de la historia.

En las épocas más pretéritas en que ya existían sociedades más o menos complejas, se atribuía
un origen sobrenatural a la conducta anormal; por ejemplo, en Perú se han encontrado cráneos
trepanados a través de cuyos agujeros se podía expulsar a los espíritus malignos. En
Mesopotamia, se consideraba que el demonio Idta castigaba con locura a quienes actuaran mal. La
cultura hebrea advertía que la violación de los mandamientos sería castigada por Dios con ceguera
y locura. En China creían que la locura era la consecuencia de no respetar tradiciones y el
hinduismo consideraba que la locura la ocasionaban demonios. Los hechiceros y sacerdotes
hebreos, griegos, chinos y egipcios realizaban exorcismos con el fin de expulsar a espíritus
malignos. La traducción del Papiro Edwin Smith que data de 1500 a.C. aprox. reveló que en el
Antiguo Egipto se creía que del cerebro surgían las funciones mentales.

Más tarde, Hipócrátes (460-377 a.C.) fue el primero en señalar el origen orgánico de las
enfermedades mentales y realizó una clasificación de temperamentos en: sanguíneo, colérico,
melancólico y flemático, que indicaban la orientación emocional predominante. Según Hipócrates,
la salud dependía de la interacción y equilibrio de cuatro humores corporales (sangre, bilis amarilla,
bilis negra y flema), el desajuste entre los humores se corregía mediante purgas. También
Hipócrates propuso tres categorías de trastornos mentales: manía, melancolía y frenitis. Sorano de
Éfeso amplió la clasificación hipocrática incluyendo la histeria (exclusiva de las mujeres,
relacionada con trastornos uterinos) y la hipocondría.

Platón (429-347 a.C.), por otra parte, consideraba que los trastornos mentales eran en parte
orgánicos, en parte éticos y en parte de intervención divina y clasificó la locura en: profética, ritual,
poética y erótica. Asclepíades de Bitinia (124-40 a.C.) fue el primero en hacer una distinción entre
alucinaciones, ilusiones y delirios.

Ya en la época romana, Galeno (130 - 200), empleó el término temperamento (en latín,
temperamentum, “mezcla proporcionada”) para referirse a la combinación de cuatro sustancias
fundamentales (caliente, frío, húmedo y seco). Galeno dividió las causas de los trastornos
psíquicos en orgánicos (lesiones en la cabeza, cambios menstruales) y mentales (temores,
desengaños amorosos).

La Edad Media se vio sumamente influenciada por la religión; en esta época se distinguen dos
periodos, el primero inicia en el siglo V donde el enfermo mental es considerado una víctima del
diablo, sin embargo, a partir del siglo XIII el enfermo mental se considera culpable de su propia
afección como castigo divino ante una supuesta vida pecaminosa o alianza con el demonio a
cambio de poderes sobrenaturales. Se calcula que en esta época se asesinó a más de 100,000
personas acusados de brujería y actualmente se piensa que las víctimas pudieron ser personas
afectadas por epilepsia y esquizofrenia principalmente. No obstante, en el Bajo Imperio, Alberto
Magno (1193-1280) y Tomás de Aquino (1225-1274) tuvieron la noción en común de que el alma
no podía enfermar y que, por tanto, la locura era un trastorno de base orgánica.

Por otra parte, los árabes daban un trato humanitario a los enfermos mentales al imperar la idea de
que eran personas escogidas por Dios para hablar por su boca.

En el Renacimiento, Paracelso (1493-1541) en su libro “De las enfermedades que privan al hombre
de la razón” rechazó la demonología y habló de una “estructura” similar a lo que hoy se conoce
como inconsciente en sus ideas sobre la etiología de la locura. Johann Weyer (1515-1541) publicó
“De Praestigiis Daemonum” donde hacía una crítica a la demonología y al “Martillo de Brujas” que
era un manual de frailes dominicos inquisidores para la detección, examen y condena de brujas el
cual la iglesia pudo censurar hasta el siglo XX; Weyer defendió la calificación de enfermos para los
acusados de brujería y su trato humanitario. Los endemoniados pasan a ser pacientes. Burton
(1577-1640) proponía causas psicológicas y sociales de los trastornos mentales.

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, apareció Phillipe Pinel (1745-1826) considerado
el padre de la psiquiatría moderna con sus obras Nosographie Philosophique y el Traite Medico-
Philosophique de la Manie; en el primer texto clasificó los trastornos psíquicos en: melancolía,
manía, demencia e idiocia. Pinel defendía la humanización del trato a los alienados y entendía la
enfermedad mental como el resultado de alteraciones anatómicas del cerebro, no funcionales. En
Alemania, Griesinger (1817-1868) en un esquema organicista, propuso que las enfermedades
mentales son disfunciones del cerebro y también mencionó la etiología somática de ciertos
problemas psíquicos. En el siglo XIX la principal postura sobre la enfermedad mental intentó
explicarse principalmente por un modelo orgánico-médico.

Morel (1809 - 1873) influenciado por el concepto de aclimatación formuló la teoría de la


degeneración donde explicaría que las enfermedades mentales surgían por una degeneración
genética transmitida a la descendencia donde dichos trastornos significaban una etapa final de un
proceso de deterioro mental, más tarde, también propuso que las drogas y el alcohol podían ser
factores determinantes. Kleist (1879-1960) defendía que los síntomas de los trastornos son
ocasionados por disfuncionalidad de ciertas zonas cerebrales. Jackson (1835-1911) de la
tendencia órgano-dinámica, admite un sustrato orgánico y congénito de los trastornos mentales
pero cree que lo determinante de éstos son desorganizaciones de una estructura psíquica
dinámica o de irregularidades en el desarrollo y formación de la misma.

Ya en el siglo XX, Kraepelin (1856-1926) quien fue discípulo de Griesinger, reconoció que sólo
algunos trastornos como la neurosis tenían origen psicógeno y no orgánico. Meyer (1866-1950)
propuso que la enfermedad mental es consecuencia de la reacción total del individuo a su
experiencia psicológica, social y somática en conjunto. Bumke (1877 – 1950) dijo que ciertos
trastornos psíquicos como las neurosis y psicopatías no se adaptan al término clasificatorio de
enfermedad.

Un personaje muy importante pero en la doctrina psicoanalítica fue Freud (1856-1939) quien
básicamente creía que un trastorno surgía por conflictos intrapsíquicos en las tres instancias
mentales: el ello, el yo y el superyó. En la teoría psicoanalítica, algunas patologías son resultado de
la amenaza a la integridad de la instancia yo, por lo que un mecanismo de defensa surgirá para
distorsionar y hacer más tolerable la realidad para el sujeto. El psicoanálisis no delimita salud de
enfermedad y la armonía de las instancias del aparato psíquico es inalcanzable.
En la tendencia psicodinámica, Anton Mesmer (1734-1815) con conocimiento e ideas sobre
Alquimia, desarrolló la doctrina del magnetismo animal donde supone que las enfermedades
nerviosas son consecuencia del desequilibrio de los fluidos magnéticos universales que recorrían el
cuerpo. Por su parte, Bernheim (1840-1919) sostenía que la histeria era el resultado de la
autosugestión.

El conductismo que se desarrolló principalmente en Estados Unidos propugnaba una etiología


estrictamente ambientalista de la psicopatología. La conducta anormal se explica como el resultado
de un aprendizaje deficiente de la interacción entre el sujeto y el entorno. Esta misma tendencia
conductista no acepta el origen somático de la enfermedad mental y resalta que las conductas
normales o anormales son resultado de una interacción del sujeto con el ambiente y que si la
conducta normal se aprende, la conducta patológica también. En este esquema, se considera que
lo que se llaman enfermedades mentales son alteraciones de la conducta ocasionada por hábitos
que no logran el ajuste del individuo con la situación que enfrenta.

Aún en el siglo XX, la psicología de la Gestalt, dentro de la escuela humanista, entiende las
patologías mentales como una falta de ajuste con el medio.

Las tendencias sociogenéticas consideran la estructura social como el origen de los trastornos
mentales. El enfoque fenomenológico-existencial dentro de esta tendencia, apunta a que la
dinámica familiar como micromodelo de la sociedad es la génesis de la psique trastornada. El
enfoque político-social de la tendencia sociogenética menciona que la enfermedad mental es fruto
de la incoherencia y problemática de la sociedad en que se vive; en el libro El antiedipo de 1972 de
la obra Capitalismo y esquizofrenia, escrito por Deleuze (1925-1995) y Guattari (1930-1992)
mencionan una supuesta causalidad entre los delirios de la esquizofrenia con las necesidades,
factores y contradicciones históricas, económicas, políticas y raciales de la estructura social. El
enfoque ético-sociológico representado por Szasz (1920-2012) dice que lo conocido como
enfermedad mental es realmente una protesta social y que es una metáfora impuesta por algunos
psiquiatras para describir las conductas desviadas y que la psiquiatría no es una ciencia sino un
sistema de control social.

Foucault (1926-1984) fue un crítico de la Psiquiatría y básicamente consideraba al término


alienación como sinónimo de lo que se consideraba enfermedad mental y decía que los llamados
enfermos mentales no eran más que víctimas de la alienación social. La sociedad no reconoce a
los alienados porque ésta a su vez no reconoce la alienación propia y sus contradicciones, y por
tanto, es excluyente de los que se consideran enfermos mentales. Para él, el alienado ha perdido
sus libertades, su voluntad y su pensamiento, son víctimas de la sociedad abusiva que se
aprovecha de ellos para gozar de sus bienes y derechos en su lugar.
Actualmente, el enfoque cognitivo en psicopatología afirma que la alteración de los procesos
psíquicos son la causa y no el efecto de los trastornos mentales y del comportamiento (Mesa,
1999, p. 35) y que cuando las percepciones son distorsionadas la conducta será desadaptada.

Por último, no sobra mencionar las características comunes que se presentan en los presuntos
trastornados mentales y una breve definición de trastorno mental.

Las características de la persona que padece un trastorno mental son: sensación de malestar,
sufrimiento, incomprensión, confusión, interferencia de estas sensaciones en las actividades
cotidianas, desadaptación al entorno y manifestación de conductas que no son social y moralmente
aceptadas. Los trastornos mentales resultan ser meras disfunciones comportamentales de causa
psicológica, biológica y/o social.

Referencias consultadas.

Álvarez , et al. (2002). Introducción a la psicopatología y la psiquiatría (5ª. Ed.). Barcelona,


España.: Masson, S.A.

Foucault, M. (1984). Enfermedad mental y personalidad. Barcelona, España.: Paidós.

Mesa, P. (1999). Fundamentos de psicopatología general. Madrid, España.: Ediciones


Pirámide, S.A.

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